tag:blogger.com,1999:blog-32111309279474495312024-03-13T11:55:23.199-07:00Biblia ver. Mons. StraubingerJosé Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.comBlogger105125tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-21572441587854569312012-08-29T14:04:00.002-07:002012-08-29T14:04:44.867-07:00Evangelio según San Juan caps. 19, 20, 21<br />
Capítulo XIX<br />
1 Entonces, pues, Pilato tomó a Jesús y lo hizo azotar. 2 Luego los soldados trenzaron una corona de espinas, que le pusieron sobre la cabeza, y lo vistieron con un manto de purpura. 3 Y acercándose a Él, decían: "¡Salve, rey de los judíos!" y le daban bofetadas.<br />
4 Pilato salió otra vez afuera, y les dijo: "Os lo traigo fuera, para que sepáis que yo no encuentro contra Él ningún Cargo." 5 Entonces Jesús salió fuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura, y (Pilato) les dijo: "¡He aquí al hombre!" 6 Los sumos sacerdotes y los satélites, desde que lo vieron, se pusieron a gritar: "¡Crucifícalo, Crucifícalo!" Pilato les dijo: "Tomadlo vosotros, y crucificadlo; porque yo no encuentro en Él ningún delito." 7 Los judíos le respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esta Ley, debe morir, porque se ha hecho Hijo de Dios." 8 Ante estas palabras, aumentó el temor de Pilato. 9 Volvió a entrar al pretorio, y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres Tú?" Jesús no le dio respuesta. 10 Díjole, pues, Piato: "¿A mí no me hablas? ¿No Sabes que tengo el poder de librarte y el poder de crucificarte?" 11 Jesús le respondió: "No tendrías sobre Mí ningún poder, si no te hubiera sido dado de lo alto; por esto quien me entregó a ti, tiene mayor pecado,"<br />
12 Desde entonces Pilato buscaba cómo dejarlo libre; pero los judíos se pusieron a gritar diciendo: "Si sueltas a éste, no eres amigo del César: todo el que se pretende rey, se opone al César," 13 Pilato, al oír estas palabras, hizo salir a Jesús afuera; después Se sentó en el tribunal en el lugar llamado Lithóstrotos, en hebreo Gábbatha. 14 Era la preparación de la Pascua, alrededor de la hora sexta, Y dijo a los judíos: "He aquí a vuestro Rey." 15 Pero ellos se pusieron a gritar: "¡Muera! ¡Muera! ¡Crucifícalo!" Pilato les dijo: "¿A vuestro rey he de crucificar?" Respondieron los sumos sacerdotes: "¡Nosotros no tenemos otro rey que el César!” 16 Entonces se lo entregó para que fuese crucificado.<br />
Tomaron, pues, a Jesús; 17 y Él, llevándose su cruz, salió para el lugar llamado "El cráneo", en hebreo Gólgotha, 18 donde lo crucificaron, y con El a otros dos, uno de cada lado, quedando Jesús en el medio. 19 Escribió también Pilato un título que puso sobre la cruz. Estaba escrito: "Jesús Nazareno, el rey de los judíos”. 20 Este título fue leído por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús fue crucificado se encontraba próximo a la ciudad; y estaba redactado en hebreo, en latín y en griego. 21 Mas los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: ‛‛No escribas "el rey de los judíos", sino escribe que Él ha dicho: "Soy el rey de los judíos”. 22 Respondió Pilato: "Lo que escribí, escribí", 23 Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, de los que hicieron cuatro partes, una para cada uno, y también la túnica. Esta túnica era sin costura, tejida de una sola pieza desde arriba. 24 Se dijeron, pues, unos a otros: "No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para saber de quién será"; a fin de que se cumpliese la Escritura: "Se repartieron mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes". Y los soldados hicieron esto.<br />
25 Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena 26 Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". 27 "Después dijo al discípulo: ‛‛He ahí a tu madre". Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.<br />
28 Después de esto, Jesús, sabiendo que todo estaba acabado, para que tuviese cumplimiento la Escritura, dijo: "Tengo sed". 29 Había allí un vaso lleno de vinagre. Empaparon pues, en vinagre una esponja, que ataron a un hisopo, y la aproximaron a su boca. 30 Cuando hubo tomado el vinagre, dijo: "Está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.<br />
31 Como era la Preparación a la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz durante el sábado -porque era un día grande el de aquel sábado- los judíos pidieron a Pilato que se les quebrase las piernas, y los retirasen. 32 Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y luego del otro que había sido crucificado con Él. 33 Mas llegando a Jesús y viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas; 34 pero uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua. 35 Y el que vio, ha dado testimonio -y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad- a fin de que vosotros también creáis. 36 Porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: "Ningún hueso le quebrantaréis”. 37 Y también otra Escritura dice: ‛‛Volverán los ojos hacia Aquel a quien traspasaron".<br />
38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero ocultamente, por miedo a los judíos, pidió a Pilato llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y se llevó el cuerpo. 39 Vino también Nicodemo, el que antes había ido a encontrarlo de noche; éste trajo una mixtura de mirra y áloe, como cien libras. 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en fajas con las especies aromáticas, según la manera de sepultar de los judíos. 41 En el lugar donde lo crucificaron había un jardín, y en el jardín un sepulcro nuevo, donde todavía nadie había sido puesto. 42 Allí fue donde, por causa de la Preparación de los judíos, y por hallarse próximo este sepulcro, pusieron a Jesús.<br />
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Capítulo XX<br />
1 El primer día de la semana, de madrugada, siendo todavía oscuro, María Magdalena llegó al sepulcro; y vio quitada la losa sepulcral. 2 Corrió, entonces, a encontrar a Simón Pedro, y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del Sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto." 3 Salió, pues, Pedro y también el otro discípulo, y se fueron al sepulcro. 4 Corrían ambos, pero el otro discípulo corrió más a prisa que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 E, inclinándose, vio las fajas puestas allí, pero no entró. "Llegó luego Simón Pedro, que le seguía, entró en el sepulcro y vio las fajas puestas allí, 7 y el sudario, que había<br />
estado sobre su cabeza, puesto no con las fajas, sino en lugar aparte, enrollado. 8 Entonces, entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó. 9 Porque<br />
todavía no habían entendido la Escritura, de cómo Él debía resucitar de entre los muertos. 10 Y los discípulos se volvieron a casa.<br />
11 Pero María se había quedado afuera, junto al sepulcro, y lloraba. Mientras lloraba, se inclinó al sepulcro, 12 y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. 13 Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?" Díjoles: ‛‛Porque han quitado a mi Señor, y yo no sé dónde lo han puesto." 14 Dicho esto se volvió y vio a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús. 15 Jesús le dijo: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que era el jardinero, le dijo: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré." 16 Jesús le dijo: "Mariam." Ella, volviéndose, dijo en hebreo: "Rabbuní", es decir: ‛‛Maestro.” 17 Jesús le dijo: "No me toques más, porque no he subido todavía al Padre; pero ve a encontrar a mis hermanos, y diles: voy a subir a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios." 18 María Magdalena fue, pues, a anunciar a los discípulos: "He visto al Señor", y lo que Él había dicho.<br />
19 A la tarde de ese mismo día, el primero de la semana, y estando, por miedo a los judíos, cerradas las puertas (de) donde se encontraban los discípulos, vino Jesús y, de pie en medio de ellos, les dijo: "¡Paz a vosotros!" 20 Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor. 21 De nuevo les dijo: "¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío." 22 Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo: 23 a quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos.<br />
24 Ahora bien Tomás, llamado Dídimo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25 Por tanto le dijeron los otros: "Hemos visto al Señor." Él les dijo: "Si yo no veo en sus manos las marcas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y no pongo mi mano en su costado, de ninguna manera creeré.” 26 Ocho días después, estaban nuevamente adentro sus discípulos, y Tomás con ellos. Vino Jesús, cerradas las puertas, y, de pie en medio de ellos, dijo: "¡Paz a vosotros!" 27 Luego dijo a Tomás: "Trae acá tu dedo, mira mis manos, alarga tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente." 28 Tomás respondió y le dijo: "¡Señor mío y Dios mío!” 29 Jesús le dijo: "Porque me has visto has creído; dichosos los que han creído Sin haber visto."<br />
30 Otros muchos milagros obró Jesús, a la vista de sus discípulos, que no se encuentran escritos en este libro. 31 Pero éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida en su nombre.<br />
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Capítulo XXI<br />
1 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a los discípulos a la orilla del mar de Tiberíades. He aquí cómo: 2 Simón Pedro, Tomas, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea; los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos, Se encontraban juntos. 3 Simón Pedro les dijo: "Yo me voy a pescar." Le dijeron: "Vamos nosotros también contigo." Partieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya venía la mañana, Jesús estaba sobre la ribera, pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tenéis algo ara comer?" Le respondieron: "No." 6 Díjoles entonces: "Echad la red al lado derecho de la barca, y encontraréis." La echaron, y ya no podían arrastrarla por la multitud de los peces. 7 Entonces el discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: " ¡Es el Señor!" Oyendo que era el Señor, Simón Pedro se ciñó la túnica -porque estaba desnudo- y se echó al mar. 8 Los otros discípulos vinieron en la barca, tirando de la red (llena) de peces, pues estaban sólo como a unos doscientos codos de la orilla. 9 Al bajar a tierra, vieron brasas puestas, y un pescado encima, y pan. 10 Jesús les dijo: "raed de los peces que acabáis de pescar." 11 Entonces Simón Pedro subió (A la barca) y sacó a tierra la red, llena de ciento cincuenta y tres grandes peces; y a pesar de ser tantos, la red no se rompió. 12 Díjoles Jesús: "Venid, almorzad." Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: "¿Tú quién eres?" sabiendo que era el Señor. 13 Aproximóse Jesús y tomando el pan les dio, y lo mismo del pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús, resucitado de entre los muertos, se manifestó a sus discípulos.<br />
15 Habiendo, pues, almorzado, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que éstos?" Le respondió: "Sí, Señor, Tú sabes que yo te quiero." Él le dijo: "Apacienta mis corderos." 16 Le volvió a decir por Segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Le respondió: "Sí, Señor Tú sabes que te quiero." Le dijo: "Pastorea mis ovejas." 17 Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que por tercera vez le preguntase: "¿Me quieres?", y le dijo: "Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te quiero." Díjole Jesús: "Apacienta mis ovejas."<br />
18 "En verdad, en verdad, te digo, cuando eras más joven, te ponías a ti mismo el ceñidor, e ibas adonde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás los brazos, y otro te pondrá el ceñidor, y te llevará adonde no quieres." 19 Dijo esto para indicar con qué muerte él había de glorificar a Dios. Y habiéndole hablado así, le dijo: "Sígueme." 20 Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo al cual Jesús amaba, el que, durante la cena, reclinado sobre su pecho, le había preguntado: "Señor ¿quién es el que te ha de entregar?". 21 Pedro, pues, viéndolo, dijo a Jesús: ‛'Señor: ¿y éste, qué?" 22 Jesús le respondió: "Si me place que él Se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti? Tu Sígueme." 22 Y así Se propagó entre los hermanos el rumor de que este discípulo no ha de morir. Sin embargo, Jesús no le había dicho que él no debía morir, sino: "Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti?" 24 "Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.<br />
25 Jesús hizo también muchas otras cosas: si se quisiera ponerlas por escrito, una por una creo que el mundo no bastaría para contener los libros que se podrían escribir.<br />
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Comentarios<br />
1. Cruel inconsecuencia. Sabiendo y proclamando que Jesús es libre de culpa (v. 4), lo somete sin embargo, por librarlo de la muerte, a un nuevo y atroz tormento que no había pedido la Sinagoga... ¡y luego lo condena! (v. 16),<br />
6. Por tercera vez da el juez testimonio de la inocencia de Cristo y proclama él mismo la injusticia de su proceder al autorizar la crucifixión de la divina Víctima.<br />
8. Como pagano no conoció Pílato lo que decían, y por eso se llenó más de temor, Puede ser que temiera la ira de algún dios, o, más probablemente, que tuviera miedo de caer en desgracia ante el emperador. Los judíos advirtiendo Su vacilación insisten cada vez más en el aspecto político (vv. 12 y 15) hasta que cede el juez cobarde por salvar Su puesto, quedando su nombre como un adjetivo infamante para los que a través de los siglos obrarán como él. Sobre jueces prevaricadores cf. Salmos 57 y 81 y notas.<br />
11. O sea: la culpa, de Caifás, Sumo Sacerdote del verdadero Dios, Se agrava aún más por el hecho de que, no pudiendo ordenar por sí mismo la muerte de Jesús, quiere hacer que la autoridad civil, que él sabe emanada de Dios, sirva para dar muerte al propio Hijo de Dios.<br />
15. Cf. Luc. 19, 14 y nota. Es impresionante ver, a través de la historia de Israel. que este rechazo de Cristo Rey parecía ya como anunciado por las palabras de Dios a Samuel en I Rey 8, 7, cuando el pueblo pidió un soberano como el de los gentiles.<br />
l7. El Cráneo: eso quiere decir el Calvario: lugar de la calavera. Según la leyenda judía, es el lugar donde fue enterrado Adán. Estaba fuera de la ciudad; Sólo más tarde el sitio fue incorporado a la circunvalación. Hoy forma parte de la Iglesia del Santo Sepulcro.<br />
24, Véase S. 21, 19.<br />
25. Estaba de pie: Lo primero que ha de imitarse en Ella es esa fe que Isabel le había señalado como su gran bienaventuranza (Luc 1, 45). La fe de María no vacila, aunque buenamente todo lo divino parece fallar aquí, pues la profecía del ángel le había prometido para su Hijo el trono de David (Luc 1, 32), y la de Simeón (Luc 2, 32), que Él había de ser no solamente "luz para ser revelada a las naciones" sino también "la gloria de su pueblo de Israel" que de tal manera lo rechazaba y lo entregaba a la muerte por medio del poder romano "El justo vivirá por la fe" (Rom 1, 17) y María guardó las palabras meditándolas en su corazón (Luc 2, 19 y 51; 11, 28) y creyó contra toda la apariencia (Rom 4, 18), así como Abrahán, el padre de los que creen, no dudó de la promesa de una numerosísima descendencia, ni aun cuando Dios le mandaba matar al único hijo de su vejez que debía darle esa descendencia (Gen 21, 12; 22, 1; Ecli 44, 21; Hebr 11, 17-19)<br />
26. Dijo o su madre: Mujer: Nunca, ni en Caná (2. 4), ni en este momento en que "una espada atraviesa el alma" de María (Luc. 2, 35), ninguna vez le da el mismo Jesús este dulce nombre de Madre. En Mat. 12, 46-50; Luc. 2. 48-50; 8. 19-21; 11, 28 -los pocos pasajes en que Él se ocupa de Ella- confirmamos su empeño por excluir de nuestra vida espiritual todo sentimentalismo, y acentuar en cambio el sello de humildad y retiro que caracteriza a "la esclava del Señor" (Luc. 1, 38) no obstante que Él, durante toda su infancia, estuvo "sometido" a Ella y a José (Luc. 2, 51). En cuanto a la maternidad espiritual de María, que se ha deducido de este pasaje, Pio X la hace derivar desde la Encarnación del Verbo (Ene. ad diem íllum). extendiéndola de Cristo a todo su Cuerpo místico. Cf, Gál. 4, 26<br />
27. En el grande y misterioso silencio que la Escritura guarda acerca de María, nada nos dice después de esto, sino que, fiel a. las instrucciones de Jesús (Luc. 24, 49). Ella perseveraba en oración en el Cenáculo con los apóstoles, después de la Ascensión (Hech. 1, 13 s.), y sin duda también en Pentecostés (Hech. 2, 1). ¡Ni siquiera una palabra sobre su encuentro con Jesús cuando Él resucitó ! con todo, es firme la creencia en la Asunción de María, o sea su subida al Cielo en alma y cuerpo, suponiéndose que, al resucitar éste, su sepulcro quedó vacío, si bien no hay certeza histórica con respecto al sepulcro; y claro está que bien pudo Dios haberla eximido de la muerte, como muchos creyeron también de aquel discípulo amado que estaba con Ella (Juan 21- 22 ss. y nota); pues siendo, desde su concepción inmaculada (en previsión de los méritos de Cristo) María quedó libre del pecado sin el cual la muerte no habría entrado en el mundo (Rom. 5, 12; Sab. 1, 16; 2, 24; 3, 2 y notas). Sin embargo murió, a semejanza de su Hijo.<br />
28. Todas las profecías sobre la pasión quedaban cumplidas, especialmente los Salmos 21 y 68 e Isaías cap. 53, incluso el reparto y sorteo de las vestiduras por los soldados, que Jesús presenció, vivo aún, desde la Cruz.<br />
30. Está cumplido el plan de Dios para redimir al hombre. Si nos tomamos el trabajo de reflexionar que Dios no obra inútilmente, nos preguntaremos qué es lo que pudo moverlo a entregar su Hijo. que lo es todo para Él, Siendo que le habría bastado decir una palabra para el perdón de los hombres. según Él mismo lo dijo cuando declaró la libertad de compadecerse de quien quisiera, y de hacer misericordia a aquel de quien se hubiera compadecido (Éx. 33, 29; Rom. 9, 15), puesto que para Él "todo es posible" (Marc. 10, 27). Y si, de esa contribución infinita del Padre para nuestra redención, pasamos a la del Hijo, vemos también que pudiendo salvar, como dice Sto. Tomás, uno y mil mundos, con una sola gota de su Sangre, Jesús prefirió darnos su vida entera de Santidad, su Pasión y muerte, de insuperable amargura, y quiso con la lanzada ser dador hasta de las gotas de Sangre que le quedaban después<br />
de muerto. Ante semejantes actitudes del Padre y del Hijo, no podemos dejar de preguntarnos el por qué de un dispendio tan excesivo. Entonces vemos que el móvil fue el amor; vemos también que lo que quieren con ese empeño por ostentar la superabundancia del don, es que sepamos, creamos y comprendamos, ante pruebas tan absolutas, la inmensidad sin límites de ese amor que nos tienen. Ahora sabemos, en cuanto al Padre, que "Dios amó tanto al mundo, que dio su Hijo unigénito" (3, 16); y en<br />
cuanto al Hijo, que "nadie puede tener amor más grande que el dar la vida" (15, 13). En definitiva, el empeño de Dios es el de todo amante que se conozca la magnitud de su amor, y, al ver las pruebas indudables, se crea que ese amor es verdad. aunque parezca imposible. De ahí que si Dios entregó a su Hijo como prueba de su amor, el fruto sólo será para los que así lo crean (3. 16. in fine). El que así descubre el más íntimo Secreto del Corazón de un Dios amante, ha tocado el fondo mismo de la sabiduría, y su espíritu queda para siempre fijado en el amor (cf. Ef. 1, 17).<br />
35. El que lo vio: Juan (21, 24; I Juan 1, 1-3).<br />
36. Véase Éx. 12, 46; Núm. 9, 12; S. 33. 21.<br />
37. Refiérese a una profecía que anuncia la conversión final de Israel y que dice: "Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén el espíritu de gracia y de oración. y pondrán sus ojos en Mi a quien traspasaron, y llorarán al que hirieron como se llora a un hijo único, y harán duelo por Él como se hace por un primogénito" (Zac. 12, 10). Cf. Apoc. 1, 7.<br />
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1 ss. Véase Mat. 28, 1-10; Marc. 16, 1-8; Lue. 24, 1-11. El primer día de la semana: el domingo de la Resurrección, que desde entonces sustituyó para los cristianos a1 Sábado, día santo del Antiguo Testamento (cf. CO]. 2, 16 S.; I Cor. 16, 2; Hech. 20, 7).<br />
Sobre el nombre de este día cf. S. 117, 24; Apoc. 1, 9 y notas.<br />
7. Es de notar la reverencia especial para con la sagrada Cabeza de Jesús que demuestran los ángeles. No quiso Dios que el sudario que envolvió la Cabeza de su Hijo muy amado quedase confundido con las demás vendas.<br />
16. María Magdalena, la ferviente discípula del Señor, es la primera persona a la que se aparece el Resucitado. Así recompensa Jesús el amor fiel de la mujer penitente (Luc. 7, 37 ss.), cuyo corazón, ante esa sola palabra del Señor, se inunda de gozo indescriptible. Véase 12, 3 y notas.<br />
22 s. Recibid: Este verbo en presente ¿sería una excepción a los reiterados anuncios de que el Espíritu solo descendería cuando Jesús se fuese? (16, 7 y nota). Pirot expresa que "Jesús sopla sobre ellos para significar el don que está a punto de hacerles". El caso es igual al de Lucas 24, 49, donde el Señor usa también el presente "yo envío" para indicar un futuro próximo, o sea el día de Pentecostés. Por lo demás esta facultad de perdonar o retener los pecados (cf. Concilio Tridentino 14, 3; Denz. 9i3) se contiene ya en las palabras de Mateo 18, 15-20, pronunciadas por Jesús antes de su muerte. Cf. Mat. 16, 19. La institución del Sacramento de la Penitencia expresada tan claramente en estos versículos, obliga a los fieles a manifestar o confesar sus pecados en particular; de otro modo no sería posible el "perdonar" o "retener" los pecados. Cf. Mat. 18, 18; Couc. Trid. Ses. 1; Cap. V. 6, can. 2-9.<br />
25. La defección de Tomás recuerda las negaciones de Pedro después de sus presuntuosas promesas. Véase 11, 16, donde Dídimo (Tomás) hace alarde de invitar a sus compañeros a morir por ese Maestro a quien ahora niega el único homenaje que Él le pedía, el de la fe en su resurrección, tan claramente preanunciada por el mismo Señor y atestiguada ahora por los apóstoles.<br />
29. El único reproche que Jesús dirige a los suyos, no obstante la ingratitud con que lo habían abandonado todos en su Pasión (Mat. 26, 56 y nota), es el de esa incredulidad altamente dolorosa para quien tantas pruebas les tenia dadas de su fidelidad y de su santidad divina, incapaz de todo engaño. Aspiremos a la bienaventuranza que aquí proclama Él en favor de los pocos que se hacen como niños, crédulos a las palabras de Dios más que a las de los hombres. Esta bienaventuranza del que cree a Dios sin exigirle pruebas, es sin duda la mayor de todas, porque es la de María Inmaculada: "Bienaventurada la que creyó." (Luc. 1. 45.) Y bien se explica que sea la mayor de las bienaventuranzas, porque no hay mayor prueba de estimación hacia una persona, que el darle crédito por su sola palabra. Y tratándose de Dios, es éste el mayor honor que en nuestra impotencia podemos tributarle. Todas las bendiciones prometidas a Abrahán le vinieron de haber creído (Rom. 4, 18), y el "pecado" por antonomasia que el Espíritu Santo imputa al mundo, es el de no haberle creído a Jesús (Juan 16, 9). Esto nos explica también por qué la Virgen María vivía de fe. mediante las Palabras de Dios que continuamente meditaba en su corazón (Luc. 2, 19 y 51; 11, 28). Véase la culminación de su fe al pie de la Cruz (19, 25 ss. y notas). Es muy de notar que Jesús no se fiaba de los que creían solamente a los milagros (véase 2, 23 S.), porque la fe verdadera es, como dijimos, la que da crédito a Su palabra, A veces ansiamos quizá ver milagros, y los consideramos como<br />
un privilegio de Santidad. Jesús nos muestra aquí que es mucho más dichoso y grande el creer sin haber visto.<br />
31. Escrito: para que creáis: San Lucas confirma esta importancia que tiene la Sagrada Escritura como base, fuente y confirmación de la fe. En el prólogo de su Evangelio dice al lector, que lo ha escrito "a fin de que conozcas la certeza de lo que se te ha enseñado". Véase en Hech. 17, 11 Cómo los fieles de Berea confirmaban su fe con las Escrituras Sagradas.<br />
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1. Por mandato del Señor, los apóstoles habían ido a Galilea. Véase Mat. 28, 7.<br />
9. Santo Tomás de Aquino opina que en esta comida, como en la del Cenáculo (Luc. 24, 41-43) y en la de Emaús (Luc. 24, 30), ha de verse la comida y bebida nuevas que Jesús anunció en Mat. 26, 29 7 Luc. 22, 16-18 y 29-30. Otros autores no comparten esta opinión, Observando que en aquellas ocasiones el Señor resucitado no comió cordero ni bebió vino, sino que tomó pescado, pan y miel, y que, lejos de sentarse a la mesa en un banquete triunfante con sus discípulos, tuvo que seguir combatiéndoles la incredulidad con que dudaban de su Redención (cf. Luc. 24, 13; Hech., 1, 3 y notas).<br />
15 ss. Las tres pregunta: sucesivas quizá recuerdan a Pedro las tres veces que había negado a su Maestro. Jesús usa dos veces el verbo amar (agapás me) y Pedro contesta siempre con otro verbo: te quiero (filo se). La tercera vez Jesús toma el verbo de Pedro:<br />
me quiere; (filéis me). También usa el Señor verbos distintos: boske y póímaine, que traducimos respectivamente apacienta y pastorea (así también de la Torre), teniendo el segundo un sentido más dinámico: llevar a los pastos. En cuanto a corderos (arnía) y<br />
ovejas (próbata) -el próbátia: ovejuelas, que algunos prefieren la segunda vez, no añade nada (cf. Pirot)- indican matices que han sido interpretados muy diversamente. Según Teofilacto, los corderos serían las almas principiantes, y las ovejas las proficientes. Según otros, representan la totalidad de los fieles, incluso los pastores de la Iglesia. Pirot hace notar la relación con el redil del Buen Pastor (10, 1-16; cf. Gal. 2, 7-10). El Concilio Vaticano, el 18 de julio de 1870, invocó este pasaje al proclamar el universal primado<br />
de Pedro (Denz. 1822), cuya tradición testifica autorizadamente S. Ireneo, obispo y mártir. Ello no obstante es de notar la humildad con que Pedro sigue llamándose simplemente copresbítero de sus hermanos en el apostolado (I Pedr. 5, 1; cf. Hech. 10, 23 y 26 y notas), a pesar de ser el Pastor supremo.<br />
18 s. A raíz de lo anterior Jesús profetiza a Pedro el martirio en la cruz, lo que ocurrió en el año 67 en Roma. en el sitio donde hoy se levanta la Basílica de S. Pedro. Cf. Il Pedr. l. l2î5. Véase 13, 23 y nota.<br />
22 s. S. Agustín interpreta este privilegio de Jesús para su íntimo amigo, diciendo: "Tú (Pedro) sigueme, sufriendo conmigo los males temporales; él (Juan). en cambio, quédese como está, hasta que Yo venga a darle los bienes eternos." La Iglesia celebra, además del 27 de diciembre, como fiesta de este gran Santo y modelo de suma perfección cristiana, el 6 de mayo como fecha del martirio en que S. Juan, sumergido en una caldera de aceite hirviente. salvó milagrosamente su vida. Durante mucho tiempo se creyó que sólo se había dormido en su Sepulcro (Fillion).<br />
24. Este v. y el siguiente son el testimonio de los discípulos del evangelista, o tal vez de los fieles de Éfeso donde él vivía.<br />
25. El mundo no bastaría: la Sabiduría divina es un mar sin orillas (Ecli 24, 32 y nota). Jesús nos ha revelado los secretos que eternamente oyó del Padre (l5, l5)• y tras Él vendría Pablo, el cual escribió tres décadas antes que Juan, y explayó. para el Cuerpo místico, el misterio que había estado oculto por todos los siglos (Ef. 3, 9 ss.; Col. 1, 26). Quiso Jesús que, por inspiración del Espíritu Santo (Is, 26; 16, 13) se nos transmitiesen en el Evangelio sus palabras y hechos; no todos, pero sí lo suficiente "para que creyendo tengamos vida en su nombre" (20. 30 s.; Luc. l. 4). Sobre este depósito que nos ha sido legado "para que también nos gocemos" con aquellos que fueron testigos de las maravillas de Cristo (I Juan l, l4). se han escrito abundantísimos libros, y ello no obstante, Pio XII acaba de recordarnos que; "no pocas cosas... apenas fueron explicadas por los expositores de los pasados siglos", por lo cual "Sin razón andan diciendo algunos... que nada le queda por añadir, al exégeta católico de nuestro tiempo a lo ya dicho por la antigüedad cristiana". Que "nadie se admire de que aún no se hayan resuelto y vencido todos las dificultades y que basta el día de hoy inquieten, y no poco. las inteligencias de los exegetas católicos. graves cuestiones". y que "hay que esperar que también éstas... terminarán por aparecer a plena luz, gracias al constante esfuerzo", por lo cual "el intérprete católico... en modo alguno debe arredrarse de arremeter una y otra vez las difíciles cuestiones todavía Sin solución'‛. Y en consecuencia el Papa dispone que "todos los restantes hijos de la Iglesia . . . odien aquel modo menos prudente de pensar según el cual todo lo que es nuevo es por ello mismo rechazable, o por lo menos sospechoso. Porque deben tener sobre todo ante los ojos que... entre las muchas cosas que se proponen en los Libros sagrados, legales. históricos, sapienciales y proféticos, Sólo muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia. y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los Santos Padres. Quedan, pues. muchas otras. y gravísimas, en cuya discusión y explicación se puede y debe ejercer libremente la agudeza e ingenio de los intérpretes católicos” (Encíclica "Divino Afflante Spiritu", septiembre de 1943).<br />
José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-40005378935190439502012-08-29T13:56:00.000-07:002012-08-29T13:56:16.612-07:00Evangelio según San Juan caps. 16, 17, 18<br />
Capítulo XVI<br />
1 "Os he dicho esto para que no os escandalicéis. 2 Os excluirán de las sinagogas; y aún vendrá tiempo en que cualquiera que os quite la vida, creerá hacer un obsequio a Dios. 3 Y os harán esto, Porque no han conocido al Padre, ni a Mí. 4 Os he dicho esto, para que, cuando el tiempo venga, os acordéis que Yo os Io había dicho. No os lo dije desde el comienzo, porque Yo estaba con vosotros. 5 Y ahora Yo me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas? 6 sino que la tristeza ha ocupado vuestros corazones porque os he dicho este. 7 Sin embargo, os lo digo en verdad: Os conviene que me vaya; porque, si Yo no me voy, el Intercesor no vendré a vosotros: mas si me voy, os lo enviaré. 8 Y cuando El venga, presentaré querella al mundo, por capítulo de pecado, por capitulo de justicia, y por capítulo de juicio: 9 por capitulo de pecado, porque no han creído en Mi; 10 por capitulo<br />
de justicia, porque Yo me voy a mi Padre, y vosotros no me veréis mis; 11 por capitulo de juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado. 12 Tengo todavía mucho que deciros, pero no podéis soportarlo ahora. 13 Cuando vena Aquél, el Espíritu de verdad, El os conducirá a toda la verdad; porque El no hablará por Si mismo, sino que dirá lo que habrá oído, y os anunciará las cosas por venir. 14 EI me glorificará, porque tomará de lo mío, y os (lo) declarará. Todo cuanto tiene el Padre es mío; 15 por eso dije que El tomará de lo mío, y os (lo) declarará."<br />
16 "Un poco de tiempo y ya no me veréis: y de nuevo un poco, y me volveréis a ver, porque me voy al Padre." 17 Entonces algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros: "¿Qué es esto que nos dice: "Un poco, y a no me veréis; y de nuevo un poco, y me volveréis a ver" y: "Me voy al Padre?" " 18 Y decían: "¿Qué es este "poco" de que habla? No sabemos lo que quiere decir." 19 Mas Jesús conoció que tenían deseo de interrogarlo, y les dijo: "Os preguntáis entre vosotros que significa lo que acabo de decir: "Un poco, y ya no me veréis, y de nuevo un poco, y me volveréis a ver." 20 En verdad, en verdad, os digo, vosotros vais a llorar y gemir, mientras que el mundo se va a regocijar. Estaréis contristados, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.<br />
21 La mujer, en el momento de dar a luz, tiene tristeza, porque su hora ha llegado; pero, cuando su hijo ha nacido, no se acuerda más de su dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre al mundo. 22 Así también vosotros, tenéis ahora tristeza, pero Yo volveré a veros, y entonces vuestro corazón se alegrara y nadie os podrá quitar vuestro gozo. 23 En aquel día no me preguntaréis mas sobre nada. En verdad, en verdad, os digo, lo que pidiereis al Padre, El os lo daré en mi nombre. 24 Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado."<br />
25 "Os he dicho estas cosas en parábolas; viene la hora en que no os hablaré mas en parábolas, sino que abiertamente os daré noticia del Padre. 26 En aquel día pediréis en mi nombre, y no digo que Yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre os ama El mismo, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo vine de Dios. 28 Salí del Padre, y vine al mundo; otra vez dejo el mundo, y retorno al Padre." 29 Dijéronle los discípulos: "He aquí que ahora nos hablas claramente y sin parábolas. 30 Ahora sabemos que conoces todo, y no necesitas que nadie se interrogue. Por esto creemos que has venido de Dios." 31 Pero Jesús les respondió: "¿Creéis ya ahora? 32 Pues he aquí que viene la hora, y ya ha llegado, en que os dispersaréis cada uno por su lado, dejándome enteramente solo, pero, Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo, 33 Os he dicho estas cosas, para que halléis paz en Mi, En el mundo paséis apreturas, pero tened confianza: Yo he vencido al mundo."<br />
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Capítulo XVII<br />
1 Así habló Jesús. Después, levantando sus ojos al cielo, dijo: "Padre, la hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a Ti; 2 -conforme al señorío que le conferiste sobre todo el género humano- dando vida eterna a todos los que Tu le has dado. 3 Y la vida eterna es: que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo Enviado tuyo. 4 Yo te he glorificado a Ti sobre la tierra dando acabamiento a la obra que me confiaste para realizar.<br />
5 Y ahora Tu, Padre, glorifícame a Mi junto a Ti mismo, con aquella gloria que en Ti tuve antes que el mundo existiese." 6 "Yo he manifestado tu Nombre a los hombres que me diste (apartándolas) del mundo. Eran tuyos, y Tu me los diste, y ellos han conservado tu palabra. 7 Ahora saben que todo lo que Tu<br />
me has dado viene de Ti. 8 Porque las palabras que Tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que Yo salí de Ti, y han creído que eres Tu quien me has enviado. 9 Por ellos ruego; no por el mundo, sino por los que Tu me diste, porque son tuyos. 10 Pues todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. 11 Yo no estoy ya en el mundo, pero éstos quedan en el mundo mientras que Yo me voy a Ti. Padre Santo, por tu nombre, que Tú me diste, guárdalos para que sean uno como somos nosotros. 12 Mientras Yo estaba con ellos, los guardaba por tu Nombre, que Tu me diste, y los conservé, Y ninguno de ellos se perdió sino el hijo de perdición, para que la Escritura fuese cumplida. 13 Mas ahora voy a Ti, y digo estas cosas estando (aún) en el mundo, para que ellos<br />
tengan en sí mismos el gozo cumplido que tengo Yo. 14 Yo les he dado tu palabra y el mundo les ha tomado odio, porque ellos ya no son del mundo, así como Yo no soy del mundo. 15 No ruego para que los quites del mundo, sino para que los preserves del Maligno. 16 Ellos no son ya del mundo, así como Yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad: la verdad es tu palabra. 18 Como Tu me enviaste a Mi al mundo, también Yo los he enviado a ellos al mundo. 19 Y por ellos me santifico Yo mismo, para que también ellos sean santificados, en la verdad."<br />
20 "Mas no ruego sólo por ellos, sino también por aquellos que, mediante la palabra de ellos, crean en Mi, 21 a fin de que todos sean uno, como Tu, Padre, en Mi y Yo en Ti, a fin de que también ellos sean en nosotros, para que el mundo crea que eres Tu el que me enviaste 22 Y la gloria que Tu me diste, Yo se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros somos Uno: 23 Yo en ellos y Tu en Mi, a fin de que sean perfectamente uno, y para que el<br />
mundo sepa que eres Tu quien me enviaste y los amaste a ellos como me amaste a Mí. 24 Padre, aquellos que Tu me diste quiero que estén conmigo en donde Yo esté, para que vean<br />
la gloria mía, que Tu me diste, porque me amabas antes de la creación del mundo. 25 Padre justo, si el mundo no te ha conocido, te conozco Yo, y éstos han conocido que eres Tu el que me enviaste; 26 y Yo les hice conocer tu nombre, y se lo haré conocer para que el amor con que me has amado sea en ellos y Yo en ellos."<br />
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Capítulo XVIII<br />
1 Después de hablar así, se fue Jesús acompañado de sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entré con ellos. 2 Y Judas, el que lo entregaba, conocía bien este lugar, porque Jesús y sus discípulos se habían reunido allí frecuentemente. 3 Judas, pues, tomando a la guardia y a los satélites de los sumos sacerdotes y de los fariseos, llegó allí con linternas y antorchas, y con armas. 4 Entonces Jesús, sabiendo todo lo que le había de acontecer, se adelantó y les dijo: "¿A quién buscáis?" 5 Respondiéronle: "A Jesús el Nazareno." Les dijo; "Soy Yo." Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos. 6 No bien les hubo dicho: "Yo soy", retrocedieron y cayeron en tierra. 7 De nuevo les preguntó "¿A quién buscáis?" Dijeron: "A Jesús de Nazaret." 8 Respondió Jesús: "Os he dicho que soy Yo. Por tanto si me buscáis a Mi, dejad ir a éstos"; 9 para que se cumpliese la palabra, que El había dicho: "De los que me diste, no perdí ninguno." 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió a un siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. 11 Mas Jesús dijo a Pedro; "Vuelve la espada a la vaina; ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?"<br />
12 Entonces la guardia, el tribuno y los satélites de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron. 13 Y lo condujeron primero a Anás, porque éste era el suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año. (24) Pero Anás lo envió atado a Caifás, el Sumo Sacerdote. 14 Caifás era aquel que había dado a los judíos el consejo: "Conviene que un solo hombre muera por el pueblo."<br />
15 Entretanto Simón Pedro seguía a Jesús como también otro discípulo. Este discípulo, por ser conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el palacio del Pontífice; 16 más Pedro permanecía fuera, junto a la puerta. Salió, pues, aquel otro discípulo, conocido del Sumo Sacerdote, hablo a la portera, y trajo adentro a Pedro. 17 Entonces, la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?” El respondió: "No soy." 18 Estaban allí de pie, calentándose, los criados y los satélites, que habían encendido un fuego, porque hacía frio. Pedro estaba también en pie con ellos y se calentaba<br />
19 El Sumo Sacerdote interrogo a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza. 20 Jesús le respondió: "Yo he hablado al mundo públicamente; ensené en las sinagogas y en el Templo, adonde concurren todos los judíos, y nada he hablado a escondidas. 21 ¿Por qué me interrogas a Mi? Pregunta a los que han oído, qué les he enseñado; ellos saben lo que Yo he dicho." 22 A estas palabras, uno de los satélites que se encontraba junto a Jesús, le dio una<br />
bofetada, diciendo: "¿Así respondes Tu al Sumo Sacerdote?" 23 Jesús le respondió: "Si he hablado mal, prueba en qué esté el mal; pero si he hablado bien ¿por qué me golpeas?"<br />
24 [Va después del 13.] 25 Entretanto Simón Pedro seguía allí calentándose, y le dijeron; "No eres tú también de sus discípulos?" Él lo negó y dijo: "No lo soy." 26 Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: "¿No te vi yo<br />
en el huerto con Él?” 27 Pedro lo negó otra vez, y en seguida canto un gallo.<br />
28 Entonces condujeron a Jesús, de casa de Caifás, al pretorio: era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse, y poder comer la Pascua. 29 Vino, pues, Pilato a ellos, afuera, y les dijo: "¿Qué acusación traéis contra este hombre?" 30 RespondiéronIe y dijeron: "Si no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado." 31 Díjoles Pilato: "Entonces tomadlo y juzgadlo según vuestra Ley." Los judíos le respondieron: "A nosotros no nos esté permitido dar muerte a nadie"; 32 para que se cumpliese la palabra por la cual Jesús significo de qué muerte había de morir.<br />
33 Pilato entro, pues, de nuevo en el pretorio, llamo a Jesús y le pregunto: "¿Eres Tú el Rey de los judíos?" 34 Jesús respondió: "¿Lo dices tú por ti mismo, o te lo han dicho otros de Mi?” 35 Pilato repuso: "¿Acaso soy judío yo? Es tu nación y los pontífices quienes te han entregado a Mí. ¿Qué has hecho?" 36 Replico Jesús: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores combatirían a fin de que Yo no fuese entregado a los judíos. Mas ahora mi reino no es de aquí." 37 Díjole, pues, Pilato: "¿Conque Tu eres Rey?" Contesto Jesús: "Tu lo dices: Yo soy rey. Yo para esto naci y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz." 38 Pilato le dijo: "¿Qué cosa es verdad?"<br />
Apenas dicho esto, salió otra vez afuera y les dijo a los judíos: "¡Yo no encuentro ningún cargo contra él. 39 Pero tenéis costumbre de que para Pascua os liberte a alguien. ¿Queréis, pues, que os deje libre al rey de los judíos?" 40 Y ellos gritaron de nuevo: "No a él, sino a Barrabás." Barrabás era un ladrón,<br />
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Comentarios<br />
1 s. No os escandalicéis, al ver que la persecución viene a veces de donde menos podía esperarse. Jesús nos previene para que no incurramos en el escándalo de que habla en Mat. 3. 21<br />
2. Creerá hacer un obsequio a Dios: es decir, que se llega a cometer los más grandes males creyendo obrar bien, o sea que, por falta de conocimiento de la verdad revelada que nos hace libres (8, 32), caemos en los lazos del padre de la mentira (8, 44). Por eso dice: porque no han conocido al Padre ni a Mí, esto es, no los conocían aunque presuntuosamente creían conocerlos para no inquietarse por su indiferencia (cf. Apoc 3, 15 s.). Es ésta la "operación del error" (de que habla con tan tremenda elocuencia S. Pablo no haber recibido con amor la verdad que está en su Palabra (17, 17), y nos deja que "creamos a la mentira". ¿Acaso no fue éste el pecado de Eva y de Adán? Porque si no hubieran creído al engaño de la serpiente y confiado en sus promesas, claro está que no se habrían atrevido a desafiar a Dios. Nuestra situación será mejor que la de ellos si aprovechamos esta prevención de Jesús. Rara vez hay quien haga el mal por el mal mismo, y de ahí que la especialidad de Satanás, habilísimo engañador, sea llevarnos al mal con apariencia de bien. Así Caifás condenó a Jesús, diciendo piadosamente que estaba escandalizado de oírlo blasfemar, y otros estuvieron de acuerdo con Caifás y lo escupieron a Jesús por blasfemo (Mat 26, 65 ss.). El nos anuncia aquí que así sucederá también con sus discípulos (véase 15, 20 ss.)<br />
4. Cuando Jesús estaba can ellos. El los protegía contra todo (7, 12; 18, 8).<br />
5 s. Ya no os intereséis como antes (13. 36: 14. 5) por saber lo mío. que tanto debiera preocuparnos. y sólo pensáis en vuestra propia tristeza. ignorando que mi partida será origen de grandes bienes para vosotros (v. 7). Nótese. en efecto, que cuando Jesús subió al cielo, sus discípulos ya no estaban tristes por aquella separación, sino que "volvieron llenos de gozo" (Luc. 24, 52).<br />
7. Se refiere a Pentecostés (Heeh. 2). El don del Espíritu (Luc. 24. 49 Y nota). que es su propio espíritu (Gál. 4 6). nos lo obtuvo Jesús del Padre, como premio conquistado con su Sangre. Se entiende así que el Espíritu Santo no fuese dado (7. 39) hasta que Jesús "una vez consumado" (Hebr. 5. 9s.) por su pasión (Hebr. 2, 10) entrase en su gloria (Luc. 24, 26) sentándose a la diestra del Padre (S. 109, 1 ss. y notas). Cf. 20, 22 y nota.<br />
8. Presentará querella: " Desde entonces el mundo es un reo sentado en el banquillo de Dios. perpetuamente acusado por el Espíritu. ¿Cómo podría tener la simpatía del creyente si no es por la engañosa seducción de sus galas?"<br />
9. Jesús se refiere únicamente al pecado de incredulidad. mostrándonos que tal es el pecado por antonomasia, porque pone a prueba Ya rectitud del corazón, Véase 3, 19; 3. 36; 7, 17; 8, 24; 12, 37 y siguientes; Marc. 3, 22; Rom. 11, 32 y notas<br />
10. Es decir porque El va a ser glorificado por el Padre. con lo cual quedaré de manifiesto su santidad; y entre tanto sus discípulos. aunque privados de la presencia visible del Maestro, serán conducidos por el Paráclito al cumplimiento de toda justicia. con lo cual<br />
su vida será un reproche constante para el mundo pecador.<br />
11. El Espíritu Santo dará contra el espíritu mundano este tremendo testimonio que consiste en demostrar que, no obstante las virtudes que suele pregonar, tiene como rector al mismo Satanás. Y así como ha quedado demostrarla la justicia de la causa de Cristo (v. 10). quedaría también evidenciada. para los hijos de la sabiduría humana. la condenación de la causa de Satanás. Esto no quiere decir que ya esté cumplida plenamente la sentencia contra el diablo y sus ángeles. Véase II Pedro 2. 43 Judas 6; Apoc. 20, 3.<br />
7 y 9.<br />
13. El Espíritu Santo. que en el Ant. Test. "habló por los Profetas", inspiró también los Libros del Nuevo, que presentan las enseñanzas de Jesús. desenvuelven su contenido y revelan las cosas futuras objeto de nuestra esperanza. No significa. pues. que cada uno de nosotros haya de recibir una revelación particular del Espíritu Santo, sino que debemos preocuparnos por conocer las profecías bíblicas y no despreciarlas (véase 14. 26 y nota: l Tes. 5. 20).<br />
l6 ss. S. Agustin hace notar que ese otro poco de tiempo es el que empieza después de la Ascensión, que es cuando Jesús se va al Padre. o sea. que lo volveremos a ver cuando venga de allí a juzgar a los vivos y a los muertos, Esta interpretación se deduce del v. 20. donde Jesús se refiere a la alegría del mundo y a las persecuciones del tiempo presente. como también lo indica Sto. Tomas. Por eso cuando El vuelva nadie nos quitará el gozo (v. 22), Véase 14. 3. 18 y 28. "Es añade el doctor de Hipona, una promesa que se dirige a toda la Iglesia. Este poco de tiempo nos parece bien largo, porque dura todavía, pero cuando haya pasado comprenderemos entonces cuán curto fue". Cf. Cant. 1, 2; 8. 14 y notas.<br />
23. En aquel día: Véase 14, 20. No me preguntaréis más: Cf. Hebr. 8, 11; Jer. 31, 34.<br />
24. En mi nombre: por el conocimiento que tenéis de mi bondad, y de todas mis promesas. La falta de este conocimiento es lo que explica, según S. Agustín, que tantas veces la oración parezca ineficaz, pues se pide en nombre de un Cristo desfigurado a quien el Padre no reconoce por su Hijo. Véase 14, 13s.; 14, 20; 15, 11; I Juan 5, 14; Mat. 7, 7; Marc. 11, 24; Sant. 1, 6s.; 4, 3. Pedid, etc.: Algunos traducen. "pedid que vuestro gozo sea completo, y recibiréis" (lo que pedís), lo cual significaría que se nos promete no ya tales o cuales bienes pedidos. para que nos gocemos en ellos, sino que se nos promete el gozo mismo, como un bien inmenso. el gozo que el propio Jesús tenía (17, l•3), la alegría del corazón que debe tenerse siempre (Filip. 4, 4; Tob. S, 11) y que, siendo un fruto del Espíritu Santo (Gal. 5, 22). es explicable que se conceda a todo el que lo pida. pues si los malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, mucho más nos dará el Padre Celestial su buen Espíritu (Luc. 11; 13 y nota); ¡Admirable promesa de felicidad! Porque conceder así el gozo permanente a todo el que lo pida, no es s6lo hacernos seguramente felices, sino también darnos una fuente inexhausta de santidad (Ecli. 30. 23, Vulgata). ¿No es esto lo que se nos enseña a pedir ya en el S. 50. 10 y l4? No quiere Jesús que pongamos nuestra felicidad en la posesión de determinados bienes. que pueden no convenirnos, y por eso Santiago enseña que a veces pedimos y no recibimos (Sant. 4, 3); sino que pidamos el don del gozo espiritual. que es en sí mismo alegría inalterable como la de aquel "hombre feliz que no tenia camisa".<br />
26 s. No digo que rogaré. Rasgo de indecible delicadeza. Bien sabemos que rogara siempre por nosotros (Hebr. 7. 24 s.). como que tal es su Ministerio de Sacerdote Eterno (Hebr. 8. 2; 9. ll y 24). Y El mismo nos dijo: "nadie va al Padre sino por Mi" (14, 6). Pero aquí muestra su empeño de que la gloria y el amor sean para el Padre y por eso para inclinar hacia Este nuestro agradecimiento, nos; dice que el mismo Padre nos ama. El ideal de Jesús es que nos ame tanto como a El (17, 26). Y esa verdad de que no vamos al Padre sino por El, se cumple también aquí, pues Jesús ha sido el instrumento de propiciación (Rom. 3, 25). Y si, además del perdón, gozamos de ese amor del Padre es por haberlo amado a Jesús, como dice también en 14, 23: "Si alguno me ama... mi Padre lo amara".<br />
28. Retomo al Padre: alli. hecho causa de eterna salud (Hech. 5. 9) y ofreciendo por nosotros su sacrificio del Calvario (Hech. 7, 24 s. ;, 8, lss.; 9, 11-14), Jesús es el Pontífice (Hebr. 5. 10; 6. 20; 7, 28; S. 109, 4 y nota), el puente entre Dios y nosotros (Hebr. 13, 10<br />
y 15). el Don del Padre a nosotros (3, 16) y Don de nosotros al Padre. Es la "respiraci6n del alma" que continuamente lo recibe a Él como oxigeno de vida (cf. 15, 1ss.) y lo devuelve, para gloria de Ambos. al Padre que tiene en El toda su complacencia (Mat. 17,<br />
5). Todo el Evangelio esta aquí, y sus discípulos no tardan en advertirlo (v. 29 s.), dejando sus inquietudes del v. 19, si bien creen erróneamente que ya llego el feliz día del v. 28 (cf. v. 16 y nota). De ahí la rectificación que el divino Profeta les hace en v. 31 s. 1ss. Jesús, que tanto oro al Padre "en los días de su carne" (Hebr. 5, 7). pronuncia en alta voz esta oración sublime, para dejarnos penetrar la intimidad de su corazón lleno todo de amor al Padre y a nosotros. Dando a conocer el Nombre de Padre (v. 6 ss.) ha terminado la misión que El le encomendó (v. 4). Ahora el Cordero quiere ser entregado como víctima "en manos de los hombres" (14. 31 y nota), pero apenas hace de ello una vaga referencia en el v. 19. "Es pues con razón que el P. Lagrange intitula el c. 17: Oración de Jesús por la unidad, de preferencia al título de Oración sacerdotal, que ordinariamente se le da siguiendo al luterano Chytraeus Kochhafen + l600" (Pirot).<br />
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2. Que tu Hijo te glorifique.... dando vida eterna: Meditemos aquí el abismo de hondad en el Padre y en el Hijo, ante tan asombrosa revelación. En este momento culminante de la vida de Jesús, en esta conversación intima que tiene con su Padre, nos enteramos de que la gloria que el Hijo se dispone a dar al Eterno Padre, y por la cual ha suspirado desde la eternidad, no consiste en ningún vago misterio ajeno a nosotros, sino que todo ese infinito anhelo de ambos esta en darnos a nosotros su propia vida eterna.<br />
3. El conocimiento del Padre y del Hijo -Obra del Espíritu de ambos "que habló por los profetas"- se vuelve vida divina en el alma de los creyentes, los cuales son "participes de la naturaleza divina" (II Pedro 1, 4). Cf. v. 17 y nota; Sab. 15, 3.<br />
5. Es evidente, como dice S. Agustín, que si pide lo que desde la eternidad tenía, no lo pide para su Persona divina, que nunca lo había perdido, sino para su Humanidad santísima, que en lo sucesivo tendrá la misma gloria de Hijo de Dios, que tenía el Verbo (cf. v. 22; S. 2, 7 y nota).<br />
6. Tu nombre, es decir, "a Ti mismo, lo que Tu eres, y por sobre todo, el hecho de que eres Padre" (Joüon).<br />
7. Hemos visto a través de todo este Evangelio que la preocupación constante de Jesús fue mostrar que sus palabras no eran de El sino del Padre. Véase 12, 49 s.<br />
8. Ellos los han recibido... y han creído: Admiremos, en esta conversación entre las Personas divinas, el respeto, que bien puede llamarse humilde, por la libertad de espíritu de cada hombre, no obstante ser Ellos Omnipotentes y tener sobre sus creaturas todos<br />
los derechos. Nada mas contrario, pues, a las enseñanzas divinas, que el pretender forzar a los hombres a que crean, o castigar a los que no aceptan la fe. Véase Cant. 3, 5; Ez. 14, 7 y notas.<br />
9 ss. Nueva y terrible sentencia contra el mundo (véase 14, 30; 'S. 18; 26, 11 y notas). ¡Nótese el sentido ! 1º Por ellos ruego... porque son tuyos: pues todo lo tuyo me es infinitamente amable solo por ser cosa del Padre a quien amo. Es decir, que nosotros,<br />
sin saberlo ni merecerlo, disfrutamos de un titulo irresistible al amor de Jesús, y es: el solo hecho de que somos cosa del Padre y hemos sido encomendados por El a Jesús a Quien el Padre le encargó que nos salvase (6, 37-40). 2º En ellos he sido glorificado, es decir, a causa de ellos (cf. v. 19). La gloria del Hijo consiste como la del Padre (v. 2 y nota), en hacernos el bien a nosotros. Jesús ya nos había dicho en 10, 17, que el amor de su Padre, que es para el Hijo la suma gloria, lo recibe El por eso: porque pone su vida por nosotros (véase allí la nota). Ante abismos como éste, de una bondad y un amor, y unas promesas que jamás habría podido concebir el más audaz de los ambiciosos, comprendemos que todo el Evangelio y toda la divina Escritura tienen que estar dictados por ese amor, es decir, impregnados de esa bondad hacia nosotros, porque Dios es siempre el mismo. De aquí que para entender la Biblia hay que preguntarse, en cada pasaje, qué nueva prueba de amor y de misericordia quiere manifestarnos allí el Padre, o Jesús. ¿Es éste el espíritu con que la leemos nosotros? El que no entiende, es porque no ama, dice el Crisóstomo; y el que no ama. es porque no se cree amado, dice S. Agustín. También en otro sentido el Hijo ha sido glorificado en nosotros, en cuanto somos su trofeo. Si no pudiera mostramos al Padre y al universo como frutos de su conquista. ¿de qué serviría toda su hazaña, toda la epopeya de su vida?<br />
Vemos aquí la importancia abismante que se nos atribuye en el seno de la misma Divinidad, en los coloquios del Hijo con el Padre. Y si vale la pena pensar en las mentiras del mundo ante una realidad como ésta. Porque si somos del mundo. El ya no ruega por nosotros, como aquí lo dice. Entonces quedamos excluidos de su Redención, es decir, que nuestra perdición es segura.<br />
11. Véase 18, 36; Mat. 16, 6 ss. y notas.<br />
12. El hija de perdición es Judas. Véase Marc. 74, 21; S. 40, 10; 54, 14; Hech. 1, 16. Hijo de perdición se llama también al Anticristo (II Tcs. 2, 3).<br />
15. Es lo que imploramos en la última petición del Padre nuestro (Mat. 6, 13).<br />
17. "Vemos aquí hasta qué punto el conocimiento y amor del Evangelio influye en nuestra vida espiritual. Jesús habría podido decirle que nos santificase en la caridad, que es el supremo mandamiento. Pero El sabe muy bien que ese amor •viene del conocimiento (v. 3). De ahí que en el plan divino se nos envié primero al Verbo, o sea la Palabra. que es la luz; y luego, como fruto de Él. al Espiritu Santo que es el fuego, el amor". Cf. S. 42, 3.<br />
19. Por ellos me santifico: Vemos aquí una vez más el carácter espontaneo del sacrificio de Jesús. Cf. 14, 31 y nota. En el lenguaje litúrgico del Antiguo Testamento "santificar" es segregar para Dios. En Jesús esta segregación es su muerte segregación física y total de este mundo (v. 11 y 13); para los discípulos, se trata de un divorcio del mundo (v. 14-16) en orden al apostolado de la verdad que santifica (v. 3 y 17).<br />
20. La fe viene del poder de la palabra evangélica (Rom. 10. 17), la cual nos mueve a obrar por amor (Gal. S, 6). La oración omnipotente de Jesús se pone aquí a disposición de los verdaderos predicadores de la palabra revelada, para darles eficacia sobre los que la escuchan.<br />
21. Para que el mundo crea: Se nos da aquí otra regla infalible de apologética sobrenatural (cf. 7. 17 y nota). que coincide con el sello de los verdaderos discípulos, señalado por Jesús en 13, 35. En ello: e1 poder de la palabra divina y el vigor de la fe se manifestaran por la unión de sus corazones (cf. nota anterior), y el mundo creerá entonces, ante el espectáculo de esa mutua caridad, que se fundaré en la común participación a la vida divina (v. 3 y 22). Véanse los vv. 11, 23 y 26.<br />
22. Esa gloria es la divina naturaleza, que el Hijo recibe del Padre y que nos es comunicada a nosotros por el Espíritu Santo mediante el misterio de la adopción como hijos de Dios, que Jesús nos conquistó con sus méritos infinitos. Véase 1, 12 s.; Ef. 1. 5<br />
y notas.<br />
23. Perfectamente uno: ¡consumarse en la unidad divina con el Padre y el Hijo! No hay panteísmo brahmánico que pueda compararse a esto. Creados a la imagen de Dios, y restaurados luego de nuestra degeneración por la inmolación de su Hijo, somos hechos hijos como El (v. 22); participes de la naturaleza divina (v. 3 y nota); denominados "dioses" por el mismo Jesucristo (10, 34); vivimos de su vida misma, como E1 vive del Padre (6, 58), y, como si todo esto no fuera suficiente, Jesús nos da todos sus<br />
méritos para que el Padre pueda considerarnos coherederos de su Hijo (Rom. 8, l7) y llevarnos a esta consumación en la Unidad, hechos semejantes a Jesús (I Juan 3, 2), aun en el cuerpo cuando Él venga (Filip. 3, 20 s.), y compartiendo eternamente la misma<br />
gloria que su Humanidad santísima tiene hoy a la diestra del Padre (Ef. 1, 20; 2, 6) Y que es igual a la que tuvo siempre como Hijo Unigénito de Dios (v. 5).<br />
24. Que estén conmigo: Literalmente: que sean conmigo. Es el complemento de lo que vimos en 14, 2ss. y nota. Este Hermano mayor no concibe que El pueda tener, ni aún ser, algo que no tengamos o seamos nosotros. Es que en eso mismo ha hecho consistir su gloria el propio Padre (v. 2 y nota). De ahí que las palabras: para que vean la gloria mía quieren decir: para que la compartan, esto es, la tengan igual que Yo. San Juan usa aquí el verbo theoreo, como en 8, 51, donde ver significa gustar, experimentar, tener. En efecto, Jesús acaba de decirnos (v. 22) que El nos ha dada esa gloria que el Padre le dio para que lleguemos a ser uno con El y su Padre, y que Este nos ama lo mismo que a Él (v. 23). Aquí, pues, no se trata de pura contemplación sino de participación de la misma gloria de Cristo, cuyo Cuerpo somos. Esto está dicho por el mismo S. Juan en I Juan 3. 2; por S. Pablo, respecto de nuestro cuerpo (Filip. 3, 21), y por S. Pedro aun con referencia a la vida presente, donde ya somos "coparticipes de la naturaleza divina" (II Pedr. 1, 4; cf. I Juan 3, 3). Esta divinización del hombre es consecuencia de que, gracias al renacimiento que nos da Cristo (Ef. 3, 2 ss.), El nos hace "nacer de Dios" (1, 13) como hijos verdaderos del Padre lo mismo que El (I Juan 3, 1). Por eso El llama a Dios "mi Padre y vuestro Padre", y a nosotros nos llama "hermanos" (20, 17). Este v. vendría a ser, así, como el remate sumo de la Revelación, la cúspide insuperable de las promesas bíblicas, la igualdad de nuestro destino con el del propio Cristo (cf. 12, 26; 14, 2; Ef. 1, 5; I Tes. 4, 17; Apoc. 14, 4), Nótese que este amor del Padre al Hijo "ante: de la creación del mundo" existió también para nosotros desde entonces, como lo enseña S. Pablo al revelar el gran "Misterio" escondido desde todos los siglos. Véase Ef. 1, 4; 3, 9 y notas.<br />
25. Notemos el tono dulcísimo con que habla aquí a su Padre como un hijo pequeño y fiel que quisiera consolarlo de la ingratitud de los demás.<br />
26. Aquí vemos compendiada la misión de Cristo: dar a conocer a los hombres el amor del Padre que los quiere por hijos, a fin de que, por la fe en este amor y en el mensaje que Jesús trajo a la tierra, puedan poseer el Espíritu de adopción, que habitara en ellos con el Padre y el Hijo. La caridad más grande del Corazón de Cristo ha sido sin duda alguna este deseo de que su Padre nos amase tanto como a Él (v. 24). Lo natural en el hombre es la envidia y el deseo de conservar sus privilegios. Y más aún en materia de amor, en que queremos ser los únicos. Jesús, al contrario de nosotros, se empeña en dilapidar el tesoro de la divinidad que trae a manos llenas (v. 22) y nos invita a vivir de El esa plenitud de vida divina (1, 16; 15,1 ss.) como E1 la vive del Padre<br />
(6, 58). Todo está en creer que El no nos engaña con tanta grandeza (cf. 6, 29).<br />
<br />
1. El huerto se llamaba Getsemaní. Ya en el siglo IV se veneraba allí la memoria de la agonía del Señor, en una iglesia cuyos cimientos se han descubierto recientemente. David, como figura de Cristo, atravesó también este torrente huyendo de su propio<br />
hijo. Véase II Reyes 13, 23.<br />
8. Dejad ir a éstos Lo primero que el corazón sugiere a Jesús, en momento tan terrible para El, es salvar a sus discípulos. Y se cuida de llamarlos tales para no exponerlos al peligro que cae sobre El.<br />
9. La cita que aquí se hace (de 17, 12) no se refiere a que El les salvase la vida corporal sino la espiritual. Es que sin duda ésta depende aquí de aquélla, pues si los discípulos, que lo abandonaron todos en ese momento de su prisión, hubiesen sido presos con El, habrían tal vez cado en la apostasía (recuérdense las negaciones de Pedro). Sólo cuando el Espíritu Santo los confirmé en la fe, dieron todos la vida por su Maestro.<br />
13 5. Le condujeron primeramente a Anás, porque éste, a pesar de no ejercer ya las funciones de Sumo Sacerdote. gozaba de gran influencia. Caifás, el pontífice titular, lo dispuso probablemente así, esperando sin duda que su suegro fuese bastante astuto para<br />
hallar culpa en el Cordero inocente.<br />
14. Véase v. 24 y nota,<br />
15. Ese otro discípulo es Juan, el evangelista, que tiene la costumbre de ocultar su nombre (1, 39 y 13, 23).<br />
20. Nótese que nada responde sobre los discípulos y desvía la atención del Pontífice para no comprometerlos. ¡Y entretanto, Pedro estaba negándolo ante los criados !<br />
21. Ellos saben: En este y muchos otros pasajes vemos que en la doctrina de Cristo no hay nada esotérico, ni secretos exclusivos para los iniciados, como en los misterios de Grecia. Por el contrario, sabemos que el Padre revela a los pequeños lo que oculta a los sabios y prudentes (Luc. 10, 21).<br />
23. El ejemplo de Jesús muestra cómo han de entenderse la norma pronunciada por Él en el Sermón de la Montana (Mat. S, 39).<br />
24. Como hacen notar algunos comentaristas, éste v. debe ir inmediatamente después del v. 13, con lo cual se ve claro que el envío de Anás a Caifás fue sin demora. de modo que todo el proceso desde el v. 14 se desenvuelve ante Caifás.<br />
28. Los fariseos, que colaban mosquitos y tragaban camellos (Mat, 23, 24), creían contaminarse entrando en casas paganas, pero la muerte de un inocente no parece mancharlos. poder comer la Pascua: es decir que no la habían comido aún. Jesús se anticipó a<br />
comerla el jueves, pues sabía que e1 viernes ya no le sería posible. Cf. Luc. 22, 8 y nota.<br />
32. Notable observación del evangelista, para llamamos la atención sobre el hecho de que Jesús no sufrió el suplicio usual entre judíos, sino el de crucifixión, que era el usado en Roma para los criminales y que en efecto le fue aplicado y ejecutado por la autoridad romana que ejercía Pilato. El Señor mismo había profetizado que tal seria la forma de su muerte, Y para que ello seria entregado a los gentiles (Mat. 20, 19), De ahí que, como anota S. Lucas (18, 34), las Doce no entendieron "ninguna de estas cosas". Y, como para mayor contraste, S. Mateo agrega inmediatamente (Mat. 20, 20) que fue entonces cuando la madre de Santiago y Juan pidió para ellos al Señor un privilegio en su reino, como si éste fuese a comenzar en seguida (Luc. 19, li). Jesús les contesta que no saben lo que piden (Mat. 20, 22), pues ellos ignoraban que el grano de trigo debía de morir para dar su fruto (12, 24). Cf. Hcch. 1, 6s.<br />
36. Nunca definió Jesús con mayor claridad el carácter no político de su reino, que no es mundano ni dispone de soldados y armas.<br />
37. De la verdad esto es, de la fidelidad de las profecías que lo anunciaban como tal (Luc. 1. 32: Eeli. 36, 18).<br />
38, ¿Qué cosa es verdad? Pilato es el tipo de muchos racionalistas que formulan una pregunta parecida y luego se van sin escuchar la respuesta de la Verdad misma, que es Jesucristo. Acertadamente dice S. Agustín: "Si no se desean, con toda la energía del alma, el conocimiento y la verdad, no pueden ser hallados. Pero si se buscan dignamente, no se esconden a sus amantes", Cf. Sab. 6, l7 ss. San Pablo, en Rom. 15, 8, nos refiere la. respuesta que Jesús habría dado a esa pregunta,<br />
José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-80238428151762886662012-08-29T13:45:00.002-07:002012-08-29T13:45:41.334-07:00Evangelio según San Juan 13, 14, 15<br />
Capítulo XIII<br />
1 Antes de la fiesta de Pascua, Sabiendo Jesús que había llegado su hora para que pasase de este mundo al Padre, como amaba a los suyos, los que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Y mientras cenaban, cuando el diablo había ya puesto en el corazón de judas, el Iscariote, hijo de Simón, el entregarlo, 3 sabiendo que su Padre todo se lo había dado a Él en las manos, que había venido de Dios y que a Dios volvía. 4 Se levantó de la mesa, Se quitó sus vestidos, y Se ciñó un lienzo. 5 Luego, habiendo echado agua en un lebrillo, Se puso a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido. 6 Llegando a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿Tú lavarme a mí los pies?" 7 Jesús le respondió: ‛‛Lo que Yo hago, no puedes comprenderlo ahora, pero lo comprenderás después." 8 Pedro le dijo: "No,<br />
jamás me lavarás Tú los pies." Jesús le respondió. "Si Yo no te lavo, no tendrás nada de común conmigo." 9 Simón Pedro le dijo: "Entonces, Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza." 10 Jesús le dijo: "Quien está bañado, no necesita lavarse [más que los pies], porque está todo limpio. Y vosotros estáis limpios, pero no todos." 11 EI sabía, en efecto, quién lo iba a entregar; por eso dijo: "No todos estáis limpios."<br />
12 Después de lavarles los pies, tomó sus vestidos, se puso de nuevo a la mesa y les dijo:<br />
"¿Comprendéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me decís: «Maestro» y «Señor», Y decís bien, porque lo soy. 14 Si, pues, Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis unos a otros lavaros los pies, 15 porque os he dado el ejemplo, para que hagáis como Yo os he hecho. 16 En verdad, en verdad, os digo, no es el siervo más grande que su Señor ni el enviado mayor que quien lo envía. "Sabiendo esto, Seréis dichosos al practicarlo. 18 No hablo de vosotros todos; Yo sé a quiénes escogí; sino para que se cumpla la<br />
Escritura: «El que come mi pan, ha levantado contra Mí su calcañar.» 19 Desde ahora os lo digo, antes que suceda, a fin de que, cuando haya sucedido, creáis que soy Yo, 20 En verdad, en verdad, os digo, quien recibe al que Yo enviare, a Mi me recibe; y quien me recibe a Mí, recibe al que me envió."<br />
21 Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en su espíritu y manifestó abiertamente: "En verdad, en verdad os digo, uno de vosotros me entregará". 22 Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo de quién hablaba. 23 Uno de sus discípulos, aquel a quien Jesús amaba, estaba recostado a la mesa en el seno de Jesús. 24 Simón Pedro dijo, pues, por señas a ése: "Di, ¿quién es aquel de quien habla?" 25 Y él, reclinándose así sobre el pecho de Jesús, le preguntó: "Señor, ¿quién es?" 26 Jesús le respondió: "Es aquel a quien daré el bocado, que voy a mojar." Y mojando un bocado, lo tomó y se lo dio a judas Iscariote, hijo de Simón. 27 Y tras el bocado, en ese momento, entró en él Satanás. Jesús le dijo, pues: "Lo que haces, hazlo más pronto." 28 Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendió a qué propósito le dijo esto. 29 Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaron que Jesús le decía: "Compra lo que nos hace falta para la fiesta", o que diese algo a los pobres. 30 En seguida qué tomó el bocado, salió. Era de noche.<br />
31 Cuando hubo salido, dijo Jesús: "‛Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios glorificado en Él. 32 Si Dios ha sido glorificado en El, Dios también lo glorificará en Sí mismo, y lo glorificará muy pronto. 33 Hijitos míos, ya no estaré sino poco tiempo con vosotros. Me buscaréis, y, como dije a los judíos, también lo digo a vosotros ahora: "Adónde Yo voy., vos-<br />
otros no podéis venir." 34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros: para que, así como Yo os he amado. vosotros también os améis unos a otros. 35 En esto reconocerán todos que Sois discípulos míos, si tenéis amor unos para otros.”<br />
36Simón Pedro le dijo: ‛‛Señor, ¿adónde vas?” Jesús le respondió: "Adonde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más tarde me seguirás." 37 Pedro le dijo: "¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por Ti." 38 Respondió Jesús: "¿Tú darás tu vida por Mí?" En verdad, en verdad, te digo, no cantará el gallo hasta que tú me hayas negado tres veces."<br />
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Capítulo XIV<br />
1 "No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí 2 En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros. 3 Y cuando me haya ido y os haya preparado el lugar, vendré otra vez y os tomaré junto a Mi, a fin de que donde Yo estoy, estéis vosotros también. 4 Y del lugar adonde Yo voy, vosotros sabéis el camino." 5 Díjole Tomás: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo, pues, sabremos el camino?" 6 Jesús le replicó: "Soy Yo el camino, y la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por Mí. 7 Si vosotros me conocéis, conoceréis también a mi Padre. Más aún, desde ahora lo conocéis y lo habéis visto." 8 Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre, y esto nos basta." 9 Respondióle Jesús: "Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y tú no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto a mi Padre. ¿Cómo puedes decir; Muéstranos al Padre? 10 ¿No Crees que Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mi? Las palabras que Yo os digo, no las digo de Mi mismo; sino que el Padre, que mora en Mi, hace Él mismo sus obras. 11 Creedme: Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mi; al menos, creed a causa de las obras mismas. 12 En verdad, en verdad, os digo, quien cree en Mi, hará él también las obras que Yo hago, y aun mayores, porque Yo voy al Padre 13 y haré todo lo que pidiereis en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Sí me pedís cualquier cosa en mi nombre Yo la haré."<br />
15 "Si me amáis, conservaréis mis mandamientos. 16 Y Yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Intercesor, que quede siempre con vosotros, 17 el Espíritu de ver- dad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; mas vosotros lo conocéis, porque El mora con vosotros y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me volveréis a ver, porque Yo vivo, y vosotros viviréis. 20 En aquel día conoceréis que Yo Soy en mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros. 21 EI que tiene mis mandamientos y los conserva, ése es el que me ama; y quien me ama, será amado de mi Padre, y Yo también lo amaré, y me manifestaré a él." 22 Díjole Judas -no el Iscariote-: "Señor, ¿cómo es eso: que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?" 23 Jesús le respondió y dijo: "Si alguno me ama, guardará mí palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada. 24 El que no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.”<br />
25 "Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. 26 Pero el intercesor, el Espíritu Santo. que el Padre enviará en mi nombre, El os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. 27 Os dejo la paz, os doy la paz mía; no os doy Yo como da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente. 28 Acabáis de oírme decir: "Me voy y volveré a vosotros". Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo.<br />
29 Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto Se verifique, creáis. 30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo. No es que tenga derecho contra Mi, 31 pero es para que el mundo conozca que Yo amo al Padre, y que obro según el mandato que medió el Padre. Levantaos, vamos de aquí."<br />
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Capítulo XV<br />
1 "Yo Soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que, estando en Mí, no lleva fruto, lo quita, pero todo sarmiento que lleva fruto, lo limpia, para que lleve todavía más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios, gracias a la palabra que Yo os he hablado. 4 Permaneced en Mi, y Yo en vosotros. Así como el sarmiento no puede por Sí mismo llevar fruto, Si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, Si no permanecéis en Mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mi, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en Mi, es arrojado fuera como los sarmientos, y se seca; después los recogen• y los echan al fuego, Y se queman. 7 Si vosotros permanecéis en Mi, y mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que queráis pedidlo, y lo tendréis: 8 En esto es glorificado mi Padre; que llevéis mucho fruto, y seréis discípulos míos."<br />
9 "Como mi Padre me amó, así Yo os he amado: permaneced en mi amor. 10 Si conserváis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que Yo, habiendo conservado los mandamientos de mi Padre, permanezco en su amor. 11 Os he dicho estas cosas, para que mi propio gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido,<br />
12 Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. 12 Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos. "Vosotros sois mis amigos, Si hacéis esto que os mando. 15 Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace<br />
su señor, sino que os he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, os lo he dado a conocer. 16 Vosotros no me escogisteis a Mi; pero Yo os escogí, y os he designado para que vayáis, y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que el Padre os dé todo lo que le pidáis en mi nombre. 17 Estas cosas os mando, para que os améis unos a otros."<br />
