miércoles, 29 de agosto de 2012

Apocalipsis caps. 1, 2, 3


Capítulo I
1 Revelación de Jesucristo, que Dios, para manifestar a sus siervos las cosas que pronto deben suceder, anunció y explicó, por medio de su ángel, a su siervo Juan; 2 el cual testifica la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, todo lo cual ha visto. 3 Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca.
4 Juan a las siete Iglesias que están en Asia: gracia a vosotros y paz de Aquel que es, y que era, y que viene; y de los siete Espíritus que están delante de su trono; 5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el Soberano de los reyes de la tierra. A Aquel que nos ama, y que nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, 6 e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo; a Él Sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. 7 Ved, viene con las nubes, y le verán todos los ojos, y aun los que le traspasaron; y harán luto por Él todas las tribus de la tierra. Sí, así sea. 8 "Yo soy el Alfa y la Omega", dice el Señor Dios, el que es, y que era, y que viene, el Todopoderoso.
9 Yo Juan, hermano vuestro y copartícipe, en la tribulación y el reino y la paciencia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 Me hallé en espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una voz fuerte como de trompeta
11 que decía: "Lo que vas a ver escríbelo en un libro, y envíalo a las Siete Iglesias: A Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea".
12 Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y vuelto, vi siete candelabros de oro, 13 y, en medio de los candelabros, alguien como Hijo de hombre, vestido de ropaje talar ceñido el pecho con un ceñidor de oro. 14 su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 Sus pies semejantes a bronce bruñido al rojo vivo como en una fragua; y su voz como voz de muchas aguas. 16 Tenía en su mano derecha siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su aspecto era como el sol cuando brilla en toda su fuerza. 17 Cuando le vi, caí a sus pies como muerto; pero El puso su diestra sobre mí y dijo: "No temas; Yo soy el primero y el último, 18 y el viviente; estuve muerto, y ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. 19 Escribe, pues, lo que hayas visto; lo que es, y lo que debe suceder después de esto. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas, que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candelabros son siete Iglesias"

Capítulo II
1 Al ángel de la Iglesia de Éfeso escríbele: "Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candelabros de oro: 2 Conozco tus obras, tus trabajos y tu paciencia, y que no puedes sufrir a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. 3 Y tienes paciencia, y padeciste por mi nombre, y no has desfallecido. 4 Pero tengo contra ti que has dejado tu amor del principio. 5 Recuerda, pues, de donde has caído, y arrepiéntete, y vuelve a las primeras obras; si no, vengo a ti, y quitaré tu candelabro de su lugar, a menos que te arrepientas. 6 Esto empero tienes: que aborreces las obras de los Nicolaítas, que yo también aborrezco. 7 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que, está. en el Paraíso de Dios."
8 Al ángel de la Iglesia de Esmirna escríbele: "Estas cosas dice el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: 9 Conozco tu tribulación y tu pobreza -pero tú eres rico- y la maledicencia de parte de los que se llaman judíos y no son más que la sinagoga de Satanás. 10 No temas lo que vas a padecer. He aquí que el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel; es para que seáis probados; y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida. 11 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: El vencedor no será alcanzado por la segunda muerte".
12 Al ángel de la Iglesia de Pérgamo escríbele: "El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13 Yo sé donde moras: allí donde está el trono de Satanás: y con todo retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aún en los días en que Antipas, el testigo mío fiel, fue muerto entre vosotros donde habita Satanás
14 Pero tengo contra ti algunas pocas cosas, por cuanto tienes allí a quienes han abrazado la doctrina de Balaam, el que enseñaba a Balac a dar escándalo a los hijos de Israel, para que comiesen de los sacrificios de los ídolos y cometiesen fornicación. 15 Así tienes también a quienes de manera semejante retienen la doctrina de los Nicolaítas. 16 Arrepiéntete, pues; que si no, vengo a ti presto, y pelearé contra ellos con la espada de mí boca. 17 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré del maná oculto; y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo que nadie sabe sino aquel que la recibe".
18 Al ángel de la Iglesia de Tiatira escríbele: "Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llamas de fuego, y cuyos pies son semejantes a bronce bruñidor 19 Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu beneficencia y tu paciencia; y que tus obras postreras son más que las primeras.
