sábado, 21 de julio de 2012

Evangelio según San Mateo cap. 14; 15


Capítulo XIV
1 En aquel tiempo, Herodes el tetrarca oyó hablar de Jesús, 2 y dijo a sus servidores: "Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las virtudes operan en él". 3 Porque Herodes había prendido a Juan, encadenándolo y puesto en prisión a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. 4 Pues Juan le decía: "No te es permitido tenerla". 5 Y quería quitarle la vida, pero temía al pueblo, que lo consideraba como profeta. 6 Mas en el aniversario del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de los convidados y agradó a Herodes, 7 quien le prometió, con juramento, darle lo que pidiese. 8 Y ella instruida por su madre: "Dame aquí, dijo, sobre un plato la cabeza de Juan el Bautista" 9 A pesar de que se afligió el rey, en atención a su juramento, y a los convidados, ordenó que se le diese. 10 Envió, pues, a decapitar a Juan en la cárcel. 11 Y la cabeza de éste fue traída sobre un plato, y dada a la muchacha, la cual la llevó a su madre. 12 Sus discípulos vinieron, se llevaron el cuerpo y lo sepultaron; luego fueron a informar a Jesús.
13 Jesús, habiendo oído esto, se retiro de allí en barca, a un lugar desierto, a solas. Las muchedumbres, al saberlo, fueron a pie, de diversas ciudades, en su busca. 14 Y cuando desembarcó, vio un gran gentío; y teniendo compasión de ellos, les sanó a los enfermos. 15 Como venía la tarde, sus discípulos se llegaron a El diciendo: "este lugar es desierto, y la hora ya ha pasado. Despide, pues, a la gente, para que vaya a las aldeas a comprarse comida". 16 Mas Jesús les dijo: "No necesitan irse; dadles vosotros de comer". 17 Ellos le dijeron: "No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces". 18 Díjoles: "Traédmelos acá". 19 Y habiendo mandado que las gentes se acomodasen sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo los bendijo y, habiendo partido los panes, diólos a los discípulos y los discípulos a las gentes. 20 Y comieron todos y se saciaron y alzaron lo sobrante de los trozos, doce canastos llenos. 21 Y eran los que comieron cinco mil varones, sin contar mujeres y niños. 22 En seguida obligó a sus discípulos a reembarcarse, precediéndole, a la ribera opuesta, mientras El despedía a la muchedumbre.
23 Despedido que hubo a la multitud, subió a la montaña para orar aparte, y caída ya la tarde, estaba allí solo. 24 Mas, estando la barca muchos estadios lejos de la orilla, era combatida por las olas, porque el viento era contrario. 25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos, caminando sobre el mar. 26 Mas los discípulos viéndole andar sobre el mar se turbaron diciendo: Es un fantasma; y en su miedo se pusieron a gritar. 27 Pero en seguida les habló Jesús y dijo: "¡Animo! soy Yo. No temáis". 28 Entonces, responde Pedro y le dijo: "Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas." 29 El le dijo: "¡Ven!". Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. 30 Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase al hundirse, grito: "¡Señor, sálvame!" 31 Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole:  "Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?" 32 Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. 33 Entonces los que estaban en la barca se prosternaron ante El diciendo: "Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios."
34 Y habiendo hecho la travesía, llegaron a la tierra de Genesaret. 35 Los hombres del lugar, apenas lo reconocieron, enviaron mensajes por toda la comarca, y le trajeron todos los enfermos. 36 Y le suplicaban los dejara tocar tan solamente la franja de su vestido, y todos los que tocaron, quedaron sanos

Comentarios
1 Herodes Antipas, hijo de aquel cruel Herodes que mató a los niños de Belén. Tetrarca, indica que tenía sólo la cuarta parte del reino de su padre
3 San Juan había increpado a Herodes por haberse casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, en vida de éste.
9 Herodes no estaba obligado a cumplir un juramento tan contrario a la Ley divina y fruto del respeto humano, S. Agustín, imitando a San Pablo (I Cor 4, 4 s.) decía: "Pensad de Agustín lo que os plazca; todo lo que deseo, todo lo que quiero y lo que busco, es que mi conciencia no me acuse ante Dios." Cf. S 16, 2 y nota.
19 Como Jesucristo, así también nosotros hemos de bendecir la comida rezando y levantando el corazón al Padre de quien procede todo bien. Véase I Tim 4, 3-5; Hech 2, 46 y nota.
23 Jesús se retiraba cada vez que podía (véase Marc 1, 35; Luc 5, 16; 6, 12; 9, 18 y 28; Juan 6, 3, etc.) para darnos ejemplo y enseñarnos que el hombre que quiere descubrir y entender las cosas de Dios tiene que cultivar la soledad, No porque sea pecado andar en tal o cual parte, sino que es simplemente una cuestión de atención. Porque no se puede atender a un asunto importante cuando se está distraído por mil bagatelas (cf. Sab 4, 12). No es otro el sentido de la semilla que cae entre abrojos (Mat 13, 22). Cualquiera sabe y comprende, por ejemplo, que el que tiene novia necesita una gran parte de su tiempo para visitarla escribirle, leer sus cartas, ocuparse de lo que a ella le interesa, etc. Si pretendiésemos que esto no es lo mismo y que hay otras cosas más importantes, o que nos apremian más que nuestra relación con Dios, no entenderemos jamás la verdad, ni sabremos defender nuestros intereses reales, ni gozar de la vida espiritual, ni aprovechar de los privilegios en los cuales Dios, que todo lo puede, da por añadidura todo lo demás a quien le hace el honor de prestarle atención a El (Mat 6, 33). Pues El nos enseña a poner coto a nuestros asuntos temporales, porque al que maneja muchos negocios le irá mal en ellos (Eclí 11, 10 y nota), y además caerá en los lazos del diablo (I Tim 6, 9). Las maravillas de Dios, que consisten principalmente en el amor que nos tiene, no pueden verse sino en la soledad interior. Compárese el azul diáfano del cielo en el cenit con el color grisáceo que tiene más abajo, en el horizonte, cuando se acerca a esta sucia tierra.


