sábado, 21 de julio de 2012

Evangelio según San Mateo Cap 10. 24-42; Cap 11-30


24 "El discípulo no es mejor que su maestro, ni el siervo mejor que su amo. 25 Basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo ser como su amo. Si al dueño de casa llamaron Beelzebul, ¿cuánto más a los de su casa? 26 No los temáis. Nada hay oculto que no deba ser conocido. 27 Lo que os digo en las tinieblas, repetidlo en pleno día; lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, y que no pueden matar el alma; mas temed a aquel que puede perder alma y cuerpo en la gehenna. 29 ¿No se venden dos gorriones por un as? Ahora bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin disposición de vuestro Padre. 30 En cuanto a vosotros, todos los cabellos de vuestra cabeza están contados. 31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos gorriones."
32 "A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial; 32 mas a quien me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre celestial. 34 No creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. 35 He venido, en efecto, a separar al hombre de su padre, a la hija de su madre, a la nuera de su suegra; 36 y serán enemigos del hombre los de su propia casa. 37 Quién ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. 38 Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí. 39 Quien halla su vida, la perderá; y quien pierde su vida por Mí, la hallará."
40 "Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe, y quien me recibe a Mí, recibe a Aquel que me envió. 41 Quien recibe a un profeta a título de profeta, recibirá la recompensa de profeta; quien recibe a un justo a título de justo, recibirá la recompensa del justo. 42 Y quienquiera diere de beber tan sólo un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, a título de discípulo, en verdad os digo, no perderá su recompensa."

Capítulo XI
1 Cuando Jesús hubo acabado de dar así instrucciones a sus doce apóstoles, partió de allí para enseñar y predicar en las ciudades de ellos. 2 Y Juan, al oír en su prisión las obras de Cristo, el envió a preguntar por medio de sus discípulos: 3 "Eres Tú "El que viene", o debemos esperar a otro?" 4 Jesús les respondió y dijo: "Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: 5 Ciegos ven, cojos andan, leprosos son curados, sordos oyen, muertos resucitan, y pobres son evangelizados; 6 ¡y dichoso el que no escandalizare de Mí!"

