miércoles, 29 de agosto de 2012

Apocalipsis 13, 14, 15


Capítulo XIII
1 Y del mar vi subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia. 2 La bestia que vi era semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de león; y el dragón le pasó su poder y su trono y una gran autoridad. 3 Y (yo vi) una de sus cabezas como si se le hubiese dado muerte; mas fue sanada de su golpe mortal, y maravillóse toda la tierra. (y se fue) en pos de la bestia. 4 Y adoraron al dragón, porque él había dado la autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: "¿Quién cómo la bestia? y quién puede hacerle guerra?" 5 Y Se le dio una boca que profería altanerías y blasfemias; y le fue dada autoridad para hacer su obra durante cuarenta y dos meses.
6 Abrió, pues, su boca para blasfemar contra Dios, blasfemar de Su Nombre, de su morada y de los que habitan en el cielo. "Le fue permitido también hacer guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. 8 Y lo adorarán ( al dragón) todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado. 9 Si alguno tiene oído, oiga: 10 Si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá.
En esto está la paciencia y la fe de los santos.
11 Y vi otra bestia que subía de (bajo) la tierra. Tenía dos cuernos como un cordero, pero hablaba como dragón. 12 Y la autoridad de la primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y sus moradores adorasen a la bestia primera, que había sido sanada de su golpe mortal. 13 Obró también grandes prodigios, hasta hacer descender fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres. 14 Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que les fue dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia que recibió un golpe de espada y revivió. 15 Y le fue concedido animar la estatua de la bestia de modo que la estatua de la bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no adorasen la estatua de la bestia. 16 E hizo poner a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos una marca impresa en la mano derecha o en la frente, 17 a fin de que nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado con el nombre de la bestia o el número de su nombre. 18 Aquí la sabiduría; quien tiene entendimiento calcule la cifra de la bestia. Porque es cifra de hombre: su cifra es seiscientos sesenta y seis.

Capítulo XIV
1 Y miré, y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión, y con El ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban escrito en sus frentes el nombre de Él y el nombre de Su Padre. 2 Y oí una voz del cielo, semejante a la voz de muchas aguas, y como el estruendo de un gran
trueno; y la voz que oí se parecía a la de citaristas que tañen sus cítaras. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender aquel cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero doquiera vaya. Estos fueron rescatados de entre los hombres, como primicias, para Dios y para el Cordero. 5 Y en su boca no Se halló mentira, son inmaculados.
6 Y vi a otro ángel volando por medio del cielo, que tenía que anunciar un Evangelio eterno para evangelizar a los que tienen asiento en la tierra: a toda nación y tribu y lengua y pueblo. 7 Y decía a gran voz: "Temed a Dios y dadle gloria a Él, porque ha llegado la hora de su juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas." 8 SiguióIe un segundo ángel que decía: "Ha caído, ha caído Babilonia, la grande; la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación." 9 Y un tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: "Si alguno adora a la bestia y a su estatua y recibe su marca en la frente o en la mano, 10 él también beberá del vino del furor de Dios, vino puro, mezclado en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre, en la presencia de los santos ángeles y ante el Cordero. 11 Y el humo de su suplicio sube por siglos de siglos; y no tienen descanso día ni noche los que adoran a la bestia y a su estatua y cuantos aceptan la marca de su nombre." 12 En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 13 Y oí una voz del cielo que decía: "Escribe; ¡Bienaventurados desde ahora los muertos que mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, que descansa de sus trabajos, pues sus obras siguen con ellos.
14 Y miré y había una nube blanca y sobre la nube uno sentado, semejante a hijo de hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro y en Su mano una hoz afilada. 15 Y Salió del templo otro ángel, gritando con poderosa voz al que estaba sentado sobre la nube: "Echa tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar, pues la mies de la tierra está completamente seca."
16 Entonces el que estaba sentado sobre la nube lanzó su hoz sobre la tierra y la tierra fue segada. 17 Y salió Otro ángel del santuario celestial teniendo también una hoz afilada. 18 Y del altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego y llamó a gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: "Echa tu hoz afilada y vendimia los racimos de la vida de la tierra, porque sus uvas están maduras." 19 Y arrojó el ángel su hoz sobre la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó (la vendimio) en el lagar grande de la ira de Dios. 20 El lagar fue pisado fuera del la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos, por espacio de mil seiscientos estadios.

