miércoles, 29 de agosto de 2012

Evangelio según San Juan 13, 14, 15


Capítulo XIII
1 Antes de la fiesta de Pascua, Sabiendo Jesús que había llegado su hora para que pasase de este mundo al Padre, como amaba a los suyos, los que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Y mientras cenaban, cuando el diablo había ya puesto en el corazón de judas, el Iscariote, hijo de Simón, el entregarlo, 3 sabiendo que su Padre todo se lo había dado a Él en las manos, que había venido de Dios y que a Dios volvía. 4 Se levantó de la mesa, Se quitó sus vestidos, y Se ciñó un lienzo. 5 Luego, habiendo echado agua en un lebrillo, Se puso a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido. 6 Llegando a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿Tú lavarme a mí los pies?" 7 Jesús le respondió: ‛‛Lo que Yo hago, no puedes comprenderlo ahora, pero lo comprenderás después." 8 Pedro le dijo: "No,
jamás me lavarás Tú los pies." Jesús le respondió. "Si Yo no te lavo, no tendrás nada de común conmigo." 9 Simón Pedro le dijo: "Entonces, Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza." 10 Jesús le dijo: "Quien está bañado, no necesita lavarse [más que los pies], porque está todo limpio. Y vosotros estáis limpios, pero no todos." 11 EI sabía, en efecto, quién lo iba a entregar; por eso dijo: "No todos estáis limpios."
12 Después de lavarles los pies, tomó sus vestidos, se puso de nuevo a la mesa y les dijo:
"¿Comprendéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me decís: «Maestro» y «Señor», Y decís bien, porque lo soy. 14 Si, pues, Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis unos a otros lavaros los pies, 15 porque os he dado el ejemplo, para que hagáis como Yo os he hecho. 16 En verdad, en verdad, os digo, no es el siervo más grande que su Señor ni el enviado mayor que quien lo envía. "Sabiendo esto, Seréis dichosos al practicarlo. 18 No hablo de vosotros todos; Yo sé a quiénes escogí; sino para que se cumpla la
Escritura: «El que come mi pan, ha levantado contra Mí su calcañar.» 19 Desde ahora os lo digo, antes que suceda, a fin de que, cuando haya sucedido, creáis que soy Yo, 20 En verdad, en verdad, os digo, quien recibe al que Yo enviare, a Mi me recibe; y quien me recibe a Mí, recibe al que me envió."
21 Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en su espíritu y manifestó abiertamente: "En verdad, en verdad os digo, uno de vosotros me entregará". 22 Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo de quién hablaba. 23 Uno de sus discípulos, aquel a quien Jesús amaba, estaba recostado a la mesa en el seno de Jesús. 24 Simón Pedro dijo, pues, por señas a ése: "Di, ¿quién es aquel de quien habla?" 25 Y él, reclinándose así sobre el pecho de Jesús, le preguntó: "Señor, ¿quién es?" 26 Jesús le respondió: "Es aquel a quien daré el bocado, que voy a mojar." Y mojando un bocado, lo tomó y se lo dio a judas Iscariote, hijo de Simón. 27 Y tras el bocado, en ese momento, entró en él Satanás. Jesús le dijo, pues: "Lo que haces, hazlo más pronto." 28 Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendió a qué propósito le dijo esto. 29 Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaron que Jesús le decía: "Compra lo que nos hace falta para la fiesta", o que diese algo a los pobres. 30 En seguida qué tomó el bocado, salió. Era de noche.
31 Cuando hubo salido, dijo Jesús: "‛Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios glorificado en Él. 32 Si Dios ha sido glorificado en El, Dios también lo glorificará en Sí mismo, y lo glorificará muy pronto. 33 Hijitos míos, ya no estaré sino poco tiempo con vosotros. Me buscaréis, y, como dije a los judíos, también lo digo a vosotros ahora: "Adónde Yo voy., vos-
otros no podéis venir." 34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros: para que, así como Yo os he amado. vosotros también os améis unos a otros. 35 En esto reconocerán todos que Sois discípulos míos, si tenéis amor unos para otros.”
36Simón Pedro le dijo: ‛‛Señor, ¿adónde vas?” Jesús le respondió: "Adonde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más tarde me seguirás." 37 Pedro le dijo: "¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por Ti."  38 Respondió Jesús: "¿Tú darás tu vida por Mí?" En verdad, en verdad, te digo, no cantará el gallo hasta que tú me hayas negado tres veces."