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18 "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mi antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no sois del mundo -porque Yo os he entresacado del mundo- el mundo os odia. 20 Acordaos de esta palabra que os dije: No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mi, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán también la vuestra. 21 Pero os harán todo esto a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. 22 Si Yo hubiera venido sin hacerles oír mi palabra, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23 Quien me odia a Mi odia también a mi Padre. 24 Si Yo no hubiera hecho en medio de ellos las obras que nadie ha hecho, no tendrían pecado, mas ahora han visto, y me han odiado, lo mismo que a mi Padre. 25 Pero es para que se cumpla la palabra escrita en su Ley: "Me odiaron sin causa." 26 Cuando venga el Intercesor; que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de verdad, que procede<br />
del Padre, Él dará testimonio de Mí. "Y vosotros también dad testimonio, pues desde el principio estáis conmigo."<br />
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Comentarios<br />
1. El sentido literal de este v. puede ser doble: que los amó hasta el extremo (como lo veremos en lo que hace a continuación), o que quiso extender a todos los suyos. que vivirán hasta el fin de los tiempos, el mismo amor que tenía a aquellos que entonces estaban en el mundo. Así también lo vemos formular aquí su Mandamiento nuevo (v. 34), en el cual se ofrece por modelo del amor que hemos de tenemos entre nosotros, a fin de que ese amor suyo por los hombres perdure sobre la tierra como si Él mismo se quedara, puesto que, mediante el Espíritu Santo (Luc. 11, 13). cada uno podrá amar a su hermano con el mismo amor con que Jesús lo amó. Es, como vemos, el aspecto inverso del mismo misterio de caridad que reveló en Mat. 25. 45 al decirnos que Él recibe, como hecho a su propia Persona, cuanto hacemos por el más pequeño de sus hermanos.<br />
3. El Evangelista, Siempre tan sobrio y falto de todo encomio, parece querer acentuar esta vez la enormidad indecible que significa esa actitud de siervo tomada aquí por Jesús (v. 4), no obstante saber Él muy bien que, como aquí se expresa, Él era el Príncipe divino. el único hombre que ha habido y habrá digno de adoración.<br />
4. Los vestidos plural de generalización. "Jesús no se quitó sin duda más que el manto" (Joüon).<br />
5. Algunos piensan aquí en una purificación de los apóstoles, pero Jesús explica en vv. l2 ss. el significado y el propósito ejemplarizador de este acto de su inefable humildad y caridad fraterna, "mas para meditado que para expresado", escribe S. Agustín. En el v. 10 les dice que ya estaban limpios, y el lavar los pies no era un acto de purificación de la conciencia sino un servicio de esclavo, que aquí es muestra de amor (cf. v. 1), tanto más especial cuanto que no se trata de visitantes recién llegados (cf. Luc. 7, 44). ¡También a judas le lavó los pies! La idea de purificación es, pues, como dice Huby, ajena al discurso de Jesús.<br />
8. Sobre esta falsa humildad cf. Mat. S. 8: 16, 23; Luc. 12, 37 y nota. "Para tener comunidad con Jesús es necesario no tener miedo de Él. Sin eso ¿cómo nos llamaríamos redimidos por Él?"<br />
10. Las palabras entre corchetes faltan en muchos manuscritos. Pirot las suprime totalmente.<br />
14. Sobre la sencillez y humildad sin límites de Jesús, véase Mat. 20. 28; Luc,. 22. 27 y nota.<br />
18. Jesús ofrece aquí una nueva prueba de que es el Mesías, mostrando que va a cumplirse en Él la traición que David sufrió como figura Suya y que anunció mil años antes al presentar típicamente a Judas en la persona de Aquitofel (S. 40, 10; 54, 14 y notas). El divino Maestro nos enseña con esto la triste pero importante verdad de que no hemos de confiar imprudentemente ni en el más intimo amigo, porque, aunque hoy nos parezca imposible, bien puede convertirse en el traidor de mañana.<br />
23. Aquel a quien Jesús amaba, es el mismo Evangelista, quien por modestia oculta su nombre (véase 1, 39 y nota). Recostado quiere decir 'que Juan, según la costumbre oriental, estaba echado delante de Jesús, apoyándose sobre el codo izquierdo, con el pecho vuelto al Maestro.<br />
26. El bocado: un se dice de pan, ni que fuese mojado en vino, ni puede pensarse que Jesús daba a Judas la Eucaristía para que la recibiese sacrílegamente (Scío).<br />
27. En ex: momento entró en él Satanás: Juan recalca el momento preciso, para distinguir esta posesión diabólica total de Judas del designio del v. 2, que Satanás "había puesto en su corazón". Lucas coloca antes de la cena pascual esa posesión diabólica y el pacto con los sacerdotes para entregarles a Jesús (Luc. 22, 3 7ss,), en lo cual coincide con Mat. 26, 14 ss. y Marc. 14, 10 ss., que sitúan ese pacto inmediatamente después de la cena de Simón el leproso. De ahí han supuesto algunos que esta cena del lavatorio de pies pudiese ser, como aquella que se le dio en Betania seis días antes (12, 1; Mat. 26. 6 ss.; Marc. 14, 3ss.), anterior a la de Pascua (cf. v. 1). Se observa que falta aquí toda mención de la Eucaristía, que traen los tres sinópticos, y de la preparación de la Cena pascual (Mat. 26. 17 ss.; Marc. 14, 12 ss.; Luc. 22, 7ss.); que esa fiesta se da aquí por futura (v. 29): que los discípulos parecen ignorar aún la culpa de Judas (v. 28), cosa que en la otra Cena se hizo pública (Mat. 26, 21-25); que la negación de Pedro (v. 38) no fue anunciada para esa misma noche (como lo fué en Mat. 26. 34; Marc. 14, 30; Luc. 22, 34) que Judas al salir ya de noche (v. 30) no pudo tener tiempo para convenir la entrega de Jesús esa misma noche; que los caps. 14 y 15 no aparecen continuando los anteriores como los caps. 16. 17 y 18; que el himno dicho al final de la Pascua (Mat. 26, 30) no pudo ser la oración del cap. 17 sino el Hallel (S. 112. 27); que ambas Cenas tienen ya cada una su gran contenido propio e independiente (cf. v. 5 y nota); y que. en fin, los sin6pticos escribieron cuando aun continuaba el apostolado sobre Israel. en tanto que Juan escribió casi treinta años después de haber rechazado Israel la predicación apostólica (Hech. 28, 25 ss.) y de la destrucción de Jerusalén y del Templo que siguió muy luego; por lo cual pudo Juan tener algún propósito especial provocado por esos grandes acontecimientos. Hazlo más<br />
pronto (así también de la Torre). ¡Es la urgencia de Luc. 12, 50 y 22, 15 ! La invitación parecería dirigida a Satanás que había entrado en Judas (cf. Luc. 8, 30) Y que al promover la inmolación del Cordero no pensó por cierto que servía de instrumento al Redentor. Cf. v. 31 y nota; Hech. 13. 27: I Cor. 2, 8.<br />
31 s. Ahora., ha sido: Los expositores suelen verse en aprietos para explicarse literalmente este verbo en tiempo pasado, que estaría en oposición con toda la economía de la Escritura, según la cual la glorificación de Jesús tuvo lugar cuando el Padre lo sentó a su diestra (cf. 16. 7; S. 109, 1 y notas). El evangelista sin embargo da a entender su pensamiento al poner en futuro el v. 32 y al señalar que Jesús dijo esto en el momento en que salió Judas para consumar su obra. Es como si dijera: "echada está la suerte. Debo padecer para entrar en mi gloria (Luc. 24, 26)- Y ahora tiene principio de ejecución el proceso que me llevará. a glorificar al Padre y ser glorificado por El".<br />
34. El mandamiento es "nuevo" en cuanto propone a los hombres la imitación de la caridad de Cristo: amor que se anticipa a las manifestaciones de amistad; amor compasivo que perdona y soporta; amor desinteresado y sin medida (Rom. 13, 10; I Cor. 13,4-7) .<br />
36. No puedes seguirme ahora, porque no estás confirmado en la fe, como se verá luego en sus negaciones. Lo seguirá más tarde hasta el martirio, cuando haya recibido el Espíritu Santo. Cf. 21, 19; II Pedr. 1, 14.<br />
38. En lugar de anunciar anticipadamente el bien que nos proponemos hacer, cuidemos de proveernos de los auxilios sobrenaturales para poder cumplirlo. "Sin Mí. dice Jesús, nada podéis hacer" (15, 5). Cf. l Cor. 3. 5.<br />
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1, Despídese el Señor en los cuatro capítulos siguientes, dirigiendo a los suyos discursos que reflejan los íntimos latidos de su divino Corazón. Estos discursos forman la cumbre del Evangelio de S. Juan y sin duda de toda la divina Revelación hecha a los Doce. Creed en Dios: Recuérdese que Jesús les dijo que su fe no era ni siquiera como un grano de mostaza (Luc. 17. 6 Y nota). Es muy de notar también ésta clara distinción de Personas que enseña aquí Jesús, entre Él y su Padre. No son ambos una sola Persona a la cual haya que dirigirse vagamente, bajo un nombre genérico, sino dos Personas distintas, con cada una de las cuales tenemos una relación propia de fe y de amor (cf. I Juan 1, 3), la cual ha de expresarse también en la oración.<br />
2. Tened confianza en Dios que como Padre vuestro tiene reservadas las habitaciones del cielo para todos los que aprovechan la Sangre de Cristo. En el Sermón de la Montaña (Mat. cap. 5 ss.), Jesús ha recordado que el hombre no está solo. sino que tiene un Dueño que lo creó. en cuyas manos está, y que le impone como ley la práctica de la misericordia, sin la cual no podrá recibir a su vez la misericordia que ese Dueño le ofrece como único medio para salvarse del estado de perdición en que nació como hijo de Adán, quien entregó su descendencia a Satanás cuando eligió a éste en lugar de Dios (Sab. 2, 24 y nota). Ahora. en el Sermón de la Cena. Jesús nos descubre la Sabiduría. enseñándonos que en el conocimiento de su Padre está el secreto del amor que es condición indispensable para el cumplimiento de aquella Ley de nuestro Dueño, Pues Él. por los méritos de su Hijo y Enviado, nos da su propio Espíritu (Luc. 11-13 v nota) que nos lleva a amarlo cuando descubrimos que ese Dueño, cuya autoridad inevitable podía parecernos odiosa. es nuestro Padre que nos ama infinitamente Y nos ha dado a su Hijo para que por Él nos hagamos hijos divinos también nosotros. con igual herencia que el Unigénito (Ef. 1, 5; II Pedr. 1. 4). De ahí que Jesús empiece aquí con esa estupenda revelación de que no quiere guardarse para Él solo la casa de su Padre. donde hasta ahora ha sido el Príncipe único. Y no sólo nos hace saber que hay allí muchas moradas, o sea un lugar también para nosotros (v. 2). sino que añade que Él mismo nos lo va a preparar, porque tiene gusto en que nuestro destino de redimidos sea el mismo que el Suyo de Redentor (v. 3).<br />
3. Os tomaré junto o Mí: Literalmente: os recibiré s Mí mismo (así la Vulgata). Expresión sin duda no usual, como que tampoco es cosa ordinaria, sino única, lo que el Señor nos revela aquí. Más que tomarnos consigo, nos tomará a Él, porque entonces se realizará el sumo prodigio que S. Pablo llama misterio oculto desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26): el prodigio por el cual nosotros, verdaderos miembros de Cristo, seremos asumidos por Él que es la Cabeza, para formar el Cuerpo de Cristo total. Será, pues. más que tomarnos junto a Él: será exactamente incorporarnos a El mismo, o sea el cumplimiento visible y definitivo de esa divinización nuestra como verdaderos hijos de Dios en Cristo (véase Ef. 1, 5 y nota).<br />
Es también el misterio de la segunda venida de Cristo. que San Pablo nos aclara en I Tes. 4. 13-17 y en que los primeros cristianos fundaban su esperanza en medio de las persecuciones (cf. Heb. 10. 25 y nota). ¿De ahí la aguda observación de un autor moderno:<br />
"A primera vista, la diferencia más notable entre los primeros cristianos y nosotros es que, mientras nosotros nos preparamos para la muerte. ellos se preparaban para el encuentro con N. Señor en su Segundo Advenimiento."<br />
4. Sabéis el camino: El camino soy Yo mismo (v. 6), no sólo en cuanto señalé la Ley de caridad que conduce al cielo. sino también en cuanto los méritos míos, aplicados a vosotros como en el caso de Jacob (véase Gén. 27. l9 y nota) os atraerán del Padre las mismas bendiciones que tengo Yo, el Primogénito (Rom. 8, 29).<br />
6 s. El Padre es la meta. Jesús es el camino de verdad y de vida para llegar hasta Él. Como se expresó en la condenación del quietismo. la pura contemplación del Padre es imposible Si se prescinde de la revelación de Cristo y de su mediación. En el v. 7 no hay un reproche como en la Vulgata (si me conocierais...) sino un consuelo: si me conocéis llegaréis también al Padre indefectiblemente. Vemos así que la devoción ha de ser al Padre por medio de Jesús, es decir. contemplando a ambos como Personas claramente caracterizadas y distintas (Concilio III de Cartago, can. 23). Querer abarcar de un solo ensamble a la Trinidad sería imposible para nuestra mente, pues la tomaría como una abstracción que nuestro corazón no podría amar como ama al Padre y al Hijo Jesús, con los cuales ha de ser. dice S. Juan. nuestra sociedad (I Juan 1. 3). La Trinidad no es ninguna cosa distinta de las Personas que la forman. Lo que hemos de contemplar en ella es el amor infinito que el Padre y el Hijo se tienen recíprocamente en la Unidad del Espíritu Santo. Y así es cómo adoramos también a la Persona de este divino Espíritu que es el amor que une a Padre e Hijo. El Espíritu Santo es el espíritu común del Padre y del Hijo, y propio de cada uno de Ambos, porque todo el espíritu del Padre es de amor al Hijo y todo el espíritu del Hijo es de amor al Padre. Del primero. amor paternal, beneficiamos nosotros unirnos a Cristo. Del segundo. amor filial, participamos igualmente adhiriéndonos a Jesús para amar al Padre como Él y junto con Él y mediante Él y a causa de Él, y dentro de Él. pues Ambos son inseparables, como vemos en los vv. 9ss.<br />
10. Es notable que ya en el Antiguo Testamento el Padre (Yahvé) habla del Mesías llamándolo "el Varón unido conmigo" (Zac. 13, 7). Cf. 16. 32.<br />
12. Una de las promesas más asombrosas que Jesús hace a la fe viva desde el cielo Él la cumplirá.<br />
13. En este v. y en el siguiente promete el Salvador que será oída la oración que hagamos en su nombre. Esta promesa se cumple siempre cuando confiados en los méritos de Jesucristo y animados por su espíritu nos dirigimos al Padre. Es la oración dominical la<br />
que mejor nos enseña el recto espíritu y. por eso garantiza los mejores frutos (Mat. 6. 9ss.; Luc. 11, 2ss.).<br />
l5. El que ama se preocupa de cumplir los mandamientos, y para eso cuida ante todo de conservarlo en su corazón, Véase v. 23 S.; S. 118. 11 y nota.<br />
16. El Otro Intercesor es el Espíritu Santo. que nos ilumina y consuela y fortalece con virtud divina. El mundo es regido por su príncipe (v. 30). y por eso no podrá nunca entender al Espíritu Santo (I Cor. 2, 14), ni recibir sus gracias e ilustraciones. Los apóstoles experimentaron la fortaleza y la luz del divino Paráclito pocos días después de la Ascensión del Señor, en el día de Pentecostés (Hech. 2) y recibieron carismas visibles, de los cuales se habla en los Hechos de los Apóstoles.<br />
17 ss. Mora con vosotros: Casi siempre vivimos en un estado de fe imperfecta, como diciéndonos: si yo lo tuviera delante al Padre celestial o a Jesús, le diría tal y tal cosa. Olvidamos que el Padre y el Hijo no son como los hombres ausentes que hay que ir a buscar sino que están en nuestro interior (vv. 20 y 23), lo mismo que el Espíritu (v. 26; 16. 13; Luc. 11, 13). Nada consuela tanto como el cultivo suavísimo de esta presencia de Dios permanente en nosotros, que nos está mirando, sin cansarse, con ojos de amor como los padres contemplan a su hijo en la cuna (S. 138, 1; Sant. 7, 10 y notas). Y nada santifica tanto como el conocimiento vivo de esta verdad que "nos corrobora por el Espíritu en el hombre interior" (Ef. 3, 16) como templos vivos de Dios (Ef. 2, 21 S,). Estará en Nosotros: Entendamos bien esto: "El Espíritu Santo estará en nosotros como un viento que sopla permanentemente para mantener levantada una hoja seca, que sin Él cae. De modo que a un tiempo somos y no somos. En cuanto ese viento va realizando eso en nosotros, somos agradables a Dios, sin dejar empero de ser por nosotros mismos lo que somos. es decir, "siervos inútiles" (Luc. 17, 10). Si no fuese así, caeríamos fatalmente (a causa de la corrupción que heredamos de Adán) en continuos actos de soberbia y presunción. que no sólo quitaría todo valor a nuestras acciones delante de Dios, sino que sería ante Él una blasfemia contra la fe. es decir, una rivalidad que pretendería sustituir la Gracia por esa ilusoria suficiencia propia que sólo busca quitar a Dios la gloria de ser el que nos salva.<br />
20. En aquel día: Véase 16, 16 y nota. Vosotros estáis en Mi, etc., "En vano soñarán los poetas una plenitud de amor y de unión entre el Creador y la creatura, ni una felicidad para nosotros como ésta que nos asegura nuestra fe y que desde ahora poseemos "en esperanza" Es un misterio propio de la naturaleza divina que desafía y supera todas las audacias de la imaginación, y que sería increíble si Él no lo revelase. ¿Qué atractivos puede hallar Él en nosotros? Y sin embargo. al remediar el pecado de Adán, en vez de rechazamos de su intimidad (¡ mirabilius reformasti !) buscó un pretexto para unirnos del todo a Él. ¡ cómo si no pudiese vivir sin nosotros" ! Véase 17. 26 Y nota.<br />
21. Es decir: el que obedece eficazmente al Padre muestra que tiene amor, pues si no lo amase no tendría fuerza para obedecerlo. como vemos, en el v. 23. No tiene amor porque obra, sino que obra porque tiene amor. Cf. Luc. 7, 47 y nota.<br />
23. El amor es el motor indispensable de la vida sobrenatural: todo aquel que ama, vive según el Evangelio; el que no ama no puede cumplir los preceptos de Cristo, ni siquiera conoce a Dios, puesto que Dios es amor (I Juan 4, 8). "Del amor a Dios brota de por sí la obediencia a su divina voluntad (Mat. 7, 21; 12, 50; Marc. 3, 35; Luc. 8, 21), la confianza en su providencia (Mat. 6, 25-34; 10, 29-33; Luc. 12, 4-12 y 2234; 18, 1-8)- la oración devota (Mat. 6, 7-8; 7, 7-12; Marc. 11, 24; Luc. 11, 1-13; Juan 16, 23-24), y el respeto a la casa de Dios (Mat. 21, 12-17; Juan 2, 16)" (Lesètre).<br />
24. Dios nos revela a este respecto su intimidad diciendo: "Como una mujer que desprecia al que la ama, así me ha despreciado Israel" (Jer. 3, 20). Esto nos hace comprender que querer suplir con obras materiales la falta de amor, sería como si una mujer que rechaza el amor de un príncipe pretendiera consolarlo ofreciéndole dinero. O como Si un hijo que se apartó del hogar creyese que satisface a su padre con mandarle regalos. Véase la clara doctrina de S. Pablo en I Cor. 13, 1ss.<br />
26. Jesús hace aquí quizá la más estupenda de sus revelaciones y de. sus promesas, El mismo Espíritu divino, que Él nos conquistó con sus méritos infinitos, se hará el inspirador de nuestra alma y el motor de nuestros actos, habitando en nosotros (v. 16 s.). Tal es el Sentido de las palabras "os lo enseñará todo". es decir, no todas las cosas que pueden saberse, sino todo lo vuestro, como maestro permanente de vuestra vida en todo instante. San Pablo confirma esto en Rom. 8, 14 llamando hijos de Dios a "los que son movidos por el Espíritu de Dios". Si bien miramos, todo el fruto de la Pasión de Cristo consiste en habernos conseguido esa maravilla de que el Espíritu de Dios, que es todo luz y amor y gozo, entre en nosotros, confortándonos, consolándonos, inspirándonos en todo momento y llevándonos al amor de Jesús (6, 44 y nota) para que Jesús nos lleve al Padre (vv. 6 SS.) y así el Padre sea glorificado en el Hijo (v. 13). Tal es el plan del Padre en favor nuestro (6, 40 y nota), de tal modo que la glorificación de ambos sea también la nuestra, como se ve expresamente en 17, 2. Para entrar en nosotros ese nuevo rector que es el Espíritu Santo, sólo espera que el anterior le ceda el puesto, Eso quiere decir simplemente el "renunciarse a sí mismo", Os recordará, etc.: es decir, traerá a la memoria en cada momento oportuno (Mat. 10, 19; Marc. 13, 1T) las enseñanzas de Jesús a los que se hayan preocupado de aprenderlas. Véase 16, 13; Luc. 11, 13 y notas.<br />
28. El Padre es más grande que Yo significa que el Padre es el origen y el Hijo la derivación. Como dice S. Hilario. el Padre no es mayor que el Hijo en poder, eternidad o grandeza, sino en razón de que es principio del Hijo, a quien da la vida. Porque el Padre nada recibe de otro alguno, mas el Hijo recibe su naturaleza del Padre por eterna generación, sin que ello implique imperfección en el Hijo. De ahí la inmensa gratitud de Jesús y su constante obediencia y adoración del Padre. Un buen hijo. aunque sea adulto y tan poderoso como su padre, siempre lo mirará como a superior. Tal fue la constante característica de Jesús (4, 34; 6, 38: 12, 49 S.; 17, 25, etc.), también cuando, como Verbo eterno, era 1a Palabra Creadora y Sabiduría del Padre (1, 2; Prov. 8, 22 ss.; Sab 7. 26M 8, 3; Ecli 24, 12 ss., etc.). Véase 5, 48 y nota; Mat 24, 36; Marc 13, 32; Hech 1, 7; I Cor 15, 28 y notas. El hijo como hombre es menor que el Padre.<br />
30. El príncipe del mundo: Satanás. Tremenda revelación que, explicándose por el triunfo originario de la serpiente sobre el hombre (cf. Sab. 2, 24 y nota), explica a su vez las condenaciones implacables que a cada paso formula el Señor sobre todo lo mundano, que en cualquier tiempo aparece tan honorable como aparecían los que condenaron a Jesús, Cf. v. 16; 7, 7; 12, 31; 15. 18 ss.; 16, 11; 17, 9 y 14; Luc. 16, 15; Rom. 12, 2; Gal. 1, 4; 6, 14; I Tim. 6, 13; Sant. 1. 27; 4, 4; I Pedr. 5, 8; I Juan 2, 15 y notas.<br />
31. No es por cierto a Jesús a quien tiene nada que reclamar el "acusador" (Apoc. 12, 10 y nota). Pero el Padre le encomendó las "ovejas perdidas de Israel" (Mat. {O, 5 y nota), y cuando vino a lo suyo, "los suyos no lo recibieron" (1, 11), despreciando el mensaje de arrepentimiento y perdón (Marc. 1, 15) que traía "para confirmar las promesas de los patriarcas" (Rom. 15, 8). Entonces, como anunciaban misteriosamente las profecías desde Moisés (cf. Hech. 3, 22 y nota), el Buen Pastor Se entregó como un cordero (10, 11), libremente (10, 17 S.), dando cuanto tenía, hasta la última gota de su Sangre, aparentemente vencido por Satanás para despojarlo de su escritura contra nosotros clavándola en la Cruz (Col. 2, 24s.), y realizar, a costa suya, el anhelo Salvador del Padre (6, 38: Mat. 26, 42 y notas) y "no sólo por la nación sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos'‛ (11. 52). viniendo a ser por su Sangre causa de eterna Salud para judíos y gentiles, como enseña S. Pablo (Hech. 5. 9s.)•<br />
<br />
2. Lo limpia: He aquí encerrado todo el misterio de Job y el problema de la tentación y del dolor. Recordémoslo para saber y creer, con la firmeza de una roca, que con cada prueba, siempre pasajera. nos está preparando nuestro Padre un bien mucho mayor. Es lo que la simple experiencia popular ha expresado en el hermoso aforismo: "No hay mal que por bien no venga,"<br />
3. "Esta idea de que la fe en la Palabra de Jesús hace limpio, es expresada aún más claramente por S. Pedro al hablar de los gentiles que creyeron: "por su fe Dios purificó sus corazones" (Hech. 15, 9)." P. Joüon. Limpios significa aquí lo mismo que "podados"; por donde vemos que el que cultiva con amor la Palabra de Dios, puede librarse también de la poda de la tribulación (v. 2).<br />
4. Nosotros (los sarmientos) necesitamos estar unidos a Cristo (la vid) por medio de la gracia (la savia de la vid), para poder obrar santamente, puesto que sólo la gracia da a nuestras obras un valor sobrenatural, Véase II Cor. 3, 5; Gál. 2. 16 ss. "La gracia y la gloria proceden de su inexhausta plenitud. Todos los miembros de su Cuerpo místico. y sobre todo los más importantes, reciben del Salvador dones constantes de consejo, fortaleza, temor y piedad, a fin de que todo el cuerpo aumente cada día más en integridad y en santidad de vida" (Pio XII, Enc. del Cuerpo Místico). Cf. I Cor. 12, 1Ss.; Ef. 4. 7ss.<br />
5. No podéis hacer nada: A explicar este gran misterio dedica especialmente S. Pablo su admirable Epístola a los Gálatas, a quienes llama "insensatos" (Gál. 3, 1) porque querían, como judaizantes salvarse por el solo cumplimiento de la Ley, sin aplicarse los méritos del Redentor mediante la fe en Él (cf. el discurso de Pablo A Pedro en Gal. 2, 11-21). La Alianza a base de la Ley dada a Moisés no podía salvar. Sólo podía hacerlo la Promesa del Mesías hecha a Abrahán; pues el hombre que se somete a la Ley, queda obligado a cumplir toda la Ley, y como nadie es capaz de hacerlo, perece. En cambio Cristo vino para salvar gratuitamente, por la donación de sus propios méritos, que se aplican a los que creen en esa Redención gratuita, los cuales reciben, mediante esa fe (Ef. 2, ss.), el Espíritu Santo, que es el Espíritu del mismo Jesús (Gal. 4, 6) y nos hace hijos del Padre como Él (Juan 1, 12), prodigándonos su gracia y sus dones que nos capacitan para cumplir el Evangelio, y derramando en nuestros corazones la caridad (Rom. 5. S). que es la plenitud de esa Ley (Rom. 13, 10; Gál. 5, 14).<br />
6. Triste es para el orgullo convencerse de que no somos ni podemos ser por nosotros mismos más que sarmientos secos. Pero el conocimiento de esta verdad es condición previa para toda auténtica vida espiritual (cf. 2. 24 y nota). De aquí deducía un ilustre prelado americano que la bondad no consiste en ser bueno, pues esto es imposible porque "separados de Mí no podéis hacer nada". La bondad consiste en confesarse impotente y buscar a Jesús, para que de Él nos venga la capacidad de cumplir la voluntad del Padre como Él lo hizo.<br />
7. Esto es lo que S. Agustín expresa diciendo "ama y haz lo que quieras". Porque el que ama sabe que no hay más bien que ése de poseer la amistad del amado, en lo cual consiste el gozo colmado (I Juan 1, 3•4); y entonces no querrá pedir sino ese bien superior, que es el amor, o sea el Espíritu Santo, que es Io que el Padre está deseando darnos, puesto que Él nos ama infinitamente más que nosotros a Él. Cf. Luc. T1. 13 Y nota; I Juan 5. 14 s.<br />
8. El futuro seréis: (genésesthe) según Merk está mejor atestiguado que el subjuntivo seáis. Así también Pirot y otros modernos. El sentido, sin embargo, no fluye con claridad, por lo cual cabe más bien. con la puntuación correspondiente. referir la glorificación del Padre a lo dicho en el v. 7, Sentido por cierto bellísimo y que coincide exactamente con 14. 13 v con 17. 2. donde se ve que el Corazón paternal de Dios es glorificado en que nosotros recibamos beneficios de nuestro Hermano Mayor. En tal caso este final queda como una señal que nos da Jesús en pleno acuerdo con el contexto: que (hina con optativo) vuestro sarmiento fructifique mucho y entonces sabréis que está unido a la Vid, es decir, que sois realmente mis discípulos, así como por los frutos se conoce el árbol (Mat. 12, 33; Luc. 6. 43 ss.), El caso inverso se ve en Mat. 7, 15. 9. No se puede pasar en silencio una declaración tan asombrosa como ésta. Jesús vino a revelarnos ante todo el amor del Padre, haciéndonos saber que nos amó hasta entregar por nosotros a su Hijo, Dios como Él (3, 16). Y ahora, al declararnos su propio amor, usa Jesús un término de comparación absolutamente insuperable y casi diríamos increíble, si no fuera dicho por Él. Sabíamos que nadie más que el que da su vida (v. 13), y que Él la dio por nosotros (10, 11), y nos amó hasta el fin (13, 1), y la dio libremente (10, 18), y que el Padre lo amó especialmente por haberla dado (10, 17); y he aquí que ahora nos dice que el amor que Él nos tiene es como el que el Padre le tiene a Él, o sea que Él, el Verbo eterno nos ama con todo su Ser divino, infinito, sin límites, cuya esencia es el mismo amor (cf. 6, 57; 10, 14 s.).. No podrá el hombre escuchar jamás una noticia más alta que esta "buena nueva", ni meditar en nada más santificante; pues, como lo hacía notar el Beato Eymard, lo que nos hace amar a Dios es el creer en el amor que El nos tiene. Permaneced en mi amor significa, pues, una invitación a permanecer en esa privilegiada dicha del que se siente amado, para enseñarnos a no apoyar nuestra vida espiritual sobre la base deleznable del amor que pretendemos tenerle a Él (véase como ejemplo 13, 36-38), sino sobre la roca eterna de ese amor con que somos aislados por Él Cf. I Juan 4, 16 y nota.<br />
11. Porque no puede existir para el hombre mayor gozo que el de saberse amado así. En 16, 24: 17, 13; I Juan 1, 4. etc., vemos que todo el Evangelio es un mensaje de gozo fundado en el amor.<br />
14. Si hacéis esto que os mando, es decir, si os amáis mutuamente como acaba de decir en el v. 12 y repite en el v. 17. porque el mandamiento del amor es el fundamento de todos los demás (Mat. 7, 12; 22, 40; Rom. 13, 10; Col. 3, 14).<br />
5. Notemos esta preciosa revelación: lo que nos transforma de siervos en amigos. elevándonos de la vía purgativa a la unión del amor, es el conocimiento del mensaje que Jesús nos ha dejado de parte del Padre. Y Él mismo nos agrega cuán grande es la riqueza de este mensaje, que contiene todos los secretos que Dios comunicó a su propio .Hijo.<br />
16. Hay en estas palabras de Jesús un inefable matiz de ternura. En ellas descubrimos. no solamente que de Él parte la iniciativa de nuestra elección; descubrimos también que su Corazón nos elige aunque nosotros no lo hubiéramos elegido a Él. Infinita suavidad de un Maestro que no repara en humillaciones porque es "manso y humilde de corazón" (Mat. 11, 29). Infinita fuerza de un amor que no repara en ingratitudes, porque no busca su propia conveniencia (I Cor. 13. S). Vuestro fruto permanecerá: Es la característica de los verdaderos discípulos; no el brillo exterior de su apostolado (Mat. 12. 19 y nota), pero sí la transformación interior de las almas. De igual modo a los falsos profetas, dice Jesús. se les conoce por sus frutos (Mat. 7. 16), que consisten. según S. Agustín, en la adhesión de las gentes a ellos mismos y no a Jesucristo. Cf. 5, 43; 7, 18; 21, 15; Mat. 26, 56 y notas.<br />
18 ss. El mundo, que no recibe a Jesús, ni a su Espíritu, tampoco recibirá a sus discípulos. Con toda claridad profetiza el divino Redentor las persecuciones, que prueban el carácter Sobrenatural de su Cuerpo místico. El mundo odia lo Sobrenatural en los cristianos, así como lo ha odiado en Cristo.<br />
20. Observarán: espiarán (Scio). Cf, S. 16, 11; 55, 7 v notas.<br />
21. Será motivo de gloria para los discípulos el odio y la persecución por causa del Nombre Santo, y una ocasión para afirmar su amor al Padre que nos envió a Jesús (cf, 16. 3;1Gál, 6, 14).<br />
25, Véase S. 34, 19; 68, 5<br />
26 s. Intercesor: Otros vierten: Defensor, Hay. aquí una bellísima explicación del dogma trinitario, El Espíritu Santo procede del Padre y también del Hijo, Nuestra salvación fue objeto del envío del Hijo por el Padre, que nos lo dio; ahora anuncia Jesús que nuestra santificación va a ser objeto de la misión de otra Persona divina: el Espíritu Santo, que Él enviará desde la diestra del Padre (16. 7 Y nota). Dará testimonio de Mí. p, ej. en la Sagrada Escritura, que es por eso un "tesoro celestial" (Conc. Trid,).<br />
Del testimonio del Espíritu Santo será inseparable la predicación y el testimonio de los apóstoles porque por su inspiración hablarán, Cf. Hech. 13, 9; Rom. 9, 1; I Tes. 1. 5; Il Pedr. 1. 21.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-65013096398178691032012-08-29T13:39:00.000-07:002012-08-29T13:39:03.474-07:00Evangelio según San Juan caps. 10, 11, 12<br />
Capítulo X<br />
1 "En verdad, en verdad, os digo, quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. 2 Más el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. 3 A éste le abre el portero, y las ovejas oyen su voz, y él llama por su nombre a las ovejas propias, y las saca Fuera. 4 Cuando ha hecho salir todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque conocen su voz. 5 Mas al extraño no le seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." 6 Tal es la parábola, que les dijo Jesús, pero ellos no comprendieron de qué les hablaba. "Entonces Jesús prosiguió; 7 En verdad, en verdad, os digo, Yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes que Yo son ladrones y salteadores, mas las ovejas no los escucharon. 9 Yo soy la puerta, Si alguno entra por Mi, será Salvo; podrá ir y venir y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, para degollar, para destruir. Yo he venido para que tengan vida y vida sobreabundante. "Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas. 12 Más el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; 13 porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. 14 Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre- y pongo mi vida por mis ovejas. 16 Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida para volver a tomarla. 18 Nadie me la puede quitar, sino que Yo mismo la pongo. Tengo el poder de ponerla, y tengo el poder de recobrarla. Tal es el mandamiento que recibí de mi Padre."<br />
19 Y de nuevo los judíos se dividieron a causa de estas palabras. 20 Muchos decían: "Es un endemoniado, está loco. ¿Por qué lo escucháis?" 21 Otros decían: "Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?” 22 Llegó entre tanto la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno, 23 y Jesús se paseaba en el Templo, bajo el pórtico de Salomón. 24 Lo rodearon, entonces, y le dijeron; "¿Hasta cuándo tendrás nuestros espíritus en suspenso? Si Tu eres el Mesías, dínoslo claramente." 25 Jesús les replicó: "os lo he dicho, y no creéis. Las obras que Yo hago en el nombre de mi Padre, ésas son las que dan testimonio de Mí. 26 Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. 28 Y Yo les daré vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Lo que mi Padre me dio es mayor que todo, y nadie lo puede arrebatar de la mano de mí Padre. 30 Yo y mi Padre Somos uno." 31 De nuevo los judíos recogieron piedras para lapidarlo. 32 Entonces Jesús les dijo: "OS he hecho ver muchas obras buenas, que son de mi Padre. ¿Por cuál de ellas queréis apedrearme?" 33 Los judíos le respondieron: "No por obra buena te apedreamos, Sino porque blasfemas, y siendo hombre, te haces a Ti mismo Dios." 34 Redpondíóles Jesús: "¿No está escrito en vuestra Ley: "Yo dije: sois dioses?" 35 Si ha llamado dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios -y la Escritura no puede ser anulada- 36 ¿cómo de Aquel que el Padre consagró y envió al mundo, vosotros decís: "Blasfemas", porque dije: "Yo soy el Hijo de Dios?" 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero ya que las hago, si no queréis creerme, creed al menos, a esas obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre es en Mi, y que Yo soy en el Padre." 39 Entonces trataron de nuevo de apoderarse de Él, pero se escapó de entre sus manos. 40 Y Se fue nuevamente al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado primero, y allí Se quedo. 41 Y muchos vinieron a Él, y decían: "Juan no hizo milagros, pero todo lo que dijo de Éste, era verdad" 42 Y muchos allí creyeron en Él.<br />
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Capítulo XI<br />
1 Había uno que estaba enfermo, Lázaro de Betania, la aldea de María y de Marta Su hermana. 2 María era aquella que ungió con perfumes al Señor y le enjugo los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro estaba, pues, enfermo. 3 Las hermanas le enviaron a decir: "Señor, el que Tú amas está enfermo." 4 Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios Sea por ella glorificado," 5 Y Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro.<br />
6 Después de haber oído que estaba enfermo. se quedó aún dos días allí donde se encontraba. 7 Sólo entonces dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea." 8 Sus discípulos le dijeron: "Rabí, hace poco te buscaban los judíos para lapidarte, ¿y Tú vuelves allá?" 9 Jesús repuso: "¿No tiene el día doce horas? Si uno anda de día, no tropieza, porque tiene luz de este mundo. 10 Pero si anda de noche, tropieza, porque no tiene luz." 11 Así habló Él; después les dijo: "Lázaro nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a ir a despertarlo." 12 Dijéronle los discípulos: "Señor, Si duerme, Sanará." 13 Más Jesús había hablado de su muerte, y ellos creyeron que hablaba del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente: "Lázaro ha muerto, 15 Y me alegro de no haber estado allí a causa de vosotros, para que creáis, Pero vayamos a él."<br />
16 "Entonces Tomás, el llamado Dídimo, dijo a los otros discípulos: ‛‛Vayamos también nosotros a morir con Él"<br />
17 Al llegar, oyó Jesús que llevaba ya cuatro días en el Sepulcro. 18 Betanía Se encuentra cerca de Jerusalén, a unos quince estadios. 19 Muchos judíos habían ido a casa de Marta y María- para consolarlas por causa de su hermano, 20 Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro, en tanto que María se quedó en casa. 21 Marta dijo, pues, a Jesús: "Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero sé que lo que pidieres a Dios, te lo concederá." 23 Díjole Jesús: "Tu hermano resucitará." 24 Marta repuso: "Sé que resucitará en la resurrección en el último día." 25 Replícóle Jesús; "Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí, aunque muera, revivirá. 26 Y todo viviente y creyente en Mí, no morirá jamás. ¿Lo crees tú?" 27 Ella le respondió: "Sí, Señor. Yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene a este mundo."<br />
28 Dicho esto, se fue a llamar a María, su hermana, Y le dijo en Secreto: "El maestro está ahí y te llama, 29 Al oír esto, ella se levantó apresuradamente, y fue a Él, 30 Jesús no había llegado todavía a la aldea, sino que aún estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, al verla levantarse tan súbitamente y salir, le siguieron, pensando que iba a Ia tumba para llorar allí 32 Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies, y le dijo: "Señor, si Tú hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano." 33 Y Jesús, viéndola llorar, y llorar también a los judíos que la acompañaban se estremeció en su espíritu, y Se turbó a sí mismo. 34 Y dijo: "¿Dónde Io habéis puesto?" Le respondieron: "Señor, ven a ver," 35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: "¡Cuánto lo amaba!" 37 Algunos de entre ellos, Sin embargo, dijeron: "El que abrió los ojos del ciego, ¿no podía hacer que éste no muriese?" 38 Jesús de nuevo estremeciéndose en su espíritu, llegó a la tumba: era una cueva; y tenía una piedra puesta encima. 39 Y dijo Jesús: "Levantad la piedra". Marta, hermana del difunto, le observo: "Señor, hiede ya, porque es el cuarto día." 40 Repûsole Jesús: "¿No te he dicho que, si creyeres, veras la gloria de Dios?"<br />
41 Alzaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los o]os a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme oído. 42 Bien sabía que siempre me oyes, mas lo dije por causa del pueblo que me rodea, para que crean que eres Tú quien me has enviado." 43 Cuando hubo<br />
hablado así, clamó a gran voz: "¡Lázaro, ven fuera!” 44 Y el muerto salió, ligados los brazos y las piernas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo, y dejadlo ir." 45 Muchos judíos, que habían venido a casa de María, viendo lo que hizo, creyeron en Él. 46 Algunos de entre ellos, sin embargo, se fueron de allí a encontrar a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47 Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron un consejo y dijeron: "¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros. 48 Sí le dejamos continuar, todo el mundo va a creer en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar (santo) y también nuestro pueblo." 49 Pero uno de ellos, Caifás, que era Sumo Sacerdote en aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis nada, 50 y no discurrís que os es preferible que un solo hombre muera por todo el pueblo, antes que todo el pueblo perezca." 51 Esto, no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo Sumo Sacerdote en aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación, 52 y no por la nación solamente, sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos. 53 Desde aquel día tomaron la resolución de hacerlo morir. 54 Por esto Jesús no anduvo más, ostensiblemente, entre los judíos, sino que se fue a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y se quedó allí con sus discípulos.<br />
55 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subieron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. 56 Y, en el Templo, buscaban a Jesús, y se preguntaban unos a otros: "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" 57 Entre tanto, los Sumos sacerdotes y los fariseos habían impartido órdenes para que quienquiera supiese dónde estaba, lo manifestase, a fin de apoderarse de Él.<br />
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Capítulo XII<br />
1 Jesús, Seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 2 Le dieron allí una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él. 3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo puro de gran precio ungió con él los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y el olor del ungüento llenó toda la casa. 4 Judas el Iscariote, uno de sus discípulos, el que había de entregarlo, dijo:<br />
5 "¿Por qué no se vendió este ungüento en trescientos denarios, y se dio para los pobres?"<br />
6 No dijo esto porque se cuidase de los pobres, sino porque era ladrón; y como él tenía la bolsa, sustraía lo que se echaba en ella. 7Mas Jesús dijo: "Déjala, que para el día de mi sepultura lo guardaba. 8 Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, mas a Mi no siempre me tenéis." 9 Entre tanto una gran multitud de judíos supieron que El estaba allí, v vinieron, no por Jesús solo, Sino también para ver a Lázaro, a quien Él había resucitado de entre los muertos. 10 Entonces los Sumos Sacerdotes tomaron la resolución de matar también a Lázaro, 11 porque muchos judíos, a causa de él, Se alejaban y creían en Jesús.<br />
12 Al día siguiente, la gran muchedumbre de los que habían venido a la fiesta, enterados de que Jesús venía a Jerusalén, 13 tomaron ramas de palmeras, y salieron a su encuentro; y clamaban: "¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor y el rey de Israel !" 14 Y<br />
Jesús hallando un pollino, montó sobre él, según está escrito: 15 "‛No temas, hija de Sión, he aquí que tu rey viene, montado sobre un asnillo." 16 Esto no entendieron sus discípulos al principio; mas cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que esto había sido escrito de Él, y que era lo que habían hecho con Él. 17 Entre. tanto el gentío que estaba con Él cuando llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de ello. 18 Y por eso la multitud le salió al encuentro, porque habían oído que Él había hecho este milagro. 19 Entonces los fariseos se dijeron unos a otros: "Bien veis que no adelantáis nada. Mirad cómo todo el mundo se va tras Él."<br />
20 Entre los que subían para adorar en la fiesta, había algunos griegos. 21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida en Galilea, y le hicieron este ruego: "Señor, deseamos ver a Jesús." 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; y los dos fueron a decirlo a Jesús. 23 Jesús les respondió dijo: "¿Ha llegado la hora de que el Hijo del, hombre sea glorificado?" 24 En verdad, en verdad, os digo: si el grano de trigo arrojado en tierra no muere, se queda Solo; mas si muere, produce fruto abundante, 25 Quien ama su alma, la pierde; y quien aborrece su alma en este mundo, la conservará para vida eterna, 26 Si alguno me quiere servir, sígame, y allí donde Yo estaré, mi servidor estará también; Si alguno me sirve, el Padre lo honrara."<br />
27 "Ahora mi alma está turbada: ¿y qué diré? ¿Padre, presérvame de esta hora? ¡Más precisamente para eso he llegado a esta hora! 28 Padre glorifica tu nombre." Una voz, entonces, bajó del cielo: "He glorificado ya, glorificaré aún." 29 La muchedumbre que ahí estaba y oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: "Un ángel le ha hablado." 30 Entonces Jesús respondió y dijo: "Esta voz no ha venido por Mi, Sino por vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado. 32 Y Yo, una vez levantado de la tierra, lo atraeré todo hacia Mí." 33 Decía esto para indicar de cuál muerte había de morir. 34 El pueblo le replicó: "Nosotros sabemos por la Ley que el Mesías morará entre nosotros para siempre; entonces, ¿cómo puedes Tú decir que es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?" 35 Jesús les dijo: "Poco tiempo está aún la luz entre vosotros; mientras tenéis la luz, caminad, no sea que las tinieblas Os sorprendan; el que camina en tinieblas, no sabe adónde va. 36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para volveros hijos de la luz." Después de haber dicho esto, Jesús se alejó y Se ocultó de ellos.<br />
37 Mas a pesar de los milagros tan grandes que Él había hecho delante de ellos, no creían en Él. 38 Para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: "Señor, ¿quién ha creído a lo que oímos (de Ti) ? y el brazo del Señor, ¿a quién ha sido manifestado?" 39 Ellos no podían creer. porque Isaías también dijo: 40 "Él ha cegado sus ojos y endurecido sus corazones, para que no vean con sus ojos, ni entiendan con su corazón, ni se conviertan, ni Yo los Sane." 41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y de Él habló.<br />
42 Sin embargo, aun entre los jefes, muchos creyeron en Él, pero a causa de los fariseos, no (lo) confesaban, de miedo de Ser excluidos de las sinagogas, 43 porque amaron más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. "Y Jesús clamó diciendo: "El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquel que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo la luz, he venido al mundo para que todo el que cree en Mí no quede en tinieblas. 47 Si alguno oye mis palabras y nos las observa, Yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para Salvarlo. 48 El que me rechaza y no acepta mi palabra, ya tiene quien lo juzgará: la palabra que Yo he hablado, ella será la que lo condenará, en el último día. 49 Porque Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar; 50 y sé que su precepto es vida eterna. Lo que Yo digo, pues, lo digo como el Padre me lo ha dicho."<br />
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Comentarios<br />
1. Como expresa la perícopa de este Evangelio en el Domingo del Buen Pastor (II post Pascua). Jesús habla aquí "a los fariseos", continuando el discurso precedente (cf. 9. 4l y nota), cosa que debe tenerse en cuenta para entender bien este capítulo. La puerta es Jesús (v. 7; 14. 6; cf. S. 117, 20 y nota). Aprisco: corral común donde varios pastores guardan sus rebaños durante la noche.<br />
3. ¿Quién es este portero tan importante, sino el divino Padre? Él es quien abre la puerta a las ovejas que van hacia el Buen Pastor. Porque, así como nadie va al Padre sino por Jesús (14, 6), nadie puede ir a Jesús Si el Padre no lo elige (v. 37) y no lo atrae (6. 44 y 65). Y nótese que Jesús no sólo es el Pastor bueno (v. ll) sino que Él es también la puerta (v. 7 sS.). Esa puerta que el Padre nos abre, es, pues, el mismo Hijo, porque el Padre nos lo dio para que por Él entremos a la vida (3, 16) y para que Él mismo sea nuestra vida. Véase 1, 4; I Juan 4, 9; 5, ll-13.<br />
4s. Las almas fieles no pueden desviarse: Jesús las va conduciendo y se hace oír de ellas en el Evangelio y por su Espíritu. Él es la puerta abierta que nadie puede cerrar para aquellos que custodian su palabra y no niegan Su Nombre (Apoc. 3, 8).<br />
5. ¡Privilegio de los que están familiarizados con el lenguaje de Jesús! Él les promete aquí un instinto Sobrenatural que les hará reconocer a los falsos maestros y huir de ellos. Entonces se explica que puedan "ir y venir" (v. 9), porque las Palabras del Buen Pastor les habrán dado la libertad. después de prepararlas para ella. como lo explica Jesús en 8. 31 ss.<br />
8. Dice Durand: ‛'Ladrones que roban por astucia y salteadores que se apoderan por la violencia" (cf. Mat. 11, 12 y nota). Los tales son ladrones de gloria, porque la buscan para sí mismos y no para el Padre como hacia Jesús (cf. 5, 43 s.; 7, 18);- y salteadores de almas, porque se apoderan de ellas y, en vez de darles el pasto de las Palabras reveladas (v. 9) para que tengan vida divina (v. 10; 6, 64), las dejan "esquilmadas y abatidas" (Mat. 9, 36) y "se apacientan a si mismos". Cf. 21, 15Ss.; Ez. 34, 2Ss.; Zac. 11. 5 y notas.<br />
11. Pone su vida! o sea la expone, lo cual es más exacto que decir "la da". El pastor no se empeña en que el lobo lo mate, pero no. vacila en arriesgarse a ello Si es necesario en defensa de sus ovejas. tampoco Jesús solicitó que lo rechazaran y le quitaran la vida, Antes por el contrario, afirmó abiertamente su misión. mostrando que las profecías mesiánicas se cumplían en Él. Mas si aceptó el reconocimiento de sus derechos (1, 49 S.; Luc. 1, 32 s.; Mat. 2l. 16; Luc. 19, 39 s.), no quiso imponerlos por fuerza (Mat. 26. 52 s.; Juan 18, 36), ni resistir a la de sus enemigos (Mat. 5. 39; Luc. 16, 16 y nota), y no vaciló en exponer su vida al odio de los homicidas, aunque sabía que la crudeza de Su doctrina salvadora exasperaría a los poderosos y le acarrearía la muerte. Tal es el contenido de la norma de caridad fraterna que nos da S. Juan a imitación de Cristo: amar a los hermanos hasta exponer si es necesario la vida por ellos (I Juan 3, 16). En igual sentido dice S. Pablo que Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte de cruz<br />
(Filip. 2, 8), y tal es también el significado de la fidelidad que Jesús nos reclama "hasta el fin" (Mat. 10, 22; 24, 13). es decir, hasta el martirio si necesario fuera. Cf. v. 18 y nota<br />
16. Las ovejas a quienes el Salvador fue enviado, son los judíos (Mat. 10, S S. y nota). Como ellas no oyen la voz de su pastor (Hech. 28, 25 ss.), Dios "escogerá de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre" (Hech, 15, 15; cf. 1Mat. 13, 47 SS.; Luc. 24. 47; Juan, 11, 52), hasta que con el retorno de Israel (Rom. 11, 25 ss.) se forme un solo rebaño con un solo pastor. Fillion y Gramatica recuerdan aquí a Ez. 34, 23 y 37, 21 ss. Véase también Ez. 36, 37 s. y 37, 15 SS. con respecto a las diez tribus que estaban ausente en los días de Jesús.<br />
17. Para volver a tomarla: Texto diversamente traducido. El P. Joüon vierte: "mas la volveré a tomar", lo que aclara el sentido y coincide con la nota de Fillion, según la cual "es la generosa inmolación del buen Pastor por sus ovejas, lo que lo hace extraordinariamente caro a su Padre". No puede pedirse una prueba más asombrosa de amor y misericordia del Padre hacia nosotros,<br />
18. Es decir que la obediencia que en este caso prestó Jesús a la voluntad salvífica del Padre (3, 16; Rom. S, 8 ss; I Juan 4. 10), nada quita al carácter libérrimo de la oblación de Cristo, cuya propia voluntad coincidió absolutamente con el designio misericordioso del Padre. Véase Mat. 26, 42; S. 39, 7 S. comparado con Hebr. 10, S ss.; Is. S3, 7.<br />
20. Sobre estos "virtuosos" que se escandalizan de Jesús véase Mat. 11, 6; 12, 24-48; Luc. 11, 1520; Marc. 3, 28-30 y notas.<br />
22. La fiesta de la Dedicación del Templo celebrábase en el mes de diciembre, en memoria de la purificación del Templo por Judas Macabeo. También se llamaba "Fiesta de las Luces", porque de noche se hacían grandes luminarias. Cf. 8, 12 y nota.<br />
29. Esta versión muestra el inmenso aprecio que Jesús hace de nosotros como don que el Padre le hizo (cf. 11 S.; 17. 9 y 24; Mat. 10, 31, etc.). Otros traducen: “Mi Padre es mayor que todo", lo que explicaria por qué nadie podrá arrebatarnos de su mano. Según otros. lo que mí Padre me dió seria la naturaleza divina v el poder consiguiente (cf. 17, 22; Mat. 11, 27; 28, 18).<br />
30. El Hijo no está solo para defender el tesoro de las almas que va a redimir con Su Sangre; esta sostenido por el Padre, con quien vive en la unidad de un mismo Espíritu y a quien hoy ruega por nosotros sin cesar (Hebr. 7. 24 S.),<br />
34 ss. Si la Escritura llama "dioses" a los príncipes de la tierra, para destacar su dignidad de lugartenientes de Dios, ¿por qué queréis apedrearme a Mí, si me llamo Hijo de Dios? Véase S. 81, 6. Hoy somos nosotros los hijos de Dios, y no sólo adoptivos, sino verdaderos, gracias a Cristo. Cf. 1, 12; 20, 17; I Juan 3, I; Rom. 8, 16-29; Gál. 4, SS.; Ef. l, 5 y nota.<br />
35. La Escritura no puede ser anulada: Vemos cómo Jesús no sólo responde de la autenticidad de los Sagrados Libros sino que declara que no pueden ser modificados ni en un ápice. Véase Prov. 30, 6 y nota; Apoc. 22, 18s.<br />
36. Jesús proclama una vez más "Su consagración y su misión teocrática, tanto más reales y elevadas que las de los jueces de Israel" (Fillion). Cf. 18. 37.<br />
39. ¡He aquí el fruto de tanta evidencia! (cf. 9, 30 ss. y nota.) sírvanos de gran consuelo esto que soportó Él, cuando nos hallemos ante igual dureza. Cf. 15. 18 ss. y notas.<br />
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2. Véase 12, 3 ss.; Luc. 7, 36―50.<br />
3. Admírese la brevedad y perfección de esta súplica, semejante a la de María en 2, 3, que en dos palabras expone la necesidad y expresa la plena confianza. "Es como si dijesen: Basta que Tú lo sepas, porque Tú no puedes amar a uno y dejarlo abandonado"<br />
(S. Agustín).<br />
9 ss. Como en 9, 5 (cf. nota), Jesús quiere decir: nada tengo que temer mientras estoy en mi carrera terrenal, fijada por el Padre.<br />
16. La presunción de Tomás había de resultarle fallida, como la de Pedro en 13, 37 S. Véase su falta de fe en 20. 25, y la objeción con que parece rectificar a Jesús en 14, 5. Por lo demás era gratuita la creencia de que el Señor fuese entonces a morir, dado lo que Él acababa de decir en vv. 9 ss.<br />
18. Unos quince estadios: más de dos kilómetros.<br />
22 ss. La fe de Marta es pobre. puesto que no esperaba el milagro por virtud del mismo Jesús. Por eso dijo el Señor: "Yo Soy la resurrección y la vida." Crece entonces la fe de Marta de modo que confiesa: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios" (v. 27).<br />
24. Jesús les había Sin duda enseñado ese misterio como en 6. 39, 40, 44 y 54.<br />
25 S. Cf. 6. 50. Léase con atención lo que dice S. Pablo a este respecto (I Cor. 15, 51-55 y I Tes. 4, 13. 8) .<br />
27. El que viene: en griego, ho erjómmøs, participio presente que traduce literalmente la fórmula hebrea: Haba, con que el Antiguo Testamento anuncia al Mesías Rey venidero. Así lo vemos en Mat. 11, 13 y 21, 9, en Luc. 7, 19 y en Juan 6, 14, etc.. aplicado como aquí en el sentido de él que había de venir. En Mat. 23, 39 (véase la nota)• Jesús se aplica la misma palabra griega correspondiente a la misma expresión hebrea del S. 117, 26 que Él cita allí, pero esta vea con relación a su segunda venida. Lo mismo hace en Mat. 16, 28; 26. 64; Marc. 13, 26; 14. 62, etc., anunciando la primera vez su Transfiguración, y todas las demás veces su Parusía. y usando siempre esta palabra en el sentido de futuro en que la había usado el Bautista al anunciar la primera en Mat. 3. 11, donde la Vulgata la traduce por: venturus (venidero). Es decir que aunque Jesús ya vino, sigue siendo el que viene, o sea el que ha de venir. pues cuando vino no lo recibieron (1. 11) y entonces el anunció a los judíos que vendría de nuevo (cf. Hebr. 9, 28; Hech. 3, 20 ss.; Filip. 3, 20 s., etc.), por donde en adelante el participio presente tiene el sentido de futuro como lo usa Jesús en los anuncios de su Parusía<br />
que hemos mencionado. Cf. II Juan 7; Apoc. 1. 8. Así lo hace también San Pablo (cf. Hebr. 10, 37 y nota), tomando esa palabra que Habacuc (2, 3 s.) usa en los LXX para anunciar al Libertador de Israel, y aplicándola, como dice Crampon. al Cristo venidero en los tiempos mesiánicos, o sea, como dice la reciente Biblia de Pirot, "cuando venga a juzgar al mundo".<br />
28. En secreto, para que no oyesen los judíos la venida de Jesús. Ellos creyeron que iba al sepulcro (v. 31).<br />
35. Jesús no repara en llorar por amor a un amigo, como no reparó en llorar por amor compasivo a Jerusalén (Luc. I9. 41).<br />
44. Los judíos solían envolver los cadáveres con fajas de lienzo. Por eso Lázaro no puede andar ni valerse de las manos.<br />
51 s. Preocupado sólo de su intriga contra el Salvador. lejos estaba Caífás de suponer que sus palabras encerraban una auténtica profecía, Sobre su alcance, cf. 10, 16 y nota.<br />
54. Efraím, en otro tiempo relacionado con Betel (II Par. 13, 19), Se identifica hoy con la aldea de Taîbé a cinco leguas al N. de Jerusalén, casi en el desierto.<br />
3. Sobre esta cena de Betanía véase también Mat. 26. 6 ss.; Marc. 14. 3 ss. Según S. Crisóstomo y S. Jerónimo, esta María, hermana de Lázaro de Betanía, no sería idéntica con la pecadora que unge a Jesús en Luc. 7, 3650. En cambio, otras opiniones coinciden con la Liturgia que las identifica a ambas, como se ve en la Misa de Santa María Magdalena, el 22 de julio. y consideran que la actitud amorosa y fiel de Magdalena al pie de la Cruz y en la Resurrección (19, 25; 20, 1-18), es muy propia de aquella que en Betania escuchaba extasiada a Jesús (Luc. 10, 38 ss).<br />
6. Jesús, el más pobre de los pobres, no llevaba dinero, ni lo llevaban los apóstoles. sino que vivían de limosnas, cuyo administrador infiel era Judas Iscariote. Éste es llamado ladrón porque sustraía los fondos comunes. Podemos juzgar lo que valía su defensa de los pobres. cuando él, por dinero, llegó a entregar a su divino Maestro. Cf. I Cor. 13, 3.<br />
10. No lograron quitar la vida a Lázaro. Según una tradición, fue uno de los primeros obispos de Chipre. El emperador León VI exhumó su Cuerpo para entregarlo a Santa Ricardis, esposa del emperador Carlos III.<br />
12s. Compárese con Mat. 21, 1-11; Mare. 12, 1-11; Luc. 19 29-45 y nótese el reconocimiento de La realeza de Cristo por parte de los buenos israelitas (Cf. 6, 15) en tanto que la negaban sus enemigos. Cf. 18, 39 S.; 19, 12-15; Luc. 23. 2, etc. Hosanna: exclamación de júbilo, que significa: ¡ayúdanos! (oh Dios). Véase Salmo 117, 25; Mat. 21, 9 y notas.<br />
20. Los griegos que desean ver a Jesús son prosélitos o afiliados al judaísmo, como el centurión de Luc. 7, 2-10. Se les llamaba "temerosos de Dios" (Hech. 13, 43). De no ser así no habrían venido en Jerusalén A la fiesta.<br />
23. La hora, como anota Pirot, era de inmolación (v. 27). de la cual vendría su glorificación (Luc. 24, 26). Cf. S. 109, 7 y nota.<br />
24 ss. Jesús aplica esto primero a Él mismo, según vemos por el v. 23. Significa así la necesidad de su Pasión y Muerte (cf. Luc. 24, 46) para que su fruto sea el perdón nuestro (ibíd. 47; cf. Is. 53, 10 ss.). En segundo lugar lo aplica a nosotros (v. 25) para enseñarnos a no poner el corazón en nuestro yo ni en esta vida que se nos escapa de entre las manos, y a buscar el nuevo nacimiento según el espíritu (3, 3 ss.; Ef. 4,-24), prometiéndonos una recompensa semejante a la que Él mismo tendrá (v. 26). Cf. 17, 22•24.<br />
27. Mi alma esta turbada: Santo Tomás llama a esto un anticipo de la Pasión. Jesús encara aquí su drama con la misma generosidad con que beberá en Getsemaní el cáliz de la amargura (Mat. 26. 39). Y renuncia a pedir al Padre que lo libre, pues sabe que así debe suceder (Mat. 26, 53 s.),<br />
28. Glorifica tu nombre: En 17, 1s. vemos que la glorificación que el Padre recibe del Hijo consiste en salvarnos a nosotros. El Padre quedará glorificado más y más (cf. 13, 31 S,) al mostrar que su misericordia por los pecadores no vaciló en entregar su divino Hijo (3, 16) y dejarlo llegar hasta el último suplicio (10, 17; Rom. S, 10; 8. 32; I Juan 4, 9). Y a su vez el Padre, que ya glorificó al Hijo dando testimonio de Él con su Palabra (Mat. 17, S) y en los milagros, lo glorificará más y más, después de sostenerlo en su Pasión (Luc. 22, 43). Y de resucitarlo).(Hech, 2, 24; 3, 15; Rom. 8, 11; Ef. 1, 20; Col. 2, 12), sentándolo a su derecha, con su Humanidad Santísima. con la misma gloria que eternamente tuvo el Verbo (17. 5 y 24). Cf. S. 109, 1sS.<br />
29. Asi fué también en Hech. 9. 7; 22. 9; Filip. 3, 21. Sobre la dulce muerte a Si mismo (vÏ 25). véase Luc. 9, 23 s. y nota. Cf. Mat. 10, 39; 16, 25; Marc. 8, 35; Luc. 17, 33. Alma (gr. psyjé). Así también de la Torre. otros vierten vida. El mismo v. trae otra palabra (zoé) que traducimos por vida;<br />
31. Satanás y sus satélites serán echados fuera de las almas por la regeneración que obrará en ellas el Bautismo (Ef. 4, 8; Denz, 140). Véase, empero, 14, 30 y nota.<br />
32. Lo atraeré todo hacia Mi: esto es, consumada mí redención, Yo quedaré como el centro al cual convergen todos los misterios de ambos Testamentos. Otros leen: atraerá a todo: y lo interpretan del llamado que se extiende a toda la gentilidad. En Ef. 1, 10 (cf. nota), hay una base de interpretación aun más amplia de este anuncio del Señor.<br />
34. Aluden a las profecía: sobre el Mesías Rey de Israel. Cf. Is. 49, 8; Ez, 37, 25.<br />
35 s. Mientras: en griego "hos" (cf. Luc. 3, 23 y nota). Jesús es la luz (9, 5)y los invita a obrar mientras Él está con ellos, pues Él los guardará como dice en 17, 12. No os sorprendan: sobre este sentido, véase Mat. 24, 24; II Tes. 2, 10.<br />
36. Creer a la Palahra de Jesús es la condición que Él mismo nos pone para hacernos hijos de Dios. Cf. 1, 12.<br />
37. Véase 6, 30;,9, 30; Luc. 11, 31 y notas.<br />
38. Cita de Is. 53. 1, profecía de la Pasión, como la del S. 21, 2, que Cristo pronuncia en la Cruz (Mat. 27, 46). Nadie las creía, ni los apóstoles.<br />
39 ss. Anuncio de la ceguera que los llevó a rechazar a Cristo. no obstante la claridad de las profecía: antes invocadas (cf. 9, 39). Cuando vio su gloria: Cf. 8, 56; Is. 6, 9ss.; Luc. 19, 14 y 27.<br />
42. Véase 7, 13 y nota. •<br />
44. Véase 6, 40 y nota.<br />
45. Por el misterio que se ha llamado "circuminseción", el Padre está en el Hijo, así como el Hijo está en el Padre, bajo los velos de la humanidad de Cristo late su divinidad, que posee con el Padre en la unidad de un mismo Espíritu, Véase 10, 30; 14. 7-11.<br />
46. Jesús no quiere que sus discípulos queden en tinieblas. Elocuente condenación de lo que hoy suele llamarse la fe del carbonero. Las tinieblas son lo propio de este mundo (9, 5 y nota), más no para los "hijos de la luz", que viven de la esperanza (I Tes 5, 4 s.)<br />
47. En esta mi primera venida no he de juzgar al mundo, pero Si en la Segunda. Véase 3, 17; 5, 22 y nota; 8, 15; Apoc. 19, ll ss.<br />
48. Cf. 3, 18. Según esto, el no querer escuchar la Palabra de Cristo es peor que, después de haberla escuchado, no cumplirla. Confirma así el v. 46.<br />
49. El que hace caso omiso del Mediador, desecha la misericordia del que se dignó constituirlo. Véase 14, 31; 15. 10. Entretanto, admiremos una vez más la humildad de niño con que el divino Legado habla del Padre.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-38544337101708384542012-08-29T13:32:00.004-07:002012-08-29T13:32:38.997-07:00Evangelio según San Juan caps. 7, 8, 9<br />
Capítulo VII<br />
1 Después de esto, Jesús anduvo por Galilea; pues no quería ría andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. 2 Estando próxima la fiesta judía de los Tabernáculos, 3 sus hermanos le dijeron: "Trasládate a Judea, para que tus discípulos también (allí) vean que obras haces. 4 Ninguno esconde las propias obras cuando él mismo desea estar en evidencia. Ya que Tú haces tales obras, muéstrate al mundo." 5 Efectivamente, ni sus mismos hermanos creían en Él. 6 Jesús, por tanto, les respondió: "El tiempo no ha llegado aún para Mí; para vosotros siempre está a punto. 7 El mundo no puede odiaros a vosotros, a Mí, al contrario, me odia, porque Yo testifico contra él que sus obras son malas. 8 Id, vosotros, a la fiesta; Yo, no voy a esta fiesta, porque mi tiempo aún no ha llegado." 9 Dicho esto, se quedó en Galilea. 10 Pero, después que sus hermanos hubieron subido a la fiesta, El también subió, mas no ostensiblemente, Sino como en secreto. 11 Buscábanle los judíos durante la fiesta y decían: "¿Dónde está Aquél?" 12 Y Se cuchicheaba mucho acerca de Él en el pueblo. Unos decían: "Es un hombre de bien." "No", decían otros, "sino que extravía al pueblo." 13 Pero nadie expresaba públicamente su parecer sobre Él, por miedo a los Judíos.<br />
14 Estaba ya mediada la fiesta, cuando Jesús subió al Templo, y se puso a enseñar. 15 Los judíos estaban admirados y decían: "¿Cómo sabe éste letras, no habiendo estudiado?" 16 Replicóles Jesús y dijo: "Mi doctrina no es mía, sino del que me envió. 17 Si alguno quiere<br />
cumplir Su voluntad, conocerá si esta doctrina viene de Dios, o Si Yo hablo por mi propia cuenta 18 Quien habla por su propia cuenta, busca su propia gloria; pero quien busca la gloria del que lo envió, ese es veraz, y no hay en él injusticia. 19 ¿No os dio Moisés la Ley? Ahora bien, ninguno de vosotros observa la Ley. (Entonces) ¿por qué tratáis de quitarme la vida?" 20 La turba le contestó: "Estas endemoniado. ¿Quién trata de quitarte la vida?" 21 Jesús les respondió y dijo: "Una sola obra he hecho, y por ello estáis desconcertados todos. 22 Moisés os dio la circuncisión -no que ella venga de Moisés, sino de los patriarcas- y la practicáis en día de Sábado. 23 Si un hombre es circuncidado en sábado, para que no sea violada la Ley de Moisés: ¿cómo os encolerizáis contra Mí, porque en Sábado Sané a un hombre entero? 24 No juzguéis según las apariencias, Sino que vuestro juicio sea justo."<br />
25 Entonces algunos hombres de Jerusalén se pusieron a decir: "¿No es Éste a quien buscan para matarlo? 26 Y ved cómo habla en público sin que le digan nada. ¿Será que verdaderamente habrán reconocido los jefes que El es el Mesías? 27 "Pero sabemos de dónde es Éste; mientras que el Mesías, cuando venga, nadie sabrá de dónde es." 28 Entonces Jesús, enseñando en el Templo, clamó y dijo: "Sí, vosotros me conocéis y sabéis de dónde soy; pero es que Yo no he venido de Mí mismo; mas El que me envió, es verdadero; Y a El vosotros no lo conocéis. 29 Yo Sí que lo conozco, porque soy de junto a Él, y es Él quien me envió." 30 Buscaban, entonces, apoderarse de Él, pero nadie puso sobre El la mano, porque su hora no había llegado aún.<br />
31 De la gente, muchos creyeron en Él, y decían: "Cuando el Mesías venga, ¿hará más milagros que los que Éste ha hecho?" 32 Oyeron los fariseos estos comentarios de la gente acerca de Él; y los sumos sacerdotes con los fariseos enviaron satélites para prenderlo. 33 Entonces Jesús dijo: "Por un poco de tiempo todavía estoy con vosotros; después me voy a Aquel que me envió. 34 Me buscaréis y no me encontraréis, porque donde Yo estaré, vosotros no podéis ir." 35 Entonces los judíos se dijeron unos a otros: "¿Adónde, pues, ha de ir, que nosotros no lo encontraremos? ¿Irá a los que están dispersos entre los griegos o irá a enseñar a los griegos? 36 ¿Qué significan las palabras que acaba de decir: Me buscaréis y no me encontraréis, y donde Yo estaré, vosotros no podéis ir.<br />
37 Ahora bien, el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús poniéndose de pie, clamó: "Si alguno tiene sed venga a Mí, y beba 38 quien cree en Mí. Como ha dicho la Escritura: "de su seno manarán torrentes de agua viva" ". 39 Dijo esto del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él: pues aun no había Espíritu, por cuanto Jesús no había sido todavía glorificado. 40 Algunos del pueblo, oyendo estas palabras, decían: "A la verdad, Este es el profeta." 41 Otros decían: "Éste es el Cristo”; pero otros decían: "Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? 42 ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?" 43 Se produjo así división en el pueblo a causa de Él. 44 Algunos de entre ellos querían apoderarse de Él, pero nadie puso sobre Él la mano. 45 Volvieron, pues, los satélites a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales les preguntaron: ¿Por qué no lo habéis traído?" 46 Respondieron los satélites: "¡Nadie jamás habló como este hombre!" 47 A lo cual los fariseos les dijeron: "¿También vosotros habéis sido embaucados? 48 ¿Acaso hay alguien entre los jefes o entre los fariseos que haya creído en Él? 49 Pero esa turba, ignorante de la Ley, son unos malditos."<br />
50 Mas Nicodemo, el que había venido a encontrarlo anteriormente, y que era uno de ellos, les dijo: 51 "¿Permite nuestra Ley condenar a alguien antes de haberlo oído y de haber conocido sus hechos?" 52 Le respondieron y dijeron: "¿También tú eres de Galilea? Averigua y verás que de Galilea no se levanta ningún profeta." 53 Y se fueron cada uno a su casa.<br />
<br />
Capítulo VIII<br />
1 Y Jesús Se fue al Monte de los Olivos. 2 Por la mañana reapareció en el Templo y todo el pueblo vino a Él, y sentándose les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos llevaron una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4 le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. 5 Ahora bien, en la Ley, Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Y Tú, qué dices?” 6 Esto decían para ponerlo en apuros, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir en el suelo, con el dedo. "Como ellos persistían en su pregunta, se enderezó y les dijo: "Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella." 8 E inclinándose de nuevo, se puso otra vez a escribir en el suelo. 9 Pero ellos después de oír aquello, se fueron uno por uno, comenzando por los más viejos, hasta los postreros, y quedó Él solo, con la mujer que estaba en medio. 10 Entonces Jesús, levantándose, le dijo: "Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te condenó?" 11 "Ninguno, Señor", respondió ella. Y Jesús le dijo: "Yo no te condeno tampoco. Vete, desde ahora no peques más"<br />
12 Jesús les habló otra vez, y dijo: "Yo Soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." 13 Le dijeron, entonces, los fariseos: "Tú te das testimonio a Ti mismo; tu testimonio no es verdadero." 14 Jesús les respondió y dijo: "Aunque Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vengo y adónde voy; mas vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. 15 Vosotros juzgáis carnalmente; Yo no juzgo a nadie; 16 y Si Yo juzgo, mí juicio es verdadero, porque no Soy Yo solo, sino Yo y el Padre que me envió. 17 "Está escrito también en vuestra Ley que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Ahora bien, para dar testimonio de Mi, estoy Yo mismo y el Padre que me envió." 19 Ellos le dijeron: "¿Dónde está tu Padre?" Jesús respondió:<br />
‛‛Vosotros no conocéis ni a Mi ni a mi Padre; si me conocieseis a Mi, conoceríais también a mi Padre." 20 Dijo esto junto al Tesoro, enseñando en el Templo. Y nadie se apoderó de Él, porque su hora no había llegado aún. 21 De nuevo les dijo: "Yo me voy y vosotros me buscaréis, mas moriréis en vuestro pecado. Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir'." 22 Entonces los judíos dijeron: "Acaso va a matarse, pues que dice: Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir" 23 Y El les dijo: "Vosotros sois de abajo; Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; Yo no soy de este mundo. 24 Por esto, os dije que moriréis en vuestros pecados. Si, si no creéis que Yo soy (el Cristo), moriréis en vuestros pecados." 25 Entonces le dijeron: "Pues ¿quién eres?" Respondióle Jesús: Eso mismo que os digo desde el principio 26 Tengo mucho que decir y juzgar de vosotros. Pues El que me envió es veraz, y lo que Yo oí a Él, esto es lo que enseño al mundo." 27 Ellos no comprendieron que les estaba hablando del<br />
Padre. 28 Jesús les dijo pues: "Cuando hayáis alzado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy Yo (el Cristo), y que de Mí mismo no hago nada, Sino que hablo como mi Padre me enseño. 29 Y El que me envió, está conmigo. El no me ha dejado Solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada." 30 Al decir estas cosas, muchos creyeron en Él.<br />
31 Jesús dijo entonces a los judíos que le habían creído: "Si permanecéis en mi palabra, Sois verdaderamente mis discípulos, 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." 33 Replicáronle: "Nosotros somos la descendencia de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie; ¿cómo, pues, dices Tú, llegaréis a ser libres?" 34 Jesús les respondió: "En verdad, en verdad, os digo, todo el que comete pecado es esclavo del [pecado]. 35 Ahora bien, el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo queda para siempre. 36 Si, pues, el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. 37 Bien sé que sois la posteridad de Abrahán, y sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo digo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros, hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre." 39 Ellos le replicaron diciendo: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais las obras de Abrahán. 40 Sin embargo, ahora tratáis de matarme a Mi, hombre que os he dicho la verdad que aprendí de Dios. ¡No hizo esto Abrahán! 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre." Dijéronle: "Nosotros no hemos nacido del adulterio; no tenemos más que un padre: ¡Dios!" 42 Jesús les respondió: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a Mí, porque Yo salí y vine de Dios. No vine por Mi mismo sino que Él me envió. 43 ¿Por qué, pues, no comprendéis mi lenguaje? Porque no podéis sufrir mi palabra. 44 Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él, Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. 45 Y a Mi porque os digo la verdad, no me Creéis. 46 ¿Quien de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? 47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios"<br />
