domingo, 1 de julio de 2012

Génesis III. 5-15

5 pues bien sabe Dios que el día en que comeréis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal"
6 Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comida y una delicia a los ojos, y que el árbol era apetecible para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido (que estaba) con ella, y el comió también 7 Efectivamente se les abrieron los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; por lo cual cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales
8 Cuando oyeron el rumor de Yahvé Dios que se paseaba en el jardín al tiempo de la brisa del día, Adán y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvé Dios por entre los árboles del jardín 9 Yahvé Dios llamó a Adán y le dijo "¿Dónde estás?" 10 Este contestó: "Oí tu paso por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí" 11 Mas El dijo: "¿Quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del cual te prohibí comer?" 12 Respondió Adán: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí." 13 Dijo luego Yahvé dios a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?" Y contestó la mujer: "La serpiente me engañó, y comí"
14 Entonces dijo Yahvé Dios a la serpiente: "Por haber hecho esto, serás maldita como ninguna otra bestia doméstica o salvaje. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje; éste te aplastará la cabeza, y tú le aplastarás el calcañar."

Comentarios
6. Eva se deja engañar por el diablo y sus propios apetitos. Dios también a su marido: S Agustín agrega: "con palabras persuasivas". Han de excluirse todas las teorías modernas que consideran este primer pecado como un pecado de niño irresponsable, o un pecado de magia, o un pecado sexual. Toda la tradición lo toma como un acto de desobediencia y aunque la desobediencia de Eva precedió la de Adán, no hay duda de que éste es la causa primera del pecado original y de su propagación, por ser nuestra cabeza y la causa primera de la generación. Santo Tomás y muchos Teólogos opinan que a pesar de la caída de Eva, no habría habido transmisión del pecado original si Adán no hubiera pecado. Comienza aquí el drama del género humano, que se desarrolla de pecado en pecado hasta el último pecado del último hombre, solo interrumpido por el entreacto de la Redención. Más en el último acto veremos, como afirma S Pedro, el gran milagro de la "restauración de todas las cosas" (Hech 3, 21), y en esto se funda nuestra "bienaventurada esperanza" (Tit 2,13) Cf. Mat 19, 28. Los racionalistas han realizado grandes esfuerzos por dar al relato bíblico de la caída de Adán un carácter mitológico, pero no han encontrado sino un sello babilónico del tercer milenio a.C. En el sello aparecen dos personajes, sentados en escabeles a ambos lados de un árbol. Detrás de la primera persona, que según el vestido puede ser una mujer, hay una serpiente colocada verticalmente. En realidad nadie conoce el verdadero sentido de la escena grabada en el sello
7 Se les abrieron los ojos, no para adquirir nuevos y más elevados conocimientos, ni mucho menos para ser como Dios, sino para reconocer su propia miseria y el terrible engaño de que habían sido víctimas. Perdieron todos los dones sobrenaturales, la gracia santificante y la amistad de Dios; hasta sus dones naturales comenzaron a flaquear, despertóse la concupiscencia, la carne empezó a rebelarse contra el espíritu, y detrás de todos los males se cernía la muerte y la corrupción de todo el género humano. La caída de Adán tiene mucha semejanza con la del Angel caído. Ambos sobrepasan sus derechos buscando en cierto modo arrebatar el Reino de Dios para sí mismos; ambos negaban la autoridad que correspondía a Dios solo. Mas la sublevación del Angel fue definitiva e irreparable; la caída del hombre, en cambio, será reparada por un Redentor que por su obediencia restaurará el Reino de Dios sobre la tierra, destruido por la desobediencia de Adán
8. La higuera es el primer árbol cuyo nombre aparece en la Biblia, el segundo es el olivo (8,11)
