sábado, 21 de julio de 2012

Evangelio según San Mateo cap. 27. 27-66; 28


27 Entonces, los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de Él toda la guardia. 28 Lo despojaron de los vestidos lo revistieron con un manto de púrpura. 29 Trenzaron también una corona de espinas, y se la pusieron sobre la cabeza, una cana en Su derecha; y doblando la rodilla delante de Él, lo escarnecían, diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!"; 30 y escupiendo sobre Él, tomaban la caña y lo golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y se lo llevaron para crucificarlo
32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón; a éste lo requisaron para que llevara la cruz de Él. 33 Y llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, ‛‛del Cráneo”, 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; y gustándolo, no quiso beberlo. 35 Los que lo crucificaron Se repartieron sus vestidos, echando suertes. 36 Y se sentaron allí para custodiarlo. 37‛Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condenación: ‛‛Este es Jesús  rey de los judíos." 38 Al mismo tiempo crucificaron con El a dos ladrones, uno a la derecha, otro a la izquierda. 39 y los transeúntes lo insultaban meneando la cabeza y diciendo: 40 "Tú que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, ¡Sálvate a Ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz! 41 De igual modo los sacerdotes se burlaban de El junto con los escribas y los ancianos, diciendo:  42 "A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: baje ahora de la cruz, y creeremos en El. 43 puso su confianza en Dios, que El lo salve ahora, si lo ama, pues ha dicho: "De Dios soy Hijo."  “También los ladrones, crucificados con Él, le decían las mismas injurias.
45 Desde la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona. 46 Y alrededor de la hora nona, Jesús clamó a gran voz, diciendo: ‛‛¡Elí, Elí, ¿lama
sabactaní?!", esto es: "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?!" 47 '‛Al oír esto, algunos de los que estaban allí dijeron: ‛‛A Elías llama éste." 48Y en seguida uno de ellos corrió a tomar una esponja, que empapó en vinagre, y atándola a una caña, le presentó de beber. 49 Los otros decían: ‛‛Déjanos ver si es que viene Elías a salvarlo." 50 Mas Jesús, clamando de nuevo, con gran voz, exhaló el espíritu.
51 Y he ahí que el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra, Se agrietaron las rocas, 52 se abrieron los sepulcros y los cuerpos de muchos santos difuntos resucitaron. 53 Y, saliendo del sepulcro después de la resurrección de Él, entraron en la Ciudad Santa, y se aparecieron a muchos. 54 Entretanto, el centurión y sus compañeros que guardaban a Jesús, viendo el terremoto y lo que había acontecido, se llenaron de espanto y dijeron: ‛‛Verdaderamente, Hijo de Dios era
éste." 55 Había también allí muchas mujeres que miraban de lejos; las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole. 56 Entre ellas se hallaban María la Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57 Llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también era discípulo de Jesús