Comentarios
24 El discípulo no es mejor que su maestro: He aquí una de esas palabras definitivas de Jesús, que debieran bastar para que nunca jamás aceptásemos la menor honra. ¿Tuvo honores el Maestro? No. Tuvo insultos, Luego si El no los tuvo no debe buscarlos nadie porque nadie es más que El. Véase Luc 6, 40; Fil 2, 7 y nota.
25 Beelzebul (dios de las moscas) es un nombre despectivo que los judíos daban a Satanás o a alguno de los príncipes de los demonios (IV Rey 1, 2)
27 Cf. Hech 28, 23 y nota
28 Gehenna: infierno. Véase 5, 22; I Juan 4, 18 y notas
29 Por un as, moneda que en tiempos de Cristo equivalía a 1/16 de denario, unos cinco centavos argentinos
34 La verdad es como una espada. No puede transigir con las conveniencias del mundo. Por eso los verdaderos discípulos de Jesucristo serán siempre perseguidos. El Señor no envía sus elegidos para las glorias del mundo sino para las persecuciones, tal como. El mismo ha sido enviado por su Padre Cf. Juan 17, 18; Luc 12, 51 s.; 22, 36 y nota.
Cf. 16, 24 ss.
39 Quien halla su vida, esto es, quien se complace en esta peregrinación y se arraiga en ella como si fuera la verdadera vida. Ese tal, ya habrá tenido aquí "sus bienes" como dijo Jesús al Epulón (Luc 16, 25) y no le quedará otra vida que esperar. Véase el ejemplo de los Recabitas en Jer. 35, Otros traducen; "quien conserva su alma", esto es, quien pretende salvarse por su propio esfuerzo, sin recurrir al único Salvador, Jesús. Véase Luc. 14, 26 ss.; 17, 33 y notas.
40 A Mí me recibe: Jesús mismo vive en sus discípulos; es lo que da su significación a este comportamiento. Y cuando Jesús habla del "ethos" de la relación filial con Dios; de la actitud abierta y sin reservas frente al Padre y del amor fraterno recíproco que ha de unir a los hijos de Dios, el sentido de esta actitud se fundamenta asimismo partiendo de la persona de Jesús. "El que por Mí recibiere a un niño como este, a Mí me recibe; y el que escandalizare a uno de estos pequeños que creen en Mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le arrojaran al fondo del mar" (Mat 18, 5-6) (Guardini).
42 Si los que sólo apagan la sed física de un discípulo de Cristo, obtendrán su recompensa ¿cuánto más la recibirán los ministros de Cristo que apaguen en las almas la sed de verdad?
3 El que viene, esto es, el Mesías, rey de Israel, anunciado por los profetas. Véase Jaun 6, 14; 11, 27 y nota. En el v. 5 Jesús se presenta con las palabras que lo anunciara Isaías (Is 35, 5; 61, 1 y notas). Y como bien sabía El que había de ser rechazado, expresa en el v. 6 la bienaventuranza de aquellos que excepcionalmente no hallaren en El un tropiezo.
5 En vez de larga respuesta, Jesús muestra a los enviados los prodigios que estaba obrando cuando llegaron, y les prueba de este modo que El es el Mesías, en quien se han cumplido las profecías (Is 35, 5 s.; 61, 1)
6 Dichoso el que no se escandalizare de Mí: Es decir, dichoso el que sabe reconocer que las precedentes palabras de Isaías sobre el Mesías Rey se cumplen realmente en Mí (cf. Luc 4, 21 y nota), y no tropieza y cae en la duda como los demás, escandalizado por las apariencias de que soy un carpintero (Mat 13, 55; Matc 6, 3), y porque aparezco oriundo de Nazaret siendo de Belén (mat 21, 11; Juan 7, 41 y 52), y porque mi doctrina, es contraria a la de los hombres tenidos por sabios y virtuosos, como los fariseos. Dichoso el que cree a pesar de las apariencias, porque ve esa obras que Yo hago (Juan 10, 33; 14, 12) y esas palabras que ningún hombre dijo  (Juan 7, 46), y juzga con un juicio recto y no por las apariencias (Juan 7, 24). Porque los que dudan de los escritos de Moisés y de los Profetas (Juan 5, 46) no creerían aunque un muerto resucitara y les hablase (Luc 16, 31). ¡Y esto les pasó aún a los apóstoles con el mismo Jesús resucitado! (Luc. 24, 11). Dichosos el que sabe reconocer, en esa felicidad hoy anunciada a los pobres y cumplida en estos milagros, las profecías gloriosas sobre el Mesías Rey que, junto con dominar toda la tierra (S 71, 8), tiene esa predilección que Yo demuestro por los pobres (S. 71, 12 ss.; Luc 4, 18). Dichoso, en fin, el que, al pie de la Cruz, siga creyendo todavía, como Abrahán, contra toda esperanza (Rom 4, 18), como creyó mi Madre (Luc 1, 45; Juan 19, 25 y nota) y comprenda las Escrituras según las cuales era necesario que el Mesías padeciese mucho, muriese y resucitase (Luc 24, 26 s y 45 s; Juan 11, 51 s; Hech 3, 22 y nota). Por eso nadie puede ir a Jesús si no le atrae especialmente el divino Padre (Juan 6, 44), porque es demasiado escandaloso el misterio de un Dios victima de amor (I Cor 1, 23). Por eso muchas veces, aunque nos decimos creyentes, no creemos, porque somos como el pedregal (Mat 13, 21). Véase Luc 7, 23 y nota.


7 Y cuando ellos se retiraron, Jesús se puso a decir a las multitudes a propósito de Juan: "¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento? 8 Y si no ¿qué fuiste a ver? ¿Un hombre ataviado con vestidos lujosos? Peor los que llevan vestidos lujosos están en las casas de los reyes. 9 Entonces ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10 Este es de quien está escrito: "He aquí que Yo envío a mi mensajero que te preceda, el cual preparará tu camino delante de ti." 11 En verdad, os digo, no se ha levantado entre los hijos de mujer, uno mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. 12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos padece fuerza, y los que usan la fuerza se apoderan de él. 13 Todos los profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. 14 Y, si queréis creerlo, él mismo es Elías, el que debía venir. 15 ¡Quién tiene oídos oiga!"
16 "¿Pero, con quien comparar la raza esta? Es semejante a muchachos que, sentados en las plazas, gritan a sus camaradas: 17 Os tocamos la flauta y no danzasteis, entonamos cantos fúnebres y no plañisteis. 18 Porque; vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Esta endemoniado." 19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: "Es un glotón y borracho, amigo de publicanos, y de pecadores." Mas la Sabiduría ha sido justificada por sus obras."
20 Entonces se puso a maldecir a las ciudades donde había hecho el mayor número de sus milagros, porque no se habían arrepentido: 21 "¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! porque si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los prodigios que han sido hechos en vosotras, desde hace mucho tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza. 22 Por eso os digo, que el día del juicio será más soportable para Tiro y Sidón que para vosotras. 23 Y tú, Cafarnáum ¿acaso habrás de ser exaltada hasta el cielo? Hasta el abismo serás abatida. Porque si en Sodoma hubiesen sucedido las maravillas que han sido hechas en ti, aún estaría ella en pie el día de hoy. 24 Por eso te digo que el día del juicio será más soportable para la tierra de Sodoma que para ti."
25 Por aquel tiempo Jesús dio una respuesta, diciendo: "Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubres estas cosas a los sabios y a los prudentes, y las revelas a los pequeños. 26 Así es, oh Padre, porque esto es lo que te agrada a Ti. 27 A Mí me ha sido transmitido todo por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce bien nadie sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelar (lo). 28 Venid a Mí todos los agobiados y los cargados, y Yo os haré descansar. Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaos instruir por Mí, porque manso soy y humilde en el corazón; y encontraréis reposo para vuestras vidas. 30 Porque mi yugo es excelente, y mi carga liviana.

