sábado, 21 de julio de 2012

Evangelio según San Mateo cap. 22. 34-46; 23; 24 1-12


34 Mas los fariseos, al oír que había tapado la boca a los saduceos, vinieron a reunirse junto a El; 35 y uno de ellos, doctor de la Ley, le propuso esta cuestión para tentarlo: 36 "Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?" 37 Respondió El: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu. 38 Este es el mayor y primer mandamiento. 39 El segundo le es semejante: "Amarás a  tu prójimo como a ti mismo". 40 De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas."
41 Estando aún reunidos los fariseos, Jesús les propuso esta cuestión: 42 "¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Dijéronle "de David" 43 Replicó El. "¿Cómo,  entonces, David (inspirado), por el Espíritu, lo llama "Señor", cuando dice: 44 "El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies"? 45 Si David lo llama "Señor", ¿cómo es su hijo?" 46 Y nadie pudo responderle nada, y desde ese día nadie osó más proponerle cuestiones.

Capítulo XXIII
1 Entonces Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos, 2 y les dijo: "Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. 3 Todo lo que ellos os mandaren, hacedlo, y guardadlo; pero no hagáis como ellos, porque dicen, y no hacen. 4 Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen sobre las espaldas de las gentes, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas. 5 Hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; se hacen más anchas las filacterias y más grandes las franjas (de sus mantos); 6 quieren tener los primeros puestos en los banquetes y en las sinagogas, 7 ser saludados en las plazas públicas y que los hombres los llamen: "Rabí". 8 Vosotros, empero, no os hagáis llamar "Rabí", porque uno solo es para vosotros el Maestro; vosotros sois todos hermanos. 9 Y tampoco llaméis padre a ninguno de vosotros sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. 10 Ni os llaméis director, porque uno solo es vuestro director: Cristo. 11 El mayor entre vosotros sea servidor de todos. 12 Quien se elevare, será abajado; y quien se abajare, será elevado."
13 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis con llave ante los hombres el reino de los cielos; vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando, no los dejáis entrar. 14 [¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudad, y pretextáis hacer largas oraciones. Por eso recibiréis condenación más rigurosa]. 15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y cuando llegar a serlo, lo hacéis doblemente más hijo de la gehenna que vosotros. 16 ¡Ay de vosotros, conductores ciegos!, que decís: "Quien jura por el Templo nada es; mas quien jura por el oro del Templo, queda obligado". 17 ¡Insensatos  ciegos! ¿qué es más, el oro o el Templo que santifica el oro? 18 Y: "Quien jura por el altar, nada importa; más quien jura por la ofrenda, que está sobre él, queda obligado". 19 ¡Ciegos! ¿qué es más, la ofrenda, o el altar, que hace sagrada la ofrenda? 20 Quien, pues, jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que está sobre él. 21 Quien jura por el Templo, jura por él y por Aquel que lo habita. 22 Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él."
23 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, que pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto hay que practicar, sin omitir aquello, 24 conductores ciegos, que coláis el mosquito, y os tragáis el camello. 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque purificáis lo exterior de la copa y del plato, mas el interior queda lleno de rapiña y de iniquidad.