48 A lo cual los judíos respondieron diciéndole: ‛‘¿No tenemos razón, en decir que Tu eres un samaritano y un endemoniado?" 49 Jesús repuso: ‛‛Yo no soy un endemoniado, sino que honro a mi Padre, y vosotros me estáis ultrajando. 50 Mas Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzgará. 51 En verdad, en verdad, os digo, si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la muerte." 52 Respondiéronle los judíos: "Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió, los profetas también; y tú dices: "Si alguno guardare mi palabra no gustará jamás la muerte". 53 ¿Eres tú, pues, más grande que nuestro padre Abrahán, el cual murió? Y los profetas también murieron; ¿quién te haces a Ti mismo?” 54 Jesús respondió: "Si Yo me glorifico a Mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es quien me glorifica: Aquel de quien vosotros decís que es vuestro Dios; 55 más vosotros no lo conocéis. Yo sí que lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros, pero lo conozco y conservo su palabra. 56 Abrahán, vuestro padre, exultó por ver mi día; y lo vio y Se llenó de gozo." 57 Dijéronle, pues, los judíos: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?” 58 Díjoles Jesús: ‛'En verdad, en verdad os digo: Antes que Abrahán existiera, Yo soy." 59 Entonces tomaron piedras para arrojarlas sobre Él. Pero Jesús se ocultó y salió del Templo.<br />
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Capítulo IX<br />
1 Al pasar vio a un hombre, ciego de nacimiento. 2 Sus discípulos le preguntaron: ‛‛Rabí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que naciese ciego?" 3 Jesús les respondió: "Ni él ni sus padres, sino que ello es para que las obras de Dios sean manifestadas en él. 4 Es necesario que cumplamos las obras del que me envió, mientras es de día; viene la noche, en que ya nadie puede obrar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy luz de (este) mundo." 6 Habiendo dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva y le untó los ojos con el barro. 7 Después le dijo:<br />
"Ve a lavarte a la piscina. del Siloé", que se traduce "El Enviado". Fue, pues, se lavó y volvió con vista. 8 Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto -pues era mendigo dijeron: "¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?" 9 Unos decían; "Es él"; otros: "No es él, sino que se le parece." Pero él decía: "Soy yo." 10 Entonces le preguntaron: "Cómo, pues, se abrieron tus ojos" Respondió: ’‛Aquel hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó con él los ojos y me dijo: "Ve al Siloé y lávate." Fui, me lavé y vi." 12 Le preguntaron: "¿Dónde está Él?” Respondió: "No lo sé." 13 Llevaron, pues, a los fariseos al que antes había sido ciego, 14 Ahora bien, el día en que Jesús había hecho barro y le había abierto los ojos era sábado. 15 Y volvieron a preguntarle los fariseos cómo había llegado a ver. Les respondió: "Puso barro sobre mis ojos, y me lavé, y veo." 16 Entonces entre los fariseos, unos dijeron: "Ese hombre no es de Dios, porque no observa el Sábado." Otros, empero, dijeron: "¿Cómo puede un pecador hacer semejante milagro?" Y estaban en desacuerdo. 17 Entonces preguntaron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices de Él por haberte abierto los ojos?" Respondió: "Es un profeta." 18 Mas los judíos no creyeron que él hubiese sido ciego y que hubiese recibido la vista. hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista. 19 Les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? Pues, ¿cómo ve ahora?" 20 Los padres respondieron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; 21 pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco sabemos. Preguntádselo a él: edad tiene, él hablará por sí mismo." 22 Los padres hablaron así, porque temían a los judíos. Pues éstos se habían ya concertado para que quienquiera lo reconociese como Cristo, fuese excluido de la Sinagoga. 23 Por eso sus padres dijeron: "Edad tiene, preguntadle a él." 24 Entonces llamaron por segunda vez al que había sido ciego, y le dijeron: "¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador." 25 Mas él repuso: "Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que yo era ciego, y que al presente veo." 26 A lo cual le preguntaron otra vez: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" 27 Contestóles: "Ya os lo he dicho, y no lo escuchasteis. ¿Para qué queréis oírlo de nuevo? ¿Queréis acaso vosotros también haceros sus discípulos?" 28 Entonces lo injuriaron y le dijeron: "Tú sé su discípulo; nosotros somos los discípulos de Moisés. 29 Nosotros Sabemos que Dios habló a Moisés; pero éste, no sabemos de dónde es." 30 Les replicó el hombre y dijo; "He aquí lo que causa admiración, que vosotros no sepáis de donde es Él, siendo así que me ha abierto los ojos<br />
31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ése Ie oye. 32 Nunca jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si Él no fuera de Dios, no podría hacer nada." 32 Ellos le respondieron diciendo: "En pecados naciste todo tú, ¿y nos vas a enseñar a nosotros?" Y lo echaron fuera. 35 Supo Jesús que lo habían arrojado, y habiéndolo encontrado, le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" 36 El respondió y dijo: "¿Quién es, Señor, para que crea en ÉI?" 37 Díjole Jesús: "Lo estás viendo, es quien te habla." 38 Y él repuso: "Creo, Señor", y lo adoró. 39 Entonces Jesús dijo: "Yo he venido a este mundo para un juicio: para que vean los que no ven; y los que ven queden ciegos." 40 Al oír esto, algunos fariseos que se encontraban con Él, le preguntaron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?" 41 Jesús les respondió: "Si fuerais ciegos, no tendríais pecado. Pero ahora que decís "vemos", vuestro pecado persiste."<br />
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Comentarios<br />
1. Este v. sigue probablemente a 5,47. Véase 5, 1 y nota<br />
2. La fiesta de los Tabernáculos celebràbase con gran alegría en otoño, con tiendas de ramas, para recordar al pueblo los cuarenta años que estuvo en el desierto. Cf. Lev. 23, 34.<br />
S. Los hermanos, o sea los parientes de Jesús. muestran aquí la verdad de lo que el mismo Maestro enseñó sobre la inutilidad de los lazos de la sangre cuando se trata de espíritu (véase Mat. 12, 46 y nota). Consuela pensar que más tarde se convirtieron, Según<br />
resulta de Hech. 1, 14.<br />
6. ;Penetrante ironía! Para los mundanos siempre es tiempo de exhibirse. En el mundo están ellos en su elemento (v. 7) y no conciben que Jesús no ame como ellos la fama (v. 3 s.).<br />
13. Por míedo a los judíos, es decir, a los jefes de la Sinagoga y a los fariseos influyentes (12, 42).<br />
17. Procedimiento infalible para llegar a tener fe: Jesús promete la luz a todo aquel que busca la verdad para conformar a ella su vida (I Juan 1, 5-7). Está aquí, pues, toda la apologética de Jesús. El que con rectitud escuche la Palabra divina, no podrá resistirle,<br />
porque "jamás hombre alguno habló como Éste" (v. 46). El ánimo doble, en cambio, en vano intentará buscar la Verdad divina en otras fuentes, pues su falta de rectitud cierra la entrada al Espíritu Santo, único que puede hacernos penetrar en el misterio de<br />
Dios (I Cor. 2. 10 Ss.). De ahí que. como lo enseña S. Pablo y lo declaró Pio X en el juramento antimodernista, basta la observación de la naturaleza para conocer la existencia del Creador eterno. su omnipotencia y su divinidad (Rom. 1, 20); pero la fe no es ese conocimiento natural de Dios. sino el conocimiento sobrenatural que viene de la adhesión prestada a la verdad de la palabra revelada, "a causa de la autoridad de Dios sumamente veraz" (Denz. 2145). Cf. 5, 31-39 y notas.<br />
18. Jesús, "testigo fiel y veraz" (Apoc. 3, 14), nos da aquí una norma de extraordinario valor psicológico para conocer la veracidad de los hombres. El que se olvida de sí mismo para defender la causa que se le ha encomendado, está demostrando con eso su sinceridad. Según esa norma, se retrata Él mismo, que fue el arquetipo de la fidelidad en la misión que el Padre le confiara (17, 4-8).<br />
19. Jesús trae aquí un recuerdo que resulta toda una ironía, pues cuando el pueblo recibió de Moisés la Ley hizo, como un solo hombre, grandes promesas de cumplir todas las palabras del Señor (Èx. 24, 3), y ahora el Mesías les muestra que ni uno de ellos<br />
cumple.<br />
21. Una sola obra: Jesús alude aquí al milagro de la curación del enfermo de treinta y ocho años, realizada en día sábado (cap. 5, 1 9). Esto da un nuevo indicio de lo que observamos en 5, 1 sobre e1 orden de los capítulos.<br />
27. Éste, en tono despectivo. Los judíos esperaban que el Mesías, después de nacer en Belén, del linaje de David, aparecería con poder y majestad para tomar posesión de su reino (cf. Luc. 17, 20 y nota). También creían erróneamente que Jesús era de Nazaret,<br />
y por lo tanto, no quisieron ver en Èl al Mesías, Mas, a pesar de las palabras y hechos con que Él puso en evidencia que se cumplían en su persona todos los anuncios de los Profetas, nunca procuraron averiguar con exactitud dónde había nacido (v. 41 ss.; 8, 14), no obstante lo que se había hecho público en Mat. 2, 2-6.<br />
28 s. Jesús insiste sobre la necesidad de conocer a Dios como Padre suyo (4, 34 y nota), pues Israel ignoraba entonces el misterio de la Trinidad, o sea que Dios tuviese un Hijo. Cf. 3, 16; 8, 54 y nota.<br />
30. Los fariseos, y no el pueblo, pues muchos creyeron en Él, en contraste con los jefes. Véase v. 40 Y 44.<br />
37. Según Lagrange, Pirot y otros modernos, debe preferirse esta puntuación, que parece ser la. primitiva (S. Ireneo, S. Cipriano. etc.), a. la otra Según la cual el agua viva manaría del seno del que bebiese (cf. 4, 14). Mons. von Keppler hace notar que la alegría era la nota dominante, tanto en la asistencia al templo (Deut, 12, 7; 14, 26) cuanto en esa fiesta de los Tabernáculos (Deut. 16, 15), cuya culminación era la toma del agua, de la cual decía el proverbio: "Quien no ha visto la alegría de la toma del agua no ha, visto a1egria". Por donde se ve que Jesús, al decir estas palabras, se manifestaba como el único que puede distribuir e1 agua viva de la alegría verdadera. Véase IS. 12, 3; 44, 3; Deut, 32, 51; Ez. 47, 1 y 12; Zac. 14, 8.<br />
39 S. No. había sido todavía glorificado: el Espíritu Santo, que Jesús resucitado anunció como promesa del Padre (Luc. 24, 49; Hech. 1, 4) para consolarnos como lo había hecho È1 (14, 26; 16, 13)), bajó en Pentecostés (Hech. 2, 1ss.) después de la Ascensión<br />
de Jesús, es decir, sólo cuando Él, glorificado a la diestra de1 Padre lo imploró para nosotros. Véase Hebr. 7, 25; S. 109, 4 y nota. El profeta: véase 6, 14 S.; Hech. 3, 22 y notas.<br />
42 ss. Véase v. 17 y nota; 1, 46; II Rey. 7, 12; S. 88, 4 s.; Míq. 5, 2. La defensa del Señor por parte de Nicodemo, es fruto de su conversación nocturna con el Señor (cap. 3). Sohre este fruto véase 4, 41.1. y nota.<br />
48 s. Tremenda confesión hecha por ellos mismos. Sólo creían los pequeños (v. 41; cf. Mat. 11. 25). a quienes ellos, los jefes legítimos pero apóstatas, despreciaban como ignorantes. porque ellos se habían guardado la llave de las Escrituras y no entraban ni dejaban entrar (cf. Luc. 11, 52).<br />
52. Falso, pues Jonás era galileo (IV Rey. 14, 25).<br />
<br />
1 ss. Sobre la perícopa 1-11 véase Luc. 21, 38 y nota.<br />
5 ss. Véase Lev. 20. 10; Deut. 22. 22―24; 17, 7.<br />
8 Según S. Jerónimo. esta actitud podría recordar a los fariseos el texto de Jer. 17, 13. En general se piensa que indicaba simplemente distracción o displicencia despectiva ante la odiosa conducta de aquellos hipócritas.<br />
9. "Quedaron estos dos: la mísera y la misericordia" (S. Agustín).<br />
12. Esta imagen de la "luz" fue propuesta con motivo de la iluminación del Templo. El mismo S. Juan nos presenta esta altísima doctrina de cómo la luz, que es el Verbo (1. 9), es para nosotros vida (l. 4). Según el plan de Dios, el Espíritu Santo nos es dado<br />
mediante esta previa iluminación del Verbo.<br />
13 s. Aunque Jesús no invoca generalmente su propio testimonio porque tiene el de su Padre (v. 18: 5, 31-36), todo profeta tiene un testimonio en su conciencia de enviado de Dios.<br />
15. Sobre este importante punto, véase 5, 22 y nota. cf. v. 11.<br />
17. Véase Deut. 17. 6; 19. 15.<br />
23. Es como la síntesis de todos los reproches de Jesús a los falsos servidores de Dios. de todos los tiempos: la religión es cosa esencialmente sobrenatural que requiere vivir con la mirada puesta en lo celestial (Col. 3, 1ss.; Hebr. 9, 12; !0. 22; 12. 2; 13. 15), es decir, en el misterio (I Cor. 2. 7 y 14). y los hombres se empeñan en hacer de ella una cosa humana. "convirtiendo", dice S. Jerónimo, el Evangelio de Dios "en evangelio del hombre" (cf. Luc. 16. IS). Es lo que un célebre predicador alemán comentaba diciendo: "El apostolado no consiste en demostrar que el Cristianismo es razonable sino paradójico. Sólo porque lo ha dicho un Dios. y no por la lógica. podemos creer que se oculta a los sabios lo que Se revela a los pequeños (Mat. 11, 25) Y que la parte de María. sentada, vale efectivamente más que la de Marta en movimiento (Luc. 10. `38 ss.), Cf. Luc. 7, 23 y nota.<br />
24. En vuestros pecados: El v. 2 se refiere, en singular, al pecado por excelencia de la Sinagoga. que es el de incredulidad frente al Mesías (Cf. 16. 9: Rom.11. 22). Aquí muestra que cometido aquel pecado. los demás pecados permanecerán también. Es como una<br />
tremenda condenación en vida. que Jesús anticipa a los hombres de espíritu farisaico.<br />
25. Algunos traducen: "Ante todo, ¿por qué os hablo?" Preferimos nuestra versión según la cual Jesús muestra a los fariseos que ya no necesitan repetirles la verdad de su carácter mesiánico: se lo ha dicho muchas veces, y ellos no quieren creerle. Cabe aún otra versión, cuyo sentido sería: Ante todo, ¿si Yo no fuera el Mesías, acaso os hablaría como os hablo?<br />
28. Anuncio de la crucifixión que va a abrir los ojos de muchos. Efectivamente, después de la muerte de Jesús (Mat. 27, 54; Marc. 15, 38 S.; Luc, 23, 47 s.) y en particular después de la venida del Espíritu Santo. muchísimos creyeron en Cristo como testimonio del amor del Padre que lo enviaba, si bien la conversión de todo Israel sólo está anunciada para cuando Él vuelva (Mat. 23. 39 y nota). Cf. 19, 37; 3, 14; 12, 32, De Mí mismo no huya nada: Admiremos el constante empeño de Jesús por ocultarse a fin de que<br />
toda la gloria sea para el Padre. Véase 7, 28; 12, 49 s.; Filip. 2, 7S.<br />
30. No muchos fariseos (v. 21 y 24) sino muchos del pueblo judío. Éstos comprendieron ese misterio de la sumisión filial y amorosa de Cristo al Padre, que aquéllos no entendieron (v. 27).<br />
31. Si permanecéis en mi palabra: Como si dijera: si mi palabra permanece en vosotros (15. 7).<br />
32. La libertad de los hijos de Dios se funda en la buena doctrina (v. 31). La vida eterna es conocimiento (17.3). Cf. H Cor. 3. 17; Sant. 1. 25; 2. 12.<br />
33. Los que replican no son los que creyeron (nota 30). Sino los enemigos, que se dan indebidamente por aludidos, según se ve por lo que sigue. La falsedad de su afirmación es notoria, pues los judíos fueron esclavos en Egipto, en Babilonia, etc., y a la sazón<br />
dependían de Roma.<br />
34. Del pecado: falta en varios códices y no agrega antes quita, fuerza. El hombre liberado por la verdad de Cristo (32) es espiritual (Gal. S. 16) y no peca (I Juan 3. 6 y 9). El carnal es esclavo, porque no es capaz de seguir su voluntad libre, sino que obra dominado por la pasión (Rom. 7, 23).<br />
38. Ese padre es el diablo (v. 44), y sus hijos son mentirosos y maliciosos como él.<br />
43. Profunda enseñanza. según la cual, para comprender la Palabra de Jesús, hay que estar dispuesto a admitirla y a creer en su misión (véase 7, 17 y nota). Es la verdad que S. Anselmo expresaba diciendo: "Creo para entender."<br />
44. Sobre su obra tenebrosa, véase Mat. 13, 57 y nota.<br />
48 s. Los judíos: aquellos a que se refiere el v. 33, no los del v. 30. Nótese, cómo no teniendo qué responder, recurren al puro ultraje, cosa que Jesús les hace notar en e1 v. 49, con sublime serenidad. Cf. v. 59; 9. 34; 10. 39.<br />
50. No busco mí gloria, dice el Único merecedor de ser infinitamente glorificado por el Padre (v. 54). Antes había dicho: "No busco mi voluntad" (5, 30). Jesús obra en todo como un hijo pequeño y ejemplar, frente a su Padre. Se nos ofrece así como el modelo perfecto de la infancia espiritual. que es la síntesis de las virtudes evangélicas, el remedio de nuestras malas inclinaciones, y la prenda de las más altas promesas. Véase Mat. S, 3; 18, 4; Luc. 10. 21 y notas.<br />
Hay quien lo busca: Notemos la ternura de esta alusión de Jesús a su divino Padre. ¿Cómo no había de glorificar Él al Hijo amado y al Enviado fidelísimo que así afrontaba los insultos. y hasta la muerte ignominiosa. por cumplir la misión salvadora que el Padre le confió? Véase t2, 28 y nota.<br />
51. Porque esa glor'a (v. 50) que Jesús pedirá al Padre en 17, 1 consistirá precisamente en poder darnos vida eterna, es decir, librar de la muerte a los que guardemos su Palabra (17, 2 y nota). Sobre este misterio, cf. S, 24; 6, 40: 11, 26; I Juan 5, 13<br />
54. Si Yo me glorificó, es decir, si Yo me glorificase y fuese orgulloso, como vosotros pretendéis. mi gloría sería falsa. Es lo que Jesús ha establecido en 7, 18 y en el v. 53. "Mi Padre... que es vuestro Dios": Se identifica aquí la persona del Padre con Yahvé, el<br />
Dios de Israel. C1'. 7, 28 y nota; Mat.*•22, 44; S. 109. 1.<br />
56. En las promesas que Dios le dio. presintió Abrahán el día del Mesías (cf. Mat. 13. 17; Luc. 7. 22; Hebr. 11. 13). También los creyentes nos llenaremos un día de ese gozo (I Pedr. 1, 8). Cf. Mat. 8. 11. 58. Yo soy: presente insólito, que expresa una existencia eterna, fuera del tiempo. Cf, Juan 1. 1 y Hebr. 9, 14, donde la divinidad de Jesús es llamada "el Espíritu eterno".<br />
2 s. Los discípulos, como los judíos en general, creían que todo mal temporal era castigo de Dios. En su respuesta rechaza el Señor este concepto. Véase 5, 14 y nota.<br />
5. Esto es: Él sígue, como en Mat. ll, 5, realizando esas maravillas para las cuales fue enviado (Is. 35, 5 y nota). hasta que la violencia se lo impida (Mat. 11, 12; Luc. 13. 32) y empiece para "este mundo" la noche que perdurará "hasta que Él venga" (Gál. 1, 4; II Pedr. T, 19; I Cor. 11, 26). Sobre la luz, cf. 1, 4 y 8s.;3. 19; 8,12; 12, 35 y 46..<br />
7. La piscina del Siloé Se hallaba a 333 metros al sur del Templo. Hoy día se llama: Ain Sítti Miriam (Fuente de Nuestra Señora María).<br />
17. Es un profeta: El Ciego quiere decir un enviado de Dios, Todavía no está Seguro de que Sea el Mesías. Más tarde lo confiesa plenamente (v. 38).<br />
27. La ironía que se revela en la pregunta del ciego excita extremadamente a los fariseos, que son los verdaderos ciegos luchando contra la evidencia de los hechos.<br />
30 ss. "El que era ciego y ahora ve se indigna contra los ciegos" (S. Agustín). Vemos aquí en efecto que ese pecado de incredulidad de los fariseos (8. 74 y nota) es de ceguera voluntaria (v. 39 SS.) que deliberadamente niega la evidencia. Es el pecado contra la luz (v. 5; 3, 19) y en consecuencia contra el Espíritu (Marc. 3, 28-30; Hech. 7, 51), el que no tiene perdón, porque no es obra de la flaqueza sujeta a arrepentirse (Luc 7, 47), sino de la soberbia reflexiva y de la hipocresía que encubre el mal con la apariencia del bien para poder defenderlo. (Mat 23, 1.39; II Tim 3, 5)<br />
34. Una vez más los fariseos recurren al insulto, a falta de argumentos (cf. 8, 48) y ponen en práctica lo que tenían resuelto según el v. 22.<br />
37. Jesús se define de la misma manera en 4, 26. Él es, por excelencia, la "Palabra": el Verbo, el Logos.<br />
39. Es el juicio de 3, 19. Los soberbios Serán heridos de ceguera espiritual (Sant. 4, 1; I Pedro 5, 5), ceguera culpable que los hará perderse (v. 40 S.; II Tes. 2, 10 ss.).<br />
41. Nótese la estupenda dialéctica del Maestro. El rechazo que ellos hacen de la imputación de ceguera. se vuelve en su contra, como un argumentum ad hominem, mostrando así que su culpa es aún mayor de lo que Jesús les había dicho antes.<br />
<br />
1. Como expresa la perícopa de este Evangelio en el Domingo del Buen Pastor (II post Pascua). Jesús habla aquí "a los fariseos", continuando el discurso precedente (cf. 9. 4l y nota), cosa que debe tenerse en cuenta para entender bien este capítulo. La puerta es Jesús (v. 7; 14. 6; cf. S. 117, 20 y nota). Aprisco: corral común donde varios pastores guardan sus rebaños durante la noche.<br />
3. ¿Quién es este portero tan importante, sino el divino Padre? Él es quien abre la puerta a las ovejas que van hacia el Buen Pastor. Porque, así como nadie va al Padre sino por Jesús (14, 6), nadie puede ir a Jesús Si el Padre no lo elige (v. 37) y no lo atrae (6. 44 y 65). Y nótese que Jesús no sólo es el Pastor bueno (v. ll) sino que Él es también la puerta (v. 7 sS.). Esa puerta que el Padre nos abre, es, pues, el mismo Hijo, porque el Padre nos lo dio para que por Él entremos a la vida (3, 16) y para que Él mismo sea nuestra vida. Véase 1, 4; I Juan 4, 9; 5, ll-13.<br />
4s. Las almas fieles no pueden desviarse: Jesús las va conduciendo y se hace oír de ellas en el Evangelio y por su Espíritu. Él es la puerta abierta que nadie puede cerrar para aquellos que custodian su palabra y no niegan Su Nombre (Apoc. 3, 8).<br />
5. ¡Privilegio de los que están familiarizados con el lenguaje de Jesús! Él les promete aquí un instinto Sobrenatural que les hará reconocer a los falsos maestros y huir de ellos. Entonces se explica que puedan "ir y venir" (v. 9), porque las Palabras del Buen Pastor les habrán dado la libertad. después de prepararlas para ella. como lo explica Jesús en 8. 31 ss.<br />
8. Dice Durand: ‛'Ladrones que roban por astucia y salteadores que se apoderan por la violencia" (cf. Mat. 11, 12 y nota). Los tales son ladrones de gloria, porque la buscan para sí mismos y no para el Padre como hacia Jesús (cf. 5, 43 s.; 7, 18);- y salteadores de almas, porque se apoderan de ellas y, en vez de darles el pasto de las Palabras reveladas (v. 9) para que tengan vida divina (v. 10; 6, 64), las dejan "esquilmadas y abatidas" (Mat. 9, 36) y "se apacientan a si mismos". Cf. 21, 15Ss.; Ez. 34, 2Ss.; Zac. 11. 5 y notas.<br />
11. Pone su vida! o sea la expone, lo cual es más exacto que decir "la da". El pastor no se empeña en que el lobo lo mate, pero no. vacila en arriesgarse a ello Si es necesario en defensa de sus ovejas. tampoco Jesús solicitó que lo rechazaran y le quitaran la vida, Antes por el contrario, afirmó abiertamente su misión. mostrando que las profecías mesiánicas se cumplían en Él. Mas si aceptó el reconocimiento de sus derechos (1, 49 S.; Luc. 1, 32 s.; Mat. 2l. 16; Luc. 19, 39 s.), no quiso imponerlos por fuerza (Mat. 26. 52 s.; Juan 18, 36), ni resistir a la de sus enemigos (Mat. 5. 39; Luc. 16, 16 y nota), y no vaciló en exponer su vida al odio de los homicidas, aunque sabía que la crudeza de Su doctrina salvadora exasperaría a los poderosos y le acarrearía la muerte. Tal es el contenido de la norma de caridad fraterna que nos da S. Juan a imitación de Cristo: amar a los hermanos hasta exponer si es necesario la vida por ellos (I Juan 3, 16). En igual sentido dice S. Pablo que Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte de cruz<br />
(Filip. 2, 8), y tal es también el significado de la fidelidad que Jesús nos reclama "hasta el fin" (Mat. 10, 22; 24, 13). es decir, hasta el martirio si necesario fuera. Cf. v. 18 y nota<br />
16. Las ovejas a quienes el Salvador fue enviado, son los judíos (Mat. 10, S S. y nota). Como ellas no oyen la voz de su pastor (Hech. 28, 25 ss.), Dios "escogerá de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre" (Hech, 15, 15; cf. 1Mat. 13, 47 SS.; Luc. 24. 47; Juan, 11, 52), hasta que con el retorno de Israel (Rom. 11, 25 ss.) se forme un solo rebaño con un solo pastor. Fillion y Gramatica recuerdan aquí a Ez. 34, 23 y 37, 21 ss. Véase también Ez. 36, 37 s. y 37, 15 SS. con respecto a las diez tribus que estaban ausente en los días de Jesús.<br />
17. Para volver a tomarla: Texto diversamente traducido. El P. Joüon vierte: "mas la volveré a tomar", lo que aclara el sentido y coincide con la nota de Fillion, según la cual "es la generosa inmolación del buen Pastor por sus ovejas, lo que lo hace extraordinariamente caro a su Padre". No puede pedirse una prueba más asombrosa de amor y misericordia del Padre hacia nosotros,<br />
18. Es decir que la obediencia que en este caso prestó Jesús a la voluntad salvífica del Padre (3, 16; Rom. S, 8 ss; I Juan 4. 10), nada quita al carácter libérrimo de la oblación de Cristo, cuya propia voluntad coincidió absolutamente con el designio misericordioso del Padre. Véase Mat. 26, 42; S. 39, 7 S. comparado con Hebr. 10, S ss.; Is. S3, 7.<br />
20. Sobre estos "virtuosos" que se escandalizan de Jesús véase Mat. 11, 6; 12, 24-48; Luc. 11, 1520; Marc. 3, 28-30 y notas.<br />
22. La fiesta de la Dedicación del Templo celebrábase en el mes de diciembre, en memoria de la purificación del Templo por Judas Macabeo. También se llamaba "Fiesta de las Luces", porque de noche se hacían grandes luminarias. Cf. 8, 12 y nota.<br />
29. Esta versión muestra el inmenso aprecio que Jesús hace de nosotros como don que el Padre le hizo (cf. 11 S.; 17. 9 y 24; Mat. 10, 31, etc.). Otros traducen: “Mi Padre es mayor que todo", lo que explicaria por qué nadie podrá arrebatarnos de su mano. Según otros. lo que mí Padre me dió seria la naturaleza divina v el poder consiguiente (cf. 17, 22; Mat. 11, 27; 28, 18).<br />
30. El Hijo no está solo para defender el tesoro de las almas que va a redimir con Su Sangre; esta sostenido por el Padre, con quien vive en la unidad de un mismo Espíritu y a quien hoy ruega por nosotros sin cesar (Hebr. 7. 24 S.),<br />
34 ss. Si la Escritura llama "dioses" a los príncipes de la tierra, para destacar su dignidad de lugartenientes de Dios, ¿por qué queréis apedrearme a Mí, si me llamo Hijo de Dios? Véase S. 81, 6. Hoy somos nosotros los hijos de Dios, y no sólo adoptivos, sino verdaderos, gracias a Cristo. Cf. 1, 12; 20, 17; I Juan 3, I; Rom. 8, 16-29; Gál. 4, SS.; Ef. l, 5 y nota.<br />
35. La Escritura no puede ser anulada: Vemos cómo Jesús no sólo responde de la autenticidad de los Sagrados Libros sino que declara que no pueden ser modificados ni en un ápice. Véase Prov. 30, 6 y nota; Apoc. 22, 18s.<br />
36. Jesús proclama una vez más "Su consagración y su misión teocrática, tanto más reales y elevadas que las de los jueces de Israel" (Fillion). Cf. 18. 37.<br />
39. ¡He aquí el fruto de tanta evidencia! (cf. 9, 30 ss. y nota.) sírvanos de gran consuelo esto que soportó Él, cuando nos hallemos ante igual dureza. Cf. 15. 18 ss. y notas.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-75628147768818911922012-08-29T13:21:00.001-07:002012-08-29T13:21:37.227-07:00Evangelio según San Juan caps. 4, 5, 6<br />
Capítulo IV<br />
1 Cuando el Señor supo que los fariseos estaban informados de que Jesús hacía más discípulos y bautizaba más que Juan 2 aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos- 3 abandonó la Judea y se volvió a Galilea. 4 Debía, pues, pasar por Samaria. 5 Llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la posesión que dio Jacob a su hijo José. 6 Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, pues, fatigado del viaje, se sentó así junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: "Dame de beber." 8 Entretanto, sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar víveres. 9 Entonces la samaritana le dijo: “¿Cómo Tu, judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos." 10 Jesús le respondió y dijo: “Si tu conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: "Dame de beber", quizá tu le hubieras pedido a Él, y El te habría dado agua viva." 11 Ella le dijo: "Señor, Tú no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? 12 Acaso eres Tu mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos y sus ganados?" 13 Respondióle Jesus: "Todos los que beben de esta agua, tendrán de nuevo sed; 14 mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua que Yo le daré se hará en él fuente de agua surgente para vida eterna." 15 Dijole la mujer: "Señor, dame esa agua, para que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua." 16 EI le dijo: "Ve a buscar a tu marido, y vuelve aquí." 17 Replicole la mujer y dijo: "No tengo marido." Jesús le dijo: "Bien has dicho: "No tengo marido"; 18 porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu marido; has dicho la verdad." 19 Dijole la mujer: “Señor, veo que eres profeta. 21 Nuestros padres adoraron sobre este monte; según vosotros, en Jerusalén esta el lugar donde se debe adorar." 21 Jesús le respondió: "Mujer, créeme a Mi, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre. 22 Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero la hora viene, y ya ha llegado, en que los adoradores verdaderos adoraran al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre desea que los que adoran sean tales. 24 Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad." 25 Díjole la mujer: "Yo sé que el Mesías -es decir el Cristo- ha de venir. Cuando El venga, nos instruirá en todo." 26 Jesús le dijo: "Yo lo soy. Yo que te hablo."<br />
27En este momento llegaron los discípulos, y quedaron admirados de que hablase con una mujer. Ninguno, sin embargo, le dijo: "¿Qué preguntas?" o “¿Qué hablas con ella?"<br />
28 Entonces la mujer, dejando su cántaro, se fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 "Venid a<br />
ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿no será éste el Cristo?" 30 Y salieron de la ciudad para ir a encontrarlo. 31 Entretanto los discípulos le rogaron: "Rabí, come." 32 Pero EI les dijo: "Yo tengo un manjar para comer, que vosotros no conocéis." 33 Y los discípulos se decían entre ellos: ¿Alguien le habrá traído de comer?" 34 Mas Jesús es dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me envió y dar cumplimiento a su obra. 35 No decís vosotros: Todavía cuatro meses, y viene la siega? Y bien, Yo os digo: Levantad vuestros oídos, y mirad los campos, que ya están blancos para la siega. 36 El que siega, recibe su recompensa y recoge la mies para la vida eterna, para que el que siembra se regocije al mismo tiempo que el que siega. 37 Pues en esto se verifica el proverbio: "Uno es el que siembra, otro el que siega." 37 Yo os he enviado a cosechar lo que vosotros no habéis labrado. Otros labraron, y vosotros habéis entrado en (posesión del fruto de) sus trabajos."<br />
39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en El por la palabra de la mujer que testificaba diciendo: "El me ha dicho todo cuanto he hecho." 40 Cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y muchos más creyeron a causa de su palabra, y decían a la mujer: "Ya no creemos a causa de tus palabras; nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que El es verdaderamente el Salvador del mundo."<br />
43 Pasados aquellos dos días, partió para Galilea. 44 Ahora bien, Jesús mismo atestiguo que ningún profeta es honrado en su patria. 45 Cuando llegó a Galilea, fue recibido por los galileos, que habían visto todas las grandes cosas hechas por El en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.<br />
46 Fue, pues, otra vez a Cana de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había un cortesano cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. 47 Cuando él oyó que Jesús había vuelto de Judea a Galilea, se fue a encontrarlo, y le rogó que bajase para sanar a su hijo, porque estaba para morir. 48 Jesús le dijo: "¡Si no veis signos y prodigios, no creeréis!" 49 Respondióle el cortesano: "Señor, baja antes que muera mi hijo." 50 Jesús le dijo: "Ve. tu hijo vive." Creyó este hombre a la palabra que le dijo Jesús y se puso en marcha. 51 Ya bajaba, cuando encontré a algunos de sus criados que le dijeron que su hijo vivía. 52 Preguntóles, entonces, la hora en que se había puesto mejor. Y le respondieron: "Ayer, a la hora séptima, le dejó la fiebre." 53 Y el padre reconoció que ésta misma era la hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive." Y creyó él, y toda su casa. 54 Este fue el segundo milagro que hizo Jesús vuelto de Judea a Galilea.<br />
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Capítulo V<br />
1 Después de esto llegó una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 Hay en Jerusalén, junto a la (puerta) de las Ovejas una piscina llamada en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. 3 Allí estaban tendidos una cantidad de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que aguardaban que el agua se agitase. [4 Porque un ángel bajaba de tiempo en tiempo y agitaba el agua; y el primero que entraba después del movimiento del agua, quedaba sano de su mal, cualquiera que este fuese.] 5 Y estaba allí un hombre, enfermo desde hacia treinta y ocho años. 6 Jesús, viéndolo tendido y sabiendo que estaba enfermo hacía mucho tiempo, le dijo: "¿Quieres ser sanado?" 7 El enfermo le respondió: "Señor yo no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se agita; mientras yo voy, otro baja antes que yo." 8 Díjole Jesús: "Levántate, toma tu camilla y anda." 9 A1 punto quedó sanado, tomo su camilla, y se puso a andar.<br />
Ahora bien, aquel día era sábado: 10 Dijeron, pues, los judíos al hombre curado: "Es sábado; no te es licito llevar tu camilla." 11 El les respondió: "El que me sanó, me dijo: Toma tu camilla y anda." 12 Le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: Toma tu camilla y anda?" 13 El hombre sanado no lo sabía, porque Jesús se había retirado a causa del gentío que había en aquel lugar. 14 Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo: "Mira que ya estas sano; no peques mas, para que no te suceda algo peor." 15 Fuese el hombre y dijo a los judíos que el que lo había sanado era Jesús. 16 Por este motivo atacaban los judíos a Jesús, porque hacia estas cosas en sábado. 17 El les respondió: "Mi Padre continua obrando, y Yo obro también." 18 Con lo cual los judíos buscaban todavía más hacerlo morir, no solamente porque no observaba el sábado, sino porque llamaba a Dios su padre, igualándose de este modo a Dios.<br />
19 Entonces Jesús respondió y les dilo: "En verdad, en verdad, os digo, el Hijo no puede por Sí mismo hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que Este hace, el Hijo lo hace igualmente. 20 Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que El hace; y le mostrara aun cosas más grandes que éstas, para asombro vuestro. 21 Como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo devuelve la vida a quien quiere. 22 Y el Padre no juzga a nadie, sino que ha dado todo el juicio al Hijo, 23 a fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado. 24 En verdad, en verdad, os digo: El que escucha mi palabra y cree a Aquel que me envió, tiene vida eterna y no viene a juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. 25 En verdad, en verdad, os digo, vendrá el tiempo, y ya estamos en él, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y aquellos que la oyeren, revivirán. 26 Porque así como el Padre tiene la vida en Si mismo, ha dado también al Hijo el tener la vida en Sí mismo. 27 Le ha dado también el poder de juzgar, porque es Hijo del hombre. 28 No os asombre esto, porque. vendrá el tiempo en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y saldrán los que hayan hecho el bien, para resurrección de vida; y los que hayan hecho el mal, para resurrección de juicio. 30 Por Mi mismo Yo no puedo hacer nada. juzgo según lo que oigo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 31 Si Yo doy testimonio de Mi mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Pero otro es el que da testimonio de Mi, y sé que el testimonio que da acerca de Mi es verdadero. 33 Vosotros enviasteis legados a Juan, y él dio testimonio a la verdad. 34 Pero no es que de un hombre reciba Yo testimonio, sino que digo esto para vuestra salvación. 35 El era antorcha que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis regocijaros un momento a su luz. 36 Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan, porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, y que precisamente Yo realizo, dan testimonio de Mí, que es el Padre quien me ha enviado. 37 El Padre que me envió, dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante. 38 ni tampoco tenéis su palabra morando con vosotros, puesto que no creéis a quien El envió. 39 Escudriñad las Escrituras, ya que pensáis tener en ellas la vida eterna: son ellas las que dan testimonio de Mi, 40 ¡y vosotros no queréis venir a Mi para tener vida! 41 Gloria de los hombres no recibo, 42 sino que os conozco (y sé) que no tenéis con vosotros el amor de Dios. 43 Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, ¡a ése lo recibiréis! 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, si admitís alabanza los unos de los otros, y la gloria que viene del único Dios no la buscáis? 45 No penséis que soy Yo quien os va a acusar<br />
delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. 46 Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a Mi, pues de Mi escribió El. "Pero si no creéis a<br />
sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?"<br />
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Capítulo VI<br />
1 Después de esto, paso Jesús al otro lado del mar de Galilea, o de Tiberíades. 2 Y le seguía un gran gentío, porque veían los milagros que hacía con los enfermos. 3 Entonces Jesús subió<br />
a la montana y se sentó con sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.<br />
5 Jesús, pues, levantando los ojos y viendo que venía hacia El una gran multitud, dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para que éstos tengan que comer?" 6 Decía esto para ponerlo a prueba, pues El, por su parte, Bien sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: "Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno tuviera un poco." 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, le dijo: 9 "Hay aquí un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto para tanta gente?” 10 Mas Jesús dijo: “Haced que los hombres se sienten." Había mucha hierba en aquel lugar. Se acomodaron, pues, los varones, en número como de cinco mil. 11 Tomo, entonces, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados, y también del pescado, cuanto querían. 12 Cuando se hubieron hartado dijo a sus discípulos: "Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda." 13 Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes, que sobraron a los que habían comido. 14 Entonces aquellos hombres, a la vista del milagro que acababa de hacer, dijeron: "Este es verdaderamente el profeta, el que ha de venir al mundo." 15 Jesús sabiendo, pues, que vendrían a apoderarse de El para hacerlo rey, se alejo de nuevo a la montana, El solo.<br />
16 Cuando llegó la tarde, bajaron sus discípulos al mar. 17 Y subiendo a la barca, se fueron al otro lado del mar, hacia Cafarnaúm, porque ya se había hecho oscuro, y Jesús no había venido aun a ellos. 18 Más se levanto un gran viento y el mar se puso agitado. 19 Y después de haber<br />
avanzado veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús, que caminaba sobre el mar aproximándose a la barca y se asustaron. 20 Pero El les dijo: "No tengáis miedo." 21 Entonces se decidieron a recibirlo en la barca, y en seguida la barca llegó a la orilla, adonde querían ir. 22 Al día siguiente, la muchedumbre que permaneció al otro lado del mar, notó que había allí una sola barca, y que Jesús no había subido en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos. 23 Mas llegaron barcas de Tiberiades junto al lugar donde habían comido el pan, después de haber el Señor dado gracias.<br />
24 Cuando, pues, la muchedumbre vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron en las barcas, y fueron a Cafarnaúm, buscando a Jesús. 25 Y al encontrarlo del otro<br />
lado del mar, le preguntaron: “Rabi, ¿cuándo llegaste acá?" 26 Jesús les respondió y dijo: "En verdad, en verdad, os digo, me buscáis, no porque visteis milagros, sino porque comisteis de los panes y os hartasteis. 27 Trabajad, no por el manjar que pasa, sino por el manjar que perdura para la vida eterna, y que os dará el Hijo del Hombre, porque a Este ha marcado con su sello el Padre, Dios." 28 Ellos le dijeron; "¿Qué haremos, pues, para hacer las obras de Dios?" 29 Jesús, les respondió y dijo: "La obra de Dios es que creáis en Aquel a quien El envió." 30 Entonces le dijeron: "¿Qué milagro haces Tú, para que viéndolo creamos en Ti? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el mana en el desierto, como está escrito: "Les dio de comer un pan del cielo" " 32 Jesús les dijo: "En verdad, en verdad, os digo, Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es Aquel que desciende del cielo y da la vida al mundo." 34 Le dijeron: "Señor, danos siempre este pan." 35 Respondióles Jesús; "Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed. 36 Pero, os lo he dicho; a pesar de que me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que me da el Padre vendrá a Mí, y al que venga a Mí, no lo echaré fuera, ciertamente, 38 porque bajé del cielo para hacer no mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Ahora bien, la voluntad del que me envió, es que no pierda Yo nada de cuanto El me ha dado, sino que lo resucite en el último día. 40 Porque ésta es la voluntad del Pa.dre: que todo aquel que contemple al Hijo y crea en El, tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el ultimo día." 41 Entonces los judíos se pusieron a murmurar contra El, porque había dicho: “Yo soy el pan que bajó del cielo"; 42 y decían: "No es éste Jesús, el Hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo, pues, ahora dice: "Yo he bajado del cielo?" " 43 Jesús les respondió y dijo; "No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a Mi, si el Padre que me envió, no lo atrae; y Yo lo resucitaré en el último día. 45 Está escrito en los profetas: "Serán todos en enseñados por Dios." Todo el que escuché al Padre y ha aprendido, viene a Mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino Aquel que viene de Dios, Ese ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad, os digo, el que cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Los padres vuestros comieron en el desierto el mana y murieron. 50 He aquí el pan, el que baja del cielo para que uno coma de él y no muera. 51 Yo soy el pan, el vivo, el que bajó del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre, y por lo tanto el pan que Yo daré es la carne mía para la vida del<br />
mundo." 52 Empezaron entonces los judíos a discutir entre ellos y a decir: "¿Cómo puede<br />
éste darnos la carne a comer?" 53 Díjoles, pues, Jesús: “En verdad, en verdad, os digo, si no<br />
coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis la sangre del mismo, no tenéis vida en vosotros. 54 El que de Mi come la carne y de Mi bebe la sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día. 55 Porque la carne mía verdaderamente es comida la sangre mía verdaderamente es bebida. 56 EI que de Mí come la carne y de Mi bebe la sangre, en Mi permanece y Yo en él. 57 De la misma manera que Yo, enviado por el Padre viviente, vivo por el Padre, así el que me come, viviré también por Mí. 58 Este es el pan bajado del cielo, no como aquel que comieron los padres, los cuales murieron. El que come este pan vivirá eternamente? 59 Esto dijo en Cafarnaúm, hablando en la sinagoga.<br />
60 Después de haberlo oído, muchos de sus discípulos dijeron: "Dura es esta doctrina: ¿Quién puede escucharla?" 61 Jesús, conociendo interiormente que sus discípulos murmuraban sobre esto, les dijo: ‛‛¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y si viereis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? 63 El espíritu es el que vivifica; la carne para nada aprovecha. Las palabras que Yo os he dicho, son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre vosotros quienes no creen." Jesús, en efecto, sabía desde el principio, quiénes eran los que creían, y quién lo había de entregar. 65 Y agregó: ‛‛He ahí por qué os he dicho que ninguno puede venir a Mí, si esto no le es dado por el Padre." 66 Desde aquel momento muchos de sus discípulos volvieron atrás y dejaron de andar con Él. 67 Entonces Jesús dijo a los Doce: "¿Queréis iros también vosotros?" 68 Simón Pedro le respondió: "Señor ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos<br />
creído Y Sabemos que Tú eres el Santo de Dios." 70 Jesús les dijo: "¿No fui Yo acaso quien os elegí a vosotros los doce? ¡Y uno de vosotros es diablo!" 71 Lo decía por Judas Iscariote, hijo de Simón, pues él había de entregarlo; él, uno de los Doce.<br />
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Comentarios<br />
6. Ese pozo, que aun existe, tiene una profundidad de 32 metros y está situado al sudeste de la ciudad de Nablus, llamada antiguamente Siquem y Sicar. Los cruzados levantaron encima de la fuente una iglesia, cuya sucesora es la iglesia actual que pertenece a los ortodoxos griegos. ¡Fatigado! Es ésta. una de las notas más íntimas con que se aumenta nuestra fe al contacto del Evangelio. !Fatígado! Luego es evidente que el Hijo de Dios podía fatigarse, que se hizo igual a nosotros y que lo hizo por amarnos.<br />
8. El Evangelista quiere advertimos de la delicadeza de Jesús, que no habría descubierto en presencia de ellos la vida intima de esa mujer (cf. v. 18).<br />
9. La intención de la mujer no se ve con certeza, pero si vemos que ella se coloca en la situación humilde de una despreciada samaritana (cf. Ecli. 50, 28 y nota). Esto es lo que hace que Jesús "ponga los ojos en su pcqueñez" (Luc. 1, 48) y le muestre (v. 10) que no es El quien pide, sino quien da. Porque el dar es una necesidad del Corazón divino del Hijo, como lo es del Padre; y por eso Jesús prefiere no a Marta sino a María, la que sabe recibir. Véase Luc. 10, 42; Juan 13. 38 y notas.<br />
10. Si tú conocieras el don de Dios, es decir, no ya sólo las cosas que El te da, empezando por tu propia existencia, sino la donación que Dios te hace de Si mismo, el Don en que el Padre se te da en la Persona de su único Hijo, para que Jesús te divinice haciéndote igual a El o mejor transformándote para que puedas vivir eternamente su misma vida divina la vida de felicidad en el conocimiento y en el amor.<br />
14. No tendrá sed, Etc. Nótese el contraste con lo que se dice de la Sabiduría en Ecli. 24, 29 s. y nota. El que bebe en el "manantial de la divina sabiduría, que es la palabra de Dios" (Ecli. l. 5), calmaré la inquietud de su espíritu atormentado por la sed de la felicidad, y poseeré con la gracia una anticipación de la gloria.<br />
15. La mujer no comprende el sentido, pensando solamente en el agua natural que tenía que sacar del pozo todos los días. Tan sólo por la revelación de sus pecados ocultos viene a entender que Jesús hablaba simbólicamente de un agua sobrenatural, que no se saca del pozo. Jesús, antes de darle el "agua viva", quiere despertar en ella la conciencia de sus pecados y la conduce al arrepentimiento con admirable suavidad. Ya brota la fe en el corazón de la sarnaritana. Lo prueba la pregunta sobre el lugar donde había que adorar a Dios. Los samaritanos creían que el lugar del culto no era ya el Templo de Jerusalén sino el monte Garizim, donde ellos tuvieron un templo hasta el año 131 a. C. Cf. Esdr. 4, 1-5.<br />
21. Ante; de anunciar en el v. 23 el culto esencialmente espiritual, que habría de ser el sello característico de la Iglesia cristiana, Jesús le anuncia aquí la próxima caducidad del culto israelita (cf. Heb. 8, 4 y 13 y notas), y aún quizá también la incredulidad, tanto de los judíos como de los samaritanos. De ahí que, ante el fracaso de unos y otros. le diga: Créeme a Mí. Así viven los hombres también hoy entre opiniones y bandos, todos falaces. Y Jesús sigue diciéndonos, créeme a Mi, único que no te engaña, y Yo te enseñaré, como a esta humilde mujer, lo que agrada al Padre (v. 23), es decir, la sabiduría. Véase Ecli. 1, 34 Y nota.<br />
22. La salvación vieme de las judíos: La nación judía fue hecha depositaria de las promesas de Dios a Abrahán, el "padre de los creyentes", "en quien serán bendecidas todas las naciones de la tierra" (Gen. 18, 18; cf. 3, 17; Rom. 9, 4s.; 11, 17 y 26). El mediador de todas esas bendiciones es Jesus. descendiente de Abrahán por María. Cf. Luc. 1, 32.<br />
23. En espíritus es decir, "en lo mas noble y lo mas interior del hombre (Rom. 8, 5)" (Pirot). Cf. Mat. 22, 37. En verdad, y no con la apariencia, es decir, "con ázimos de sinceridad" (I Cor. 5, 8), y no como aquel pueblo que lo alababa con los labios mientras su corazón estaba lejos de El (Mat. 15, 8), o como los que oraban para ser vistos en las sinagogas (Mat. 6. 5) o proclamaban sus buenas obras (Mat. 6, 2). Desde esta revelación de Jesucristo aprendemos a no anteponer lo que se ve a lo que no se ve (II Cor. 4, 18); a preferir lo interior a lo exterior. lo espiritual a lo material. De ahí que »hoy no sea fácil conocer el verdadero grado de unión con Dios que tiene un alma, y que por eso no sepamos juzgarla (Luc. 6. 41 s. y nota). Porque las almas le agradan según su mayor o menor rectitud y simplicidad de corazón, o sea según su infancia espiritual (Mat. 18, 1ss.). Cf. I Cor. 2, 15.<br />
24. Para ponerse en contacto con Dios, cuya naturaleza es espiritual, el hombre ha de poner en juego todo lo que tiene de semejante a El: toda su actividad espiritual, que se manifiesta en la fe, la esperanza y la caridad (véase 3, 5 y nota; 6, 64). San Juan de la Cruz aprovecha este pasaje para exhortarnos a que no miremos en que el lugar para orar sea de tal o cual comodidad, sino al recogimiento interior, "en olvido de objetos y jugos sensibles". En efecto, si Dios es espíritu ¿qué pueden importarle, en sí mismas las cosas materiales? "¿Acaso he de comer Yo la carne de los toros?", dice El, refiriéndose a las ofrendas que se le hacen (S, 49. 13 ss.). Lo que vale para El es la intención, a tal punto que, según Santa Gertrudis, Jesús le reveló que cada vez que deseamos de veras hacer algo por darle gusto al Padre o a El, aunque no podamos realizarlo, vale tanto como si ya lo hubiéramos hecho; y eso lo entenderá cualquiera, pues el que ama no busca regalos por interés, y lo que aprecia es el amor con que están hechos.<br />
28. Dejando su cántaro: detalle elocuente que muestra cómo el fervor del interés por Cristo le hiso abandonar toda. preocupación temporal. Ni siquiera se detiene en saludar a los recién llegados (cf. Luc. 10. 4). Ella tiene prisa por comunicar a los de su pueblo (cf. Luc. 8, 39) las maravillas que desbordaban de su alma después de escuchar a Jesús (véase Hech. 4, 20). Los frutos de este fervor apostólico se ven en el v. 39.<br />
34. Esa obra, que consiste en darnos a conocer al Padre (1, 18) es la que Jesús declara cumplida en 17, 4. S. Hilario hace notar que ésta fue la obra por excelencia. de Cristo.<br />
35. Levantad vuestros ojos: Era ésa la fértil llanura dada por Jacob a su hijo José, figura de Cristo (v. 5). Se refiere ahora a los samaritanos que vienen en su busca, guiados por la mujer, mostrando que la semilla esparcida en el pueblo de los samaritanos, tan despreciado por los judíos, ya daba fruto. Samaria fue la primera ciudad en que, después de Jerusalén, se formó una comunidad numerosa de cristianos (Hech.<br />
cap. 8 .<br />
39. Cuanto he hecho: la samaritana, conquistada por la gracia de Jesús, no vacila en hacer humildemente esta alusión a sus pecados. Sus oyentes, que la conocían, se sienten a su vez conquistados por tan indiscutible prueba de sinceridad.<br />
41 s. He aquí señalada la. eficacia. de esas palabras de Jesús de las cuales podemos disfrutar nosotros también en el Evangelio (I Juan 1, 3).<br />
44. Véase sobre esta Luc. 4, 14 ss.<br />
48. Los milagros confirman la. autoridad del que predica (Marc. 16, 20); con todo, no son necesarios ni suficientes para engendrar por si mismos la fe (2, 23 ss.; 12, 37 ss.), Ella viene de prestar asentimiento a la palabra de Jesucristo (Rom. 10, 17), explotando el "afecto de credulidad" (Denz. 178) que Dios pone en nosotros. Cf. 7, 17 y nota.<br />
50. Este acto de fe cn la palabra de Jesús fue precursor de su conversión, referida en el v. 53.<br />
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1 s. Según admiten muchos (Lagrange, Joiwn, Olivier, Pirot, etc.), el cap. 5 debe ponerse después del cap. 6. Una: fiesta: (varios meses, quizás de antes de la inversión de los capítulos, dice la fiesta): la Pascual, de la cual en 6, 4 se dice que esta próxima.<br />
Sería la segunda Pascua de Jesús en Jerusalén. Para la primera, cf. 2, 13 y 23; para la. tercera y última, cf. 12. 1.<br />
4. La mayoría de los exegetas niega autenticidad e este v., ausente de los mejores testigos griegos. Algunos desconocen también el final del v. 3 sobre la agitación del agua, si bien ésta podría deberse a un carácter termal (Durand) u otra causa natural. El milagro singular aquí señalado seria único en la Biblia (Prat).<br />
14. El caso parece distinto del de 9, 3. Cf. nota.<br />
17. Continúa obrando: aún en sábado. Sí Dios no obrase sin cesar, la creación volvería a la nada (S. 103. 29 y nota). Así también obra constantemente el Verbo, por quien el Padre lo hace todo (1, 3)<br />
22 A Jesús le corresponde ser juez de todos los hombres, también por derecho de conquista; porque nos redimió a todos con su propia Sangre (Hech 10, 42; Rom. 14, 9; II Tim 4, 8; I Pedro 4, 5 s.) Entretanto Jesús nos dice aquí que ahora ni el Padre juzga a nadie ni El tampoco (8, 15), pues no vino a juzgar sino a salvar (3, 17M 12, 47). Es el "año de la misericordia" que precede "al día de al venganza" (Luc. 4, 19; Is. 61, 1 ss.)<br />
24 Véase 6, 40 y nota. No viene a juicio: "Algunos de los buenos se salvarán y no serán juzgados, a saber: los pobres en espíritu, pues aún ellos juzgarán a los demás" (Catecismo Romano. Expos. del Símbolo según Santo Tomás, Art VII, 1) Cf. Mat. 19, 28; I Cor 6, 2 s. y nota.<br />
25. Cf. v. 28; II Tim 4, 1 y nota<br />
30. Continúa el pensamiento del v. 19. La justicia está en pensar, sentir y obrar como Dios quiere. Tal fue el sumo anhelo de Jesús, y así nos lo dice en 4, 34; 17, 4, etc.<br />
31 ss. Vale la pena detenerse en comprender bien lo que sigue, pues en ello está toda la "apologética" del Evangelio, o sea los testimonios que invocó el mismo Jesucristo para probar la verdad de su misión. El "Otro" (v. 32) es el Padre.<br />
33. Este fue enviado (1, 6 ss.) como último profeta del Antiguo Testamento (Mat 11, 13) para dar testimonio del Mesías a Israel (1, 15; 3, 26-36; Mat 3, 1 ss.; Marc 1, 12 ss.; Luc 3, 13 ss)<br />
34 ss. Con ser Juan tan privilegiado (Mat 11, 11), el Señor quiere mostrarnos aquí que el Precursor no era sino un momentáneo reflejo de la luz (1, 8). Vemos aquí una vez más que no hemos de poner de un modo permanente nuestra admiración en hombre alguno ni someter el testimonio de Dios al de los hombres sino a la inversa (cf. Hech 4, 19; 5, 29; 17, 11). Por donde se ve que es pobre argumento para Jesús el citar a muchos hombres célebres que hayan creído en El. Porque si eso nos moviera, querría decir que atendíamos más a la autoridad de aquellos hombres que a los testimonios ofrecidos por el mismo Jesús. Cf. v. 36 ss. y notas.<br />
36 ss. He aquí el gran testimonio del Hijo: su propio Padre que lo envió y que lo acreditó de mil maneras. Vemos así como el Evangelio se defiende a sí mismo, pues en él hallamos las credenciales que el Padre nos ofrece sobre Jesús, con palabras que tienen virtud sobrenatural para dar la fe a toda alma que no la escuche con doblez. Véase 4, 48; 7, 17; S 92, 5 y notas. Este pasaje condena todo esfuerzo teosófico. San Juan nos dice que nadie vio nunca a Dios, y que fue su Hijo quien lo dio a conocer (1, 18), de modo que en vano buscaría el hombre el trato de Dios si El no hubiese tomado la iniciativa de darse a conocer al hombre mediante la Palabra revelada de sus profetas y de su propio Hijo. Véase 7, 17 y nota; Hebr 1, 1, ss.<br />
39. Véase v. 46. Con esto recomienda el Señor mismo, como otro testimonio, la lectura de les libros del Antiguo Testamento. Quien los rechaza no conoce las luces que nos dieron los Profetas sobre Cristo. "En el Antiguo Testamento está escondido el Nuevo, y en el Nuevo se manifiesta el Antiguo" (S. Agustín). "Los libros del Antiguo Testamento son palabra de Dios y parte orgánica de su revelaci6n." (Pío XI).<br />
41. No recibo, esto es (como en el v. 34): no os digo esto porque tenga nada que ganar con vuestra adhesión, sino que os desenmascaro porque conozco bien vuestra hipocresía.<br />
42. No tenéis: en vosotros el amor de Dios. Es decir, que. como observa S. Ireneo, el amor acerca a Dios más que la pretendida sabiduría y experiencia, las cuales son compatibles (come aquí vemos) con la blasfemia y la enemistad con Dios.<br />
43. La historia rebosa de comprobaciones de esta dolorosa realidad. Los falsos profetas se anuncian a sí mismos y aún admirados sin mas credenciales que su propia suficiencia. Los discípulos de Jesús, que hablan en nombre de El, son escuchados por pocos. como pocos fueron los que escucharon a Jesús. el enviado del Padre. Véase Mat. 7, 15 y nota. Suele verse aquí una profecía de la aceptación que tendrá<br />
el Anticristo como falso Mesías. Cf. Apoc. 13.<br />
44. Es impresionante la severidad con que Jesús niega aquí la fe de los que buscan gloria humana. Cf. 3, 30; Luc. 6, 26; Gal. 1, 10; S. 52, 6.<br />
46 s. De Mi escribió él: "En cuanto al Salvador del género humane, nada existe sobre El tan fecundo y tan expresivo como los textos que encontramos en toda la Biblia, y San Jer6nimo tuvo razón de afirmar que "ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo" (Leon XIII, Enc. "Providentissimus Dcus"), Esta notable cita de San Jerónimo se encuentra repetida por Benedicto XV en la Encíclica "Spiritus Paraclitus" y también por Pío XII en la Encíclica. "Divino Afflante Spiritu". No podemos, pues, mirarla como una simple referencia literaria sino que hemos de meditar toda su gravedad. ¿Acaso pretendería alguien salvarse sin conocer al Salvador?" ;Cómo creeréis a mis palabras? Argumento igual al del v. 44 y que se aplica con mayor razón aún a les que ignoran voluntariamente las propias palabras de Cristo. Cf. 12, 48<br />
y nota.<br />
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1. Después de esta. Véase 5, 1 y neta sobre el orden invertido de les capítulos.<br />
5. La multiplicación de los panes. Cf. Mat. 14, 13 ss.; Marc. 6, 34 ss.; Luc. 9, 10 ss., sirve de introducción al gran discurso sobre el pan de vida (v. 24).<br />
11. Jesús da gracias al Padre anticipadamente (cf. 11, 41 s.), a fin de referirle a El la gloria del milagro. "Por El y con E1 y en El te es dado a Ti, oh Padre omnipotente, en la unidad del Espiritu Santo, todo honor y gloria" (Canon de la Misa).<br />
12. La importancia de esta operación, destinada a grabar en la memoria de los discípulos la magnitud del prodigio, se puede apreciar en Marc. 8, 17-21 y en Mat. 16. 8-10.<br />
13. En Mat. 14, 13-21; Marc. 6, 31-44; Luc. 9, 10-17, se dan mayores detalles.<br />
14. Véase 11, 27. El profeta, esto es, el Mesías Rey. Así lo entiende Jesús en el vers. 15. Cf. Mat. 21. 11.<br />
15. Solo una vez Jesús se dejo aclamar por Rey: fue el Domingo de Ramos (cf. 12, 12 s. y nota). Bien sabía nuestro Salvador que había de prevalecer en el pueblo el sentir hostil hacia el de los jefes de la nación y que la afirmación de su realeza sobre Israel, anunciada por el ángel a María como una realidad futura, sería el capitulo principal de su acusación por los judíos cuando éstos le hiciesen comparecer ante el gobernador romano (Luc. 1, 32;2 ).<br />
21. En seguida llegaron, aunque no habían recurrido sino la mitad del camino (v. 19). que fue la que recorrió Jesús caminando sobre las aguas, teniendo el lago un ancho de I0 a 13 kms. Notable episodio en que se ve que el miedo les había impedido aceptar a Jesús (cf. Luc. 8, 37). Cuando le perdemos el miedo y lo recibimos en nuestra navecilla llegamos felizmente al puerto (S. Beda).<br />
26. Desecharon en el milagro la evidencia, negándose a ver en Jesús a un enviado de Dios, con derecho como tal a ser escuchado. Le buscan como dispensador de bienes, mas no espirituales sino temporales.<br />
27. Pirot recuerda aquí el agua viva que ofreció a la Samaritana en 4, 13. Cf. v. 35. El sello del Padre son esos milagros que dan fe de la misión de Jesús (3. 33) y que El prodiga con una bondad que no puede ser sino divina. Cf. Mat. 11. 4-6.<br />
29. Le preguntan por las obras El señala la obra por excelencia: la obra interior que consiste en creer recta y plenamente. La fe es también la obra de Dios en el sentido de que es El quien nos atrae (6, 44 y 66).<br />
30. ¿Qué milagro haces? Asombrosa ceguera y mala fe de los fariseos que hacen tal pregunta cuando acaban de comer el pan milagrosamente multiplicado por Jesús,<br />
31. Véase Ex. 16, 15-16; S. 77, 25 s.; I Cor. 10, 3.<br />
32 s. El "Don perfecto” por excelencia (cf. Sant. 1, 17) es el que ese Padre nos hizo de su Hijo muy amado (cf. 3, 16), el verdadero "pan del cielo", que nos imparte la. vida y la sustenta con el pan de su palabra (v. 63) y con su carne hecha pan supersubstancial (v. 51; Luc. 11, 3).<br />
33. Pan de Dios: De esta: sublimes palabras viene la expresión popular que suele aplicarse para decir que alguien es muy bueno. Pero ¿cuántos piensan en aplicarla a la bondad del unico a quicn esas palabras corresponden? (Mat. 19, 16). Desciende del cielo: Nótese aquí, como en los v. 38 y 42, que Jesús es el único Hombre que se ha atrevido a atribuirse un origen celestial y a sostener su afirmación hasta la muerte. Cf. 3, 13; 8, 23 y 38 ss.<br />
34. Siguen creyendo que Jesús habla del pan multiplicado que ellos comieron. No acaban nunca de abrir su entendimiento y su corazón a la fe, como Jesús se lo reprocha en el v. 36.<br />
35. Aquí declara el Señor que El mismo es el "pan de vida" dado por el Padre (v. 32). Más tarde habla del pan eucarístico que dará el mismo Jesús para la vida del mundo (v. 51).<br />
37. Sobre la iniciativa del Padre en la salvación, véase Rom. 10, 20; Denz. 200. La promesa que aquí nos hace Jesús, de no rechazar a nadie, es el más precioso aliento que puede ofrecerse a todo pecador arrepentido, Cf. en 5, 40 la queja dolorosa que El deja escapar para los que a pesar de esto desoyen su invitación. Cf. 17, 10 y mota.<br />
38. El Hijo de Dios se anonadé a Si mismo, como ocultando su divinidad (véase Filip. 2, 7s. y nota) y se empeñó en cumplir esa voluntad salvífica del Padre, aunque ese empeño le costase la muerte de cruz. Cf. Mat. 26, 42 y nota.<br />
39. Lo resucite: "Para saber si amamos y apreciamos el dogma de la resurrección -dice un autor- podemos preguntarnos qué pensaríamos si Dios nos dijese ahora que el castigo del pecado, en vez del infierno eterno, seria simplemente el volver a la nada, es decir, quedarnos sin resurrección del cuerpo ni inmortalidad del alma, de modo que todo se acabara con la muerte. Si ante semejante noticia sintiéramos una impresión de alivio y comodidad. querría decir simplemente que envidiamos el destino de los animales, esto es, que nuestra fe está muerta en su raíz, aunque perduren de ella ciertas manifestaciones exteriores. Mucho me temo que fuese aterrador el resultado de una encuesta que sobre esto se hiciese entre los que hoy se llaman cristianos". Véase lo que a este respecto profetiza el mismo Jesús en Lucas 18. 8.<br />
40. He aquí el plan divino: Jesús, el Mediador, es el único camino para ir al Padre. Es decir que, viéndolo y estudiándolo a El, hemos de creer en el Padre (5, 24), del cual Cristo es espejo perfectísimo (14, 9; Hebr. 1, 3). Sólo ese Hijo puede darnos exacta noticia del Padre, porque s6lo El lo vio (1, 18; 3, 32; 6, 46), y la gloria del Padre consiste en que creamos a ese testimonio que el Hijo da de E1 (v. 29), a fin de que toda glorificación del Padre proceda del Hijo (14, 13). Véase atentamente 12, 42-49 y notas.<br />
41. Nótese, como siempre, la ingratitud con que responden los hombres a las maravillosas revelaciones que Jesús acaba de hacerles. Véase v. 34 y nota.<br />
44 s. Cf. Is. 54. 13; Jer. 31, 33-34; Mat 16. 17. Es decir que Dios nos atrae infaliblemente hacia Jesús (si bien, domo dice S. Agustín, no contra nuestra voluntad). Es el misterio del amor del Padre al Hijo. El Padre esta engendrando eternamente al Hijo, el cual es todo su tesoro (Mat. 17, 5); no obstante ello fue el mismo Padre quien nos lo dio, lo cual hace aun mas asombrosa esa bondad. justo es entonces que el Padre sea el solo Dispensador de su Hijo y Enviado, infundiendo a los que El elige, el Espíritu Santo<br />
(Luc. 11, 13). que es" quien nos lleva a Jesús. Cf. 14, 23.<br />
46. Esto es: al hablar (en el v. 45) de los que han "escuchado" al Padre, no digo que lo hayan visto directamente, como me ven a Mi, sino que el Padre habla por boca del Hijo, como se vio en el v. 40 y nota.<br />
51. Hasta aquí Jesús se ha dado a conocer como el Pan de vida. En este v. se llama el Pan vivo, y en vez de qua baja (v. 50) dice que bajó. Pirot anota a este respecto: "La idea general que sigue inmediatamente en la primera parte del v.: Si uno come de este pan vivirá para siempre -repetición en positivo de lo que se dice negativamente en el v. 50- podría aún, en rigor, significar el resultado de la adhesión a Cristo por la fe. Pero el final del v.: y el pan que Yo daré es mi carne... para vida del mundo introduce manifiestamente una nueva idea. Hasta ahora el pan de vida era dado. en pasado, por el Padre, A partir de ahora, será dado, en el futuro, por el Hijo mismo. Además, el pan que hasta aquí podía ser tomado en un sentido metafórico espiritual, es identificado a la<br />
carne en Jesús (carne como en 1, 14, más fuerte que cuerpo)... La única dificultad que aun provoca el v. es la de saber si el ultimo miembro: para la vida del mundo se refiere al pan o a la carne. La dificultad ha sido resuelta en el primer sentido por algunos raros manuscritos intercalando la frase en cuestión inmediatamente después de daré: el pan que Yo daré para la vida del mundo es mi carne. Pero la mesa de los manuscritos se pronuncia por el segundo sentido. No parece, pues, dudoso que Juan haya querido establecer la identidad existente entre el pan eucarístico y la carne de Cristo en su estado de Victima inmolada por el mundo". El mismo autor cita luego como acertada la explicación del P. Calmes, según el cual en esa frase "se hallan confundidas la predicción<br />
de la Pasión y la promesa del pan eucarístico, y esto sin que baya equivoco, pues la Eucaristía es, al mismo tiempo que un sacramento, un verdadero sacrificio, un memorial de la muerte de N. S. J.". Cf. Ef. 2, 14; Hebr. 10, 20.<br />
54. Por cuarta vez Jesús promete juntamente la vida del alma y la resurrección del cuerpo. Antes hizo esta promesa a los creyentes; ahora la confirma hablando de la comunión eucarística. Peligra, dice S. Jerónimo, quien se apresura a llegar a la mansión deseada sin el pan celestial. La Iglesia prescribe la comunión pascual y recomienda la comunión diaria. ¿Veríamos una carga en este don divino? "La Iglesia griega se ha sentido autorizada por esto para dar la Eucaristía a los niños de primera edad. La Iglesia latina exige la edad de discreción. Puede apoyarse en una razón muy fuerte. Jesús recuerda que el primer movimiento hacia Él se hace por la fe (vv. 35, 45, 57)" Pirot. Cf. 4, 10 ss. El verbo comer que usa el griego desde aquí ya no es el de antes: estío sino trogo, de un realismo aún más intenso, pues significa literalmente masticar, como dando la idea de una retención (cf. v. 27, Luc. 2, 19 y 51). En el v. 58 contrastan ambos verbos; uno en pretérito: éfagon y otro en presente: trogon.<br />
57. El que me come: aquí y en el v. 58 vuelve a hablar de Él mismo como en el v. 50. Vivirá por Mí: de tal manera que vivamos en Él y Él en nosotros; como lo revela el v. anterior. Cf. 1. 16; Col. 2, 9; véase la "Secreta" del Domingo XVIII p. Pentecostés. S. Cirilo de Alejandría compara esta unión con la fusión en una de dos velas de cera bajo la acción del fuego: ya no formarán sino un Solo cirio. Cf. I Cor. 10, 17. Nótese que Cristo se complace amorosamente en vivir del Padre, como de limosna, no obstante haber recibido desde la eternidad el tener la vida en Sí mismo (5, 26). Y esto nos lo enseña para movernos a que aceptemos aquel ofrecimiento de vivir de Él totalmente, como Él vive del Padre, de modo que no reconozcamos en nosotros otra vida que esta vida plenamente vivida que Él nos ofrece gratuitamente. Es de notar que por el Padre y por Mí pueden también traducirse para el Padre y para Mí. S, Agustín y Sto. Tomás admiten ambos sentidos y el último parece apoyado por el verbo viviirá, en futuro (Lagrange). ¡Vivir para Aquel que muriendo nos dio vida divina, como Él vivió para el Padre que engendrándolo se la da a Él! "El que así no vive: ¿lo habrá acaso comido espiritualmente?‛ Véase v, 63; II Cor. 5, 15; I Tes. 5, 10; Gål. 2. 20; cf. Hech. 17, 28; Rom. 14, 8; II Cor. 4. 11; 6. 9; I Juan 4. 9.<br />
59. He aquí, pues, las maravillas de la comunión explicadas por el mismo Jesús: nos da vida eterna (v. 50, ss y 59) y resurrección gloriosa (55), Siendo una comunidad "comunión" de vida con Jesús (57) que nos hace vivir su propia vida como Él vive la del Padre (58). 60. Por no haber abierto sus almas a la inteligencia espiritual del misterio.- incurren en el sarcasmo de llamar "dura" la doctrina más tierna que haya sido revelada a los hombres. Cf. v. 41 y nota.<br />
61. Véase Luc. 20, 17 S., donde el Maestro manso y humilde de corazón es llamado por el mismo Dios "piedra de tropiezo", o sea de escándalo. Cf. Luc. 2, 34; Rom. 9, 32 s., etc. El mismo Jesús dijo muchas veces que los hombres, y también sus discípulos, se<br />
escandalizarían, de Él y de su doctrina, cuya generosidad sobrepasa el alcance de nuestro mezquino corazón (cf. Mat. 1l, 6 y nota). De allí la falta de fe que Él señala y reprocha en los v. 36 y 64.<br />
62. Subir: en el misterio de la Ascensión lo verán volver al cielo y ya No Se escandalizarán (cf. v. 41 S.) de que se dijese bajado del cielo (v. 33, 46, 50 S., 58), ni podrán creer que les ha hablado de comerlo como los antropófagos (cf. v. 52).<br />
63. La carne para nada aprovecha: Enseñanza tan enorme y preciosa como poco aprovechada. Porque es difícil de admitir para el que no ha hecho la experiencia y para el que no escucha a Jesús como un niño, que acepta sin discutirle al Maestro. Quiere decir que "la carne miente", porque lo tangible y material se nos presenta como lo más real y positivo, y Jesús nos dice que la verdadera realidad está en el espíritu, que no se ve (cf. II Cor. 4, 18). El hombre "prudente" piensa que las palabras son humo y ociosidad.<br />
Quiere "cosas y no palabras". Jesús reivindica aquí a la palabra -no la humana pero si la divina- mostrándonos que en ella se esconde la vida, porqué Él es a un tiempo la vida y la Palabra: el Verbo. Véase 1, 4; 14, 6. Por eso S. Juan lo llama el Verbo de la vida (I. Juan 1, 1). Y de ahí que no solamente la Palabra es fuente de obras buenas (II Tim. 3, 16 s.). sino que el estar oyéndolo a Él y creyéndole es "la obra" por antonomasia (v. 29), la mejor parte (Luc. 10, 42), la gran bienaventuranza (Luc. 11, 28).<br />
65. Véase los vers. 44 Y 64.<br />
68 ss. Los apóstoles (con excepción de Judas Iscariote, que más tarde fue el traidor) sostuvieron esta vez gloriosamente la prueba de su fe. Pedro habla aquí. como en otros casos, en nombre de todos (14, 27; Mat. 6, 16). El Santo de Dios; véase Luc. 1, 35.<br />
70. Jesús entrega a nuestra meditación esta sorprendente y terrible verdad de que el hecho de ser auténticamente elegido y puesto por Él no impide ser manejado por Satanás.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-15245530897953660812012-08-29T13:12:00.001-07:002012-08-29T13:12:44.095-07:00Evangelio según San Juan caps. 1, 2, 3<br />
Capítulo I<br />
1 En el principio el Verbo era, y el Verbo era junto a Dios, y el Verbo era Dios. 2 El era, en el principio, junto a Dios: 3 Por Él, todo fue hecho, y Sin Él nada se hizo de lo que ha sido hecho. 4 En Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5Y la luz luce en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. 6 Apareció un hombre, enviado de Dios, que Se llamaba Juan. 7 Él vino como testigo, para dar testimonio acerca de la luz, a fin de que todos creyesen por Él. 8 Él no era la luz, sino para dar testimonio acerca de la luz. 9 La verdadera luz, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 Él estaba en el mundo; por Él, el mundo había sido hecho, y el mundo no lo conoció. 11 Él vino a lo suyo, y los suyos no lo recibieron. 12 Pero a todos los que lo recibieron, les dio el poder de llegar a Ser hijos de Dios: a los que creen en su nombre. 13 Los cuales no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni de voluntad de varón, Sino de Dios. 14 Y el Verbo Se hizo carne, y puso su morada entre nosotros -y nosotros vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre- lleno de gracia y de verdad.<br />
15 Juan da testimonio de él, y clama: "De Éste dije yo: El que viene después de mí, se me ha adelantado porque El existía antes que yo." 16 Y de su plenitud hemos recibido todos, a saber, una gracia correspondiente a su gracia. 17 Porque la Ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad han venido por Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el Dios, Hijo único, que es en el seno del Padre, Ése le ha dado a<br />
conocer.<br />
19 Y he aquí el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron a él, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas para' preguntarle: "¿Quién eres tú?" 20 Él confesó y no negó; y confesó: "Yo no soy el Cristo." 21 Le preguntaron: "¿Entonces qué? Eres tú Elías?" Dijo: ‛‛No Io soy."<br />
"¿Eres el Profeta?’ Respondió: "No." 22 Le dijeron entonces: "¿Quién eres tú? para que demos una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?" 23 Él dijo: "Yo Soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías." 24 Había también enviados de entre los fariseos. 25 Ellos le preguntaron: ‛‛¿Por qué, pues, bautizas, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?" 26 Juan les respondió: "Yo, por mi parte, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis, 27 que viene después de mí, y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su Sandalia." 28 Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.<br />