20 Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel que dice ser profetisa y que enseña a mis siervos y los seduce para que cometan fornicación y coman lo sacrificado a los ídolos. 2 Le he dado tiempo para que se arrepienta, mas no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí que a ella la arrojo en cama, y a los que adulteren con ella, (los arrojo) en grande tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Castigaré a sus hijos con la muerte, y conocerán todas las Iglesias que Yo soy el que escudriño entrañas y, corazones, y retribuiré a cada; uno de vosotros conforme a vuestras obras; 24 A vosotros, los demás que estáis en Tiatira, que no seguís esa doctrina y que no habéis conocido las profundidades, como dicen ellos, de Satanás: no echaré sobre vosotros otra carga, 25 solamente, guardad bien lo que tenéis, hasta que Yo venga. 26 Y al que venciere y guardare hasta el fin mis obras, le daré poder sobre las naciones, 27 -y las regirá con vara de hierro, y serán desmenuzados como vasos de alfarero- 28 como Yo lo recibí de mi Padre; y le daré la estrella matutina. 29 Quien tiene oído, escuche, lo que el Espíritu dice a las Iglesias".

Capítulo III
1 Al ángel de la Iglesia de Sardes escríbele: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras: se te, tiene por viviente, pero estás, muerto. 2 Ponte alerta y consolida lo restante, que está a punto de morir; porque no he hallado tus Obras cumplidas delante de mi Dios. 3 Recuerda, pues, tal como recibiste y oíste; y guárdalo, y
arrepiéntete. Si no velas vendré como ladrón, y no sabrás a qué, hora llegaré sobre ti. 4 Con todo, tienes en Sardes algunos pocos nombres que no han manchado sus vestidos; y han de andar conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.
5 El vencedor será vestido así, de vestidura blanca, y no borraré su nombre del libro de la vida; y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias".
7 Al ángel de la Iglesia de Filadelfia escríbele: "Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, que cierra y nadie abre: 8 Conozco tus obras. He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque no obstante tu debilidad, has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre. 9 He aquí que Yo te entrego algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí que Yo los haré venir y postrarse a tus pies, y reconocerán que Yo te he amado. 10 Por cuanto has guardado la palabra de la paciencia mía, Yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para probar a los que habitan sobre la tierra. 11 Pronto vengo; guarda firmemente lo que tienes para que nadie te arrebate la corona. 12 Del vencedor haré una columna en el templo de mi Dios, del cual no saldrá más; y sobre él escribiré el nombre de Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo viniendo de mi Dios, y el nombre mío nuevo. 13 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias".
14 Al ángel de la Iglesia de Laodicea escríbele: "Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio en la creación de Dios: 15 "Conozco tus obras: no eres ni frío ni hirviente. ¡Ojalá fueras frío o hirviente! 16 Así, porque eres tibio, y ni hirviente ni frío, voy a vomitarte de mi boca. 17 Pues tú dices: "Yo soy rico, yo me he enriquecido, de nada tengo necesidad", y no sabes que tú eres desdichado y miserable y mendigo y ciego y desnudo. 18 Te aconsejo que para enriquecerte compres de Mí oro acrisolado al fuego y vestidos blancos para que te cubras y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos a fin de que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo. Ten, pues, ardor y conviértete. 20 Mira que estoy a la puerta y golpeo. Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.
21 Al vencedor le haré sentar conmigo en mi trono, así como Yo vencí y me senté con mi Padre en su trono 22 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias."

Comentarios
1. "Revelación de Jesucristo” ¿por ser recibida de Cristo o porque tiene a Cristo por objeto? Para resolver esta cuestión hay que observar que el término Revelación (en griego Apocalipsis} en el lenguaje del Nuevo Testamento se aplica generalmente a la manifestación de Jesucristo en 1a Parusía o segunda venida (Rom. 2, 5; 8, 9; I Cor. 2, 7; II Tes. 1, 7; Luc. 17, 30; I Pedr. 1, 7 y 13; 4, 13). Allo en su comentario admite ambos sentidos: Jesucristo da esta revelación, y Jesucristo es el objeto de la misma. La segunda acepción corresponde más al sentido escatológico y a la idea del inminente juicio de Dios, que prevalece a través de este Libro. Por medío de su ángel: cf. Dan. 9 y 10; Zac. 1 y 2, etc., donde también un ángel es intermediario de la divina Revelación,
3. A causa de 1a bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. Para formarse una idea de la veneración en que era tenido por la Iglesia, bastará saber lo que
el III Concilio de Toledo ordenó en el año 633: "La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión" (Enchiridion Biblicum Nv 24). El momento está cerca: esto es, el de la segunda Venida de Cristo. Véase 22, 7 y 10; I Cor. 7, 29; Fil. 4, 5; Hebr. 10, 37; Sant. 5, 8; I Juan 2, 18. Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear (II Tim. 4, 8), estaba cerca en los albores del cristianismo ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos? Sobre su demora, véase II Pedr. 3, 9 y nota.
