domingo, 1 de julio de 2012

Génesis I. 1-3

Capítulo I
1. Al principio creó Dios el cielo y la tierra. 2. La tierra era confusión y caos, y tinieblas cubrían la faz del abismo, mas el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas
3. Y dijo Dios: "Haya luz"; y hubo luz

Comentario:
1 Al principio, es decir, cuando no existía aún nada de lo que se encierra en las palabras "cielo y tierra". Desde antiguo se ha observado la semejanza de este pasaje con Juan 1,1: "En el principio era el Verbo". De ahí que algunos Padres y Teólogos sostengan que el autor sagrado se refiere aquí al Hijo por el cual todo fue hecho (Juan 1,3) Cf. Prov. 8,22 En favor de esta opinión pueden alegarse otros pasajes, por ejemplo: Hebr 1,2; Apoc. 3,14; 22,13 y especialmente Col 1,18, donde el Apóstol llama a Cristo "el principio" y dice que "por El fueron hechas todas las cosas, las de los cielos y las que están sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean dominaciones, sean principados, sean potestades. Todas las cosas fueron creadas por medio de El y para El (Col 1,16). Es de notar que el mismo Jesús se llama "el principio" en Juan 8,25 (Vulgata). Creo: de la nada; no de alguna materia preexistente, como se lee en las cosmogonías paganas. El verbo hebreo bará´ se usa específicamente para señalar la actividad divina y la creación ex nihilo "Hacer una cosa cuando no existía nada, es producir de la nada, es crear en es sentido filosófico de la palabra" (Ceuppens). Dios, en hebreo Elohim, es un plural que viene de El o Eloah (= el Fuerte), Sale en el Antiguo Testamento más de 2500 veces y tienen los siguientes significados: a) Dios, b) los falsos dioses (Ex 12,12), c) los vicarios de Dios: ángeles, príncipes, jueces (s. 96,7 comp. con Hebr. 1,6; S. 81,6 comp con Juan 10,34; cf I Rey 28,13). Elohim lleva por regla general los atributos y verbos en singular, como en este versículo (cf. también el versículo 26) lo que prueba claramente que no se trata como dicen los racionalistas de un resto de politeísmo. Al contrario, el politeísmo es una depravación del monoteísmo primitivo, cuyas huellas se han conservado, fuera de la Biblia, hasta nuestros días, en algunos pueblos "salvajes" que viven muy retirados y sin mayor contactos con los otros. Los investigadores modernos, sobre todo la escuela antropológica del P. W. Schmidt, han descubierto en aquellos pueblos la creencia en un Dios supremo, creador de todas las cosas, muy justo y muy bueno, legislados y juez de los hombres. No hay, pues duda, de que el politeísmo es un producto de la apostasía de la religión primitiva. El cielo, incluso los ángeles (c.f. el pasaje de Col 1,16 citado más árriba) y la tierra: el orbe entero, sin excluir nada. Orígenes y S,  Agustín entienden por cielo las cosas espirituales, por tierra las materiales.
2. Confusión y caos: El hebreo usa dos palabras que suenan onomatopéyicamente: tohu y bohu, y que se repiten en Jer. 4,23. Los Setenta vierten invisible y carente de orden. Algunos autores modernos ven en este versículo una alusión a una cataclismo anterior a la actual organización de la tierra; opinión que no tiene fundamento en la construcción gramatical del texto hebreo. Los que en el vers. primero incluyen la creación de los ángeles ven aquí una misteriosa conexión con la caída de los ángeles, cuyos sustitutos, por decirlo así, iban a ser los hombres, para los cuales Dios, en su infinita bondad preparaba la tierra. En Is. 14,9-14 el profeta nos describe la caída del príncipe de los ángeles bajo la figura del rey de Babilonia que lleva el nombre apocalíptico de Lucifer (Luzbel) y S. Juan nos describirá su derrota en los últimos tiempos (Apoc. 12,7 ss). Muy poco sabemos de la rebelión de Satanás, pues Moisés no relata