domingo, 1 de julio de 2012

Génesis VII. 7-24; VIII 1-6

7 Entró, pues, Noé en el arca, y con él sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. 8 De los animales puros, y de los animales que no son puros, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, 9 llegaron a Noé al arca, parejas, machos y hembras, como Dios había ordenado a Noé. 10 Y al cabo de siete días las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. 11 El año seiscientos de la vida de Noé, el mes segundo, el día diez y siete del mes, en ese día prorrumpieron todas las fuentes del grande abismo, y se abrieron las cataratas del cielo. 12 Y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13 En aquel mismo día entro Noé en el arca, con Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, y con ellos la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; 14 ellos, con todos los animales, según su especie, y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, según su especie, y todas las aves según su especie, todo pájaro, todo volátil. 15 Se llegaron a Noé, el arca, de dos en dos, de toda carne en que hay aliento de vida. 16 Y los que habían venido, machos y hembras de toda carne, entraron como Dios había mandado. Y tras él cerró Yahvé la puerta
17 El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Y crecieron las aguas y levantaron el arca, la cual se alzó sobre la tierra. 18 Y se aumentaron las aguas y crecieron muchísimo sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre las aguas. 19 Tan desmesuradamente crecieron las aguas sobre la tierra, que quedaron cubiertos todos los montes más altos que había bajo el cielo entero. 20 Quince codos se alzaron sobre ellos las aguas y fueron así cubiertos los montes. 21Entonces murió toda carne que se movía sobre la tierra; aves y ganados y fieras y todo reptil que se arrastraba sobre la tierra, y todos los hombres. 22 Todos los seres que en sus narices tenían soplo de vida, de cuantos hay en la tierra firme, perecieron. 23 Asi fue exterminado todo ser viviente que había sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, hasta los reptiles y hasta las aves del cielo. Fueron exterminados de la tierra, y quedaron solamente Noé y los que con él estaban en el arca. 24 Por espacio de ciento cincuenta días se alzaron las aguas sobre la tierra.
Capítulo VIII
1 Acordóse Dios de Noé y de todas las fieras y de todas las bestias que con él estaban en el arca; e hizo Dios pasar un viento sobre la tierra y bajaron las aguas. 2 Entonces se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas del cielo, y se detuvo la lluvia del cielo. 3 Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra; y cuando al cabo de ciento cincuenta días las aguas empezaron a menguar, 4 reposó el arca sobre los montes de Ararat, en el mes séptimo, el día diecisiete del mes. 5 Las aguas siguieron decreciendo paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes aparecieron las cumbres de los montes.
6 Pasados cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca,

Comentarios
11 El mes segundo sería, según la era antigua babilónica, la segunda mitad de octubre y la primera de noviembre. Por el grande abismo, los antiguos entendían los espacios alrededor de la tierra, en cuyas profundidades se creía que había fuentes.
21 Toda carne, o sea, todos los seres vivientes que "en sus narices tenían soplo de vida" (v. 22) perecieron, pero no todos perdieron la vida eterna. Esto nos revela S Pedro en el misterioso pasaje de I Pedro 3, 19, donde habla de la predicación del Evangelio, por el mismo Jesucristo, en el infierno y nombre expresamente a los hombres del diluvio. Véase la nota respectiva
23 Se levanta aquí la pregunta: ¿Fue el diluvio una catástrofe universal, y en qué sentido? Antiguamente se sostenía con todo rigor la universalidad del diluvio, fundándose en los pasajes del Gen. 6, 7: "Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado" (cf. 6, 13), y Gén 9, 19: "Estos tres son los hijos de Noé, por los cuales fue poblada la tierra". Cf. Sab 14, 6; I Pedro 3, 20; II Pedro 2, 5; 3, 6. Aducen asimismo el testimonio de los Padres y antiguos intérpretes que se han pronunciado unánimemente en favor de la universalidad del diluvio y ven, precisamente por ello, en el arca una figura de la iglesia. Para resolver el problema de la universalidad conviene estudiarlo bajo sus distintos aspectos: 1) No necesitamos sostener la universalidad zoológica, pues no perecieron los peces, de los cuales la Biblia no habla en estos capítulos, como tampoco de los insectos, ya que el término: "todo lo que se arrastra sobre la tierra", (7, 8) se refiere a los reptiles. La zoología conoce 8000 especies de animales. Dos o siete parejas de cada especie serían unos 30000 o 40000 animales. ¿Cómo atenderlos en el arca, donde había solamente ocho personas? 2) Tampoco existe la necesidad de defender la universalidad geográfica del diluvio, pues, como dicen los representantes de las ciencias naturales, faltaba para ello el agua. Todas las guas de la tierra no serían capaces de cubrir el orbe entero hasta las cumbres más altas de las montañas. 3) Queda, por consiguiente, abierta solamente la cuestión de la universalidad antropológica. Los que admiten el carácter parcial del diluvio en sentido antropológico (Hummelauer, Lesêtre, Ceuppens, etc.) hacen notar que el autor sagrado habla solamente de un sector de la humanidad, es decir, de los hijos de Caín y Set, sin mencionar a los descendientes de los demás hijos de Adán (cf. 5, 4), por lo cual, dicen, los cap. 6 y 7 se refieren exclusivamente a ese reducido grupo de hombres de que se ocupa el autor del Génesis, puesto que los otros no entran en la narración. Afirman también que en hebreo la expresión: "toda la tierra", puede significar "todo el país", es decir, el país del cual habla el hagiógrafo. Cf. Gén 41, 54, donde "toda la tierra" también se toma en sentido restringido. En cuanto a la interpretación  dada por los Padres, los defensores de esta hipótesis alegan que su unánime testimonio hace fe únicamente cuando explican verdades de la fe. Con todo, hay que decir con Simón-Prado que la universalidad antropológica es probabilísima. Ningún acontecimiento bíblico ha dejado tantas huellas en las tradiciones de los pueblos como esta narración del diluvio. Cf. el mito babilónico de Utnapistim, el griego de Deucalión y Pirra, la leyenda de Manú en la India, el Popolvuh o Génesis de los antiguos guatemaltecos, etc.
4 Ararat: Armenia, cuyo nombre babilónico es Urartu. El día diecisiete: La Vulgata de S. Jerónimo vierte: el día veintisiete

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