Comentarios
37 ss. Véase Deut 6. 5; Lev. 19, 18; Mat 7, 12; Rom 13, 9 s.; 5, 14; Sant 2, 8; Ecli 13, 19
44 Véase S. 109, 1 y nota. Es la doble naturaleza de Cristo, quien como hombre es hijo de David, pero en cuanto a Dios es su Señor, Jes´su proclama así claramente la divinidad de su Persona como Hijo eterno y consubstancial del Padre.
5 En las filacterias o cajitas de cuero, sujetas con correas a la frente y a los brazos, llevaban los judíos pergaminos o papeles en que estaban escritos algunos pasajes de la Ley. Los fariseos formulistas habían exagerado esta piadosa práctica, destinada a tener siempre a la vista la Palabra de Dios. Véase Deut. 6, 8; 22, 12.
8 Véase 20, 25 ss. Cf. Col 2, 8 y nota; Apoc 2, 6 y nota.
11 Meditemos esto en Luc 22, 27 y nota
12 Es la doctrina del Magnificat (Luc 1, 52; 14, 11; 18, 14).
13 Cf. 11, 12; Luc 11, 52 y notas
14 El versículo 14 falta en los mejores códices.
15 Hacer un prosélito: convertir a un gentil a la religión judía. Había dos clases de prosélitos, según recibiesen o no la circuncisión: los prosélitos de la puerta y los de la justicia. Jesús enseña aquí que no siempre la mucha actividad es verdadero apostolado si no está movida por la fe viva que obra por la caridad (15, 8; Juan 4, 23; Gal 5, 6M I Cor 3, 12-15). Sobre la gehenna véase 5, 22 y nota.
23 Los judíos tenían que dar los diezmos de los frutos al Templo. Pero esto no bastaba a los fariseos: ellos, por pura vanagloria, extendían los diezmos a las hierbas insignificantes que cultivaban en sus huertos. Por lo cual, pretendiendo tener méritos, muy al contrario, se acarreaban el juicio. Por eso S. Crisóstomo llama a la vanagloria "madre del infierno". S, Basilio dice: "Huyamos de la vanagloria, insinuante expoliadora de las riquezas espirituales, enemiga lisonjera de nuestras almas, gusano mortal de las virtudes, arrebatadora insidiosa de todos nuestros bienes". Véase 6, 1 ss. y notas
25 Este espíritu de apariencia, contrario al Espíritu de verdad que tan admirablemente caracteriza nuestro divino Maestro, es propio de todos los tiempos, y fácilmente lo descubrimos en nosotros mismos. Aunque mucho nos cueste confesarlo, nos preocuparía más que el mundo nos atribuyera una falta de educación, que una indiferencia contra Dios. Nos mueve muchas veces a la limosna un motivo humano más que el divino, y en no pocas cosas obramos mas por quedar bien con nuestros superiores que por gratitud y amor a nuestro Dios. Cf. I Cor 6, 7 y nota. En el v. 26 y Jesús nos promete que si somos rectos en el corazón también las obras serán buenas Cf. Prov 4, 23.


26 ¡Fariseo ciego! comienza por limpiar el interior de la copa y del plato, para que también su exterior se purifique."
27 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros, blanqueados, que por fuera tienen bella apariencia, pero por dentro están llenos de osamentas de muertos y de toda inmundicia. 28 Lo mismo vosotros, por fuera parecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad."
29 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque reedificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos; 30 y decís: "Si nosotros hubiésemos vivido en el tiempo de nuestros padres no habríamos participado con ellos en el asesinato de los profetas". 31 Con esto, confesáis que sois hijos de los que mataron a los profetas. 32 ¡ Colmad, pues vosotros la medida de vuestros padres!"
33 "¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo podréis escapar a la condenación de la gehenna? 34 Por eso, he aquí que Yo os envío profetas, sabios y escribas:  a unos mataréis y crucificaréis, a otros azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 para que recaiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobe la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. 36 En verdad, os digo, todas estas cosas recaerán sobre la generación esta".
37 "¡Jerusalén! ¡Jerusalén! tú que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos debajo de sus alas, y vosotros no habéis querido! 38 He aquí que vuestra casa os queda desierta. 39 Por eso os digo, ya no me volveréis a ver, hasta que digáis: "Bendito el que viene en nombre del Señor!"

Capítulo XXIV
1 Saliendo Jesús del Templo, íbase de allí, y sus discípulos se le acercaron para hacerle contemplar las construcciones del Templo. 2 Entonces El les respondió y dijo: "¿Véis todo esto? En verdad os digo, no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada." 3 Después, habiendo ido a sentarse en el Monte de los Olivos, se acercaron a El sus discípulos en particular, y le dijeron: "Dinos cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu advenimiento y de la consumación del siglo." 4 Jesús les respondió diciendo: "Cuidaos que nadie os engañe. 5 Porque muchos vendrán bajo mi nombre, diciendo: "Yo soy el Cristo", y a muchos engañarán. 6 Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Mirad que no os turbéis! Esto, en efecto, debe suceder, pero no es todavía el fin. 7 Porque se levantará pueblo contra pueblo, reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambres y pestes y terremotos. 8 Todo esto es el comienzo de los dolores."
9 "Después os entregarán a la tribulación y os matarán y seréis odiados de todos los pueblos por causa de mi nombre. 10 Entonces se escandalizarán muchos, y mutuamente se traicionarán y se odiarán. 11 Surgirán numerosos falsos profetas, que arrastrarán a muchos a error;

