sábado, 21 de julio de 2012

Evangelio según San Marcos cap. 7. 29-37; 8; 9. 1-20


29 Entonces El le dijo: ‛‛;Anda! Por lo que has dicho, el demonio ha salido de tu hija." 30 Ella se volvió a su casa, y encontró a la niña acostada sobre la cama, y que el demonio había salido.
31Al volver del territorio de Tiro, vino, por Sidón, ,hacia el mar de Galilea atravesando el territorio de la Decápolis. 32 Le trajeron un sordo y tartamudo, rogándole que pusiese su mano sobre él. 33 Mas Él, tomándolo aparte, separado de la turba, puso sus dedos en los oídos de él; escupió y tocóle la lengua. 34 Después, levantando los ojos al cielo, dio un gemido y le dijo: "Effathá", es decir', ‛‛ábrete". 35 Y al punto sus oídos se abrieron, y la ligadura de su lengua se desató, y hablaba correctamente. 36 Mas les mandó no decir nada a nadie; pero cuanto más lo prohibía, más lo  proclamaban. 37 Y en el colmo de la admiración, decían: ‛‛Todo lo hizo bien: hace oír a los sordos, y hablar a los mudos."

Capítulo VIII
1En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo: 2 "Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. 3 Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de le]os." 4 Dijéronle sus discípulos: ‛‛ ¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?" 5 Les preguntó: ‛‛¿Cuántos panes tenéis?" Respondieron: ‛‛Siete." 6 Y mandó que la gente se sentase en el Suelo; tomó, entonces, los siete panes, dio gracias, los partió y los dio a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. 7 Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. 8 Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. 9 Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.
10 En seguida subió a la barca con sus discípulos, y fue a la región de Dalmanuta. 11 Salieron entonces los fariseos y se pusieron a discutir con El, exigiéndole alguna señal del cielo, para ponerlo a prueba. 12 Mas Él, gimiendo en su espíritu, dijo: ‛‛¿Por qué esta raza exige una señal? en verdad, os digo, ninguna señal será dada a esta generación." 13 Y dejándolos allí, se volvió a embarcar para la otra ribera.
14 Habían olvidado de tomar pan, y no tenían consigo en la barca más que un solo pan. 15 Les hizo entonces esta advertencia: "¡Cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.” 16 Por lo cual ellos se hicieron esta reflexión unos a otros: ‛‛Es que no tenemos panes." 17 Mas conociéndolo, Jesús les dijo: ‛‛¿Por qué estáis pensando en que no teneis panes? ¿No comprendéis todavía? ¿No caéis en la cuenta? ¿Tenéis endurecido, vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos, no veis; y teniendo oídos, no oís? 19 Cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?” ‛‛Doce”, le dijeron. 20 ‛‛Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de trozos os llevasteis?"   Dijéronle: ‛‛Siete.” 21 Y les dijo: ‛‛¿No comprendéis todavía?"
22 Fueron luego a Betsaida. Y le trajeron un ciego, rogándole que lo tocase. 23 Y Él, tomando de la mano al ciego, lo condujo fuera de la aldea, le escupió en los ojos, y le impuso las manos; después le preguntó: ‛‛¿Ves algo?" 24 El alzó los ojos y dijo: ‛Veo a los hombres; los veo como árboles que caminan." 25Le puso otra vez las manos sobre
los ojos, y el hombre miró con fijeza y quedó curado, y veía todo claramente. ”Y lo envió de nuevo a su casa y le dijo: ‛‛Ni siquiera entres en la aldea."
27 Jesús se marchó con sus discípulos para las aldeas de Cesárea de Filipo. Por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: ‛‛¿Quién Soy Yo, según el decir de los hombres?" 28 Le respondieron diciendo: "Juan el Bautista; otros: Elías; otros: uno de
los profetas." 29 Entonces, les preguntó: ‛‛Según vosotros, ¿quién soy Yo?’ Respondióle Pedro y dijo: "Tu eres el Cristo.” 30 Y les mandó rigurosamente que a nadie dijeran (esto) de Él.
31 Comenzó entonces, a enseñarles que era necesario que el Hijo del hombre sufriese mucho; que fuese reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes, y por los escribas; que le fuese quitada la vida, y que, tres días después, resucitase.