29 Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: "He aquí el cordero de Dios, que lleva el pecado del mundo. 30 Éste es Aquel de quien yo dije: En pos de mí viene un varón que me ha tomado la delantera, porque Él existía antes que yo, 31 Yo no lo conocía, mas yo vine a bautizar en agua, para que Él sea manifestado a Israel." 32 Y Juan dio testimonio, diciendo: "He visto al Espíritu descender como paloma del cielo, y se posó sobre Él. 33 Ahora bien, yo<br />
no lo conocía, pero El que me envió a bautizar con agua, me había dicho: "Aquel sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre Él, Ése es el que bautiza en Espíritu Santo," 34 Y<br />
bien: he visto, y testifico que Él es el Hijo de Dios."<br />
35 Al día siguiente, Juan estaba otra vez allí, como también dos de sus discípulos; 36 y fijando su mirada sobre Jesús que pasaba, dijo: "He aquí el Cordero de Dios." 37 Los dos discípulos, oyéndolo hablar (así), siguieron a Jesús. 38 Jesús, volviéndose y viendo que lo seguían, les dijo: "¿Qué queréis?" Le dijeron: ‛Rabí -que se traduce: Maestro-, ¿dónde moras?" 39 Él les dijo: ‛‛Venid y veréis." Fueron entonces y vieron dónde moraba, y se quedaron con El ese día. Esto pasaba alrededor de la hora décima.<br />
40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído ( la palabra) de Juan y que habían seguido (a Jesús). 41 El encontró primero a su hermano Simón y le dijo: "Hemos hallado al Mesías -que se traduce: "Cristo." 42 Lo condujo a Jesús, y Jesús poniendo sus ojos en él, dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan: tú te llamarás Kefas -que se traduce: Pedro-." 43 Al día siguiente resolvió partir para Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: ‛‛Sígueme." Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo: "A Aquel de quien Moisés habló en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: es Jesús, hijo de José, de Nazaret." 46 Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Felipe le dijo: "Ven y ve." 47 Jesús vio a Natanael que se le acercaba, y dijo de él: "He aquí, en verdad, un israelita sin doblez." 48 Díjole Natanael: "¿De dónde me conoces?" Jesús le respondió: "Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas bajo la higuera te vi." 49 Natanael le dijo: "Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tu eres el Rey de Israel." 50 Jesús le respondió: "Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees. Verás todavía más." 51 Y le dijo: "En verdad, en verdad os digo: Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre."<br />
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Capítulo II<br />
1 Al tercer día hubo unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2 Jesús también fue invitado a estas bodas, como asimismo sus discípulos. 3 Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino." 4 Jesús le dijo: ‛‛¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer? Mi hora no ha venido todavía." 5 su madre dijo a los sirvientes: "Cualquier cosa que Él os diga, hacedla.” 6 Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, que contenían cada una dos o tres metretas. 7 Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua"; y las llenaron hasta arriba, 8 Entonces les dijo: "Ahora sacad y llevad al maestresala"; y le llevaron. 9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, cuya procedencia ignoraba -aunque la conocían los sirvientes que habían sacado el agua-, llamó al novio 10 y le dijo: "Todo el mundo sirve primero el buen vino, y después, cuando han bebido bien, el menos bueno; pero tú has conservado el buen vino hasta este momento." 11 Tal fue el comienzo que dio Jesús a sus milagros, en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él,<br />
12 Después de esto descendió a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y se quedaron allí no muchos días. 13 La Pascua de los judíos estaba próxima, y Jesús subió a Jerusalén. 14 En el Templo encontró a los mercaderes de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados (a sus mesas:). 15 Y haciendo un azote de cuerdas, arrojó del Templo a todos, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. 16 Y a los vendedores de palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre un mercado," 17 Y sus discípulos se acordaron de que está escrito: "El celo de tu Casa me devora.” 18 Entonces los judíos le dijeron: ‛‛¿Qué señal nos muestras, ya que haces estas cosas?” 19 Jesús les respondió: "Destruid este Templo, y en tres días Yo lo volveré a levantar." 20 Replicáronle los judíos: "Se han empleado cuarenta y seis años en edificar este Templo, ¿y Tú, en tres días lo volverás a levantar?" 21 Pero El hablaba del Templo de su cuerpo. 22 Y cuando hubo resucitado de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto, y creyeron a la Escritura y a la palabra que Jesús había dicho.<br />
23 Mientras Él estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía. 24 Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque a todos los conocía, 25 y no necesitaba de informes acerca del hombre, conociendo por sí mismo lo que hay en el hombre<br />
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Capítulo III<br />
1 Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo principal entre los judíos. "Vino de noche a encontrarle y le dijo: "Rabí, sabemos que has venido de arte de Dios, como maestro, porque<br />
nadie puede hacer los milagros que Tú haces, Si Dios no está con él." 3 Jesús le respondió: "En verdad, en verdad, te digo, si uno no nace de lo alto, no puede ver el reino de Dios." 4 Nicodemo le dijo: "¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede acaso entrar en el seno de su madre y nacer de nuevo?" 5 Jesús le respondió: "En verdad, en verdad, te digo, Si uno no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos. 6 Lo nacido de la<br />
carne, es carne; y lo nacido del espíritu, es espíritu. 7 No te admires de que te haya dicho: "Os es necesario nacer de lo alto." 8 El viento sopla donde quiere; tú oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni adónde va. Así acontece con todo aquel que ha nacido del espíritu." 9 A lo cual Nicodemo le dijo: "¿Cómo puede hacerse esto?" 10 Jesús le respondió: "¿Tú eres el doctor de Israel, y no entiendes esto? 11 En verdad, en verdad, te digo: nosotros hablamos lo que sabemos, y atestiguamos lo que hemos, visto, y vosotros no recibís nuestro testimonio.12 Si cuando os digo las cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al Cielo, sino Aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre. 14 Y como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, 15 Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna."<br />
16 Porque así amó Dios al mundo: hasta dar su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo por Él sea salvo. 18 Quien cree en, Él, no es juzgado, mas quien no cree, ya esta juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo. único de Dios. 19 Y éste es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y los hombres han amado más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo el que obra mal, odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas. 21 Al contrario, el que pone en práctica la verdad, viene a la luz, para que se vea que sus obras están hechas en Dios.<br />
22 Después de esto fue Jesús con sus discípulos al territorio de Judea y allí se quedó con ellos, y bautizaba. 23 Por su parte, Juan bautizaba en Ainón, junto a Salim, donde había muchas aguas, y se le presentaban las gentes y se hacían bautizar; 24 porque Juan no había sido todavía aprisionado. 25 Y algunos discípulos de Juan tuvieron una discusión con un judío a propósito de la purificación. 26Y fueron a Juan, y le dijeron: "Rabí, Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tu diste testimonio, mira que también bautiza, y todo el mundo va a Él." 27 Juan les respondió: "No puede el hombre recibir nada, Si no le fuere dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que yo he dicho: "No soy yo el Mesías, sino que he sido enviado delante de Él." 29 El que tiene la esposa, es el esposo. El amigo del esposo, que está a su lado y le oye, experimenta una gran alegría con la voz del esposo. Esta alegría, que es la mía, está, pues, cumplida. 30 Es necesario que Él crezca y que yo disminuya. 31 El que viene de lo alto, está por encima de todos. Quien viene de la tierra, es terrenal y habla de lo terrenal. Aquel que viene del cielo está por encima de todos. 32 Lo que ha visto y oído, eso testifica, ¡y nadie admite su testimonio! 33 Pero el que acepta su testimonio ha reconocido auténticamente que Dios es veraz. 34 Aquel a quien Dios envió dice las palabras de Dios; porque Él no da con medida el Espíritu. 35 El Padre ama al Hijo y le ha entregado pleno poder. 36 Quien cree al Hijo tiene vida eterna; quien no quiere creer al Hijo no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él."<br />
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Comentarios<br />
1 ss. Juan es llamado el águila entre los evangelistas, por la sublimidad de sus escritos, donde Dios nos revela los más altos misterios de lo sobrenatural. En los dos primeros versos el Águila gira en turno a la eternidad del Hijo (Verbo) en Dios. En el principio: Antes de la creación, de toda eternidad, era ya el Verbo; y estaba con su Padre (14, 10 S.) Siendo Dios como Él. Es el Hijo Unigénito, igual al Padre, consubstancial al Padre, coeterno con Él, Omnipotente, Omnisciente, infinitamente bueno, misericordioso, Santo y justo como lo es el Padre, quien todo lo creó por medio de Él (v. 3).<br />
5. No la recibieron: Sentido que concuerda con los vv. 9 ss.<br />
6. Apareció un hombre: Juan Bautista. Véase v. 15 y 19 ss.<br />
9. Aquí comienza el evangelista a exponer el misterio de la Encarnación, y la trágica incredulidad de Israel, que no lo conoció cuando vino para ser la luz del mundo (1, 18; 3, 13). Venía: Así también Pirot. Literalmente: estaba viniendo (én erjómenon). Cf. 11, 27 y nota.<br />
12. Hijos de Dios: "El misericordiosísimo Dios de tal modo amó al mundo, que dio a su Hijo Unigénito (3, 16); Y el Verbo del Padre Eterno, con aquel mismo único amor divino, asumió de la descendencia de Adán la naturaleza humana, pero inocente y exenta de toda mancha, para que del nuevo y celestial Adán se derivase la gracia del Espíritu Santo a todos los hijos del primer padre" (Pio XII, Encíclica sobre el Cuerpo Místico).<br />
13. Sino de Dios: Claramente se muestra que esta filiación ha de ser divina (cf. Ef. 1, 5 y nota), mediante un nuevo nacimiento (3, 3ss.), para que no se creyesen tales por la Sola descendencia carnal de Abrahán. Véase 8, 3059.<br />
14. Se hizo carne: E1 Verbo que nace eternamente de] Padre se dignó nacer, como hombre, de la Virgen María, por voluntad del Padre y obra del Espíritu Santo (Luc. 1, 35). A su primera naturaleza, divina, se añadió la segunda, humana, en la unión hipostática.<br />
Pero su Persona siguió siendo una sola: la divina y eterna Persona del Verbo (v. 1). Así Se explica el v. 15. Cf. v. 3 s. Vimos su gloria: Los apóstoles vieron la gloria de Dios manifestada en las obras todas de Cristo. Juan, con Pedro y Santiago, vio a Jesús resplandeciente de gloria en el monte de la Transfiguración. Véase Mat 16, 27 s.; 17, 1 ss.; II Pedr 1, 16 ss.; Marc 9, 1 ss.: Luc 9, 20 ss.<br />
16. Es decir que- toda nuestra gracia procede de la suya, y en Él somos colmados, como enseña S. Pablo (Col. 2, 9 s.). Sin Él no podemos recibir absolutamente nada de la vida del Padre (15, 1ss.). Pero con Él podemos llegar a una plenitud de vida divina que corresponde a la plenitud de la divinidad que Él posee. Cf. II Pedro, 1, 4.<br />
17. La gracia superior a la Ley de Moisés, Se nos da gratis por los méritos de Cristo, para nuestra justificación. Tal es el asunto de la Epístola a los Gálatas.<br />
18. Por aquí vemos que todo conocimiento de Dios o sabiduría de Dios (eso quiere decir teosofía) tiene que estar fundado en las palabras reveladas por Él, a quien pertenece la iniciativa de darse a conocer, y no en la pura investigación O especulación intelectual del hombre. Cuidémonos de ser "teósofos". prescindiendo de estudiar a Dios en sus propias palabras y formándonos sobre Él ideas que sólo estén en nuestra imaginación. Véase el concepto de S. Agustín en<br />
la nota de 16, 24.<br />
19. Sacerdotes y levitas: Véase E2. 44, 15 y nota. Cf. Luc. 10, 31 S.<br />
20. Muchos identificaban a Juan con el Mesías o Cristo; por eso el fiel Precursor se anticipa a desvirtuar tal creencia. Observa S. Crisóstomo que la pregunta del v. 19 era capciosa Y tenía por objeto inducir a Juan a declararse el Mesías, pues ya se proponían<br />
cerrarle el paso Jesús.<br />
21. El Profeta: Falsa interpretación judaica de Deut. 18, 15, pasaje que se refiere a Cristo. Cf. 6, 14 S.<br />
26. Yo bautizo con agua: Juan es un profeta como los anteriores del Antiguo Testamento, pero su vaticinio no es remoto como el de aquéllos, sino inmediato. Su bautizo era simplemente de contrición y humildad para Israel (cf. Hech, 19, 2 ss. y nota), a fin de que<br />
reconociese, bajo las apariencias humildes, al Mesías anunciado como Rey y Sacerdote (cf. Zac. 6, 12 S. y nota), como no tardó en hacerlo Natanael (v. 49). Pero para eso había que ser como éste "un israelita sin doblez" (v. 47). En cambio a los "mayordomos" del v. 19, que usufructuaban la religión, no les convenía que apareciese el verdadero Dueño, porque entonces ellos quedarían sin papel. De ahí su oposición apasionada contra Jesús (según lo confiesa Caifás en 11, 47 ss.) y su odio contra los que creían en su venida (cf. 9, 22).<br />
29. Juan es el primero que llama a Jesús Cordero de Dios. Empieza a descorrerse el velo. El Cordero que sacrificaban los judíos todos los años en la víspera de la fiesta de Pascua y cuya Sangre era el signo que libraba del exterminio (Éx. 12, 13), figuraba a la Víctima divina que, cargando con nuestros pecados, Se entregaría "en manos de los hombres" (Luc. 9, 44), para que su Sangre "más elocuente que la de Abel" (Hebr. 12, 25), atrajese sobre el ingrato Israel (v. 11) y sobre el mundo entero (11, 52) la misericordia del Padre, Su perdón y los dones de su gracia para los creyentes (Ei. 2. 4-8).<br />
34. El Hijo de Dios: Diversos mss. y S. Ambrosio dicen: E1 escogido (eklektós) de Dios. Cf. v. 45 y nota.<br />
40. El Otro era el mismo Juan, el Evangelista. Nótese el gran papel que en la primera vocación de los apóstoles desempeña e1 Bautista (v. 37). Cf, v. 26 Y nota; Mat. 11, 13,<br />
42. Véase Mat. 4, 18; 16, 18. Kefas: significa en arameo: roca (en griego Petros).<br />
45. Natanael es muy probablemente el apóstol Bartolomé. Felipe llama a Jesús "hijo de José" porque todos los creían así: el misterio de la Anunciación (Luc. 1, 26 ss-) Y la Encarnación del Verbo por obra. del Espíritu Santo fue ocultado por Maria. Ello explica que fuese tan rudimentario el concepto de los discípulos sobre Jesús (cf. v. 34 y nota). Según resulta de los sinópticos combinados con Juan, aquéllos, después de una primera invitación, se volvieron a sus trabajos y luego recibieron la definitiva vocación al apostolado (Mat. 4, 18-22; Marc. 1, 16-20; Luc. 5, 8- 1).<br />
47. Las promesas del Señor son para los hombres sin ficción (S. 7, 11; 31, 11). Dios no se cansa de insistir, en ambos Testamentos, sobre esta condición primaria e indispensable que es la rectitud de corazón, o sea la sinceridad sin doblez (S. 25, 2). Es en realidad lo único que Él pide, pues todo lo demás nos lo da el Espíritu Santo con su gracia y sus dones. De ahí la asombrosa benevolencia de Jesús con los más grandes pecadores, frente a su tremenda severidad con los fariseos, que pecaban contra la luz (Juan 3, 19) o que oraban por fórmula (Sant. 4, 8). De ahí la sorprendente revelación de que el Padre descubre a los niños lo que oculta a los sabios (Luc. 10, 21).<br />
51. Algunos refieren esto a los prodigios que continuamente les mostraría Jesús (cf. Mat. 11, 4). Otros, a su triunfo escatológico.<br />
<br />
4. Jesús pone a prueba la fe de la Virgen, que fue en ella la virtud por excelencia (19, 25 y nota; Luc. 1. 38 y 45) y luego adelanta su hora a ruego de su Madre. Según una opinión que parece plausible, esta hora era simplemente la de proveer el vino, cosa que hacían por turno los invitados a las fiestas nupciales, que solían durar varios días.<br />
6. Una metreta contenía 36,4 litros.<br />
12. Entre los judíos todos los parientes se llamaban hermanos (Mat. 12, 46 y nota). Jesús no los tenía y lo vemos confiar el cuidado de su madre a su primo Juan (Juan 19, 26).<br />
14. Estos mercaderes que profanaban la santidad del Templo, tenían sus puestos en el atrio de los gentiles. Los cambistas trocaban las monedas corrientes por la moneda Sagrada, con la que se pagaba el tributo del Templo. Cf. Mat. 21, 12 S.; Marc. 11, 15 ss.;<br />
Luc. 19, 45 ss.<br />
16. El Evangelio es eterno, y no menos para nosotros que para aquel tiempo. Cuidemos, pues, de no repetir hoy este mercado, cambiando simplemente las palomas por velas o imágenes. 17. Cf. S. 68, 10; Mal. 3, 1-3.<br />
18. A los ojos de los sacerdotes Y jefes del Templo, Jesús carecía de autoridad para obrar como lo hizo. Sin embargo, con un ademán se impuso a ellos, y esto mismo fue una muestra de su divino poder, como observa S. Jerónimo.<br />
19. Véase Mat. 26, 61.<br />
24 s. Lección fundamental de doctrina y de vida. Cuando aun no estamos familiarizados con el lenguaje del divino Maestro y de la Biblia en general, sorprende hallar constantemente cierto pesimismo, que parece excesivo, sobre la maldad del hombre. Porque pensamos que han de ser muy raras las personas que obran por amor al mal. Nuestra sorpresa viene de ignorar el inmenso alcance que tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado original. La Iglesia lo ha definido en términos clarísimos (Denz 174-200). Nuestra formación, con mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo materialista, nos lleva a confundir el orden natural con el sobrenatural, y a pensar que es caritativo creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal creencia consiste la herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques Rousseau, origen de tantos males contemporáneos. No es que el hombre se levante cada día pensando en hacer el mal por puro gusto. Es que el hombre, no sólo está naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borró con el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y expuesto además a la influencia del Maligno, que lo engaña y le mueve al mal con apariencia de bien. Es el "misterio de la iniquidad", que S. Pablo explica en II Tes 2, 6. De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo (3, 3 ss.) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la divina Persona del único Salvador, Jesús nos da así una lección de inmenso valor para el saludable conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás, y muestra los abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para pensadores y sociólogos de nuestros días y que en el Evangelio están explicados con claridad transparente. Al que ha entendido esto, la humildad se le hace luminosa, deseable y fácil. Véase el Magnificat (Luc 1, 46 ss.) y el S 50 y notas.<br />
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1s. Vino de noche: La sinceridad con que Nicodemo habla al Señor y la defensa que luego hará de Él ante los prepotentes fariseos (7, 50 ss.) no menos que su piedad por sepultar al divino Ajusticiado (19, 39 ss.) cuando su descrédito y aparente fracaso era total ante el abandono de todos sus discípulos y cuando ni siquiera estaba Él vivo para agradecérselo, nos muestran la rectitud y el valor de Nicodemo; por donde vemos que al ir de noche, para no exponerse a las iras de la Sinagoga, no le guía el miedo cobarde, como al discípulo que se avergüenza de Jesús (Mat. 10, 33) o se escandaliza de Él (Mat. 11, 6; 13, 21), sino la prudencia de quien no siendo aún discípulo de Jesús -pues ignoraba su doctrina-, pero reconociendo el sello de verdad que hay en sus palabras (7, 17) y en sus hechos extraordinarios, y no vacílando en buscar a ese revolucionario, pese a su tremenda, actitud contra la Sinagoga, en que Nicodemo era alto jefe (v, 10), trata sabiamente de evitar el inútil escándalo de sus colegas endurecidos por la soberbia, los cuales, por supuesto, le habrían obstaculizado su propósito. Igual prudencia usaban los cristianos ocultos en las catacumbas, y todos hemos de recoger la prevención, porque el discípulo de Cristo tiene el anuncio de que será perseguido (Luc. 6, 22; Juan 15, 18 ss.; 16, lss.) y Jesús, el gran Maestro de la rectitud, es quien pos enseña también esa prudencia de la serpiente (Mat. 10, 16 ss.) para que no nos pongamos indiscretamente -o quizá por ostentosa vanidad- a merced de enemigos que más que nuestros lo son del Evangelio. Muchos discípulos del Señor han tenido y tendrán aún que usar de esa prudencia (cf. Heoh. 7, 52; 17, 6) en tiempos de persecución y de apostasía como los que están profetizados (II Tes. 2, 3ss.) y Dios no enseña a desafiar el peligro por orgulloso estoicismo ni por dar "perlas a los cerdos" (Mat. 7, 6); antes bien, su suavísima doctrina paternal nos revela que la vida de sus amigos le es muy preciosa (S. 115, 15 y nota). Lo dicho no impide, claro está, pensar que la doctrina dada aquí por Jesús a Nicodemo preparó admirablemente su espíritu para esa ejemplar actuación que tuvo después.<br />
3. Nace de lo alto: ¿No es cosa admirable que la serpiente envidiosa contemple hoy, como castigo, que se ha cumplido en verdad, por obra del Redentor divino, esa divinización del hombre, que fue precisamente lo que ella propuso a Eva, creyendo que mentía, para llevarla a la soberbia emulación del Creador? He aquí que -¡oh abismo!- la bondad sin límites del divino Padre, halló el modo de hacer que aquel deseo insensato llegase a ser realidad. Y no ya sólo como castigo a la mentira del tentador, ni sólo como respuesta a aquella ambición de divinidad (que ojala fuese más frecuente ahora que es posible, y lícita, y santa). No: Cierto que Satanás quedó confundido, y que la ambición de Eva Se realizará en los que formamos la Iglesia; pero la gloria de esa iniciativa no será de ellos, sino de aquel Padre inmenso, porque Él ya lo tenía así pensado desde toda la eternidad. según nos lo revela San Pablo en el asombroso capítulo primero de los Efesios. Cf. 1, 13; I Pedro 1, 23.<br />
5. Alude al Bautismo, en que se realiza este nacimiento de lo alto. No hemos de renacer solamente del agua, sino también del Espíritu Santo (Conc. Trid. Ses. 6, c. 4; Denz. 796 s-). El término espíritu indica una creación sobrenatural, obra del Espíritu divino.<br />
S. Pablo nos enseña que el hombre Se renueva mediante el conocimiento espiritual de Cristo (Ef. 4, 23 ss.; Col. 3, 10; Gál. 5, 16). Este conocimiento renovador se adquiere escuchando a Jesús, pues Él nos dice qtue sus palabras son espíritu y vida (6, 64).<br />
8. Viento y espíritu son en griego la misma palabra (pneuma). Jesús quiere decir: la carne no puede nacer de nuevo (v. 4) y así el hombre carnal tampoco lo puede (cf. v. 6; 6. 63; Gál. 5, 17). En cambio el espíritu lo puede todo porque no tiene ningún obstáculo, hace lo que, quiere con sólo quererlo, pues lo que vale para Dios es el espíritu (4, 23; 6, 29). Por eso es como el viento, que no teniendo los inconvenientes de la materia sólida, no obstante ser invisible e impalpable, es más poderoso que ella, pues la arrastra con su soplo y él conserva su libertad. De ahí que las palabras de Jesús nos hagan libres como el espíritu (8, 31-32), pues ellas son espíritu y son vida (6,<br />
63), como e1 viento "que mueve aún las hojas muertas". Pues Jesús "vino a salvar lo que había perecido” (Luc. 19, 10). Cf. 3, 16.<br />
12. Cosa de la tierra es el nacer de nuevo (v. 3 y 5), pues ha de operarse en esta vida. Cosas del cielo serán las que Jesús dirá luego acerca de su Padre, a quien sólo Él conoce (v. 13; 1, 18).<br />
14. Véase Núm. 21, 9 y nota. Cf. 12, 32.<br />
16. "Este versículo, que encierra la revelación más importante de toda la Biblia, debiera ser lo primero que se diese a conocer a los niños y catecúmenos. Más y mejor que cualquier noción abstracta, él contiene en esencia y síntesis tanto el misterio de la Trinidad cuanto el misterio de la Redención" (Mons. Keppler). Dios nos amó primero (I Juan 4, 19). Y sin que le hubiésemos dado prueba de nuestro amor. ¡Oh, cuán verdadero es el amor de esta Majestad divina que al amarnos no busca sus propios intereses!" (S. Bernardo). Hasta dar su Hijo único en quien tiene todo su amor que es el Espíritu Santo (Mat. 17, 5), para que vivamos por Él (I ]uan 4, 9).<br />
17. Para juzgar al mundo: Véase 5, 22 y nota.<br />
19. Este es e1 juicio de discernimiento entre el que es recto y el que tiene doble, Jesús será para ellos como una piedra de toque (cf. 7, 17; Luc. 2, 34 s.). La terrible sanción contra los que rechazan la luz será abandonarlos a su ceguera (Marc. 4. 12), para que crean a la mentira y Se pierdan. S. Pablo nos revela que esto es lo que ocurrirá cuando aparezca el Anticristo (II ’1‛es_ 2, 9-12). Cf. 5, 43 y nota.<br />
23. Ainăn, situada en el valle del Jordán, al sur de la ciudad de Betsán.<br />
29. Juan se llama "amigo del Esposo" porque pertenece, como Precursor, al Antiguo Testamento y no es todavía miembro de la Iglesia, Esposa de Cristo, que no está fundada aun (véase Mat. 16, 20; Luc. 16, 16 y notas). De ahí lo que Jesús dice del Bautista en Mat. 11, 11 ss. Sobre la humildad de Juan véase Marc. 1, 7.<br />
30. Como el lucero de la mañana palidece ante el sol, así el Precursor del Señor quiere eclipsarse ante el que es la Sabiduría encarnada. Ésta es la lección que nos deja el Bautista a cuantos queremos predicar al Salvador: desaparecer. "¡Ay, cuando digan bien de vosotros!" (Luc. 6, 26). Cf. 5, 44; 21, 15 y nota; Juan 1, 7.<br />
36. Vemos aquí el gran pecado contra la fe, de que tanto habla Jesús. Cf. 16, 9 y nota.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-16728341229999649972012-08-29T12:43:00.002-07:002012-08-29T12:43:50.974-07:00Apocalipsis cap. 22<br />
Capítulo XXII<br />
1 Y me mostró un rio de agua de vida, claro como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de su plaza, y a ambos lados del río hay árboles de vida, que dan doce cosechas, produciendo su fruto cada mes; y las hojas de los árboles sirven para sanidad de las naciones. 3 Ya no habrá maldición ninguna. El trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos lo adorarán, 4 y verán su rostro y el Nombre de Él estará en sus frentes. 5 Y no habrá más noche; ni necesitan luz de lámpara, ni luz de Sol, porque el Señor Dios lucirá sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.<br />
6 Y me dijo: "Estas palabras son seguras y fieles; y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que han de verificarse en breve. 7 Y mirad que vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro." 8 Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. cuando las oí y vi, me postre ante los pies del ángel que me las mostraba, para adorarlo. 9 Mas él me dijo: "Guárdate de hacerlo, porque yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. A Dios adora.”<br />
10 Y díjome "No selles las palabras de la profecía de este libro, pues el tiempo está cerca. 11 El inicuo siga en su iniquidad, y el sucio ensúciese más; el justo obre más justicia, y el santo santifíquese más. 12 He aquí que vengo presto, y mi galardón viene conmigo para recompensar a cada uno según su obra. 13 Yo Soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. 14 Dichosos los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y a entrar en la ciudad por las puertas. 15 ¡Fuera los perros, los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idolatras y todo el que ama y obra mentira! 16 Yo Jesús envié a mí ángel a daros testimonio de estas cosas sobre las Iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella esplendorosa y matutina.” 17 Y el Espíritu y la novia dicen: "Ven," Diga también quien escucha: "Ven." Y el que tenga sed venga; y el que quiera, tome gratis del agua de la vida.<br />
18 Yo advierto a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguien añade a estas cosas, le añadirá Dios las plagas escrita; en este libro; 19 y sí alguien quita de las palabras del libro de esta profecía, le quitará Dios su parte del árbol de la vida y de la ciudad Santa, que están descritos en este libro. 20 El que da testimonio de esto dice; "Sí, vengo pronto." ¡Así sea: ven, Señor Jesús! 21 La gracia del Señor Jesús sea con todos los santos. Amén.<br />
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Comentarios<br />
1. El agua que fluye es el símbolo de la vida inmortal perpetuamente renovada (cf. 21,, 5 y nota). S. Juan recuerda aquí a Ez. 47, 1-12 (cf. S. 45, 5; Is. 66, 12; Zac. 14, 8). Así fluían también los cuatro ríos del Paraíso (Gén. 2, 10 Ss.). Los SS. PP. entienden este rio de muy distintas maneras. Algunos, de1 mismo Jesucristo; S. Ambrosio, del Espíritu Santo. Benedicto XV, citando u S. Jerónimo, dice: "No hay más que un rio que mana de bajo el trono de Dios y es la gracia del Espíritu Santo, y esta gracia está encerrada en las Sagradas Escrituras, en ese río de las Escrituras. Y éste corre entre dos riberas, que son el Antiguo y el Nuevo Testamento, y en cada orilla se encuentra plantado un árbol, que es Cristo" (Enc. "Spiritus Paraclitus"). ¿Acaso no son éstas, en el desierto de este siglo (Gal. 1, 4), el "agua viva" que da Jesús (Juan 3, 5; 4, 10; 7, 37 ss.), de la cual sale vida eterna (Juan 4, 14; 17, 3)? En el v. 17 nos la ofrece gratis desde ahora, como lo había hecho Is. 55, 1-11.<br />
2. En el nuevo Paraíso no habrá ya árbol prohibido y si multitud de árboles de vida. El griego no usa el término dendron = árbol, sino xylon, literalmente leña, que puede traducirse también buque. Véase 2. 7; Gén. 2, 9 ss. Su fruto cada mes Estos frutos, de árboles plantados por el mismo Dios (cf. Is. 60, 21) ¿no serán los que el Esposo y la esposa van a recoger después de la unión definitiva en Cant. 7, 10-I3? Hay que confesar que la mayoría de los enrolados como cristianos están harto lejos de preguntarse estas cosas que tanto les interesan, y menos con la idea que muchos se hacen del cielo con las almas solas, olvidando el gran hecho de la resurrección de los cuerpos (cf. I Cor. 15; Rom. 8, 23; Filip. 3, 20 s.).<br />
4. Y verán su rostro: en una visión fruitiva (véase Juan 17, 24 y nota; I Juan 3. 2). Imaginando las maravillas de esta Jerusalén de gloria que Dios prepara a los suyos, dice Bossueta "Si en el cielo se terminan todos los designios de Dios ¿qué obra no será ésa a cuyo creación todo el universo no ha servido sino de preparación. que Dios tuvo en mira en todo cuanto hizo, que ha sido el blanco de todos los deseos divinos y concluida la cual Dios quiere "descansar por toda la eternidad?" (Cf. 21, 18 y nota). Pero en vano querríamos suponer cosas deleitosas más allá de Dios mismo, más allá del goce y la posesión íntima de la divinidad (Juan 17, 22 s.), incorporados al Padre en Cristo mediante la filiación divina operada en nosotros por el Espíritu Santo (cf. 21, 7 y nota). En la introducción al Libro de la Sabiduría mostramos esa síntesis de conocimiento y amor, semejante a la de la luz y el calor en un rayo de sol. Pero aquí estaremos ya como fundidos y transformados en el mismo Sol divino (cf. Catn. 2, 6 y nota). Así, pues, en el v. 12 nos dice Jesús que su galardón viene con Él mimo, y Dios lo anunciaba desde el Antiguo Testamento diciendo a Abrahán "Soy Yo tu inmensa recompensa" (Gen 15, 1) Cf. 21, 23 y nota.<br />
5. Lucirá sobre ellos: cf. 21, 24. Reinarán por los siglos de los siglos: Con este anuncio definitivo termina aquí la fase final de la profecía. Cf. 20, 4 y 6; Is. 60, 20. Lo que sigue es un epilogo para confirmar su extraordinaria importancia y volver el ánimo del lector a la expectación de la Parusía de Cristo, acto inicial de este último proceso revelado a S. Juan.<br />
7, No se trata aquí de mandamientos que cumplir, sino de palabras que retener y para ello hay que conocerlas muy bien. Cf. l, 3 y nota.<br />
10. No selles: no cierres, no ocultes, porque El tiempo está cerca y la venida de Cristo será cuando menos se la espera (16, 15’•y nota). Sobre el valor espiritual de esta actitud expectante, cf. Sant; 5, 7 ss.; I Juan 3, 3 y notas. Nótese el contraste con lo que se le dice a Daniel cuando estos misterios estaban aún muy lejanos (Dan. 12, 4). Ello confirma que en la Revelación divina no hay nada esotérico ni reservado a una casta especial, nada incomprensible para los espíritus simples (Luc; 10, 21) sea en doctrina o en profecía. "Lo que os digo al oído, predicadlo sobre los techos", dijo el Señor en las instrucciones á los apóstoles (Mat. l0, 27); Y al Pontífice que lo interroga sobre su doctrina, le responde: "Yo he hablado al mundo abiertamente. Interroga tú a los que me han oído, ellos Saben lo que Yo he dicho" (Juan 18, 20). Recordemos que al iniciarse el cristianismo, en el instante de la muerte del Redentor. el velo del Templo, que representaba su carne (Hebr. 10, 20), se rompió de alto a bajo (Marc. 15, 38), mostrando el libre acceso al Santuario celestial, que S. Pablo llama "el trono de la gracia" (Hebr. 4, 1416). Lo mismo se nos enseña aquí con respecto a la profecía. "Preguntadme acerca de las cosas venideras", dice el Señor (Is. 45, 11). "Yo no he hablado en oculto... ni dije buscadme<br />
en vano... Yo hablo cosas rectas" (Is. 45, 'I9); "desde el principio jamás habla a escondidaS" (Is. 48, 16). Es de notar que las célebres palabras de la Vulgata: "Tú eres un Dios escondido" están en el citado capitulo (Is. 45, 15), puestas en boca de los extranjeros paganos y desmentidas por las que hemos transcripto. Por lo demás, otra versión según el hebreo dice: "Tú eres Dios y yo no lo sabía." Es muy interesante observar en el mismo Isaías como Dios sólo esconde su rostro cuando está indignado (Is. 8,-17; 54, 8; 57, 17; 64, 7). Y lo explica el profeta diciendo: "Vuestros pecados son los que han escondido su rostro de vosotros" (Is. 59, 2); "porque la sabiduría no entrará en alma maligna" (Sab. 1, 4). Es la bienaventuranza de los limpios de corazón, que "verán a Dios" (Mat; 5, 8 y nota). Así lo entiende también S. Agustín en la doctrina de la "mens mundata". Y se aplica una vez más la fórmula del<br />
Crisóstomo: "El que no entiende es porque no ama". Véase 1, 3; 2, 24 y notas. Cf. 10, 4.<br />
11..Pirot trae esta notable observación de Andrés de Creta: "Es como si Cristo dijera: que cada uno obre a su guisa: Yo no fuerzo las voluntades" (cf. Cant. 3, 5 y nota). Buzy traduce la primera parte en futuro: el impío seguirá adelante; siga también el justo. Es decir, que "la sorpresa de la Parusía o el Retorno será tal que cada uno será hallado en, su habitual estado: el pecador en Su pecado; el justo en su justicia" (Calmes).<br />
12. Vengo presto: cf. 'v. 2 y nota sobre el premio que aquí se promete. Cuatro veces repite Cristo, en este capítulo final de toda la Biblia, el anuncio de su Venida (vv. 7, 10, 12 y 20), porque ella es la meta y cumplimiento del plan de Dios y por lo tanto de la historia del género humano, o sea, como dice el Cardenal Billot, "el acontecimiento supremo al cual se refiere todo lo demás y sin el cual todo lo demás se derrumba y desaparece". Como observa un escritor moderno, vengo presto no se refiere necesariamente a un tiempo inmediato, sino que significa que El viene con diligencia, que viene a su tiempo, como lo hizo la primera vez (Gál. 4, 4). Es<br />
decir, que para ese encuentro anhelado Él está pronto siempre (Cant. 7, 10) y así hemos de estar nosotros (v. 17). Ignoramos el día fijo (Hech. 1, 7) pero conocemos las señales próximas del día (Mat. 24, 33; Luc. 21, 28; cf. IV Esdr. 5. 1 S.), y aún podemos apresurarlo (II Pedro 3, 12). Y aquí se aumenta nuestro consuelo al saber que vendrá sin demora no bien suene el instante (II Pedro 3, 9). En cuanto a nosotros, esta espera, como bien dice un predicador, comporta la esperanza de que Él llegue en nuestros días, pues su anuncio, repetido por S. Juan mucho después de la caída de Jerusalén, ya no podría confundirse con aquel acontecimiento. Si se nos dice que vivamos esperando a Jesús y que "el tiempo está cerca" (v. 10), ello significa la posibilidad de que Él llegue en cualquier momento, sin que nada pueda oponerse a la dichosa esperanza (Tito 2, 13) pues vendrá "como un ladrón" (16, 15), esto es, aunque muchos piensen que aún no se han cumplido los signos precursores. Mi galardón: porque éste es Él mismo (Cf. v. 4 y nota). No obstante que la Redención fue obtenida por la divina Víctima en el Calvario (Col. 2, 14; Hebr. 9, 11), tanto el Señor como los apóstoles insisten en que ella será manifestada cuando Él venga (Luc. 21, 27; Heeh. 3, 20 S.; Rom. 8, 23; Ef. 1, 10; Filip. 3, 20<br />
s.; Col. 3, 3 s. Hebr. 9, 28; I Pedro 5, 4; II Pedro 2, 19; 3, 13: I Juan 3, 2 s., ‛etc.).<br />
13. Aplicados indistintamente al Padre y a Cristo, como observa Gelin (1, 8 y 17; 2, 8; 21, 6; Is. 41, 4; 44, 6; 42, 12), estos títulos muestran en Ambos, tanto la potestad creadora como la judicial. Cf. 20, 11 y nota.<br />
14. Vestiduras, literalmente estela. El mismo Jesús es la Puerta (Juan 10, 9), pues sin su Redención nadie entra en la Jerusalén celestial (21, 10). Cf. 21, 27; Hebr. 9, 14; Juan 14, 6. La Vulgata añade aquí, como en 1, 5 Y 7, 14 en la Sangre del Cordero.<br />
15. En esta lista, como en 21, 8, se pone el acento más aún que en los pecados, en la doblez e infidelidad, pues los celos del Amor ofendido son "duros como el infierno" (Cant. 8, 6). De ahí que los perros, más que a los sodomitas como en Deut. 23, 18, designan aquí a los de Filip. 3, 2, que en Gál. 2, 4 se llaman "falsos hermanos" (cf. II Tim. 3, 5). El Señor lo usa para los paganos en Mat. 15, 22, queriendo solamente probar la fe de la cananea. Más fuerte en el sentido que le da en Mat. 7, 6 aplicándolo a los que sería inútil evangelizar, pues rechazando la Palabra de amor de Dios (Juan 12, 48) se excluyen de la sangre salvadora del Cordero (v. 14) y bien merecen el nombre de perros.<br />
16. Las Iglesias: cf. 1, 1; 2, 28 y nota. La raíz etc. cf. 5, 5. La estrella... matutina: "Precursora del Día eterno" (Jünemann).<br />
17. El Espíritu y la novia dicen: Ven: "Ven, Señor Jesús" es el suspiro con que termina toda la Biblia (v. 20) y con ella toda la Revelación divina; es el mismo con que empieza y acaba el Cantar de los Cantares (cf. Cant. 1, 1; 8, 14 y notas). El mismo suspiro de Israel para llamar al Mesías, es el que hoy, con mayor motivo después de haberlo conocido en su primera venida, emite la Iglesia ansiosa de las Bodas (19, 6 ss.), Aquí vemos que ese suspiro es igualmente el de cada alma creyente, que también es novia (II Cor, 11, 2). Diga también quien escucho: Ven. El vehemente pedido de que Él venga sin demora, nos parecería tal vez una insistencia<br />
egoísta y atrevida, como que pretendiera enseñarle a Él cuando ha de venir (cif. v. 12 y nota). Bien vemos aquí, sin embargo, que es Él Quien nos enseña que así lo llamemos (cf, II Pedro 3, 12). Fácil es entender esto comparándolo con el caso de cualquier esposo a quien la esposa ausente llamase con ansias, porque él lo es todo en su vida. ¿Cómo no habría de complacerlo a él tal deseo de verlo, que es la mejor prueba del amor? Así la Esperanza es la mejor prueba de la Caridad. Pero la amada no lo fuerza, porque sabe que sólo algo muy importante puede detenerlo a que demore la unión (cf. 6, 10 s.; II Tes. 2, 3 ss.; Luc. 21, 24; Rom 11, 25 ss.; II Pedro 3, 9): debe antes completarse el número de los elegidos, y la novia ha de estar vestida de blanco (9, 7 s.), sin mancha ni arruga alguna, como Él la quiere (Ef. 5, 25 ss.; cf. 'Cant. 4, 7 y nota; Os. 2, 19 s.; 3, 3-5). En esto se vive, pues, muy intensamente el precepto de la caridad fraterna, al compartir la longanimidad de Dios (Rom. 3, 26); y también el misterio de la comunión de los Santos, al solidarizar nuestra esperanza con la de toda la Iglesia (como lo hacía todo buen israelita, cuya esperanza mesiánica se confundía con la de todo Israel) y al aceptar de buen grado que esa plenitud de felicidad, que esperamos junto con la glorificación del Amado, esté sometida, por obra de su insondable caridad divina, a esa gran paciencia con que sólo Él sabe esperar a los pecadores durante el justo tiempo hasta completar el ramillete que ha de ofrecer un día "a su Dios y Padre" (I Cor. 15, 24, Juan 17, 2 y nota). Sobre él a agua de la vida véase v. 1; 21, 6 y notas. El tener sed es la condición para recibirla (cf. S. 32, 22; 80, 11; Is. 55, 1; Luc. 1, 53 y notas).<br />
16. Cf. 5, 5; 2, 28 y notas.<br />
18 s. Véase sobre esto los graves textos de Deut. 4, 2; 12, 32; Prov. 30, 6; Is. 1, 7. Sobre el que añade cf. Deut. 18, 20; Jer, 14, 14. Sobre el que quita (v. 19) cf. 13, 18 y nota. Ser excluido del Libro de la vida significa el lago de fuego (20, 15), o sea el infierno eterno (20, 9 s.). Como confirmando la maldición que caerá sobre los que falsifican las palabras de este Libro, leemos en el v. 7 la bendición de que gozarán quienes guarden esta divina profecía. Véase en 1, 3 y nota la sanción bajo la cual el Concilio IV de Toledo decretó la predicación anual del Sagrado Libro del Apocalipsis.<br />
20. ¡Ven, Señor Jesús! Véase v. 17 y nota. El Espíritu Santo nos enseña aquí a usar con nuestro Salvador esa hermosa y breve expresión: el Señor Jesús, que tanto usaba San Pablo y que está muy olvidada entre nosotros. Sobre este gran misterio de la Parusía como asunto de predicación y objeto de nuestro constante anhelo, dice el Catecismo Romano: "Esta segunda venida se llama en las Santas Escrituras día del Señor, del cual el Apóstol habla así: "El día del Señor vendrá como e1 ladrón por la noche" (I Tes. 5, 2) -es decir que dicho texto no se refiere a la muerte, como muchos creen- y agrega: "Toda la Sagrada Escritura está llena de testimonios (y el comentario cita muchos, como I Rey, 2, 10; S. 95, 13; 97, 8; Is. 66, 15 s.; Joel 2. 1; Mal. 4, 1; Luc. 17, 24; Hecb. 1, 11; Rom. 2, 16; II Tes. 1, 6ss., etc.), que a cada paso se ofrecerán a los Párrocos, no solamente para confirmar esta venida, sino aún también para ponerla bien patente a la consideración de los fieles; para que, así como aquel día del Señor en que tomó carne humana, fue muy<br />
deseado de todos los justos de la Ley antigua desde el principio del mundo, porque en aquel misterio tenían puesta toda la esperanza de su libertad, así también después de la muerte del Hijo de Dios y de su Ascensión al cielo, deseemos nosotros con vehementísimo anhelo el otro día del Señor esperando el premio eterno y la gloriosa venida del gran Dios". El día y la hora nadie lo sabe (Mat. 24, 36), Pero "e1 tiempo está cerca" (1, 3; Fil. 4, 5). Un día veremos realizarse el anuncio (1, 7), Y el Señor Jesús reinará con los santos del Altísimo (Dan. 7, 22), v su reino no tendrá fin (S. 2, 8s. y nota) Esta es la insuperable felicidad a que aspiramos y que esperamos y que muy especialmente deseamos a todos los lectores de la Sagrada Biblia, al despedirnos aquí de ellos (basta la próxima lectura, porque la primera es apenas para empezar) y decirles, como Bossuet, que Dios les haga la gracia de repetir de veras este último llamado en el silencio gozoso de su corazón.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-52056219384330074132012-08-29T12:41:00.000-07:002012-08-29T12:41:28.936-07:00Apocalipsis caps. 19, 20, 21<br />
Capítulo XIX<br />
1 Después de esto oí en el cielo como una gran voz de copiosa multitud, que decía "¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios; 2 porque fieles y justos son sus juicios, pues El ha juzgado a la gran ramera, que corrompía la tierra por su prostitución, y hxa vengado sobre ella la sangre de sus siervos." 3 Y por segunda vez dijeron: "¡Aleluya!” Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. 4 Y se postraron los veinticuatro ancianos, y los cuatro vivientes, y adoraron al Dios sentado en el trono, diciendo: "Amén. ¡Aleluya!” 5 Y salió del trono una voz que decía: "¡Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, pequeños y grandes!” 6 Y oí una voz como de gran muchedumbre, y como estruendo de muchas aguas, y como estampido de fuertes truenos, que decía: "¡Aleluya! porque el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido el reinado. 7 Regocijémonos y saltemos de júbilo, y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8 Y se le ha dado vestirse de finísimo lino, espléndido y limpio; porque el lino finísimo significa la perfecta justicia de los santos.” 9 Y me dijo: "Escribe: ¡Dichosos los convidados al banquete nupcial del Cordero!" Díjome también: "Estas son las verídicas palabras de Dios" 10 Caí entonces a sus pies para adorarlo. Mas él me dijo: "Guárdate de hacerlo. Yo Soy consiervo tuyo y de tus hermanos, los que tienen el testimonio de Jesús. A Dios adora. El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”<br />
11 Y vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que montaba es el que se llama Fiel y Veraz, que juzga y pelea con justicia. 12 sus ojos son llama de fuego, y en su cabeza lleva muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él mismo. 13 Viste un manto empapado de sangre, y su Nombre es: el Verbo de Dios. 14 Le siguen los ejércitos del cielo en caballos blancos, y vestidos de finísimo lino blanco y puro. 15 De su boca sale una espada aguda, para que hiera con ella a las naciones. Es Él quien las regirá con cetro de hierro; es Él quien pisa el lagar del vino de la furiosa ira de Dios el Todopoderoso. 16 En su manto sobre su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores. 17 Y vi un ángel de pie en el sol y gritó con poderosa voz, diciendo a todas las aves que volaban por medio del cielo: "Venid, congregaos para el gran festín de Dios, 18 a comer carne de reyes, carne de jefes militares, carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, de libres y esclavos, de pequeños y grandes." 19 Y vi a la bestia, y a los reyes de la tierra, y a sus ejércitos, reunidos para dar la batalla contra Aquel que montaba el caballo y contra Su ejército. 20 Y la bestia fue presa, Y con ella el falso profeta, que delante de ella había hecho los prodigios, por medio de los cuales había seducido a los que recibieron la marca de la bestia y a los que adoraron su estatua. Estos dos fueron arrojados vivos al lago del fuego encendido con azufre. 21 Los demás fueron trucidados con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, todas las aves se hartaron de la carne de ellos.<br />
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Capítulo XX<br />
1 Y vi un ángel que descendía del cielo y tenía en su mano la llave del abismo y una gran cadena. 2 Y Se apoderó del dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años, 3 y lo arrojó al abismo que cerró y sobre el cual puso sello para que no sedujese más a las naciones, hasta que se hubiesen cumplido los mil años, después de lo cual ha de ser soltado por un poco de tiempo. 4 Y vi tronos; y sentaronse en ellos, y les fue dado juzgar, y (vi) a las almas de los que habían sido degollados a causa del testimonio de Jesús y a causa de la Palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la bestia ni a su estatua, ni habían aceptado la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años; 5 Los restantes de los muertos no tornaron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección. 6 ¡Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección! Sobre éstos no tiene poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, con el cual reinarán los mil años.<br />
7 Cuando se hayan cumplido los mil años Satanás será soltado de su prisión, 8 y se irá a seducir a los pueblos que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog, y Magog a fin de ]untarlos para la guerra, el número de los cuales es como la arena del mar. 9 Subieron a la superficie de la tierra y cercaron el campamento de los santos y la ciudad amada; mas del cielo bajó fuego [de parte de Dios] y los devoró. 10 Y el Diablo, que los seducía, fue precipitado en el lago de fuego y azufre, donde están también fa bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.<br />
11 Y vi un gran trono esplendente y as sentado en él, de cuya faz huyó la tierra y también el cielo; y no se halló más lugar para ellos.<br />
12 vi a los muertos, los grandes y los pequeños, en pie ante el trono y Se abrieron libros -Se abrió también otro libro que es el de la vida- y fueron juzgados los muertos, de acuerdo con lo escrito en los libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; también la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron arrojados en el lago de fuego. Esta es la segunda muerte: el lago de fuego. 15 Si alguno no se halló inscrito en el libro de la vida, fue arrojado al lago de fuego.<br />
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Capítulo XXI<br />
1 Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado, y el mar no existía más. 2 Y vi la ciudad, la Santa, la Jerusalén nueva, descender del cielo de parte de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo. 3 Y oí una gran voz desde el trono, que decía: "He aquí la morada de Dios entre los hombres. Él habitará con ellos, y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos, 4 y les enjugará toda lágrima de sus ojos; y la muerte no existirá más; no habrá más lamentación, ni dolor, porque las cosas primeras pasaron." 5 Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: "He aquí, Yo hago todo nuevo." Dijo también: "Escribe, que estas palabras son fieles y verdaderas."<br />
6 Y díjome: "Se han cumplido. Yo soy el Alfa Y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7 El vencedor tendrá esta herencia, Y Yo seré su Dios, Y él Será hijo mío. 8 Más los tímidos e incrédulos y abominables y homicidas y fornicarios y hechiceros e idólatras, y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago encendido con fuego y azufre. Esta es la segunda muerte."<br />
9 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo: "Ven acá, te mostraré la novia. la esposa del Cordero." 10 Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa Jerusalén, que bajaba del cielo, desde Dios, 11 teniendo la gloria de Dios; su luminar era semejante a una piedra preciosísima, cual piedra de jaspe cristalina. 12 Tenía muro grande y alto, y doce puertas, y a las puertas doce ángeles, y nombres escritos en ellas, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel: 13 tres puertas al oriente, tres puertas al septentrión, tres puertas al mediodía, tres puertas al occidente. 14 El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15 Y el que hablaba conmigo tenía como medida una vara de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad se asienta en forma cuadrada, siendo su longitud igual a su anchura. Y midió la ciudad con la vara: doce mil estadios; la longitud y la anchura y la altura de ella son iguales. 17 Midió también<br />
su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, medida de hombre, que es (también medida) de ángel. 18 EI material de su muro es jaspe, y la ciudad es oro puro, semejante al cristal puro. 19 Los fundamentos del muro de la ciudad están adornados de toda suerte de piedras preciosas. El primer fundamento es jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el<br />
nono, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Y las doce puertas son doce perlas; cada una de las puertas es de una sola perla, y la plaza de la ciudad de oro puro, transparente como cristal. 22 No vi en ella templo, porque su templo es el Señor Dios Todopoderoso, así como el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la alumbren, pues la gloria de Dios le dio su luz, y su lumbrera es el Cordero. 24 Las naciones andarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra llevan a ella sus glorias. 25 Sus puertas nunca se cerrarán de día -ya que noche allí no habrá- 26 y llevarán a ella las glorias y la honra de las naciones.<br />
27 Y no entrará en ella cosa vil, ni quien obra abominación y mentira, sino solamente los que están escritos en el libro de vida del Cordero.<br />
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Comentarios<br />
5 ss. Aleluya: locución hebrea (Hallelú Yah), no significa alegría, como suele creerse, sino ¡alabad a Yahvé! Usada frecuentemente en los Salmos, sólo aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y es en los vv. 1, 3, 4 y 6 de este capítulo. Es aquí la respuesta al petitorio del v. 4 y coincide naturalmente con el colmo del gozo (18, 20) ante el acontecimiento que significa la culminación del Libro y de todo el plan de Dios en la glorificación de su Hijo (cf. 11, 15 ss.). "Voces celestiales cantan la toma de posesión por el Señor de su reino universal y eterno al mismo tiempo que las Bodas del Cordero. Este hermoso pasaje sirve de transición entre la ruina de Babilonia y la derrota, ora del Anticristo ora de Satanás" (Fíllion). Cf. sobre el primero v. 19 s.; sobre el segundo, 20, s. y ss.<br />
7. Cf. Mat. 22, _2 ss.; 25, 1ss.; Luc. 14, 16 ss. La desposada (cf. Cant. 4, 7 nota) se prepara para celebrar las nupcias con su divino Esposo (cf. Ef. 5, 2527). Pirot opina que aquí S. Juan deja solamente entrever las bodas del Cordero y de la Iglesia que se celebrarán según él en el cap. 21, y recuerda que "la metáfora del matrimonio traducía en el A. T. la idea de alianza entre Yahvé e Israel (Os. 2, 16; Is. 50, 1-3; 54, 6; E:. 16, 7ss.; Cant―)". Junemann ve aquí "los desposorios perfectos, triunfales y eternos de Cristo con la humanidad restaurada por Él" (cf. 12, 1 y nota). Los primeros cristianos anhelaban ya la unión final con el Esposo, en la oración que desde el Siglo primero nos ha conservado la "Didajé" o "Doctrina de los doce Apóstoles": "Asi como este pan fraccionado estuvo disperso entre las colinas y fue recogido para formar un todo, así también, de todos los confines de la tierra, sea tu Iglesia reunida para el Reino tuyo... líbrala de todo mal, consúmala por tu caridad, y de los cuatro vientos reúnela, Santificada, en tu reino que para ella preparaste, porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos. ¡Venga la gracia! ¡Perezca este mundo! ¡Hosanna al Hijo de David! Acérquese el que sea santo; arrepiéntase el que no lo sea. Maranatha (Ven, Señor) . Amén ’.<br />
8. Contraste con la actitud de Babilonia (17, 4; 18, 16).<br />
9. Dichosos los convidados al banquete nupcial: Véase la parábola de Jesús en MAT. 22, 2 ss. Cf. 3, 20; Is. 25, 6 y Luc 14, 15 donde esta idea va unida a lo que Jesús llama "la resurrección de los justos" (Luc 14, 14). He aquí la bienaventuranza suprema y eterna (cf. 20, 8; 21. 2 y 9 ss.) Pirot señala la frecuencia de esta idea del banquete en el N. T. y cita además Mat 8, 11; Luc 22, 18 y IV Esdr 2, 38<br />
10. A Dios adora: "Es decir, reserva para Él solo todos tus homenajes" (Fillion). El ángel se declara siervo de Dios como los hombres (cf. 22, 8; Hebr. 1, 14). S. Pedro nos da a este respecto un bello ejemplo en Hech. 10, 25 s. "El término adorar, dice Crampon, debe ser tomado aquí, como en varios lugares de la Escritura, en el sentido lato de venerar, dar una señal extraordinaria de respeto". Cf. S. 148, 13 y nota. El espíritu de la profecía no ha sido dado sólo al ángel sino también al hombre (cf. Ef., 1, 9 s.; I Pedro 1, 10 ss.) y consiste en dar testimonio de Jesús y de sus palabras (I Cor. 14). Juan tiene también ese espíritu, y ello le es asimismo un testimonio de que Jesús está con él. Cf. 1, 9; 12, 17, donde parece mostrársenos que hay una persecución especial para los que tienen este testimonio de orden profético, quizá porque es lo que al orgullo humano más le cuesta aceptar, según sucedió con Israel. Cf. Juan 12, 40-41; Luc. 19, 14.<br />
11 ss. Fiel y Veraz: (cf. 1, 5: 3. 7 y 14): el mismo Jesucristo. cuyas palabras se llaman por eso "fieles y verdaderas" (21, 5; 22, 6). Él, juez del mundo, vendrá como Rey a derrotar a sus enemigos: juzga y pelea como en Is. 63, 1. Su triunfo, anunciado desde las primeras páginas del Libro sellado (7, 2) va ahora a manifestarse ante todo contra el Anticristo (II Tes. 2, 8). "El Mesías en persona se reserva la primera ejecución" (Pirot).<br />
12. Muchas diademas: más que el dragón (12, 3) y que la bestia (13, 1). El Canon de Muratori, fragmento de fines del siglo II, entre los grandes misterios de Cristo sobre los cuales es una sola nuestra fe, señala "Su doble advenimiento, el primero en la humildad y despreciado, que ya fue; y el segundo, con potestad real... (aquí faltan algunas palabras) preclaro, que será" (Ench. Patristicum 268).<br />
13. Un manto empapado de sangre (v. 13) alude asimismo a la visión de Is. 63, 1-6 (cf. nota). No es la sangre de Jesús, como algunos han creído, sino de la vendimia de sus enemigos (cf. 14, 20 y nota). Los hijos de Esaú, Idumeos (de Bosra), siempre aparecen los primeros castigados como los que más odian a su hermano Israel (cf. Is. 34, 6; S. 136, 7; Hab. 3. 3; Abd. 17 ss. y notas, etc.).<br />
14. Los ejércitos del Cielo son los ángeles (Mat. 25, 31; 26. 51; II Tes. 1, 7) Y sin duda también, como observa Pirot, los santos.(17, 4) resucitados al efecto (I Tes. 4, 16s.; Judas 14).<br />
15. "Como en Is. 11, 4... como el Rey de S. 2, 9, Será duro para los goyím" (Gelín). Véase además sobre la espada que sale de su boca, 2, 16; II Tes. 2, 8; sobre el cerro de hierro, 12, 5; S. 109, 6; 149, 6 ss.; sobre el lugar del vino de la furiosa ira, v. 13 y nota. Pirot, citando a Lagrange, hace notar que "Jesús durante su vida mortal no dio cumplimiento a estas profecías: fue especialmente el Mesías doctor y paciente; las perspectivas gloriosas, las promesas de dominación sobre el mundo, el aspecto triunfal del mesianismo, no se realizaron entonces: el mesianismo parecía como cortado en dos". Cf. Jer. 30. 3; Mat. 5. 17-18; Luc: 24, 44; Hech. 3, 20 ss.; I Pedro 1, 11.<br />
16. Pio XII, en su primera Encíclica, cita este pasaje y dice: "Queremos hacer del culto al Rey de reyes y Señor de señores, como la plegaria del introito de este nuestro Pontificado". cf. 17, 14; Deut. 10, 17. Resumiendo un estudio de Cerfaux a este respecto, dice Gelin: "El titulo de Señor (Kyrios) tiene una significación real y triunfal: corresponde al belu de la correspondencia de Tell•el- Amarua, al Adán de los hebreos, al marana de los papiros de Elefantina. Ese título debió. ser utilizado en la Iglesia judeo•aramea para expresar la dignidad del Rey Mesías. Se puede leer con esta idea los siguientes pasajes donde está usado en su contexto real y triunfal: Marc. 11, 3; 12, 35-37; I Cor. 16, 23 (Marana = Kyrios); 11, 26; Hech. 5, 31; 7, 60; Luc. 19, 11; Mat. 24, 42.<br />
17 S. Véase Ez. 39, 17 ss., donde el Profeta invita a las aves del cielo a comer la carne de los enemigos de Israel; y Dan. 7, 11 y 26, donde se anuncia la destrucción de la bestia que es figura del Anticristo (cf. v. 20). También Isaías, después de anunciar la Pasión y Muerte de Jesús, revela su triunfo final sobre todos sus enemigos, diciendo: "Y repartirá los despojos de los fuertes" (Is. 53, 12).<br />
19 ss. Véase 16, 16 y nota. "La batalla final es el advenimiento triunfante de Jesucristo para juzgar al mundo" (Crampon); Cf,20, 11. Matados los dos testigos (11, 8) y tramada la coalición de todas las fuerzas anticristianas (16, 13), el gran enemigo de Dios es derrotado por Jesucristo en Persona. "Esta matanza es obra del mismo Cristo. Aunque hubiese un ejército numeroso, el Verbo de Dios parece ser el único que toma parte efectiva en el combate" (Fillion). Cf. Is. 11, 4; II Tes. 2, 8; Dan. 7, 21 y notas. Sobre la bestia y el falso profeta. véase cap. 13 (cf. Dan. 8, 25 S.; 11, 36). S. Agustín cree que. entre la muerte del Anticristo y el fin del mundo, mediará un tiempo, al cual se refiere también S. Tomás diciendo: "consolará el Señor a Sión (Is. 51, 3)... y a causa de esto, después de la muerte del Anticristo, será también doble la consolación: esto es, la paz y la multiplicación de la fe; porque entonces todos los judíos se convertirán a la fe de Cristo, viendo que fueron engañados: en aquellos días suyos, Judá será Salvo e Israel vivirá<br />
tranquilamente y el nombre con que será llamado helo aquí: Justo Señor nuestro (Jer. 23, 6)".<br />
21. "Los soldados de las Bestias (16, 14; 18, 3) son muertos en el combate y sus almas van probablemente al Hades, de donde no saldrán sino en 20, 14-15. Hay, pues, en la parte inferior del teatro apocalíptico varias mansiones que no coinciden: el Hades, el estanque de fuego (Gehenna); el abismo (cf. 9, 1) de que va a hablarse en seguida" (Pirot). Cf. 20, 3.<br />
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1. Para apoderarse del dragón (v. 2) el ángel desciende del cielo a la tierra, pues antes Satanás había sido precipitado a ella (12, 9 12). Este ángel parecería ser el Arcángel S. Miguel. que es el vencedor de Satanás (cf. 12, 7 y nota), y a quien la liturgia de su fiesta considera como el ángel mencionarlo en 1, 1 (cf. Epístola del 8 de mayo y 29 de septiembre). León. XIII lo expresa así en su Exorcismo contra Satanás y los ángeles rebeldes al citar este pasaje cuando pide a San Miguel que sujete "al dragón. aquella antigua serpiente que es el diablo y Satanás" para precipitarlo encadenado a los abismos de modo que no pueda seducir más a las naciones. El mismo Pontífice prescribió la oración después de la misa en que se hace igual pedido a Miguel, "Príncipe de la milicia celestial" para que reduzca a "Satanás y los otros espíritus malignos que vagan por el mundo"‘. Véase I Pedr. S, 8, que se recita en el Oficio de Completas. Cf. II Cor. 2, 11; Ef. 6, 12.<br />
2. "Aquí, dice Gelîn, el ángel malo por excelencia sufre un castigo previo a su punición definitiva (20. 10). Se trata de una neutralización de su poder, que refuerza la que le había sido impuesta en 12, 9". Por mil años: los vv. 3, 4, 5, 6 y 7 repiten esta cifra. según S. Pedro, ella correspondería a un día del Señor (II Pedro 3, 8; S. 89, 4). S. Pablo (I Cor. 15, 25) dice: "hasta que Él ponga a sus enemigos por escabel de sus pies", como lo vemos en los vv. 7-10.<br />
3. Al Abismo: véase v. 9; 19, 21 Y nota. Cf. II Pedro 2, 4; Judas 6. Para que no sedujese: cf. v. 1 y nota. Ha de ser soltado: cf. v. 7ss.<br />
4. Martini opina que "el orden de estas palabras parece que debe ser éste: Vi tronos, y las almas de los que fueron degollados, etc. y se sentaron y vivieron, y reinaron, etc.". Cf. 3, 21 y nota. Otros piensan que esos tronos serán sólo doce (Mat. 19, 28), reservados a aquellos que se sentaron, pues de esos otros resucitados no se dice que se sentaron aunque sí que reinaron por no haber adorado como todos al Anticristo (cap. 13), que fue destruido en el Capítulo anterior (19, 20), y Serán reyes y sacerdotes (v. 6; 1, 6; 5, 10). Véase I Cor. 6, 23, donde<br />
S. Pablo enseña que los santos con Cristo juzgarán al mundo y a los ángeles. Cf. Sab. 3, 8; Dan. 7, 22; Mat. 19, 22; Luc. 22, 30; I Cor. 15, 23; I Tes. 4, 13 ss.; Judas 14 y notas.<br />
5. La primera resurrección: He aquí uno de los pasajes más diversamente comentados de la Sagrada Escritura. En general se toma esta expresión en sentido alegórico: la vida en estado de gracia, la resurrección espiritual del alma en el Bautismo, la gracia de la conversión, la entrada del alma en la gloria eterna, la renovación del espíritu cristiano por grandes santos y fundadores de Órdenes religiosas (S. Francisco de Asís, Santo Domingo, etc.), O algo semejante. Bail, autor de la voluminosa Summa Conciliorum, lleva a tal punto su libertad de alegorizar las Escrituras, que opta por llamar primera resurrección la de los réprobos: porque éstos, dice, no tendrán más resurrección que la corporal, ya que no resucitarían para la gloria. Según esto, el v. 6 alabaría a los réprobos, pues llama bienaventurado y santo al que alcanza la primera resurrección. La Pontificia Comisión Bíblica ha condenado en su decreto del 20-VIII•l941 los abusos del alegorismo, recordando una vez más la llamada "regla de oro", según la cual de la interpretación alegórica no se pueden sacar argumentos. Sin embargo, hay que reconocer aquí el estilo apocalíptico: En I Cor. 15, 23. donde S. Pablo trata del orden en la resurrección, hemos visto que algunos Padres interpretan literalmente este texto como de una verdadera resurrección<br />
primera, fuera de aquella a que se refiere San Mateo en 27, 52 S. (resurrección de santos en la muerte de Jesús) y que también un exegeta tan cauteloso como Cornelio a Lápide la sostiene. Cf. 1 Tes. 4, 16:. 1 Cor. 6. 2-3; II Tim. 2, 16 ss. y Filip. 3, 11, donde San Pablo usa la palabra "exanástasis" `y añade "ten ek nekróon" o sea literal- mente, la ex-resurrección, la que es de entre los muertos. Parece. pues, probable que San Juan piense aquí en un privilegio otorgado a los Santos (sin perjuicio de la resurrección general), y no en una alegoría, ya que S. Ireneo, fundándose en los testimonios de los presbíteros discípulos de S. Juan, señala como primera resurrección la de los justos (cf. Luc. 14, 14 y 20, 35). La nueva versión de NácarColunga ve en esta primera resurrección un privilegio de los santos mártires, "a quienes corresponde la palma de la victoria. Como quienes sobre todo sostuvieron el peso de la lucha con su Capitán, recibirán un premio que no corresponde a los demás muertos, y éste es juzgar. que en el sentido bíblico vale tanto como regir y gobernar al mundo, junto con su Capitán. a quien por haberse humillado hasta la muerte le fue dado reinar sobre todo el universo (Filip. 2, 8s.)". Véase Filip. 3, 10-11; 1 Cor. 15, 23 y 52 y notas; Luc. 14, 14; 20, 35; Hech. 4, 2.<br />
6. Con el cual reinaron los mil años: Fillion dice a este respecto: "Después de haber leído páginas muy numerosas sobre estas líneas, no creemos que sea posible dar acerca de ellas una explicación enteramente satisfactoria". Sobre este punto se ha debatido mucho en siglos pasados la llamada cuestión del milenarismo o interpretación que, tomando literalmente el milenio como reinado de Cristo. coloca esos mil años de los vv. 2-7 entre dos resurrecciones, distinguiendo como primera la de los vv. 4-6, atribuida sólo a los justos, y como segunda y general la mencionada en los vv. 1213 para el juicio final del v. 11. La historia de esta interpretación ha sido sintetizada en breves líneas en una respuesta dada por la Revista Eclesiástica de Buenos Aires (mayo de 1941) diciendo que "la tradición. que en los primeros siglos se inclinó en favor del milenarismo, desde el siglo V se ha pronunciado por la negación de esta doctrina en forma casi unánime".<br />
La Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio cortó la discusión declarando, por decreto del 21 de julio de 1944, que la doctrina "que enseña que antes del juicio final, con resurrección anterior de muchos muertos o sin ella, nuestro Señor Jesucristo vendrá visiblemente a esta tierra a reinar, no se puede enseñar con seguridad (tuto doceri non posse)". Para información del lector, transcribimos el comentario que trae la gran edición de la Biblia aparecida recientemente en Paris bajo la dirección de Pirot-Clamer sobre este pasaje: "La interpretación literal: varios autores cristianos de los primeros siglos pensaron que Cristo reinaría mil años en Jerusalén (v. 9) antes del juicio final. El autor de la Epístola de Bernabé (15, 4-9) es un milenarista ferviente; para él, el milenio se inserta en una teoría completa de la duración del mundo, paralela a la duración de la semana genesíaca: 6.000 + 1.000 años. S. Papías es un milenarista ingenuo. S. Justino, más avisado empero, piensa que el milenarismo forma parte de la ortodoxia (Diálogo con Trifón 80-81). S. Ireneo lo mismo (Contra las herejías V, 28 3), al cual sigue Tertuliano (Contra Marción III, 24). En Roma, S. Hipólito se hace su campeón contra el sacerdote Caius, quien precisamente negaba la autenticidad jonanea del Apocalipsis para abatir más fácilmente el milenarismo". Relata aquí Pirot la polémica contra unos milenaristas cismáticos en que el obispo Dionisio de Alejandría "forzó al jefe de la secta a confesarse vencido", y sigue: "Se cuenta también entre los partidarios más o menos netos del milenarismo a Apolinario de Laodicea, Lactancio, S. Victorino de Pettau, Sulpicio Severo, S. Ambrosio. Por su parte, S. Jerónimo, ordinariamente tan vivaz, muestra con esos hombres cierta indulgencia (Sobre Isaías, libro 18). S. Agustín, que dará la interpretación destinada a hacerse clásica, había antes profesado durante cierto tiempo la opinión que luego combatirá. Desde entonces el milenarismo cayó en el olvido, no sin dejar curiosas supervivencias, como las oraciones para obtener la gracia de la primera resurrección, consignadas en antiguos libros litúrgicos de Occidente (Dom Leclercq)". Más adelante cita Pirot el decreto de la SS. Congregación del S. Oficio, que transcribimos al principio, y continúa: "Algunos críticos católicos contemporáneos, por ejemplo Calmes, admiten también 1a interpretación literal del pasaje que estudiamos. El milenio seria inaugurado por una resurrección de los mártires solamente, en detrimento de los otros muertos. La interpretación espiritual: Esta exégesis -sigue diciendo Pirot- comúnmente admitida por los autores católicos, es la que S. Agustín ha dado ampliamente. Agustín hace comenzar este período en la Encarnación porque profesa la teoría de la recapitulación, mientras que, en la perspectiva de Juan, los mil años se insertan en un determinado lugar en la serie de los acontecimientos. Es la Iglesia militante, continúa Agustín, la que reina con Cristo<br />
hasta la consumación de los siglos; la primera resurrcccíón debe entenderse espiritualmente del nacimiento a la vida de la gracia (Col. III, 1-2; Fil. III, 20; cf. Juan V, 25); los tronos del v. 4 son los de la jerarquía católica y es esa jerarquía misma, que tiene el poder de atar y desatar. Estaríamos tentados -conc1uye Pirot- de poner menos precisión en esa identificación. Sin duda tenemos allí una imagen destinada a hacer comprender la grandeza del cristiano: se sienta porque reina (Mat, XIX. 28; Luc. XXII, 30; I Cor. I, 3; Ef. I, 20; II, 6; Apoc, I, 6; V, 9)." La segundo muerte: El Apóstol explica este término en el v. 14.<br />
8. Gog y Magog: son aquí, como en Ez. 39, 2, representantes de los reinos y pueblos anticristianos. Gog se llama en Ezequiel rey de Rosch, Mosoc y Tubal, reinos situados al norte de Mesopotamia, e identificados por algunos intérpretes con Rusia, Moscú y Tobolsk (Siberia). ¿Debe esta rebelión identificarse con aquella invasión de Tierra Santa que anuncia Ezequiel? Véase allí los caps. 38-39 y sus notas. Lo que no puede dejar de señalarse es lo que esto significa como "etapa" final de la invariable apostasía del hombre frente a Dios (cf. 13, 18 y nota). "Empezó en el paraíso (Gén. 3), y se repitió diez y seis siglos más tarde en el diluvio (Gén. 4-7) y cuatro siglos después con la torre y ciudad de Babel (Gén. 8-11). Después de la elección de Abrahán, la era patriarcal termina paganizada en la esclavitud de Egipto (430 años). Y luego de otros quince siglos el pueblo electo de Israel, seducido por sus jefes religioso-políticos, reclamó y consiguió una cruz para el Mesías tan esperado. ¿Acaso las naciones de la gentilidad habrán de ser más fieles? Las hemos visto en el capitulo anterior siguiendo al Anticristo y las vemos aquí, apenas suelto Satanás, precipitarse de nuevo a su ominoso servicio. ¡Triste comprobación para la raza de Adán! Digamos, pues, que si toda la humanidad no es salva, no será porque Dios no haya agotado su esfuerzo hasta entregar su Hijo". Cf. Juan, 3, 16.<br />
9. Subieron o la superficie: cf. Ez. 39, 11-16 y notas. La ciudad amada: como anota Pirot, "el ataque se hace contra Jerusalén, capital del Reino mesiánico, como en Ez. 38, 12... Los santos no necesitan salir, pues Dios interviene desde el cielo". En efecto, bajó fuego del cielo y los devoró: esto es, súbitamente y sin batalla como en 19, 11 ss. Las palabras entre corchetes son probablemente una glosa. Así morirán todos, para ser juzgados con los demás muertos (vv. 5 y 11 ss.), Véase v. 14 y nota. Como lo expresa la mayoría, éste parece ser el fuego que S. Pedro anuncia en II Pedro 3, 7-8 como perdición final de los hombres impíos (cf. v. 11 y nota) si bien no es fácil conciliar esto con el mencionado en I Cor. 3, 15, pues en la Parusía del Señor lo vemos con nubes (14, 14) o sobre caballo blanco (19, 11) pero nunca con fuego. 10. Cf. Is. 24, 21 s. y nota.<br />
11 ss. Descripción del juicio final, cuya explicación encierra todavía muchos misterios para la exégesis moderna. Se diría que, como en 19, 11 ss. y en Mat. 25, 31 ss., el juez es Cristo, el Hijo a quien Dios entregó el poder de juzgar al mundo (Juan 5, 22; Hech. 10, 42; 17, 31; Rom. 2, 16; I Pedro 4, 5 S.) después de haber hecho entrega de ese mismo Hijo "para que el mundo se salve por Èl" (Juan 3, 16-17). Sin embargo, los autores modernos (Fillion, Pirot, etc.) dan por seguro que S. Juan presenta aquí a Dios Padre a quien llama desde el principio "el que está sentado en el trono" (4, 9 y 10; 5,1, 7 y 13; 7,15, etc.) y que es el único juez supremo" (Gelin) Cf. 22, 13 y nota. Huyó a tierra, etc.: no es ya parcialmente, como en 6, 14; 16, 20, sino que aquí no hay más tierra de modo que, dice Pirot, "es imposible ubicar el lugar del juicio" y por tanto no puede aplicarse, como en Mat 25, 31 ss., lo anunciado sobre el juicio de las naciones al retorno de Cristo en el valle de Josafat (Joel 3, 2), ni expresa allí Jesús las otras características que aquí vemos, como la resurrección, el tratarse sólo de muertos (vv. 12 y 13) sin quedar ningún vivo (v. 9; cf. I Tes 4, 16-17); los libros abiertos; la exclusiva mención del castigo y no del premio (vv. 14 y 15); el contenido general del juicio sin referencia a las obras de caridad del juicio sin referencia a las obras de caridad (Mat 25, 35 ss.), ni al Rey (íd. 34 y 40), ni a su Parusía ni a sus ángeles (íd. 31), ni a la separación entre ovejas y machos cabríos (íd. 33). Por ahí vemos cuánto debe ser aún nuestro empeño en profundizar la doctrina e intensificar nuestra cultura bíblica. Sobre el Libro de la vida, cf. 3, 5 y nota.<br />