4. Los destinatarios de las siguientes cartas son las siete comunidades cristianas enumeradas en el v. 11. Los siete espíritu: parecerían los mismos de Tob. 12, 5. Llama la atención, sin embargo, que sean mencionados antes que Jesucristo (v. 5). San Victorino, cuyo comentario es el más antiguo de los escritos en latín, ve en estos siete espíritus. como en las siete lámparas (4, 5), 1os dones del Espíritu Septiforme.
5. Véase 3, 14; 19, 16; Col. 1, 18; I Juan 1, 7; 2, 2, etc.
6. Hizo de nosotros un reino, etc.: cf. 5, 10, Es lo mismo que nos anuncia, desde el Antiguo Testamento, Daniel: "Después recibirán el reino los santos del Altísimo y los obtendrán por siglos y por los siglos de los siglos (Dan. 7, 18). Lo mismo expresa la Didajé (alrededor del año 100 d. C.) cuando dice: "Líbrala (a tu Iglesia) de todo mal, consúmala por tu caridad; y de los cuatro vientos reúnela santificada en tu Reino que para. ella preparaste" Cf. Ef. 1, 22 s.
7. Viene con las nubes: Así lo vemos en 14, 14 ss., a diferencia de 19, 11 ss. donde viene en el caballo blanco para el juicio de las naciones. Según algunos, la nube seria la señal de la cosecha y la vendimia final de Israel (Mal. 3, 2 s. y nota; Mat. 3, 10 y nota), por medio de sus ángeles, conforme al anuncio de Mat. 24, 30-31, confirmado a Caifás (Mat. 26, 64), a quien Jesús dijo como aquí que lo verían ellos mismos que te traspasaron. S. Juan trae iguales palabras en Juan 19, 37, citando a Zac. 12, 10 donde se anuncia como aquí que entonces harán duelo por Él. Cf. E2. 36, 31; Os. 3, 5, etc.
8. Alfa y Omega: primera y última letras del alfabeto griego. Algunos manuscritos añaden: el principio y el fin (cf. v. 17; 22 13 y nota). Después de Cristo no habrá otro, pues Él es el mismo para siempre (Hebr. 13, 8). El que es, traducción del nombre de Yahvé (Ex. 3, 14).
9. Observa Allo que las palabras tribulación y reino se pueden tornar en sentido escatológico. La paciencia es el lazo entre ambos. Por medio de paciencia y esperanza pasamos de la tribulación a su Reino glorioso (8,24).
10. En el día del Señor: el artículo usado en el texto griego nos hace pensar en un día determinado y conocido. De ahí que, aunque muchos vierten simplemente un Domingo, otros lo refieran, como el v. 7, al gran día de juicio que lleva en la Biblia el nombre del Día del Señor (S. 117, 24 y nota; Is. 13, 6; Jer. 46, 10; Ez. 30, 3; Sof. 2, 2; Mal. 4,_5; Rom. 2, 5; I Cor. 5, 5; I Tes. 5, 2, etc.), entendiendo que el vidente fue transportado en espíritu a la visión anticipada del gran día. Cf. 4, 1 y nota. La trompeta, en los escritos apocalípticos, tiene significado escatológico. Cf. 8, 6 ss.; I Cor. 15, 52; I Tes. 4, 16.
11. Escribelo: Pirot hace notar que esta visión corresponde a las visiones inaugurales de los grandes profetas (Is. 6; Jer. 1; Ez. 1-3) y la diferencia está en que aquellos habían de ser predicadores orales, en tanto que Juan debe escribir (cf. v. 19), lo cual denota la importancia de lo escrito en el Nuevo Testamento (cf. Juan 5, 47 y nota). Las siete ciudades se hallan todas en la parte Occidental del Asia Menor, con Éfeso como centro. No se sabe quién fundó esas iglesias. Algunos suponen que fue S. Pedro (I Pedro 1, 1), y otros que pudo S. Pablo llegar a fundarlas cuando anduvo por Éfeso y Colosas en esa región. Estaban también en ella otras importantes Iglesias como la de Tróade (Hech. 20. 5 s.; II Cor. 2, 12) y la de Hierápolis cuyo obispo era a la sazón Papías, discípulo de S. Juan, y que había sido fundada probablemente, como también la de Laodieea, por Epafras, colosense de origen pagano y coadjutor de   Pablo (Col. 4, 13). ¿Por qué no se menciona aquí estas Iglesias? Fillion responde: "es el secreto de Dios".