Comentarios
33. Este acto se repite hoy en la administración del Bautismo, cuando el sacerdote dice: "éfeta": abre tus oídos a la palabra de Dios. Pio XII el 14 de enero de 1944 ha dispuesto que se suprima esto siempre que lo aconseje la higiene y la profilaxis en casos de grave peligro. (A. A. S. 36, 28-29).
1 ss. Véase Mat. 15, 32-39.
11 ss. Véase Mat. 16, 1-12; Luc. 11, 54.
12. Según S, Mateo (16, 4) Jesús citó el caso del profeta Jonás como figura de su milagrosa resurrección.
15. La levadura de los fariseos, según vemos en Luc. 12, 1, es la hipocresía. Hemos de guardarnos tanto de compartirla cuanto de ser su víctima. La levadura de Herodes: es la mala vida, que se contagia como una peste. Véase Mat. 16, 6 y 12.
22. Betsaída, la llamada Betsaida Julias, al E. de la desembocadura del Jordán en el lago de Genesaret.
27. Véase Mat. 16, 13-16; Luc. 9, 18-20.
29. Véase Mat. 16, 18, donde Jesús recompensó la fe de aquel humilde pescador, haciéndole príncipe de los apóstoles.
31. ¡Reprobado! Y bien lo vemos en 14, 64 donde todos están horrorizados de sus "blasfemias". Nosotros, gentiles, más que nadie debemos agradecerle, pues fue para abrimos la puerta de la salud (Ef. 2, l ss.). "Por el delito de los judíos la Salud pasó a los gentiles;  por la incredulidad de los gentiles volverá a los judíos" (S. Jerónimo).


32 Y les hablaba abiertamente. Entonces, Pedro, tomándolo aparte, empezó a reprenderlo. 33 Pero Él, volviéndose y viendo a sus discípulos, increpó a Pedro y le dijo: "Vete de Mí, atrás, Satanás!  porque no sientes las cosas de Dios, Sino las de los hombres."
34 Y convocando a la muchedumbre con sus discípulos les dijo: ‛‛Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 35 Quien quiere salvar  su vida, la perderá, y quien pierde su vida a causa de Mí y del Evangelio, la salvará. 36 En efecto: ¿de qué Servirá al hombre ganar el mundo entero, y perder su vida? 37 Pues ¿qué cosa puede dar el hombre a cambio de su vida? 38 Porque quien se avergonzare de Mí y de mis palabras delante de esta raza adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también Se avergonzará de él cuando vuelva en la gloria de su Padre, escoltado por los Santos ángeles.

Capítulo IX
1Y les dijo: ‛‛En verdad, os digo, entre los que están aquí, algunos no gustarán la muerte sin que hayan visto el reino de Dios venido con poder." 2 Y seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó solos, aparte, a un alto monte, y Se transfiguró a su vista. 3 Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura, que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. 4 Y Se les a aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús. 5 Entonces, Pedro dijo a Jesús: ‛‛Rabí, es bueno que nos quedemos aquí. Hagamos, pues, aquí tres pabellones, uno para ti, uno para Moisés, y uno para Elías.” 6 Era que no sabía lo que decía, porque estaban sobrecogidos de temor. 7 Vino, entonces, una nube que los cubrió con su sombra, y de la nube una voz se hizo oír: "Èste es mi Hijo, el Amado. ¡Escuchadlo‛!" 8 Y de repente, mirando todo alrededor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.
9 Cuando bajaban del monte, les prohibió referir a nadie lo que habían visto, mientras el Hijo del hombre no hubiese resucitado de entre los muertos. 10 Y conservaron lo acaecido dentro de sí, discurriendo ‛‛qué podría significar eso de resucitar de entre los muertos”. 11 Y le hicieron esta pregunta: ‛‛¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?" 12Respondióles: ‛‛Elías, en efecto, vendrá primero y lo restaurará todo, Pero ¿cómo está escrito del Hijo del hombre, que debe padecer mucho y ser vilipendiado? 13 Pues bien, Yo os declaro: en realidad Elías ya vino e hicieron con él cuanto les plugo, como está escrito de él."
14 Llegaron, entretanto, a los discípulos y vieron un gran gentío que los rodeaba, y escribas que discutían con ellos. 15 Toda esta multitud, en cuanto lo vio, se quedó asombrada y corrió a saludarlo. 16 “Preguntóles: ‛‛¿Por qué discutís con ellos?" 17 Respondióle uno de la multitud: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un demonio mudo. 18 Y cuando se apodera de él, lo zamarrea y él echa espumarajos, rechina los dientes Y queda todo rígido. Y pedí a tus discípulos que lo expulsasen, y no han podido." 19 Entonces, Él les respondió y dijo: ‛Oh raza incrédula, ¿hasta cuándo habré de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!" 20 Y se lo trajeron. En cuanto lo vio, el espíritu lo zamarreaba (al muchacho); y caído en el suelo, se revolvía echando espumarajos.