14. Sólo aquí Se ve que no habrá más muerte sobre la tierra. Por eso S. Pablo dice que "la muerte será el último enemigo destruido" para que todas las cosas queden sujetas bajo los pies de Jesús (I Cor. 15, 26; Ef. 1, 10) y Él pueda entregarlo todo al Padre (I Cor. 15, 24 y 28). La muerte y el Hades: parecen personificar a los muertos que había en e1los (v. 13), no nombrándose el mar porque había desaparecido en el v. 11 como se deduce de 21, 1. De lo contrario nadie podría explicar por ahora el significado de ambos personajes.<br />
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1. Habían pasado en 20, 11, Sin duda junto con El mar, como aquí vemos. No se dice que esto sucediese mediante el fuego de 20, 9, sino que "huyeron" ante la faz de Dios (20, 11). También se habla de fuego en I Cor. 3, 13 y en II Pedro 3, 12 (cf. notas), pero rodeado de circunstancias que no es fácil combinar con las que aquí vemos. Por ello parece que hemos de Ser muy parcos en imaginar soluciones, que pueden ser caprichosas, en estos misterios que ignoramos (cf. 20, 11 y nota). Aquí, como observa Gelin, aparece a la vista de los elegidos "un cuadro nuevo y definitivo" por lo cual parecería tratarse ya de lo que S. Pab1o nos hace vislumbrar en I Cor. 15, 24 y 28. Cielo nuevo y tierra nueva se anuncian también en Is. 65, 17 ss. como en 66, 22 (cf. notas); pero allí aún se habla de algún muerto, y de edificar casas y de otros elementos que aquí no se conciben y que Fillion atribuye a "la edad de oro mesiánica" y Le Hir llama retorno a la inocencia primitiva (cf. IS. 11, 6 ss.; Ez. 34, 25; Zac. 14, 9 ss.; Mat. 19, 28; Hech. 3, 21; Rom. 8, 19 ss.; etc.).<br />
2. Pirot observa que la Jerusalén de E:. 40-48 era todavía terrestre, y añade que la de Is. 54, 11 ss. esta descrita con un lirismo deslumbrante, pero no establece ni explica que haya diferencia entre ambas (cf. v. 22 y nota). La Jerusalén que aquí vemos desciende toda del cielo, como dice S. Agustín y es la antítesis de Babilonia la ramera (caps. 17-18); la imagen es tomada de la Jerusalén terrenal, pero la idea es otra y no podemos confundirla con nada de lo que era la tierra, fuese o no transformada.<br />
3. La morada de Dios entre los hombres: Algunos suponen a este respecto que la substancia de los elementos adquirirá nuevas cualidades convenientes y relativas a nuestros cuerpos inmortales. Otros observan que en esta consumación definitiva de los<br />
misterios de Dios seremos en realidad nosotros, y no las cosas eternas, los que nos transformaremos, como "nueva creación" (II Cor. S, 17; Gál. 6, 15) y asumiremos como tales esa vida divina. Desde ahora la poseemos por la gracia, pero entonces la disfrutaremos plenamente con lo que se ha llamado el lumen gloriæ. Porque esa vida eterna, sin fin, tampoco tuvo principio y nosotros fuimos, desde la eternidad, elegidos para poseerla gracias a Cristo (véase Ef. 1, 1 ss. y notas) y con Él y en Él como los sarmientos en la vid (Juan 15, 1 ss.), como los miembros en la cabeza (Col. 1, 19). ¿No es ésta la Jerusalén "nuestra madre" de que habla el Apóstol en Gal. 4, 26? ¿No es este el Tabernáculo "que hizo Dios y no el hombre" (Hebr. 8, 2), "el mismo cielo" donde entró Jesús (Hebr. 9. 24), "la ciudad de fundamentos cuyo artífice y autor es Dios" a la cual aspiraba Abrahán (Hebr. 11, 10), "la ciudad del Dios vivo, Jerusalén celeste" a la cual convoca S. Pablo a todos los hebreos (Hebr. 12, 22)? Ella viene aún como novia, no obstante haberse anunciado desde 19, 6 ss. las Bodas del Cordero. ¿Encierra esto tal vez un nuevo misterio de unidad total, en que habrán de fundirse las bodas de Cristo con la Iglesia y las bodas de Yahvé con Israel? (Véase 19, 9 y nota). He aquí ciertamente el punto más avanzado, donde se detiene toda investigación escatológica y que esconde la clave de los misterios quizá postapocalípticos del Cantar de los Cantares (véase nuestra introducción a ese Libro).<br />
5. Yo hago todo nuevo: Ya habló de cielo nuevo y tierra nueva (v. 1) y de la Jerusalén celestial (v. 24). ¿Qué nueva novedad encierra todavía esta asombrosa declaración de Dios? Algunos la refieren a lo precedente, como si fuera una redundancia. Parece sin<br />
embargo que en estos capítulos finales el Padre acumula uno sobre otro los prodigios de su esplendidez hasta más allá de cuanto pudiera fantasear el hombre. Crampon lo considera simplemente como una nueva creación, algo que no está ya expuesto a un "fracaso" como el de Adán, y comenta: "Es una renovación de este mundo donde vivió la humanidad caída. el cual desembarazado al fin de toda mancha, será restablecido por Dios en un estado igual y aún superior a aquel en que fuera creado; renovación que la Escritura llama en otros lugares palingenesia, o sea regeneración (Mat. 19, 28) y apocatástasis pántoon, esto es, la restitución de todas las cosa: en su estado primitivo (Hech. 3, 21)." Bien puede ser sin embargo que Dios vaya más lejos en ese empeño que el hombre no puede sino adorar sin comprenderlo ya, a causa de la estrechez de nuestra mente y la mezquindad de nuestro corazón. Traigamos a la memoria las palabras de Dios en Isaías: "Mira ejecutado todo lo que oíste... Hasta ahora te he revelado cosas nuevas, y tengo reservadas otras que tú no sabes" (Is. 48, 6; cf. Is. 42, 9; 43, 19). Aquí es tal vez el caso de "volvernos locos para con Dios" según la expresión S. Pablo (II Cor. 5, 13) y admitir, como un kaleidoscopio sub specie æterntiatis un fluir de creación eternamente renovado para nuestro éxtasis, un fluir inexhausto de la "sabiduría infinitamente variada de Dios" (Ef. 3, 10) y de su amor en Cristo "que sobrepuja a todo conocimiento", para que seamos "total y permanentemente colmados de Dios, a quien sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones de la edad de las edades, amén" (Ef. 3, 19-21)<br />
6. El agua de la vida. Sobre esta imagen, que significa la inmortalidad, véase 7, 17; 22, 1; Is. 4, 1; Ez. 47, 1-12; Juan 4, 10 y nota.<br />
7. El mismo trato de hijo que tiene Jesús a la diestra del Padre, tal es lo que se nos ofrece para siempre (cf. v. 23 y nota) y lo que desde ahora podemos vivir en espíritu (Gal. 4, 6; Ef. 1, 5 y notas). Cumplida totalmente la adopción (Rom. 8. 23) oiremos del Padre lo mismo que Jesús oyó en S. 2,<br />
7. ¿Qué somos pues nosotros en la vida de Dios? Lo que un niñito pequeño e insignificante es para su padre: nada, en cuanto es incapaz de prestarle el menor servicio; todo, en cuanto es el objeto de todos los desvelos y de los más bellos planes de su padre, que han de cumplirse en el (Rom. 8, 17; Gal. 4, 7).<br />
8. En contraste diametral con lo del v. 7, y ya sin ningún término medio, muestra este v. la segunda muerte, o sea, el lago de fuego y azufre, el mismo infernal destino que la Bestia y el Falso Profeta inauguraron según 19, 20 adonde Satanás acaba de ser arrojado (20, 9 S.), čf. 21, 6. Llama la atención ver allí a los tímido:. Ni es esto lo que Israel llamaba santo temor de Dios (la reverencia con que lo honramos). ni tampoco es lo que el mundo suele llamar cobardía, en los que no hacen alarde de arrojo y estoicismo, pues la suavidad de las virtudes evangélicas no lleva por ese rumbo sino por el de la pequeñez infantil (Mat. 5, 3; 18, 3; S. 68, 15 y 21 y notas). Los tímidos que no llegarán a este cielo maravilloso son los que fluctúan entre Cristo y el mundo (Mat. 6, 24 y nota); los que se escandalizan de las paradojas de Jesús (Mat. 11, 6; Luc, 7, 23 y notas); los de ánimo doble, que dan a Dios todo, menos el corazón lo único que a Él le interesa, y no se deciden a pedirle la sabiduría que Él ofrece porque temen que el divino Padre les juegue una mala partida (Sant. 1, 5―8 y notas); los que se dejan llevar "a todo viento de doctrina" (Ei. 4, 14; I Cor. 12, 2; Mat. 7, 15) y, por falta de amor A la verdad concluyen siempre seducidos por la operación del error para perderse (II Tes. 2, 10 y nota).<br />
9. El mismo ángel que antes le presentó a la ramera (17, 3) le muestra ahora a la novia. Cf. IV Esdr. 10, 25 ss.<br />
10. A un monte grande y alto: cf. Ez. 40, 2; Is, 2, 2.<br />
11. Cf. Tob. 13, 21-22; Is. 54, 11-12 y notas. Su luminar es Cristo (v. 23 S.).<br />
12. El muro (cf. v. 17 S.) no existía en la de Zac. 2, 4. En ésta sólo es un atributo de su belleza pues ya no teme ataques como en 20, 9. Nótese el simbolismo invertido de las doce puertas y doce cimientos: aquéllas (lógicamente posteriores al cimiento) con los nombres de las doce tribus de Israel (cf. v. 21) y éstos (v 14) con los de los doce apóstoles. ¿No significa esto la unión definitiva entre los dos Testamentos en el Reino del Padre? Cf. v. 2; 12. 1 y notas<br />
16. Cuadrada: (cf. Ez. 43, 16; 48, 15 ss.). Doce mil estudios: o sea 2.220 kilómetros (cf. 14, 20) Como se ve, esta cifra parecería simbólica a causa de la magnitud e igualdad de las dimensiones, lo cual significa perfección. No se puede, empero, asegurarlo, pues puara Dios nada es imposible. En Ez. 48 16 la ciudad es cuadrada, de 4.500 "cañas" de lado "Interpretar en sentido figurado lo que podemos interpretar en sentido propio, es digno de los incrédulos o de los que buscan rodeos a la fe" (Maldonado). "La ciudad formaba un cubo perfecto, dice Fillion. como el Santo de los Santos en el tabernáculo de Moisés y en el Templo; lo cual quiere expresar que la_ nueva Jerusalén toda será el sitio de la manifestación directa y muy íntima del Señor."<br />
17. Es que el ángel se apareció en forma humana.<br />
18. Los preciosos metales y gemas pueden ser figuras materiales de aquella belleza inefable (II Cor 12, 4) que "ni ojo vio ni oído oyó, ni pasó a hombre alguno por pensamiento" (Is. 64, 4; I Cor. 2. 9). Mas no lo sabemos, y por tanto no hemos de empeñamos en negar de antemano todo sentido real y perceptible a estos esplendores, prometidos aquí por el mismo Dios que nos enseña la vanidad del mundo presente. Bien podría el Enemigo, so pretexto de espiritualidad, quitarnos así el ansia de tener "un tesoro en el cielo". sabiendo él que "donde está nuestro tesoro está nuestro corazón" (Luc. 12, 33-34) ¿Acaso la belleza visible habría de quedar sólo para los pecadores de este mundo? ¿Por qué, dice un autor, no cabría una perfección en el orden de 1a materia restaurada, pues que hemos de resucitar con nuestro Cuerpo? El Dios de los crepúsculos, de las flores, de los lagos es quien nos hace estas promesas.<br />
Si no le creemos a Él, dice S. Ambrosio, ¿a quién le creeremos? Si alegorizamos todo, nos quedaremos sin entender nada. Hoy podríamos agregar que Si la vidrieras de una catedral gótica, por ejemplo, deslumbran nuestra sensibilidad aún carnal, con una belleza de color que nos parece casi sobrehumana ¿porque no habríamos de creer simplemente a Dios cuando nos promete toda esta pedrería como un marco digno de la patria divina, sin perjuicio del amor puro pues ya no la miraremos con afectos carnales? Véase v. 23; 22, 4 y notas.<br />
19. Zafiro: cf. Is. 54, 11.<br />
20. Sardónice: "un sardio mezclado con ónice. El sardio es amarillento o rojizo; cuando es veteado con vetas regulares, se llama sardônice porque e1 ónice tiene vetas irregulares" (Jûnemann).<br />
21. Perlas: en Is, 54, 12 las puertas son carbunclos (Vulg: “piedras deseables"),<br />
22. No habrá templo en ella. Cf. Ez. 44, 2 y nota sobre las diferencias con la que allí se describe. Sin duda la ciudad misma será toda un Santuario, y los comentadores exponen que en la Jerusalén celestial no habrá altar ni sacrificios como en Ez. 43, 13 ss.;<br />
S. 50, 20 s. (cf. notas), suponiendo que al renovarse todo (v. 5) habrán pasado los tiempos de la intercesión en el Santuario celestial (cf. Hebr. 7, 24 s.), Dios y el Cordero serán el divino templo de la continua alabanza, así como serán también la recompensa de la esperanza, (22, 2 y nota cf. Hebr. 10, 19). Es muy hermoso ver aquí a Jesús con igual gloria y honor que "su Dios y Padre", ante quien se postraba con profunda adoración y a quien ya habrá entregado el Reino para quedarle Él mismo sujeto por siempre "a fin de que el Padre sea todo en todo" (I Cor. 13, 24 y 28). Cf. Ef. 48, 35.<br />
23. Cf. Is. 60, 19 s. Al admirar, con el alma colmada de gratitud, esos esplendores, no olvidemos que todo viene de que el Cordero será el luminar, y que sin El nada podría ser apetecible (cf. S. 15, 2 texto hebreo). La novia (v. 1) no desdeña el palacio que le brindara el Príncipe, pero es a él a quien desea, Recordemos también que Jesús, esa lumbrera de los cielos, nos ilumina ya desde ahora si nos dejamos guiar por su Palabra (Luc. 11, 36: Juan 9, 5; II Tim. 1, 10; S. 118, 105 y nota). El misterio del Hijo como antorcha de la claridad del Padre -luz de luz dice el Credo- es el que nos anticipa el S. 35, 10 al decir a Dios: "En tu luz veremos la 1uz." A este respecto algunos autores, desde la época patrística, han distinguido entre los justos varias esferas de bendición. Parece fundado pensar que. siendo el Cordero la lumbrera de la Jerusalén celestial, los que le están más íntimamente unidos y viven aquí de la vida de Él con fe, amor y esperanza, estarán incorporados a El compartiendo su suerte (cf. v. 7; Juan 14, 3; l7, 22-24) en lo más alto de los cielos (Ef. 1, 20; 2, 6), es decir, formando parte de ese luminar... Híc taceat onmís lingua. Cf. 22. 4 y nota.<br />
24. La expresión usada aquí por el Apóstol recuerda el vaticinio de Isaías (Is. 60, 3). Cf. Zac. 2, 11; 8, 23. Gelin hace notar que aún se mantiene aquí esa diferencia entre israelitas y naciones de la gentilidad. Dato ciertamente digno de atención y estudio; pero no nos apresuremos a juzgar sobre él ni a criticar audazmente el divino Libro. y menos aún en materia como la escatología en que bien puede decirse que estamos en pañales. Nuestro empeño ha de ser, cuando no vemos soluciones ni las han visto otros, confesarlo para suscitar en el lector el anhelo ardiente de ahondar cuanto pueda la investigación hasta que Dios quiera entregarnos la llave de los misterios adorables que envuelven lo que tan de cerca interesa a nuestra eterna felicidad. Sobre los reyes, cf. también 20, 4. 25 ss. Cf. Is. 60. 11; 35, 8; 52 1. Véase en Ez 44, 2 y 48, 35 y notas otros paralelismos y diferencias entre esta Jerusalén celestial y la Jerusalén anunciada por los antiguos profetas.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-89910985982350746562012-08-29T12:36:00.000-07:002012-08-29T12:36:04.593-07:00Apocalipsis caps. 16, 17, 18<br />
Capítulo XVI<br />
1 Oí una gran voz procedente del templo que decía a los siete ángeles: "Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios." 2 Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra y se<br />
produjo una úlcera horrible y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia y adoraban su estatua. 3 Y el segundo derramó su copa sobre el mar, el cual se convirtió en sangre como la de un muerto, y todo ser viviente en el mar murió. 4 El tercero derramó su copa en los ríos Y en las fuentes de las aguas y se convirtieron en sangre. 5 Y oí decir al ángel de las aguas: "justo eres, oh Tú que eres y que eras, oh Santo, en haber hecho este juicio. 6 Porque sangre de Santos y profetas derramaron, y sangre les has dado a beber: lo merecen." 7 Y oí al altar que decía: "Sí, Señor, Dios Todopoderoso, fieles y justos son tus juicios." 8 El cuarto derramó su copa sobre el Sol, al cual fue dado abrasar a los hombres por su fuego. 9 Y abrasáronse los hombres con grandes ardores, y blasfemaron del Nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas; mas no se arrepintieron para darle gloria a Él. 10 EI quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia, y el reino de ella se cubrió de tinieblas, y se mordían de dolor las lenguas. 11 Y blasfemaron del Dios del cielo, a causa de sus dolores y de sus úlceras, pero no se arrepintieron de sus obras. 12 EI sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates, y secóse su agua, para que estuviese expedito el camino a los reyes del oriente.<br />
13 Y vi cómo de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta salían tres espíritus inmundos en figura de ranas. 14 Son espíritus de demonios que obran prodigios y van a los reyes de todo el orbe a juntarlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. 15 -He aquí que vengo como ladrón. Dichoso el que vela y guarda sus vestidos, para no tener que andar desnudo y mostrar su vergüenza-. 16 Y los congregaron en el lugar que en hebreo se llama Harmagedón.<br />
17 EI séptimo (ángel) derramó su copa en el aire, y salió una poderosa voz de templo, desde el trono [en el cielo] que decía: "Hecho está." 18 Y hubo relámpagos y voces y truenos, y se produjo un gran terremoto cual nunca lo hubo desde que hay hombres sobre la tierra. Así fue de grande este poderoso terremoto. 19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de los gentiles cayeron, y Babilonia la grande fue recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino de su furiosa ira. 20 Y desaparecieron todas las islas, y no hubo más montañas. 21 Y cayó del cielo sobre los hombres granizo del tamaño de un talento; y los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del granizo, porque esta plaga fue sobremanera<br />
grande.<br />
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CAPÍTULO XVII<br />
1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las Siete copas y habló conmigo diciendo: "Ven acá; te mostraré el juicio de la ramera grande, la que está sentada sobre muchas aguas; 2 con la que han fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los moradores de la tierra con el vino de su prostitución." 3 Y me llevó a un desierto en espíritu; y vi a un mujer sentada sobre una bestia purpúrea, repleta de nombres de blasfemias, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 La mujer estaba vestida de purpura y escarlata, y cubierta de oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en Su mano (por una parte) un cáliz de oro lleno de abominaciones y (por otra) las inmundicias de su fornicación. 5 Escrito sobre su frente tenía un nombre, un misterio: "Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de la tierra"<br />
6 Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús; y al verla me sorprendí con sumo estupor.<br />
7 Mas el ángel me dijo: "¿Por qué te has asombrado? Yo te diré el misterio de la mujer y de la<br />
bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La bestia que has visto era y ahora no es; está para subir del abismo y va a su perdición. Y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se llenarán de admiración cuando vean que la bestia, que era y ahora no es, reaparecerá. 9 Esto para la mente que tiene sabiduría: las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales la mujer tiene sede. 10 Son también Siete reyes: los cinco cayeron, el uno es, el otro aún no ha venido; y cuando venga, poco ha de durar. 11 Y la bestia que era y no es, es él, el octavo, y es de los siete, y va a perdición. 12 Y los diez cuernos que viste son diez reyes que aún no han recibido reino, mas con la bestia recibirán potestad como reyes por espacio de una hora. 13 Estos tienen un solo propósito: dar su poder y autoridad a la bestia. 14 Estos guerrearan con el Cordero. y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes; y (vencerán) también los suyos, los llamados y escogidos y fieles." 15 Díjome aún: "Las aguas que viste, sobre las cuales tiene Su sede la ramera, son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas. 16 Y los diez cuernos que viste, así como la bestia, aborrecerán ellos mismos a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, comerán sus carnes y la abrasarán en fuego. 17 Porque Dios ha puesto en sus corazones hacer lo que a Él le plugo: ejecutar un solo designio: dar la autoridad de ellos a la bestia, hasta que las palabras de Dios se hayan cumplido. 18 Y la mujer que has visto es aquella ciudad, la grande, la, que tiene imperio Sobre los reyes de la tierra.<br />
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Capítulo XVIII<br />
1 Después de esto vi cómo bajaba del cielo otro ángel que tenía gran poder, y con su gloria se iluminó la tierra. 2 Y clamó con gran voz diciendo: "Ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a ser albergue de demonios y refugio de todo espíritu inmundo y refugio de toda ave impura y aborrecible. 3 Porque del vino de su furiosa fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la tierra y con el poder de su lujo Se enriquecieron los mercaderes de la tierra."<br />
4 Oí otra voz venida del cielo que decía: "Salid de ella, pueblo mío, para no ser solidario de sus pecados y no participar en sus plagas; 5 pues sus pecados se han acumulado hasta el ciclo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades. 6 Pagadle como ella ha pagado; retribuidle el doble conforme a sus obras; en la copa que mezcló, mezcladle doblado. 7 Cuanto se glorificó a sí misma y vivió en lujo, otro tanto dadle de tormento y de luto, porque ella dice en su corazón: "Como reina estoy sentada y no soy viuda y jamás veré duelo." 8 Por tanto, en un solo día<br />
vendrán sus plagas: muerte y luto y hambre; y será abrasada en fuego, porque fuerte Señor es el Dios que la ha juzgado."<br />
9 Al ver el humo de su incendio llorarán y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, que con ella vivieron en la fornicación y en el lujo. 10 Manteniéndose lejos por miedo al tormento de ella, dirán: "¡Ay, ay de la ciudad grande de Babilonia, la ciudad poderosa porque en una sola hora vino tu juicio!" 11 También los traficantes de la tierra lloran y hacen luto sobre ella, porque nadie compra más sus cargamentos: 12 cargamentos de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de fino lino, de púrpura, de seda y de escarlata, y toda clase de madera olorosa, toda suerte de objetos de marfil y todo utensilio de madera preciosísima, de bronce, de hierro y de mármol13 y canela, especies aromáticas, perfumes, mirra, incienso, vino y aceite, flor de harina y trigo, vacas y ovejas, caballos y carruajes, cuerpos y almas de hombres. 14 Los frutos que eran el deleite de tu alma se han apartado de ti; todas las cosas delicadas y espléndidas se acabaron para ti, y no serán halladas jamás. 15 Los mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron a costa de ella, se pondrán a lo lejos, por miedo a su tormento, llorando y lamentándose, 16 y dirán: "¡Ay, ay de la ciudad grande, que se vestía de finísimo lino, de púrpura y de escarlata, y se adornaba de oro, de pedrería y perlas; 17 porque en una sola hora fue devastada tanta riqueza!" Y todo piloto, y todos los que navegan de cabotaje, los marineros y cuantos explotan el mar se detuvieron lejos, 18 y al ver el humo de su incendio dieron voces, diciendo: "¿Quién como esta ciudad tan grande?" 19 Y arrojaron polvo sobre sus cabezas y gritaron, y llorando y lamentándose, dijeron: "¡Ay, ay de la ciudad grande, en la cual por su opulencia se enriquecieron todos los poseedores de naves en el mar! porque en una sola hora fue desolada." 20 ¡Alégrate sobre ella, oh cielo, y vosotros, los santos y los apóstoles y los profetas, pues juzgándola Dios os ha vengado de ella!<br />
21 Y un ángel poderoso alzó una piedra grande como rueda de molino, y la arrojó al mar, diciendo: "Así, de golpe, será precipitada Babilonia, la ciudad grande, y no será hallada nunca más. 22 No Se oirá más en ti voz de citaristas, ni de músicos, ni de tocadores de flauta y trompeta, ni en ti volverá a hallarse artífice de arte alguna, ni se escuchará más en ti ruido de molino. 23 Luz de lámpara no brillará más en ti, ni se oirá en ti voz de novio y de novia, porque tus traficantes eran los magnates de la tierra, porque con tus hechicerías han sido embaucados todos los pueblos. 24 Y en ella fue encontrada sangre de profetas y de santos, y de todos los que fueron sacrificados sobre la tierra."<br />
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Comentarios<br />
l ss. Las plagas de este capítulo, más terribles que las anteriores (cf. 15, 1) y que las que Dios descargó sobre los enemigos de su pueblo en Egipto (Èx. caps. 7-10), conservan mucha semejanza con éstas. Como en las trompetas, empiezan por tierra, mar, ríos y sol; pero la calamidad es total, en tanto que allí era de un tercio, y en los sellos era de un cuarto. Sobre la marca de la Bestia, cf. 14, 11; 15, 2,<br />
5. El Ángel de las aguas: S. Agustín y S. Tomás nos llaman la atención sobre la admirable Providencia de Dios que aun al cuidado de las cosas materiales ha puesto a un ángel. "Las siete copas (como los otros septenarios del Apocalipsis) se dividen en dos grupos de tres y de cuatro, separados por la intervención del ángel de las aguas. Esta división tiene sin duda por objeto acentuar mejor el simbolismo del número siete, haciendo destacar sus dos elementos significativos: 3, número de Dios y 4, número para el mundo" (Crampon). Que era: y que eras: nótese como en 11, 17, que ya no se agrega que has: de venir (erjómenos: cf. Hebr. 10, 37 s. y nota)<br />
sin duda porque ya sus juicios se han hecho manifiestos (15. 4).<br />
7. Oí al altar: es decir, a los mártires que descansan debajo del altar (6, 9), los cuales han visto su clamor satisfecho con creces.<br />
9. ¡No se arrepintieron! (cf. vv. 11 y 20; 9 21 y nota). ¿No es acaso lo que ya estamos viendo? Dios castiga al mundo con terribles azotes y sin embargo la sociedad humana sigue sus propios planes sin preocuparse por saber cuáles son los de Él. Dios Todopoderoso respeta entonces 1a libertad de sus creaturas (cf. 22, 11) porque, siendo Padre, no exige por la fuerza e1 amor de sus hijos; pero derramará sobre los hombres la copa de su ira porque éstos preferirán seguir siendo "hijos de ira", como cuando eran paganos sin redención (cf, Ef. 2, 3ss.; 5, 6), y quedar sujetos a la potestad de las tinieblas, rehusando trasladarse al reino del Hijo muy amado (Col. 1, 12 s.). La venganza del amor ofendido (Cf. Cant. 8, 6 y nota) será tan terrih1e como acabamos de ver en 14, 20 y como lo veremos en 19, 17 ss. Pirot observa que estas plagas caen sobre todas las naciones de la gentilidad y es de notar que su apostasía contrasta con la conversión de Israel (véase 11, 13 y nota) como ya lo advirtió S. Pablo a los Romanos (cf. Rom. 11, 20 y 31 y notas). Tan claro anuncio hecho por Dios bastaría para argüir de falsos profetas a todos los creyentes en e1 progreso indefinido de la humanidad, que la halagan (cf. II Tim. 4, 3) y la adormecen pronosticándole días mejores. Jesús mostró que así será hasta el fin (Luc. 18, 8; Mat. 24, 24-30). Cuando digan paz y seguridad vendrá la catástrofe (I Tes. 5, 3). Cf. 11, 15 y nota.<br />
10. De tinieblas: cf. 9, 2; Éx. 10, 22; Sab. 17, 1ss.<br />
12. El Eufrates, en la 6* Copa, como en la 6* trompeta (9, 14 y nota), será secado como lo fue el Mar Rojo (Ex. 14, 21) y el rio Jordán (Jos. 3, 13-17). Algunos piensan que puede haber aquí "alusión a la manera como Ciro se apoderó de Babilonia desviando el curso del Eufrates" (cf. Is. 44, 27; Jer. 50, 38; 51, 36). Y ¿quiénes son éstos del oriente? Algunos, pensando en el pasado, responden: "los Partos, terror de Occidente" (Cf. 9, 14-19;,17, 12 s. y 16 s.), Otros, como Fillion, que serán reyes venidos de esa dirección para combatir al Señor, unidos a los de toda la tierra (v. 14) y cuya reunión aprovechara Él "para ejecutar contra ellos sus proyectos de<br />
venganza (Cf. 19, 19)", Otros, considerando que los de los vv. 13s. no se unen con éstos sino contra éstos, ven aquí el cumplimiento de lo anunciado sobre la vuelta, para su conversión (Rom. 11, 25 s.), de las diez tribus de Israel (Efraín) dispersas (cf. Is. 11, 14-16; 49, 12 texto hebreo; Ez. 37, 12-23; IV Esdr. 13, 39-50), las cuales no habrían sido comprendidas en la infidelidad de Judá pues sólo a ésta se refería y sólo a ella se comunicó la profecía de Is. 6, 9 mencionada por S. Pablo en Hech. 28, 25 s.<br />
13 s. Espíritu: inmundos: como los que vemos actuar en el Evangelio (Mat. 10, 1; Marc. 1, 23). No sabemos si obrarán por medio de algún poseso. Cf. 1 Tim. 4, 1; Éx. 8, 2. Los reyes de todo el orbe: cf. 17, 4; 19, 19-21; S. 2, 2; 47, 5; E:. esos. 38 y 39. Como Fíllion (cf. v. 12 y nota) también Pirot<br />
15. Juan parece interrumpir su relato para recordar aquí, como para consuelo frente a esa horrible visión, estas palabras que, como dice Gelin, son de Cristo (Luc. 12, 39 s.) y se refieren a su Parusía (3, 3). Sobre esta reiterada advertencia de Jesús cf. 22, 7, 12 y 20; I Tes. 5, 2 y 4; II Pedr. 3, 10. "Velad, pues, porque no Sabéis en qué día vendrá vuestro Señor" (Mat. 24, 42). "La bienaventuranza de los que velan es una de las Siete de nuestro Libro" (Pîrot). Cf. 22, 7. Sus vestidas: señal de estar preparado, como Él lo dice en Luc. 12, 35.<br />
16. Harmagedón, en hebreo: Har Megiddo, esto es el monte de Megiddo, Situado cerca del Monte Carmelo, donde varias veces Se decidió el destino de la Tierra Santa. Era el campo de batalla por excelencia. Véase Juec. 5, 19; IV Rey. 9, 27; 23, 29. Figura aquí como lugar de una derrota definitiva, la misma que indica el triunfo de Cristo en 19, 19 ss. Cf. E2. 38, 17 ss.; 39, 8 y 21; Joel 2. 1ss. y notas.<br />
17. Hecho está: lo ordenado en el v. 1.<br />
18. Otros terremotos hay en 6, 12 y 11, 13. Este es el último y el mayor de todos y corresponde al fin de las 7 copas, paralelamente a 8, 5 y 11, 19.<br />
19. La gran Ciudad: véase 17, 18 y nota. Cayeron: algunos identifican esto con el final del tiempo indicado en Luc. 21, 24 (cf. Dan. 2, 34s.). Babilonia: aquí, como en 14, 8, Se nos da según Crampon, una transición a este punto dominante de los caps. 17 y 18, antes de llegar a la consumación. Gelin, comparando este sismo con el de Jerusalén en 11, 13, hacía notar que allí sólo fue un décimo y aquí es total.<br />
21. De un talento: o sea de 40 kilos, por donde se ve la enorme violencia de las calamidades. Pero. como en 9, 2 s.; 16, 9 y 11, la gentilidad seguirá hasta el fin Sin convertirse. Cf. Rom. 11, 25 y nota.<br />
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1. La gran ramera Babilonia es representante del mundo anticristiano (S. Agustín), en particular de la ciudad de Roma (S. Jerónimo), levantada sobre siete montes (v. 9) como la Bestia sobre la cual se asienta la ramera grande (v. 3). En tiempo de S. Juan ella era la capital del mundo Y centro de la corrupción pagana. Varios autores, entre ellos S. Roberto Belarmino, creen que en los últimos tiempos Roma volverá a desempeñar el mismo papel que en los tiempos de los emperadores. Los ángeles que tenían las siete copas acaban de terminar su misión en el cap. 16, pero ello, como observa Pirot, "va a introducir aún no pocos acontecimientos". Véase 14, 8s. y notas. También S. Pedro entiende por Babilonia a la ciudad de Roma (I Pedr. 5, 13). Cf. Dante, Divina Comedia. Inf. 19, 106 ss. Comp. vv. 2 y 5; 14,<br />
8 y 18, 9, El profeta Isaías (IS. 1, 21) llama ramera a Jerusalén por su infidelidad. En Is. 23, 15 y Nahum 3, 4 usa igual figura para Tiro y Nínive, tomadas según algunos como símbolos proféticos lo mismo que Asiria (cf. Is. 5, 25 y nota). El ángel que aquí figura es quizá el mismo que en 21, 9 muestra a S. Juan la Jerusalén celestial.<br />
Sentada sobre muchas aguas: cf. v. 15 y nota. En el v. 3 aparece sentado sobre una bestia.<br />
2. Véase v. 5 y nota; Is. 23, 17; Jer. 51, 7. 3s. A un desierto en espíritu: o sea, donde el espíritu estaba ausente o muerto. Como se verá en adelante, no se trata de un desierto material, como el refugio de la mujer del capítulo 12, sino a la inversa de una opulenta metrópoli dominadora de pueblos. Al respecto dice Fillion que "este retrato, vigorosamente trazado, contrasta con el de la madre<br />
mística de Cristo" que vimos en 12, 1s., pues tanto la púrpura del vestido de la mujer (v. 4) como el color bermejo de la bestia significan, "al mismo tiempo que la alta dignidad" (en Roma la púrpura llegó a ser exclusiva de los emperadores), la sangre de los mártires (v. 6) y la soberbia (cf. I Mac. 8, 14; Bar. 6, 71; Luc. 16, 19; Marc. 15, 17 y 20). Entre la bestia y la mujer hay unión estrecha, representando ambas la misma idea. La bestia es sin duda la que vimos en 13, 1Ss. o sea el Anticristo. Abominaciones: en la Sagrada Escritura, término para señalar la idolatría y los vicios que proceden del culto a los ídolos. La abominación específica de Roma era el culto de los Césares. Comentando este v. dice S. Juan de la Cruz: "¿Quién no bebe poco o mucho de este cáliz dorado de la mujer babilónica? Que en sentarse ella sobre aquella gran bestia... da a entender que apenas hay alto ni bajo, ni santo ni pecador, al que no dé a beber de su vino, sujetando en algo Su corazón."<br />
5. Escrito sobre su frente. "No sin duda en la frente misma sino en un lazo elegante que rodeaba su frente. En Roma las mujeres de mala vida solían ostentar así su nombre... Un nombre, un misterio: es decir, un nombre misterioso que debe ser interpretado alegóricamente" (Fillion). 'Este misterio de una Babilonia alegórica, que asombra grandemente a Juan (v. 6) Parece ser la culminación del misterio de la iniquidad revelado por S. Pablo en II Tes 2. 7ss., refiriéndose tal vez a alguna potestad instalada allí como capital de la mundanidad y quizá con apariencias de piedad como el falso profeta (13, 11; II Tim 3, 5, etc.). Madre de los fornicarios: es decir, de los que como ella fornican con la idolatría y los valores y glorias del mundo (cf. v. 2). La extrema fuerza del lenguaje empleando con esta ramera recuerda las expresiones usadas contra Jerusalén en Ez. 16 (véase allí las notas).<br />
6. Ebria de la sangre: cf. 16, 6. Juan había visto ya la bestia (13, 1), pero no a la mujer. Su grande asombro, según explican los comentaristas, procede de verlas juntas. "Esta visión es hoy todavía llena de oscuridad para nosotros, al punto que este pasaje es la parte más difícil del Libro entero" (Fillion). Esta ebriedad, que no es de la bestia sino de la mujer, es interpretada tanto como la responsabilidad por la sangre cristiana derramada (cf. lo que Jesús increpa a los fariseos en Mat. 23, 34 s.) cuanto como una actitud soberbia que usurpa los méritos de los mártires y santos revistiéndose hipócritamente de ellos.<br />
7 s. De la mujer y de la bestia: En realidad el ángel, quizá a causa del asombro de Juan, habla primero de la bestia (vv. 8ss.) y sólo en el v. 18 vuelve a la mujer. Va a su perdición: Los cristianos perseguidos por los Césares de todos los tiempos no tienen que temer: la bestia va a la ruina: "Vi al impío sumamente empinado y expandiéndose como un cedro del Líbano; pasé de nuevo, y ya no estaba; lo busqué, y no fue encontrado" (S. 36, 35 s.). Hablando de esta bestia, en la que muchos ven a un imperio romano redivivo, dice Pirot: "Era no es y reaparecerá; lo cual es una parodia del nombre divino dado en 1, 4 y 8; 4, 8; asimismo la herida que lleva (13, 3 y 14) es la réplica de la del Cordero; y su reaparición (parestai) también imita la "parusía" de Cristo." Del abismo: no parece referirse al abismo de 9, 1; 20, 1 y 7s., sino al de 13, 1, es decir, al mar, símbolo de las naciones o gentiles (v. 15).<br />
9 ss. Que tiene sabiduría: es decir, que es para que lo entienda el hombre espiritual, sobrenatural (cf. 13, 8 y 18; I Cor. 2, 10 y 14). Siete montes: alusión a las siete colinas de la ciudad de Roma, con la cual todos los autores clásicos y cristianos la han identificado. "Pero ésta, dice Crampon, no parece personificar la Roma de los Césares, ni exclusivamente ni siquiera principalmente." Añade que<br />
ella es "la ciudad de los hombres, opuesta a la ciudad de Dios". Fillion ve en ella "la capital mística del imperio del Anticristo en los últimos días del mundo", y en los siete reyes, "de acuerdo con el cap. 7 de Daniel, las grandes monarquías paganas o animadas del espíritu pagano... y finalmente el conjunto de los reinos europeos actuales, en lo que tienen de perverso y anticristiano", pues hay que tomar en cuenta que el Apóstol no describe los fenómenos políticos sino en cuanto éstos interesan al aspecto religioso, mostrándonos las consecuencias que de ellos resultan para el orden espiritual. Es de notar la semejanza de este pasaje con Dan.<br />
7, 78. 11 ss. Por temor de deformar su sentido, hemos vertido literalmente este v. tal como lo presenta el griego. Se trata del último rey de Roma (v. 10), "simbolizado por la bestia misma, el Anticristo, cuyas son las siete cabezas". En esta 7º y última cabeza estarán sin duda, como dice Simón•Prado, los diez cuernos o nuevos reyes (v. 12) que le servirán (v. 13). Sobre los diez cuernos, cf. también Dan. 7, 7 y 24 y notas. Por una hora: Parece esto una parodia de realeza, quizá para imitar lo anunciado en Luc, 22, 29 s. Por eso dice Jesús: "Cuando os digan que,el Cristo está aqui o allí, no les creáis" (Mat. 24, 23 ss,). Con la bestia: S. Hipólito lee estas palabras uniéndolas a las que siguen: con la bestia tienen esos reyes un mismo designio.<br />
14. El Cordero los vencerá: "Este v. anuncia sin duda lo de 19, 11-22 donde Cristo (19, 16) es igualmente declarado soberano de los que imperan; su ejército, opuesto al de la bestia, será victorioso" (Pirot). Cf, 16, 14 y 16. También los suyos: Cf. 19, 14; I Tes. 4, 14. Llamadas y escogido.: y fieles: Sobre su escaso número véase Mat. 22, 14. Cf. Rom. 8, 29 s. Este v. relativo al juicio confirma el carácter escatológico del pasaje.<br />
15. Las aguas, etc.: En IS. 17, 12 y Dan. 7, 3 las aguas del mar simbolizan, como aquí, la gentilidad. De las aguas sale también la gran bestia de las siete cabezas (13, là; Cf. v. 1 y nota.<br />
16.s. Aborrecerán ellos mismos a la ramera, que había sido objeto de su pasión (v. 2) y cuya caída deplorarán luego (18, 9s.). Vemos así (v. 17) cuán admirablemente se vale Dios de sus propios enemigos para realizar sus planes y sacar de tantos males un inmenso bien como será la caída de la gran Babilonia (cf. 18, 20; 19, 1ss.). Así esta fortaleza anticristiana en el Orden espiritual (18, 8 y nota) perecerá a manos de la otra fuerza anticristiana del orden político, la cual a su vez, con todos los reyes coligados con ella, será destruida finalmente por Cristo en 19, 19 ss. Sorprende que así luchen entre ellos los secuaces de Satanás, cuando sabemos que todos se unirán (v. 13; 16, 14; 19, 19) contra el Señor y contra su Cristo (S. 2, 2). "¿Creerán quizá en ese momento que ella encarna el verdadero Dios y lo odiarán por eso?" No lo sabemos. Pirot hace notar que esto es tomado del pasaje de Oolíba (Ez. 23, 22•36) donde se anunciaba a Jerusalén un trato semejante de parte de las naciones con las cuales fornicó (cf. Jer. 50, 41 S.; 51, 1ss.).<br />
18. S. Juan pasa aquí de la bestia a la ramera Babilonia sentada sobre ella (v. 3). El cap. 18 es todo sobre e1 castigo de esta mujer. Aquella ciudad: cf. 16, 19 y nota. Que tiene imperio, etc.: ejerciendo sin duda cierta potestad supranacional (v. 15; cf. IV Esdr. 5, 1). A este respecto es de recordar que Babilonia o Babel (Bab-ilu: puerta del cielo), sea lo que fuere de las inscripciones de su último rey, según el cual habría sido fundada 3.800 años antes de él, tuvo al menos veinte siglos de opulencia, lo que explica el papel de cabeza de oro, es decir, el primero de todos los imperios universales, que Daniel le atribuye en la gran profecía de la estatua (Dan. 2). La Babilonia mística aparece aquí en el otro extremo de la profecía, unida a la última bestia de Daniel 7. "Lo que Babilonia fue para Jerusalén, ésta lo es para la Iglesia" ('Pannier).<br />
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1 ss. En su estilo este anuncio se parece a los de los profetas antiguos contra Babilonia (cf. Is. caps. 13 y .14; 21, 9; Jer. caps. 50 y 51). Véase en la nota al S. 137, 8 los muchos paralelismos entre ambas Babilonias.<br />
2. Véase 14, 8; Is. 13, 21; 21, 9; 24, 11ss.; Jer. 50, 39; 51, 8.<br />
3. Véase 17, 2; Jer. 51, 7. Reyes y mercaderes: cf. vv. 9 y 11.<br />
4 s, Salid de ella: la orden recuerda los pasajes que se refieren a la Babilonia histórica en Is. 48, 20; Jer. 50, 8; 51. 6 y 45; Zac. 2, 7. Pirot señala un paralelismo con Jerusalén en Marc. 13, 14; Mat. 24, 16. Como Observamos al comentar esta expresión en Is. 48, 20, con la caída de Babilonia debía empezar la redención del pueblo judío, que entonces sólo fue imagen de la que había de traer Jesucristo (Luc. 21, 28; cf. Neh. 9, 37 y nota). La salida de los judíos fue pacífica por la merced de Ciro (Esdr, 1, les.), que en la profecía es figura de Cristo y fue anunciado dos siglos antes para ser el restaurador de Israel (Is. 44, 28; 45, lss.; cf. II Par. 36, 23; Jer. 25, 11; 29, 10). En cuanto al alcance de aquel anuncio según el cual Babilonia "será barrida con la escoba de la destrucción" (Is.<br />
14, 23 texto hebreo), observa Schuster-Holzammer que los datos modernos han rectificado la antigua opinión, pues cuando Naboned se rindió al conquistador Ciro éste lo trató con toda suerte de consideraciones, y añade: "Nada dice la Sagrada Escritura de la toma de Babilonia. Efectuóse -contra lo que antes se creía- sin resistencia y sin espada, con sorprendente rapidez, al mando de Ugbaru (Gobryas), gobernador de Gutium. Ciro, que entró en Babilonia tres meses más tarde perdonó a la ciudad y adoró a los dioses, tomó el título de "rey de Babilonia" y puso de gobernador de ella (¿virrey?) a Ugbaru", Vemos, pues, la perfecta coincidencia entre S. Juan e Isaías el gran profeta que "consoló a los que lloraban en Sión y anunció las cosas que han de suceder en los últimos tiempos" (Ecli. 48, 27s. Y nota). Históricamente, dice Vigoroux, Babilonia hasta quedó como una de las capitales del imperio de los persas" y conservó restos de su civilización y monumentos "más allá aún de la era cristiana". La Basílica de S. Pedro, dice el profesor H. Mioni, sería casi un pigmeo junto al templo de Baal, que Herodoto asegura tenía en ladrillo 192 metros de altura. Este historiador, que visitó Babilonia en 450 a. C. (un siglo después de Ciro), habla también de sus muros de 200 codos de altura y 50 de espesor, protegidos por 250 torres y 100 puertas de bronce, Pueblo mío: En la ciudad corrompida y en medio de los adoradores de la bestia viven los marcados con el sello del Cordero que, recordando la palabra de Jesús sobre la mujer de Lot (Luc. 17, 32), se guardan de arraigar el corazón en los afectos y respetos humanos. A ellos se dirige esta voz del cielo que, sin duda es la de Jesús, pues Dios Padre es nombrado en tercera persona (vv. S y 8). S. Agustín observa que con los pasos de la fe podemos huir de este mundo hacia Dios, nuestro refugio.<br />
6. Cf. Jer. 50, 29.<br />
7. Véase Is. 47, 8, donde Babilonia se jacta de la misma manera. Cf. 3. 17; 17, 6; Bar. 4. 12.<br />
8. Será abrasada en fuego: "En el fondo de su simbolismo Juan encierra la idea principal que causa la ruina de la soberbia Babilonia. La pena del fuego (cf. 17, 16; 19, 3) era el castigo reservado por la Ley para el adulterio o la fornicación de carácter sacrílego (cf. Lev. 21, 9)" (Iglesias).<br />
11 ss. Los lamentos de los mercaderes son el retrato de los hombres del mundo. Lejos de llorar la perversidad de la ciudad caída o siquiera compadecer su trágica suerte como hacen los reyes (v. 9), deploran ante todo sus propias pérdidas, porque nadie comprará ya sus mercaderías (v. 11). Su egoísmo no repara en la iniquidad tremendamente castigada por Dios, sino en que ello le trae un lucro cesante. Cf. Ez. 27, 12 ss.<br />
13; Cuerpos y almas: Tremendo tráfico que recuerda el de Tiro con los esclavos (E2. 27, 13), pero al que Se añade aquí e1 de las almas.<br />
17 ss. Cf. Ez. 27, 29 SS. El humo (la Vulgata dice el lugar). Cf. v. 9.<br />
20. Los santos y los apóstoles: (Vu1g.: santos apóstoles). Esta invitación al júbilo tiene un eco deslumbrante en 19, 1-7.<br />
21. Significa la sorprendente rapidez (cf. v. 8) Y el carácter irreparable con que será destruida la. fortaleza del mundo anticristiano. Véase igual acto en Jcr. 51, 63 S., a propósito de Babilonia.<br />
22 S. Recuerda ante todo, como dice Pirot, el duro anuncio de Jeremías a Jerusalén (Jer. 25, 10; 7, 34; 16, 9). Cf. Is. 24. 1-13; 47, 9; 23, 8; Ez. 26, 13.<br />
24. Sangre de Santos: cf. 6, 10; 16, 6; 17, 6; 19, 2; Mat. 23, 35 SS.; Jer. 51, 49. . Is. Véase 4, 11; 16, 7; S. 18, 10; 118, 137. Muchos observan aquí cuán dramático es el contraste entre el mundo, que se lamenta por la caída de Babilonia (18, 9 y 11), y el cielo, que se llena de la máxima exultación, lo cual se explica, dice Fillion, pues esa caída "va a facilitar y acelerar el establecimiento universal del reino de Dios". Cf. 18, Jer. 51, 48.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-84620484980692267252012-08-29T12:33:00.000-07:002012-08-29T12:33:40.406-07:00Apocalipsis 13, 14, 15<br />
Capítulo XIII<br />
1 Y del mar vi subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia. 2 La bestia que vi era semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de león; y el dragón le pasó su poder y su trono y una gran autoridad. 3 Y (yo vi) una de sus cabezas como si se le hubiese dado muerte; mas fue sanada de su golpe mortal, y maravillóse toda la tierra. (y se fue) en pos de la bestia. 4 Y adoraron al dragón, porque él había dado la autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: "¿Quién cómo la bestia? y quién puede hacerle guerra?" 5 Y Se le dio una boca que profería altanerías y blasfemias; y le fue dada autoridad para hacer su obra durante cuarenta y dos meses.<br />
6 Abrió, pues, su boca para blasfemar contra Dios, blasfemar de Su Nombre, de su morada y de los que habitan en el cielo. "Le fue permitido también hacer guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. 8 Y lo adorarán ( al dragón) todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado. 9 Si alguno tiene oído, oiga: 10 Si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá.<br />
En esto está la paciencia y la fe de los santos.<br />
11 Y vi otra bestia que subía de (bajo) la tierra. Tenía dos cuernos como un cordero, pero hablaba como dragón. 12 Y la autoridad de la primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y sus moradores adorasen a la bestia primera, que había sido sanada de su golpe mortal. 13 Obró también grandes prodigios, hasta hacer descender fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres. 14 Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que les fue dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia que recibió un golpe de espada y revivió. 15 Y le fue concedido animar la estatua de la bestia de modo que la estatua de la bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no adorasen la estatua de la bestia. 16 E hizo poner a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos una marca impresa en la mano derecha o en la frente, 17 a fin de que nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado con el nombre de la bestia o el número de su nombre. 18 Aquí la sabiduría; quien tiene entendimiento calcule la cifra de la bestia. Porque es cifra de hombre: su cifra es seiscientos sesenta y seis.<br />
<br />
Capítulo XIV<br />
1 Y miré, y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión, y con El ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban escrito en sus frentes el nombre de Él y el nombre de Su Padre. 2 Y oí una voz del cielo, semejante a la voz de muchas aguas, y como el estruendo de un gran<br />
trueno; y la voz que oí se parecía a la de citaristas que tañen sus cítaras. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender aquel cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero doquiera vaya. Estos fueron rescatados de entre los hombres, como primicias, para Dios y para el Cordero. 5 Y en su boca no Se halló mentira, son inmaculados.<br />
6 Y vi a otro ángel volando por medio del cielo, que tenía que anunciar un Evangelio eterno para evangelizar a los que tienen asiento en la tierra: a toda nación y tribu y lengua y pueblo. 7 Y decía a gran voz: "Temed a Dios y dadle gloria a Él, porque ha llegado la hora de su juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas." 8 SiguióIe un segundo ángel que decía: "Ha caído, ha caído Babilonia, la grande; la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación." 9 Y un tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: "Si alguno adora a la bestia y a su estatua y recibe su marca en la frente o en la mano, 10 él también beberá del vino del furor de Dios, vino puro, mezclado en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre, en la presencia de los santos ángeles y ante el Cordero. 11 Y el humo de su suplicio sube por siglos de siglos; y no tienen descanso día ni noche los que adoran a la bestia y a su estatua y cuantos aceptan la marca de su nombre." 12 En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 13 Y oí una voz del cielo que decía: "Escribe; ¡Bienaventurados desde ahora los muertos que mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, que descansa de sus trabajos, pues sus obras siguen con ellos.<br />
14 Y miré y había una nube blanca y sobre la nube uno sentado, semejante a hijo de hombre, que tenía en su<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> cabeza una corona de oro y en Su mano una hoz afilada. 15 Y Salió del templo otro ángel, gritando con poderosa voz al que estaba sentado sobre la nube: "Echa tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar, pues la mies de la tierra está completamente seca."<br />
16 Entonces el que estaba sentado sobre la nube lanzó su hoz sobre la tierra y la tierra fue segada. 17 Y salió Otro ángel del santuario celestial teniendo también una hoz afilada. 18 Y del altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego y llamó a gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: "Echa tu hoz afilada y vendimia los racimos de la vida de la tierra, porque sus uvas están maduras." 19 Y arrojó el ángel su hoz sobre la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó (la vendimio) en el lagar grande de la ira de Dios. 20 El lagar fue pisado fuera del la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos, por espacio de mil seiscientos estadios.<br />
<br />
Capítulo XV<br />
1 Vi en el cielo otra señal grande y sorprendente: siete ángeles con siete plagas, las postreras,<br />
porque en ellas el furor de Dios quería consumado. 2 Y vi como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los triunfadores que escaparon de la bestia Y de su estatua y del número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, llevando cítaras de Dios. 3 Y cantaban el cántico de Moisés; siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo. "Grandes y sorprendentes son tus obras, oh Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones. 4 ¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu Nombre?, pues sólo Tu eres santo; y todas las naciones vendrán, y se postrarán delante de Ti, porque los actos de tu justicia se han hecho manifiestos."<br />
5 Después de esto miré y fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio<br />
6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con ceñidores de oro. 7 Y uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, rebosantes de la ira del Dios que vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo Se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder; y nadie pudo entrar en el templo hasta cumplirse las siete plagas de los siete ángeles.<br />
<br />
Comentarios<br />
1. Esta primera bestia (Cf. 11, 7; 17, 3 y nota) es, según sentencia común, el símbolo de las potencias que luchan contra el Reino de Dios. o la encarnación del Anticristo con sus secuaces. La unión de elementos tan disímiles en la misma bestia significa que las tendencias más opuestas entre, Si se unirán (cf. S. 2, 2) para destruir la obra del Redentor, engañando a los desprevenidos (II . Tes. 2. 9, S.) con apariencia de piedad (II Tim. 5, 3) y de paz (I Tes. 5, J). La historia de la Iglesia es ya una prueba de ello. porque "e1 misterio de la iniquidad" obra desde el principio como enseña S. Pablo (II Tes. 2, 6;) y el mismo S. Juan (I Juan 4, 3). Pero aquí se trata de la crisis final de este misterio. llevado a su colmo con el endiosamiento del hombre (II Tes. 2, 4) en forma no ya disimulada como hasta entonces en aquel misterio". sino abierta, desembozada y triunfante (vv. 4, 12, 15. etc.),<br />
2. Pantera, oso, león: son las tres primeras bestias de la visión de Daniel (7, 3-7). Esta bestia del Apocalipsis recuerda también la Cuarta de Daniel por los diez cuernos. Además reúne en si el total de las siete Cabezas de aquellas cuatro bestias. Sobre otros paralelismos con Daniel, cf. 5, 7 y nota.<br />
3. La apostasía general no debe llenarnos de pasmo, pues es anunciada por Jesucristo y por los apóstoles como antecedente del Anticristo y preludio del triunfo de nuestro Redentor (véase 12, 12 Y nota). Siempre quedará un pequeño grupo de verdaderos y fieles cristianos, la "pequeña grey" (Luc. l2, 32), aún cuando se haya enfriado la caridad de la gran mayoría (Mat. 24, 12) al extremo que si fuera posible serian arrastrados aún los escogidos (Mat. 24. 24). Jesús nos enseña que serán librados sus amigos (Luc. 21. 28 y 36); los que velen guardando sus palabras y profecías "como una lámpara en lugar oscuro hasta que amanezca el día" (II Pedr. 1. 19).<br />
5. Altanerías y blasfemias: Lo mismo se dice del pequeño cuerno en Dan. 7, 8 que, en sentir de muchos autores patrísticos y modernos es el Anticristo o lo representa. Le fue dada autorídad. Dios permite esta persecución. Sin ello claro está que no se concebiría su momentánea victoria ni la fuerza con que vencerá a los santos (v. 7). Cuarenta y dos meses véase I1, 2 y nota.<br />
6. Los que habitan en el Cielo: Cf. 6,, 9 ss.; 7, 14s. Mas la victoria final será de éstos (11, 15: 19, 20).<br />
8. Escrito: desde lo fundación del mundo (cf. 17, 8; Ef. 1, 4). En la gran tribulación desencadenada por el Anticristo no perecerán, pues, todos; habrá quien permanezca fiel para la venida de Cristo (20, 4). Sobre el Libro de la vida, cf. 3, 5; 20, 12 y 15; 22, 19. Como observa un autor, para obtener esta gloria y poder del Anticristo sobre todo el mundo, que le serán dados por el dragón precipitado a tierra en 12. 9, el Anticristo habrá hecho sin duda ese acto de adoración del diablo que Jesús negó a éste en Luc. 4. 4•8 y a cambio del cual Satanás le prometía ese mismo poder y gloria que él tiene como príncipe de este mundo (12, 3 y nota).<br />
10. El texto está tomado de Jer. 15, 2 y 43, 11 y no se trata aquí, como bien observa Pirot, de que el que a hierro mata a hierro muere (Gén. 9, 6; at. 26, 52), según se deduce de otras versiones, sino de que no hemos de rebelarnos contra las persecuciones, "las cuales en el pIan divino están destinadas a manifestar y perfeccionar a los santos". Para un cristiano el lema no es como para el mundo, fuerza contra fuerza (Mat. 5. 39; Rom. 12, 19; II Tim. 2, 24; I Pedr. 2, 23), sino paciencia y firmeza en la fe. Cf. 14, 12; Hebr. 6, 12. De ahí que no sea en el terreno del mundo donde hemos de desafiarlos, pues vemos que en él siempre vencerán ellos. Nuestras armas son las espirituales según nos enseña Dios en la Sagrada Escritura (12, 11; II Cor. 10, 4: 13, 3s.; Cor. 2, 5; Ef. 6, 11-18; I Tes. 5, 8; I Tim. 1. 19; II Tim. 2, 3-4.<br />
11 s. Esta segundo bestia, que tiene mucha semejanza con el pastor insensato de Zac. 11, 15 ss., sirve a la primera, y ambas sirven al dragón (cf. 16, 13; Mat. 24, 23 ss.), Tertuliano y S. Ireneo creen que esta segunda bestia simboliza un gran impostor que aparece con la mansedumbre de un cordero (cf. at. 7, 15 y nota)- Pero engaña por su astucia a los hombres a tal punto que los lleva a adorar a la primera bestia (v. 12). Cf. 11, 18; Sab. 13, 6 y nota; II Tes. 2, 9ss. En 16, 13; 19, 20 y 20,10 se le da el nombre de falso profeta. Es de notar que el Cordero en el Apocalipsis no tiene dos cuernos como éste sino siete (5, 6) cf. Zac. 3, 9 Y 4, 10. Pirot recuerda también la advertencia de Jesús sobre los lobos que se vestirán de corderos y, luego de señalar interpretaciones que suponen haberse realizado esto en el siglo III con los sacerdotes del culto imperial romano, concluye expresando que se puede ver en la segunda Bestia "todo un sistema de pensamiento que sustituye al ideal divino un ideal terrestre -estatolatria, culto.de la humanidad- para hacerle adorar"<br />
16 s. Alude al boycot económico por medio del cual serán sometidos los cristianos al sistema del terror, cosa que ya no nos toma de sorpresa en esta época. Según observan los expositores, se trataría de marcas indelebles, es decir, tatuadas en la piel.<br />
18. Cifra de hombre: Algunos como Sacy vierten: cifra de un nombre de hombre, lo que coincide con lo dicho en el v. 17. Cf. 15, 2. Los judíos, y también los griegos, usaban las letras como signos numéricos. No es difícil encontrar nombres cuyas letras tengan el valor de 666, por lo cual se han propuesto muchos. Algunos piensan en Nerón, cuyo nombre y título de César, ambos escritos y leídos como cifras, alcanzan a la Suma de 666, pero en idioma hebreo, y S. Juan escribió en griego. En todo caso no podría tratarse de Nerón en persona sino como tipo del Anticristo, siendo de notar que buscar a éste en aquel remoto pasado no sólo sería romper la economía del proceso escatológico que nos presenta el Vidente inspirado, sino también quitar a este gran fenómeno toda su eficacia para las almas y aun todo valor como lección para la historia. He aquí por qué no nos detenemos a exponer y refutar, como algunos modernos, las supuestas fuentes de este divino Libro en los mitos paganos o en las leyendas judaicas extrabíblicas, cosa que nos parece inconducente para el crecimiento sobrenatural en la fe, ya de suyo harto reñida con el orgullo propio de nuestra razón caída (véase la Introducción). Por lo demás no han faltado en griego muchos nombres propuestos, tanto concretos de personas. como abstractos, en el sentido de apostasía y endiosamiento del hombre, que son las características fundamentales del Anticristo, en el doble aspecto religioso y político (cf. ll., 3 Y nota). En sentido simbólico, así como sabemos que el número siete significa plenitud y el ocho es, como superabundante, el número de la bienaventuranza eterna, así también el seis seria el número de la imperfección, repetido aquí tres veces para darle su máxima intensidad. Esta explicación es, entre otros. de S. Beda el Venerable y S. Alberto Magno. En tal caso las palabras Cifra de hombre significarían un simple hombre, miserable e impotente como tal (cf. 15, 2) y cuyo poder le viene de prestado (cf. v. 5 y nota). Y si se leyera: la cifra del nombre del hombre parecería quedar confirmado que el Anticristo será en su esencia la culminación del humanismo que desafía a Dios frente a frente (cf. II Tes. 2, 3ss. y notas). Los mismos paganos tenían una concepción semejante en el mito de Prometeo que, rival de los dioses, se atrevió a arrebatar el fuego del cielo. La rebelión del primer hombre no fue otra cosa que ese mismo instinto primario y monstruoso de disputar al Creador la divinidad -"seréis como dioses" (Gen. 3. S)- sin ver que ésta es inseparable de su propio Ser. Y todo es obra del dragón, pues él fue el primero que quiso hacer lo mismo. Ciertos manuscritos como el Codex Laudianus traen la gematría 616 en vez de 666, y algunos modernos han propuesto su aplicación a Diocleciano. en forma ingeniosa pero meramente conjetural. No sería fácil entender cómo podría quedar así anticuado, según se arriesgan a decir algunos, un Libro revelado cuyo contexto lo muestra como esencialmente escatológico, destinado a confortar las almas en los tiempos del fin (cf. 22, 10 y nota) y que termina precisamente fulminando sanciones tremendas para quien se atreva a quitarle cualquiera de sus palabras (22, 18 s.) Fillion lo dice bien claro: "La mayoría de esas soluciones nos retrotraen al pasado, pero el Anticristo pertenece al futuro."<br />
<br />
l ss. El Cordero no está ya aquí, como en 5, 6, sino "como un rey glorioso entre su corte resplandeciente" (Filion). El número perfecto podría indicar una cantidad completa, sí bien no parecen ser éstos los mismos 144.000 de que se habla en 7, 4 ss. (cf. notas). Aquí se alude a seres virginales (v. 4) aunque no es fácil limitar a eso su calificación, pues es ampliada en el 5. Según algunos (Crampon, Pirot) se trataría de todos los elegidos, seleccionados de entre los hombres (v. 4), y no de entre los creyentes; otros, como Fillion, observan acertadamente que, faltando el artículo, no parece hablarse de ellos como de personajes conocidos y que los vv. 3-5 parecen designar a un grupo especial (primicias). En IV Esdr. 2, 42-48 hay una escena muy semejante a ésta Cf. v. 6 y nota.<br />
2 s. Cf. S. 67, 26 ss. y nota. Un cántico nuevo: así se anuncia en S. 95, 1 y 97, 1.<br />
4 "Jesucristo dice de sus servidores que le seguirán adonde quiera que fuere Y que estarán en donde Él estuviere. Pero ¿adónde le han de seguir y a qué? A gozarse con Cristo, de Cristo y en Cristo, por Cristo y sin perder a Cristo" (S. Agustín).<br />
6. Los tres ángeles que se presentan en este capítulo serían, según sentir de muchos autores eclesiásticos, tres grandes predicadores, y este primero seria en tal caso Enoc (Ecli. 44, 16; cf. 11, 3). Pero más tarde se ha visto que nunca los ángeles son figura de hombres (cf. 1, 20; 10, 1). Por medio del Cielo: cf. 8, 13. Un Evangelio eterno (cf. 10, 2 y 9): el Sagrado Libro del Evangelio, o tal vez solamente el decreto eterna de Dios que el ángel va a promulgar en el v. 7 como última advertencia antes del juicio de las naciones. Véase Mat. 24, 14. Algunos (cf. NácarColunga) opinan que no se trata del juicio universal, sino del indicado en el v. 8. Pirot en cambio dice que "el ángel anuncia el juicio final", y así se ve en las penas del v. 10, pero no parece haber oposición, pues aquél es un juicio previo pero también escatológico. Cf. 19, 1-6.<br />
8. Babilonia: nombre simbólico de Roma, como se ve en los caps. 17•l8 y en I Pedr. 5, 13. El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así como el de Sión o Jerusalén el reino de Dios. Cf. 17, 18; 18, 2; Is. 21, 9; Jer. 50, 2; 51, 8.<br />
9 ss. La bestia; el Anticristo (cf. 13, 15), en lo cual se confirma su carácter escatológico que no permite confundirlo con ningún personaje de la historia antigua (Cf. 13, l8 y nota). Así lo señalaba ya S. Agustín al presentar como cuatro hechos inseparables "la venid; de Elias Tesbita, la conversión de los judíos, la persecución del Anticristo y la Parusía de Cristo". Por donde vemos que en los misterios apocalípticos la parte de Israel es mayor de lo que solemos pensar (cf. v. 19 y nota) y que la inteligencia de lo que de ellos ha quedado escondido no depende tanto de la información sobre las circunstancias históricas en que fue escrita la profecía cuanto de los designios de Dios que, de ésta como de las demás, nos dice que esas cosas Se entenderán a su tiempo (Jer. 30, 24). Así será sin duda con las voces de los siete truenos (10, 4 y nota) como con lo que se dijo a Daniel en Dan. 12, 9-10. Entonces "aumentará" el conocimiento (Dan. 12. 4; cf, nuestra introducción al Cantar de los Cantares). ¿No es esto el mayor móvil para mantener nuestra atención pía y ansiosamente vuelta hacia los misterios de la divina revelación? En la presencia, etc.: Cf. IS. 66, 24 y nota; Ecli. 7, 19. Es la gehenna de que habló Jesús (cf. Jer. 7, 31 s.; 19, 6 ss.; Enoe 67, 4ss.).<br />
11. Tomado de IS. 34, 10. Cf. Sab. l0, 7.<br />
12. Cf. 12, 17; 13, 10.<br />
13. Desde ahora: Pirot hace notar que ésta es la segunda de las siete bienaventuranzas del Apocalipsis y señala las otras en 1, 3; 16, 5; 19, 9; 20, 6; 22, 7 y 14 (cf. sobre los otros septenarios v 20 y nota). La Vulgata pone estas palabras antes de: dice el Espíritu, Cf. Misa cotidiana de difuntos.<br />
14 ss. Una. nube blanca: véase 1, 7 y nota. Este Hijo de hombre (sin articulo) parece que no puede ser sino el Mesías (cf. 1, 13), como lo sostienen los más. Su corona atestigua que viene triunfante, como un día lo anticipara (Mat. 16, 27 s.; 17, 1ss.; Marc. 9, 1ss, y nota). La intervención de ángeles que aquí vemos coincide con lo que Él anunció (Mat. 24, 30 S.) y no implica necesariamente que este gran Personaje sea uno de ellos según suponen algunos, pues no le vemos descender personalmente como en 19, 11 ss., sino que Él los envía (Mat. 13, 39 y 41) y actúa desde la nube donde "todo ojo lo verá" (1, 7).<br />
15 ss. Búzy opina que esta siega (vv. 15-16) es la de los elegidos (ci. Mat. 9, 37; Marc. 4, 29; Juan 4, 35 ss.), en tanto que la vendimia (vv. 18-20) es la de los malos. Debe observarse sin embargo que no se habla aquí de mies madura, sino seca. Además, hay<br />
otras cosechas que son castigos (Is. 18, 4 s.; Jer. 51, 33) y aun en Mat. 13, 39 vemos que la siega abarcará cizaña junto con trigo. La vendimia es figura sangrienta (v. 20), tanto para Israel (Lam. 1, 15) cuanto para las naciones (19, 15; IS. 63, 2:.; Joel 3, 12 s. .<br />
18. Del altar: es decir, siempre como eco de la oración de aquellos que pedían venganza en 6, 9 ss. Cf. 8. 3 y nota.<br />
19. La viña de la tierra.: Algunos, considerando que en la Biblia la viña es Israel (Jer. 2, 21; Ez. 15 y 17; Os. 10, etc.) y que por la tierra suele entenderse la Palestina o Tierra Santa, suponen que este juicio desde la nube (v. 14 y nota). previo al de 19, 11 ss., y que ocurre fuera de la Ciudad de Jerusalén (v. 20), seria sobre Israel o quizá sobre Judá como prueba definitiva antes de su reconciliación (cf. al. 3, 2s. y nota). Esta idea aclararía tal vez no pocas vacilaciones Y desacuerdos de los expositores. sin perjuicio de esto debe recordarse que de ese mismo lugar (el valle de Josafat, que significa Yahvé juzga) se habla también para el juicio de las naciones (Joel 3, 2 y nota).<br />
20. El lagar pisado es en la Biblia imagen de la venganza divina (v. 15 ss. y nota). Crampon observa que tanto este septenario de las siete señale: (12, 1 y 3; 13, 13 y 14; 15, 1; 16, 14; 19, 20), como el de los siete sellos y el de las siete trompetas, nos conducen igualmente a la consumación del siglo, por lo cual deduce que hay entre todos un "paralelismo real", aunque cada uno nos revela distintos aspectos del plan de Dios, También son siete dice Pirot las menciones de la caída de Babilonia (v. 8; 16, 17-21; 17, 16; 18, 1-3; 4-8; 9-20; 21-24). Fuera de la ciudad: de Jerusalén (cf. nota anterior). ¡Un estadio equivale a 85 metros, por lo cual este lago de Sangre Humana se extiende a casi trescientos kilómetros!<br />
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1. Sorprendente (thaumastón): voz no usada hasta ahora y que se repite en el cántico (v. 3). Vemos en el v. 2 que a esta séptima y última señal ha precedido la manifestación plena del Anticristo (cap. 13), pues figuran aquí los que escaparon de él. También este cántico llamado del Cordero parece inspirarse en el que entonó Moisés poco antes de morir (cf. Deut. 32) para celebrar las bondades de Dios con Israel. Véase también Núm. 10, 35 Y S. 61, 7. Comp. 14, 3 y nota.<br />
3s. Rey de las; naciones. Los expositores señalan aquí un verdadero mosaico bíblico: "El v. 3 se inspira en los Salmos 96, 2; 109, 2; 88, 14; I Par. 16, 9; Zac. 14, 9. El v. 4 en ]er. 10, 7; Éx. 9, 16; Miq. 7, 15•17" (Gelin). Ci. 14, 7; S. 64, 3; 85, 9. Como observamos en la introducción, el Apocalipsis tiene, en sus 404 versículos, 518 citas del Antiguo Testamento, y llama la atención de los expositores el hecho de que, no obstante la coincidencia de la escatología apocalíptica con la del Evangelio y las Epístolas, y haber escrito Juan 30 años más tarde, no haya referencias expresas al Nuevo Testamento ni a las instituciones eclesiásticas nacidas de él, ni a los presbíteros, obispos O diáconos de la Iglesia, cosa que confirma sin duda su carácter estrictamente escatológico. Se han hecho manifiestos: es decir, ahora son visibles y evidentes.<br />
3 s. "Así habían hecho los Israelitas cantando el feliz éxito de su salida de Egipto (Ex. 15, 2•19). El nuevo cántico celebra también una liberación; se diría en cierto modo que el mar cristalino es simétrico del mar Rojo así como el libertador Moisés es figura de Cristo" (Pirot). Cf. Hech. 3. 22; 7, 37 y notas.<br />
5. El templo del tabernáculo del testimonio: se abre como en 11, 19. En el Tabernáculo de la Alianza, llamado del testimonio (Núm. 9, 15; cf. Núm, 17, 10), se hallaba el Arca de la Alianza, "ese testimonio inmediato de Dios a su pueblo (véase Ex. 25, 16; 27, 21)" (Crampon). Cf. Ez. 41. 26 y nota.<br />
6. Nueva presentación de los ángeles del v. 1, después del himno intermedio entre ambos. Así ocurre con los ángeles de las trompetas (8, 2 y 6) y 1a escena intermedia (8, 3-5). Lo mismo parece suceder en el cap. 12 donde el v. 4 es como un anticipo de los<br />
vv. 7-12 y el v. 6 como un anticipo de los vv. 13-17.<br />
7. Véase una entrega semejante en Ez. 10, 7. Sobre la copa o cáliz como símbolo de la ira de de Dios, cl. 16, 19; Is. 51, 17; Jer. 25, 15 y 17; 49, 12; Ez. 23, 32; Abd. 16, etc.<br />
8. E1 humo si nifica la nube en que está Dios (Èx. 40, 32 ss.; Iřl Rey 8, 10 S.; Is. 6, 4; Ez. 10, 4). El templo lleno de humo para que nadie pueda entrar hasta que las órdenes de Dios se cumplan, indica que sus juicios son ya irrevocables, pues que todo acceso y apelación ante Él quedan cerrados.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-46383573165769945302012-08-29T12:23:00.002-07:002012-08-29T12:23:31.235-07:00Apocalipsis caps. 10, 11, 12<br />
Capítulo X<br />
1 Y vi a otro ángel poderoso que descendía del cielo, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza. Su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. 2 Tenía en su mano un librito abierto, y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3 y clamó con gran voz, como un león que ruge; y cuando hubo clamado, los siete truenos levantaron sus voces. 4 Y cuando hubieron hablado los siete truenos, iba yo a escribir; mas oí una voz del cielo que decía: "Sella lo que dijeron los siete truenos y no lo escribas." 5 Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra, alzó su mano derecha hacia el cielo, 6 y juró por Aquel que vive por los siglos de los siglos -que creó el cielo y cuanto hay en<br />
él, y la tierra y cuanto hay en ella, y el mar y cuanto hay en él- que ya no habrá más tiempo, 7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él vaya a tocar la trompeta, el misterio de Dios quedará consumado según la buena nueva que El anunció a sus siervos los profetas.<br />
8 La voz que yo había oído del cielo me habló otra vez y dijo: "Ve y toma el libro abierto en la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra." 9 Fui, pues, al ángel y le dije que me diera el librito. Y él me respondió: "Toma y cómelo; amargará tus entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel." 10 tomé el librito de la mano del ángel y lo comí; y era en mi boca dulce como la miel, mas habiéndolo comido quedaron mis entrañas llenas de amargura.<br />
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Capítulo XI<br />
1Fuéme dada una caña, semejante a una vara, y Se me dijo: "Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran allí." 2 Más el atrio exterior del templo déjalo fuera, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales hollarán la Ciudad Santa durante cuarenta y dos meses. 3 Y daré a mis dos testigos que, vestidos de sacos, profeticen durante mil doscientos sesenta días. 4 Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están en pie delante del Señor de la tierra. 5 Y si alguno quisiere hacerles daño, sale de la boca de ellos fuego que devora a sus enemigos. Y el que pretenda hacerles mal, ha de morir de esta manera. 6 Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva durante los días en que ellos profeticen; tienen también potestad sobre las aguas, para convertirlas en sangre, y herir la tierra con toda suerte de plagas cuantas veces quisieren. "‛Y cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará guerra, los vencerá, y les quitará la vida. 8 Y<br />
sus cadáveres (yacerán) en la plaza de la gran ciudad que se llama alegóricamente Sodoma y<br />
Egipto, que es también el lugar donde el Señor de ellos fue crucificado. 9 Y gentes de los pueblos y tribus y, lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres tres días y medio, y no permitirán que se dé sepultura a los cadáveres. 10 Y los habitantes de la tierra se regocijan a causa de ellos, hacen fiesta, y se mandarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas fueron molestos a los moradores de a tierra. 11 Pero, al cabo de los tres días y medio, un espíritu de vida que venía de Dios, entró en ellos y se levantaron sobre sus pies, y cayó un gran temor sobre quienes los vieron.<br />
12 Y oyeron una poderosa voz del cielo que les decía: "Subid acá." Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos. 13 En aquella hora se produjo un gran terremoto, se derrumbe la décima parte de la ciudad y fueron muertos en el terremoto siete mil nombres<br />
de hombres; los demás, sobrecogidos de temor, dieron gloria al Dios, del cielo. 14 El segundo ay pasó; ved que el tercer ay viene pronto.<br />
1 Y tocó la trompeta el séptimo ángel, y se dieron grandes voces en el cielo que decían: "El imperio del mundo ha pasado a nuestro Señor y a su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos." 16 Y los veinticuatro ancianos que delante de Dios se sientan en sus tronos, se postraron sobre sus rostros y adoraban a Dios, 17 diciendo: "Te agradecemos, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras, por cuanto has asumido tu gran poder y has empezado a reinar. 18 Habíanse airado las naciones, pero vino la ira tuya y el tiempo para juzgar a los muertos y para dar galardón a tus siervos, los profetas, y a los santos y a los que temen tu Nombre, pequeños y grandes, y para perder a los que perdieron la tierra." 19 Entonces fue abierto el Templo de Dios, el que está en el cielo, y fue vista en su Templo el arca de su Alianza; y hubo relámpagos y voces y truenos y terremoto y pedrisco grande.<br />
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Capítulo XII<br />
1 Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del sol y con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas, 2 la cual, hallándose encinta, gritaba con dolores de parto y en las angustias del alumbramiento. 3 Y vióse otra señal en el cielo y he aquí un gran dragón de color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas 4 Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se colocó frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo luego que ella hubiese alumbrado. 5 Y ella dio a luz a un hijo varón, el que apacentará todas las naciones con cerro de hierro;. el hijo fue arrebatado para Dios y para el trono suyo. 6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para que allí la sustenten durante mil doscientos sesenta días.<br />