12. Los siete candelabros son las siete Iglesias (v. 20). Desde la antigüedad ven muchos comentaristas en el número siete un símbolo de lo, perfecto y universal, de manera que las siete Iglesias representarían una totalidad (S, Crisóstomo, S. Agustín, S. Gregorio, S. Isidoro). Muchos consideran que las siete Iglesias corresponden a otros tantos períodos de la historia de la Iglesia universal (cf. 1, 19 y nota). Su más conocido representante en la patristica es S. Victorino de Pettau, quien en su comentario caracteriza los siete periodos de la siguiente manera: 1) el celo y la paciencia de los primeros cristianos; 2) la constancia de los fieles en las persecuciones; 3) y 4) periodos de relajamiento; 5) peligro por parte de los que son cristianos solamente de nombre; 6) humildad de la Iglesia en el siglo y firme fe en las Escrituras; 7) las riquezas y el afán de saberlo todo cohíbe a muchos para seguir el recto camino. Este sistema, con más o menos variantes, Se mantuvo durante la edad media y encontró, en un escrito atribuido a Alberto Magno, la siguiente exposición: Éfeso: el periodo de los apóstoles, persecución por los judíos; Esmirna: período de los mártires, persecución por los paganos; Pérgamo: período de los herejes; Tiatira período de los confesores y doctores y herejías ocultas; Sardes período de los santos sencillos, durante el cual se introducen las riquezas y el escándalo de malos cristianos que aparentan piedad; Filadelfia: abierta maldad de cristianos; Laodicea: periodo del Anticristo. En la Edad moderna han difundido este modo de interpretación el santo sacerdote Bartolomé Holzhauser, Manuel Viciano Rosell y otros.
13. Nótese que el Hijo del. hombre (Jesús) lleva la vestidura de rey y sacerdote. Cf. Dan. 10, 5 ss., donde el profeta narra una visión semejante a ésta. De ahí que algunos exégetas vean en aquel "varón" al Hijo del hombre. Véase Dan. 7, 13; Zac. 6, 12 y notas.
14. Ojos como llama (cf. 2, 18). Nada falta en la Biblia para nuestro consuelo. La sobriedad del Evangelio no nos da, si exceptuamos la Transfiguración (Marc. 9. l ss. y paralelos), ningún detalle sobre la hermosura de Jesús, pero en cambio lo encontramos suplido con este y otros datos que nos ayudan a imaginar triunfante al hermosísimo entre los hombres (S. 44, 3 y nota) que por amor nuestro llegó a perder toda belleza (Is. 52, *14; 53, 2), y nos revelan también nuevas palabras de su boca como las que vemos en este Libro y en los Salrnos, etc. Véase nuestra introducción al Salterio.
16. La espada de dos filas es figura del poder de la Palabra de Dios. La misma imagen se encuentra en 19, 15 y Hebr. 4, 12. Cf. II Tex. 2, 8.
17. El primero y el último: título que indica la divinidad de Jesús. Véase v. 8; 22, 13; cf. Is. 44, 6; 48, 12.
18. El viviente: otro nombre que señala a Cristo (Hebr. 7, 16 y 23 ss.), Porque Él murió y resucitó, es el Señor de la muerte y retiene las llaves de la muerte Y del infierno.
19. Parece ser éste un texto llave: a) Lo que hayas visto O sea la visión de los vv. 12-18 (que en el v. 11 es llamado lo que vos u ver, y en efecto lo vio desde que se volvió en el v. 12 hasta que se desmayó en el v. 17); b) Lo que es: lo contenido en las siete cartas a las Iglesias (v. 11) que empiezan en el cap. 2; c) Lo que debe suceder después sería el objeto de la nueva visión que empieza en el cap. 4, la que tiene lugar a través de una puerta abierta en el cielo, y en la cual se le muestra la gran revelación escatológica que resulta del libro de los siete sellos. De acuerdo con esto dice Crampon que "las siete cartas que siguen tienen ciertamente relación
con la situación de la Iglesia de Asia en el momento en que fueron dictadas a S. Juan, el cual había recibido la orden de escribir "lo que es", y sólo después de terminar esas cartas fue admitido a conocer "lo que debe suceder después de esto" (4, 1). Ello no obstante, el mismo autor admite con S. Victorino y S. Andrés de Cesárea que, dado el carácter simbólico del número siete y la advertencia general que se repite al fin de cada carta, éstas pueden ser destinadas a todas las épocas. Cada carta tendría así un interés permanente, pues siempre sus enseñanzas hallan aplicación parcial en tal tiempo o tal lugar. Ello explica quizá la insistencia con que se anuncia en cada una de ellas la venida del Señor (2. 1 y nota). En la última (a Laodicea) esa venida se presenta como más inminente: "Estoy a la puerta y golpeo" (3, 20), por lo cual cuanto dejamos dicho no se opone a que cada carta pueda acaso, retratar, como vimos en el v. 12 y nota, sucesivos períodos de la Iglesia en general.
