domingo, 1 de julio de 2012

Génesis XXXIX; XL. 1-10

Capítulo XXXIX
1 José fue llevado a Egipto; y Putifar, eunuco del Faraón, capitán de la guardia, egipcio, le compró a los ismaelitas que allá le habían llevado. 2 Mas Yahvé estaba con José e hizo prosperar lo que hacía. Habitaba en casa de su señor, el egipcio; 3 y su señor vio que Yahvé le asistía y que Yahvé favorecía en sus manos todas sus empresas. 4 Así José halló gracia a sus ojos, y le servía de tal manera que le encargó el gobierno de su casa y puso en sus manos todo lo que tenía. 5 Y sucedió que desde el tiempo en que le encargara el gobierno de su casa y de todo lo que tenía, Yahvé bendijo la casa del egipcio por amor a José; y la bendición de Yahvé se derramó sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo; 6 de manera que dejó todo lo suyo en manos de José, sin tener otra preocupación que la de comer. Era José de bella figura y de hermoso aspecto.
7 Acaeció después de estas cosas que la mujer de su señor puso los ojos en José y le dijo: "Acuéstate conmigo." 8 Pero él rehusó, diciendo a la mujer de su señor: "Es verdad que mi señor no me pide cuentas acerca de lo que tiene en su casa, y todos sus bienes los ha puesto en mi mano; 9 nadie hay en esta casa que sea más grande que yo, y él no se ha reservado nada, a excepción de ti, por cuanto eres su mujer. ¿Cómo pues voy a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?" 10 Todos los día hablaba ella así, pero él no consintió en acostarse a su lado y estarse con ella. 11 Mas cuando cierto día entró en la casa para cumplir su tarea, y no había ninguno de los sirvientes de la casa allí dentro, 12 le asió de su vestido y dijo: "Acuéstate conmigo." Pero él dejando su vestido en mano de ella, huyó y salió fuera.
13 Viendo ella que le había dejado su vestido en la mano y había huido afuera, 14 llamó a los sirvientes de su casa y les dijo: "Mirad nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros; vino a mí para acostarse conmigo, pero yo clamé a grandes voces; 15 y él, como oyese que yo alzaba mi voz y clamaba, dejó su vestido junto a mí y escapó huyendo." 16 Y puso ella junto a sí el vestido de él hasta que su señor volviera a la casa. 17 A éste le habló en los mismos términos, diciendo: "Vino a mí el siervo hebreo que nos trajiste, para burlarse de mí; 18 pero cuando yo levanté mi voz y grité, dejó su vestido junto a mí y huyó afuera."
19 Al oír el señor las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: "Esto me ha hecho tu siervo", montó en cólera, 20 y tomando a José lo metió en la cárcel, en el lugar donde se guardaban los presos del rey; y allí quedó en la cárcel. 21 Mas Yahvé estaba con José, y le mostró su misericordia, haciéndolo grato a los ojos del jefe de la cárcel, 22 de tal manera que el jefe de la cárcel puso todos los presos que había en la cárcel en manos de José, y sin José no se hacía nada allí. 23 El jefe de la cárcel no se cuidaba de cosa alguna que estaba en manos (de José), porque Yahvé le asistía, y Yahvé favorecía todas sus acciones.
Capítulo XL
1 Después de esto sucedió que el copero del rey de Egipto y el panadero faltaron contra su señor, el rey de Egipto. 2 Y se encolerizó el Faraón contra sus dos ministros, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos; jefe de los coperos y el jefe de los panaderos; 3 y los metió presos en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4 El capitán de la guardia los puso bajo la custodia de José, y éste les atendía. Estando ya algún tiempo en prisión, 5 el copero y el panadero del rey de Egipto, que se hallaban presos en la cárcel, soñaron sueños, ambos en la misma noche, cada uno el suyo, cada uno según lo que había de significar su sueño. 6 Cuando por la mañana José vino a ellos, vio que estaban tristes; 7 por lo cual preguntó a los ministros del Faraón que estaban con él en la cárcel, en la casa de su señor, diciendo. "¿Por qué están hoy vuestros semblantes tristes?" 8 Le respondieron: "Hemos soñado sueños, y no hay quien los interprete." Replicóles José: "¿No es Dios el que da la interpretación? Contadme (el sueño), os ruego."
9 Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño, diciendo: "En mi sueño vi una vid delante de mí. 10 En la vid había tres sarmientos; estaba brotando, salía su flor, y sus racimos maduraban uvas

Comentarios
4 José ejercía el cargo de administrador o intendente. En los monumentos egipcios los administradores están representados con una vara o un mamotreto en la mano, y un estilo o pluma de junco en la oreja, símbolo de autoridad
7 Algunos críticos niegan la autenticidad de este episodio, objetando que contradice a las costumbres egipcias. Vigouroux los refuta alegando como prueba la "Historia de los dos Hermanos", novela egipcia que remonta a los tiempos de Putífar.
9 Pecar contra Dios: He aquí el fundamento de la moral. Pecar contra el prójimo es pecar contra Dios. José es capaz de resistir a la mala mujer, porque se acuerda del Supremo Juez que todo lo ve y todo lo sabe; pues "la presencia de Dios es, como dice San Basilio, un remedio contra todos los vicios". En José tenemos un perfecto modelo de la castidad, que nos enseña cómo hemos de portarnos en la tentación. San Ambrosio y San Agustín lo llaman mártir de la castidad.
10 Todos los días: Da asco ver cómo insiste en corromper a un joven. De tales mujeres dice San Jerónimo: "No tienen otro cuidado que comer y beber y lo que es anexo a esto... Borrachas y lascivas insinúan toda maldad, y son capaces de enmollecer aún mentes férreas y plegarlas a disoluciones... Hasta el adulterio de la lengua les gusta" (Ad Eustoq. 9, 29)
20 José, castigado siendo inocente, es también en esto, figura de Cristo, el cordero inmolado. Véase 37, 28 y nota; Is. 53, 7; I Pedro 1, 19; Apco. 5, 6
8 Los egipcios estaban muy inclinados a la superstición (cf. Ex. 7, 11) y acudían a los adivinos para hacerse interpretar los sueños. De aquí que José advierta que la interpretación de los sueños viene solo de Dios. Es lo que Daniel dice a Nabucodonosor en un caso semejante.

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