miércoles, 29 de agosto de 2012

Apocalipsis caps. 7, 8, 9


Capítulo VII
1 Después de esto vi cuatro ángeles que estaban de pie en los cuatro ángulos de la tierra y detenían los cuatro vientos de la tierra, ara que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre árbol alguno. 2 Y vi a otro ángel que subía del Oriente y tenía el sello del Dios vivo, y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes había sido dado hacer daño a la tierra y al mar; 3 y dijo: "No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes." 4 Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta Y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel;
5 de la tribu de Judá doce mil sellados, de la tribu de Rubén doce mil, de la tribu de Gad doce mil, 6 de la tribu de Aser doce mil, de la tribu de Neftalí doce mil, de la tribu de Manasés doce mil, 7 de la tribu de Simeón doce mil, de la tribu de Leví doce mil, de la tribu de Isacar doce
mil, 8 de la tribu de Zabulón doce mil, de la tribu de José doce mil, de la tribu de Benjamín doce mil sellados.
9 Después de esto miré, y había una gran muchedumbre que nadie podía contar, de entre todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ente el Cordero, vestidos de túnicas blancas, con palmas en sus manos; 10 y clamaban a gran voz diciendo: "La Salud es de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero." 11 Y todos
los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron sobre sus rostros ante el trono y adoraron a Dios, 12 diciendo: "Amén, la alabanza, la gloria, la sabiduría, la gratitud, el honor, el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén." 13 Y uno de los ancianos, tomando la palabra, me preguntó: "Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?" 14 Y yo le dije: "Señor mío, tú lo sabes." Y él me contestó: "Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus vestidos, y los blanquearon en la sangre del Cordero. "Por eso están delante del trono de Dios, y le adoran día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono fijará su morada con ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni sed; nunca más los herirá el sol ni ardor alguno; 17 porque el Cordero, que está en medio, frente al trono, será su pastor, y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios les enjugará toda lagrima de sus ojos.

Capítulo VIII
1 Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo en el ciclo un silencio como de media hora. 2 Y vi a los siete ángeles que están en pie ante Dios y les fueron dadas siete trompetas. 3 Y vino otro ángel que se puso junto al altar, teniendo un incensario de oro, y le fueron dados muchos perfumes, para ofrecerlos con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y el humo de los perfumes subió con las oraciones de los santos de la mano del ángel a la presencia de Dios. 5 Entonces el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos y voces y relámpagos y un terremoto.
6 Y los siete ángeles que tenían las Siete trompetas se aprestaron a tocarlas;
7 Y el primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra, y fue incendiada la tercera parte de la tierra; y fue incendiada la tercera parte de los árboles, y fue incendiada toda hierba verde. 8 Y tocó la trompeta el segundo ángel, y algo como una gran montaña en llamas fue precipitada en el mar, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9 Y murió la tercera parte de las creaturas vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. 10 Y tocó la trompeta el tercer ángel, y se. precipitó del ciclo una grande estrella, ardiendo como una antorcha: cayó en la tercera parte de los ríos y en los manantiales de las aguas. 11 El. nombre de la estrella es Ajenjo; y convirtióse la tercera parte de las aguas en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas porque se habían vuelto amargas. 12 Y toco la trompeta el cuarto ángel, y fue herida la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de manera que se obscureció la tercera parte de ellos, y el día perdió la tercera
parte de su luz y lo mismo la noche. 13 Y vi y oí cómo volaba por medio del cielo un águila que decía con poderosa voz: "¡ Ay, ay, ay de los moradores de la tierra, a causa de los toques de trompeta que faltan de los tres ángeles que todavía han de tocar!"