20. Aquí ángeles significa los espíritus representantes de las siete Iglesias. Cf. Ecli. 5, 5; Mal. 2, 7 s. No puede tratarse de 1os Angeles custodios de las Iglesias, pues vemos que más adelante casi todos son reprendidos, lo que no se concibe en los espíritus puros que "cumplen la Palabra de Dios".
Cf. Dan. 10, 13 y nota, Pirot observa que "la tradición latina ha visto en ellos a los Obispos, pero en el Apocalipsis un ángel no representa nunca a un ser humano y por otra parte las advertencias tienen en vista a las Iglesias en sí mismas" (cf. 10, 1 y nota). También se `ha supuesto que los ángeles fuesen mensajeros enviados a Juan desde esas Iglesias, pero en tal caso el de Éfeso sería el propio Juan que tendría que escribirse a sí mismo.

l. Al ángel: palabra de sentido oscuro (1, 20 y nota). En cuanto al estilo de las siete cartas, los expositores hacen notar que todas llevan la misma estructura y la misma distribución de los elementos constitutivos: indicación del destinatario, examen del estado de la Iglesia, exhortación y promesa. Nótese también al comienzo de cada carta la referencia a alguno de los atributos de Cristo mencionados en su descripción de l., 12•16 y la fórmula cada vez más apremiante en que Jesús anuncia su Venida: Vengo a ti (2,5); vengo a ti presto (2, 16); hasta que Yo venga (2, 25); vendré como ladrón (3, 3); mira pronto vengo (3, 11); estoy a la puerto y golpeo (3. 20).
2. Los que se dicen apóstoles y no lo son: Según Battifol, Zahn y otros, se trata de los mismos jefes de los nicolaítas (vv. 6 y 14). S. Pablo ya en su tiempo los caracteriza como disfrazados de apóstoles de Cristo (II Cor. 12, 11) y los llama irónicamente superapóstoles (ll Cor. 11. 5 y 13) por que quieren ir más adelante que El (II Juan 9; cf. ‘Col. 2, 8 y 16 y notas). S. Juan enseña a defenderse de ellos en I Juan 4, l. ss.
5. Quitaré tu candelabro: te expulsaré de entre los santos y daré tu sitio a otro. ¡Cuántas veces no hemos visto análogas remociones! Países enteros que antes se llamaban cristianos son ahora musulmanes. Cf. S. 74, 9; Mat. 21, 41.
6. Nícolaítas (cf. v. 15): créese que fuera una secta de falso ascetismo, que prohibía el matrimonio. el vino y el consumo de carne (véase Hech. 6, 5; Col. 2. 16 y notas). S. Ireneo dice que vivían indiscretamente, por lo cual se duda, dice Allo, si su abuso consistía en entregarse a los placeres de la carne, o a la inversa, a una maceración excesiva, Algunos la explican por su etimología, de níkao (conquistar) y laos (pueblo) Y piensan que el nicolaísmo era odioso a Dios porque pretendía dominar a las almas so capa de religiosidad, contrariando lo enseñado por Jesús en Mat. 23, 8 (cf. v. 2 y nota). Observa Pirot a este respecto que el sentido de esa
palabra en griego equivale al de Balaam en hebreo. Cf. v. 14 y nota.