Comentarios
27. Nótese que no son Obra directa del pueblo judío, como suele creerse, las atrocidades cometidas en la Pasión de Cristo. Los que azotan a la divina víctima, le colocan la corona de espinas, le escarnecen y le crucifican son los soldados romanos (Juan 19, 2.Ss.), a cuya autoridad Jesús había sido entregado por los jefes de la Sinagoga (v. 18 y nota).
32. Esta obra de caridad valió a Simón la gracia de convertirse. Murió, Según una antigua tradición cristiana, como Obispo de Bosra. Sus hijos Alejandro y Rufo aparecen en el Evangelio de San Marcos como cristianos (Marc. 15, 21). Cf. Rom. 16, 13.
35. Cf. S. 21, 19. Los que lo crucificaron . . . “El Evangelio está hecho para poner a prueba la profundidad del amor, que se mide por la profundidad de la atención prestada al relato: porque no hay en él una Sola gota de sentimentalismo que ayude a nuestra emoción con elementos de elocuencia no espiritual. Por ejemplo, Cuando llegan los evangelistas a la escena de la crucifixión de Jesús, no solamente no la describen, ni ponderan aquellos detalles inenarrables, Sino que saltan por encima, dejan-do la referencia marginal indispensable para la afirmación del hecho. Dos de ellos dicen simplemente; Y llegaron al Calvario donde lo crucificaron. Otro dice menos aún: Y habiéndolo crucificado, dividieron sus vestidos:. ¡Y cuidado con pensar que hubo indiferencia en el narrador! Porque no sólo eran apóstoles o discípulos que dieron todos la vida por Cristo, sino quien es el mismo Espíritu Santo quien por ellos habla.
45. Hora sexta: mediodía, Hora nona: a media tarde.
46. Véase S. 21, Z; Marc. 15, 34 y nota.
51. Según S. Jerónimo, al rasgarse milagrosamente el velo del Templo que separaba el "Santo" del "Santo de los Santos", Dios quiso revelar que 1os misterios antes escondidos iban a ser en Cristo manifestados a todos los pueblos. Según S. Pablo, el velo figuraba la carne de Cristo que al romperse nos dio acceso al Santuario Celestial (Hech. 6, 19; 9, 3; 10, 20-22).
52.s. "El abrirse los Sepulcros tuvo sin duda relación con el terremoto y con el hendirse de las rocas, y se efectuó a la vez que estos dos fenómenos. En cuanto a la resurrección de los muertos, estuvo indudablemente relacionada con su aparición en la ciudad, lo cual aconteció después de haber resucitado Jesucristo. Estos "santos" eran justos insignes del Antiguo Testamento, venerados de manera especial de los judíos, de los contemporáneos de Jesucristo y de aquellos a quienes Se aparecieron, y fallecidos con la fe puesta en el Redentor prometido. Su resurrección, etc. (v. 53) tenía por objeto dar fe de la de Cristo en Jerusalén y hacer patente que mediante la muer- te redentora de Jesucristo había sido vencida la muerte, y que su gloriosa Resurrección encerraba la prenda segura de la nuestra. Cf. Hebr. 2, 14 s.; Juan 5,
25; 11, 25s.; I Cor. 15, 14-26 y 54 S.; Col. 1, 18; 2, 15; I Pedr. 1, 3 y 21; Apoc. 5, 5" (Schuster Holzammer). Véase la nota I Cor. 15, 26. A estos santos parece referirse S. Ignacio de Antioquia cuando dice: "Cómo podríamos nosotros vivir fuera de El, a quien hasta los profetas, sus discípulos en espíritu esperaban como a su Maestro. Por eso Él, después de su venida -por ellos justamente esperada- los resucitó de entre los muertos" (carta a los Magnesios 9).
57. José de Arimatea Se atreve a ser partidario de un ajusticiado, colocándolo en su propio Sepulcro. Para dar a entender a todos que Él era inocente. El noble senador, que no había consentido en la condenación de Jesús (Luc 23, 51), es el modelo del cristiano intrépido que confiesa su fe sin cálculos humanos.


58 Se presentó delante de Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le entregase. 59 José tomó, pues, el cuerpo, lo envolvió en una sabana limpia, 60 y lo puso en el sepulcro suyo, nuevo, que había hecho tallar en la roca. Después rodó una gran piedra Sobre la entrada del sepulcro, y se fue. 61Estaban allí María la Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
62Al otro día, el siguiente de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y fueron a Pilato, 63 a decirle: "Señor, recordamos que aquel impostor dijo cuando vivía: ‛‛A los tres días resucitaré.” 64 Manda, pues, que el Sepulcro sea guardado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos Nengan a robarlo y digan al pueblo: ‛‛Ha resucitado de entre los muertos", y la última impostura sea peor que la
primera.” 65 Pilato les dijo: "Tenéis guardia. Id, guardadlo como sabéis." 66 Ellos, pues, se fueron y aseguraron el sepulcro con la guardia, después de haber sellado la piedra.