Capítulo XV
1 Vi en el cielo otra señal grande y sorprendente: siete ángeles con siete plagas, las postreras,
porque en ellas el furor de Dios quería consumado. 2 Y vi como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los triunfadores que escaparon de la bestia Y de su estatua y del número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, llevando cítaras de Dios. 3 Y cantaban el cántico de Moisés; siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo. "Grandes y sorprendentes son tus obras, oh Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones. 4 ¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu Nombre?, pues sólo Tu eres santo; y todas las naciones vendrán, y se postrarán delante de Ti, porque los actos de tu justicia se han hecho manifiestos."
5 Después de esto miré y fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio
6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con ceñidores de oro. 7 Y uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, rebosantes de la ira del Dios que vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo Se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder; y nadie pudo entrar en el templo hasta cumplirse las siete plagas de los siete ángeles.

Comentarios
1. Esta primera bestia (Cf. 11, 7; 17, 3 y nota) es, según sentencia común, el símbolo de las potencias que luchan contra el Reino de Dios. o la encarnación del Anticristo con sus secuaces. La unión de elementos tan disímiles en la misma bestia significa que las tendencias más opuestas entre, Si se unirán (cf. S. 2, 2) para destruir la obra del Redentor, engañando a los desprevenidos (II . Tes. 2. 9, S.) con apariencia de piedad (II Tim. 5, 3) y de paz (I Tes. 5, J). La historia de la Iglesia es ya una prueba de ello. porque "e1 misterio de la iniquidad" obra desde el principio como enseña S. Pablo (II Tes. 2, 6;) y el mismo S. Juan (I Juan 4, 3). Pero aquí se trata de la crisis final de este misterio. llevado a su colmo con el endiosamiento del hombre (II Tes. 2, 4) en forma no ya disimulada como hasta entonces en aquel misterio". sino abierta, desembozada y triunfante (vv. 4, 12, 15. etc.),
2. Pantera, oso, león: son las tres primeras bestias de la visión de Daniel (7, 3-7). Esta bestia del Apocalipsis recuerda también la Cuarta de Daniel por los diez cuernos. Además reúne en si el total de las siete Cabezas de aquellas cuatro bestias. Sobre otros paralelismos con Daniel, cf. 5, 7 y nota.
3. La apostasía general no debe llenarnos de pasmo, pues es anunciada por Jesucristo y por los apóstoles como antecedente del Anticristo y preludio del triunfo de nuestro Redentor (véase 12, 12 Y nota). Siempre quedará un pequeño grupo de verdaderos y fieles cristianos, la "pequeña grey" (Luc. l2, 32), aún cuando se haya enfriado la caridad de la gran mayoría (Mat. 24, 12) al extremo  que si fuera posible serian arrastrados aún los escogidos (Mat. 24. 24). Jesús nos enseña que serán librados sus amigos (Luc. 21. 28 y 36); los que velen guardando sus palabras y profecías "como una lámpara en lugar oscuro hasta que amanezca el día" (II Pedr. 1. 19).
5. Altanerías y blasfemias: Lo mismo se dice del pequeño cuerno en Dan. 7, 8 que, en sentir de muchos autores patrísticos y modernos es el Anticristo o lo representa. Le fue dada autorídad. Dios permite esta persecución. Sin ello claro está que no se concebiría su momentánea victoria ni la fuerza con que vencerá a los santos (v. 7). Cuarenta y dos meses véase I1, 2 y nota.
6. Los que habitan en el Cielo: Cf. 6,, 9 ss.; 7, 14s. Mas la victoria final será de éstos (11, 15: 19, 20).
8. Escrito: desde lo fundación del mundo (cf. 17, 8; Ef. 1, 4). En la gran tribulación desencadenada por el Anticristo no perecerán, pues, todos; habrá quien permanezca fiel para la venida de Cristo (20, 4). Sobre el Libro de la vida, cf. 3, 5; 20, 12 y 15; 22, 19. Como observa un autor, para obtener esta gloria y poder del Anticristo sobre todo el mundo, que le serán dados por el dragón precipitado a tierra en 12. 9, el Anticristo habrá hecho sin duda ese acto de adoración del diablo que Jesús negó a éste en Luc. 4. 4•8 y a cambio del cual Satanás le prometía ese mismo poder y gloria que él tiene como príncipe de este mundo (12, 3 y nota).