7 Y se hizo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón; y peleaba el dragón y sus ángeles, 8 mas no prevalecieron, y no se halló más su lugar en el cielo. 9 Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, que Se llama el Diablo y Satanás, el engañador del universo. Arrojado fue a la tierra, y con él fueron arrojados Sus ángeles. 10 Y oí una gran voz en el cielo que decía: "Ahora ha llegado la salvación, el poderío y el reinado de nuestro Dios y el imperio de su Cristo, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.<br />
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Comentarios<br />
1 Juan había sido raptado al cielo en 4, 2. Se considera que desde este momento está de nuevo en la tierra. Vemos que entre la sexta trompeta (9, 13) y la última (1I, IS) hay una interrupción en el Libro, como entre el 6º y el 7º sellos (6, 12 ss. y notas). Otro ángel poderoso: como el de 5, 2. Según observa Fillion. su aspecto recuerda el de Jesús transfigurado (I, 16; Mat. 17, 2), por donde se ve que no podría simbolizar a ningún personaje humano, cosa que no sucede nunca ni en el Apocalipsis ni en toda la Biblia (cf. I, 20 y nota), y que se confirma por toda su actitud en este capítulo (cf. v. 6s.). El que sea poderoso ha hecho pensar que pudiera tratarse de Gabriel, cuyo nombre significa fuerza de Dios.<br />
3 s. Los truenos, que según la Biblia indican la voz de Dios (S. 28, l ss.; Juan 12, 28 s.), suenan como para ratificar la autoridad del ángel, que tal vez se dirigió a ellos, pero además expresan algo inteligible, puesto que Juan se disponía a escribirlo (v. 4), según se le ordenó al principio (I, II y I9). La prohibición de hacerlo esta vez -cosa excepcional en todo el Apocalipsis (cf. I, 3; 22, 10; Dan. 12.,<br />
y ,9) no le es dada por, la misma voz de los truenos, un por la del ángel, sino por una voz del cielo, la misma del v. 8. "¿Qué misterio encierra esta reserva absoluta, inesperada para los desaprensivos?".<br />
5 s. Alzó su mano para jurar. No habrá más tiempo: o sea más plazo, pues va a terminar la presente dispensación temporal y a cumplirse los anuncios escatológicos de los profetas (v. 7). Cf. Luc. 21, 24.<br />
7. El misterio de Dios quedará consumado: "Desde ahora Se sabe que el momento de la consumación será marcado por la séptima trompeta (3er. ay: 11, 15-19), que introduce todo el período final. Este período verá el advenimiento efectivo y reconocido de la soberanía divina. Satanás y sus agentes los Anticristos serán destruidos (11, 17-18)... Plan grandioso llamado, en razón de su carácter secreto, El misterio de Dios se halla en Ef. 1, 9-11 y Col. 2. 2 la misma expresión y concepción: el plan divino comporta la unificación de todas las cosas bajo el Cristo que las reúne (anakefalaiósastai)... La demora para ese final, fuertemente marcada aún en 6, 11 y 7, 1-3, desaparece ya" (Pirot). Sobre esto, que S. Pablo llama por antonomasia el misterio, véase Mat. 24, 14; Rom. 16, 25; Ef. 1, 1Ss.; 3, 1-12; Col. 1. 26; I Pedro 1, 10 ss. y las notas respectivas. Cf. Hech. 3, 20 s.; 15, 14 ss. y notas. Sobre la séptima trompeta cf. 11, 15,<br />
8 ss. La voz del cielo: cf. v. 3. El libro en el v. 2 es llamado librito. Comer el libro recuerda a Ez. 2, 8 s ; 3, 1 y simboliza que el Apóstol ha de enterarse por completo de su contenido. Su gusto dulce (cf. Jer. 15, 16) y luego amargo, significa la dulzura de la divina Palabra y el horror del santo Apóstol al contemplar en espíritu, como en 17, 6 y como Jesús en Getsemaní, los abismos de la apostasía y sus castigos. Scîo ve en este libro el Evangelio que hubiese de ser predicado de nuevo (v. 11) con la buena nueva del Reino, precisamente antes de la consumación mencionada en el .v. 7 (Mat. 24, 14). Los modernos ven más bien las profecías que siguen desde la séptima trompeta (cf. 11, 15, etc.), lo cual en definitiva es un desarrollo de lo anunciado por Jesús en sus predicaciones escatológicas. Pirot considera, en este sentido. que e1 librito debe Comprender las visiones que siguen y "que tienen el color político: de los caps. 11 a 20; en particular los reyes aludidos no pueden ser sino los de 17. .10 y 12".<br />
11. Es menester que profetices de nuevo: Apoyados en este texto, en Juan 21, 22 s. y en Mat. 16, 28, creían algunos que S. Juan el Apóstol y Evangelista no había muerto todavía y que vendría personalmente, como los dos testigos del cap. 11, para predicar y morir. Así S. Hilario, S. Ambrosio, S. Gregorio Nacianceno, S. Francisco de Sales, etc, Si bien 1os teólogos modernos no atribuyen mayor importancia a esta interpretación, algunos autores piensan, como NácarColunga, que: "Esta nueva profecía mira a las naciones y a Israel mismo, que deben sufrir un juicio divino antes de cumplirse el misterio de Dios o sea el misterio del Mesías". Por su parte González Maeso da por seguro que si San Juan no viene personalmente a cumplir esa predicción, su profecía será entonces leída en todos los pueblos y naciones para dar cumplimiento a la promesa divina". Véase 14, 6 y nota.<br />
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1 Fillion inicia el comentario de este capítulo haciendo notar que "es en él donde hallamos indicada la suerte que espera al pueblo judío" y observa que la mención del Templo de Dios (v. 2) nos muestra al Templo de Jerusalén y la operación de medir recuerda<br />
la de Ezequiel (cf. Ez. 40, 3ss.; 41, 13; 42 16), siendo de notar que no puede tratarse del Templo histórico, pues éste había sido destruido por los Romanos el año 70, es decir, casi treinta años antes que S. Juan escribiera el Apocalipsis. "El Templo de Dios, que hasta ahora era el templo celestial se aplica al templo de Jerusalén (v. 1); esta ciudad es llamada la Ciudad Santa (v. 2), expresión que designa a la Jerusalén celestial en 21, 2 y 10; 22, 19; así mismo se llama a Jerusalén la gran ciudad (v. 8), designación técnica de Roma (16, 19; 17, 18; 18, 10); en fin, los habitantes de la tierra (v. 10) son los Palestinos, en tanto que la expresión se aplica de ordinario al conjunto de los gentiles" (Pirot). Una caña: cf. 21, 15; Zac. 2, 2.<br />
2. A los gentiles: Así lo anuncia Jesús en Luc. 21, 24, añadiendo que ello será hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido. Cuarenta y dos meses, espacio que corresponde a los 1.260 días del v. 3 y de 12, 6; a los tres tiempos (años) y medio de 12, 14 y a los cuarenta y dos meses de 13, S (cf. v. 6 y nota). Buzy, citando a Dan. 9, 27, hace notar que este hecho pertenece a la última semana de Daniel, Gelin observa igualmente que el texto viene de Dan. 7, 25 y 12, 7. Cf. Dan. 12, 11 y 12.<br />
3. Los intérpretes antiguos ven en los dos testigos a Elías y a Enoc, que habrían de venir para predicar el arrepentimiento (cf. Ecli. 44, 16; 48, 10; 49, 16 y notas), Hoy se piensa más bien en Moisés y Elías (Simón-Prado), los dos testigos de la Transfiguración (Marc. 9, 1ss. y notas) que representan "la Ley y los Profetas"; y es evidente la semejanza que por sus actos tienen con aquéllos estos dos testigos (v. 5 s. y notas), siendo de notar que Moisés, según una leyenda judía que trae Josefo, habría sido arrebatado en una nube en el monte de Abar. Por otra parte, y sin perjuicio de lo anterior, Bossuet ve en los dos testigos la autoridad religiosa y la civil y en tal sentido es también evidente la relación que ellos tienen con los dos olivos" de Zacarías, que son el príncipe Zorobabel y el sacerdote Jesús ben Jotedec (véase Zac. 4, 3 y 11s.; Ecli. 49, 13 ss. y notas). Ello podria coincidir con los mucbos vaticinios particulares sobre el "gran monarca" que lucharía contra el Anticristo de consuno con la autoridad espiritual, ya que también las dos Bestias del Apocalipsis presentan ambos aspectos: el político en la Bestia del mar (13, 11 ss.) y el religioso en el falso profeta que se pondrá a su Servicio (13, 11 ss.).<br />
4. Los dos olivos: alusión evidente a Zac. 4. Véase la nota anterior.<br />
5. Alusión a Elías (IV Rey, 1, 10 1 12).<br />
6. Alude igualmente a Elías, en cuyo tiempo no hubo lluvia (III Rey. 17, Dé a Moisés que convirtió el agua del Nilo en sangre ( Ex. 7, 19). Algunos han pensado sin embargo que Moisés y Elías son más bien las dos alas referidas en 12, 14. Con respecto al primero, dice un autor que la cifra de tres años y medio (los 42 meses del v. 2) "ha tomado 1a significación alegórica de tiempo de crisis, sentido de tal modo tradicional que Sant. 5, 17 y Luc. 4, 25 se sirvieron de él para señalarla duración de una sequia que en realidad) no duró sino tres años". Notemos que el texto que narra el fin de aquella sequia en III Rey. 18, 1 se armoniza muy bien con los citados, si se entiende. según la versión más exacta, que Dios ordenó la lluvia "pasados ya muchos días del año tercero" o sea cuando estaban muy excedidos los tres años. Así lo entendieron sin duda tanto Jesús como el Apóstol Santiago al hablar de este episodio en los citados pasajes.<br />
7. La bestia que sube del abismo simboliza al Anticristo y su aparición se anticipa aquí pues sólo se tratara de ella en el cap. 13. Ello muestra de nuevo que dicho capitulo se vincula cronológicamente al presente.<br />
8. En la plaza: más exacto que en la: plazas (Vulgata). Sodoma y Egipto, figuras del mundo enemigo de Dios, son aquí nombres dados a esa Jerusalén pisoteada (v. 2). Véase Is. 1, 10; Jer. 23, 14; Ez. 16. 46.<br />
10. El mundo, adulado por sus falsos profetas, se llena de júbilo creyendo verse libre de aquellos santos cuyos anuncios no podía soportar (cf. Juan 7, 7; 15, 18 ss.). Pronto se verá su error, como lo demuestran las plagas que siguen.<br />
13. Dieron gloria: cf. 14, 7 y 16. 9. Contraste con 9, 20 S."Se admite bastante comúnmente que este rasgo anuncia la conversión futura de los judíos, predicha de igual modo por S. Pablo en Rom, 11, 25 ss. En el Nuevo Testamento el titulo de Dios del cielo no aparece más que aquí y en 16, 11. Cf. Dan- 2. 18 y 44" (Fillion). Véase 7, 2ss. y nota.<br />
14. Sobre los tres ayes véase 8, 13 y nota. Después de la intercalación que separa como siempre las unidades 6º y 7º de cada serie (cf. 10, 1 Y nota) sigue aquí el relato interrumpido en 9, 21, Ahora, ¿dice Pirot, "va a realizarse el misterio de Dios (cf. 10, 7), su soberanía efectiva y la del Cristo que de antemano se ha visto como cumplida".<br />
15. Cf. 9, 13; 10, 7 y nota. Ante el reino de Cristo que llega, los cielos prorrumpen en júbilo. Muchos expositores creen que aquí se trata del triunfo de Jesús sobre el Anticristo (cf. 19, 11•20) a quien Él matará "con el aliento de su boca y con el resplandor de su venida" (II Tes. 2, 8). Es decir, que este v, es el antípoda de Juan 14, 30, donde Jesús declaró que el príncipe de este mundo es Satanás (cf. Juan 18, 36). Entonces, después de la muerte del Anticristo, como comentan al unos SS. PP. e intérpretes, se convertirán los judíos, "no habiendo más obstáculo al establecimiento del reino completo de Dios y de Cristo sobre el mundo" (Fillion). Cf. Dan. 7, 14 y nota. Pirot señala como característica del estilo apocalíptico la falta de esperanza en el "siglo presente" para refugiarse en el "siglo futuro". Podría extenderse esta característica a todos los escritos del Nuevo Testamento, siendo evidente que tener esperanza significa no estar conforme con lo presente (cf. Gál. 1, 4 y nota), pues quien está satisfecho con lo actual se arraiga aquí abajo (cf. Jer. 35. 10) y no desea que venga Cristo (22, 20). Lo que se teme no se espera. dice S. Pablo (Rom. 8, 24), Y de ahí que a los mundanos parezca pesimista el Evangelio no obstante sus maravillosas promesas eternas, como aquellos "que no pueden perdonarle a Cristo que haya anunciado la cizaña hasta el fin (Mat. 13. 30 y 39 ss.) en vez de traer un mensaje de perfección definitiva en esta vida" (cf. Luc. 18, 8) He aquí una piedra de toque para que probemos la realidad de nuestra propia fe (cf I Pedro 1, 7), sin la cual ella puede degenerar en una simple costumbre, tal vez con apariencia de piedad (II Tim. 5, 3). pero sin carácter sobrenatural. según lo que reprochó Jesús a Pedro y a los discípulos aun después de su Resurrección (Mat, 16, 23: Luc. 24, 25). La esperanza del Mesías, dice el Conc. Trid., no es menos para nosotros que para el antiguo Israel. Si ahora tuviésemos la plenitud, no viviríamos de esa esperanza. Pasajes como éste, llenos de espíritu de alegría, de esperanza y amor, abundan en el Apocalipsis y nos muestran una vez más (cf. introducción a Isaías) que los libros proféticos no son fríos anuncios de sucesos futuros -lo que ya bastaría para darles extraordinario , interés-, sino también precioso alimento de nuestra vida espiritual. Comprendemos entonces que esta lectura su llamada una bienaventuranza. Cf. 1, 3 y nota.<br />
16. Sobre los ancianos véase 4, 4 ss.<br />
17. La Vulgata añade: Y que has de venir, palabras que el original griego no contiene ni aquí ni en 16, 5, lo cual se explica porque, como observan los comentadores, el advenimiento se da por realizado ya.<br />
18. Habíanse airado las naciones: eco retrospectivo del S. 2, 1. Fillion lo compara con S. 98, 1, en el cual se ve la ira de los enemigos del pueblo de Dios. Los capítulos que siguen muestran las plagas que caerán sobre ellos.<br />
19. El arca de su alianza, oculta a los ojos de los mortales en el Templo de Jerusalén, Se manifestará a todos (15, 5), lo cual significa el triunfo final del Cordero que fue inmolado y que ahora será el León de Judá (5, 5). y los bienes provenientes de este triunfo cuya descripción se hará en los capítulos siguientes. Los terribles cuadros que van desfilando ante nuestros ojos, son otros tantos motivos de fe, amor y esperanza para los que tienen sus ojos fijos en Aquel que esta simbolizado en el Arca del Testamento. Sobre ella, véase Ex. 41, 26 y nota. "Ella figuraba, dice Fillion, el trono del Señor en medio de su pueblo. Su aparición súbita, en el momento en que acaba de comenzar el Reino eterno de Dios, es muy, significativa: la alianza está consumada para siempre entre el Rey celestial y su pueblo." Hubo relámpagos, etc., como sucede paralelamente al final de los sellos (8, 5) y de las copas (16, 18).<br />
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1 ss. "La mujer de las doce estrellas aparece en el cielo como una señal, es decir, una realidad prodigiosa y misteriosa.. . Esta personificación de la comunidad teocrática era como tradicional (Os. 2, 19•20; Jet. 3. 6,l0; Ez. 16. 8) Y la imagen de Sión en trance de alumbramiento no era desconocida del judaísmo (Is. 66, 8). La maternidad mesiánica afirmada aquí (vv. 2 y 5) lo es también en IV Esdr. 9. 43 ss.; 10, 44 ss." (Pirot). Sobre su frecuente aplicación a la Iglesia. dice Sales que en tal caso "la palabra Iglesia debe ser tomada en su sentido más lato, de modo que comprenda ya sea el Antiguo, ya el Nuevo Testamento". Algunos restringen este simbolismo a Israel que se salva según el capitulo anterior (11, 1, 13 y 19; cf. 7. 2ss. y nota), considerando que las doce estrellas son las doce tribus, según Gén. 37. °. Gelin dice a este respecto que "en cuanto refugiada en el desierto (v. 6 y 1446) la mujer no puede ser sino la comunidad judío•cristiana", pero no precisa si es la que se convierte al principio de nuestra era (cf. Rom. 9, 27; Ga!. 6, 16) o al fin de ella (Rom. 11,25 ss.). Cf, Miq. 5, 3 ss. En cuanto a la Iglesia en el sentido de Cuerpo Místico, ¿cómo explicar que ella diese a la luz al que es su Cabeza (Col 1, 18), cuando a la inversa, se dice nacida del costado del nuevo Adán (Juan 19, 34; Rom 5, 14) como Eva del antiguo (Gen 3, 20)? Ni siquiera podría decirse de ella como se dice de Israel, que convirtiéndose a Cristo podría darlo a luz "espiritualmente" como antes lo dio a luz según la carne (Rom 9, 5), pues la Iglesia es Cuerpo de Cristo precisamente por la fe con que está unida a Él. Por otra parte, el misterio es más complejo aún si consideramos que empieza como una señal en el cielo (v. 1), o sea, fuera del espacio y también del tiempo (lo cual parece brindar amplio horizonte a la interpretación), mas luego vemos que el dragón, que también estaba en el cielo (vv. 3 y 7), es precipitado a la tierra (vv. 9 s. y 12) y sin embargo aún persigue a la mujer (v. 13) y ella huye al desierto (v. 14) dándose así a entender que también ella estaba entonces en la tierra, y aún que el parto había sido ya aquí, pues que el Hijo es arrebatado hacia Dios (v. 5) y ella había huido al desierto ya en v. 6. la Liturgia y muchos escritores patrísticos emplean este pasaje en relación con la Santísima Virgen, pero es sólo en sentido acomodaticio, pues "la mención de los dolores de parto se opone a que se vea aquí una referencia a la Virgen María", la cual dio a luz sin detrimento de su virginidad. Puede recordarse también la misteriosa profecía del Protoevangelio (Gen 3. 15 s.), donde se muestra ya el conflicto de este capítulo entre ambas descendencias (cf. Mart 3, 7; 13, 38; 8, 44; Miq 5, 3; Rom 16, 20; col 2, 15; Hebr 2, 14) y se anuncian dolores de parto como aquí (v. 2; Gén 3, 16), lo cual parecería extender el símbolo de esta mujer a toda la humanidad redimida por Cristo, concepto que algunos aplican también a las Bodas de 19, 6 ss. que interpretan en sentido lato considerando derribado el muro de separación con Israel (Ef 2, 14). Planteamos estas observaciones como materiales de investigación para que ahonden en ella los estudiosos (cf. Juan 21, 25 y nota) hasta que el divino Espíritu quiera descubrirnos plenamente este escondido misterio, que es grande pues de él depende quizá la solución de muchos otros. Dice un autor moderno que en nuestro tiempo hay mayores luces bíblicas que en otros. Un tiempo así está anunciado en Dan 12. 3-4. ¿Será el nuestro? (cf. 3, 8 y nota)<br />
3. El dragón, llamado serpiente en el v. 14, es el mismo Satanás (vv. 7 y 10; 20, 2). ¡Siete diademas! Ellas indican, dice Fillion, su autoridad real. Son las que le corresponden como príncipe de este mundo (Luc. 4, SSs.C Juan 14, 30). Pero muchas más tendrá Jesús el día de su triunfo (19, 12).<br />
4. Estas estrellas ¿son los ángeles malos? No lo parece, pues éstos están aún en el cielo en el v. 7. El dragón, como rival, anhela destruir los planes de Dios desde Gén. 3, 15. Cf. I Pedr. S, 8; Mat. 16,18.<br />
S. Fillion, recordando a Primasio, explica que se trata de un nacimiento espiritual y señala que la mención del cetro de hierro alude a 2.27; 19. 15; S, 2, 9, por lo cual "el recién nacido no es el Cristo en su humillación tal como apareció en Belén. Sino el Mesías Omnipotente y rey del mundo, entero" (11,15 ss.). Su arrebato "para Dios y para el trono suyo" parece encerrar los misterio; que se describen en S. 109, Isa. y Dan. 7, 13 ss., O sea los de 1: glorificación de Cristo, tanto a la diestra del Padre cuanto en su triunfo final a la vista de las naciones (cf. 5, 7 y nota; S. 44, 71. 9598, etc.), Los que ven en la mujer a Israel, como esposa repudiada y perdonada de Yahvé (Is. 54, lss.), sostienen que ella dará a luz espiritualmente a Cristo el día de su conversión (cf. 11, l3) después de haberlo dado a luz prematuramente, sin estar preparada para recibirlo, cuando "Él vino a su propia casa y los suyos no lo recibieron" (Juan 1, 11). Cf. Is. 66, 7s.; Miq. 5, 2,<br />
6. Véase v. 14 y 11, 2 y 3, donde este mismo tiempo es expresado en días y en meses. Cf. Is. 26,20; Os. 2, l4.<br />
7. Como dice Mons. Ballester Nieto, "esta batalla no se ha de entender la misma que narra S. Pedro (II, 2, 4) que hubo en el cielo cuando la defección de Lucifer, sino una batalla que habrá en los últimos tiempos". Entretanto el dragón (cf. v. l0 y nota) espera el momento (Is. 27, 1; Judas 6), pues "según el principio apocalíptico de retorno a los orígenes (cf. 2, 7 y nota) la lucha primordial se repetirá en los tiempos finales" (Pirot). Cf. Mat. 19, 28; Hech. 3. 21; Ef. 1, 10. A este respecto Iglesias hace notar que "todos los intentos de Satanás Serán arruinar a Cristo y su obra. Toda. la vida de la Iglesia será sufrir los dolores que necesita sufrir para que los tiempos mesiánicos traigan a los hombres la paz de Cristo en el reino de Crisîo". "Miguøl, en hebreo Mi-ku-El (¡quíén como Dios !), uno de los principales ángeles, probablemente uno dé los siete que están delante del trono de Dios (cf. 1. 4 y nota); es llamado arcángel en judas 9; Daniel lo llama "uno de los principales jefes" (Dan. 10, 13) y dice que está especialmente encargado de los intereses del pueblo de Israel (Dan. 10, 21; 12, 1)" (Crampon). 20, 1; I Tes. 4, 16 Y notas.<br />
10. Ha llegado lo salvación: En el N. T., como en el Antiguo, se entiende por Salvación no el día de la muerte de cada uno, sino el día de la glorificación que recibirá Cristo ante las naciones y ante Israel (Luc. 2l, 28; Rom, 8, 23). Lo mismo se dice aquí de su poderío (como en 11, 25; 19, 6, etc.) en que se cumplirá la promesa del S, 109. 3, pues Él está ahora como Sacerdote del "Santuario celestial intercediendo por nosotros (Rom. 8, —34; Hebr. 7, 24 S.; 8, 1ss.) "aguardando lo que resta" para el momento que aquí describe S. juan (Hebr. 10. 12 S.; 2, 8). Acusador: Satán significa, en hebreo, acusador o calumniador, Lo mismo significa en griego la voz diablo; De nuestros hermanos: (Miq. 5, 2; cf. Mat. 25, 40). Fillion hace notar que el ejemplo del indicativo presente en el griego señala un hecho perpetuo. Sobre este hecho véase I Par. 21, 1-2; Job 1, 6ss.; 2, 1 ss.; Zac, 3. 1s., etc. Es notable que el espíritu del mal no tenga en ningún idioma nombre sustantivo sino adjetivo, a la inversa de Dios, cuyo nombre es Yahvé el sustantivo por antonomasia. o sea "Él que es" (Ex, 3, .14). Es que el espíritu maligno es "el que no es"; quiere decir que no es un principio del mal que exista por sí mismo y que pueda hacer frente a Dios (como Abrimán a Ormuzd en la religión persa de Zoroastro), Sino una simple creatura rebelde a su creador. Cf. Judas 9; Zac 3, 2; Is. 14; Ez 28, 11 ss. y notas) El misterio del gran poder de Satanás está en que el hombre se le entregó voluntariamente prefiriendo pertenecer a él antes que a Dios (cf. Sab 2, 24 y nota)<br />
11. Notemos las dos armas que dan el triunfo: la Sangre del Cordero y su Palabra. Cf. Mat. 4, 10 y nota.<br />
12. Comienza el tercer ay. Las asechanzas de los poderes infernales crecerán, pues, y este lamento final recuerda la advertencia de 8, 13. La esencia de la historia se sintetiza durante todos los siglos en el combate que el dragón desencadena, para destruir la obra de Cristo, pues desde antiguo está obrando el misterio de la iniquidad (II Ten. 2, 7). Pero ahora es arrojado a la tierra (v. 9) Y multiplicará su furor porque queda poco tiempo antes de su encierro (20, 2s.), preludio de su derrota final también decidida (20, 9). Nos lo muestra el himno triunfal que aquí entonan los moradores del cielo (cf. 4. 8-11), en primer lugar sin duda las almas que alii clamaban en 6, 10. Dedúcese de aquí una verdad que nuestra pobre carne nos hace olvidar cada día: Si el incremento del mal en la tierra es condición indispensable y preanuncio de que te acerca la venida del Señor (II Tes. 2, 3; Mat. 24, 24; Luc. 17, 26•30; 18, 8, etc.). el espíritu, lejos de turbarse y dejarse engañar (Mat. 24, 5•6). debe alegrarse ante la dichosa esperanza que se acerca (Tito 2, 13).<br />
13 s. Cf. v. 6 y nota. "No se trata de una segunda huida de la mujer al desierto. Los vv. 13 y 14 vuelven a tomar el v. 6 y lo desarrollan" (Buzy) Le da alas del águila grande: Símbolo de la protección divina (ef, Ex. 19, 4; Is. 40, 31), Algunos piensan que las dos alas, que se dan por conocidas, son dos personajes, probablemente Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas. Cf. 11, 3; Os. 11,<br />
11. AI desierto, C . Us. 2. 14-20; 3, 5: 6, 1-3. Fundados en estos textos de Oseas, que era un profeta del reino de Israel, algunos dicen que podría haber en esta mujer una alusión especial a esas diez tribus de la diáspora, que no habían conocido a Jesucristo porque cuando. Él vino estaban ausentes por su cautiverio en Asiria (IV Rey_ 17, 6). Cf. v. 19; 16.l2; Is. 54. 1; Ez_ 37. 19 ss.; Juan 10. 16; IV Esdr. 13, 39 ss. Por un tiempo, etc. Serían tres años y medio, el mismo lapso que se halla en el v. 6 y en 11, 2 y 13, 5. Fillion observa que la expresión es tomada de Dan. 7, 25 y que su sentido es: "hasta la Parusía de Cristo". Cf, Dan. 12, 7.<br />
17. Cf. 13, 10; 14, 12, 18, 10. Mark cita aquí Gên. 3. 5 y Fillion ve asimismo una evidente alusión a dicho texto. La persecución se extendería, a todos los santos (3. 7),<br />
18. Apostóse: algunas fuentes griegas dicen apostéme.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-42479366862213440162012-08-29T12:02:00.002-07:002012-08-29T12:02:27.533-07:00Apocalipsis caps. 7, 8, 9<br />
Capítulo VII<br />
1 Después de esto vi cuatro ángeles que estaban de pie en los cuatro ángulos de la tierra y detenían los cuatro vientos de la tierra, ara que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre árbol alguno. 2 Y vi a otro ángel que subía del Oriente y tenía el sello del Dios vivo, y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes había sido dado hacer daño a la tierra y al mar; 3 y dijo: "No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes." 4 Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta Y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel;<br />
5 de la tribu de Judá doce mil sellados, de la tribu de Rubén doce mil, de la tribu de Gad doce mil, 6 de la tribu de Aser doce mil, de la tribu de Neftalí doce mil, de la tribu de Manasés doce mil, 7 de la tribu de Simeón doce mil, de la tribu de Leví doce mil, de la tribu de Isacar doce<br />
mil, 8 de la tribu de Zabulón doce mil, de la tribu de José doce mil, de la tribu de Benjamín doce mil sellados.<br />
9 Después de esto miré, y había una gran muchedumbre que nadie podía contar, de entre todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ente el Cordero, vestidos de túnicas blancas, con palmas en sus manos; 10 y clamaban a gran voz diciendo: "La Salud es de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero." 11 Y todos<br />
los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron sobre sus rostros ante el trono y adoraron a Dios, 12 diciendo: "Amén, la alabanza, la gloria, la sabiduría, la gratitud, el honor, el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén." 13 Y uno de los ancianos, tomando la palabra, me preguntó: "Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?" 14 Y yo le dije: "Señor mío, tú lo sabes." Y él me contestó: "Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus vestidos, y los blanquearon en la sangre del Cordero. "Por eso están delante del trono de Dios, y le adoran día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono fijará su morada con ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni sed; nunca más los herirá el sol ni ardor alguno; 17 porque el Cordero, que está en medio, frente al trono, será su pastor, y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios les enjugará toda lagrima de sus ojos.<br />
<br />
Capítulo VIII<br />
1 Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo en el ciclo un silencio como de media hora. 2 Y vi a los siete ángeles que están en pie ante Dios y les fueron dadas siete trompetas. 3 Y vino otro ángel que se puso junto al altar, teniendo un incensario de oro, y le fueron dados muchos perfumes, para ofrecerlos con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y el humo de los perfumes subió con las oraciones de los santos de la mano del ángel a la presencia de Dios. 5 Entonces el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos y voces y relámpagos y un terremoto.<br />
6 Y los siete ángeles que tenían las Siete trompetas se aprestaron a tocarlas;<br />
7 Y el primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra, y fue incendiada la tercera parte de la tierra; y fue incendiada la tercera parte de los árboles, y fue incendiada toda hierba verde. 8 Y tocó la trompeta el segundo ángel, y algo como una gran montaña en llamas fue precipitada en el mar, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9 Y murió la tercera parte de las creaturas vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. 10 Y tocó la trompeta el tercer ángel, y se. precipitó del ciclo una grande estrella, ardiendo como una antorcha: cayó en la tercera parte de los ríos y en los manantiales de las aguas. 11 El. nombre de la estrella es Ajenjo; y convirtióse la tercera parte de las aguas en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas porque se habían vuelto amargas. 12 Y toco la trompeta el cuarto ángel, y fue herida la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de manera que se obscureció la tercera parte de ellos, y el día perdió la tercera<br />
parte de su luz y lo mismo la noche. 13 Y vi y oí cómo volaba por medio del cielo un águila que decía con poderosa voz: "¡ Ay, ay, ay de los moradores de la tierra, a causa de los toques de trompeta que faltan de los tres ángeles que todavía han de tocar!"<br />
<br />
Capítulo IX .<br />
1 Y tocó la trompeta el quinto ángel, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y le fue dada la llave del pozo del abismo. 2 Abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran homo, y a causa del humo del pozo Se obscurecieron el sol y el aire. 3 Del humo salieron langostas sobre la tierra; y les fue dado poder, semejante al poder que tienen los escorpiones de la tierra. 4 Y se les mandó que no dañasen la hierba de la tierra, ni verdura alguna, ni árbol alguno; sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en la frente. 5 Les fue dado no matarlos; sino torturarlos por cinco meses; y su tormento era como el tomento que causa el escorpión cuando pica al hombre. 6 En aquellos días los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; desearán morir y la muerte huirá de ellos. 7 Las langostas eran semeiantes a caballos aparejados para la guerra, y sobre sus cabezas llevaban algo como coronas parecidas al oro y sus caras eran como caras de hombres 8 Tenían cabellos como cabellos de mujer y sus dientes eran como de leones. 9 Sus pechos eran como corazas de hierro, y el estruendo de sus alas será como el estruendo de muchos carros de caballos que corren al combate. 10 Tenían colas semejantes a escorpiones, y (en ellas) aguijones; y en sus colas reside su poder de hacer daño a los hombres durante los cinco meses; "Tienen por rey sobre ellas al ángel del abismo; cuyo nombre en hebreo es Abaddón y que lleva en griego el nombre de Apollyon. 12 EI primer ay pasó ved que tras esto vienen aún dos ayes.<br />
13 Y tocó la trompeta el sexto ángel, y oí una voz procedente de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios, "y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles encadenados junto al gran río Éufrates? 15 Y fueron soltados los cuatro ángeles que estaban dispuestos para la hora y el día y el mes y el año, a fin de exterminar la tercera parte de los hombres.<br />
16 Y el número de las huestes de a caballo era de doscientos millones. Yo oí su número. 17 En la visión miré los caballos y a sus jinetes: tenían corazas como de fuego y de jacinto y de azufre; las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de su boca salía fuego y humo y azufre. 18 De estas tres plagas murió la tercera parte de los hombres, a consecuencia del fuego y del humo y del azufre que salía de las bocas de aquéllos. 19 Pues el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas, y con ellas dañan. 20 Mas el resto de los hombres, los que no fueron muertos con estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos y no cesaron de adorar a los demonios y los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar. 21 Ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus latrocinios.<br />
<br />
4. Aparecen aquí, primera y última, respectivamente, como abrazando a las demás tribus, las de Judá y Benjamín, que antes formaban juntas el Reino meridional de Judá y que en la visión de Ezequiel ocupan la parte central de la Tierra Santa abrazando entre ambas la porción del príncipe (cf. Ez. 48, 22).<br />
5. La tribu de Judá es la primera nombrada por ser la del Mesías.<br />
6. Manases: ocupa aquí el sexto lugar que correspondería a la tribu de Dan. Se trata quizá de un error de copia, pues el v. 4 se refiere a todas las tribus de los hijos de Jacob, y sabemos que Manasés no era hijo sino nieto, y no tendría por qué aparecer aquí, pues ya figura su padre José, ni se explicaría en todo caso su mención sin la de su hermano Efraín. No tiene fundamento serio la antigua creencia de que esta ausencia de la tribu de Dan respondía a que de ella hubiese de salir el Anticristo, pues se apoyaban en textos como Gćn. 49, 17 y Jer. 8, 16 que nada tienen que ver al respecto.<br />
8. "Todos ellos, dice Jünemann, son israelitas convertidos al fin del mundo y sellados con el martirio y víctimas del Anticristo". Integrarían así el número de los mártires de 6, 11 y de allí que su elección aquí siga inmediatamente al clamor de aquéllos (6, 9), pues se hace antes de los grandes cataclismos (v. 3; cf. 6, 12 as. y nota). Según esto, a "las reliquias de Israel" o grupo fiel de los hebreos que formaron la Iglesia en sus comienzos (Rom. 11, 5) correspondería también este otro grupo fiel de los últimos tiempos, convertido aquí "por pura gracia" (Rom. 11, 6). quizás antes de la predicación de los dos testigos (cap. 11) y en todo caso antes de la<br />
conversión total de Israel (Rom. 1l, 25 ss,).<br />
9. Si los vv. 4-8 se refieren exclusivamente a los salvados del pueblo judío, aquí se alude en cambio a innumerables cristianos que vienen "de todas las naciones", o sea de la gentilidad, por lo cual los intérpretes refieren a los cristianos todo este capítulo. La liturgia aplica los vv. 9-12 como Epístola en la Misa de Todos los Santos. Según Tertuliano se trataría de los salvados en tiempos del Anticristo (cf. 12, 6 y 14 y nota a los vv. 2ss.). Las túnica blanca: N Palma: y lo dicho en el v. 19 sobre la tribulaciónn los vincula con los sacrificados de 6, 11, por donde parecería que aquí se ha completado el; número que allí se anuncia. No puede negarse, sin embargo, la concordancia del v. 17 con 21, 4, ni la del v. 15 con 21. 3 y 22, 3 que parecen tener un alcance más general. 14. Cf. 6, 12 ss. y nota. Sobre esta tribulación, véase las palabras de Jesús en su discurso escatológico (Mat. 24, 31). Cf. Dan. 12, 1 y notas. 16s. Véase 21, 4; S. 22, 2; Is. 25, 8; 49, 10; Jer. 2, 13; Ez. 34, 11ss. Jesucristo será su pastor que los llenará de bienes, los apartará de todo mal y los conducirá a la misma fuente de la vida que es la visión pura de Dios" (Scío).<br />
<br />
1. Véase la probable explicación de este silencio en la nota a 6, 12 ss. Según ello, esta escena sería la continuación del 5º sello y el silencio sería el de los santos que allí clamaban y ahora esperan los acontecimientos que se describen de aquí en adelante. Según otros, el silencio seria simplemente la interrupción de las alabanzas de 4. 8ss., 5, 8ss., mas no explican el motivo de ella. Pirot reconoce que "aquí esperábamos el desenlace final y sólo vemos un final de acto", y añade que "la apertura del 7º sello permite la introducción de una nueva serie de catástrofes" cosa que no parece posible según las expresiones de nuestra citada nota de 6. 12ss. Cf. v. 3 y nota.<br />
2. En Tob. 12, 15 se habla también de los siete ángeles. El libro de Enoc (20. 2•8) los nombra así: Uriel, Rafael, Raguel, Miguel, Saraquiel, Gabriel, Remeiel. Las trompetas: son señal de Juicio (Is. 27, 13; Joel 2, 1; Mat. 24, 31; I Cor. 15, 52; I Tes. 4, 16 .<br />
3. Véase 5, 8 y nota. Los perfumes que el ángel recoge aquí son las oraciones de los santos que piden la venganza de su sangre en 6, 9 s. Sin ello sería difícil explicarse cómo las oraciones de los santos de la tierra pueden producir tales calamidades sobre ella.<br />
5. Del fuego del altar: de los perfumes (cf. Is. 6. 6). Lo arrojó: cf. Ez. 10, 2. Los trueno. etc., marcan el final de los sellos y también el de las trompetas (11, 19) y el de las copas (16, 18).<br />
6ss. Las siete trompetas son otras tantas plagas y recuerdan las de Egipto (Éx caps. 7 ss.). S. Ireneo y Lactancio las interpretan en sentido literal. S. Agustín sólo como metáfora de grandes azotes y castigos<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><br />
7. Cf. Èx. 9, 24: Joel 3. 3.<br />
8. s. Cf. Éx. 7, 20: Sof. 1, 3. `<br />
10. La caída de esta estrella, que simboliza a un ángel con nombre de amargura (v. 11; cf. Enoc 86, 1ss.), hace pensar en la palabra de Jesús que comparó la caída de Satanás. con la de una estrella (Luc. 10, 18). Véase 9, 1 y nota. Cf. 12, 9 ss.<br />
11. "En IV Esdr. 5, 9 se señala un cambio semejante como sigue del fin -"en las aguas dulces se encontrará sal"- así como a la inversa el mismo Mar Muerto se convertirá en sano en los tiempos mesiánicos (Ez_ 47, 8). Pirot.<br />
13. Los tres ayes: indican que las tres plagas que siguen serán más espantosas que las cuatro que preceden (9, 12`; 11, 14; l2, 12; cf. Ez. 9, 8).<br />
El águila representa probablemente un ángel, como lo dicen expresamente algunos códices griegos. '<br />
<br />
1. Aunque hay otras opiniones sobre ángeles buenos. parece claro que esta estrella es la que cayó en la tercera trompeta (8. 20 y nota). Aquí Satanás se pone en campaña, abriendo el pozo del abismo, lo cual parece ser lo mismo que desencadenar a los demonios. Cf. Luc. 8, 31. En 20, 1ss. 1o veremos a él encerrado en ese abismo.<br />
3 ss. También en el Antiguo Testamento las langostas son anunciadas como ejecutoras de los juicios de Dios contra los moradores de la tierra; Véase Ex. 10, 12-15; Sab. 16, 9; Jer. S1, 14; Joel 1, 4 ss.; 2. 2 ss. El encargo que se les da en los vv. siguientes, y su descripción. muestran que son demonios. Ya en la antigua Babilonia, p, ej., en la leyenda Je Gilgamesch algunos demonios son representados en forma de hombres escorpiones.<br />
4s. Que no tuviesen el sello de Dios: cf. 7, 2 ss. y nota; Luc. 21, 36. Por cinco meses: se ha observado que las plagas de langostas suelen extenderse en Asia por espacio de cinco meses Cf. Is. 2, 19; Os. 10, 8; Luc; 23, 30.<br />
9. El ruido de una manga de langostas es parecido a1 de los carros de guerra; como dice ya el profeta Joel al, describir una plaga de langostas que devastaba a Palestina (Joel 2, S); Muchos han creído ver aquí alguna monstruosa arma de guerra ultramoderna. Pero no ha de olvidarse que salieron del pozo del abismo (v. 2).<br />
11. Abaddon; equivalente de infierno, significa en hebreo exterminio o ruina (en griego: apóeia). Cf. Job. 26. 6. Así se llama también el jefe del infierno cuyo oficio consiste en la destrucción de los` hombres; porque "los ángeles buenos o malos suelen tomar su nombre de aquel ministerio en que se ocupan" (S. Gregorio Magno).<br />
12. Sobre los tres ayes, •z:f. ‛8. 13 Y nota.<br />
14. El Éufrates era el limite orientalde1 Imperio Romano y del mundo civilizado. Véase ,16. 12.<br />
15. Puede tratarse muy bien de cuatro ángeles malos, pues están encadenados `(cf. Tob. 8, 3). Las innumerables tropas de a caballo que producen tan enormes matanzas parecerían simbolizar las grandes guerras mundiales, que ya nos hemos acostumbrado a ver como características de nuestro tiempo (cf; 6, 2 y nota). Las cifras como en todo el Apocalipsis, significan la inmensa magnitud de las catástrofe! aun cuando no se las tome en sentido aritmético. si bien ante los pavorosos "progresos" de la humanidad en esa materia ya no nos sorprenden tales cifras que a los antiguos parecían siempre simbólicas.<br />
20. Ni siquiera con estos castigos en que perece una tercera parte de los hombres (v. 18) se obtiene el arrepentimiento de los malos que quedan con vida. La tremenda comprobación se repite en 18, 9 y I1. Sólo en I1, 13, cuando los dos testigos resucitados suben al cielo a la vista de todos se habla de un arrepentimiento cuyo alcance ignoramos. ¡Dolorosa confirmación de la pertinacia humana, que empezó en el Paraíso y no terminará nunca mientras pueda tomar el partido de Satanás contra Cristo, como se ve en 16, 14; I9, 19 y hasta en 20, 7. Bien lo anunció ya el mismo Jesús (cf. Luc. 18, 8; Am. 4, 8 y nota).<br />
José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-15970072993008491502012-08-29T11:57:00.002-07:002012-08-29T11:57:42.431-07:00Apocalipsis caps. 4, 5, 6<br />
Capítulo IV<br />
1 Después de esto tuve una visión y he aquí una puerta abierta en el cielo, y aquella primera voz como de trompeta que yo había oído hablar conmigo dijo: "Sube acá y te mostraré las cosas que han de suceder después de éstas." 2 Al instante me hallé (allí) en espíritu y he aquí un trono puesto en el cielo y Uno sentado en el trono. 3 Y Aquel que estaba sentado era a la vista como la piedra de jaspe y el sardónico; y alrededor del trono había un arco iris con aspecto de esmeralda. 4 Y en tomo del trono, veinticuatro tronos; y en los tronos veinticuatro ancianos sentados, vestidos de vestiduras blancas y llevando sobre sus cabezas coronas de oro. 5 Y del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono había siete lámparas de fuego encendidas, que son los siete espíritus de Dios; 6 y delante del trono algo semejante a un mar de vidrio, como cristal; y en medio ante el trono, y alrededor del trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente semejante a un becerro, el tercer viviente con cara como de hombre, y el cuarto viviente semejante a un águila que vuela. 8 Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, están llenos de ojos alrededor y por dentro, y claman día y noche sin cesar, diciendo: "Santo, santo, santo el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, y que es, y que viene." 9 Y cada vez que los vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se prosternan ante Aquel que está sentado sobre el trono adoran, al que vive por los siglos de los siglos; y deponen sus coronas ante el trono, diciendo: 11 "Digno eres Tú, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad tuvieron ser y fueron creadas."<br />
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Capítulo V<br />
1 Y vi en la diestra de Aquel que estaba sentado sobre el trono un libro, escrito por dentro y por fuera. y sellado con siete Sellos. 2 Y vi a un ángel poderoso que, a gran voz, pregonaba: "¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?" 3 Y nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aún fijar los ojos en él. 4 Y yo lloraba mucho porque nadie era hallado digno de abrir el libro. ni de fijar en él los ojos. 5 Entonces me dijo uno de los ancianos: "No llores. Mira: el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha triunfado, de suerte que abra el libro y sus Siete Sellos." 6 Y vi que en medio delante del trono y de los cuatro vivientes y de los ancianos estaba de pie un Cordero como degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios en misión por toda la tierra. 7 El cual vino Y tomó (el libro) de la diestra de Aquel que estaba sentado en el trono.<br />
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro Seres, vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, teniendo cada cual una citara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los Santos. 9 Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: "Tú eres digno de tomar el libro, y de abrir sus Sellos; porque Tú fuiste inmolado, y con tu Sangre compraste para Dios (hombres) de toda tribu y lengua y pueblo y nación; 10 y los has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra? 11 Y miré y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono de los vivientes y» de los ancianos; viera el número de ellos miríadas de miríadas, y millares de millares; 12 los cuales decían a gran voz: "Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir poder, riqueza, sabiduría, fuerza, honor, gloría y alabanza? 13 Y a todas las creaturas que hay en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas<br />
que hay en ellos oí que decían: "Al que está sentado en el trono, y al Cordero; la alabanza, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los siglos." 14 Y los cuatro vivientes decían: "Amén." Y los ancianos Se postraron y adoraron.<br />
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Capítulo VI<br />
1 Y vi cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos., y oí que uno de los cuatro vivientes decía, como con voz de trueno: "Ven." 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco, y él que lo montaba tenía un arco, y Se le dio una corona; y salió venciendo y para vencer. 3 Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven." 3 Y Salió otro caballo, color de fuego, y al que lo montaba le fue dado<br />
quitar de la tierra la paz, y hacer que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. 5 Y cuando abrió el tercer Sello, oí al tercero de los vivientes que decía: "Ven." Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía en su mano una balanza. 6 Y oí como una voz en medio de los cuatro vivientes que decía: "A un peso el kilo de trigo; a un peso, tres kilos de cebada; en cuanto al aceite y al vino no los toques." 7 Y cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto viviente que decía: '‛Ven." 8 Y miré, y he aquí un caballo pálido, y el que lo montaba tenía por nombre "la Muerte"; y el Hades seguía en pos de él; y se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra para matar a espada y con hambre y con peste y por medio de las bestias de la tierra.<br />
9 Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por la causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que mantuvieron: 10 Y clamaron a gran voz, diciendo: "¿Hasta cuándo, oh Señor, Santo y Veraz, tardas en juzgar y vengar nuestra sangre en los habitantes de la tierra?" 11 Y les fue dada una túnica blanca a cada uno; y se les dijo que descansen todavía por poco tiempo hasta que se contemplase el número de sus consiervos y de sus hermanos que habían de ser matados como ellos.<br />
12 Y vi cuando abrió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto, y el sol se puso negro como un saco de crin, y la luna entera se puso como sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como deja caer sus brevas la higuera sacudida por un fuerte viento. 17 Y el cielo fue cediendo como un rollo que se envuelve, y todas las montañas e islas fueron removidas de sus lugares. 15 Y los reyes de la tierra y los magnates y los jefes militares y los ricos y los fuertes y todo siervo y todo libre se escondieron en las cuevas y entre los peñascos de las montañas. 16 Y decían a las montañas y a los peñascos: "Caed sobre nosotros y escondednos de la faz de Aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero; 17 porque ha llegado el gran día del furor de ellos y ¿quién puede estar en pie?"<br />
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Comentarios<br />
1. Las cosas que han de suceder empezarán en el cap. 6 con la apertura de los sellos, después de esta visión. Igual expresión usa Dan. 2, 29 y 45 y tal parece ser el objeto principal del Apocalipsis en cuanto profecía, según se ve en 1. 1 (cf. 1, 19 y nota), Para los que ven figurado en Laodicea el último periodo de la Iglesia (cf. 1, 12; 3, 15 y notas), aquí empieza el tiempo de la gran tribulación anunciada para el final. Algunos suponen que la puerto abierto es el ciclo y el llamado con voz de trompeta aluden a I Tes. 4, l417.<br />
2 ss- Me hallé es espíritu, exactamente como en 1,l0, lo cual confirmaría lo que allí señalamos. Sobre la visión de Dios, cf. E:. 1, 22 ss. y nota. Todo este capítulo, lo mismo que el siguiente, se inspira en los Profetas, especialmente Is. 6: Ez. 1; Dan. 7. El rapto de Juan al cielo durará hasta el fin del cap. 9<br />
3. No puede dudarse que aquí se nos muestra, en su excelsa y serena majestad, la Persona del divino Padre, Cf. 5, 7 y nota.<br />
4ss. Los veinticuatro ancianos que están sentados alrededor del trono de Dios parecen simbolizar el Antiguo y el Nuevo Testamento: los doce Patriarcas y los doce Apóstoles, que -por su parte- representarían a todos los santos del cielo. En la explicación mística de S. Cirilo Alejandrino significaría el trono elevado, la soberanía de Dios; el jaspe, su paz inmutable; el arco iris, su eternidad; los sitiales de los veinticuatro ancianos, su sabiduría; las siete lámparas, el gobierno universal de su Providencia; los resplandores y el trueno, la omnipotencia de su voluntad: el mar de cristal, su inmensidad; tiene cubiertos el rostro y los pies por las alas de los Serafines para darnos a entender su misteriosa infinitud. "En esta plenitud esplendorosa nada impresiona tanto a los Serafines cubiertos de ojos como su santidad, pues ella los deja suspensos de admiración. Por eso repiten sin cesar el canto jubiloso: Santo, Santo, Santo eres Señor Dios de los Ejércitos. En efecto, Dios es llamado con frecuencia el Santo de Israel, porque este nombre incluye todos los demás. Cuando el Salmista quiere describir el esplendor de la generación eterna del Hijo de Dios, dice únicamente que procede del Padre en el esplendor de la santidad (S. 109, 3). Todas las otras perfecciones de Dios reciben de la santidad su brillo más subido, su última consagración"<br />
5. Relámpagos, voces y trueno: son señales del poder de Dios (Éx. 19, 16; S. 28, 3 ss.). Las siete lámparas son los siete Espíritu: que vimos en 1, 4. En adelante no se habla más de ellos (cf. 5, 11) y se los considera identificados con los siete ojos del Cordero (3, 1; 5, 6). Señalamos aquí, a título de curiosidad, una reciente hipótesis de Greslebin, según la cual este capítulo del Apocalipsis sería lo que se representa en la puerta del templo del sol en Tiahusnaco. Su amor cree haber encontrado veinticuatro coincidencias entre el texto bíblico y las esculturas precolombinas de dicho templo.<br />
8. Los cuatro viviente: aparecen como seres celestiales semejantes a aquellos que vieron los Profeta: como Serafines (Is. 6, 2 s.) y Querubines (Ez. 1, 5 ss.). El libro de Enoc (71, 7) añade los Ofaním. Los innumerables ojos (v. 6; E:. 1, 18) significan su sabiduría; las alas, la prontitud con que cumplen la voluntad de Dios. Más tarde se comenzó a tomar los cuatro animales como símbolos de los cuatro Evangelistas. Su himno es el Trisagion (Is. 6, 3; cf. Enoc 39, 12). Que viene: aquí se trata del Padre (v. 3). Cf. 21, 3.<br />
9ss. Pirot hace notar que en adelante "el Trono será colocado, según la tradición de Is. 6, 1, en el interior de un Templo celestial (7, 15). Prototipo del terrestre (Éx. 25, 40; Hebr. 8, 5) con un altar de los holocaustos (6, 9), un altar de los perfumes (8, 3) y sin duda un Santo de los santos con su Arca de la Alianza (11, 19)". Añade que "esta porción del Templo será sin duda la residencia de divinidad".<br />
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1. Casi todos los intérpretes antiguos entienden por este Libro la Sagrada Escritura, principalmente el Antiguo Testamento, cuyas figuras y profecías referentes a Cristo eran antes difíciles de entender. Así. por ej. Orígenes ve descubiertos en él los acontecimientos predichos en el Antiguo Testamento, los cuales tan sólo después de la Resurrección comenzaron a ser comprendidos. Allo opina. más bien que en el Libro se contiene "toda la escatología" (cf. 4, 1 y nota). Los siete sellos que lo cierran señalan su carácter arcano (cf. IS. 29, ll; E2. 2, 9). El misterioso número siete se repetirá en las siete trompetas (8, 2), las siete copas (15, 1 ss.) y también en los siete truenos (10. 3), etc. Cf. v. 6 y nota.<br />
5. El León de la tribu de Judá: Cristo, como hijo de David de la tribu de Judá. Véase la profecía de Jacob acerca de Judá en Gén. 49, 9 y las notas a Ez. 21, 27 y Am. 3, 4. La raíz de David (cf. 22, 16): titulo también mesiánico, tomado de Is. ll, 10. Cf. Rom. 15, 12; Ef. 1. 10; Apoc. ll, 15; S. 95-99.<br />
6. El. Cordero inocente y Santo de Juan 1, 29 es aquí el poderoso e irritado. Cf. 6, 16 S. (Lagrange, Pirot). Los síete cuernos representan la plenitud del poder; los síete ojos la plenitud del Saber (cf. 1. 4; 4. S: Zac. 3. 9 y notas). En el cielo conserva aún el<br />
Redentor las Señales gloriosas de su Muerte (cf. Luc, 24, 39; Juan 20, 27), según lo expresa S. Juan con las palabras Cordero como inmolado (Cf. I Cor. 5, 7. usado en .la liturgia de Pascua). Por eso Él es el único que se hizo digno de abrir el Libro (v. 9). Cf. Luc. 24, 26 y 46 s. Un fresco del benedictino chileno Dom Pedro Subercaseaux. reproducido en nuestra edición popular del Evangelio, ha representado. con gran acierto, en un ambiente de transparente luminosidad, esta escena que hoy se vive en el Santuario celestial (Hebr. 10, 19 s. y nota), poniendo en, los brazos del Padre a Jesús crucificado (el Cordero inmolado) que le ofrece su Sangre para interceder por nosotros (Hebr. 7. 24s.) Y que lleva, aunque está vivo, la lanzada que le dieron después de muerto (Juan 19. 33 s.) con lo cual se indica que se trata del Señor ya en el cielo. glorificado por el Padre después de su Resurrección y Ascensión. Cf. Marc. 16, ll; S. 2, 7 y notas.<br />
7. El gran artista Alberto Durero, en una de sus célebres ilustraciones del Apocalipsis. combina este pasaje en que el Cordero recibe el Libro de los siete Sellos de manos de su Padre Dios. con el pasaje del profeta Daniel (cap. VII), donde el Hijo del hombre recibe del "Anciano de Días" la potestad eterna. en virtud de la cual todos los pueblos le servirán. Es de admirar la fusión que el artista hace de ambas escenas, al punto de que los millares y millones de seres que en Daniel rodean el trono del Anciano de Días, son sustituidos por la misma asamblea de los seres animados y de los veinticuatro ancianos que rodean esta escena del Apocalipsis. se advierte también, debajo del trono, hacia 1a izquierda. la figura siniestra de Satanás que sale huyendo, con lo cual el autor muestra una vez más su conocimiento de las Escrituras, al relacionar nuevamente con Daniel (que profetiza el levantamiento del "gran Príncipe San Miguel", en el capítulo doce) la derrota de la antigua serpiente o dragón, Satanás. y su precipitación a la tierra, que él Apocalipsis anuncia como resultado del triunfo de San Miguel (véase Apoc. 12. 7ss.). Cf., 13, 2 y nota.<br />
9. Un cántico nuevo: ¡ Y tan nuevo! Como que celebra no ya sólo la Obra de la Redención, como Io hízo el mismo Juan en 1, 5 y 6, sino también, por fin. la plena glorificación del Redentor en la tierra (Hebr. 1, 6 y nota) vanamente esperada desde que Él se fue. Cf. 14, 3; S. 95,1 y 97, 1 y notas.<br />
10 Reino y sacerdotes. Véase l, 6; I Pedro 2, ,9 y notas. Cf. Éx. 19, 6; Is, 51, 6; Rom. 8. 23.<br />
11 Millares de millares: Cf v. 7 y nota; Dan. 7, 10.<br />
12. Nótese la septiforme alabanza de los ángeles, que nos recuerda que Jesús completa la obra de la creación con los siete dones del Espíritu Santo. Vemos siempre reaparecer los números místicos o sagrados especialmente 7 y 4 (v. 1 y nota). Aquí los habitante del cielo dividen el pensamiento en siete miembros y los de la creación natural en cuatro (v . 13)<br />
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1. Vi Cuando el Cordero abrió: Así Se dice también en la apertura del sexto sello, a diferencia de los demás (cf. v. 12 y nota) Charles ha mostrado "que la Sucesión de los sellos corresponde las de las señales del fin en el pequeño apocalipsis sinóptico de Marc. 13, Mat. 24, Luc., 21".¡Ven ! Este llamado que en el original no está seguid por las palabras: y verás (como en la Vulgata), no se dirige a Juan sino al primero de los cuatro jinetes, como una orden de ponerse en marcha, del mismo modo que en los vv. 3, 5 y 7.<br />
2 ss. Este primer jinete seria, en la opinión antigua, el mismo Cristo. Según Allo, si no es el Verbo mismo, como en 19, 11, es por lo menos el curso victorioso del Evangelio a través del mundo. Así lo vio también Loisy, dice Gelin; pero, si así fuera, ¿cómo conciliar ese triunfo del Evangelio con todo el cuadro catastrófico de la escatología apocalíptica y las palabras de Jesús en Mat. 24, 9ss., Luc.<br />
18, 8, Juan l5, 20s.; 16, 2s., etc.? Buzy y otros ven aquí al ángel de la guerra, en tanto que Fillion hace notar que, faltando todavía muchas calamidades antes de la Venida de Cristo en el cap. 19 (cf. II Tes. 2, 3 ss.), este guerrero cuyo caballo blanco imita al de Jesús en 19, 11, "personifica la ambición y el espíritu de conquista que ocasionan tantos dolores". Adherimos a esta opinión que hoy parece ser comprobada en lo espiritual y aun en lo temporal por la historia contemporánea, y hacernos notar a nuestra vez, frente a opiniones tan diversas, cuán lejos se está de haber agotado el estudio de la Sagrada Biblia y cuán necesario es por tanto proseguirlo según las exhortaciones de Pio XII en la Enciclica "Divino Afflante". Los cuatro caballos recuerdan la visión de Zac. 1, 8; 6, l ss. donde, como bien dice Pirot. simbolizan calamidades contra los enemigos del pueblo de Israel y no es verosímil que en los tres<br />
septenarios -sellos, trompetas, copas (cf. 5, 1 y nota)- sólo un elemento sea heterogéneo. ¿No hemos de ver, pues, con varios modernos, en este jefe conquistador semejante al de Daniel (Dan. 7, 21 y 25; 9. 26 s., etc.), al mismo Anticristo del cap. 13? Los colores de los caballos señalan, en la terminología de los apocalípticos, los cuatro rumbos o partes del mundo: blanco, el oriente; bermejo, el norte;. negro el sur; pálido, el oeste; y al mismo tiempo simbolizan los grandes acontecimientos y plagas que provocan sus jinetes. El caballo color de fuego significa la guerra; el negro, el hambre; en el pálido, el nombre de la muerte representaría la peste (Fillion. Buzy, Gelin), mientras el Hades o Scheol personificado como en 20, 4. sigue detrás para recoger las víctimas<br />
4. Cf. Is. 34, 5; Mat. 24, 6s. Otra gran matanza se ve también en la 6• trompeta (9, 15 ss.), pero es dirigida por ángeles.<br />
6. A un peso (equivalente de un denario), es decir, trece veces más del precio normal (cf. Ez. 4, I6). Pirot hace notar que esta carestía no era desconocida en tiempo de S. Juan por haber sido cada vez más descuidado el cultivo del trigo a causa de que el Estado romano se había hecho comprador y distribuidor del cereal y los pequeños propietarios se dedicaron a plantar viñas, de lo cual resultó un precio ruinoso para el vino, hasta que Domiciano, según Suetonio, prohibió aumentar los viñedos y mandó destruir por lo menos la mitad de lo existente.<br />
9 s. Degollados: es el mismo término empleado para el Cordero en 5, 6. Estas almas, separadas del cuerpo, son representadas descansando en el cielo debajo de un altar semejante al de los holocaustos en el Templo de Jerusalén, lugar que les es dado sin duda por cuanto han sido sacrificadas como víctimas de holocausto. ¿Son éstos cristianos, o también israelita del A. T.? No lo dice como en otros pasajes (cf. 7, 4ss.). Una de las grandes llaves para entender el Apocalipsis es esta distinción, que a veces es difícil y a veces la olvidamos considerando el Apocalipsis un Libro exclusivo de los cristianos de la gentilidad, pues desde que S. Pablo anunció a los judíos rebeldes que la salvación pasaba a los gentiles (Hech. 28, 28). Israel como tal desapareció de los escritos neotestamentarios, salvo en la gran carta paulina a los Hebreos, cuya fecha no ha podido fijarse con exactitud y que algunos creen anterior a ese episodio. Como bien observa Pirot, Juan es aquí lo que los judíos llamaban un paitán, es decir, que habla continuamente con palabras de los profetas, al punto de que tiene más citas del A; T. que versículos (cf. introducción). Debe, pues, tenerse en cuenta el carácter especial de este Libro, que es una profecía escatológica en la que Juan -declarado "Apóstol de la circuncisión". como Pedro y Santiago (Gál. 2. 8•9)- hace actuar ya el misterio de la conversión de Israel, que S. Pablo y el mismo Juan anunciaron para los últimos tiempos (Rom. 11, 25 s.; Juan 19, 37; Zac. 12, 10; Apoc. l, 7) y nos presenta, entre otros misterios. la misión de Elías. que es para Israel (Mal. 4. Ss. y nota) y del cual dijo Jesús: "Ciertamente Elías vendrá y lo restaurará todo" (Mat. 17. 11). Así, pues, muchos puntos aún oscuros se aclararían sin duda el día en que pudiéramos distinguir netamente los que se refieren y los que no se refieren a Israel (cf. 7, 2 Y 8 1 notas). Sobre el altar celestial, cf. 4, 9 Y nota; 8, 3; Hebr. 13, 10.<br />
10. Santo y Veraz, es decir. Cristo. Véase 3, 7; 19, 11; Zac. 1, 12; `S. 78, 10 S. Un autor moderno hace notar que esta súplica de los mártires, el primero de los cuales es S. Esteban. que murió pidiendo perdón para sus verdugos, está concebida en la forma de las imprecaciones de los Salmos. Ello se explica porque aquí se trata del tiempo de la justicia, como antes fue el de la misericordia (cf. Is. 6l, 1s. y nota). De ahí también el nuevo aspecto del Cordero (5. 6 y nota). Lo que desean estos santos es la resurrección de sus cuerpos (S. Gregorio Magno) como se verifica en la visión del cap. 20, comprendiendo Sin duda a todos los que sufrirán el martirio bajo el Anticristo (20, 4). Entretanto vemos aquí (lo mismo que en IV Esdr. 4, 35) cómo las almas aun de los salvados suspiran por la plenitud de su destino (cf, Filip, 3, 20 s.). Combinando el presente pasaje con 12, 7-17; II Cor. 5. 8 Y II Pedro 3,9, puede explicarse la causa que demora la Venida de Cristo. Cf. II Tes. 2, 6ss.<br />
11. La túnica blanca (o estola) es como una prenda cierta del triunfo definitivo (cf. 3, 4; 7, 9; 19, 14). Pero estas oraciones de los santos son las mencionadas en 8, 3-5, como causa de las tribulaciones que caerán sobre la tierra en el séptimo sello para apresurar el final (cf. v. 12 ss.; 8, 1 y notas). Esto confirma, a la luz de S. Pablo, lo que hemos dicho más arriba sobre el primer jinete (v. 22 ss.), pues lo que detiene la liberación de estas almas es la necesidad de que primero venga la apostasía -o "el misterio de la iniquidad que ya obra" desde entonces (II Tes 2, 7)- y luego se haga manifiesto el Anticristo (ibíd. v. 3); y es necesario que éste se revele abiertamente (ibíd. v. 8; cf. 19, 19 ss.). De ahí que el ven del primer sello (v. 1 s.) sea "el momento esperado y decisivo para la consumación del misterio de Dios" (10, 7) lo mismo que vemos en 13, 1.<br />
12 ss. Algunos consideran que este sello, el 6º en orden de colocación en el libro, no es abierto sino después del 7º (8, 1), porque la gran tribulación (7º sello) es necesariamente anterior a las catástrofes cósmicas que aquí se anuncian y, que preceden inmediatamente a la Parusía (v. 17). El Señor dice en efecto que el oscurecimiento del sol, etc., se verificará "inmediatamente después" de la tribulación (Mat, 24, 29; Marc. 13. 24); que la Parusía vendrá a continuación de aquellos fenómenos (Luc. 21, 25); que las persecuciones contra los justos serán "antes de todo eso" (Luc. 21, 11-12). Es de observar que S. Juan, a diferencia de los otros sellos, dice aquí "yo vi cuando él abrió", lo cual podría ser una visión anticipada del fin. Y parece confirmarlo el hecho de que en 7, 14 (bajo el 6º sello) nos muestra ya a elegidos y a los que vienen de la gran tribulación, como si las calamidades del 7º sello hubiesen ya pasado. Según ello, éstas serian la respuesta de Dios a la oración clamorosa de los santos del 5º sello (6, 9-11), y así lo vemos en 8, 3-5. Quedaría también explicado así el silencio de media hora en el cielo (8, 1), fenómeno que nadie aclara y que consistiría simplemente en que cesaba de oírse aquel clamor de los santos (6, 10). La media hora seria el poco de tiempo de reposo que se les indicó en 6, 11. Gelin, que ha observado este fenómeno (cf. 8, 1 y nota), dice: "Juan utiliza el esquema sinóptico en el cual parece haber querido introducir este orden general: plagas sociales (1º a 5º) y luego las cósmicas (6º). Ha encerrado varias plagas en el 5º sello para poder derivar hacia el 7º, que está vacío, la segunda serie de calamidades." Pero no se entiende cómo podrían continuar estas pruebas sí la Parusía tiene lugar al fin del 6º sello. En todo caso, los acontecimientos escatológicos, de que habla San Pablo (I Tes. 4, 15 s.) no podrán ser anteriores a la gran tribulación o período del Anticristo, como dice cierta exégesis protestante, sino que se refieren, como está anunciado, únicamente a la Parusía, en la cual los muertos y "los que quedemos”, seremos, cuando Él descenderá del cielo (ibid. v. 16), arrebatados a su encuentro para estar con Él siempre (ibid. v. 17) y no sólo por un periodo. Esto explicaría, finalmente, la existencia de justos sobre la tierra en tiempos del Anticristo (cf. 13, 7; 20, 4), de modo que la promesa que Jesús hace a sus amigos de escapar a todas las calamidades (Luc. 21, 36), repetida a la Iglesia de Filadelfia (3, 10), ha de explicarse como una especial protección, mediante la cual "no perecerá ni un cabello de nuestra cabeza" (Luc. 21, 18).<br />
Véase, p. ej., 12, 6 y 14. En cuanto a los sucesos aquí anunciados, véase los vaticinios de Jesucristo sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del siglo en Mat. cap. 24 y en Luc. cap. 21. Cf. Is. 24, 19 ss.; Os. 10, 8; Joel, 2, 30-31; 3, 12-15; Amós 8, 9 s.<br />
16. Sobre la ira del Cordero, véase 5, 6 y nota. En cuanto al gran día del furor, algunos suponen que es contra Israel como en Am. 5, 18, porque en 7, 1-8 se trata de sellar a aquellos de las doce tribus que habrían de librarse de ese día. Sin embargo, en el v. 15 se ve que se trata más bien de reyes de todas las naciones como en S. 109, 5 S. ¿Quién puede estar en pie? Cf. S. 1, 5 y nota.<br />
2 ss. Este sello recuerda la orden de Dios dada en Ez. 9, 4. Cf. también 9, 4; 14, 1; 22, 4; Éx. 12, 23; Is. 44,,7. Las cifras 12.000 y 144.000 pueden ser simbólicas, para significar una gran muchedumbre, si bien no podemos asegurarlo, pues, como dice S. Crisóstomo, "cuando la Escritura alegoriza, nos advierte ella misma que alegoriza". Cf. 21, 16 y nota. No concuerdan los exegetas en la• explicación de este pasaje, aunque todos reconocen que el sello es la seña de elección y salvación. La diferencia consiste en puntualizar cuáles ,sean los salvados y explicar el carácter de su salvación contra las calamidades de la tierra y del mar (cf. 12, 14 ss.), Orígenes cree que se refiere a todos los cristianos, en tanto que otros ven aquí solamente los salvados del judaísmo, los que con la predicación de Elías se convertirán a la fe (Scio, Nácar•Colunga, etc. Véase v. 8; cf. 6, 9 s. y notas; 12, 1ss.). Tampoco hay unanimidad sobre si los 144.000 de este capítulo son los mismos que los del cap. 14, 3. En general se cree que no, pues de aquéllos no se dice que sean de Israel y además aparecen sobre el monte Sión, como quitados de la tierra, en tanto que aquí vemos una escena terrestre. Cf. Hehr. 12, 22 ss.<br />
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José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-81747046514966754842012-08-29T11:54:00.001-07:002012-08-29T11:54:20.882-07:00Apocalipsis caps. 1, 2, 3<br />
Capítulo I<br />
1 Revelación de Jesucristo, que Dios, para manifestar a sus siervos las cosas que pronto deben suceder, anunció y explicó, por medio de su ángel, a su siervo Juan; 2 el cual testifica la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, todo lo cual ha visto. 3 Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca.<br />
4 Juan a las siete Iglesias que están en Asia: gracia a vosotros y paz de Aquel que es, y que era, y que viene; y de los siete Espíritus que están delante de su trono; 5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el Soberano de los reyes de la tierra. A Aquel que nos ama, y que nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, 6 e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo; a Él Sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. 7 Ved, viene con las nubes, y le verán todos los ojos, y aun los que le traspasaron; y harán luto por Él todas las tribus de la tierra. Sí, así sea. 8 "Yo soy el Alfa y la Omega", dice el Señor Dios, el que es, y que era, y que viene, el Todopoderoso.<br />
9 Yo Juan, hermano vuestro y copartícipe, en la tribulación y el reino y la paciencia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 Me hallé en espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una voz fuerte como de trompeta<br />
11 que decía: "Lo que vas a ver escríbelo en un libro, y envíalo a las Siete Iglesias: A Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea".<br />
12 Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y vuelto, vi siete candelabros de oro, 13 y, en medio de los candelabros, alguien como Hijo de hombre, vestido de ropaje talar ceñido el pecho con un ceñidor de oro. 14 su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 Sus pies semejantes a bronce bruñido al rojo vivo como en una fragua; y su voz como voz de muchas aguas. 16 Tenía en su mano derecha siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su aspecto era como el sol cuando brilla en toda su fuerza. 17 Cuando le vi, caí a sus pies como muerto; pero El puso su diestra sobre mí y dijo: "No temas; Yo soy el primero y el último, 18 y el viviente; estuve muerto, y ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. 19 Escribe, pues, lo que hayas visto; lo que es, y lo que debe suceder después de esto. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas, que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candelabros son siete Iglesias"<br />
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Capítulo II<br />
1 Al ángel de la Iglesia de Éfeso escríbele: "Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candelabros de oro: 2 Conozco tus obras, tus trabajos y tu paciencia, y que no puedes sufrir a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. 3 Y tienes paciencia, y padeciste por mi nombre, y no has desfallecido. 4 Pero tengo contra ti que has dejado tu amor del principio. 5 Recuerda, pues, de donde has caído, y arrepiéntete, y vuelve a las primeras obras; si no, vengo a ti, y quitaré tu candelabro de su lugar, a menos que te arrepientas. 6 Esto empero tienes: que aborreces las obras de los Nicolaítas, que yo también aborrezco. 7 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que, está. en el Paraíso de Dios."<br />
8 Al ángel de la Iglesia de Esmirna escríbele: "Estas cosas dice el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: 9 Conozco tu tribulación y tu pobreza -pero tú eres rico- y la maledicencia de parte de los que se llaman judíos y no son más que la sinagoga de Satanás. 10 No temas lo que vas a padecer. He aquí que el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel; es para que seáis probados; y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida. 11 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: El vencedor no será alcanzado por la segunda muerte".<br />
12 Al ángel de la Iglesia de Pérgamo escríbele: "El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13 Yo sé donde moras: allí donde está el trono de Satanás: y con todo retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aún en los días en que Antipas, el testigo mío fiel, fue muerto entre vosotros donde habita Satanás<br />
14 Pero tengo contra ti algunas pocas cosas, por cuanto tienes allí a quienes han abrazado la doctrina de Balaam, el que enseñaba a Balac a dar escándalo a los hijos de Israel, para que comiesen de los sacrificios de los ídolos y cometiesen fornicación. 15 Así tienes también a quienes de manera semejante retienen la doctrina de los Nicolaítas. 16 Arrepiéntete, pues; que si no, vengo a ti presto, y pelearé contra ellos con la espada de mí boca. 17 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré del maná oculto; y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo que nadie sabe sino aquel que la recibe".<br />
18 Al ángel de la Iglesia de Tiatira escríbele: "Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llamas de fuego, y cuyos pies son semejantes a bronce bruñidor 19 Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu beneficencia y tu paciencia; y que tus obras postreras son más que las primeras.<br />
20 Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel que dice ser profetisa y que enseña a mis siervos y los seduce para que cometan fornicación y coman lo sacrificado a los ídolos. 2 Le he dado tiempo para que se arrepienta, mas no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí que a ella la arrojo en cama, y a los que adulteren con ella, (los arrojo) en grande tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Castigaré a sus hijos con la muerte, y conocerán todas las Iglesias que Yo soy el que escudriño entrañas y, corazones, y retribuiré a cada; uno de vosotros conforme a vuestras obras; 24 A vosotros, los demás que estáis en Tiatira, que no seguís esa doctrina y que no habéis conocido las profundidades, como dicen ellos, de Satanás: no echaré sobre vosotros otra carga, 25 solamente, guardad bien lo que tenéis, hasta que Yo venga. 26 Y al que venciere y guardare hasta el fin mis obras, le daré poder sobre las naciones, 27 -y las regirá con vara de hierro, y serán desmenuzados como vasos de alfarero- 28 como Yo lo recibí de mi Padre; y le daré la estrella matutina. 29 Quien tiene oído, escuche, lo que el Espíritu dice a las Iglesias".<br />
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Capítulo III<br />
1 Al ángel de la Iglesia de Sardes escríbele: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras: se te, tiene por viviente, pero estás, muerto. 2 Ponte alerta y consolida lo restante, que está a punto de morir; porque no he hallado tus Obras cumplidas delante de mi Dios. 3 Recuerda, pues, tal como recibiste y oíste; y guárdalo, y<br />
arrepiéntete. Si no velas vendré como ladrón, y no sabrás a qué, hora llegaré sobre ti. 4 Con todo, tienes en Sardes algunos pocos nombres que no han manchado sus vestidos; y han de andar conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.<br />