Capítulo IX .
1 Y tocó la trompeta el quinto ángel, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y le fue dada la llave del pozo del abismo. 2 Abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran homo, y a causa del humo del pozo Se obscurecieron el sol y el aire. 3 Del humo salieron langostas sobre la tierra; y les fue dado poder, semejante al poder que tienen los escorpiones de la tierra. 4 Y se les mandó que no dañasen la hierba de la tierra, ni verdura alguna, ni árbol alguno; sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en la frente. 5 Les fue dado no matarlos; sino torturarlos por cinco meses; y su tormento era como el tomento que causa el escorpión cuando pica al hombre. 6 En aquellos días los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; desearán morir y la muerte huirá de ellos. 7 Las langostas eran semeiantes a caballos aparejados para la guerra, y sobre sus cabezas llevaban algo como coronas parecidas al oro y sus caras eran como caras de hombres 8 Tenían cabellos como cabellos de mujer y sus dientes eran como de leones. 9 Sus pechos eran como corazas de hierro, y el estruendo de sus alas será como el estruendo de muchos carros de caballos que corren al combate. 10 Tenían colas semejantes a escorpiones, y (en ellas) aguijones; y en sus colas reside su poder de hacer daño a los hombres durante los cinco meses; "Tienen por rey sobre ellas al ángel del abismo; cuyo nombre en hebreo es Abaddón y que lleva en griego el nombre de Apollyon. 12 EI primer ay pasó ved que tras esto vienen aún dos ayes.
13 Y tocó la trompeta el sexto ángel, y oí una voz procedente de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios, "y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles encadenados junto al gran río Éufrates? 15 Y fueron soltados los cuatro ángeles que estaban dispuestos para la hora y el día y el mes y el año, a fin de exterminar la tercera parte de los hombres.
16 Y el número de las huestes de a caballo era de doscientos millones. Yo oí su número. 17 En la visión miré los caballos y a sus jinetes: tenían corazas como de fuego y de jacinto y de azufre; las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de su boca salía fuego y humo y azufre. 18 De estas tres plagas murió la tercera parte de los hombres, a consecuencia del fuego y del humo y del azufre que salía de las bocas de aquéllos. 19 Pues el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas, y con ellas dañan. 20 Mas el resto de los hombres, los que no fueron muertos con estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos y no cesaron de adorar a los demonios y los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar. 21 Ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus latrocinios.

4. Aparecen aquí, primera y última, respectivamente, como abrazando a las demás tribus, las de Judá y Benjamín, que antes formaban juntas el Reino meridional de Judá y que en la visión de Ezequiel ocupan la parte central de la Tierra Santa abrazando entre ambas la porción del príncipe (cf. Ez. 48, 22).
5. La tribu de Judá es la primera nombrada por ser la del Mesías.
6. Manases: ocupa aquí el sexto lugar que correspondería a la tribu de Dan. Se trata quizá de un error de copia, pues el v. 4 se refiere a todas las tribus de los hijos de Jacob, y sabemos que Manasés no era hijo sino nieto, y no tendría por qué aparecer aquí, pues ya figura su padre José, ni se explicaría en todo caso su mención sin la de su hermano Efraín. No tiene fundamento serio la antigua creencia de que esta ausencia de la tribu de Dan respondía a que de ella hubiese de salir el Anticristo, pues se apoyaban en textos como Gćn. 49, 17 y Jer. 8, 16 que nada tienen que ver al respecto.
8. "Todos ellos, dice Jünemann, son israelitas convertidos al fin del mundo y sellados con el martirio y víctimas del Anticristo". Integrarían así el número de los mártires de 6, 11 y de allí que su elección aquí siga inmediatamente al clamor de aquéllos (6, 9), pues se hace antes de los grandes cataclismos (v. 3; cf. 6, 12 as. y nota). Según esto, a "las reliquias de Israel" o grupo fiel de los hebreos que formaron la Iglesia en sus comienzos (Rom. 11, 5) correspondería también este otro grupo fiel de los últimos tiempos, convertido aquí "por pura gracia" (Rom. 11, 6). quizás antes de la predicación de los dos testigos (cap. 11) y en todo caso antes de la
conversión total de Israel (Rom. 1l, 25 ss,).
9. Si los vv. 4-8 se refieren exclusivamente a los salvados del pueblo judío, aquí se alude en cambio a innumerables cristianos que vienen "de todas las naciones", o sea de la gentilidad, por lo cual los intérpretes refieren a los cristianos todo este capítulo. La liturgia aplica los vv. 9-12 como Epístola en la Misa de Todos los Santos. Según Tertuliano se trataría de los salvados en tiempos del Anticristo (cf. 12, 6 y 14 y nota a los vv. 2ss.). Las túnica blanca: N Palma: y lo dicho en el v. 19 sobre la tribulaciónn los vincula con los sacrificados de 6, 11, por donde parecería que aquí se ha completado el; número que allí se anuncia. No puede negarse, sin embargo, la concordancia del v. 17 con 21, 4, ni la del v. 15 con 21. 3 y 22, 3 que parecen tener un alcance más general. 14. Cf. 6, 12 ss. y nota. Sobre esta tribulación, véase las palabras de Jesús en su discurso escatológico (Mat. 24, 31). Cf. Dan. 12, 1 y notas. 16s. Véase 21, 4; S. 22, 2; Is. 25, 8; 49, 10; Jer. 2, 13; Ez. 34, 11ss. Jesucristo será su pastor que los llenará de bienes, los apartará de todo mal y los conducirá a la misma fuente de la vida que es la visión pura de Dios" (Scío).