10. El texto está tomado de Jer. 15, 2 y 43, 11 y no se trata aquí, como bien observa Pirot, de que el que a hierro mata a hierro muere (Gén. 9, 6; at. 26, 52), según se deduce de otras versiones, sino de que no hemos de rebelarnos contra las persecuciones, "las cuales en el pIan divino están destinadas a manifestar y perfeccionar a los santos". Para un cristiano el lema no es como para el mundo, fuerza contra fuerza (Mat. 5. 39; Rom. 12, 19; II Tim. 2, 24; I Pedr. 2, 23), sino paciencia y firmeza en la fe. Cf. 14, 12; Hebr. 6, 12. De ahí que no sea en el terreno del mundo donde hemos de desafiarlos, pues vemos que en él siempre vencerán ellos. Nuestras armas son las espirituales según nos enseña Dios en la Sagrada Escritura (12, 11; II Cor. 10, 4: 13, 3s.; Cor. 2, 5; Ef. 6, 11-18; I Tes. 5, 8; I Tim. 1. 19; II Tim. 2, 3-4.
11 s. Esta segundo bestia, que tiene mucha semejanza con el pastor insensato de Zac. 11, 15 ss., sirve a la primera, y ambas sirven al dragón (cf. 16, 13; Mat. 24, 23 ss.), Tertuliano y S. Ireneo creen que esta segunda bestia simboliza un gran impostor que aparece con la mansedumbre de un cordero (cf. at. 7, 15 y nota)- Pero engaña por su astucia a los hombres a tal punto que los lleva a adorar a la primera bestia (v. 12). Cf. 11, 18; Sab. 13, 6 y nota; II Tes. 2, 9ss. En 16, 13; 19, 20 y 20,10 se le da el nombre de falso profeta. Es de notar que el Cordero en el Apocalipsis no tiene dos cuernos como éste sino siete (5, 6) cf. Zac. 3, 9 Y 4, 10. Pirot recuerda también la advertencia de Jesús sobre los lobos que se vestirán de corderos y, luego de señalar interpretaciones que suponen haberse realizado esto en el siglo III con los sacerdotes del culto imperial romano, concluye expresando que se puede ver en la segunda Bestia "todo un sistema de pensamiento que sustituye al ideal divino un ideal terrestre -estatolatria, culto.de la humanidad- para hacerle adorar"
16 s. Alude al boycot económico por medio del cual serán sometidos los cristianos al sistema del terror, cosa que ya no nos toma de sorpresa en esta época. Según observan los expositores, se trataría de marcas indelebles, es decir, tatuadas en la piel.
18. Cifra de hombre: Algunos como Sacy vierten: cifra de un nombre de hombre, lo que coincide con lo dicho en el v. 17. Cf. 15, 2. Los judíos, y también los griegos, usaban las letras como signos numéricos. No es difícil encontrar nombres cuyas letras tengan el valor de 666, por lo cual se han propuesto muchos. Algunos piensan en Nerón, cuyo nombre y título de César, ambos escritos y leídos como cifras, alcanzan a la Suma de 666, pero en idioma hebreo, y S. Juan escribió en griego. En todo caso no podría tratarse de Nerón en persona sino como tipo del Anticristo, siendo de notar que buscar a éste en aquel remoto pasado no sólo sería romper la economía del proceso escatológico que nos presenta el Vidente inspirado, sino también quitar a este gran fenómeno toda su eficacia para las almas y aun todo valor como lección para la historia. He aquí por qué no nos detenemos a exponer y refutar, como algunos modernos, las supuestas fuentes de este divino Libro en los mitos paganos o en las leyendas judaicas extrabíblicas, cosa que nos parece inconducente para el crecimiento sobrenatural en la fe, ya de suyo harto reñida con el orgullo propio de nuestra razón caída (véase la Introducción). Por lo demás no han faltado en griego muchos nombres propuestos, tanto concretos de personas. como abstractos, en el sentido de apostasía y endiosamiento del hombre, que son las características fundamentales del Anticristo, en el doble aspecto religioso y político (cf. ll., 3 Y nota). En sentido simbólico, así como sabemos que el número siete significa plenitud y el ocho es, como superabundante, el número de la bienaventuranza eterna, así también el seis seria el número de la