5 El vencedor será vestido así, de vestidura blanca, y no borraré su nombre del libro de la vida; y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias".<br />
7 Al ángel de la Iglesia de Filadelfia escríbele: "Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, que cierra y nadie abre: 8 Conozco tus obras. He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque no obstante tu debilidad, has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre. 9 He aquí que Yo te entrego algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí que Yo los haré venir y postrarse a tus pies, y reconocerán que Yo te he amado. 10 Por cuanto has guardado la palabra de la paciencia mía, Yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para probar a los que habitan sobre la tierra. 11 Pronto vengo; guarda firmemente lo que tienes para que nadie te arrebate la corona. 12 Del vencedor haré una columna en el templo de mi Dios, del cual no saldrá más; y sobre él escribiré el nombre de Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo viniendo de mi Dios, y el nombre mío nuevo. 13 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias".<br />
14 Al ángel de la Iglesia de Laodicea escríbele: "Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio en la creación de Dios: 15 "Conozco tus obras: no eres ni frío ni hirviente. ¡Ojalá fueras frío o hirviente! 16 Así, porque eres tibio, y ni hirviente ni frío, voy a vomitarte de mi boca. 17 Pues tú dices: "Yo soy rico, yo me he enriquecido, de nada tengo necesidad", y no sabes que tú eres desdichado y miserable y mendigo y ciego y desnudo. 18 Te aconsejo que para enriquecerte compres de Mí oro acrisolado al fuego y vestidos blancos para que te cubras y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos a fin de que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo. Ten, pues, ardor y conviértete. 20 Mira que estoy a la puerta y golpeo. Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.<br />
21 Al vencedor le haré sentar conmigo en mi trono, así como Yo vencí y me senté con mi Padre en su trono 22 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias."<br />
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Comentarios<br />
1. "Revelación de Jesucristo” ¿por ser recibida de Cristo o porque tiene a Cristo por objeto? Para resolver esta cuestión hay que observar que el término Revelación (en griego Apocalipsis} en el lenguaje del Nuevo Testamento se aplica generalmente a la manifestación de Jesucristo en 1a Parusía o segunda venida (Rom. 2, 5; 8, 9; I Cor. 2, 7; II Tes. 1, 7; Luc. 17, 30; I Pedr. 1, 7 y 13; 4, 13). Allo en su comentario admite ambos sentidos: Jesucristo da esta revelación, y Jesucristo es el objeto de la misma. La segunda acepción corresponde más al sentido escatológico y a la idea del inminente juicio de Dios, que prevalece a través de este Libro. Por medío de su ángel: cf. Dan. 9 y 10; Zac. 1 y 2, etc., donde también un ángel es intermediario de la divina Revelación,<br />
3. A causa de 1a bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. Para formarse una idea de la veneración en que era tenido por la Iglesia, bastará saber lo que<br />
el III Concilio de Toledo ordenó en el año 633: "La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión" (Enchiridion Biblicum Nv 24). El momento está cerca: esto es, el de la segunda Venida de Cristo. Véase 22, 7 y 10; I Cor. 7, 29; Fil. 4, 5; Hebr. 10, 37; Sant. 5, 8; I Juan 2, 18. Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear (II Tim. 4, 8), estaba cerca en los albores del cristianismo ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos? Sobre su demora, véase II Pedr. 3, 9 y nota.<br />
4. Los destinatarios de las siguientes cartas son las siete comunidades cristianas enumeradas en el v. 11. Los siete espíritu: parecerían los mismos de Tob. 12, 5. Llama la atención, sin embargo, que sean mencionados antes que Jesucristo (v. 5). San Victorino, cuyo comentario es el más antiguo de los escritos en latín, ve en estos siete espíritus. como en las siete lámparas (4, 5), 1os dones del Espíritu Septiforme.<br />
5. Véase 3, 14; 19, 16; Col. 1, 18; I Juan 1, 7; 2, 2, etc.<br />
6. Hizo de nosotros un reino, etc.: cf. 5, 10, Es lo mismo que nos anuncia, desde el Antiguo Testamento, Daniel: "Después recibirán el reino los santos del Altísimo y los obtendrán por siglos y por los siglos de los siglos (Dan. 7, 18). Lo mismo expresa la Didajé (alrededor del año 100 d. C.) cuando dice: "Líbrala (a tu Iglesia) de todo mal, consúmala por tu caridad; y de los cuatro vientos reúnela santificada en tu Reino que para. ella preparaste" Cf. Ef. 1, 22 s.<br />
7. Viene con las nubes: Así lo vemos en 14, 14 ss., a diferencia de 19, 11 ss. donde viene en el caballo blanco para el juicio de las naciones. Según algunos, la nube seria la señal de la cosecha y la vendimia final de Israel (Mal. 3, 2 s. y nota; Mat. 3, 10 y nota), por medio de sus ángeles, conforme al anuncio de Mat. 24, 30-31, confirmado a Caifás (Mat. 26, 64), a quien Jesús dijo como aquí que lo verían ellos mismos que te traspasaron. S. Juan trae iguales palabras en Juan 19, 37, citando a Zac. 12, 10 donde se anuncia como aquí que entonces harán duelo por Él. Cf. E2. 36, 31; Os. 3, 5, etc.<br />
8. Alfa y Omega: primera y última letras del alfabeto griego. Algunos manuscritos añaden: el principio y el fin (cf. v. 17; 22 13 y nota). Después de Cristo no habrá otro, pues Él es el mismo para siempre (Hebr. 13, 8). El que es, traducción del nombre de Yahvé (Ex. 3, 14).<br />
9. Observa Allo que las palabras tribulación y reino se pueden tornar en sentido escatológico. La paciencia es el lazo entre ambos. Por medio de paciencia y esperanza pasamos de la tribulación a su Reino glorioso (8,24).<br />
10. En el día del Señor: el artículo usado en el texto griego nos hace pensar en un día determinado y conocido. De ahí que, aunque muchos vierten simplemente un Domingo, otros lo refieran, como el v. 7, al gran día de juicio que lleva en la Biblia el nombre del Día del Señor (S. 117, 24 y nota; Is. 13, 6; Jer. 46, 10; Ez. 30, 3; Sof. 2, 2; Mal. 4,_5; Rom. 2, 5; I Cor. 5, 5; I Tes. 5, 2, etc.), entendiendo que el vidente fue transportado en espíritu a la visión anticipada del gran día. Cf. 4, 1 y nota. La trompeta, en los escritos apocalípticos, tiene significado escatológico. Cf. 8, 6 ss.; I Cor. 15, 52; I Tes. 4, 16.<br />
11. Escribelo: Pirot hace notar que esta visión corresponde a las visiones inaugurales de los grandes profetas (Is. 6; Jer. 1; Ez. 1-3) y la diferencia está en que aquellos habían de ser predicadores orales, en tanto que Juan debe escribir (cf. v. 19), lo cual denota la importancia de lo escrito en el Nuevo Testamento (cf. Juan 5, 47 y nota). Las siete ciudades se hallan todas en la parte Occidental del Asia Menor, con Éfeso como centro. No se sabe quién fundó esas iglesias. Algunos suponen que fue S. Pedro (I Pedro 1, 1), y otros que pudo S. Pablo llegar a fundarlas cuando anduvo por Éfeso y Colosas en esa región. Estaban también en ella otras importantes Iglesias como la de Tróade (Hech. 20. 5 s.; II Cor. 2, 12) y la de Hierápolis cuyo obispo era a la sazón Papías, discípulo de S. Juan, y que había sido fundada probablemente, como también la de Laodieea, por Epafras, colosense de origen pagano y coadjutor de Pablo (Col. 4, 13). ¿Por qué no se menciona aquí estas Iglesias? Fillion responde: "es el secreto de Dios".<br />
12. Los siete candelabros son las siete Iglesias (v. 20). Desde la antigüedad ven muchos comentaristas en el número siete un símbolo de lo, perfecto y universal, de manera que las siete Iglesias representarían una totalidad (S, Crisóstomo, S. Agustín, S. Gregorio, S. Isidoro). Muchos consideran que las siete Iglesias corresponden a otros tantos períodos de la historia de la Iglesia universal (cf. 1, 19 y nota). Su más conocido representante en la patristica es S. Victorino de Pettau, quien en su comentario caracteriza los siete periodos de la siguiente manera: 1) el celo y la paciencia de los primeros cristianos; 2) la constancia de los fieles en las persecuciones; 3) y 4) periodos de relajamiento; 5) peligro por parte de los que son cristianos solamente de nombre; 6) humildad de la Iglesia en el siglo y firme fe en las Escrituras; 7) las riquezas y el afán de saberlo todo cohíbe a muchos para seguir el recto camino. Este sistema, con más o menos variantes, Se mantuvo durante la edad media y encontró, en un escrito atribuido a Alberto Magno, la siguiente exposición: Éfeso: el periodo de los apóstoles, persecución por los judíos; Esmirna: período de los mártires, persecución por los paganos; Pérgamo: período de los herejes; Tiatira período de los confesores y doctores y herejías ocultas; Sardes período de los santos sencillos, durante el cual se introducen las riquezas y el escándalo de malos cristianos que aparentan piedad; Filadelfia: abierta maldad de cristianos; Laodicea: periodo del Anticristo. En la Edad moderna han difundido este modo de interpretación el santo sacerdote Bartolomé Holzhauser, Manuel Viciano Rosell y otros.<br />
13. Nótese que el Hijo del. hombre (Jesús) lleva la vestidura de rey y sacerdote. Cf. Dan. 10, 5 ss., donde el profeta narra una visión semejante a ésta. De ahí que algunos exégetas vean en aquel "varón" al Hijo del hombre. Véase Dan. 7, 13; Zac. 6, 12 y notas.<br />
14. Ojos como llama (cf. 2, 18). Nada falta en la Biblia para nuestro consuelo. La sobriedad del Evangelio no nos da, si exceptuamos la Transfiguración (Marc. 9. l ss. y paralelos), ningún detalle sobre la hermosura de Jesús, pero en cambio lo encontramos suplido con este y otros datos que nos ayudan a imaginar triunfante al hermosísimo entre los hombres (S. 44, 3 y nota) que por amor nuestro llegó a perder toda belleza (Is. 52, *14; 53, 2), y nos revelan también nuevas palabras de su boca como las que vemos en este Libro y en los Salrnos, etc. Véase nuestra introducción al Salterio.<br />
16. La espada de dos filas es figura del poder de la Palabra de Dios. La misma imagen se encuentra en 19, 15 y Hebr. 4, 12. Cf. II Tex. 2, 8.<br />
17. El primero y el último: título que indica la divinidad de Jesús. Véase v. 8; 22, 13; cf. Is. 44, 6; 48, 12.<br />
18. El viviente: otro nombre que señala a Cristo (Hebr. 7, 16 y 23 ss.), Porque Él murió y resucitó, es el Señor de la muerte y retiene las llaves de la muerte Y del infierno.<br />
19. Parece ser éste un texto llave: a) Lo que hayas visto O sea la visión de los vv. 12-18 (que en el v. 11 es llamado lo que vos u ver, y en efecto lo vio desde que se volvió en el v. 12 hasta que se desmayó en el v. 17); b) Lo que es: lo contenido en las siete cartas a las Iglesias (v. 11) que empiezan en el cap. 2; c) Lo que debe suceder después sería el objeto de la nueva visión que empieza en el cap. 4, la que tiene lugar a través de una puerta abierta en el cielo, y en la cual se le muestra la gran revelación escatológica que resulta del libro de los siete sellos. De acuerdo con esto dice Crampon que "las siete cartas que siguen tienen ciertamente relación<br />
con la situación de la Iglesia de Asia en el momento en que fueron dictadas a S. Juan, el cual había recibido la orden de escribir "lo que es", y sólo después de terminar esas cartas fue admitido a conocer "lo que debe suceder después de esto" (4, 1). Ello no obstante, el mismo autor admite con S. Victorino y S. Andrés de Cesárea que, dado el carácter simbólico del número siete y la advertencia general que se repite al fin de cada carta, éstas pueden ser destinadas a todas las épocas. Cada carta tendría así un interés permanente, pues siempre sus enseñanzas hallan aplicación parcial en tal tiempo o tal lugar. Ello explica quizá la insistencia con que se anuncia en cada una de ellas la venida del Señor (2. 1 y nota). En la última (a Laodicea) esa venida se presenta como más inminente: "Estoy a la puerta y golpeo" (3, 20), por lo cual cuanto dejamos dicho no se opone a que cada carta pueda acaso, retratar, como vimos en el v. 12 y nota, sucesivos períodos de la Iglesia en general.<br />
20. Aquí ángeles significa los espíritus representantes de las siete Iglesias. Cf. Ecli. 5, 5; Mal. 2, 7 s. No puede tratarse de 1os Angeles custodios de las Iglesias, pues vemos que más adelante casi todos son reprendidos, lo que no se concibe en los espíritus puros que "cumplen la Palabra de Dios".<br />
Cf. Dan. 10, 13 y nota, Pirot observa que "la tradición latina ha visto en ellos a los Obispos, pero en el Apocalipsis un ángel no representa nunca a un ser humano y por otra parte las advertencias tienen en vista a las Iglesias en sí mismas" (cf. 10, 1 y nota). También se `ha supuesto que los ángeles fuesen mensajeros enviados a Juan desde esas Iglesias, pero en tal caso el de Éfeso sería el propio Juan que tendría que escribirse a sí mismo.<br />
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l. Al ángel: palabra de sentido oscuro (1, 20 y nota). En cuanto al estilo de las siete cartas, los expositores hacen notar que todas llevan la misma estructura y la misma distribución de los elementos constitutivos: indicación del destinatario, examen del estado de la Iglesia, exhortación y promesa. Nótese también al comienzo de cada carta la referencia a alguno de los atributos de Cristo mencionados en su descripción de l., 12•16 y la fórmula cada vez más apremiante en que Jesús anuncia su Venida: Vengo a ti (2,5); vengo a ti presto (2, 16); hasta que Yo venga (2, 25); vendré como ladrón (3, 3); mira pronto vengo (3, 11); estoy a la puerto y golpeo (3. 20).<br />
2. Los que se dicen apóstoles y no lo son: Según Battifol, Zahn y otros, se trata de los mismos jefes de los nicolaítas (vv. 6 y 14). S. Pablo ya en su tiempo los caracteriza como disfrazados de apóstoles de Cristo (II Cor. 12, 11) y los llama irónicamente superapóstoles (ll Cor. 11. 5 y 13) por que quieren ir más adelante que El (II Juan 9; cf. ‘Col. 2, 8 y 16 y notas). S. Juan enseña a defenderse de ellos en I Juan 4, l. ss.<br />
5. Quitaré tu candelabro: te expulsaré de entre los santos y daré tu sitio a otro. ¡Cuántas veces no hemos visto análogas remociones! Países enteros que antes se llamaban cristianos son ahora musulmanes. Cf. S. 74, 9; Mat. 21, 41.<br />
6. Nícolaítas (cf. v. 15): créese que fuera una secta de falso ascetismo, que prohibía el matrimonio. el vino y el consumo de carne (véase Hech. 6, 5; Col. 2. 16 y notas). S. Ireneo dice que vivían indiscretamente, por lo cual se duda, dice Allo, si su abuso consistía en entregarse a los placeres de la carne, o a la inversa, a una maceración excesiva, Algunos la explican por su etimología, de níkao (conquistar) y laos (pueblo) Y piensan que el nicolaísmo era odioso a Dios porque pretendía dominar a las almas so capa de religiosidad, contrariando lo enseñado por Jesús en Mat. 23, 8 (cf. v. 2 y nota). Observa Pirot a este respecto que el sentido de esa<br />
palabra en griego equivale al de Balaam en hebreo. Cf. v. 14 y nota.<br />
7. El árbol de la vida: literalmente el leño (xylon) lo mismo que en 22, 2. Así también llaman los LXX al que estaba en el Paraíso (Gén. 2, 9; 3. 25). El árbol de la vida es Cristo, dice S. Beda y de Él se priva el soberbio que, como Adán pretende poseer la ciencia (la gnosis dicen los LXX) del bien y el mal. Sobre esos gnósticos, cf. III Juan 9 y nota. "La referencia a las imágenes de Gen. 2, 9 (árbol de vida del Paraíso) recuerda uno de los temas favoritos del apocalíptico, el del retorno a los origenes: habrá al fin de los tiempos una nueva creación (Is. 4l,' 4; 43, 18 s.; 44, 6), nuevos nombres (Is. 62, 2), una reedición de la paz entre hombres y animales (Ex. 34, 25)" (Pírot)•<br />
10. Fiel hasta la muerte: esto es, no sólo hasta el fin (Mat., 10, 22; 24, 13), sino hasta exponerla vida y darla si es necesario como lo hizo Jesús (véase Juan 10, l1 y nota). Tal es el caso de los mártires, cuya virtud no consiste en desear la muerte (cf. Hech. 9, 24 s.; II Cor. 5, 3 s. y notas) sino en la fidelidad con que dan testimonio de Cristo. "No padecer ni morir, dice Santa Teresa de Lisieux, sino lo que Dios quiera." Esa es la espiritualidad evangélica, la verdadera infancia espiritual, que no presume de las propias fuerzas (cf, Juan 13. 37 s.; 18, 25 ss.), ni pretende, como dice Job, hacer favores a Dios, ni piensa que Él se complace en nuestros dolores (S. l02, 13 y nota), antes cree a Jesús cuando nos revela que el primero en el Reino será el que más se parezca a los niños (Mat. 18. 1 ss.), los cuales no son heroicos sino que son confiado; y por lo tanto dóciles. Cf. S. 130, l Y nota. Sobre la presunción, véase Kempis L. 3, cap 7, 2 s. ll. La segunda muerte es el estanque de fuego y azufre (20, 14; 2}, 8). En 20. 6 se menciona la misma bienaventuranza prometida aquí<br />
12. La ciudad de Pérgamø, situada en el norte del Asia Menor, era famosa por el culto de los Césares y por sus esplendidísimos templos, entre ellos el de Asclepio (Esculapio). que atraía a muchos peregrinos, y un suntuoso y blasfemo altar de Júpiter como salvador (Zeus Soter), levantado en una altura de trescientos metros sobre la ciudad.<br />
13. Donde está el trono de Satanás: Aunque esta iglesia era quizá la que estaba dominada por el obispo Diótrefes que cornbatía a S. Juan (cf. la introducción a las Epístolas joaneas), esta expresión parece aquí. con mayor amplitud, referirse al espíritu mundano, pues el mismo Juan nos enseña que el mundo todo está asentado sobre el maligno (I Juan 5, 19), el cual es su príncipe (Juan 14, 30). Algunos lo explican refiriéndolo al culto de Júpiter o al de Esculapio (v. 12 y nota) cuyo emblema era una serpiente. suponiendo que ésta podría simbolizar a Satanás (cf. 20. 2). Otros piensan en la persecución que había en Pérgamo.<br />
14 s. sobre Balaan (Núm; 24, S; 2S. 2; S1. 16), véase Judas 11 y nota., La doctrina de Balaam, muy de acuerdo con la de los Nicolaitas (y. 6; Hech, 6, 5 y notas), es la del que enseñó a los hijos de Israel a fornicar con los extranjeros y está aplicada aquí en sentido religioso (como la Jezabel del v. 20) a la fornicación espiritual, que ya no es con los ídolos como en el antiguo Israel (Os. 14, 4 y nota) sino con los poderosos de la tierra (17. 2; !8. 3), es decir, a la que vive en infiel maridaje con el mundo (Sant. 4, 4), olvidando su destino celestial y la fugacidad de su tránsito por la peregrinación de este siglo (Gál; 1, 4' y nota).<br />
16. La espada de mi boca: véase 1, 16 y nota.<br />
17. Maná oculto: cf. S. 77, 24 imagen que Significa nueva vida espiritual. Piedrecita blanca, señal de elección. En piedras blancas ("albo lapiilo") se escribían para memoria los nombres de los que habían de ser coronados en el certamen. "Nombre nuevo: cf. 3, 12; 22, 4; Is; 62, 2; 65,’l5. El nombre nuevo en la Biblia es como un nuevo ser: "EI nombre escrito, probablemente el del Verbo (19, 13); será gustado por cada uno de los fieles vencedores; su experiencia de Cristo Será intima y personal (Gelin),<br />
20. Jezabel, nombre de la mujer del rey Acab, la cual hizo idolatrar al pueblo, de Israel (III Rey; 16. 3l). Aquí se da este nombre como símbolo, aplicándolo, Según Pirot. a "una profetisa que, ocupando sin duda en esa Iglesia una situación oficial, predica el error nicolaita (vv. 6 y 14 s.)", Sobre lo sacrificado a los ídolos, cf. ,v. 24 y nota.<br />
22. Adulteren: en el sentido de idolatría y falsa doctrina. Cf. v. 14 y nota.<br />
24. Las profundidades de Satanás: Los gnósticos pretendían dar una ciencia de los secretos divinos -de ahí su nombre- y en realidad, eran impostores y sus, llamados misterios y su ciencia secreta eran inventos de Satanás que llenaban a, los adeptos de soberbia e impiedad. Véase 22, 10; II Juan 9 y notas, Otra carga: Pirot recuerda aquí la abstención de los sacrificios a los ídolos (v. 20), prohibición judía que se extendió a los gentiles en Hech. 15, 20 y 28 s. S. Pablo les había prevenido que en cuestión de comidas sólo se trataba de evitar el escándalo a otros que juzgan (Rom. cap, 14; I Cor. cap. 8),, Más tarde -en Col 2, 16 dice claramente: "Nadie, pues os juzgue, en comida o en bebida," ¿Qué alcance tenían entonces estas advertencias de S. Juan, hechas muchos años después de Pablo -ý que parecerían judaizantes?, No‘ es fácil explicarlo, Véase también I. Cor. 10, 14-30; Hebr. 13, 9. Fillîon se inclina a pensar que significa no participar en los castigos que recibirá Jezabel.<br />
26 s. Allo refiere esto al triunfo de Cristo que se cumplirá en la Parusía. Cf, S, 2, 8 s.; 109, 5 ss.; 149. 6 ss. y notas.<br />
28. Como yo lo recibí, etc, Es lo que Jesús prometió personalmente a los suyos en Luc,22. 29 s. La estrella matutina (la Vulgata dice Lucifer: el lucero; cf. S. 109, 3 y nota) es símbolo de Cristo y de su gloria. Véase 22, l6. Así lo anunció Balaam, como la estrella de Jacob (Núm. 24, l5-19), _Es decir, pues, que aquí Cristo se, nos promete Él mismo (22, 12 y nota), Pero ¿acaso el árbol de la vida (v. ,7), el maná oculto (v. 17) no son también figuras de Él? Porque Él "será nuestro verdadero premio. Cf. 3.4 s.<br />
29. Esta advertencia, que en las tres primeras cartas iba ,antes de enunciar el premio, en las cuatro últimas va después.<br />
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3. Cf, 16, 15; I Tes, 5, 2,; II Pedro 3, 10.<br />
4, Sardes era centro de la industria textil. De ahí la imagen tomada de las vestiduras. Andar, vestido de blanco significa participar en el triunfo del mismo Cristo (ef. 2, 28 y nota). Nombres: personas<br />
5. El vencedor: véase 2, 7 y nota; 2, 17; 3, 21. Sobre el libró de la vida, véase 13, 8; 17, 8; 20, 12 y 15; 21, 27; cf. 32, 33; S. 68, 29; Dan. 12, 1.<br />
7. El que tiene- la llave de David: el poder supremo. Véase 1, 18 y nota. Esta expresión reviste sentido mesiánico (cf. 5, S; 22, 16). Fillion observa que es "tomada de Is. 22, 22, donde se lee: Ya daré (a Eliacim) la llave de la casa de David. Manera de decir que este personaje será el primer ministro del rey. Jesucristo nos es pues, presentado aquí ejerciendo las funciones del primer ministro en el Reino de Dios." Que abre y nadie cerrará: Cristo tiene el poder y la autoridad suprema para admitir o excluir a cualquiera de la nueva ciudad de David y de la nueva Jerusalén. En Filadelfia se adoraba al dios de las puertas (Jano), que tenía una llave en sus manos. El Apóstol alude a ese ídolo, diciendo: sólo Cristo tiene la llave para abrir y cerrar la puerta del Reino.<br />
8. Una puerta abierta al apostolado que Dios nos prepara (I Cor. 16, 9; II Cor. 2, 12; Col. 4, 3). La promesa de que nadie podrá cerrarla es tanto más preciosa cuanto que se trata de un tiempo de apostasía muy avanza , pues se anuncia ya la gran persecución (v. 20). La debilidad nos muestra la humildad del Apóstol que, como S. Pablo, esta reducido a ser "basura de este mundo" (I. Cor. 4, 13) y que, sin espíritu de suficiencia propia, cuenta sólo con la gracia, al revés de los de Laodicea que se creían ricos y eran miserables. Cf. 2, 9 y 3, 17.<br />
9. Palabras tomadas de Is. 60. 14. que anuncian, según la mayoría de los intérpretes, la conversión de los judíos de Filadelfia" (Fillion). Cf. Rom. 11, 2 s.<br />
10. La palabra de la paciencia mía. Así dice el griego literalmente (cf. v. 8). Según Pirot: mi consigna de paciencia (cf. 1, 9; 13, 10; 4, 12); según Holtzmann, la paciente esperanza en la venida de Cristo (Hebr. 6. 12; Sant. 5, 7; II Pedro 3, 3-12). Como anota Pirot, "este v. abre las perspectivas de la vasta persecución de que tratara el cap. 13". En efecto, si se considera las Iglesias en el orden cronológico (1, 12 y nota), la de Filadelfia precede a la última en la cual se consumaría con el Anticristo el misterio del mal. Por eso algunos suponen (cf. v. 15 y nota) que este periodo de Filadelfia, es semejante al nuestro y que a éste se refieren las grandes promesas hechas a los que guardan la Palabra de Dios en medio del general olvido de ella.<br />
11. Cf. v. 20; 22, 10 y nota.<br />
12. Columna: Así fueron llamados Pedro, Juan y Santiago en la Iglesia de Dios (Gál. 2, 9; I Tim. 3, 15). Pero aquí se trataría no ya de la formación de esa Iglesia (Ef. 2, 20; I Pedro 2, 5). ni de la Jerusalén celestial, pues su Templo será Dios mismo (21, 22), sino de sostener la verdadera fe en tiempos de apostasía (cf. Mat. 24. 24; Luc. 18, 8; II Tes. 2. 3). Sobre la nueva Jerusalén, véase el cap. 21. El nombre mío nuevo: véase v. 14; 2, 17 y notas. Fillion cita a 19, 12 y dice que "el Cristo lleva un nombre nuevo porque ha entrado en su gloria nueva que durará para siempre".<br />
14. El Amín: voz hebrea que significa: verdad, en este caso la Verdad misma: Jesucristo. En Is. 65, 6 se dice: el Dios de Amén". Véase v. 7, donde Cristo es llamado "el Veraz", como en 6. 10; y 19, 11, donde se le da el nombre de "Fiel y Veraz". Cf. Juan 1, 14: I Juan 5, 7.<br />
15. La primera Encíclica del S. P. Pío XII reproduce este tremendo pasaje y dice: "¿No se le puede aplicar (a nuestra época) esta palabra reveladora del Apocalipsis?"<br />
17. Es lo contrarío de la bienaventuranza de los pobres en espíritu (Mat. 5, 3 y nota). Cf. v. 8 y nota; 18, 7. ,<br />
18. El divino Salvador emplea una imagen bien conocida por la industria cosmética de Laodicea el colirio. Así también ven algunos en la tibieza una alusión a las tibias aguas de sus termas, las que en tal caso serían imagen de ese estado espiritual falto de amor e ideal en que esa Iglesia "se arrastra en una mediocridad contenta de sí misma" (Pirot) y que según S. Agustín es peligrosísimo para<br />
el alma y termina por conducirnos "al abismo de todos los excesos" (S. Jerónimo).<br />
19. Cf. Prov. 3, 12; Hebr. 12, 6.<br />
20. Allo señala aquí una referencia especial a la Eucaristía, cosa que otros no consideran verosímil (cf. Fillion) aunque el pasaje se presta a ser comentado espiritualmente como lo hace Bossuet o Ballester Nieto (Cf. Juan 14, 23). Sales recuerda los movimientos de la gracia y cita oportunamente al Conc. Trid. para recordar que el hombre con sus fuerzas naturales "no puede hacer ningún bien útil para la salvación". De acuerdo con los paralelos citados por Merck (Marc. 13, 35; Sant 5, 9; Luc 12, 36; 22. 29 s.) lo que aquí se indica es, con mayor apremio, lo mismo que en las cartas precedentes.<br />
21 a. Pirot, confirmando lo que expresamos en la nota anterior, dice: "Aquí, como en las cartas anteriores, la promesa es escatológica (cf. 20, 4)." Sobre el trono véase el capitulo siguiente. Los que vencieren en esta iglesia final serán probablemente los mártires del Anticristo (13, 7), y este trono parece ser entonces el de 20. 4.<br />
José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-60133133376898555712012-07-21T14:38:00.003-07:002012-07-21T14:38:31.379-07:00Evangelio según San Marcos cap 15. 2-46; 16<br />
2 Pilato lo interrogó: ‛‛¿Eres Tú el rey de los judíos?" El respondió y dijo: ‛‛Tú lo dices."<br />
3 Como los sumos sacerdotes lo acusasen de muchas cosas, 4 Pilato, de nuevo, lo interrogo diciendo: ‛‛¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan." 5 Pero Jesús no respondió nada más, de suerte que Pilato estaba maravillado.<br />
6 Mas en cada fiesta les ponía en libertad a uno de los presos, al que pedían. 7 Y estaba el llamado Barrabás, preso entre los sublevados que, en la sedición, habían cometido un homicidio. 8 Por lo cual la multitud subió y empezó a pedirle lo que él tenía costumbre de concederles. 9 Pilato les respondió y dijo: ‛‛¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?" 10 Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. 11 Mas los Sumos sacerdotes incitaron a la plebe para conseguir que soltase más bien a Barrabás. 12Entonces, Pilato volvió a tomar la palabra y les dijo: ‛‛¿Qué decís pues que haga al rey de los judíos?" 13Y ellos, gritaron: ‛‛¡Crucifícalo!" 14 Díjoles Pilato: "Pues, ¿qué mal ha hecho?" Y ellos gritaron<br />
todavía más fuerte: ‛‛¡Crucifícalo" 15 Entonces Pilato, queriendo satisfacer a la turba les dejó en libertad a Barrabás, y después de haber hecho flagelar a Jesús, lo entregó para Ser crucificado.<br />
16Los soldados, pues, lo condujeron al interior del palacio, es decir, al pretorio, y llamaron a toda la cohorte. 17 Lo vistieron de púrpura, y habiendo trenzado una corona de espinas, se la ciñeron. 18Y se pusieron a saludarlo: ‛‛¡Salve, rey de los judíos!" 19 Y le golpeaban la cabeza con una caña, y lo escupían, y le hacían reverencia doblando la rodilla. 20 Y después que se burlaron de Él, le quitaron la púrpura, le volvieron a poner sus vestidos, y Se lo llevaron para crucificarlo.<br />
21 Requisaron a un hombre que pasaba por allí, volviendo del campo, Simón Cireneo, el padre de Alejandro y de Rufo, para que llevase la cruz de Él. 22 Lo condujeron al lugar llamado Gólgota, que se traduce: "Lugar del Cráneo."<br />
23 Y le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero Él no lo tomó. 24 Y lo Crucificaron, y se repartieron Sus vestidos, sorteando entre ellos la parte de cada cual. 25Era la hora de tercia cuando lo crucificaron. 26 Y en el epígrafe de, su causa estaba escrito: "El rey de los judíos."<br />
27 Y con Él crucificaron a dos bandidos, uno a la derecha, y el otro a la izquierda de Él. 28 Así se cumplió la Escritura que dice: ‛‛Y fue contado entre los malhechores." 29 Y los que pasaban, blasfemaban de Él meneando sus cabezas y diciendo: ‛‛¡Bah, El que destruía el Templo, y lo reedificaba en tres días! 30;Sálvate a Ti mismo, bajando de la cruz!” 31 Igualmente los Sumos sacerdotes escarneciéndole, se decían unos a otros con los escribas: ‛‛¡Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo! 32 ¡El Cristo, el rey de Israel, baje ahora de la cruz para que veamos y creamos!” Y los que estaban crucificados con Él, lo injuriaban también. 33 Y cuando fue la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona. 34 Y a la hora nona, Jesús gritó con una voz fuerte: "Eloí, Eloí, ¿lamá sabacthani?”, lo que es interpretado: "Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” 35 Oyendo esto, algunos de los presentes dijeron: "He ahí que llama a Elías! " 36Y uno de ellos corrió entonces a empapar con vinagre una esponja, y atándola a una caña, le ofreció de beber, y decía: ‛‛Vamos a ver sí viene Elías a bajarlo.” 37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró<br />
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Comentarios<br />
2 ss. Véase Mat. 27, 11 ss.; Luc. 23, 2sS.; Juan 18, 29 ss.<br />
5. No respondió nada más: No era un rey que se imponía por la violencia (Mat. 26, 53), sino que, al contrario, la sufría (Mat. 11, 12; Juan 18, 36). La Sinagoga lo rechazó formalmente (Juan 19, 15; cf. Luc. 19, 14), no obstante la actitud del pueblo (11, 10; Mat. 2l, 111; Luc. 19, 29―45; Ïuan 12, 2ss.).<br />
10 S, Véase la nota a Mat. 27, 18.<br />
15. Pilato había preguntado a Cristo qué verdadera, aquella de que Él daba testimonio Y no aguardó siquiera la respuesta (Juan 18, 38), que le habría revelado las maravi1las,de los profetas (cf. Rom, 15, 8). De esta despreocupación por conocer la verdad nacen todos los extravíos del corazón. Pilato ha quedado para el mundo -que lo reprueba Sin perjuicio de imitarle frecuentemente- como el prototipo del juez que pospone 1a justicia a los intereses o al miedo. Véase en el S. 81 y sus notas las tremendas maldiciones con que Dios fulmina a cuantos<br />
abusan del poder. ,<br />
16ss. Véase Mat. ,27, 27 SS.; Juan 19, 2s.<br />
2l. Marcos no sólo menciona a Simón, sino también a sus hijos Alejandro y Rufo, conocidos en Roma, donde el Evangelista escribió su Evangelio (Rom. 16, 13). Esto demuestra que Simón con su familia Se convirtió a la religión cristiana, sin duda como una gracia que Jesús concedió al que llevaba con Él la Cruz, aunque no lo hubiese aliviado mucho. Véase Luc. 23, 26 y nota.<br />
22 ss. Véase Mat, 27, 33; Luc. 23, 32 ss.; Juan 19, 17ss.<br />
25. La hora de tercio, o sea, el segundo cuarto del día que comenzaba a las nueve y terminaba a las doce. Según S. Juan (19, 14) eran casi las doce<br />
28. Véase Is. 53. 12; S. 21, 8; 108, 25.<br />
29. Cf. 14, 58; Juan 2, 19.<br />
34. Jesús no padeció a la manera de los Santos mártires, que sufrían confortados por la gracia. Su alma estaba oprimida por el peso de los pecados que había tomado sobre si (cf. Ez. 4, 4Ss. y nota), pues su divinidad permitió que su naturaleza humana fuera sumergida en un abismo insondable de sufrimientos. Las palabras del S.21, que Jesús repite en alta voz, muestran que el divino Cordero toma sobre si todos nuestros pecados. Véase nuestro comentario a dicho Salmo.<br />
36. Sobre el misterio de Elías, véase 9, 12 S. y nota.<br />
37. E1 Hijo de Dios muere emitiendo una gran voz para mostrar que no le quitan la vida sino porque El lo quiere, y que en un instante habría podido bajar de la cruz y sanar de sus heridas, si no hubiera tenido la voluntad de inmolarse hasta la muerte para glorificar al Padre con nuestra redención (Juan 17, 2; cf. Mat 26, 42 y nota). Los evangelistas relatan que Jesús murió en viernes y, según los tres más antiguos, cerca de la hora nona, es decir, a las tres de la tarde.<br />
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38 Entonces, el velo del Templo Se rasgó en dos partes, de alto a bajo. 39 El centurión, apostado enfrente de Él, viéndolo expirar de este modo, dijo: "¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!” 40 Había también allí unas mujeres mirando desde lejos, entre las cuales también María la Magdalena, y María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, 41 las cuales cuando estaban en Galilea, lo seguían y lo servían, y otras muchas que habían subido con Él a Jerusalén.<br />
42 Llegada ya la tarde, como era día de Preparación, es decir, víspera del día sábado, 43 vino José, el de Arimatea, noble consejero, el cual también estaba esperando el reino de Dios. Este Se atrevió a ir a Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesús. “Pilato, se extrañó de que estuviera muerto; hizo venir al centurión y le preguntó si había muerto ya. 45Informado por el centurión, dio el cuerpo a José; 46 el cual habiendo comprado una sabana, lo bajó, lo envolvió en el sudario, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca, y arrimó una loza a la puerta del sepulcro. "Entre tanto, María la Magdalena y María la de José observaron dónde era sepultado.<br />
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Capítulo XVI<br />
1 Pasado el Sábado, María la Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas, para ir a ungirlo. 2 Y muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al Sepulcro, al salir el sol. 3 Y Se decían unas a otras: ‛‛¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del Sepulcro?" 4 Y al mirar, vieron que la piedra había ya sido removida, y era en efecto sumamente grande. 5 Y entrando en el sepulcro vieron, sentado a la derecha, a un joven vestido con una larga túnica blanca, y quedaron llenas de estupor. 6 Mas él les dijo. No tengáis miedo. A Jesús buscáis, el Nazareno crucificado; resucitó, no está aquí. Ved el lugar donde lo habían puesto. 7 Pero id a decir a los discípulos de Él y a Pedro: va delante de vosotros a la Galilea; allí lo veréis, como os dijo." 8 Ellas salieron huyendo del sepulcro porque estaban dominadas por el temor y el asombro; y no dijeron nada a nadie, A causa del miedo.<br />
9 Resucitado, pues, temprano, el primer día de la semana, se apareció primeramente a María la Magdalena, de la cual había echado siete demonios. 10 Ella fue y lo anunció a los que habían estado con Él, que Se hallaban afligidos y llorando. 11 Pero ellos al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. 12 Después de estas<br />
cosas Se mostró en el camino, con otra figura, a dos de ellos, que iban a una granja. 13 Estos también fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.<br />
14 Por último, se les apareció a los once mientras comían y les echó en cara su falta de fe y dureza de corazón porque no habían creído a los que lo habían visto a Él resucitado de entre los muertos. 15 Y les dijo: ‛‛Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. 16 Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado. 17 Y he aquí los milagros que acompañarán a los que creyeren: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, 18 tomarán las serpientes; y si bebieren algo mortífero no les hará daño alguno; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán."<br />
19 Y el Señor Jesús, después de hablarles, fue arrebatado al cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 20 En cuanto a ellos, fueron y predicaron por todas partes, asistiéndolos el Señor y confirmando la palabra con los milagros que la acompañaban.<br />
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Comentarios<br />
39ss. Véase Mat. 27, 54sS.; Luc. 23, 47ss.; Juan 19, 38 ss.<br />
42. Preparación: Los judíos llamaban así el viernes, pues Se preparaba en este día todo lo necesario para el sábado, en que estaba prohibido todo trabajo.<br />
43. El heroísmo de José de Arimatea no tiene paralelo. Intrépido, confiesa pública y resueltamente ser partidario del Crucificado, confirmando las palabras con sus obras, mientras los apóstoles y amigos del Señor están desalentados y fugitivos. El Evangelio hace notar expresamente que José esperaba el reino de Dios, en lo cual vemos que esa esperanza era común entre los discípulos. Véase 10, 35 y nota;<br />
11, 10; Mat. 23, 39; Luc. 19, 11; Hech. 1, 6; II Tim. 4, 1; Hebr. 2, 8; 10, 37, etc.<br />
1ss. Véase Mat. 28, l ss.; Luc. 24, 1ss.; Juan 20, 1 ss.<br />
6. S. Juan (20. 2) refiere que Marín Magdalena fue la primera en comunicar a los discípulos la resurrección del Señor (v. 9 y nota).<br />
7. Menciona especialmente a Pedro, como para indicar que le han sido perdonadas sus negaciones.<br />
9. El evangelista parece querer destacar, como una paradoja de la divina misericordia, esta preferencia de Jesús por aparecerse a Magdalena, la que estuvo endemoniada. El v. 6 nos muestra que ella fue la primera en tener noticia de la resurrección, y que recibió también el honor de anunciarla a los apóstoles. Así quise el Maestro recompensar la fidelidad de quien había antepuesto a todo su divina Palabra (Luc. 10, 39), su perdón (Luc. 7, 37ss.), su culto (14, 13 ss.) y su apostolado (Luc. 8, 2), siguiéndolo, junto a la Madre fidelísima, al pie de la Cruz (Juan 19, 25).<br />
11. Esta impresionante incredulidad general muestra cuán lejos estuvo el Señor de ser glorificado visiblemente hasta que el Padre lo glorificó en el cielo sentándolo a su diestra (v. 19; S. 109, 1) en el Tabernáculo "no hecho de mano de hombre" (Hebr. 9, 11 y 24; S. 109, 4). De ahí que el Espíritu Santo no viniese hasta después de la Ascensión (Juan 7, 39), y que ni en ésta ni en la resurrección (que nadie presenció) se mostrase Él glorioso como en la Transfiguración, donde Él quiso manifestarse con la gloria que ostentará también en su segunda venida. Cf. 9, 1; S. .109, 1ss.; II Tes. 1, 10; Hebr 1, 6.<br />
12. Alusión al episodio de Emaús que sólo narra San Lucas (24, 13-25).<br />
14. Esta aparición se realizó el dia de la resurrección por la tarde, Probablemente en la casa de María, la madre de S. Marcos, donde 1os discípulos solían reunirse.<br />
16. Sobre esta precedencia de la fe véase Hech. 2, 41; col. 2, 12 y notas.<br />
19. Se sentó a la diestra de Dios: Jesús, termina así su misión de Maestro y su epopeya de víctima redentora, inicia aquí la plenitud de su misión (v. 11 y nota), esencialmente sacerdotal, intercediendo sin cesar por nosotros ante el divino Padre, a quien presenta sus llagadas manos, desbordantes de sus méritos infinitos (S. 109, 1 y 4; Hebr 5, 6; 7, 25; Rom 8, 34) hasta que llegue la hora en que el Padre le cumpla la promesa de ponerle a sus enemigos por escabel de sus pies ( I Cor 15, 25; Hebr 1, 13; 10, 13; Ecli 24, 14 y nota)<br />
20 El final de este Evangelio (vv. 20) falta en muchos códices antiguos. Su inspiración fue definida en el Concilio Tridentino. Críticamente consta de su autenticidad<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-49796350272635964622012-07-21T14:36:00.002-07:002012-07-21T14:36:33.162-07:00Evangelio según San Marcos cap. 14.6-72; 15.1<br />
6 Mas Jesús dijo: ‛‛Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una buena obra conmigo. 7 Porque los pobres los tenéis con vosotros siempre, y podéis hacerles bien<br />
cuando queráis; pero a Mi no me tenéis siempre. 8 Lo que ella podía hacer lo ha hecho. Se adelantó a ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 En verdad, os digo, dondequiera que fuere predicado este Evangelio, en el mundo entero, Se narrará también lo que acaba de hacer, en recuerdo suyo."<br />
10 Entonces, Judas Iscariote, que era de los Doce, fue a los sumos sacerdotes, con el fin de entregarlo a ellos. 11 Los cuales al oírlo se llenaron de alegría y prometieron darle dinero. Y él buscaría una ocasión favorable para entregarlo.<br />
12 El primer día de los Azimos, cuando se inmolaba la Pascua, sus discípulos le dijeron: ‛‛¿Adónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?" 13Y envió a dos de ellos, diciéndoles: ‛‛Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle, 14 y adonde entrare decid al dueño de casa: ‛‛El Maestro dice: ¿Dónde está mí aposento en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” 15 Y él os mostrará un cenáculo grande en el piso alto, ya dispuesto; y allí aderezad para nosotros." 16 Los discípulos se marcharon, al llegar a la ciudad encontraron como Él había dicho; y prepararon la Pascua.<br />
17 "Venida la tarde, fue Él con los Doce. 18 Y mientras estaban en la mesa y comían, Jesús dijo: "En verdad os digo, me entregara uno de vosotros que come conmigo." 19 Pero ellos comenzaron a contristarse, y a preguntarle uno por uno: ‛‛¿Seré yo?” 20 Respondióles: ‛‛Uno de los Doce, el que moja conmigo en el plato. 21 EI Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay del hombre, por quien el Hijo del hombre es entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido." 22 Y mientras ellos comían, tomó pan, y habiendo bendecido, partió y dio a ellos y dijo: "Tomad, éste es el cuerpo mío." 23 Tomó luego un cáliz, y después de haber dado gracias dio a ellos; y bebieron de él todos. 24 Y les dijo: ‛‛Esta es la sangre mía de la Alianza, que se derrama por muchos. 25 En verdad, os digo, que no beberé ya del fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beberé nuevo en el reino de Dios." 26 Y después de cantar el himno, salieron para el monte de los olivos.<br />
27 Entonces Jesús les dijo: ‛‛Vosotros todos os vais a escandalizar, porque está escrito: <<Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán.» 28 Mas después que Yo haya resucitado, os precederé en Galilea". 29 Díjole Pedro: ‛‛Aunque todos se escandalizaren, yo no." 30 Y le dijo Jesús: ‛‛En verdad, te digo: que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres.” 31Pero él decía con mayor insistencia: ‛‛¡Aunque deba morir contigo, jamás te negaré!" Esto mismo dijeron también todos.<br />
32 Y llegaron al huerto llamado Getsemaní. y dijo a sus discípulos: ‛‛Sentaos aquí mientras hago oración." 33Tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan; y comenzó a atemorizarse y angustiarse. 34 Y les dijo: ‛‛Mi alma está mortalmente triste; quedaos aquí y velad.” 35Y yendo un poco más lejos, se postró en tierra, y rogó a fin de que, si fuese posible, se alejase de El esa hora; 36 y decía: ‛‛¡Abba, Padre! ¡todo te es posible; aparta de Mí este cáliz; pero, no como Yo quiero, Sino como Tú!" 37 Volvió y los halló dormidos; y dijo a Pedro: ‛‛¡Simón! ¿duermes? ¿No pudiste velar una hora? 38 Velad y orad para no entrar en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” 39 Se alejó de nuevo y oró, diciendo lo mismo. 40 Después volvió y los encontró todavía dormidos sus ojos estaban en efecto cargados, y no supieron qué decirle. 41 Una tercera vez volvió, y les dijo: "¿Dormís y descansáis? ¡Basta! llegó la hora. Mirad: ahora el Hijo del hombre es entregado en las manos de los pecadores<br />
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Comentarios<br />
8. Cada vez más a menudo alude el Señor a su muerte, para preparar a sus discípulos a los tristes acontecimientos que se acercan.<br />
9. Este Evangelio: expresión singular y profecía, pues sabemos que loa santos Evangelios fueron escritos mucho más tarde. Cf. Juan 16, 12.<br />
10 S. Véase Mat. 26, 14-16; Luc. 22, 3-6.<br />
14. Comer la Pascua, es decir, el cordero pascual prescrito por la Ley. (Ex. 12, 3 ss.), Jesús, que no había venido a derogarla (Mat. 5, 17), no ve inconveniente en observarla, como lo hizo con la circuncisión (cf. Rom. 15, 8), aunque Él había de Ser, por su Pasión y Muerte en la Cruz, la Suma Realidad en quien se cumplirían aquellas figuras; el Cordero divino que se entregó "en manos de los hombreS" (9, 31) sin abrir su boca (Is. 53, 7); el que San Juan nos presenta como inmolado junto al trono de Dios (Apoc. 5, 6), Y que S. Pablo nos muestra como eterno Sacerdote y eterna Víctima. Cf. Hebr. caps. 5-10; S. 109, 4 Y nota.<br />
21. Judas: e1 traidor es expresamente condenado por el Señor y entregado a la maldición. Por eso es imposible creer que se haya salvado. Véase Juan 17, 12; Hech. 1, 16; S. 40, 10. Cf. en I. Rey. 31, 13 la nota sobre Saúl.<br />
24. Véase Mat. 20, 28 Y nota. No significa aquí: derramada "por obra de" muchos (aunque esto también sea verdad en el sentido de que todos somos pecadores), sino que se derrama como un bautismo de redención sobre todos los que lo aprovechen, según la palabra del Apocalípsis 22, 14 (Vulgata) coincidente con Ef. 1, 7; Col. 1, l4 y 20; Hebr. 9, 12 ss.; 13, 12; I Pedro 1, 19; I Juan S, 6; Apoc. 12, 11.<br />
27. Véase Zac. 13, 7.<br />
28. Véase Mat. 26, 30 ss.; Marc. 14, 68•72; Luc. 22, 31 ss.; ]uan 13, 36Ss.; I6, 32.<br />
32. Una iglesia, construida recientemente, Conmemora el lugar de la agonía del Redentor en el huerto de Getsemaní, Situado al este de Jerusalén, entre la ciudad y el Monte de los Olivos,<br />
36, Véase Mat. 26, 42 y nota; Luc, 22, 42. El cáliz significa la pasión. Cf. 10, 38; Luc. 12, 50.<br />
37. ¡Simón! ¡duermes!: Jesús se dirige especialmente a Pedro, ya que éste se había tenido por más valiente que los otros (v. 29) y porque e1 jefe de los apóstoles tenía que dar buen ejemplo. Cf. Mat. 26. 36•46; Luc. 22, 4046.<br />
41. Estas palabras Coinciden con las que el Señor había dicho a Pedro en el v. 37, y nos muestran, como una lección para nuestra humildad, el grado de inconsciencia de aquellos hombres en semejantes momentos. La versión que pone los verbos en imperativo resulta inexplicable ante la palabra que Jesús agrega inmediatamente "¡basta!". Véase Mat´. 26, 45.<br />
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42 ¡Levantaos! ¡Vamos! Se acerca el que me entrega".<br />
43 Y al punto, cuando El todavía hablaba, apareció Judas, uno de los Doce, y con él una tropa armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. 44 “Y el que lo entregaba, les había dado esta señal: ‛‛Aquel a quien yo daré un beso, Él es: prendedlo y llevadlo con cautela." 45 Y apenas llegó, se acercó a Él y le dijo: ‛‛Rabí", y lo beso. 46 Ellos, pues, le echaron mano, y lo sujetaron. 47 Entonces, uno de los que ahí estaban, desenvainó su espada, dio al siervo del sumo sacerdote un golpe y le amputó la oreja. 48 Y Jesús, respondiendo, les dijo; ‛‛Como contra un bandolero habéis salido, armados de espadas y palos, para prenderme. 49 Todos los días estaba Yo en medio de vosotros enseñando en el Templo, y no me<br />
prendisteis. Pero (es) para que se cumplan las Escrituras" 50 Y abandonándole, huyeron todos. 51 Cierto joven, empero, lo siguió, envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo, y lo prendieron; 52 pero él soltando la sábana, se escapó de ellos desnudo.<br />
53 Condujeron a Jesús a casa del Sumo Sacerdote, donde se reunieron todos los je-<br />
fes de los sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54 Pedro lo había Seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote, y estando sentado con los criados se calentaba junto a fuego.<br />
55 Los sumos sacerdotes, y todo el Sanhedrín, buscaban contra Jesús un testimonio para hacerlo morir, pero no lo hallaban. 56 Muchos, ciertamente, atestiguaron en falso<br />
contra Él, pero los testimonios no eran concordes. 57 Y algunos se levantaron y adujeron contra El este falso testimonio: 58 "Nosotros le hemos oído decir: Derribaré este Templo hecho de mano de hombre, y en el espacio de tres días reedificaré otro no hecho de mano de hombre." 59 Pero aun en esto el testimonio de ellos no era concorde. 60 Entonces, el Sumo Sacerdote, se puso de pie en medio e interrogó a Jesús diciendo: ‛‛¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra Ti?" 61 Pero El guardó silencio y nada respondió. De nuevo, el Sumo Sacerdote lo interrogó y le dijo: ‛‛¿Eres Tú el Cristo, el Hijo del Bendito?" 62 Jesús respondió: ‛‛Yo soy. Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Poder, y viniendo en las nubes del cielo." 63 Entonces, el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos, y dijo: ‛‛¿Qué necesidad tenemos ahora de testigos? 64 Vosotros acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?" Y ellos todos sentenciaron que El era reo de muerte. 65Y comenzaron algunos a escupir sobre Él y, velándole el rostro, lo abofeteaban diciéndole: ‛‛¡Adivina!" Y los criados le daban bofetadas.<br />
66 Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, vino una de las sirvientas del Sumo Sacerdote, 67 la cual viendo a Pedro que se calentaba, lo miró y le dijo: ‛‛Tú también estabas con el Nazareno Jesús." 68 Pero él lo negó, diciendo: ‛‛No sé absolutamente qué quieres decir." Y salió fuera, al pórtico, y cantó un gallo. 69 Y la sirvienta, habiéndolo visto allí, se puso otra vez a decir a los circunstantes: "Este es uno de ellos." Y él lo negó de nuevo. 70 Poco después los que estaban allí, dijeron nuevamente a Pedro: ‛‛Por cierto que tú eres de ellos; porque también eres galileo.” 71 Entonces, comenzó a echar imprecaciones y dijo con juramento: "Yo no conozco a ese hombre del que habláis." 72 Al punto, por segunda vez, cantó un gallo. Y Pedro se acordó de la palabra que Jesús le había dicho: ‛‛Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”, y rompió en sollozos.<br />
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Capítulo XV<br />
1 Inmediatamente, a la madrugada, los sumos sacerdotes tuvieron consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanhedrín, y después de atar a Jesús, lo llevaron y entregaron a Pilato.<br />
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Comentarios<br />
43 ss. Véase Mat. 26, 47 ss.; Juan 18, 3 ss.<br />
50. Esta huida general, que nos enseña la miseria sin límites de que todos somos capaces, es también inexcusable falta de fe en la bondad y el poder del Salvador, pues Él había mostrado con sus palabras (Juan 17, 12) y con su actitud (Juan 18, 8s. y 19 s.) que no permitiría que ellos fuesen sacrificados con Él. Véase Mat. 26, 56 y nota..<br />
51. Ese joven que iba siguiendo a Jesús es, según se cree, el mismo Marcos que escribió este Evangelio, único en traer Este episodio.<br />
53. La casa de Caifás estaba en la parte sudoeste de la ciudad. Había que andar hasta allí unos dos kilómetros. Según una tradición piadosa, Jesús en este largo trayecto cayó en tierra, a consecuencia de los malos tratamientos, muchas veces más que las tres caídas del Via Crucis. Ci. S. 109, 7 y nota.<br />
58. Véase Juan 2, 19. Gramática recuerda también aquí el templo celestial de Hebr. 9, 11 y 24.<br />
62. “El nombre de Hijo del hombre, que Jesús mismo se dio, expresa su calidad de hombre, y por alusión a la profecía de Daniel, insinúa su dignidad mesiánica" (P. d’Alès). Véase Dan. 7, 13; Mat. 24, 30; 26. 64; S. 79, 16 y nota.<br />
64. Es condenado por blasfemia el Santo de los santos, el inmaculado Cordero de Di S, el único Ser en quien el Padre tenía puestas todas sus complacencias (Mat. 3, 17; 17, 5). Su "blasfemia" consistió en decir la doble verdad de que Él era el anunciado por los profetas como Hijo de Dios y Rey de Israel (Luc. 23, 3; Juan 18. 37).<br />
66 ss. Véase Mat. 26, 69 ss.; Luc. 22, 55 ss.; Juan 18, 16 ss.<br />
72. La caída de Pedro fue profunda, pero no menos profundo fue luego su dolor. Muchos seguimos a Pedro negando al Señor; sigamos también la preciosa lección del arrepentimiento, ya que, como enseña Jesús, el más perdonado es el que más ama (Luc. 7. 47).<br />
1. Pilato era gobernador y representante del emperador romano, de cuyo imperio formaba parte la Judea. Sin el permiso del gobernador los judíos no podían condenar a muerte (Juan 18, 31; 19. 6s.).<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-7521203771797925802012-07-21T14:30:00.002-07:002012-07-21T14:30:23.485-07:00Evangelio según San Marcos cap 12. 32-43; 13; 14 1-5<br />
32 Díjole el escriba: ‛‛Maestro, bien has dicho; en verdad, que "Él es único, que no hay<br />
otro más que El." 33 Y el amarlo con todo el corazón y con todo el espíritu y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a Sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los Sacrificios." 34 Jesús, viendo que había hablado juiciosamente, le dijo: "Tú no estás lejos del reino de Dios." Y nadie osó más proponerle cuestiones.<br />
35 Entonces, Jesús, tomando la palabra, enseñaba en el Templo diciendo: "¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 Porque David mismo dijo (inspirado) por el Espíritu Santo: "El Señor dijo a mi Señor; Siéntate a mi diestra, hasta que ponga Yo a tus enemigos por tarima de tus pies." 37 Si David mismo lo llama «Señor>>, ¿cómo puede entonces ser su hijo?" Y la gente numerosa lo escuchaba con placer.<br />
38 Dijo también en Su enseñanza: "Guardaos de los escribas, que se complacen en andar con lar os vestidos, en ser saludados en las plazas públicas, 39 en ocupar los primeros sitiales en las sinagogas y los primeros puestos en los convites, 40 y que devoran las casas de las viudas, y afectan hacer largas oraciones. Éstos recibirán mayor castigo." •<br />
41 Estando Jesús sentado frente al arca de las ofrendas, miraba a la muchedumbre que echaba monedas en el arca, y numerosos ricos echaban mucho. 42 Vino también una pobre viuda que echó dos moneditas, esto es un cuarto de as. 43 Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: "En verdad, os digo, esta pobre viuda ha echado más que <span style="background-color: white;">todos los que echaron en el arca. “Porque todos los otros echaron de lo que les sobraba, pero ésta ha echado de su propia indigencia todo lo que tenía, todo su sustento"</span><br />
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Capítulo XIII<br />
1 Cuando Él salía del templo, uno de sus discípulos le dijo: "¡Maestro, mira! qué piedras y qué edificios!" 2 Respondióle Jesús: ‛‛¿Ves estas grandes construcciones? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada." 3 Luego, estando El sentado en el Monte de los Olivos, frente al Templo, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte: 4 "Dinos: ¿cuándo sucederá esto?, y al estar esas cosas a punto de cumplirse todas ¿cuál será la señal?” 5 Y Jesús se puso a decirles: ‛‛Estad en guardia, que nadie os induzca en error. 6 Muchos vendrán bajo mí nombre y, dirán: ‛‛Yo soy (el Cristo)" y a muchos engañarán. "Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis. Esto ha de suceder, pero no es todavía el fin. 8 Porque Se levantará pueblo contra pueblo, reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, y habrá hambres. Esto es el comienzo de los dolores" 9 "Mirad por vosotros mismos. Porque os entregarán a los sanhedrines, y seréis flagelados en las sinagogas, y compareceréis ante gobernadores y reyes, a causa de Mí, para dar testimonio ante ellos. 10 Y es necesario primero que a todas las naciones sea proclamado el Evangelio. 11 Mas cuando os llevaren para entregaros; no os afanéis anticipadamente por lo que diréis; Sino decid lo que en aquel momento os será inspirado; porque no sois vosotros los que hablaréis, Sino el Espíritu Santo. 12 EI hermano entregará a su hermano a la muerte, el padre a su hijo; y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. 13 Seréis odiados de todos a causa de mi nombre; pero el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. 14 Mas cuando veáis la abominación de la desolación instalada allí donde no debe -¡entienda el que lee!-, entonces, los que estén en Judea, huyan a las montañas;<br />
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Comentarios<br />
35 ss. Cf. Mat. 22, 41-45; Luc. 20, 41-44; S. 109, 1 y nota. Jesús establece aquí, en forma intergiversable, e1 origen davídico de este célebre Salmo, que tantos han puesto en duda.<br />
36. Los escribas o intérpretes de la Ley pertenecían en su gran mayoría a la secta de los fariseos y gozaban de gran prestigio ante e1 pueblo ignaro que confiaba en ellos (véase la expresión de Jesús en Mat. 9, 36). E1 hecho de que distinguían 613 mandamientos, 248 preceptos y 365 prohibiciones nos da idea de su interpretación de la Ley. Cf. 7, 4 y nota; Mat. 23, ISS.; Luc. 11, 43; 20, 45 ss.<br />
42. Un Cuarto de as: un centavo. Cf. Luc. 21, 1-4.<br />
43. Palabra magnífica del Señor. Dios no mira la cantidad de la limosna sino el corazón del donante. Cf. II Cor. 9. 7Ss. "No busco lo vuestro: os busco 'a vosotros" (II Cor. 12, 14).<br />
1 ss. Este capítulo contiene, como eutre1azadas, dos profecías: 1a ruina de Jerusalén y la venida del Señor al fin de los tiempos, los vv. 6-13 se refieren a las persecuciones en general, los vv. 14-19 a la destrucción de Jerusalén, los vv. 19-27 al fin de "este siglo malo" (Gál. 1, 4). Para los detalles remitimos al lector a los lugares paralelos de Mat. 24, 1ss.; Luc. 21, 5ss. y notas.<br />
4. Véase Mat. 24, 3ss. Y nota. La pregunta de los discípulos se refiere aquí exclusivamente al tiempo, primero en general (¿cuándo?), y luego, al modo de conocer el instante mismo. Jesús les da amplias señales para que puedan estar alerta (v. 23), y aun para que conozcan cuándo Él estará ya "a las puertas" (v. 29). Pero no les precisa el instante, esto es, el día y la hora (v. 32) porque está dispuesto que Él vendrá cuando menos lo esperen (cf. v. 37 y nota). "como una red sobre la tierra entera" (Luc, 21, 35), de modo que sólo estén preparados "los que aman su venida". C‘f, II Tim. 4, S; I Tes. 5, 4; Luc. 17, 20-37; 19, 14; 21, 34-36.<br />
6. Ya pudo verse esto en tiempo de Simón Mago (Hech. S, 9S. y nota).<br />
9. Mirad por vosotros mismos: es decir, desconfiad de los hombres (Mat. 10, 16 ss.), y cuidaos de no arriesgar vuestra vida sin causa (véase S. 115, 15 Y nota). En los apóstoles vemos ya cumplirse muchas veces estos anuncios (Hech. 17, 6; 18, 12; 24, 2; 25, 7; 27, 24). Cf. Mat. 23, 34.<br />
10. Véase la nota a IMat. 24, 14.<br />
11 s.Vćase Mat. 10, 19-22; Luc. 12, 11s.; 21, l4s.; Miq. 7, 6.<br />
14, La abominación de la devoción establecida allí donde no debe, es la profanación del Templo. Véase Dan. 9, 27; Mat. 24, 15 y, nota. A este respecto se ha publicado recientemente un fragmento desconocido de S. Hipólito, que con otros Padres dice: "La abominación de la desolación es la imagen del César que fue colocada delante del altar en Jerusalén". Y Sigue: "Así sucederá en el tiempo del Anticristo: su imagen estará en todas las iglesias que hay en el universo, para que todo aquel que le ruegue, antes de orar, lleve el incienso delante de su imagen" (Sefarad, 1946 p. 359). Entienda el que lee: las Escrituras (Mat. 24, 15 y nota), pues sólo quien conozca los grandes misterios vaticinados en las profecías antiguas podrá comprender la gravedad en estos anuncios.<br />
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15 quien se encuentre en la azotea, no baje ni entre para tomar nada en su casa; 16 quien vaya al campo, no vuelva atrás para tomar su manto. 17 ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que críen por aquellos días! 18 Y orad, para que no acontezca en invierno". 19 "Porque habrá en aquellos días tribulación tal, cual no la hubo desde el principio de la creación que hizo Dios, hasta el presente, ni la habrá. 20 Y si el Señor no hubiese acortado los días, ningún viviente escaparía; mas a causa de los escogidos que Él eligió, ha acortado esos días. 21 Entonces, si os dicen: "Hélo a Cristo aquí o allí", no lo creáis. 22 Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, que harán señales y prodigios para descarriar aún a los elegidos, si fuera posible. 23 Vosotros, pues, estad alerta, ved que os lo he predicho todo".<br />
24 "Pero en aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol Se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, 25 y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. 26 Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. 27 Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo".<br />
28 "De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano esta cerca; 29 así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que (Él) está cerca, a las puertas. 30 En verdad, os digo, la<br />
generación esta no pasara sin que todas estas cosas se hayan efectuado. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran".<br />
32 "Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 33 ¡Mirad!, ¡velad! porque no sabéis cuándo Será el tiempo; 34 como un hombre que partiendo para otro país, dejó su casa y dio a sus siervos la potestad, a cada uno su tarea, y al portero encomendó que velase.<br />
35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo volverá el Señor de la casa, si en la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o en la mañana, 36 no sea que volviendo de improviso. os encuentre dormidos. 37 Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!"<br />
Capítulo XIV<br />
1 Dos días después era la Pascua y los Azimos, y los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban cómo podrían apoderarse de Él con engaño y matarlo. 2 Mas decían: ‛‛No durante la fiesta, no sea que ocurra algún tumulto en el pueblo.” 3 Ahora bien, hallándose Él en Betania, en casa de Simón, el Leproso, y estando sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento de nardo puro de gran precio; y quebrando el alabastro, derramó el ungüento sobre su cabeza. 4 Mas algunos de los presentes indignados interiormente, decían: ‛‛¿A qué este despilfarro de ungüento? 5 Porque el ungüento este se podría vender por más de trescientos denarios, y dárselos a los pobres." Y bramaban contra ella.<br />
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Comentarios<br />
22. Según el Apocalipsis los que triunfarán con el Cordero reunirán tres condiciones: llamados, Elegido: y fieles: (Apoc. 17, 14). Cf. Mat. 22, 14.<br />
24.Vease IS. 13, 10; E2. 32, 7; Joel. 2, 10<br />
27. Entonces:... congregará, es decir, que el arrebato que anuncia S. Pablo en I Tes. 4, 15 SS. Será al tiempo mismo de la Parusía, esto es cuando aparezca el Señor (v. 26), como lo dice el Apóstol. Así Marcos explica aquí que seremos llevados desde la extremidad de 1a tierra hasta el Sumo cielo. Lo mismo dice Mat. 24, 31. Se trata de los elegidos; ya vivos transformados, ya resucitados de entre los muertos. Cf. I Cor. 15, 51 ss. texto griego.<br />
30. Véase Mat. 24, 34 y nota; cf. Luc. 21, 32.<br />
32. Ni el Hijo, sino el Padre: Una de las más sorprendentes palabras del Evangelio que nos podría hacer dudar de la divinidad de Jesucristo, si no tuviésemos de su misma boca el testimonio de que Él es igual al Padre. Cf. Juan 10, 30; "Mi Padre y Yo Somos Uno", y muchos otros pasajes (1Mat. 28, 18; Juan 5, 17; 6, 58; 14, 10; 16, 15; 17, 10, etc.). "La aparente contradicción se explica y justifica con la alteza del misterio que es preciso aceptar a menos que renunciemos a toda certeza. El Hijo todo lo recibe de su Padre, y el Padre todo lo<br />
da... pero a manera de comunicación continua, perpetua y Constante, por la cual el Padre está en el Hijo, y en el Hijo ejecuta Él mismo sus obras, de modo que quienquiera que vea al Hijo y le conozca, ve al Padre y Conoce al Padre con un conocimiento que es la vida eterna" (Bretón, La Trinidad, pág. 33). LO mismo expresan las clásicas palabras de S. Hilario: "El Padre no es mayor que el Hijo, en poder, eternidad y grandeza, Sino en razón de que es principio del Hijo, a quien da la vida". Cf. Mat. 24, 36; Juan 14, 28; Hech. 1, 7; I Cor. 15, 28 y notas. Los teólogos suelen distinguir entre la ciencia de Cristo como Dios y como Hombre.<br />
37. ¡Velad! Esta última palabra del capítulo es el resumen de las copiosas profecías que preceden. Notemos que en ellas Jesús afirma habérnoslo predicho "todo" (v. 23). Sólo ignoramos "día y hora" (v. 32). Cuanto menos sabemos ese instante de la vuelta de Cristo, el cual vendrá "como un ladrón de noche" (I Tes. 5, 2 y 4; II Pedro 3, 10; Mat. 24, 43; Luc. 12. 39; Apoc. 16, 15), tanto más debemos estar alerta para esperarlo con el vehemente deseo con que aguardaban los patriarcas y profetas Su primera venida (Catecismo Romano, I, 8, 2).<br />
1. Dos días: la u•nción de Jesús. referida en los vv. 3ss., tuvo lugar seis días antes de la Pascua<br />
(Juan 12, 1).<br />
3. Sobre su Cabeza: el Señor Se dignó aceptarle esto en concepto de uncióu para la sepultura (v. 8) y limosna hecha a Él como pobre (v. 6s.). Véase sobre esto Juan 20, 7 y nota. En Juan 12, 3 se habla de los pies, como en Luc. 7, 38.<br />
5. Trescientos denarios: más o menos, el salario anual de un empleado de entonces.<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-71452259868089966232012-07-21T14:27:00.004-07:002012-07-21T14:27:46.018-07:00Evangelio según San Marcos cap. 10. 43-51; 11; 12 1-31<br />
43 Entre vosotros no debe ser así; al contrario, quien, entre vosotros, desea hacerse grande, hágase sirviente de los demás; 44 y quien desea ser el primero, ha de ser esclavo de todos. 45Porque también el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.”<br />
46 Habían llegado a Jericó. Ahora bien, cuando iba saliendo de Jericó, acompañado de sus discípulos de una numerosa muchedumbre, el hijo de Timeo, Bartimeo, ciego y mendigo, estaba sentado al borde del camino; 47y oyendo que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: "Híjo de David, Jesús, ten piedad de mí!" 48 Muchos le reprendían para que callase, pero él mucho más gritaba: ‛‛¡Hijo de David, ten piedad de mí!” 49 Entonces, Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron a ciego y le dijeron: ‛‛¡Animo, levántate! El te llama.” 50 Y él arrojo su manto, se puso en pie de un salto y vino a Jesús. 51Tomando la palabra, Jesús le dijo: ‛‛¿Qué deseas que te haga?" El ciego le respondió: ‛‛¡Rabbuni, que yo vea!" 51 Jesús le dijo: ‛‛¡Anda! tu fe te ha Sanado.” Y en seguida vio, y lo fue siguiendo por el camino.<br />
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Capítulo XI<br />
1 Cuando estuvieron próximos a Jerusalén, cerca de Betfagé y Betania, junto a Monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 2 diciéndoles "Id a la aldea que está enfrente de vosotros; y luego de entrar en ella, encontraréis un burrito, atado, sobre el cual nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os pregunta: ‛‛¿Por qué hacéis esto?”, contestad: "El Señor lo necesita, y al instante lo devolverá aquí.” 4 Partieron, pues, y encontraron un burrito atado a una puerta, por de fuera, en la calle, y lo desataron, 5 Algunas personas que se encontraban allí, les dijeron: ‛‛¿Qué hacéis, desatando el burrito?” 6 Ellos les respondieron como Jesús les había dicho, y los dejaron hacer. 7 Llevaron, pues, el burrito a Jesús pusieron encima sus mantos, y Él lo montó. 8 Y muchos extendieron sus mantos sobre el camino; otros, brazadas de follaje que habían cortado de los campos. 9 Y los que marchaban delante y los que seguían,<br />
clamaban: ‛‛¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! 10 ¡Bendito sea el advenimiento del reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!" 11 Y entró en Jerusalén en el Templo, y después de mirarlo todo, siendo ya tarde, partió de nuevo para Betania con los Doce.<br />
12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13 Y divisando, a la distancia, una higuera que tenía hojas, fue para ver si encontraba algo en ella; pero llegado allí, no encontró más que hojas, porque no era el tiempo de los higos. 14 Entonces, respondió y dijo a la higuera: "¡Que jamás ya nadie coma fruto de ti!" Y sus discípulos lo oyeron.<br />
15 Llegado a Jerusalén, entró en el Templo, y se puso a expulsar a los que vendían a los que compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas; 16y no permitía que nadie atravesase el Templo transportando objetos. 17 Y les enseñó diciendo: "¿No está escrito: <<Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones>>? Pero vosotros, la habéis hecho<br />
cueva de ladrones.” 18 Los sumos sacerdotes y los escribas lo oyeron y buscaban cómo hacerlo perecer; pero le tenían miedo, porque todo el pueblo estaba poseído de admiración por su doctrina. 19 Y llegada la tarde, salieron (Jesús y sus discípulos) de la ciudad.<br />
20 Al pasar (al día siguiente) muy de mañana, vieron la higuera que se había secado de raíz. 21 Entonces, Pedro se acordó y dijo: "¡Rabí, mira! La higuera que maldijiste se ha secado." 22 Y Jesús les respondió y dijo: "¡Tened fe en Dios! 23En verdad, os digo,<br />
quien dijere a este monte: ‛‛Quítate de ahí y échate al mar", sin titubear interiormente, sino creyendo que lo que dice se hará, lo obtendrá. 24 Por eso, os digo, todo lo que pidiereis orando, creed que lo obtuvisteis ya, y se os dará. 25Y cuando os ponéis de pie para orar, perdonad lo que podáis tener contra alguien, a fin de que también vuestro Padre celestial os perdone vuestros pecados. 26 [Si no perdonáis, vuestro Padre que está en los cielos no os perdonará tampoco vuestros pecados]."<br />
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Comentarios<br />
45. Véase Luc, 22, 27 y nota.<br />
46. San Mateo (20, 30) habla de dos ciegos: uno de ellos ha de ser este Bartimeo. Cf. Luc, 18, 35-43.<br />
52, En seguida: el evangelista nos hace notar que el dichoso ciego siguió a Jesús sin acordarse de recoger el manto arrojado a que se refiere el v. 50.<br />
2. La aldea de Betfagé, situada entre Jerusalén y Betania (Mat. 21, 1sS.; Luc. 19, 29 ss.; Juan 12 s. )<br />
9. Con la aclamación Hosanna: ¡Ayúdanos (oh Dios)! el pueblo quiere expresar su desbordante alegría según el Salmo 117, 25 s.<br />
12. Era el lunes de Semana Santa.<br />
13 SS, La maldición de la higuera simboliza la reprobación del pueblo de Israel, rica en hojas pero estéril en frutos (Mat. 21, 18 S.; Luc. 13, 6 ss.).<br />
17. Véase Is. 56, 7; Jer. 7, 11; Cf. Mat. 21, 12-46; Luc. 19. 4547; Juan 2, 14-16.<br />
20 ss. Véase Mat. 21, 2022.<br />
22 S, Sobre este punto príncípalîsimu véase 9, 19 ss.; Mat. 17, 20; Luc. 17, 20 y notas.<br />
24. Tal es la eficacia de la fe viva, la del que no es "vacilante en su corazón" (v. 23; Sant. 1,. 6 ss,) y perdona a su prójimo (v. 25).<br />
26. El vers. 26 falta en los mejores Códices. Pertenece a Mat, 6, 15.<br />
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27 Fueron de nuevo a Jerusalén. Y como Él se pasease por el Templo, se le llegaron los jefes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le dijeron: ‛‛¿Con qué poder haces estas cosas, y quién te ha dado ese poder para hacerlas?", 29 Jesús les contestó: "Os haré Yo también una; pregunta. Respondedme, y os diré con qué derecho obro así: 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme." 31 Mas ellos discurrieron así en sí mismos: "Si decimos «del cielo», dirá: «entonces ¿por qué no le creísteis?>>" 32Y ¿si decimos: "de los hombres"? pero temían al pueblo, porque todos tenían a Juan por un verdadero profeta. 33 Respondieron, pues, a Jesús. "No sabemos." Entonces, Jesús les dijo: ‛‛Y bien, ni Yo tampoco os digo con qué poder hago esto."<br />
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Capítulo XII<br />
1 Y se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó con un vallado, cavó un lagar y edificó una torre; después la arrendó a unos viñadores, y se fue a otro país. 2 A su debido tiempo, envió un siervo a los viñadores para recibir de ellos su parte de los frutos de la viña. 3 Pero ellos lo agarraron, lo apalearon y lo remitieron con las manos vacías. 4 Entonces, les envió otro siervo, al cual descalabraron y ultrajaron; 5 y otro, al cual mataron; después otros muchos, de los cuales apalearon a unos y mataron a otros. 6 No le quedaba más que uno, su hijo amado; a éste les envió por último, pensando: "Respetarán a mi hijo." 7 Pero aquellos<br />
viñadores se dijeron unos a otros: "Éste es el heredero. Venid, matémoslo, y la herencia será nuestra.” 8 Lo agarraron, pues, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará el dueño 'de la viña? Vendrá y acabara con los viñadores, y entregará la viña a otros. 10 ¿No habéis leído esta Escritura: ‛‛La piedra que desecharon los que edificaban, ésta ha venido a ser cabeza de esquina, 11 de parte del Señor esto ha sido hecho, y es maravilloso a nuestros ojos?" 12 Trataron, entonces, de prenderlo, pero temían al pueblo. Habían comprendido, en efecto, que con respecto a ellos había dicho esta parábola. Lo dejaron, pues, y se fueron.<br />
13 Le enviaron, después, algunos fariseos y herodianos, a fin de enredarlo en alguna palabra. 14 Vinieron ellos y le dijeron: "Maestro sabemos que Tú eres veraz, que no tienes miedo a nadie, y que no miras la cara de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar el tributo al César o no? ¿Pagaremos o no pagaremos?" 15 Mas Él, conociendo su hipocresía, les dijo: ‛‛¿Por qué me tendéis un lazo? Traedme un denario, para que Yo lo vea." 16 Se lo trajeron, y Él les preguntó: ‛‛¿De quién es esta figura y la leyenda?" Le respondieron: "Del César." 17 Entonces, Jesus les dijo: «Dad al César lo que es del César; y a Dios lo que es de Dios.’‛ Y se quedaron admirados de Él.<br />