1. Véase la probable explicación de este silencio en la nota a 6, 12 ss. Según ello, esta escena sería la continuación del 5º sello y el silencio sería el de los santos que allí clamaban y ahora esperan los acontecimientos que se describen de aquí en adelante. Según otros, el silencio seria simplemente la interrupción de las alabanzas de 4. 8ss., 5, 8ss., mas no explican el motivo de ella. Pirot reconoce que "aquí esperábamos el desenlace final y sólo vemos un final de acto", y añade que "la apertura del 7º sello permite la introducción de una nueva serie de catástrofes" cosa que no parece posible según las expresiones de nuestra citada nota de 6. 12ss. Cf. v. 3 y nota.
2. En Tob. 12, 15 se habla también de los siete ángeles. El libro de Enoc (20. 2•8) los nombra así: Uriel, Rafael, Raguel, Miguel, Saraquiel, Gabriel, Remeiel. Las trompetas: son señal de Juicio (Is. 27, 13; Joel 2, 1; Mat. 24, 31; I Cor. 15, 52; I Tes. 4, 16 .
3. Véase 5, 8 y nota. Los perfumes que el ángel recoge aquí son las oraciones de los santos que piden la venganza de su sangre en 6, 9 s. Sin ello sería difícil explicarse cómo las oraciones de los santos de la tierra pueden producir tales calamidades sobre ella.
5. Del fuego del altar: de los perfumes (cf. Is. 6. 6). Lo arrojó: cf. Ez. 10, 2. Los trueno. etc., marcan el final de los sellos y también el de las trompetas (11, 19) y el de las copas (16, 18).
6ss. Las siete trompetas son otras tantas plagas y recuerdan las de Egipto (Éx caps. 7 ss.). S. Ireneo y Lactancio las interpretan en sentido literal. S. Agustín sólo como metáfora de grandes azotes y castigos
7. Cf.  Èx. 9, 24: Joel 3. 3.
8. s. Cf. Éx. 7, 20: Sof. 1, 3. `
10. La caída de esta estrella, que simboliza a un ángel con nombre de amargura (v. 11; cf. Enoc 86, 1ss.), hace pensar en la palabra de Jesús que comparó la caída de Satanás. con la de una estrella (Luc. 10, 18). Véase 9, 1 y nota. Cf. 12, 9 ss.
11. "En IV Esdr. 5, 9 se señala un cambio semejante como sigue del fin -"en las aguas dulces se encontrará sal"- así como a la inversa el mismo Mar Muerto se convertirá en sano en los tiempos mesiánicos (Ez_ 47, 8). Pirot.
13. Los tres ayes: indican que las tres plagas que siguen serán más espantosas que las cuatro que preceden (9, 12`; 11, 14; l2, 12; cf. Ez. 9, 8).
El águila representa probablemente un ángel, como lo dicen expresamente algunos códices griegos. '

