domingo, 1 de julio de 2012

Genésis XXIV. 48-67; XXV 1-10

48 y postrándome adoré a Yahvé, y bendije a Yahvé, el Dios de mi señor Abrahán, que me ha conducido por camino recto, a fin de traer la hija del hermano d mi señor, para su hijo. 49 Por lo cual, si ahora queréis usar de benevolencia y lealtad con mi señor, decídmelo; y si no, decídmelo también para que yo me dirija a la derecha o a la izquierda."
50 Respondieron Labán y Batuel, diciendo: "De Yahvé viene esto; nosotros no podemos decirte ni mal ni bien. 51 Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, sea ella mujer del hijo de tu señor, como lo ha dispuesto Yahvé." 52 Cuando el siervo de Abrahán oyó lo que decían, postróse en tierra ante Yahvé, 53 Y sacó el siervo objetos de plata y objetos de oro y vestidos y diólos a Rebeca; hizo también ricos presentes a su hermano y a su madre.
54 Después comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban y pasaron la noche. Cuando se levantaron a la mañana, dijo: "Dejadme volver a casa de mi señor." 55 A lo cual respondieron el hermano de ella y su madre: "Quédese la niña con nosotros algunos días, unos diez; después partirá." 56 Mas él contestó: "No me detengáis, ya que Yahvé ha bendecido mi viaje; despedidme para que vaya a mi señor." 57 Ellos dijeron: "Llamemos a la joven y preguntemos lo que diga ella." 58 Llamaron pues, a Rebecca, y la preguntaron: "¿Quieres ir con este hombre?" "Iré", contestó ella
59 Entonces despidieron a Rebeca, su hermana, y a su nodriza, y al siervo de Abrahán con sus hombre. 60 Y bendijeron a Rebeca, diciéndole: "Hermana nuestra, crezcas en millares y decenas de millares, y apodérese tu descendencia de la puerta de sus enemigos!" 61 Después se levantó Rebeca con sus doncellas, y, montadas sobre los camellos, siguieron al hombre, el cual tomó a Rebeca y partió.
62 Entre tanto Isaac había vuelto del pozo del "Viviente que me ve", pues habitaba en la región del Négueb; 63 y por la tarde cuando salió al campo a meditar y alzo los ojos vio que venían unos camellos. 64 También Rebeca alzó sus ojos y viendo a Isaac, descendió del camello; 65 y preguntó al siervo: "¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?" Contestó el siervo: "Es mi señor." Entonces ella tomó su velo y se cubrió. 66 El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho; 67 y condujo Isaac a Rebeca a la tienda de Sara, su madre; y tomó a Rebeca, la cual pasó a ser su mujer; y la amó; y así se consoló Isaac después de la muerte de su madre.
Capítulo XXV
1 Abrahán tomó todavía otra mujer, que se llamaba Keturá. 2 De ésta le nacieron Simrán, Jocsán, Madán, Madián, Jesboc y Sua. 3 Jocsán engendró a Sabá y a Dedán. Los hijos de Dedán fueron los Asurim, los Letusim y los Leummim. 4 Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Enoc, Abidá, y Eldaá. Todos éstos son hijos de Keturá. 5 Todo cuanto tenía dio Abrahán a Isaac. 6 A los hijos de las concubinas les hizo donaciones; y, viviendo aún el mismo, los separó de Isaac, enviándolos hacia el Oriente, a las regiones orientales. 7 Estos fueron los días de los años de la vida de Abrahán; ciento setenta y cinco años. 8 Expiró, pues, Abrahán y murió en buena vejez, anciano y satisfecho ; y fue a reunirse con su pueblo. 9 Isaac e Ismael, sus hijos lo enterraron en la cueva de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de Sohar, el heteo, frente a Mamré, 10 en el campo que Abrahán había comprado a los hijos de Het. Allí está sepultado Abrahán, con Sara, su mujer.

Comentarios
53 Los regalos no significaban la compra de la mujer, como sostienen algunos. Rebeca misma recibe también regalos y da expresamente su consentimiento (v. 58)
62 Véase 16, 13. Es el pozo que Dios mostró a Agar. En la región del Négueb: e Bersabee.
63 A meditar: Dice San Jerónimo que Isaac, como hombre justo, salía de su casa a hacer oración, y que en esto fue también figura de Cristo, quien, como dice el Evangelio (Luc. 5, 16), se retiraba a un lugar solitario para orar y meditar
66 Rebeca se cubrió con el velo porque la costumbre exigía que la novia apareciera velada ante el novio hasta el día de las bodas. Observa San Ambrosio al respecto: Si la modestia es el principal adorno aún en las esposas ¿cuánto más conviene a las que han resuelto consagrar a Dios su virginidad?
67 Todo este capítulo encierra una tipología mesiánica. Abrahán es tipo de aquel rey que prepara las bodas de su hijo (Mat 22, 2 ss.); Isaac representa a Cristo que ha de venir para recibir a la Iglesia su Esposa (I Tes 4, 14 ss; Apoc 19, 7 y notas); Rebeca es tipo de la Iglesia (II Cor 11, 2), y el administrador que no habla de sí mismo, tipo del "amigo del esposo". S Juan Bautista (Juan 3, 29), que prepara las bodas de Cristo con la Iglesia.
6 La principal herencia que dejó a su hijo Isaac, no fueron los bienes materiales, sino la fe en Dios y la esperanza en Aquel que había de venir
Fue a reunirse con su pueblo: Algunos traducen "con sus padres", expresión muy frecuente que implica a la vez la fe en la inmortalidad (cf. v. 17; 49, 32; Num 27, 13; 31, 2, etc.). Quiere decir: Abrahán murió, y su alma fue a reunirse con las de sus antepasados en el Limbo de los Padres, donde habían de estar hasta que Cristo les abriera las puertas del cielo (I Pedro 3, 18 ss). Más tarde los israelitas llamaron a este lugar "el seno de Abrahán" (Luc 16, 22) Cf. Job 10, 21; 14, 12 y notas.
10 Allí está sepultado Abrahán, quien diríamos más que otros grandes, merece ser incorporado al catálogo de los "inmortales" de la historia. Esta sepultado, si, para la historia profana, pero vive en la historia del Reino de Dios, Los que escriben la historia de los pueblos se inspiran generalmente en principios de vanidad propia y nacional, exaltan a los ambiciosos e intrigantes que consiguieron ventajas para su pueblo a costa de otros, y relegan al olvido a los que trabajaron por el Reino de Dios. Así por ejemplo, los historiadores antiguos no hablan de Abrahán; es Dios el que le dio fama inmortal haciéndole amigo suyo (Sant 2, 23) y poniendo su estirpe como fundamento del Reino que había de extenderse sobre los dos Testamentos, puesto que Abrahán es padres de todos los creyentes (Rom 4, 11), por consiguiente también nuestro padre en la fe. Como tal forma parte, con Melquisedec, del Canon de la Misa ; honra que vale más que todos los títulos que puede conferir el mundo. Comprendemos el orgullo del pueblo judío, que desgraciadamente se fundaba más en la descendencia carnal que en la fe del santo patriarca. "Tenemos por padre a Abrahán". decían, como si la raza y la sangre le dieran una prerrogativa sobre los demás pueblos. El bautista no vacila en lanzar contra este orgullo carnal una de sus más terminantes amenazas; "Yo os digo que Dios puede hacer que de estas piedras nazcan hijos de Abrahán" (Mat 3, 9). Cuidémonos de no caer en el mismo error contentándonos con la fe del Bautismo y descuidando el espíritu del Evangelio.

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