domingo, 1 de julio de 2012

Génesis XLIII. 16-34; XLIV. 1-13

16 Apenas vio José con ellos a Benjamín, dijo al mayordomo de su casa: "Lleva a estos hombres a mi casa, degüella animales y pon la mesa, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía." 17 E hizo éste como José había mandado y los llevó a casa de José. 18 Mientras, los hombres eran conducidos a casa de José, sobrecogidos de temor, decían: "Por el dinero que la vez pasada nos han devuelto en nuestros costales, somos traídos acá; es para asaltarnos; van a caer sobre nosotros y prendernos como siervos, juntamente con nuestros asnos." 19 Acercarónse, pues, al mayordomo de la casa de José, y hablando con él a la puerta de la casa, 20 dijeron: "Disculpe, señor mío. Nosotros hemos bajado ya una vez a comprar provisiones. 21 Mas cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en igual peso; por lo cual lo hemos vuelto a traer con nosotros. 22 Hemos traído con nosotros también otro dinero para comprar provisiones. No sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales." 23 A lo que él respondió: "¡Estad tranquilos" No temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os puso un tesoro en vuestros costales. Vuestro dinero llegó a mí." Y condujo a Simeón adonde estaban. 24 Después introdujo a los hombres en la casa de José, dióles agua para que se lavaran los pies, y también pienso a sus asnos. 25 Prepararon entonces el presente para cuando viniese José al mediodía; pues habían oído que allí tendrían que comer.
26 Cuando José llegó a casa, transportaron a su palacio el presente que habían traído consigo; y postráronse en tierra delante de él. 27 El cual les preguntó cómo estaban y dijo "¿Está bien vuestro anciano padre de quien me hablastéis? ¿Vive todavía?" 28 Contestaron: "Tu siervo nuestro padre está bien y vive todavía"; e inclinándose se postraron. 29 Alzando los ojos, vio a Benjamín, su hermano, hijo de su madre, y dijo: "¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablastéis?" Y agregó: "¡Dios te bendiga, hijo mío!"
30 Tras esto busco José precipitadamente un lugar donde llorar, porque se le conmovieron las entrañas a causa de su hermano; entró pues, en su aposentó y allí lloró. 31 Después de haberse lavado el rostro, salió; y haciendo esfuerzo por contenerse, dijo: "Servid la comida." 32 Y sirvieron para él aparte, y para ellos aparte, y aparte para los egipcios que comían con él; pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto es cosa abominable para los egipcios. 33 (Los hermanos de José) ocupaban los asientos delante de él, el mayor según su primogenitura, y el menor según su menor edad, por lo cual se miraban con asombro unos a otros. 34 Les hizo servir de las porciones que tenía delante de sí; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de todos ellos. Y bebieron y alegrarónse con él.
Capítulo XLIV
1 Después dio José al mayordomo esta orden: "Llena de provisiones los costales de estos hombres cuanto puedan llevar y por el dinero de cada uno en la boca de su costal. 2 Pon también mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, juntamente con el dinero de su trigo." Y él hizo según la orden que José había dado. 3 Al rayar el alba se despidieron los hombres con sus asnos. 4 Pero apenas habían salido de la ciudad, hallándose aún a poca distancia de ella, dijo José al mayordomo de su casa: "Levántate y corre tras esas gentes, y cuando los alcances, les dirás: "¿Por qué habéis devuelto mal por bien? 5 ¿No es ésta (la copa) en que bebe mi señor, y por medio de la cual suele adivinar? Habéis obrado mal en lo que hicisteis." 6 Y él, habiéndolos alcanzado, les repitió estas mismas palabras. 7 Contestáronle: "¿Por qué dice mi señor tal cosa? Lejos de tus siervos hacer algo semejante. 8 He aquí que hemos vuelto a traerte desde el país de Canaán el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales; ¿cómo íbamos a robar de la casa de tu señor plata u oro? 9 Aquel de tus siervos en cuyo poder fuere hallada, muera, y en cuanto a nosotros seremos siervos de mi señor." 10 "Sea así como decís, respondió él. Aquel en cuyo poder fuere hallado será mi siervo; mas vosotros quedaréis sin culpa."
11 Con esto se apresuraron a bajar cada uno su costal a tierra; y abrió cada cual su costal. 12 Y él (los) registró, empezando por el mayor, y acabando por el menor, y fue hallada la copa en el costal de Benjamín. 13 Rasgaron entonces sus vestidos, y cargando cada uno su asno, volvieron a la ciudad

Comentarios
16 Parecería extraño recibir a los hermanos con tantos honores precisamente en el momento que ellos esperaban todo lo contrario. Su miedo subió de pronto cuando fueron transportados a la casa de José, donde temían ser asaltados y reducidos a la servidumbre (v. 18). El cambio se debe a la presencia de Benjamín, cuya llegada significaba para José un día de fiesta.
30 Un lugar donde llorar: Aquí se descubre el corazón de José, quien no busca el mal sino el bien de sus hermanos, aunque sigue probándolos para estar seguro de su arrepentimiento. ¿Hay amor fraternal más emocionante que el de José para con Benjamín? Notese también la veneración al padre, que se revela en el v. 27.
32 Los egipcios no comían con extranjeros porque tenían otro régimen de alimentación. Aborrecían las carnes de ciertos animales y evitaban el trato con los pastores, como se ve en 46, 34
5 Los egipcios usaban copas para adivinar, creyendo que el adivino veía en el fondo de la copa figuras e imágenes de cosas futuras. El texto sagrado no quiere decir que José practicaba el supersticioso arte de adivinar, porque todo lo que dispone tiene por objeto de probar a sus hermanos (véase vers. 15). Por lo demás se había hecho famoso por la interpretación de los sueños del Faraón, lo cual, a los ojos de los egipcios, no era otra cosa que adivinación.
13 Rasgaron sus vestidos, en señal del dolor que los sobrecogió. Cf. 37, 34 y nota.

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