Capítulo XV
1 Entonces se acercaron a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, los cuales le dijeron: 2 "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los antepasados?, ¿por qué no se lavan las manos antes de comer?" 3 El les respondió y dijo: "Y vosotros ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? 4 Dios ha dicho: "Honra a tu padre y a tu madre", y: "El que maldice a su padre o a su madre, sea condenado a muerte." 5 Vosotros, al contrario, decís: "Cualquiera que diga a su padre o a su madre: "Es ofrenda (para el Templo) aquello con lo cual yo te podría haber socorrido, 6 -no tendrá que honrar a su padre o a su madre". Y vosotros habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición. 7 Hipócritas, con razón Isaías profetizó de vosotros diciendo:
8 "Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí. 9 En vano me rinden culto, pues que enseñan doctrinas que son mandamientos de hombres."
10 Y habiendo llamado a la multitud les dijo: "¡Oíd y entended" 11 No lo que entra en la boca mancha al hombre; sino lo que sale de la boca, eso mancha al hombre". 12 Entonces sus discípulos vinieron a El y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos, al oír aquel dicho, se escandalizaron?" 13 Les respondió: "Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada. 14 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, caerán los dos en el hoyo". 15 Pedro, entonces le respondió y dijo: "Explícanos esta parábola". 16 Y dijo Jesús:  "¿Todavía estáis vosotros también faltos de entendimiento? 17 ¿No sabéis que todo lo que entra en la boca, pasa al vientre y se echa en lugar aparte? 18 Pero lo que sale de la boca, viene del corazón, y eso mancha al hombre. 19 Porque del corazón salen pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. 10 He aquí lo que mancha al hombre; mas el comer sin lavarse las manos, no mancha al hombre".
21 Partiendo de este lugar, se retiró Jesús a la región de Tiro y de Sidón. 23 Y he ahí, que una mujer cananea venida de ese territorio, dio voces diciendo: "¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio", 23 Pero El no le respondió nada. Entonces los discípulos, acercándose, le rogaron: "Despídela, porque nos persigue con sus gritos". 24 Mas El respondió y dijo: "No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel".  25 Ella no obstante, vino a prosternarse delante de El y dijo: "¡Señor, socórreme!" 26 Mas El respondió: "No está bien tomar el pan de los hijos para echarlos a los perros". 27 Y ella dijo: "Si, Señor, pero los perritos también comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños". 28 Entonces Jesús respondiendo le dio: "Oh mujer, grande es tu fe; hágasete como quieres". Y su hija quedó sana, desde aquel momento.
29 Partiendo de allí, Jesús llegó al mar de Galilea, subió a la montaña y se sentó. 30 Y vinieron a El turbas numerosas, llevando cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros, y los pusieron a sus pies, y El los sanó. 31 De modo que el gentío estaba maravillado al ver los mudos hablando, sanos lisiados, cojos que caminaban, ciegos que veían; y glorificaba al Dios de Israel.
32 Entonces, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de estas gentes, porque hace ya tres días que no se apartan de Mí, y ya no tiene qué comer. No quiero despedirlas en ayunas no sea que les falten fuerzas en el camino". 33 Los discípulos le dijeron: "De dónde procurarnos en este desierto pan suficiente para saciar a una multitud como esta?" 34 Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Respondieron: "Siete, y algunos pececillos". 35 Entonces mandó a la gente acomodarse en tierra. 36 Luego tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos, los discípulos a la gente. 37 Y todos comieron y se saciaron, y levantaron lo sobrante de los pedazos, siete canastos llenos. 38 Y los que comieron eran como cuatro mil hombre, sin contar mujeres y niños. 39 Después que despidió a la muchedumbre, se embarcó, y vino al territorio de Magadán.

comentarios
1 ss. Véase el pasaje paralelo en Marc 7 1-23
3 "Meditando cosas como estas -dice un piadoso obispo alemán- descubrimos con saludable humildad, aunque no sin dolorosa sorpresa, cuán lejos del espíritu de Jesucristo solemos estar nosotros y nuestro mundo de cosas que llamamos respetables, cuyo más fuerte apoyo está en la soberbia que busca la gloria de los hombres". Cf. Denz. 190
4 Cf. Ex. 20, 12; 21, 17; Lev 20, 9; Deut 5, 16; Prov 20, 20; Ef 6, 2.
5 Los fariseos pretendían que sus ofrendas dadas al Templo los librasen de cuidar a sus padres, siendo que ante Dios esto constituía otra obligación distinta y no menos grave que aquélla, según el cuarto mandamiento, Cf. Marc 7, 10 ss.
8 Véase Is, 29, 13. Cf, II Cor 4, 18 y nota
13 Sobre el sentido de esta sentencia, cf. 9, 37 y nota.
24 Con la aparente dureza de su espíritu, el Señor prueba la fe de la cananea, mostrando a la vez que su misión se limita a los judíos: cf. 10, 6 y nota. Pronto veremos que el lenguaje del Maestro pasa a la mayor dulzura, haciendo un admirable elogio de aquella mujer, cuya fe había querido probar Cf. I Pedro 1, 7.
30 Véase 11, 5; Marc 7, 31 ss
39 Magadán situada según San Jerónimo, al este del mar de Galilea; según otros, al norte de Tiberiades, o sea en la orilla N. O. del Lago

No hay comentarios:

Publicar un comentario