7. El árbol de la vida: literalmente el leño (xylon) lo mismo que en 22, 2. Así también llaman los LXX al que estaba en el Paraíso (Gén. 2,  9; 3. 25). El árbol de la vida es Cristo, dice S. Beda y de Él se priva el soberbio que, como Adán pretende poseer la ciencia (la gnosis dicen los LXX) del bien y el mal. Sobre esos gnósticos, cf. III Juan 9 y nota. "La referencia a las imágenes de Gen. 2, 9 (árbol de vida del Paraíso) recuerda uno de los temas favoritos del apocalíptico, el del retorno a los origenes: habrá al fin de los tiempos una nueva creación (Is. 4l,' 4; 43, 18 s.; 44, 6), nuevos nombres (Is. 62, 2), una reedición de la paz entre hombres y animales (Ex. 34, 25)" (Pírot)•
10. Fiel hasta la muerte: esto es, no sólo hasta el fin (Mat., 10, 22; 24, 13), sino hasta exponerla vida y darla si es necesario como lo hizo Jesús (véase Juan 10, l1 y nota). Tal es el caso de los mártires, cuya virtud no consiste en desear la muerte (cf. Hech. 9, 24 s.; II Cor. 5, 3 s. y notas) sino en la fidelidad con que dan testimonio de Cristo. "No padecer ni morir, dice Santa Teresa de Lisieux, sino lo que Dios quiera." Esa es la espiritualidad evangélica, la verdadera infancia espiritual, que no presume de las propias fuerzas (cf, Juan 13. 37 s.; 18, 25 ss.), ni pretende, como dice Job, hacer favores a Dios, ni piensa que Él se complace en nuestros dolores (S. l02, 13 y nota), antes cree a Jesús cuando nos revela que el primero en el Reino será el que más se parezca a los niños (Mat. 18. 1 ss.), los cuales no son heroicos sino que son confiado; y por lo tanto dóciles. Cf. S. 130, l Y nota. Sobre la presunción, véase Kempis L. 3, cap 7, 2 s. ll. La segunda muerte es el estanque de fuego y azufre (20, 14; 2}, 8). En 20. 6 se menciona la misma bienaventuranza prometida aquí
12. La ciudad de Pérgamø, situada en el norte del Asia Menor, era famosa por el culto de los Césares y por sus esplendidísimos templos, entre ellos el de Asclepio (Esculapio). que atraía a muchos peregrinos, y un suntuoso y blasfemo altar de Júpiter como salvador (Zeus Soter), levantado en una altura de trescientos metros sobre la ciudad.
13. Donde está el trono de Satanás: Aunque esta iglesia era quizá la que estaba dominada por el obispo Diótrefes que cornbatía a S. Juan (cf. la introducción a las Epístolas joaneas), esta expresión parece aquí. con mayor amplitud, referirse al espíritu mundano, pues el mismo Juan nos enseña que el mundo todo está asentado sobre el maligno (I Juan 5, 19), el cual es su príncipe (Juan 14, 30). Algunos lo explican refiriéndolo al culto de Júpiter o al de Esculapio (v. 12 y nota) cuyo emblema era una serpiente. suponiendo que ésta podría simbolizar a Satanás (cf. 20. 2). Otros piensan en la persecución que había en Pérgamo.
14 s. sobre Balaan (Núm; 24, S; 2S. 2; S1. 16), véase Judas 11 y nota., La doctrina de Balaam, muy de acuerdo con la de los Nicolaitas (y. 6; Hech, 6, 5 y notas), es la del que enseñó a los hijos de Israel a fornicar con los extranjeros y está aplicada aquí en sentido religioso (como la Jezabel del v. 20) a la fornicación espiritual, que ya no es con los ídolos como en el antiguo Israel (Os. 14, 4 y nota) sino con los poderosos de la tierra (17. 2; !8. 3), es decir, a la que vive en infiel maridaje con el mundo (Sant. 4, 4), olvidando su destino celestial y la fugacidad de su tránsito por la peregrinación de este siglo (Gál; 1, 4' y nota).
16. La espada de mi boca: véase 1, 16 y nota.
17. Maná oculto: cf. S. 77, 24 imagen que Significa nueva vida espiritual. Piedrecita blanca, señal de elección. En piedras blancas ("albo lapiilo") se escribían para memoria los nombres de los que habían de ser coronados en el certamen. "Nombre nuevo: cf. 3, 12; 22, 4; Is; 62, 2; 65,’l5. El nombre nuevo en la Biblia es como un nuevo ser: "EI nombre escrito, probablemente el del Verbo (19, 13); será gustado por cada uno de los fieles vencedores; su experiencia de Cristo Será intima y personal (Gelin),
20. Jezabel, nombre de la mujer del rey Acab, la cual hizo idolatrar al pueblo, de Israel (III Rey; 16. 3l). Aquí se da este nombre como símbolo, aplicándolo, Según Pirot. a "una profetisa que, ocupando sin duda en esa Iglesia una situación oficial, predica el error nicolaita (vv. 6 y 14 s.)", Sobre lo sacrificado a los ídolos, cf. ,v. 24 y nota.