imperfección, repetido aquí tres veces para darle su máxima intensidad. Esta explicación es, entre otros. de S. Beda el Venerable y S. Alberto Magno. En tal caso las palabras Cifra de hombre significarían un simple hombre, miserable e impotente como tal (cf. 15, 2) y cuyo poder le viene de prestado (cf. v. 5 y nota). Y si se leyera: la cifra del nombre del hombre parecería quedar confirmado que el Anticristo será en su esencia la culminación del humanismo que desafía a Dios frente a frente (cf. II Tes. 2, 3ss. y notas). Los mismos paganos tenían una concepción semejante en el mito de Prometeo que, rival de los dioses, se atrevió a arrebatar el fuego del cielo. La rebelión del primer hombre no fue otra cosa que ese mismo instinto primario y monstruoso de disputar al Creador la divinidad -"seréis como dioses" (Gen. 3. S)- sin ver que ésta es inseparable de  su propio Ser. Y todo es obra del dragón, pues él fue el primero que quiso hacer lo mismo. Ciertos manuscritos como el Codex Laudianus traen la gematría 616 en vez de 666, y algunos modernos han propuesto su aplicación a Diocleciano. en forma ingeniosa pero meramente conjetural. No sería fácil entender cómo podría quedar así anticuado, según se arriesgan a decir algunos, un Libro revelado cuyo contexto lo muestra como esencialmente escatológico, destinado a confortar las almas en los tiempos del fin (cf. 22, 10 y nota) y que termina precisamente fulminando sanciones tremendas para quien se atreva a quitarle cualquiera de sus palabras (22, 18 s.) Fillion lo dice bien claro: "La mayoría de esas soluciones nos retrotraen al pasado, pero el Anticristo pertenece al futuro."

l ss. El Cordero no está ya aquí, como en 5, 6, sino "como un rey glorioso entre su corte resplandeciente" (Filion). El número perfecto podría indicar una cantidad completa, sí bien no parecen ser éstos los mismos 144.000 de que se habla en 7, 4 ss. (cf. notas). Aquí se alude a seres virginales (v. 4) aunque no es fácil limitar a eso su calificación, pues es ampliada en el 5. Según algunos (Crampon, Pirot) se trataría de todos los elegidos, seleccionados de entre los hombres (v. 4), y no de entre los creyentes; otros, como Fillion, observan acertadamente que, faltando el artículo, no parece hablarse de ellos como de personajes conocidos y que los vv. 3-5 parecen designar a un grupo especial (primicias). En IV Esdr. 2, 42-48 hay una escena muy semejante a ésta Cf. v. 6 y nota.
2 s. Cf. S. 67, 26 ss. y nota. Un cántico nuevo: así se anuncia en S. 95, 1 y 97, 1.
4 "Jesucristo dice de sus servidores que le seguirán adonde quiera que fuere Y que estarán en donde Él estuviere. Pero ¿adónde le han de seguir y a qué? A gozarse con Cristo, de Cristo y en Cristo, por Cristo y sin perder a Cristo" (S. Agustín).
6. Los tres ángeles que se presentan en este capítulo serían, según sentir de muchos autores eclesiásticos, tres grandes predicadores, y este primero seria en tal caso Enoc (Ecli. 44, 16; cf. 11, 3). Pero más tarde se ha visto que nunca los ángeles son figura de hombres (cf. 1, 20; 10, 1). Por medio del Cielo: cf. 8, 13. Un Evangelio eterno (cf. 10, 2 y 9): el Sagrado Libro del Evangelio, o tal vez solamente el decreto eterna de Dios que el ángel va a promulgar en el v. 7 como última advertencia antes del juicio de las naciones. Véase Mat. 24, 14. Algunos (cf. Nácar­Colunga) opinan que no se trata del juicio universal, sino del indicado en el v. 8. Pirot en cambio dice que "el ángel anuncia el juicio final", y así se ve en las penas del v. 10, pero no parece haber oposición, pues aquél es un juicio previo pero también escatológico. Cf. 19, 1-6.
8. Babilonia: nombre simbólico de Roma, como se ve en los caps. 17•l8 y en I Pedr. 5, 13. El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así como el de Sión o Jerusalén el reino de Dios. Cf. 17, 18; 18, 2; Is. 21, 9; Jer. 50, 2; 51, 8.