9. ¿Dónde estás? No es una simple pregunta, sino la voz del buen pastor que busca la oveja perdida, como si dijera: "¿En qué situación te estás? ¿A qué extremo te ha reducido tu pecado, que huyes de tu Dios a quien antes buscabas? (S Ambrosio)
10 Tuve miedo: He aquí la primera palabra del hombre después de la caída: tuve miedo; las primeras angustias de un corazón humano, el primer remordimiento de una conciencia perturbada, que se transmitirá de generación en generación hasta llegar a nosotros, como las ondulaciones producidas por una piedra, lanzada en las aguas alcanzan la ribera
11 "De dos dolores nos habla aquí la Sagrada Escritura: del dolor de Dios, su consecuencia es el dolor del hombre. El pecado nos aleja de Dios, el dolor nos acerca a El, El pecado es separación de Dios, el dolor, unión con El" (Elpis)
14 El castigo se dirige no tanto a la serpiente como al diablo. No quiere decir que la serpiente hubiera tenido patas antes del pecado del paraíso, ni que en adelante se alimentaría del polvo de la tierra, como lo explicaban por ej, Flavio Josefo y Lutero. Arrastrarse sobre el pecho y comer polvo son metáforas que señalan la más profunda humillación (cf. Miq, 7, 11). Especialmente la segunda metáfora era muy usada entre los pueblos orientales. En la mitología babilónica el polvo era el manjar de los condenados en el infierno. San Judas nos revela que el diablo, pese a su caída y la sentencia pronunciada contra él, sigue siendo de altísima categoría, de modo que S. Miguel no se atrevió a maldecirlo directamente, sino que le dijo: "Repréndate el Señor"(Judas v, 9), palabras que repetimos todos los días en el exorcismo que León XIII mandó rezar después de la Misa para implorar el encierro de Satanás, que se realizará cuando sea vencido definitivamente (Apoc 12, 7-12 y  20,10). Entretanto le es dada cierta libertad, como vemos en el primer capítulo del libro de Job y en muchos pasajes del Nuevo Testamento, por ej. en I Pedro  5,8 Cf. también Juan 14,30; II Cor 2, 10 s; 4, 4 y notas
15 Brilla aquí el primer rayo de luz después de la caída del hombre. El corazón paternal de Dios tiene preparada una salida, tan compasiva como insospechada: la futura reparación y salvación por medio de un nuevo Adán,Cristo (cf Rom 5, 12 ss), por donde se ve "que en el pensamiento de Dios el Cordero inmaculado se inmola desde el principio del mundo y pone a la humanidad caída en vías de redención" (Eschóyez) cf Apoc 13, 8. La nueva versión italiana explicada por el P Vaccari, profesor del Pontificio Instituto Bíblico, explaya el misterio de este versículo con las siguientes palabras: "La descendencia de la mujer vencerá al demonio de la misma manera que el hombre aplasta la cabeza de una serpiente. La descendencia de la mujer es, en general, el género humano; mas principalmente, el Salvador Jesucristo, que es la Cabeza de toda la humanidad (Col 1, 15, 18). El venció por propia virtud al demonio, lo que los otros hacen en virtud de El. Contiene, pues este vers. el primer anuncio del futuro Redentor. Se le da por ello el nombre de "Protoevangelio" ("primera Buena Nueva"). Al triunfo del Salvador va asociada su madre, la misma Señora, que se contrapone a Eva (Luc 1, 26-38)• En vez de éste (el linaje) dice la Vulgata ésta (la mujer), lo que dio lugar a muchas discusiones, por que el texto hebreo y todas las versiones antiguas se oponen a esta traducción. El mismo S Jerónimo atestigua que también la primera versión latina, la Ítala, traía igualmente el pronombre masculino, y no el femenino. Le aplastarás el calcañar; Cristo fue elevado en la Cruz, por obra de la serpiente (Satanás) y sus cooperadores, y así obtuvo Satanás una aparente victoria, mas el verdadero vencedor fue Cristo, que con la muerte de Cruz aplastó al enemigo del género humano, el cual al fin (Apoc. 20, 10) será precipitado en el "lago de fuego y azufre" Entretanto, "ronda como león rugiente, buscando a quien pueda devorar" (I Pedro 5, 8) pero, como dice el mismo príncipe de los Apóstoles "está reservado para el juicio" (II Pedro 2, 4; cf. Judas v. 5). Así se explica la misteriosa palabra de San Pablo en I Cor 6, 3: "¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles

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