22. Adulteren: en el sentido de idolatría y falsa doctrina. Cf. v. 14 y nota.
24. Las profundidades de Satanás: Los gnósticos pretendían dar una ciencia de los secretos divinos -de ahí su nombre- y en realidad, eran impostores y sus, llamados misterios y su ciencia secreta eran inventos de Satanás que llenaban a, los adeptos de soberbia e impiedad. Véase 22, 10; II Juan 9 y notas, Otra carga: Pirot recuerda aquí la abstención de los sacrificios a los ídolos (v. 20), prohibición judía que se extendió a los gentiles en Hech. 15, 20 y 28 s. S. Pablo les había prevenido que en cuestión de comidas sólo se trataba de evitar el escándalo a otros que juzgan (Rom. cap, 14; I Cor. cap. 8),, Más tarde -en  Col  2, 16 dice claramente: "Nadie, pues os juzgue, en comida o en bebida," ¿Qué alcance tenían entonces estas advertencias de S. Juan, hechas muchos años después de Pablo -ý que parecerían  judaizantes?, No‘ es fácil explicarlo, Véase también I. Cor. 10, 14-30; Hebr. 13, 9. Fillîon se inclina a pensar que significa no participar en los castigos que recibirá Jezabel.
26 s. Allo refiere esto al triunfo de Cristo que se cumplirá en la Parusía. Cf, S, 2, 8 s.; 109, 5 ss.; 149. 6 ss. y notas.
28. Como yo lo recibí, etc, Es lo que Jesús prometió personalmente a los suyos en Luc,22. 29 s.  La estrella matutina (la Vulgata dice Lucifer: el lucero; cf. S. 109, 3 y nota) es símbolo de Cristo y de su gloria. Véase 22, l6. Así lo anunció Balaam, como la estrella de Jacob (Núm. 24, l5-19), _Es decir, pues, que aquí Cristo se, nos promete Él mismo (22, 12 y nota), Pero ¿acaso el árbol de la vida (v. ,7), el maná oculto (v. 17) no son también figuras de Él? Porque Él "será nuestro verdadero premio. Cf. 3.4 s.
29. Esta advertencia, que en las tres primeras cartas iba ,antes de enunciar el premio, en las cuatro últimas va después.

3. Cf, 16, 15; I Tes, 5, 2,; II Pedro 3, 10.
4, Sardes era centro de la industria textil. De ahí la imagen tomada de las vestiduras. Andar, vestido de blanco significa participar en el triunfo del mismo Cristo (ef. 2, 28 y nota). Nombres: personas
5. El vencedor: véase 2, 7 y nota; 2, 17; 3, 21. Sobre el libró de la vida, véase 13, 8; 17, 8; 20, 12 y 15; 21, 27; cf. 32, 33; S. 68, 29; Dan. 12, 1.
7. El que tiene- la llave de David: el poder supremo. Véase 1, 18 y nota. Esta expresión reviste sentido mesiánico (cf. 5, S; 22, 16). Fillion observa que es "tomada de Is. 22, 22, donde se lee: Ya daré (a Eliacim) la llave de la casa de David. Manera de decir que este personaje será el primer ministro del rey. Jesucristo nos es pues, presentado aquí ejerciendo las funciones del primer ministro en el Reino de Dios." Que abre y nadie cerrará: Cristo tiene el poder y la autoridad suprema para admitir o excluir a cualquiera de la nueva ciudad de David y de la nueva Jerusalén. En Filadelfia se adoraba al dios de las puertas (Jano), que tenía una llave en sus manos. El Apóstol alude a ese ídolo, diciendo: sólo Cristo tiene la llave para abrir y cerrar la puerta del Reino.
8. Una puerta abierta al apostolado que Dios nos prepara (I Cor. 16, 9; II Cor. 2, 12; Col. 4, 3). La promesa de que nadie podrá cerrarla es tanto más preciosa cuanto que se trata de un tiempo de apostasía muy avanza , pues se anuncia ya la gran persecución (v. 20). La debilidad nos muestra la humildad del Apóstol que, como S. Pablo, esta reducido a ser "basura de este mundo" (I. Cor. 4, 13) y que, sin espíritu de suficiencia propia, cuenta sólo con la gracia, al revés de los de Laodicea que se creían ricos y eran miserables. Cf. 2, 9 y 3, 17.