18 Acercáronsele también algunos saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le propusieron esta cuestión: 19 "Maestro, Moisés nos ha prescrito, si el hermano de alguno muere dejando mujer y no deja hijos, tome Su hermano la mujer de él y dé prole a su hermano. 20 Ahora bien, eran siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar prole. 21 El segundo la tomó, y murió sin dejar prole. Sucedió lo mismo con el tercero. 22 Y ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos murió también la mujer. 23 En la resurrección, cuando ellos resuciten, ¿de Cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por mujer.” 24 Mas Jesús les dijo: ’‛;No erráis, acaso, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque, cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán (los hombres), ni se darán en matrimonio (las mujeres), sino que serán como ángeles en el cielo. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la Zarza, cómo Dios le dijo: ‛‛Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?” 27 Èl no es Dios de muertos, sino de vivos. Vosotros estáis, pues, en un gran error."<br />
28 Llegó también un escriba que los había oído discutir, y viendo lo bien que Él les había respondido, le propuso esta cuestión: ‛‛¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” 29 Jesús respondió: ‛‛El primero es: <<Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. 30 Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza>>." 31 El segundo es: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" No existe mandamiento mayor que éstos."<br />
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Comentarios<br />
27 ss. Véase Mat. 21, 23 ss.; Luc. 20, 1-8.<br />
1 ss. La parábola de los viñadores homicida: exhibe la actitud de la Sinagoga para con el dueño de la viña (Dios), su hijo (Jesucristo) y sus siervos (profetas y apóstoles). San Pablo nos enseña a sacar fruto de esta tremenda lección (Rom. 11, 17ss.). Cf. Mat. 2I, 33 ss.; Luc. 20, 9 ss.<br />
10. La piedra desechada es Jesucristo, quien se aplica esta figura que en la profecía representaba a Israel. Los constructores son los judíos, en particular los príncipes y sacerdotes del pueblo. Véase S. 117, 22 y nota; Is. 28, 16.<br />
14. Con esta frase los fariseos por primera y única vez rinden públicamente homenaje a la. santidad de Jesús, mas sólo para esconder sus verdaderas intenciones. Véase Mat. 13, 57; 22, 15 ss.; Luc. 20, 20 SS.<br />
17. Jesús establece aqui e1 respeto debido a la autoridad civil (cf. Rom. 13, 1 ss; Tito 3, 1; I Pedr, 2, 13) y suprime, como lo confirmarán los apóstoles, la teocracia O la unión del orden religioso con el político y temporal. Véase Luc. 12, 14; II Tim. 2, 4; I Pcdr. 5, 2 ss.; cf. Ecli 45, 27 y 31 y notas.<br />
18. Ciérrase ahora la cadena de los enemigos y perseguidores en torno a Jesús: fariseos, saduceos, herodianos, escribas; 'todos los poderosos Se han con jurado contra el Cordero (S. 2, 2). Todavía está fiel e1 pueblo humilde, ¿Hasta cuándo? Cf. Mat. 22, 23-33; Luc. 20, 27-38; Deut. 25, 5―6.<br />
26. Cf. Ex; 3, 2 y 6; Mat. 8, 11; Luc. 16, 22.<br />
30 ss. Véase Dem. 6, 4S.; Lev. 19; 18; Juan 13, 34s.; 15, 12; Rom. 13, 9: Gål. 5. 14.<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-23850870123147828082012-07-21T14:25:00.003-07:002012-07-21T14:25:25.447-07:00Evangelio según San Marcos 9.21-48; 10 1-42<br />
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21 Y preguntó al adre:,‛‛¿Cuánto tiempo hace que esto le sucede?” Respondió: ‛‛Desde su infancia, 22 y a menudo lo ha echado, ora en el fuego, ora en el agua, para hacerlo morir. Pero si tú puedes algo, ayúdanos, y ten compasión de nosotros." 23 Replícóle Jesús ‛‛¡Si puedes! ... Todo es posible para el que cree." 24 Entonces, el padre del niño se puso a gritar: "¡Creo! ¡Ven en ayuda de mi falta de fe!" 25 Y Jesús viendo que se aproximaba un tropel de gente, conminó al espíritu diciéndole: ‛‛Espíritu mudo Y sordo, Yo te lo mando, Sal de él, y no vuelvas a entrar más en él." 26Y, gritando y retorciéndolo en convulsiones, Salió. Y quedó el niño como muerto, y así muchos decían que había muerto. 27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y él Se tuvo en pie. 28 Cuando hubo entrado en casa, los discípulos le preguntaron en privado: ‛‛¿Por qué, pues, no pudimos nosotros expulsarlo?" 29 Les dijo: ‛‛Esta casta no puede ser expulsada sino con la oración y el ayuno.”<br />
30 Partiendo de allí, pasaron a través de Galilea, y no quería, que se supiese; 31 porque enseñó esto a sus discípulos: :El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo harán morir; y tres días después de su muerte resucitará." 32 Pero ellos no comprendieron estas palabras y temían preguntarle.<br />
33 Entretanto, llegaron a Cafarnaúm; y cuando estuvo en su casa, les preguntó: ‛‛¿De qué conversabais en el camino?" 34 Mas ellos guardaron silencio, porque habían discutido entre sí, durante el camino, sobre quien Sería el mayor. 35 Entonces, sentóse, llamo a los Doce y les dijo: ‛‛Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos y el servidor de todos." 36 Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, y abrazándolo, les dijo: 37 ‛‛El que recibe a uno de estos niños en mi nombre, a Mi me recibe; y el que a Mi me recibe, no me recibe a Mi, sino a Aquel que me envió." 38 Díjole Juan: ‛‛Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre,<br />
el cual no nos sigue; y se lo impedíamos, porque no anda con nosotros." 39 Pero Jesús dijo: ‛‛No se lo impidáis, porque nadie, haciendo milagro por mi nombre, será capaz de hablar luego mal de Mí. 40 Porque quien no está contra nosotros, por nosotros está. 41 “Quien os diere a beber un vaso de agua, por razón de que sois de Cristo, en verdad os digo, no perderá Su recompensa.”<br />
42 Quien escandalizare a uno de estos pequeñitos que creen, más le valdría que le atasen alrededor de su cuello una piedra de .molino de las que mueve un asno, y que lo echasen al mar. 43 Si tu mano te escandaliza, córtala: más te vale entrar en la vida manco, que irte, con tus dos manos, a la gehenna, al fuego que no se apaga.[44]. 45Y<br />
si tu pie te escandaliza, córtalo: más te vale entrar en la vida cojo que ser, con tus dos<br />
pies, arrojado a la gehenna. [46]. 47Y si tu ojo te escandaliza, sácalo: más te vale entrar en el reino de Dios teniendo un solo ojo que con tus dos ojos ser arrojado a la gehenna, 48 donde "el gusano de ellos no muere y el fuego no se apaga". 49 Porque cada uno ha de ser Salado con el fuego. La sal es buena; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos y estad en paz unos<br />
con otros.<br />
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Capítulo X<br />
1 Partiendo de allí, fue al territorio de Judea y de Transjordania. De nuevo, las muchedumbres acudieron a Él, y de nuevo, según su costumbre, los instruía. 2 Y viniendo a Él algunos fariseos que, con el propósito de tentarlo, le preguntaron si era lícito al marido repudiar a su mujer, 3 les respondió y dijo: ‛‛¿Qué os ha ordenado Moisés." 4 Dijeron: "Moisés permitió dar libelo de repudio y despedir (la)." 5 Mas Jesús les replicó: ‛‛En vista de vuestra dureza de corazón os escribió ese precepto. 6 Pero desde el comienzo de la creación, Dios los hizo varón y mujer. 7 Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, 8 y los dos vendrán a ser una sola carne. De modo que no son ya dos, sino una Sola carne. 9 ¡Y bien! ¡Io que Dios ha unido, el hombre no lo separe!" Devuelta a su casa, los discípulos otra vez le preguntaron Sobre eso. 11 Y les dijo: ‛‛Quien repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; 12 y si una mujer repudia a su marido y se casa con otro, ella comete adulterio."<br />
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Comentarios<br />
29. Y el ayuno: falta en el Codex Vaticanus. Cf, Mat. 17, 21.<br />
33 ss. Véase Mat. 18, 1 ss.; Luc. 9, 46 ss.<br />
40. Nosotros: Así reza el texto griego según Merk. Algunos códices dicen vosotros, como en Luc. 9, 50. La variante parece acentuar más aún la diferencia que Jesús establece entre Él que es el fin (Mat.12, 30)- y nosotros, simples medios. Cf. Filip. 1, 15 ss.; Núm. 11, 24-30.<br />
43. Véase Mat. 5, 29 s.; 18, 8 y notas. Cf. Prov. 5, 8; Ecli. 9, 4. Gehenna: infierno Cf. Mat. 5, 22 y nota.<br />
44. Los vv. 44 y 46 faltan en los mejores códices griegos. Son repeticiones del v. 48, introducidas por los copistas (véase Merk, joñon, etc.).<br />
48. Aquí Jesús define 1a, eternidad de las penas del infierno. Véase Judit 16, 21; IS. 66, 24; Apoc. 20. 10.<br />
49. Según la Ley (Lev. 2, 13) los sacrificios se rociaban con sal (de la Alianza).<br />
1 ss. Véase Mat. 19, îss.; Gen. 1, 27; 2, 24; Deut. 24, L4; I Cor. 6, 16; 7, 10 5.; Ef. 5, 31.<br />
l1s.Contra la primera: hay un bello matiz de caridad en esta clara definición que condena d desorden de nuestra época, en la que una legislación civil Se cree autorizada para separar "lo que Dios ha unido".<br />
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13 Le trajeron unos niños para que los tocase; mas los discípulos ponían trabas. 14 Jesús viendo esto, se molestó y les dijo: ‛‛Dejad a los niños venir a Mí y no les impidáis, porque de tales como éstos es el reino de Dios. 15 En verdad, os digo, quien no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él." 16 Después los abrazo y los bendijo, poniendo sobre ellos las manos.<br />
17 Cuando iba ya en camino, vino uno corriendo y, doblando la rodilla, le preguntó: ‛‛Maestro bueno, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?" “Respondióle Jesús: ‛‛¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. 19 Tu conoces los mandamientos: "No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre"; 20 y él le respondió: ‛‛Maestro, he cumplido todo esto desde mi juventud.” 21 Entonces, Jesús lo miró con amor y le dijo: ‛‛Una cosa te queda: anda, vende todo lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; después, vuelve, y sígueme, llevando la cruz." 22 Al oír estas palabras, se entristeció, y se fue apenado, porque tenía muchos bienes.<br />
23 Entonces, Jesús, dando una mirada a su rededor, dijo a sus discípulos: ‛‛¡Cuán difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!” 24 Como los discípulos se mostrasen asombrados de sus palabras, volvió a decirles Jesús: "Hijitos, ¡cuán difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el reino de Dios! 25 Es más fácil a <span style="background-color: white;">un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios." 26 Pero su estupor aumentó todavía, y se decían entre sí: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?" 27 Mas Jesús, fijando sobre ellos su mirada, dijo: ‘‛Para los hombres, esto es imposible, mas no para Dios, porque todo es posible para Dios." 28 Púsose, entonces, Pedro a decirle: ‛‛Tu lo ves, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido." 29 Jesús le contestó y dijo: ‛‛En verdad, os digo, nadie habrá dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, a causa de Mí y a causa del Evangelio, que no reciba centuplicado ahora, en este tiempo, casas, hermanos, hermanas, madre, hijos y campos -a una con persecuciones-, y, en el siglo venidero, la vida eterna. 31 Mas muchos primeros serán últimos, y muchos últimos, primeros.</span><br />
32 Iban de camino, subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; y ellos se asombraban y lo seguían con miedo. Y tomando otra vez consigo a los Doce, se puso a decirles lo que le había de acontecer: 33 "He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte, y lo entregarán a los gentiles; y lo escarnecerán, lo escupirán, lo azotaran y lo mataran, mas tres días después resucitara .<br />
35 Acercáronsele Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: "Maestro, queremos que Tú hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos." 36 Él les dijo: "Que queréis, pues, que haga por vosotros?" 37 Le respondieron: ‛‛Concédenos sentarnos, el uno a tu derecha, el otro a tu izquierda, en tu gloria." 38 Pero les Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o recibir el bautismo que Yo he de recibir?" 39 Le contestaron: ‛‛Podemos? Entonces, Jesús les dijo: "El cáliz que Yo he de beber, lo beberéis; y el bautismo que Yo he de recibir lo recibiréis. 40 Mas en cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo sino a aquellos para quienes está preparado." 41Cuando los otros diez oyeron esto, <span style="background-color: white;">comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Entonces, Jesús los llamó y les dijo: "Como vosotros sabéis, los que aparecen como jefes de los pueblos, les hacen sentir su dominación; y los grandes, su poder.</span><br />
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Comentarios<br />
14. Este llamado de Jesús es el fundamento de toda educación. Los niños entienden muy bien las palabras del divino Maestro, porque Él mismo nos dijo que su Padre revela, 2. los pequeños lo que oculta a los sabios y prudentes (Luc. 10, 2l).<br />
17 ss. Véase Mat. 19, 16 ss.; Luc. 18, 18 ss.<br />
22. Sobre este caso véase Luc. 18, 22 y nota.<br />
25. Jesús enseña que no puede salvarse el rico de Corazón, porque, como Él mismo dijo, no se puede servir a Dios y a las riquezas (Mat. 6, 24). El que pone su corazón en los bienes de este mundo no es el amo de ellos, sino que los sirve, así como todo el que peca esclavo es del pecado (Juan 8, 34). Tan triste situación es bien digna de lástima, pues se opone a la bienaventuranza de los pobres en espíritu, que Jesús presenta como la primera de todas (Mat. 5, 31). Véase Luc. 18, 24 y nota. "No se sepulte vuestra alma en el oro, elévese al eielo" (S. Jerónimo). Cf; Col. 3. 1-4; Filip. 3, 19 ss.; Ef. 2, 6.<br />
30. Centuplicado. Todos los verdaderos pobres son ricos. "¿No os parece rico, exclama S. Ambrosio, el que tiene la paz del alma, la tranquilidad y el reposo, el que nada desea, no Se turba por nada. no se disgusta por las cosas que tiene desde largo tiempo, y no las busca nuevas?” A diferencia de San Mateo (19, 27 ss.), no se habla aquí del que deja la esposa, y se acentúa en cambio que esta recompensa se refiere a la vida presente, aun en medio de las persecuciones tantas veces anunciadas por el Señor a sus discípulos. Cf. Luc. 18, 29.<br />
35 ss. Estos "hijos del trueno" (3, 17) recordaban los doce tronos (Mat. 19, 28) y pensaban como los que oyeron la parábola de las minas (Luc. 19, 11), como los del Domingo de Ramos (11, 10), como todos los apóstoles después de la Resurrección (Hech. 1, 6), que el Reino empezaría a llegar. Jesús no condena precisamente, como algunos han creído, esta gestión que sus primos hermanos intentan por medio de su madre la buena Salomé (Mat. 20, 20) y que, sí bien recuerda la ambición egoísta de Sancho por su ínsula, muestra al menos una fe y esperanza sin doblez. Pero alude una vez más a los muchos anuncios de su Pasión, que ellos, como Pedro (Mat. 16, 22). querían olvidar, y les reitera la gran lección de la humildad, refiriéndose de paso a arcanos del Reino que San Pablo habría de explayar más tarde en las Epístolas de la cautividad.<br />
39. Ese bautismo a que Jesús alude no parece ser sino el martirio. Véase Luc. 12, 50. Ambos apóstoles lo padecieron (Hecb. 12 y nota), si bien Juan salió ileso de su "bautismo" en aceite hirviendo. Cf. Juan 21, 22 y nota. 42 ss. Véase Luc. 22, 25-27<br />
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<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-84913529132821280622012-07-21T14:19:00.001-07:002012-07-21T14:19:25.758-07:00Evangelio según San Marcos cap. 7. 29-37; 8; 9. 1-20<br />
29 Entonces El le dijo: ‛‛;Anda! Por lo que has dicho, el demonio ha salido de tu hija." 30 Ella se volvió a su casa, y encontró a la niña acostada sobre la cama, y que el demonio había salido.<br />
31Al volver del territorio de Tiro, vino, por Sidón, ,hacia el mar de Galilea atravesando el territorio de la Decápolis. 32 Le trajeron un sordo y tartamudo, rogándole que pusiese su mano sobre él. 33 Mas Él, tomándolo aparte, separado de la turba, puso sus dedos en los oídos de él; escupió y tocóle la lengua. 34 Después, levantando los ojos al cielo, dio un gemido y le dijo: "Effathá", es decir', ‛‛ábrete". 35 Y al punto sus oídos se abrieron, y la ligadura de su lengua se desató, y hablaba correctamente. 36 Mas les mandó no decir nada a nadie; pero cuanto más lo prohibía, más lo proclamaban. 37 Y en el colmo de la admiración, decían: ‛‛Todo lo hizo bien: hace oír a los sordos, y hablar a los mudos."<br />
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Capítulo VIII<br />
1En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo: 2 "Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. 3 Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de le]os." 4 Dijéronle sus discípulos: ‛‛ ¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?" 5 Les preguntó: ‛‛¿Cuántos panes tenéis?" Respondieron: ‛‛Siete." 6 Y mandó que la gente se sentase en el Suelo; tomó, entonces, los siete panes, dio gracias, los partió y los dio a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. 7 Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. 8 Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. 9 Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.<br />
10 En seguida subió a la barca con sus discípulos, y fue a la región de Dalmanuta. 11 Salieron entonces los fariseos y se pusieron a discutir con El, exigiéndole alguna señal del cielo, para ponerlo a prueba. 12 Mas Él, gimiendo en su espíritu, dijo: ‛‛¿Por qué esta raza exige una señal? en verdad, os digo, ninguna señal será dada a esta generación." 13 Y dejándolos allí, se volvió a embarcar para la otra ribera.<br />
14 Habían olvidado de tomar pan, y no tenían consigo en la barca más que un solo pan. 15 Les hizo entonces esta advertencia: "¡Cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.” 16 Por lo cual ellos se hicieron esta reflexión unos a otros: ‛‛Es que no tenemos panes." 17 Mas conociéndolo, Jesús les dijo: ‛‛¿Por qué estáis pensando en que no teneis panes? ¿No comprendéis todavía? ¿No caéis en la cuenta? ¿Tenéis endurecido, vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos, no veis; y teniendo oídos, no oís? 19 Cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?” ‛‛Doce”, le dijeron. 20 ‛‛Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de trozos os llevasteis?" Dijéronle: ‛‛Siete.” 21 Y les dijo: ‛‛¿No comprendéis todavía?"<br />
22 Fueron luego a Betsaida. Y le trajeron un ciego, rogándole que lo tocase. 23 Y Él, tomando de la mano al ciego, lo condujo fuera de la aldea, le escupió en los ojos, y le impuso las manos; después le preguntó: ‛‛¿Ves algo?" 24 El alzó los ojos y dijo: ‛Veo a los hombres; los veo como árboles que caminan." 25Le puso otra vez las manos sobre<br />
los ojos, y el hombre miró con fijeza y quedó curado, y veía todo claramente. ”Y lo envió de nuevo a su casa y le dijo: ‛‛Ni siquiera entres en la aldea."<br />
27 Jesús se marchó con sus discípulos para las aldeas de Cesárea de Filipo. Por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: ‛‛¿Quién Soy Yo, según el decir de los hombres?" 28 Le respondieron diciendo: "Juan el Bautista; otros: Elías; otros: uno de<br />
los profetas." 29 Entonces, les preguntó: ‛‛Según vosotros, ¿quién soy Yo?’ Respondióle Pedro y dijo: "Tu eres el Cristo.” 30 Y les mandó rigurosamente que a nadie dijeran (esto) de Él.<br />
31 Comenzó entonces, a enseñarles que era necesario que el Hijo del hombre sufriese mucho; que fuese reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes, y por los escribas; que le fuese quitada la vida, y que, tres días después, resucitase.<br />
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Comentarios<br />
33. Este acto se repite hoy en la administración del Bautismo, cuando el sacerdote dice: "éfeta": abre tus oídos a la palabra de Dios. Pio XII el 14 de enero de 1944 ha dispuesto que se suprima esto siempre que lo aconseje la higiene y la profilaxis en casos de grave peligro. (A. A. S. 36, 28-29).<br />
1 ss. Véase Mat. 15, 32-39.<br />
11 ss. Véase Mat. 16, 1-12; Luc. 11, 54.<br />
12. Según S, Mateo (16, 4) Jesús citó el caso del profeta Jonás como figura de su milagrosa resurrección.<br />
15. La levadura de los fariseos, según vemos en Luc. 12, 1, es la hipocresía. Hemos de guardarnos tanto de compartirla cuanto de ser su víctima. La levadura de Herodes: es la mala vida, que se contagia como una peste. Véase Mat. 16, 6 y 12.<br />
22. Betsaída, la llamada Betsaida Julias, al E. de la desembocadura del Jordán en el lago de Genesaret.<br />
27. Véase Mat. 16, 13-16; Luc. 9, 18-20.<br />
29. Véase Mat. 16, 18, donde Jesús recompensó la fe de aquel humilde pescador, haciéndole príncipe de los apóstoles.<br />
31. ¡Reprobado! Y bien lo vemos en 14, 64 donde todos están horrorizados de sus "blasfemias". Nosotros, gentiles, más que nadie debemos agradecerle, pues fue para abrimos la puerta de la salud (Ef. 2, l ss.). "Por el delito de los judíos la Salud pasó a los gentiles; por la incredulidad de los gentiles volverá a los judíos" (S. Jerónimo).<br />
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32 Y les hablaba abiertamente. Entonces, Pedro, tomándolo aparte, empezó a reprenderlo. 33 Pero Él, volviéndose y viendo a sus discípulos, increpó a Pedro y le dijo: "Vete de Mí, atrás, Satanás! porque no sientes las cosas de Dios, Sino las de los hombres."<br />
34 Y convocando a la muchedumbre con sus discípulos les dijo: ‛‛Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 35 Quien quiere salvar su vida, la perderá, y quien pierde su vida a causa de Mí y del Evangelio, la salvará. 36 En efecto: ¿de qué Servirá al hombre ganar el mundo entero, y perder su vida? 37 Pues ¿qué cosa puede dar el hombre a cambio de su vida? 38 Porque quien se avergonzare de Mí y de mis palabras delante de esta raza adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también Se avergonzará de él cuando vuelva en la gloria de su Padre, escoltado por los Santos ángeles.<br />
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Capítulo IX<br />
1Y les dijo: ‛‛En verdad, os digo, entre los que están aquí, algunos no gustarán la muerte sin que hayan visto el reino de Dios venido con poder." 2 Y seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó solos, aparte, a un alto monte, y Se transfiguró a su vista. 3 Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura, que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. 4 Y Se les a aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús. 5 Entonces, Pedro dijo a Jesús: ‛‛Rabí, es bueno que nos quedemos aquí. Hagamos, pues, aquí tres pabellones, uno para ti, uno para Moisés, y uno para Elías.” 6 Era que no sabía lo que decía, porque estaban sobrecogidos de temor. 7 Vino, entonces, una nube que los cubrió con su sombra, y de la nube una voz se hizo oír: "Èste es mi Hijo, el Amado. ¡Escuchadlo‛!" 8 Y de repente, mirando todo alrededor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.<br />
9 Cuando bajaban del monte, les prohibió referir a nadie lo que habían visto, mientras el Hijo del hombre no hubiese resucitado de entre los muertos. 10 Y conservaron lo acaecido dentro de sí, discurriendo ‛‛qué podría significar eso de resucitar de entre los muertos”. 11 Y le hicieron esta pregunta: ‛‛¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?" 12Respondióles: ‛‛Elías, en efecto, vendrá primero y lo restaurará todo, Pero ¿cómo está escrito del Hijo del hombre, que debe padecer mucho y ser vilipendiado? 13 Pues bien, Yo os declaro: en realidad Elías ya vino e hicieron con él cuanto les plugo, como está escrito de él."<br />
14 Llegaron, entretanto, a los discípulos y vieron un gran gentío que los rodeaba, y escribas que discutían con ellos. 15 Toda esta multitud, en cuanto lo vio, se quedó asombrada y corrió a saludarlo. 16 “Preguntóles: ‛‛¿Por qué discutís con ellos?" 17 Respondióle uno de la multitud: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un demonio mudo. 18 Y cuando se apodera de él, lo zamarrea y él echa espumarajos, rechina los dientes Y queda todo rígido. Y pedí a tus discípulos que lo expulsasen, y no han podido." 19 Entonces, Él les respondió y dijo: ‛Oh raza incrédula, ¿hasta cuándo habré de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!" 20 Y se lo trajeron. En cuanto lo vio, el espíritu lo zamarreaba (al muchacho); y caído en el suelo, se revolvía echando espumarajos.<br />
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Comentarios<br />
33. No obstante la confesión que acaba de hacer (v. 29), Pedro muestra aquí Su falta de espíritu sobrenatural. Jesús, con la extrema severidad de su reproche, nos enseña que nada vale un amor sentimental, sino el que busca en todo la voluntad del Padre como lo hizo El. Cf. Mat. 24, 42 y nota.<br />
34. A la luz de la doctrina revelada y definida, se comprende bien la suavidad de esta palabra de Jesús, que al principio parece tan dura. Renúnciese a sí mismo. Ello significa decirnos, para nuestros bien: líbrate de ese enemigo, pues ahora sabes que es malo, corrompido, perverso. Si tú renuncias a ese mal amigo y consejero que llevas adentro, yo lo sustituiré con mi espíritu, sin el cual nada puedes hacer (Juan 15, 5) ¡Y cómo será de total ese apartamiento que necesitamos hacer del autoenemigo, cuando Jesús nos enseña que es indispensable nacer de nuevo para poder entrar en el Reino de Dios! (Juan 3, 3). Renacer del Espíritu, echar fuera aquel yo que nos aconsejaba y nos prometía quizá tantas grandezas. Echarlo fuera, quitarlo de en medio, destituirlo de su cargo de consejero, por mentiroso, malo e ignorante. He aquí lo que tanto cuesta a nuestro amor propio: reconocer que nuestro fulano de tal es "mentira" (Rom. 3, 4) y de suyo digno de la ira de Dios. Cf. Luc. 9, 23 y nota.<br />
1. Colocado al principio del capítulo, este v. (que en la Vulgata figura como 39 del cap. 8) muestra claramente que el anuncio de Jesús se refiere a su gloriosa Transfiguración, relatada en los vv. que siguen, y en la cual Jesús mostró un anticipo de la gloria con que volverá al fin de los tiempos. Tal es la gloria cuya visión nos refieren S. Juan en su Evangelio (1, 14), y S. Pedro en su Segunda Epístola (I, 16 ss.), Cf, Mat. 16, 28 y nota. Luc. 9, 27.<br />
2ss. Véase Mat. 17, 1•8; Luc. 9. 28-36. Un alto monte: según la tradición, el monte Tabor en Galilea.<br />
7. Aquí, como en el Bautismo de Jesús, el Padre da solemne testimonio de la filiación divina del Mesías, y añade el único mandamiento que el Padre formula personalmente en todo el Evangelio: que escuchemos a Jesús. Por eso, el Maestro nos dice: "Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel que Él os envió" (Juan 6, 29).<br />
9. El monte Tabor y el Gólgota se complementan mostrándonos el doble misterio de Jesús que anunciaban las profecías (I Pedr. 1, 11). Aquí Jesús aparece en la gloria, con que vendrá en su triunfo (v. 1); allá lo verán sumido en un mar de penas y angustias. “En la transfiguración se trataba en primer lugar de quitar de los corazones de los discípulos el escándalo de la Cruz" (S. León Magno).<br />
13 S. "En espíritu S. Juan era Elías. mas no en persona" (S. Gregorio Magno). Véase Mat. 17, 11 S. y nota; Mal. 4, 5; Is. 53, 3. ‘<br />
14sS. Véase Mat. 17, 14-21; Luc. 9, 37-43 Y notas.<br />
19. Este reproche de incredulidad es e1 único que el divino Maestro dirige a sus discípulos; Pero es el más grave. Véase 11, 22 ss. y nota.<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-87379820730272996862012-07-21T14:17:00.006-07:002012-07-21T14:17:51.244-07:00Evangelio según san Marcos cap. 6. 9-56; 7. 1-24<br />
9 Sino que fuesen calzados de Sandalias, y no se pusieran dos túnicas. 10 Y les dijo: ‛‛Dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta el momento de salir del lugar. 11 Y si en algún lugar no quieren recibiros y no se os escucha, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies para, testimonio a ellos.” 12 Partieron, pues, y predicaron el arrepentimiento. 13 Expulsaban también a muchos demonios, y ungían con óleo a muchos enfermos y los sanaban.<br />
14 El rey Herodes oyó hablar (de Jesús), porque su nombre se había hecho célebre y dijo: ‛‛Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso las virtudes obran en Él. 15 Otros decían: "Es Elias" otros: ‛‛Es un profeta, tal como uno de los (antiguos) profetas." 16 No obstante esos rumores, Herodes decía: "Aquel Juan, a quien hice decapitar, ha resucitado." 17 Herodes, en efecto, había mandado arrestar a Juan, y lo había encadenado en la cárcel, a causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues la había tomado por su mujer. 18 Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano." 19 Herodías le guardaba rencor, y quería hacerlo morir, y no podía. 20 Porque Herodes tenía respeto por Juan, sabiendo que era un varón justo y santo, y lo amparaba: al oírlo Se quedaba muy perplejo y sin embargo lo escuchaba con gusto. 21 Llegó, empero, una ocasión favorable, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un festín a sus grandes, a los oficiales, y a los personajes de Galilea. 22 Entró (en esta ocasión) la hija de Herodías y se congració por sus danzas con Herodes y los convidados. Dijo, entonces, el rey a la muchacha. "Pídeme lo que quieras, yo te lo daré." 23 Y le juró; " Todo lo que me pidas, te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino." 24 Ella salió y preguntó a su madre: ‛‛¿Qué he de pedir?" Esta dijo: ‛‛La cabeza de Juan el Bautista.” 25 Y entrando luego a prisa ante el rey, le hizo Su petición: "Quiero que al instante me des sobre un plato la cabeza de Juan el Bautista.” 26 Se afligió mucho el rey; pero en atención a su juramento y a los convidados, no quiso rechazarla. 27 Acto continuo envió, pues, el rey un verdugo, ordenándole traer la cabeza de Juan. 28 Este fue, lo decapitó en la prisión, y trajo sobre un plato la cabeza que entregó a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre. 29 Sus discípulos luego que lo supieron, vinieron a llevarse el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.<br />
30 Nuevamente reunidos con Jesús, le refirieron los apóstoles todo cuanto habían hecho y enseñado. 31 Entonces les dijo: ‛‛Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, para que descanséis un poco." Porque muchos eran los que venían e iban, y ellos no tenían siquiera tiempo para comer. 32 Partieron, pues, en una barca, hacia un lugar desierto y apartado. 33 Pero (las gentes) los vieron cuando se iban, y muchos los conocieron; y, acudieron allí, a pie, de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos.<br />
34 Al desembarcar, vio una gran muchedumbre, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.<br />
35 Siendo ya la hora muy avanzada, sus discípulos se acercaron a El, y le dijeron: ‛‛Este lugar es desierto, y ya es muy tarde. 36 Despídelos, para que se vayan a las granjas y aldeas del contorno a comprarse qué comer.” 37 Mas Él les respondió y dijo: “Dadles de comer vosotros." Le replicaron: ‛‛¿Acaso habremos de comprar pan por doscientos denarios, a fin de darles de comer? 38 Les preguntó: ‛‛¿Cuántos panes tenéis? Id a ver." Habiéndose cerciorado, le dijeron: ‛‛Cinco panes y dos peces." 39 Y les ordenó hacerlos acampar a todos, por grupos, sobre la hierba verde. 40 Se sentaron, pues, en cuadros, de a ciento y de a cincuenta. 41Entonces, tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, bendijo los panes, los partió y los dio a los discípulos, para que ellos los sirviesen. Y repartió también los dos peces entre todos. 42 Comieron todos hasta saciarse. 43 Y recogieron doce canastos llenos de los trozos y de los peces. 44 Los que habían comido los panes, eran cinco mil varones.<br />
45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a reembarcarse y a adelantársele hacia la otra orilla, en dirección a Betsaida, mientras Él despedía a la gente. 46 Habiéndola, en efecto despedido, se fue al monte a orar. 47 Cuando llegó la noche, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra. 48 Y viendo que ellos hacían esfuerzos penosos por avanzar, porque el viento les era contrario, vino hacia ellos, cerca de la cuarta vela de la noche, andando sobre el mar, y parecía querer pasar de largo.<br />
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Comentarios<br />
13. El óleo Se usaba en primer lugar para reanimar las fuerzas físicas del enfermo. También hoy se lo emplea en la Santa Unción, que no es, como suele creerse, sólo para los moribundos, sino como explica Santiago, un Sacramento para confortar a los enfermos graves, incluso devolviéndoles la salud, y para perdonar pecados si los hubiere (Sant. 5, 14).<br />
14. Ss_ Véase Mat. 14, 1ss.; Luc. 3, 19 S.; 9, 7 Ss.<br />
16. Era 1a mala conciencia lo que atormentaba a Herodes; por eso veía en Jesucristo al Bautista, a quien había matado. "No hay pena comparable a una conciencia cargada de crímenes, porque cuando el hombre sufre exteriormente, se refugia en Dios; pero una conciencia desarreglada, no encuentra a Dios dentro de Sí misma; entonces, ¿dónde puede hallar consuelos? ¿dónde buscar el reposo y la paz?" (S. Gregorio).<br />
18. Véase Ltv. 18, 16.<br />
26. ¿Qué valía un juramento hecho contra Dios? Fué el respeto humano, raíz de tantos males, lo que determinó a Herodes a condescender con el capricho de una mujer desalmada. No teme a Dios, pero teme el juicio de algunos convidados ebrios como él. Cf.<br />
Mat. 14, 9 y nota.<br />
33 ss. Véase Mat. 14, 13~2l; Luc. 9, 10-17; Juan 6, 2-15<br />
44. Esta primera multiplicación de los panes: tuvo lugar probablemente al E. del lago (Juan 6, 1 y 17); Según Otros, al N. O., en el lugar donde Se ha descubierto una antiquísima Basílica erigida en recuerdo del milagro<br />
45 ss. Véase Mat. 14, 22-32; Juan 6, 15-21<br />
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49 Pero ellos, al verlo andando sobre el mar, creyeron que era un fantasma y gritaron; 50 porque todos lo vieron y se sobresaltaron. Mas Él, al instante, les habló y les dijo: "¡Animo! soy Yo. No tengáis miedo." 51 Subió entonces con ellos a la barca, y se calmó el viento. Y la extrañeza de ellos llegó a su colmo. 52 Es que no habían comprendido lo de los panes, porque sus corazones estaban endurecidos.<br />
53 Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret, y atracaron. 54 Apenas salieron de la barca, lo conocieron, 55 y recorrieron toda esa región; y empezaron a transportar en camillas los enfermos a los lugares donde oían que Él estaba. 56 Y en todas partes adonde entraba: aldeas, ciudades, granjas, colocaban a los enfermos en las plazas, y le suplicaban que los dejasen tocar aunque no fuese más que la franja de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban sanos.<br />
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Capítulo VII<br />
1 Se congregaron en torno a Él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. 2 Los cuales vieron que algunos de sus discípulos comían con manos profanas, es decir, no lavadas, porque los fariseos y los judíos en general, no comen, si no se lavan las manos, hasta la muñeca, guardando la tradición de los antiguos; 4 y lo que procede del mercado no lo comen, sin haberlo rociado con agua; y observan muchos otros puntos por tradición, ablución de copas, de jarros, de vasos de bronce. 5 Así, pues, los fariseos y los escribas le preguntaron: "¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los antiguos, sino que comen con manos profanas?" 6 Les dijo: ‛‛Con razón Isaías profetizó sobre vosotros, hipócritas, como está escrito: ‛‛Este pueblo me honra con los labios, 7 pero su corazón está lejos de Mí. Me rinden un culto vano, enseñando doctrinas (que son) mandamientos de hombres"<br />
8 ‛‛Vosotros quebrantáis los mandamientos de Dios, al paso que observáis la tradición de los hombres; lavados de jarros y copas y otras muchas cosas semejantes a éstas hacéis." 9 Y les dijo: "Lindamente habéis anulado el mandamiento de Dios, para observar la tradición vuestra. 10 Porque Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre", y: "Quien maldice a su padre o a su madre, sea muerto." Y vosotros decís: 11"Si uno dice a su padre o a su madre: «Es Korbán, es decir, ofrenda, esto con lo cual yo te podría socorrer», 12 ya no lo dejáis hacer nada por su padre o por su madre, 13 anulando así la palabra de Dios por la tradición que transmitisteis. Y hacéis cantidad de cosas semejantes." 14 Y habiendo de nuevo llamado a la muchedumbre, les dijo: "Escuchadme todos con inteligencia: 15 No hay cosa fuera del hombre que, entrando en él, lo pueda manchar; mas lo que sale del hombre, eso es lo que mancha al hombre. 16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.<br />
"Cuando, dejando a la multitud, hubo entrado en casa, sus discípulos lo interrogaron sobre esta parábola. 18 Respondióles: ‛‛¿A tal punto vosotros también estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre, no lo puede manchar? 19Porque eso no va al corazón, sino al vientre y sale a un lugar oculto, limpiando así todos los alimentos." 20 Y agregó: "Lo que procede del hombre,<br />
eso es lo que mancha a hombre. 21 Porque es de adentro, del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, hurtos, homicidios, 22 adulterios, codicias, perversiones, dolo, deshonestidad, envidia, blasfemia, soberbia, insensatez. 23 Todas estas cosas malas proceden de dentro y manchan al hombre."<br />
24 Partiendo de allí, Se fue al territorio de Tiro, y de Sidón, y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese, mas no pudo quedar oculto. 25 Porque en seguida una mujer cuya hija estaba poseída de un demonio inmundo, habiendo oído hablar de Él, vino a prosternase a sus pies. 26 Esta mujer era pagana, sirofenicia de origen, y le rogó que echase al demonio fuera de su hija. 27 Mas Él le dijo: ‛‛Deja primero a los hijos saciarse, porque no está bien tomar el pan de los hijos para darlo a los perritos." 28Ella le contestó diciendo: "Si, Señor, pero también los perritos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos."<br />
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Comentarios<br />
4 ss. Se trata de purificaciones que no eran prescriptas por la Ley y que los escribas multiplicaban llamándolas “tradiciones". "No conociendo la justicia de Dios y queriendo establecer la suya propia (Rom. 3, 10), el fariseo, satisfecho de sí mismo, espera sorprender a Dios con su virtud que nada necesita (Luc. 18, ls,). En realidad, el fariseo es el más temible de los materialistas, pues el saduceo sensual ignora lo espiritual; pero él, en cierto modo, lo conoce para reducirlo a la materia: hechos, realizaciones, obras visibles para que sean vistos de los hombres y 1os hombres los alaben y los imiten. Antítesis del fariseo es la Verónica que al acercarse a Dios presenta, a la faz de la gracia, el lienzo en blanco de su esperanza." Es evidente que la doctrina de Jesucristo era tan incompatible con esa mentalidad como el fuego con el agua (véase 12, 38 y nota). La tradición que vale para 1a Iglesia es la que tiene su origen en 1a revelación divina, es decir, en la predicación del mismo Jesucristo y de los apóstoles, "a fin de que siempre se crea del mismo modo la verdad absoluta e inmutable predicada desde el principio por los apóstoles" (Pio X en el juramento contra los modernistas). Cf, I Tim. 6, 3s. y 20.<br />
6. Véase Is. 29, 13; Cf. Mat. 15, 1-28; 23, 15; Luc. 11, 37-41; Juan 4, 23 y notas.<br />
10. Véase Ex. 20, 12; 21, 17; Lev. 20, 9; Deut, 5, 16; Ef. 6, 2.<br />
11. Quiere decir que 1os fariseos se consideraban exonerados de la obligación de sustentar a sus ancianos padres, pretendiendo que les valiera por tal una ofrenda de dinero (Korbán) dada al Templo.<br />
26. Sírofenícia es 1o mismo que Cananea (Mat. 15, 22), porque los fenicios se llaman. también —cananeos.<br />
28. Como esta pagana, insistamos porfiados en la oración, aunque a veces parezca que Dios no quiere oímos. Véase la parábola del amigo importuno (Luc. 11, 5 ss.). La perseverancia, dice San Bernardo, es una virtud sin la cual nadie vera a Dios, ni será visto por Dios. Cf. Luc. 21, 19.<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-33351670415556408352012-07-21T14:15:00.004-07:002012-07-21T14:15:47.448-07:00Evangelio según San Marcos cap. 4. 19-41; 5; 6. 1-8<br />
19 pero los afanes del mundo, el engaño de las riquezas y las demás concupiscencias invaden y ahogan la palabra, la cual queda infructuosa. 20 Aquellos, en fin, que han sido sembrados en buena tierra, son: quienes escuchan la palabra, la reciben y llevan<br />
fruto, treinta, sesenta y ciento por uno."<br />
21 Les dijo también: ‛‛Acaso se trae la luz para ponerla debajo del celemín o debajo de la cama? ¿No es acaso para ponerla en el candelero? 22 ”Nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni ha sido escondido sino para que sea sacado a luz. 23 Si<br />
alguien tiene oídos para oír, ¡oiga!” 24 Díjoles además: "Prestad atención a lo que oís: con la medida con que medís, se medirá para vosotros; y más todavía os será dado a vosotros los que oís; 25 porque a quien tiene se le dará, y a quien no tiene, aun lo que tiene le será quitado."<br />
26 Y dijo también: ‛‛Sucede con el reino de Dios lo que sucede cuando un hombre arroja la simiente en tierra. 27 Ya Sea que duerma o esté despierto, de noche, y de día, la simiente germina y crece, y él no sabe cómo. 28Por sí misma la tierra produce primero el tallo, después la espiga, y luego el grano lleno en la espiga. 29 Y cuando el fruto está maduro, echa pronto la hoz, porque la mies está a punto."<br />
30 Dijo además: ‛‛¿Qué comparación haremos del reino de Dios, y en qué parábola lo pondremos? 31 Es como el grano de mostaza, el cual, cuando es sembrado en tierra, es la menor de todas las semillas de la tierra. 32 Con todo, una vez sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de modo que los pájaros del cielo pueden anidar bajo su sombra."<br />
33 Con numerosas parábolas como éstas les presentaba Su doctrina, según eran capaces de entender, 34 y no les hablaba sin parábolas, pero en particular, se lo explicaba todo a los discípulos que eran suyos.<br />
35 Y les dijo en aquel día, llegada la tarde: "Pasemos a la otra orilla." 36 Entonces ellos, dejando a la multitud, lo tomaron consigo tal como estaba en la barca; y otras barcas lo acompañaban. "Ahora bien, sobrevino una gran borrasca, y las olas se lanzaron sobre la barca, hasta el punto de que ella estaba ya por llenarse; 38 Mas El estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” 39 Entonces El se levantó, increpó al viento y dijo al mar; ‛‛¡Calla; sosiégate!” Y Se apaciguó el viento y fue hecha gran bonanza. 40 Después les dijo: ‛‛¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?" 41Y ellos temían con un miedo grande, y se decían unos a otros: "¿Quién es, entonces, Éste, que aun el viento y el mar le obedecen?"<br />
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Capítulo V<br />
1 Llegaron a la otra orilla del mar, al país de los gerasenos. 2Apenas desembarcó, salióle al encuentro desde los sepulcros un hombre poseído de un espíritu inmundo, 3 el cual tenía su morada en los sepulcros; y ni con cadenas podía ya nadie amarrarlo, 4 pues muchas veces lo habían amarrado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y hecho pedazos los grillos, y nadie era capaz de sujetarlo. 5 Y todo el tiempo, de noche y de día, Se estaba en los sepulcros y en las montañas, gritando e hiriéndose con piedras. 6 Divisando a Jesús de lejos, vino corriendo, se prosternó delante de Él 7 y gritando a gran voz dijo: ‛‛¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Te conjuro por Dios, no me atormentes." “Porque El le estaba diciendo: ‛‛Sal de este hombre, inmundo espíritu." 9 Y le preguntó: ‛‛¿Cuál es tu nombre?" Respondióle: ‛‛Mi nombre es Legión, porque somos muchos." 10 Y le rogó con ahínco que no los echara fuera del país. 11 Ahora bien, había• allí junto a la montaña una gran piara de puercos paciendo. 12Le suplicaron diciendo: ‛Envíanos a los puercos, para que entremos en ellos." 13 Se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara, como unos dos mil, se despeñó precipitadamente en el mar y se ahogaron en el agua.<br />
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Comentarios<br />
22. Jesús insiste en que su predicación no tiene nada de secreto ni de esotérico. El grado de penetración de su luminosa doctrina depende del grado de atención que prestamos a sus palabras, como lo dice en el v. 24, en el cual promete a los que las oyen bien, una recompensa sobreabundante. Cf. Luc. 12, 1 ss. y nota. '<br />
24. Véase en Mateo 7, 2 y nota la explicación de este pasaje. San Marcos añade aquí, en las palabras finales, un nuevo rasgo de esa divina misericordia que Se excede siempre en darnos más de lo que merecemos. El Papa San Pio V condenó, entre los errores de Miguel Bayo, la proposición según la cual en el día del juicio las buenas obras de los justos, no recibirán mayor recompensa que la que merezcan según la mera justicia (Denz. 1014).<br />
26 ss. Esta pequeña y deliciosa• parábola, exclusiva de Marcos, muestra la eficacia propia que por acción divina tiene la Palaba de Dios, con sólo dejarla obrar en nuestra alma Sin ponerle obstáculos. Cf. Iuan 17, 17 y nota.<br />
29. Muy apropiada es esta parábola para suprimir en los ministros del Evangelio la vanagloria al mismo tiempo les inspira Confianza, puesto que el éxito no depende de ellos Sino de la gracia divina (Simón-Prado). Véase Juan 71, 20; I Cor. 3, 7.<br />
30 ss. Véase Mat. 13, 31 S.; Luc. l3, 18 S.<br />
40. Véase Mat. 8, 23 ss.; Luc. 8, 22 ss. La barca abandonada a las olas es una imagen de la Iglesia, que sin cesar tiene que luchar contra toda clase de tormentas; mas Cristo está en la. barca para conducirla a través del "tiempo de nuestra peregrinación" (I Pedr. 1, 17) "en este siglo malo" (Gál. 1, 4). Tengamos, pues, confianza. ‘<br />
41. ¿Quién es entonces?: Vemos por esta expresión la incertidumbre en que aun estaban estos discípulos respecto de Jesús, no obstante la admirable confesión de Natanael en Juan 1, 49.<br />
1ss. Véase Mat. 8, 28 SS.; Luc. 8, 26 ss. S. Mateo habla de dos endemoniados. Marcos menciona una solo, probablemente porque éste desempeñaba el papel principal. Sobre Gerasa véase Mat. 8, 28 y nota<br />
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14 Los porqueros huyeron a toda prisa y llevaron la nueva a la ciudad y a las granjas; y vino la gente a cerciorarse de lo que había pasado. 15 Mas llegados a Jesús vieron al endemoniado, sentado, vestido y en su sano juicio: al mismo que había estado poseído por la legión, y quedaron espantados. 16 Y los que habían presenciado el hecho, les explicaron cómo había sucedido con el endemoniado y con los puercos. 17 Entonces comenzaron a rogarle que se retirase de su territorio.<br />
18 Mas cuando Él se reembarcaba, le pidió el endemoniado andar con Él; 19 pero no se lo permitió; sino que le dijo: ‛‛Vuelve a tu casa, junto a los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor te ha hecho y cómo tuvo misericordia de ti.” 20 Fuése, y se puso a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho por él, y todos se maravillaban.<br />
21Habiendo Jesús regresado en la barca a la otra orilla, una gran muchedumbre se juntó alrededor de Él. Y Él estaba a la orilla, del mar, 22 cuando llegó un jefe de sinagoga, llamado Jairo, el cual, al verlo, se echó a sus pies, 23 le rogó encarecidamente y le dijo: ‛‛Mi hija está en las últimas; ven a poner tus manos sobre ella, para que se sane y viva.” 24 Se fue con él, y numerosa gente le seguía, apretándolo.<br />
25Y había una mujer atormentada por un flujo de sangre desde hacia doce años. 26 Mucho había tenido que sufrir por numerosos médicos, y había gastado todo su haber, sin experimentar mejoría, antes, por el contrario, iba de mal en peor. 27 Habiendo oído lo que se decía de Jesús, vino, entre la turba, por detrás, y tocó su vestido. 28 Pues se decía: ‛'Con solo tocar sus vestidos, quedaré sana." 29 Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de su mal. 30 En el acto Jesús, conociendo en sí mismo que una virtud había salido de Él, se volvió entre la turba y dijo: ‛‛¿Quién ha tocado mis vestidos?” 31Respondiéronle sus discípulos: ‛‛Bien ves que la turba te oprime, y preguntas: ‛‛¿Quién me ha tocado?” 32 Pero El miraba en torno suyo, para ver la persona que había hecho esto. 33 Entonces, la mujer, azorada y temblando, sabiendo bien lo que le había acontecido, vino a postrarse delante de Él, y le dijo toda la verdad. 34 Mas Él le dijo: ‛‛¡Hija! tu fe te ha salvado. Vete hacía la paz y queda libre de tu mal."<br />
35 Estaba todavía hablando cuando vinieron de casa del jefe de sinagoga a decirle (a éste): "Tu hija ha muerto. ¿Con qué objeto incomodas mas al Maestro?" 36 Mas Jesús, desoyendo lo que hablaban, dijo al jefe de sinagoga: ‛‛No temas, únicamente cree." 37 Y no permitió que nadie lo acompañara, sino Pedro, Santiago y Juan, hermano de Jacobo. 38 Cuando hubieron llegado a la casa del jefe de sinagoga, vio<br />
el tumulto, y a los que estaban llorando y daban grandes alaridos. 39 Entró y les dijo:<br />
‛‛¿Por qué este tumulto y estas lamentaciones? La niña no ha muerto, sino que duerme." 40 Y Se burlaban de Él. Hizo, entonces, salir a todos, tomó consigo al padre de la niña y a la madre y a los que lo acompañaban, y entró donde estaba la niña. 41 “Tomó la mano de la niña y le dijo: "¡Talitha kum!", que se traduce: ‛‛¡Niñita, Yo te lo mando, levántate!" 42 Y al instante la niña se levantó, y Se puso a caminar, pues era de doce años. Y al punto quedaron todos poseídos de gran estupor. 43 Y les recomendó con insistencia que nadie lo supiese; y dijo que a ella le diesen de comer.<br />
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Capítulo VI<br />
1 Saliendo de allí, vino a su tierra, y sus discípulos lo acompañaron. 2 Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la numerosa concurrencia que lo escuchaba estaba llena de admiración, y decía: ‛‛¿De dónde le viene esto? ¿Y qué es esta sabiduría que le ha sido dada? ¿Y estos grandes milagros obrados por sus manos? 3 ¿No es Éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?" Y se escandalizaban de El 4Mas Jesús les dijo: ‛‛No hay profeta sin honor sino en su tierra, entre sus parientes Y en su casa." 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro; solamente puso las manos sobre unos pocos enfermos, y los sanó. 6 Y Se quedó asombrado de la falta de fe de ellos. Y recorrió las aldeas a la redonda, enseñando.<br />
7 Entonces, llamando a los doce, comenzó a enviarlos, de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos, 8 y les ordenó que no llevasen nada para el camino, sino sólo un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto,<br />
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Comentarios<br />
17. Los gerasenos son el tipo de aquellos hombres que se retiran de la Iglesia para no ser inquietados en la cómoda vida que llevan. Los cerdos, es decir, los bienes materiales, valen para ellos más que la fe y las promesas de Cristo. Véase Ia nota a Filip, 3, 11,<br />
20. Decápolís, p región de las "dicz ciudades libres", situadas en su mayoría en la Transjordania Septentrional.<br />
21 ss. Véase Mat. 9, 18 ss. y notas.<br />
30 s. La pregunta del Señor tiene por objeto confirmar el milagro delante de toda la muchedumbre. La respuesta de los discípulos acusa su poca inteligencia del poder y sabiduría de Jesús, pues Él sabía muy bien quién le había tocado.<br />
4-1. "Talíthu kum": expresión aramea. que el Evangelista traduce para su auditorio de Roma.<br />
43. Parece que los padres, fuera de sí de alegría. Olvidaban el alimento que requería Su hija. Jesús no lo olvida. Véase S. 26, 10; 102, 13; Is. 66, 13 ynotas.<br />
3. Véase Mat. 13, 54 SS.; Luc. 4, 16 ss.; Juan 6, 42. No es sorprendente que tengan a Jesús por artesano, pues durante su vida oculta, hasta los treinta años, ayudaba a José en las tareas de carpintero, santificando así el trabajo manual, Respecto a los "hermanos" de Jesus véase 3, 32; IMat. 12, 4-6 y nota.<br />
8s. Véase Mat. 10, 5ss.; Luc. 9, lss,; 10, 1ss. Jesús quiere que sus ministros tengan plena confianza en la providencia del Padre Celestial (Mat.6, 25 ss,) y se desprendan de todo lo que no sea absolutamente necesario. Les basta con la eficacia infalible de la palabra evangélica y la gracia que la acompaña. Véase II Tim. 2, 4.<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-62178852515660374782012-07-21T14:13:00.000-07:002012-07-21T14:13:24.056-07:00Evangelio según San Marcos cap 2. 13-28; 3; 4 1-18<br />
13 Salió otra vez a la orilla del mar, y todo el pueblo venía a Él, y les enseñaba. 14 Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la recaudación de impuestos, y le dijo ‛‛Sígueme,” Y, levantándose, lo siguió. 15 Y sucedió que cuando Jesús estaba sentado a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores se hallaban también (allí) con El y sus discípulos, porque eran numerosos los que lo habían seguido. 16Los escribas de entre los fariseos, empero, viendo que comía con los pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos: "¿Por qué come con los publicanos y los pecadores?" 17 "Más Jesús oyéndolo, les dijo: "No necesitan de médico los sanos, sino los que están enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores."<br />
18 Un día ayunaban los discípulos de Juan también los fariseos y vinieron a preguntarle: ‛‛¿Por qué, mientras los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?" 19 Respondióles Jesús: ‛‛¿Pueden acaso ayunar los compañeros del esposo mientras. el esposo está con ellos? En tanto que el esposo está con ellos no pueden ayunar. 20 Pero tiempo vendrá en que el esposo les será quitado, y entonces en aquel tiempo, ayunarán. 21 Nadie zurce remiendo de paño nuevo en vestido viejo; pues de lo contrario, el remiendo tira de él: lo nuevo de lo viejo, y la rotura, se hace peor. 22 Nadie tampoco echa vino nuevo en cueros viejos, pues de lo contrario, el vino hará reventar los cueros, y se pierde el vino lo mismo que los cueros; sino que se ha de poner el vino nuevo en cueros nuevos." 23 Sucedió que, un día de sábado, Él iba atravesando los sembrados, y sus discípulos, mientras caminaban, se pusieron a arrancar espigas 24 Entonces los fariseos le dijeron: "¿Ves?" ¿Por qué hacen, en día de sábado, Io que no es lícito? 25 Respondióles: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros, 26 cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar y comió de los panes de la proposición, los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes y dio también a sus compañeros?" 27 Y les dijo: ‛‛El sábado se hizo por <span style="background-color: white;">causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado; 28 de manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado.”</span><br />
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CAPÍTULO III<br />
1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía seca la mano. 2 Y lo observaban, para ver si lo curaría en día de sábado, a fin de poder acusarlo. 3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: "Ponte de pie en medio." 4 Después les dijo: ‛‛¿Es lícito, en día de sábado, hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?" Pero ellos callaban. 5 Más Él mirándolos en derredor con ira, contristado por el endurecimiento de sus corazones, dijo al hombre: "Alarga la mano." Y la alargó, y la mano quedó sana. 6 Y salieron los fariseos en seguida y deliberaron con los herodianos sobre cómo hacerlo morir.<br />
7 Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y mucha gente de Galilea lo fue siguiendo. Y vino también a Él de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y de la región de Tiro y de Sidón, una gran multitud que había oído lo que El hacía. 9 Y recomendó a sus discípulos que le tuviesen pronta una barca, a causa del gentío, para que no lo atropellasen. 10 Porque había sanado a muchos, de suerte que todos cuantos tenían dolencias se precipitaron sobre El para tocarlo. 11 Y los espíritus inmundos, al verlo, se prosternaban delante de Él y gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios." 12 Pero El les mandaba rigurosamente que no lo diesen a conocer.<br />
13 Y subió a la montaña, y llamó a los que Él quiso, Y vinieron a Él. 14 Y constituyó a doce para que fuesen sus compañeros y para enviarlos a predicar, 15 y para que tuvieran poder de expulsar los demonios. 16 “Designó, pues, a los Doce; y puso a<br />
Simón el nombre de Pedro; 17 a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan, hermano de Santiago -a los que puso el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno<br />
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Comentarios<br />
13 El Mar de Galilea, o lago de Genesaret o de Tîberiades.<br />
14. Leví, esto es, Mateo (Mat. 9, 9; Luc. 5, 29), nos da un ejemplo de la eficacia de la vocación. Una sola palabra de la boca del Señor, una sola mirada basta para convertirlo de un publicano en un fervoroso apóstol. Su vocación es consecuencia de 1a elección (Juan 15, 16; Rom. 8, 29 ss.). "Dios nos previene para llamarnos, y nos acompaña para glorificamos" (San Agustín). Cf. 1, 20 y nota.17, Es una de las muchas verdades con aspecto de paradoja en boca de Jesús (cf. Luc, 7, 23 y nota) que nos descubre el fondo de su Corazón misericordioso y encierra una divina regla pastoral: buscar a la oveja perdida (Luc. 15, 1ss.). El que se cree sano y justo no puede aprovechar la Redención de Cristo. Cf. Luc. 5, 32.<br />
20. Jesucristo es e1 Esposo que aspira a ganar el amor de todas y cada una de las almas (Mat. 9,<br />
15; Juan 3, 29; II Cor. 11, 2 y nota).<br />
22. El Evangelio, al que San Agustín llama vino, tiene una inmensa fuerza espiritual y rompe los moldes que- quieren someter a nuestra pobre razón los misterios del insondable amor de Dios (II Cor. 10,<br />
5). Cf. Mat. 9, 16 ss. y notas.<br />
26. En I Rey. 21, l ss. se llama Aquimelec, padre de Abíatar, el cual le ayudaba. Cf. Mat. 12, 1ss.<br />
27.¡Quč caridad tan divina refleja esta sentencia! Jesús condena aqui definitivamente todo ritualismo formulista (véase Juan 4, 23 ss.).<br />
6. Los herodíanos o partidarios del rey Herodes eran amigos de los romanos y, por consiguiente, enemigos de los fariseos, eminentemente nacionalistas. Si los dos partidos, tan opuestos, se juntaron, sólo fue por odio, para librarse de Jesús.<br />
13. A lo que Él quiso: Nótese la libre elección divina: "No me elegisteis vosotros, sino que Yo os elegí" (Juan 15, 16). Cf. Rom. 8, 28 ss.; 9, 15 ss.; Ef, 2, 10; II Tim. 1, 9.<br />
17. Véase Mat. 10, 2•4. E1 apodo de Boanerges que significa "hijos del trueno", demuestra que Juan estaba lejos de ser un sentimental, como lo representa a veces el arte, con menoscabo de la sólida piedad. Véase Luc. 9, 53 Y nota.<br />
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18 a Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Santiago hijo de Alfeo, a Tadeo, a Simón el Cananeo, 19 y a Judas Iscariote, el que lo entregó.<br />
20 Volvió a Casa, y la muchedumbre se juntó nuevamente allí, de suerte que ni siquiera podían comer pan. 21 Al oírlo los suyos, salieron para apoderarse de Él, porque decían; "Ha perdido el juicio." 22 Pero los escribas, venidos de Jerusalén, decían: "Tiene a Beelzebul y por el jefe de los demonios expulsa a los demonios."<br />
23 ”Mas Él los llamó y les dijo en parábolas: "¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Y si dentro de un reino hay divisiones, ese reino no puede sostenerse. 25 Y si hay divisiones dentro de una casa, esa casa no podrá subsistir. 26 Si, pues, Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede subsistir, y llegó su fin. 27 Porque nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y quitarle sus bienes, si primero no ata al fuerte; y sólo entonces sí saqueará su casa. 28 En verdad, os digo, todos los pecados serán perdonados A los hombres, y cuantas blasfemias dijeren; 29 pero quien blasfemare contra el Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón y es reo de eterno pecado." 30 Porque decían: "Tiene espíritu inmundo.”<br />
31 Llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose de pie afuera, le enviaron recado, llamándolo. 32 Estaba sentada la gente alrededor de Él y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos están fuera buscándote."` 33 Mas Él les respondió y dijo: ‛‛¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" 34 Y dando una mirada en torno sobre los que estaban sentados a su alrededor, dijo: "He aquí mi madre y mis hermanos. 35 Porque quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, hermana y madre."<br />
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Capítulo IV<br />
1 De nuevo se puso a enseñar, a la orilla del mar, y vino a El una multitud inmensa, de manera que Él subió a una barca y se sentó en ella, dentro del mar, mientras que toda la multitud se quedó en tierra, a lo largo del mar. 2Y les enseñó en parábolas muchas cosas; y en su enseñanza les dijo; 3 "¡Escuchad! He aquí que el sernbrador salió a sembrar. 4 Y sucedió que al sembrar una semilla cayó a lo largo del camino, y los pájaros vinieron y la Comieron. 5 Otra cayó en terreno pedregoso, donde no había <span style="background-color: white;">mucha tierra, y brotó en seguida, por falta de profundidad de la tierra. 6 Mas al subir el s</span><span style="background-color: white;">ol, se abrasó, y no teniendo raíz, se secó. 7 Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Y otra cayó en buena tierra, brotando y creciendo dio fruto, y produjo treinta, sesenta y ciento por uno." 9 Y agregó: ‛‛¡Quien tiene oídos para oír, oiga!"</span><br />
10 Cuando Él estuvo solo, preguntáronle los que lo rodeaban con los Doce, (el Sentido de) estas parábolas. 11 “Entonces les dijo: "A vosotros es dado el misterio del reino de Dios; en cuanto a los de afuera, todo les llega en parábolas, 12 para que mirando no vean, oyendo no entiendan, no Sea que se conviertan y se les perdone." <br />
13 Y añadió: ‛‛¿No comprendéis esta parábola? Entonces, ¿cómo entenderéis todas las parábolas?. 14 El sembrador es el que siembra la palabra. 15 Los de junto al camino son aquellos en quienes es sembrada la palabra; mas apenas la han oído, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. 16De semejante manera, los sembrados en pedregal son aquellos que al oír la palabra, al momento la reciben con gozo, 17 pero no tienen raíz en sí mismos, y son tornadizos. Apenas sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la palabra, se escandalizan en seguida. 18 Otros son los sembrados entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra<br />
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Comentarios<br />
21. Ha perdido el juicio: No porque el oído se horrorice de la frase, deja ésta de ser histórica (Maldonado), Véase Luc. 14, 26 y nota. La incomprensión de los parientes de Jesús. confirmada en Juan 7, 5, es una advertencia para los que hemos de ser sus discípulos; pues Él nos anunció que correríamos igual suerte, Cf. Mat, 10, 35 ss.; 13, 57 y nota.<br />
22. Sobre Belzebul véase Mat. 10, 25 y nota. Éste fue el pecado que cometieron los jefes de la nación judía: el atribuir a Satanás lo que era obra del Espíritu Santo. Jesús hace ostentación de mansedumbre al detenerse a demostrar lo absurdo de tan blasfemas aseveraciones. Cf. Mat. 12, 24~28; Luc. 11, 15-20; Cf. Juan 10, 20; 16, 9 y nota.<br />
29. La blasfemia Contra el Espíritu Santo se caracteriza por la malicia y endurecimiento del pecador. De ahí la imposibilidad de que sea perdonada. La misericordia no puede concederse al que no quiere aceptarla.<br />
31. Admiremos la modestia en esta actitud de la Virgen Madre, concordante con la conducta silenciosa y oculta que siempre le vemos observar frente a la vida pública de Jesús. •<br />
32. Tus hermanos:. Véase la nota a Mat, 12, 46,<br />
34. Jesús no desprecia los lazos de la sangre; pero le; antepone siempre la comunidad espiritual (Luc. 11, 28 y nota). Maria es 1a bendita, más porque ciega en Cristo que por haberlo dado a luz (S. Agustín).<br />
5. Brotó en seguida: Es de admirar la elocuencia de esta imagen: la semilla en el estéril pedregal brota más rápidamente que en la tierra buena. Jesús nos enseña a ver en esto una prueba de falta de profundidad (v. 17). Debemos, pues, desconfiar de los primeros entusiasmos, tanto en nosotros como en los demás. De ahí el consejo que San Pablo da a Timoteo sobre los neófitos (I Tim. 3, 6).<br />
8. La buena tierra es el corazón Sin dob1ez. Para creer y "crecer en la ciencia de DiOs" (Col. 1, 10) no Se requiere gran talento (Mat. 11, 25), síno rectitud de intención; hacerse pequeño para recibir las lecciones de Jesús. Sobre esta parábola véase Mat. 13, 1 ss., y sus notas; Luc. 8, 4 ss. 12. Cf. Is. 6, 9s.; Juan 12, 40; Hech. 28, 26; Rom. 11, 8. Dios no es causa de la ceguedad espiritual, pero la permite en los que no corresponden a la gracia. Véase II Tes. 2, 10 ss. y nota.<br />
13. Estas palabras, exclusivas de San. Marcos, muestran la enorme importancia que tiene la parábola del sembrador en la predicación de Jesús, como verdaderamente básica en el plan divino de 1a Salvación, ya que ésta procede de la fe, y la fe viene del modo cómo se escucha la palabra de Dios (Rom.10 , 17 .)<br />
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<br /></div>José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3211130927947449531.post-18876093913077424742012-07-21T14:09:00.004-07:002012-07-21T14:09:34.109-07:00Evangelio según San Marcos cap. 1; 2. 1-12<br />
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGUN SAN MARCOS<br />
Capítulo I<br />
1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Según lo que está escrito en Isaías, el profeta: "Mira que envío delante de Ti a mi mensajero, el cual preparará tu camino." 3 "Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas". 4 Estuvo Juan el Bautista bautizando en el desierto, y predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados. 5 Y todos iban a él de toda la tierra de Judea y de Jerusalén y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Juan estaba vestido de pelos de camello y llevaba un ceñidor de cuero alrededor de sus lomos. Su alimento eran langostas y miel silvestre. 7 Y predicaba así: "Viene en pos de mí el que es más poderoso que yo, delante del cual yo no Soy digno ni aun de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo.”<br />
9 Y sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. 10 Y al momento de Salir del agua, vio entreabrirse los cielos, y al Espíritu que, en forma de paloma, descendía sobre Él. 11 Y sonó una voz del cielo: "Tú eres el Hijo mío amado, en Ti me complazco." 12 Y en seguida el Espíritu lo llevó al desierto. 13 Y se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.<br />
14 Después que Juan hubo sido encarcelado, fue Jesús a Galilea, predicando la buena nueva de Dios, 15 diciendo: ‛‛El tiempo se ha cumplido, y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed en el Evangelio."<br />
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Comentarios<br />
2 Véase Mal 3, 1; Is 40, 3; Mat 3, 1 ss.; Luc 3, 2 ss. La voz de Juan es como el trueno que conmueve los desiertos (S. Ambrosio); y sin embargo, Israel no escuchó su mensaje ni preparó el camino. De ahí lo que Jesús en Mat 17, 11.13<br />
4. El desierto en que San Juan predicaba y bautizaba se hallaba a tres o cuatr0 leguas al este de Jerusalén, entre esta ciudad y el Mar Muerto. Su nombre geográfico es "desierto de Judea". Acerca del carácter del bautismo de Juan véase Mat. 3, 6 y nota. Cf. v. 3; Mat. 3, 1; Luc. 3. 2-<br />
7. La conmoción que el Bautista con su predicación de penitencia y su modo de vivir produjo, fue tan grande, que muchos creyeron que él fuese el "Mesías" prometido. Para evitar este engaño, Juan acentúa Su misión de “precursor" Señalando con Su dedo hacia Jesús: En pos de mi, viene uno... “Así como la aurora es el fin de la noche y el principio del día, Juan Bautista es la aurora del dóa del Evangelio, y el término de la noche de la Ley" (Tertuliano). Véase Juan 3, 30 Y nota.<br />
13. Entre las fieras del desierto de Judea: chacales, lobos, zorras, etc. Detalle exclusivo de Marcos.<br />
15. Arrepentíos y Creed: Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo. Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva. de que Dios es un Padre que perdona (I Juan 1, 8 ss.; Luc. 13, ISS, y nota). E1 rechazo de este mensaje por parte del pueblo llevó a Jesús a la Cruz.<br />
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16 Pasando a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, que echaban la red en el mar, pues eran pescadores. 17 Díjoles Jesús: "Venid, seguidme, y Yo os haré pescadores de Hombres." 18 Y en seguida, dejando sus redes, lo siguieron. 19 Yendo un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban también en la arca. arreglando sus redes. 20 Al punto los llamó; y ellos dejando a Zebedeo, su padre, en la barca con los jornaleros, lo siguieron. 21 Entraron a Cafarnaúm; y luego, el día de sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22Y estaban asombrados por su doctrina; pues les enseñaba corno quien tiene autoridad, y no como los escribas.<br />
23 Se encontraba en las sinagogas de ellos un hombre poseído por un espíritu inmundo, el cual gritó: 24 ‛‛¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Te conozco quién eres: El Santo de Dios.” 25 Mas Jesús lo increpó diciendo: ‛‛¡Cállate y sal de él !" 26 Entonces el espíritu inmundo zamarreándolo y gritando muy fuerte salió de él. 27 "Y todos quedaron llenos de estupor, tanto que: discutían entre si y decían: "¿Qué es esto.? ¡Una doctrina nueva e impartida con autoridad! ;Aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen!” 28 pronto se extendió su fama por doquier, en todos los confines de Galilea. 29 Luego que salieron de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. 30 Y estaba la suegra de Simón en cama, con fiebre y al punto le hablaron de ella. 31 Entonces fue a ella, y tomándola de la mano, la levantó, y la dejó la fiebre, y se puso a servirles.<br />
32 Llegada la tarde, cuando el sol se hubo puesto, le trajeron todos los enfermos y los<br />
endemoniados. 33Y toda la ciudad estaba agolpada A la puerta. 34 sanó a muchos enfermos afligidos de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios; pero no dejaba a los demonios hablar, porque sabían quién era Èl.<br />
35 En la madrugada, siendo aún muy de noche, Se levantó, salió y fue a un lugar desierto, y se puso allí A orar. 36 Mas Simón partió en su busca con sus compañeros. 37 Cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te buscan." 38 “Respondióles: "Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas, para que predique allí también. Porque a eso salí.” 39 Y anduvo predicando en sus sinagogas, por toda la Galilea y expulsando a los demonios. 40 Vino a El un leproso, le suplicó y arrodillándose, le dijo: ‛Si quieres, puedes limpiarme.” 41 Entonces, Jesús, movido a compasión, alargó la mano, lo tocó y le dijo: "Quiero, sé sano.” 42 Al punto lo dejó la lepra, y quedó sano. 43 Y amonestándolo, le despidió luego, 44 y le dijo: "¡Mira! No digas nada; a nadie; mas anda a mostrarte al sacerdote, y presenta, por tu curación, la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio." 45 Pero él se fue y comenzó a publicar muchas cosas y a di-fundir la noticia, de modo que (Jesús) no podía ya entrar ostensiblemente en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares despoblados; y acudían a Él de todas partes.<br />
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Capítulo II<br />
1 Entró de nuevo en Cafarnaúm al cabo de cierto tiempo, y oyeron las gentes que estaba en casa. 2 Y se juntaron allí tantos que ya no cabían ni delante de la puerta; y les predicaba la palabra. 3 Le trajeron, entonces, un paralitico llevado por cuatro. 4 Y como no podían llegar hasta El. a causa de la muchedumbre, levantaron el techo encima del lugar donde El estaba, y haciendo una abertura descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. 5 Al ver la fe de ellos, dijo Jesús al paralítico: ‛‛Hijo mío, tus pecados te son perdonados" 6 Mas estaban allí sentados algunos escribas, que pensaron en sus corazones: "¿Cómo habla Este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” 8 Al punto Jesús, conociendo en su espíritu que ellos tenían estos pensamientos dentro de sí, les dijo: ‛‛¿Por qué discurrís así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decirle; "Levántate, toma tu camilla y anda? " 10 ¡Pues bien! para que sepáis que el Hijo del hombre tiene el poder de remitir los pecados, sobre la tierra, 11 -dijo al paralítico-: "te lo digo, levántate, toma tu camilla y vuélvete a tu casa". 12 Se levantó, tomó en seguida su camilla y se fue de allí, a la vista de todos, de modo que todos se quedaron asombrados y glorificaban a Dios diciendo ‛‛¡No hemos visto jamás nada semejante!"<br />
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Comentarios<br />
16 ss. Cf. Mat. 4, 18 SS.; Luc. 5, 2Ss.; Juan 1, 40 ss.<br />
20. Santiago y Juan pertenecían a la clase media. como se deduce del hecho de que su padre Zebedeo ocupaba jornaleros. Es, pues, un error considerar a los discípulos del Señor como gentes que nada tenían que perder y por eso seguían a Jesús (cf. 2, 14; Luc. 5, 27•29). Abrazaron la pobreza espontáneamente, atraídos, en la sinceridad de sus corazones, por el irresistible sello de bondad que ofrecía el divino<br />
Maestro a todos los que no tenían doblez.<br />
23s. Véase Luc. 4, 31 ss.; El Santo de Días: el Mesías (Luc. 1, 35; Dan. 9, 24).<br />
29 ss. Véase Mat. 8, 14-16; Luc. 4, 38-41.<br />
35. El retiro de Jesús A la oración, después de trabajar todo el día y gran parte de la noche, nos enseña que la oración es tan indispensable como el trabajo. Cf. 14, 38; Mat. 14, 23 y nota.<br />
44, La Ley de Moisés prescribía que el leproso curado se presentara a 1os sacerdotes y ofreciera un sacrificio (Lev. 14, 2-32; Mat. 8, 2-4; Luc. 5, 12-14). Así Jesús enseñaba a cumplir la Ley de Israel y respetar a sus sacerdotes sin perjuicio de conminarlos terriblemente cuando debía defender a las almas contra su hipocresía. Véase el gran discurso del Templo (Mat. 23, ss.; Luc, 11, 46 ss.; 20, ss. . .)<br />
4. Véase Mat. 9, 2ss.; Luc. 5, 18 ss. Las casas judías estaban provistas de una escalera exterior, que aprovecharon los que llevaban al enfermo, para subir y abrir el techo. 12. Cf. Luc. 7, 16.<br />José Ignaciohttp://www.blogger.com/profile/06930850553851153162noreply@blogger.com0