explícitamente la creación de los ángeles, sino que se presupone. El abismo:  las aguas revueltas que rodean la tierra aprisionada por ellas (Ceuppens). Los antiguos se representaban la tierra rodeada por todas partes de inmensas profundidades. La palabra hebrea tehom (abismo) corresponde a la babiónica tiamat, que es la personificación del océano. El Espíritu de Dios: el Espíritu Santo. Así lo explican los Santos Padres. La Liturgia del Sábado Santo sigue la misma interpretación. Solamente S. Efren, Teodoreto y algunos modernos lo entienden del viento, pues en hebreo las dos cosas, espíritu y viento, son expresadas por la misma palabra. Se movía: el verbo hebreo significa moverse lentamente, revolotear (cf. Deut 32,11) a la manera de las aves Cf. la paloma como símbolo del Espíritu Santo en el N.T. (Mat 3,16). Nacar-Colunga traduce: estaba incubando, como para dar forma y hermosura al universo. El Espíritu Santo es el artífice que sacó de este caos un mundo bien ordenado. Es, pues, un error creer que el Espíritu Santo solamente se manifiesta desde su venida el día de Pentecostés y que haya estado inactivo en los tiempos antiguos. "En los albores de la Creación, junto con la masa caótica de materia pasiva e incapaz de producir algo por sí misma, el autor sagrado coloca, en contraste admirable, la presencia benigna del Espíritu de Dios, que todo lo vivífica. Y junto a los umbrales del Nuevo Testamento, el libro de la Sabiduría nos habla de una Sabiduría que en algunos capítulos se identifica con Dios" Cf. Sab 1,2 s. El Espíritu Santo actúa a lo largo de todo el Testamento Antiguo, siempre moviéndose sobre el caos del mundo y formando el Reino de dios sobre la tierra. Si los hombres no le reconocieron, es porque el misterio del Espíritu no se reveló de una vez, sino poco a poco hasta descorrer Dios la plenitud de sus secretos por medio del Verbo hecho carne. Si combinamos esta verdad con lo dicho en 1,1, y nota, y especialmente con Juan 1,3 donde el Apóstol dice que por Cristo "fueron hechas todas las cosas" vislumbramos ya en los primeros versículos de la Biblia el misterio de la Trinidad y la eterna preocupación del Dios Trino por nuestra salvación. "Se insinúa aquí, dice S. Buenaventura, la Trinidad eterna: el Padre con el nombre de Dios Creador, el Hijo con el nombre de Principio, y el Espíritu Santo con el de Espíritu de dios" (Breviloq). Son de admirar estas luces que Dios nos hacer ver desde el Antiguo Testamento sobre el misterio de los misterios. Cf. v. 26; 18,2; Ex. 3,6. Num. 6,24 s: Ecli 50,22; Is. 6,3 y 8, etc.
3. Comienza con  este versículo el relato de las obras de la creación que se dividen en dos clases: "opus distictionis" (creación de los espacios y lugares) y "opus ornatus" (acción de llenar y poblar los espacios). A la primera clase de obras dedica el autor sagrado los tres primeros días; a la segunda los días siguientes. Parece haber aquí una contradicción con el vers. 14, donde se narra la creación del sol, fuente de la luz. La contradicción desaparece si tomamos la voz "luz" en sentido lato: energía que Dios concentrará en el sol (v.14). Oigamos sobre este punto un físico moderno: "En nuestro siglo este "grave error" del Genésis se ha disipado, y muy lejos de ver aquí un error, vemos un acierto científico verdaderamente sorprendente. Hoy sabemos que luz y materia no son sino distintas formas de una misma cosa: la energía. Sabemos también que de todas la formas de la energía es la luz la más pura y la única que pudo existir sin un soporte material; si bien en nuestras aplicaciones corrientes, nosotros obligamos a la materia a que nos devuelva la luz" (J. Domínguez Casanueva, Estudios, Santiago de Chile, abril 1949, pag 17)

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