9. Palabras tomadas de Is. 60. 14. que anuncian, según la mayoría de los intérpretes, la conversión de los judíos de Filadelfia" (Fillion). Cf. Rom. 11, 2 s.
10. La palabra de la paciencia mía. Así dice el griego literalmente (cf. v. 8). Según Pirot: mi consigna de paciencia (cf. 1, 9; 13, 10; 4, 12); según Holtzmann, la paciente esperanza en la venida de Cristo (Hebr. 6. 12; Sant. 5, 7; II Pedro 3, 3-12). Como anota Pirot, "este v. abre las perspectivas de la vasta persecución de que tratara el cap. 13". En efecto, si se considera las Iglesias en el orden cronológico (1, 12 y nota), la de Filadelfia precede a la última en la cual se consumaría con el Anticristo el misterio del mal. Por eso algunos suponen (cf. v. 15 y nota) que este periodo de Filadelfia, es semejante al nuestro y que a éste se refieren las grandes promesas hechas a los que guardan la Palabra de Dios en medio del general olvido de ella.
11. Cf. v. 20; 22, 10 y nota.
12. Columna: Así fueron llamados Pedro, Juan y Santiago en la Iglesia de Dios (Gál. 2, 9; I Tim. 3, 15). Pero aquí se trataría no ya de la formación de esa Iglesia (Ef. 2, 20; I Pedro 2, 5). ni de la Jerusalén celestial, pues su Templo será Dios mismo (21, 22), sino de sostener la verdadera fe en tiempos de apostasía (cf. Mat. 24. 24; Luc. 18, 8; II Tes. 2. 3). Sobre la nueva Jerusalén, véase el cap. 21. El nombre mío nuevo: véase v. 14; 2, 17 y notas. Fillion cita a 19, 12 y dice que "el Cristo lleva un nombre nuevo porque ha entrado en su gloria nueva que durará para siempre".
14. El Amín: voz hebrea que significa: verdad, en este caso la Verdad misma: Jesucristo. En Is. 65, 6 se dice: el Dios de Amén". Véase v. 7, donde Cristo es llamado "el Veraz", como en 6. 10; y 19, 11, donde se le da el nombre de "Fiel y Veraz". Cf. Juan 1, 14: I Juan 5, 7.
15. La primera Encíclica del S. P. Pío XII reproduce este tremendo pasaje y dice: "¿No se le puede aplicar (a nuestra época) esta palabra reveladora del Apocalipsis?"
17. Es lo contrarío de la bienaventuranza de los pobres en espíritu (Mat. 5, 3 y nota). Cf. v. 8 y nota; 18, 7. ,
18. El divino Salvador emplea una imagen bien conocida por la industria cosmética de Laodicea el colirio. Así también ven algunos en la tibieza una alusión a las tibias aguas de sus termas, las que en tal caso serían imagen de ese estado espiritual falto de amor e ideal en que esa Iglesia "se arrastra en una mediocridad contenta de sí misma" (Pirot) y que según S. Agustín es peligrosísimo para
el alma y termina por conducirnos "al abismo de todos los excesos" (S. Jerónimo).
19. Cf. Prov. 3, 12; Hebr. 12, 6.
20. Allo señala aquí una referencia especial a la Eucaristía, cosa que otros no consideran verosímil (cf. Fillion) aunque el pasaje se presta a ser comentado espiritualmente como lo hace Bossuet o Ballester Nieto (Cf. Juan 14, 23). Sales recuerda los movimientos de la gracia y cita oportunamente al Conc. Trid. para recordar que el hombre con sus fuerzas naturales "no puede hacer ningún bien útil para la salvación". De acuerdo con los paralelos citados por Merck (Marc. 13, 35; Sant 5, 9; Luc 12, 36; 22. 29 s.) lo que aquí se indica es, con mayor apremio, lo mismo que en las cartas precedentes.
21 a. Pirot, confirmando lo que expresamos en la nota anterior, dice: "Aquí, como en las cartas anteriores, la promesa es escatológica (cf. 20, 4)." Sobre el trono véase el capitulo siguiente. Los que vencieren en esta iglesia final serán probablemente los mártires del Anticristo (13, 7), y este trono parece ser entonces el de 20. 4.

No hay comentarios:

Publicar un comentario