Comentarios
11 Es decir: Juan es el mayor de los profetas del antiguo Testamento, pero la nueva alianza, el Reino de Jesucristo, será tan superior que cualquiera que en él será mayor que Juan porque El lo constituirá sobre todos sus bienes (24, 46 s.; Hebr 8, 8 s.). En cuanto a la Iglesia, fundada cuando Israel rechazó el reino del Mesías (cf. 16, 16 ss.; Rom 11, 12 y 15 y notas), vemos cuán privilegiada es desde ahora nuestra situación de verdaderos hijos de Dios y hermanos de Jesús, Véase Juan 1, 11-12; 11, 52; Ef 1, 5 y notas, etc.
12 Según algunos, los que no hacen violencia a Dios con su confianza inquebrantable, no entrarían en el reino de los cielos. Otros exégetas toman estas palabras en sentido profético, refiriéndolas a las persecuciones que el Reino de Dios ha de sufrir en la tierra. Véase Luc 16, 16 y nota. Se apoderan de él: así también Buzy y la Biblia Pirot. Cf. 23, 13.
14 Muchos consideraban al Bautista como el profetas Elías, el cual, conforme a la profecía de Malaquías (4, 5), ha de volver al mundo. Véase 17, 11 y nota
19 Véase Luc 7, 35 y nota. La Sabiduría increada es el mismo Verbo divino que se hizo carne. Sus obras le dan testimonio, como El mismo lo dijo muchas veces (Juan 10, 37 s; 12, 37-40; 15, 22-25)
21 Corazín y Betsaida eran ciudades vecinas a Cafarnaúm. Las tres son aquí maldecidas por su incredulidad e infidelidad a los privilegios de que se gloriaban (cf. 7, 23; Luc 13, 27) Tiro y Sidón: dos ciudades paganas de Fenicia.
25 El Evangelio no es privilegio de los que se creen sabios y prudentes, sino que abre sus páginas a todos los hombres de buena voluntad, sobre todo a los pequeñuelos, esto es, a los pobres en el espíritu y humildes de corazón, porque "aquí tienen todos a Cristo, sumo y perfecto ejemplar de justicia, caridad y misericordia, y están abiertas para el género humano, herido y tembloroso, las fuentes de aquella divina gracia, postergada la cual y dejada a un lado, ni los pueblos ni sus gobernantes pueden iniciar ni consolidar la tranquilidad social y la concordia" (Pio XII en la Encíclica "Divino Affiante Spiritu")
28 No sólo los muy agobiados; también todos los cargados, para que la vida les sea llevadera.
29 Nótese que no dice que soy manso, sino porque soy manso. No se pone aquí como modelo, sino como Maestro al cual debemos ir sin timidez, puesto que es manso y no se irrita al vernos tan torpes.
30 El adjetivo griego "jrestós" que Jesús aplica a su yugo, es el mismo que se usa en Luc 5, 39 para calificar el vino añejo. De ahí que es más exacto traducirlo por "excelente", pues "llevadero" sólo da la idea de un mal menor, en tanto que Jesús nos ofrece un bien positivo, el bien más grande para nuestra felicidad un temporal, siempre que lo creamos. El yugo es para la carne mala, mas no para el espíritu, al cual, por el contrario, El le conquista la libertad (Juan 8, 31 s.; II Cor 3, 17; Gal 2, 4; Sant 2, 12) Recordemos siempre esta divina fórmula, como una gran luz para nuestra vida espiritual. El Evangelio donde el Hijo nos da a conocer las maravillas del Eterno Padre, es un mensaje de amor, y no un simple código penal. El que lo conozca lo amará, es decir, no lo mirará ya como una obligación sino como un tesoro, y entonces sí que le será suave el yugo de Cristo, así como el avaro se sacrifica gustosamente por su oro, o como la esposa lo deja todo por seguir a aquel que ama. Jesús acentúa esta revelación en Juan 14, 23 s., al decir a San Judas Tadeo que quien lo ama observará su doctrina y el que no lo ama no guardará sus palabras. Tal es el sentido espiritual de las parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa (13, 44 ss.) Del conocimiento viene el amor, esto es, la fe obra por la caridad  (Gal 5, 6). Y si no hay amor, aunque hubiera obras, no valdrían nada (I Cor 13, 1 ss.). Todo precepto es ligero para el que ama, dice S. Agustín; amando, nada cuesta el trabajo; Ubi amatur, non laboratur.

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