Comentarios
33. No obstante la confesión que acaba de hacer (v. 29), Pedro muestra aquí Su falta de espíritu sobrenatural. Jesús, con la extrema severidad de su reproche, nos enseña que nada vale un amor sentimental, sino el que busca en todo la voluntad del Padre como lo hizo El. Cf. Mat. 24, 42 y nota.
34. A la luz de la doctrina revelada y definida, se comprende bien la suavidad de esta palabra de Jesús, que al principio parece tan dura. Renúnciese a sí mismo. Ello significa decirnos, para nuestros bien: líbrate de ese enemigo, pues ahora sabes que es malo, corrompido, perverso. Si tú renuncias a ese mal amigo y consejero que llevas adentro, yo lo sustituiré con mi espíritu, sin el cual nada puedes hacer (Juan 15, 5) ¡Y cómo será de total ese apartamiento que necesitamos hacer del autoenemigo, cuando Jesús nos enseña que es indispensable nacer de nuevo para poder entrar en el Reino de Dios! (Juan 3, 3). Renacer del Espíritu, echar fuera aquel yo que nos aconsejaba y nos prometía quizá tantas grandezas. Echarlo fuera, quitarlo de en medio, destituirlo de su cargo de consejero, por mentiroso, malo e ignorante. He aquí lo que tanto cuesta a nuestro amor propio: reconocer que nuestro fulano de tal es "mentira" (Rom. 3, 4) y de suyo digno de la ira de Dios. Cf. Luc. 9, 23 y nota.
1. Colocado al principio del capítulo, este v. (que en la Vulgata figura como 39 del cap. 8) muestra claramente que el anuncio de Jesús se refiere a su gloriosa Transfiguración, relatada en los vv. que siguen, y en la cual Jesús mostró un anticipo de la gloria con que volverá al fin de los tiempos. Tal es la gloria cuya visión nos refieren S. Juan en su Evangelio (1, 14), y S. Pedro en su Segunda Epístola (I, 16 ss.), Cf, Mat. 16, 28 y nota. Luc. 9, 27.
2ss. Véase Mat. 17, 1•8; Luc. 9. 28-36. Un alto monte: según la tradición, el monte Tabor en Galilea.
7. Aquí, como en el Bautismo de Jesús, el Padre da solemne testimonio de la filiación divina del Mesías, y añade el único mandamiento que el Padre formula personalmente en todo el Evangelio: que escuchemos a Jesús. Por eso, el Maestro nos dice: "Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel que Él os envió" (Juan 6, 29).
9. El monte Tabor y el Gólgota se complementan mostrándonos el doble misterio de Jesús que anunciaban las profecías (I Pedr. 1, 11). Aquí Jesús aparece en la gloria, con que vendrá en su triunfo (v. 1); allá lo verán sumido en un mar de penas y angustias. “En la transfiguración se trataba en primer lugar de quitar de los corazones de los discípulos el escándalo de la Cruz" (S. León Magno).
13 S. "En espíritu S. Juan era Elías. mas no en persona" (S. Gregorio Magno). Véase Mat. 17, 11 S. y nota; Mal. 4, 5; Is. 53, 3. ‘
14sS. Véase Mat. 17, 14-21; Luc. 9, 37-43 Y notas.
19. Este reproche de incredulidad es e1 único que el divino Maestro dirige a sus discípulos; Pero es el más grave. Véase 11, 22 ss. y nota.

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