domingo, 1 de julio de 2012

Genésis XIX. 24-38; XX 1-5

24 Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego que venía de Yahvé, desde el cielo 25 Y destruyó aquellas ciudades, y toda la Vega, con todos los habitantes de las ciudades, hasta las plantas del suelo. 26 Mas la mujer de (Lot) miró atrás y se convirtió en estatua de sal. 27 Levantóse Abrahán muy de mañana y se fue al lugar donde había estado en pie delante de Yahvé. 28 Miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la región de la Vega, y vio que de aquella tierra subía humo, como el humo de un horno. 29 Así, pues, cuando Dios destruyó las ciudades de la Vega, se acordó de Abrahán y sacó a Lot de en medio de la ruina, al asolar donde Lot habitaba.
30 Subió Lot de Segor y habitó con sus dos hijas en la montaña, porque tuvo miedo de quedarse en Segor. Se estableció, por eso, en una cueva, él y sus dos hijas. 31 Y dijo la mayor a la menor: "Nuestro padre es viejo y no hay en el país hombre que se llegue a nosotras, como es costumbre en toda la tierra. 32 Vamos a embriagar a nuestro padre con vino, y nos acostaremos con él, a fin de conseguir de nuestro padre descendencia". 33 Embriagaron, pues, con vino a su padre esa misma noche; y entró la mayor y acostóse con su padre, sin que él se diera cuenta de ello, ni cuando ella se acostó ni cuando se levantó
34 Al día siguiente dijo la mayor a la menor: "Mira, yo me acosté anoche con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra tú para acostarte con él, de modo que de nuestro padre consigamos descendencia." 35 Embriagaron, pues, con vino, también aquella noche a su padre y fue la menor a acostarse con él, sin que él se diera cuenta de ello, ni cuando ella se acostó, ni cuando se levantó. 36 Y sucedió que las dos hijas de Lot concibieron de su padre. 37 La mayor dio a luz un hijo, a quien llamó Moab. Es el padre de los moabitas hasta hoy. 38 También la menor dio a luz un hijo, al cual llamó Ben-ammi. Es el padre de los ammonitas hasta hoy.
Capítulo XX
1 De allí trasládose Abrahán a la región del Négueb, y habitó entre Cades y Sur, morando temporalmente en Gesar. 2 Y dijo Abrahán de Sara, su mujer "Es mi hermana"; por lo cual Abimelec, rey de Gerar, envió a tomar a Sara. 3 Pero vino Dios a Abimelec en el sueño durante la noche, y le dijo: "He aquí que morirás a causa de la mujer que has tomado, porque es mujer casada" 4 Abimelec aún no se había acercado a ella, por lo cual dijo: "Señor, ¿matarás Tú también a gente justa? 5 ¿No me dijo él mismo: "Es mi hermana"; y ella también dijo "Es mi hermano"? Con sencillez de mi corazón, y con manos inocentes he hecho esto".

Comentarios
24. Según Deut. 29, 23 fueron alcanzadas por el castigo, las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím. La quinta ciudad de la zona fue perdonada y recibió el nombre de Segor (v. 23). La catástrofe, cuyo teatro era la parte meridional del lago que hoy se llama Mar Muerto, se realizó con intervención de causas naturales, betunes que se encendieron, volcanes, etc. Cf. Sab. 10, 7. Flavio Josefo, Eusebio, el mapa de Madaba y muchos expositores modernos, p. ej: Abel, Dhorme, Heinisch, Lagrange, ubican las ciudades destruidas de la Pentápolis en la parte meridional del Mar Muerto. Algunos modernos buscan su lugar en el norte del mismo mar, en la región de Teleilat el Ghassul, donde el P. Köppel hizo excavaciones, descubriendo una ciudad destruida por un incendio, alrededor del año 2000 a. C.
26 En Sab. 10, 7 se lee que aún subsiste esa columna como "testimonio de un alma incrédula". De ahí se ve que el castigo de la mujer de Lot no fue por su curiosidad, sino por su apego a la ciudad maldita. En vez de mirar contenta el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba, volvió a ella los ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús: "Donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (Mat 6, 21). Dios le dio lo que deseaba, convirtiéndola en un pedazo de la misma ciudad que ella añoraba. Jesús alude a este ejemplo de apego al mundo en Luc 17, 31 s, donde habla de su segunda venida: "En aquel día, quien se encuentre sobre la azotea y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por las que dejó atrás. Acordaos de la mujer de Lot". Comentando estas palabras de Jesús, escribe Fillion: "Así también el cristiano cuyo primer pensamiento, a la venida del Hijo del hombre, se fijare en la seguridad de sus bienes temporales, no sería digno del Reino de Dios". Santa Teresa toma a la mujer de Lot como figura de aquellas almas que si no viene el mismo Señor a mandarlas se levantes, son incapaces de orientarse: "Si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal, por no volver la cabeza hacia sí" (Moradas I 1, 6)
30 ss. El autor sagrado relata el incesto de Lot con sus hijas, con el fin evidente de explicar la mancha de origen que tenían los moabitas y ammonitas, S Agustín destaca que Lot fue menos culpable porque sus hijas lo habían emborrachado, y que éstas, a su vez, viviendo con su padre en una cueva, creían (v. 31) que con la ruina de Sodoma y Gomorra, habían perecido todos los hombres, y que por lo tanto no podían contar con un marido para dar sucesión a su padre. La actitud de ellas en los vv. 33-35 muestra bien que no obraron sólo por pasión y que Lot no supo quienes eran, No juzguemos este episodio con criterio mundano. La Biblia es un archivo de muy diversos caracteres, santos y malvados, con santidad y maldad específica. "Son tipos, diríamos, creados por Dios con un fin de ejemplaridad moral universal" (Card. Gomá). Es verdad que entre gente culta no se habla de cosas sucias o hediondas por razón de buen gusto. Y no se piensa que hay muchas cosas repugnantes en nuestro cuerpo de carne (esté vivo o muerto), del que, sin embargo, se habla con gran interés -por curar enfermedades o por satisfacer sus pasiones- disfrazando entonces con eufemismos todas esas cosas repulsivas e innobles com oson las enfermedades y las funciones animales del organismo. Lo que hace que la Biblia resulte intolerable para los mundanos es, más que nada, esa implacable y divina veracidad que brota a cada página y que en síntesis dice: Dios es todo y el hombre es nada. "Maldito quien pone su confianza en el hombre... Bienaventurado el varón que confía en Yahvé (Jer. 17, 5-7)
1 Négueb, Cades y Sur, o sea el extremo meridional de Palestina, Gerar: ciudad filistea, a 13 kms al sur de Gaza
2 Sobre la conducta de Abrahán que afirmaba que Sara era su hermana, véase 12, 13 y nota.

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