1. Aunque hay otras opiniones sobre ángeles buenos. parece claro que esta estrella es la que cayó en la tercera trompeta (8. 20 y nota). Aquí Satanás se pone en campaña, abriendo el pozo del abismo, lo cual parece ser lo mismo que desencadenar a los demonios. Cf. Luc. 8, 31. En 20, 1ss. 1o veremos a él encerrado en ese abismo.
3 ss. También en el Antiguo Testamento las langostas son anunciadas como ejecutoras de los juicios de Dios contra los moradores de la tierra; Véase Ex. 10, 12-15; Sab. 16, 9; Jer. S1, 14; Joel 1, 4 ss.; 2. 2 ss. El encargo que se les da en los vv. siguientes, y su descripción. muestran que son demonios. Ya en la antigua Babilonia, p, ej., en la leyenda Je Gilgamesch algunos demonios son representados en forma de hombres escorpiones.
 4s. Que no tuviesen el sello de Dios: cf. 7, 2 ss. y nota; Luc. 21, 36. Por cinco meses: se ha observado que las plagas de langostas suelen extenderse en Asia por espacio de cinco meses Cf. Is. 2, 19; Os. 10, 8; Luc; 23, 30.
9. El ruido de una manga de langostas es parecido a1 de los carros de guerra; como dice ya el profeta Joel al, describir una plaga de langostas que devastaba a Palestina (Joel 2, S); Muchos han creído ver aquí alguna monstruosa arma de guerra ultramoderna. Pero no ha de olvidarse que salieron del pozo del abismo (v. 2).
11. Abaddon; equivalente de infierno, significa en hebreo exterminio o ruina (en griego: apóeia). Cf. Job. 26. 6. Así se llama también el jefe del infierno cuyo oficio consiste en la destrucción de los` hombres; porque "los ángeles buenos o malos suelen tomar su nombre de aquel ministerio en que se ocupan" (S. Gregorio Magno).
12. Sobre los tres ayes, •z:f. ‛8. 13 Y nota.
14. El Éufrates era el limite orientalde1 Imperio Romano y del mundo civilizado. Véase ,16. 12.
15. Puede tratarse muy bien de cuatro ángeles malos, pues están encadenados `(cf. Tob. 8, 3). Las innumerables tropas de a caballo que producen tan enormes matanzas parecerían simbolizar las grandes guerras mundiales, que ya nos hemos acostumbrado a ver como características de nuestro tiempo (cf; 6, 2 y nota). Las cifras como en todo el Apocalipsis, significan la inmensa magnitud de las catástrofe! aun cuando no se las tome en sentido aritmético. si bien ante los pavorosos "progresos" de la humanidad en esa materia ya no nos sorprenden tales cifras que a los antiguos parecían siempre simbólicas.
20. Ni siquiera con estos castigos en que perece una tercera parte de los hombres (v. 18) se obtiene el arrepentimiento de los malos que quedan con vida. La tremenda comprobación se repite en 18, 9 y I1. Sólo en I1, 13, cuando los dos testigos resucitados suben al cielo a la vista de todos se habla de un arrepentimiento cuyo alcance ignoramos. ¡Dolorosa confirmación de la pertinacia humana, que empezó en el Paraíso y no terminará nunca mientras pueda tomar el partido de Satanás contra Cristo, como se ve en 16, 14; I9, 19 y hasta en 20, 7. Bien lo anunció ya el mismo Jesús (cf. Luc. 18, 8; Am. 4, 8 y nota).

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