domingo, 1 de julio de 2012

Genésis XXXVII. 10-36; XXXVIII 1

10 Contólo a su padre y a sus hermanos, por lo cual su padre le reprendió diciendo: "¿Que sueño es éste que has soñado? ¿Debemos acaso venir, yo y tu madre y tus hermanos, y postrarnos en tierra delante de ti?" 11  Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre reflexionaba sobre lo sucedido.
12 Los hermanos de José fueron a apacentar los rebaños de su padre en Siquem, 13 y dijo Israel a José: "¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ven, que te enviaré a donde ellos están." Le respondió: "Heme aquí." 14 Y dijo: "Anda y ve cómo están tus hermanos y cómo se halla el ganado y traéme noticias." Así le envió desde el valle de Hebrón, y (José) se fue a Siquem. 15 Y cuando andaba errante por el campo le encontró un hombre, el cual le preguntó: "¿Qué estás buscando?" 16 Constesó: "Busco a mis hermanos; dime por favor, donde están pastoreando." 17 Dijo el hombre: "Se han ido de aquí, pues les oí decir: "Vamos a Dotain". " Con esto marchóse José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotain.
18 Cuando ellos le vieron desde lejos, ya antes que llegase a ellos, buscaron cómo matarle dolosamente, 19 diciéndose uno a otro: "Mirad, ahí viene ese soñador. 20 Vamos a matarle y arrojarle en una de esas cisternas; y diremos que una fiera lo ha devorado; entonces veremos qué será de sus sueños." 21 Rubén, que oyó esto, trató de librarlo de sus manos, diciendo: "No le quitemos la vida." 22 Y exhortólos Rubén: "No derraméis sangre; arrojadlo en esta cisterna que está en el desierto, mas no pongáis en él la mano"; (esto decía) para librarlo de su mano, a fin de devolverlo a su padre. 23 Con todo, cuando José llegó a sus hermanos, le despojaron de su túnica, el traje talar que traía puesto; 24 y tomándolo lo arrojaron en la cisterna. La cisterna estaba vacía, no había agua en ella.
25 Después se sentaron a comer, y levantando los ojos vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, y cuyos camellos llevaban especias y bálsamo y resina para transportarlos a Egipto. 26 Entonces dijo Judá a sus hermanos: "¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? 27 Vamos, vendámoslo a los ismaelitas y no pongamos en él nuestra mano; pues es nuestro hermano, carne nuestra." Sus hermanos estaban de acuerdo, 28 y cuando pasaron los mercaderes medianitas, sacaron a José, alzándole de la cisterna. Y vendieron a José por veinte piezas de plata a los ismaelitas, que le llevaron a Egipto. 29 Cuando Rubén volvió a la cisterna, rasgó sus vestidos, 30 y volviéndose a sus hermanos, les dijo: "El niño no aparece; ahora, ¿adónde voy yo?"
31 Mas ellos tomaron la túnica de José, degollaron un macho cabrío, empaparon la túnica en la sangre, 32 y enviaron el traje talar a su padre, diciendo: "Esto hemos hallado; comprueba, pues, si es o no la túnica de tu hijo." 32 Y él la reconoció y dijo: "Es la túnica de mi hijo; una fiera lo ha devorado. Despedazado, despedazado ha sido José." 34 Y rasgó Jacob sus vestidos, puso un saco sobre sus lomos e hizo duelo por su hijo muchos días. 35 Todos sus hijos y todas sus hijas vinieron a consolarle; mas él no quiso ser consolado, sino que dijo: "Por tristeza bajaré adonde está mi hijo, al scheol." Así lo lloró su padre. 36 Los madianitas le vendieron en Egipto a Putifar, eunuco del Faraón, jefe de la guardia.
Capítulo XXXVIII
1 En aquel tiempo se separó Judá de sus hermanos, y bajando llegó a un adullamita que se llamaba Hirá

Comentarios
11 Como Jacob mismo había recibido en sueños instrucciones divinas, miraba el caso con respeto y no le parecía imposible que los sueños de su hijo significaran grandes acontecimientos.
17 Dotaín, localidad situada a unos 60 kms, al norte de Jerusalén y unos 100 kms al norte de Hebrón, donde vivía Jacob
22 Las cisternas secas se usaban también como prisiones. Véase el caso del profeta Jeremías, quien sufrió la misma suerte (Jer 38, 6)
25 Ismaelitas, árabes, descendientes de Ismael, hijo de Abrahán. En el vers. 28 se llaman madianitas. Cf. Juec. 8, 22 ss.
28 Por ser odiado por sus hermanos y vendido por pocas monedas, José es figura de Jesucristo. También Jesús fue perseguido por su propio pueblo y vendido como José por unas monedas de plata. Pero para ambos la humillación fue el comienzo de la glorificación: Jesús triunfó en la cruz y José en los sufrimientos de la esclavitud. Pues Dios empieza a elevar cuando humilla, y cuanto más quiere ensalzar, más deprime. "Los hermanos vendieron a José por no honrarle, y él fue honrado y enaltecido precisamente porque lo vendieron" (S. Gregorio, in Gen.)
34 El rasgar los vestidos y cubrirse de saco eran señales de dolor y de luto, no solo entre los judíos sino también en otros pueblos del Oriente.
35 Scheol llamaban los israelitas el lugar donde moraban las almas de los difuntos. Aquí se manifiesta la fe del patriarca en la inmortalidad, que en el pueblo de Israel se desarrollará hasta llegar a la fe en la resurrección (Job 19, 25; Prov 7, 27; Is 14, 15; Ez 32, 21). Generalmente la Vulgata traduce "scheol" por infierno, y da a esta palabra su significado antiguo, que se ha perdido en las lenguas modernas. El "infierno" de la Vulgata se refiere, por consiguiente, no al lugar de los condenados, sino al "limbo de los padres" o "seno de Abrahán". Cf. el "descendit ad inferos" del Credo
36 Eunuco, no en sentido propio, pues no lo fue, sino en sentido de oficial o funcionario. Faraón; título de los reyes egipcios. Su significado es "Casa Magna". Reinaba en aquel tiempo en Egipto una dinastía extranjera, la de los Hyskos, invasores asiáticos.
1 "Moises interrumpe aquí la narración de los hechos de José, para dar lugar a la historia y genealogía de Judá, antes que a la de los otros hermanos. En primer lugar, porque de Judá, por medio de Tamar, había de nacer el Salvador del mundo. Y en segundo lugar, para que los judíos no menospreciases a los gentiles, puesto que la tribu de Judá, que era la más noble de todas descendía de los cananeos por medio de una mujer gentil" (Scío). El P. Páramo completa este pensamiento llamando la atención sobre el hecho de que en la genealogía de Cristo se haga mención de Tamar (y de Rahab y Betsabee), "para confundir la soberbia de los hombres y hacer ver que el misterio de la Redención fue obra toda de la misericordia de Dios, y para alentar al mismo tiempo a los gentiles". Adullamita: de Odollam, lugar situado al suroeste de Belén. Cf. Jos. 15, 35; I Rey 22, 1.

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