9 ss. La bestia; el Anticristo (cf. 13, 15), en lo cual se confirma su carácter escatológico que no permite confundirlo con ningún personaje de la historia antigua (Cf. 13, l8 y nota). Así lo señalaba ya S. Agustín al presentar como cuatro hechos inseparables "la venid; de Elias Tesbita, la conversión de los judíos, la persecución del Anticristo y la Parusía de Cristo". Por donde vemos que en los misterios apocalípticos la parte de Israel es mayor de lo que solemos pensar (cf. v. 19 y nota) y que la inteligencia de lo que de ellos ha quedado escondido no depende tanto de la información sobre las circunstancias históricas en que fue escrita la profecía cuanto de los designios de Dios que, de ésta como de las demás, nos dice que esas cosas Se entenderán a su tiempo (Jer. 30, 24). Así será sin duda con las voces de los siete truenos (10, 4 y nota) como con lo que se dijo a Daniel en Dan. 12, 9-10. Entonces "aumentará" el conocimiento (Dan. 12. 4; cf, nuestra introducción al Cantar de los Cantares). ¿No es esto el mayor móvil para mantener nuestra atención pía y ansiosamente vuelta hacia los misterios de la divina revelación? En la presencia, etc.: Cf. IS. 66, 24 y nota; Ecli. 7, 19. Es la gehenna de que habló Jesús (cf. Jer. 7, 31 s.; 19, 6 ss.; Enoe 67, 4ss.).
11. Tomado de IS. 34, 10. Cf. Sab. l0, 7.
12. Cf. 12, 17; 13, 10.
13. Desde ahora: Pirot hace notar que ésta es la segunda de las siete bienaventuranzas del Apocalipsis y señala las otras en 1, 3; 16, 5; 19, 9; 20, 6; 22, 7 y 14 (cf. sobre los otros septenarios v 20 y nota). La Vulgata pone estas palabras antes de: dice el Espíritu, Cf. Misa cotidiana de difuntos.
14 ss. Una. nube blanca: véase 1, 7 y nota. Este Hijo de hombre (sin articulo) parece que no puede ser sino el Mesías (cf. 1, 13), como lo sostienen los más. Su corona atestigua que viene triunfante, como un día lo anticipara (Mat. 16, 27 s.; 17, 1ss.; Marc. 9, 1ss, y nota). La intervención de ángeles que aquí vemos coincide con lo que Él anunció (Mat. 24, 30 S.) y no implica necesariamente que este gran Personaje sea uno de ellos según suponen algunos, pues no le vemos descender personalmente como en 19, 11 ss., sino que Él los envía (Mat. 13, 39 y 41) y actúa desde la nube donde "todo ojo lo verá" (1, 7).
15 ss. Búzy opina que esta siega (vv. 15-16) es la de los elegidos (ci. Mat. 9, 37; Marc. 4, 29; Juan 4, 35 ss.), en tanto que la vendimia (vv. 18-20) es la de los malos. Debe observarse sin embargo que no se habla aquí de mies madura, sino seca. Además, hay
otras cosechas que son castigos (Is. 18, 4 s.; Jer. 51, 33) y aun en Mat. 13, 39 vemos que la siega abarcará cizaña junto con trigo. La vendimia es figura sangrienta (v. 20), tanto para Israel (Lam. 1, 15) cuanto para las naciones (19, 15; IS. 63, 2:.; Joel 3, 12 s. .
18. Del altar: es decir, siempre como eco de la oración de aquellos que pedían venganza en 6, 9 ss. Cf. 8. 3 y nota.
19. La viña de la tierra.: Algunos, considerando que en la Biblia la viña es Israel (Jer. 2, 21; Ez. 15 y 17; Os. 10, etc.) y que por la tierra suele entenderse la Palestina o Tierra Santa, suponen que este juicio desde la nube (v. 14 y nota). previo al de 19, 11 ss., y que ocurre fuera de la Ciudad de Jerusalén (v. 20), seria sobre Israel o quizá sobre Judá como prueba definitiva antes de su reconciliación (cf. al. 3, 2s. y nota). Esta idea aclararía tal vez no pocas vacilaciones Y desacuerdos de los expositores. sin perjuicio de esto debe recordarse que de ese mismo lugar (el valle de Josafat, que significa Yahvé juzga) se habla también para el juicio de las naciones (Joel 3, 2 y nota).