Comentarios
27. Según la costumbre judía se blanqueaban todos los años las partes exteriores de los "sepulcros", para que los transeúntes los conociesen y no contrajesen impureza legal al tocarlos. Cf. Hesc 23, 3 En Luc 11, 44 la figura es inversa Cf. 7, 15 y nota.
35 Este Zacarías no puede ser idéntico con el profeta del mismo nombre. S. Jerónimo cree que Jesús alude a aquel Zacarías que fue muerto por Joás (II Par. 24, 21) y cuyo padre se llamaba Joiada
39 "Las palabras hasta que digáis aluden, según los mejores intérpretes, a la vuelta de Cristo como juez y a la conversión de los judíos. Cf. Rom 11, 25 ss. Reconociendo en El a su Redentor lo saludarán entonces con la aclamación mesiánica: Bendito, etc. Cf. 21, 9; S 117, 26" (Fillion). "Si no estuviéramos seguros de que el discurso fue pronunciado después del día de Ramos (21, 9) veríamos en él una profecía de las aclamaciones de Betfagé y del Monte de los Olivos. Pero el discurso es ciertamente posterior. Tenemos, pues, aquí el primer anuncio, aún impreciso de esta misteriosa Parusía de que va a tratarse en los capítulos siguientes y que no es otra que la Venida gloriosa del Hijo del Hombre al fin de los tiempos" (Pirot). En esta otra ocasión formuló Jesús este mismo anuncio en su imprecación contra Jerusalén (Luc 13, 35) Cf. 24, 30 y nota.
4 ss Para comprender este discurso y los relatos paralelos en Marc. 13 y Luc 21, hay que tener presente que según los profetas los "últimos tiempos" y los acontecimientos relacionados con ellos que solemos designar con el término griego escatológicos, no se refieren solamente al último día de la historia humana, sino a un periodo más largo, que Sto. Tomás llama de preámbulos para el juicio o "día del Señor", que aquél considera también inseparable de sus acontecimientos concomitantes (Cf. 7, 22 y nota) No es, pues, necesario que todos los fenómenos anunciados en este discurso se realicen juntos y en un futuro más o menos lejano. Algunos de ellos pueden haberse cumplido ya, especialmente teniendo en cuenta el carácter metafórico de muchas expresiones de estilo apocalíptico (cf. I Cor, 6. 2 s. y nota). Por su parte, S. Agustín señala en una fórmula cuatro sucesos como ligados indisolublemente: la Venida de Elías (cf. 11, 14 y nota; Apoc 11); la conversión de los judíos (cf. 23, 39; Juan 19, 37; Rom 11, 25 ss., etc.); la persecución del Anticristo (II Tes 2, 3 ss.; Apoc 13 y notas), y la Parusía o segunda venida de Cristo.
5 Cf. Hech 8, 9 y nota.
6 No es todavía el fin: El exegeta burgalés J. A. Oñate, que señala como tema central de este discurso la historia del Reino de Dios y sus relaciones con la Parusía, pone aquí la siguiente cita: "Las guerras, las turbulencias, los terremotos, el hambre y las pestes, que suelen ser sus consecuencias; los fenómenos cósmicos aterradores..., nos indican la proximidad de la Parusía, que pondrá fin a todos estos males. Los apóstoles no deben espantarse por nada de esto, sino saber que les aguardan en la evangelización del Reino otros muchos trabajos y sinsabores, en cuya comparación, los indicados no son más que el comienzo de los dolores" (v. 8). ¡Todos esos dolores estuvieron presentes en el sudor de Getsemaní!

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