CAPITULO XXVIII
1 Después del sábado cuando comenzaba ya el primer día de la semana, María la Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. 2 Y he ahí que hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor bajó del cielo, y llegándose rodó la piedra, y se sentó encima de ella. 3 Su rostro brillaba como el relámpago, y Su vestido era blanco como la nieve. 4 Y de miedo a él, temblaron los guardias y quedaron como muertos.
5 Habló el ángel y dijo a las mujeres: ‛‛No temáis, vosotras; porque sé que buscáis a Jesús, el crucificado. 6 No está aquí; porque resucitó, como lo había dicho. Venid y ved el lugar donde estaba. 7Luego, id pronto y decid a sus discípulos que resucitó de los muertos, y he aquí que os precederá en Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he dicho.”  8 Ellas, yéndose a prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, corrieron a llevar la nueva a los discípulos de Él. 9 Y de repente Jesús les Salió al encuentro y les dijo: "¡Salud!" Y ellas, acercándose, Se asieron de sus pies y lo adoraron. 10 Entonces Jesús  les
dijo: ‛‛No temáis. Id, avisad a los hermanos míos que vayan a Galilea; allí me verán."
11 Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. 12 Éstos, reunidos con los ancianos, deliberaron y resolvieron dar mucho dinero a los Soldados, 13 diciéndoles: "Habéis de decir: Sus discípulos vinieron de noche, y lo robaron mientras nosotros dormíamos. 14 Y Si el gobernador llega a saberlo, nosotros lo persuadiremos y os libraremos de cuidado." 15 Ellos, tomando el dinero, hicieron como les habían enseñado. Y Se difundió este dicho entre los judíos, hasta el día de hoy.
16 Los once discípulos fueron, pues, a Galilea, al monte donde les había ordenado Jesús 17 Y al verlo lo adoraron; algunos, sin embargo, dudaron. 18 Y llegándose Jesús les habló, diciendo: "Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado. Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo."

Comentarios
59 S. Entierro anunciado en Is. 53, 9.
62. Preparación, en griego "Parasceve". Así se llamaba el viernes, por ser el día en que hacían los preparativos para el sábado.
66. Estas precauciones que tomaron los sacerdotes y fariseos nos han proporcionado un testimonio muy valioso en favor de la resurrección del Señor. Porque esta misma guardia tuvo que confesar que Cristo había resucitado (28, 11).
l. La otra María: la madre de Santiago el Menor (27, 56). Su marido Se llamaba Cleofás O Alfeo.
5. Notemos la lección del ángel: el que busca a Jesús nada tendrá que temer, ni aun frente a un terremoto como aquél. Así será en "el último día". Véase I T 2-4; Luc. 21, 36; S. 45, 3.
13. El fracasó de los argumentos contra la Resurrección es más que evidente: recurren a "testigos dormidos" ¡Oh infeliz ;astucia!, exclama S. Agustín; cuando estaban durmiendo, ¿Cómo pudieron ver? Si nada vieron, ¿Cómo pueden ser testig0s?"
19. Véase l0. 6 y nota.
20. Enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado: Las enseñanzas de Jesús fueron completadas, según lo anunciara Él mismo (cf. Juan 16. 13), por el Espíritu Santo, que inspiró a los apóstoles los demás Libros sagrados que hoy forman el Nuevo Testamento. De esta manera, según Se admite unánimemente (cf. I Tim. 6, 3 y 20), la Revelación divina quedó cerrada con la última palabra del Apocalipsis. “Erraría, pues, quien supusiese que ésta (la jerarquía) estuviera llamada a crear o enseñar verdades nuevas, que no hubiere recibido de los apóstoles, sea por la tradición escrita en la Biblia, sea por tradición Oral de los mismos apóstoles? Se entiende así Cómo la jerarquía eclesiástica no es, ni pretende ser, una nueva fuente de verdades reveladas, sino una predicadora de las antiguas, Según aquí ordena Cristo, de la misma manera que la misión del tribunal superior encargado de interpretar y aplicar una carta constitucional, y de una universidad encargada de enseñarla, no es la de crear nuevos artículos, ni quitar Otros, sino al contrario, guardar fielmente el depósito, de modo que no se disminuya ni se aumente. De ahí, como lo dice Pio XII, la importancia capitalísima de que el cristiano conozca en sus fuentes primarias ese depósito de la Revelación divina, ya que, según declara el mismo Pontífice, "muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los santos Padres" (Enc."Divino Afflante")".


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