20. El lagar pisado es en la Biblia imagen de la venganza divina (v. 15 ss. y nota). Crampon observa que tanto este septenario de las siete señale: (12, 1 y 3; 13, 13 y 14; 15, 1; 16, 14; 19, 20), como el de los siete sellos y el de las siete trompetas, nos conducen igualmente a la consumación del siglo, por lo cual deduce que hay entre todos un "paralelismo real", aunque cada uno nos revela distintos aspectos del plan de Dios, También son siete dice Pirot las menciones de la caída de Babilonia (v. 8; 16, 17-21; 17, 16; 18, 1-3; 4-8; 9-20; 21-24). Fuera de la ciudad: de Jerusalén (cf. nota anterior). ¡Un estadio equivale a 85 metros, por lo cual este lago de Sangre Humana se extiende a casi trescientos kilómetros!

1. Sorprendente (thaumastón): voz no usada hasta ahora y que se repite en el cántico (v. 3). Vemos en el v. 2 que a esta séptima y última señal ha precedido la manifestación plena del Anticristo (cap. 13), pues figuran aquí los que escaparon de él. También este cántico llamado del Cordero parece inspirarse en el que entonó Moisés poco antes de morir (cf. Deut. 32) para celebrar las bondades de Dios con Israel. Véase también Núm. 10, 35 Y S. 61, 7. Comp. 14, 3 y nota.
3s. Rey de las; naciones. Los expositores señalan aquí un verdadero mosaico bíblico: "El v. 3 se inspira en los Salmos 96, 2; 109, 2; 88, 14; I Par. 16, 9; Zac. 14, 9. El v. 4 en ]er. 10, 7; Éx. 9, 16; Miq. 7, 15•17" (Gelin). Ci. 14, 7; S. 64, 3; 85, 9. Como observamos en la introducción, el Apocalipsis tiene, en sus 404 versículos, 518 citas del Antiguo Testamento, y llama la atención de los expositores el hecho de que, no obstante la coincidencia de la escatología apocalíptica con la del Evangelio y las Epístolas, y haber escrito Juan 30 años más tarde, no haya referencias expresas al Nuevo Testamento ni a las instituciones eclesiásticas nacidas de él, ni a los presbíteros, obispos O diáconos de la Iglesia, cosa que confirma sin duda su carácter estrictamente escatológico. Se han hecho manifiestos: es decir, ahora son visibles y evidentes.
3 s. "Así habían hecho los Israelitas cantando el feliz éxito de su salida de Egipto (Ex. 15, 2•19). El nuevo cántico celebra también una liberación; se diría en cierto modo que el mar cristalino es simétrico del mar Rojo así como el libertador Moisés es figura de Cristo" (Pirot). Cf. Hech. 3. 22; 7, 37 y notas.
5. El templo del tabernáculo del testimonio: se abre como en 11, 19. En el Tabernáculo de la Alianza, llamado del testimonio (Núm. 9, 15; cf. Núm, 17, 10), se hallaba el Arca de la Alianza, "ese testimonio inmediato de Dios a su pueblo (véase Ex. 25, 16; 27, 21)" (Crampon). Cf. Ez. 41. 26 y nota.
6. Nueva presentación de los ángeles del v. 1, después del himno intermedio entre ambos. Así ocurre con los ángeles de las trompetas (8, 2 y 6) y 1a escena intermedia (8, 3-5). Lo mismo parece suceder en el cap. 12 donde el v. 4 es como un anticipo de los
vv. 7-12 y el v. 6 como un anticipo de los vv. 13-17.
7. Véase una entrega semejante en Ez. 10, 7. Sobre la copa o cáliz como símbolo de la ira de de Dios, cl. 16, 19; Is. 51, 17; Jer. 25, 15 y 17; 49, 12; Ez. 23, 32; Abd. 16, etc.
8. E1 humo si nifica la nube en que está Dios (Èx. 40, 32 ss.; Iřl Rey 8, 10 S.; Is. 6, 4; Ez. 10, 4). El templo lleno de humo para que nadie pueda entrar hasta que las órdenes de Dios se cumplan, indica que sus juicios son ya irrevocables, pues que todo acceso y apelación ante Él quedan cerrados.

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