Capítulo XIV
1 "No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí 2 En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros. 3 Y cuando me haya ido y os haya preparado el lugar, vendré otra vez y os tomaré junto a Mi, a fin de que donde Yo estoy, estéis vosotros también. 4 Y del lugar adonde Yo voy, vosotros sabéis el camino." 5 Díjole Tomás: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo, pues, sabremos el camino?" 6 Jesús le replicó: "Soy Yo el camino, y la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por Mí. 7 Si vosotros me conocéis, conoceréis también a mi Padre. Más aún, desde ahora lo conocéis y lo habéis visto." 8 Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre, y esto nos basta." 9 Respondióle Jesús: "Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y tú no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto a mi Padre. ¿Cómo puedes decir; Muéstranos al Padre? 10 ¿No Crees que Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mi? Las palabras que Yo os digo, no las digo de Mi mismo; sino que el Padre, que mora en Mi, hace Él mismo sus obras. 11 Creedme: Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mi; al menos, creed a causa de las obras mismas. 12 En verdad, en verdad, os digo, quien cree en Mi, hará él también las obras que Yo hago, y aun mayores, porque Yo voy al Padre 13 y haré todo lo que pidiereis en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Sí me pedís cualquier cosa en mi nombre Yo la haré."
15 "Si me amáis, conservaréis mis mandamientos. 16 Y Yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Intercesor, que quede siempre con vosotros, 17 el Espíritu de ver- dad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; mas vosotros lo conocéis, porque El mora con vosotros y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me volveréis a ver, porque Yo vivo, y vosotros viviréis. 20 En aquel día conoceréis que Yo Soy en mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros. 21 EI que tiene mis mandamientos y los conserva, ése es el que me ama; y quien me ama, será amado de mi Padre, y Yo también lo amaré, y me manifestaré a él." 22 Díjole Judas -no el Iscariote-: "Señor, ¿cómo es eso: que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?" 23 Jesús le respondió y dijo: "Si alguno me ama, guardará mí palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada. 24 El que no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.”
25 "Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. 26 Pero el intercesor, el Espíritu Santo. que el Padre enviará en mi nombre, El os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. 27 Os dejo la paz, os doy la paz mía; no os doy Yo como da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente. 28 Acabáis de oírme decir: "Me voy y volveré a vosotros". Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo.
29 Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto Se verifique, creáis. 30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo. No es que tenga derecho contra Mi, 31 pero es para que el mundo conozca que Yo amo al Padre, y que obro según el mandato que medió el Padre. Levantaos, vamos de aquí."

Capítulo XV
1 "Yo Soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que, estando en Mí, no lleva fruto, lo quita, pero todo sarmiento que lleva fruto, lo limpia, para que lleve todavía más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios, gracias a la palabra que Yo os he hablado. 4 Permaneced en Mi, y Yo en vosotros. Así como el sarmiento no puede por Sí mismo llevar fruto, Si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, Si no permanecéis en Mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mi, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en Mi, es arrojado fuera como los sarmientos, y se seca; después los recogen• y los echan al fuego, Y se queman. 7 Si vosotros permanecéis en Mi, y mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que queráis pedidlo, y lo tendréis: 8 En esto es glorificado mi Padre; que llevéis mucho fruto, y seréis discípulos míos."
9 "Como mi Padre me amó, así Yo os he amado: permaneced en mi amor. 10 Si conserváis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que Yo, habiendo conservado los mandamientos de mi Padre, permanezco en su amor. 11 Os he dicho estas cosas, para que mi propio gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido,
12 Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. 12 Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos. "Vosotros sois mis amigos, Si hacéis esto que os mando. 15 Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace
su señor, sino que os he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, os lo he dado a conocer. 16 Vosotros no me escogisteis a Mi; pero Yo os escogí, y os he designado para que vayáis, y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que el Padre os dé todo lo que le pidáis en mi nombre. 17 Estas cosas os mando, para que os améis unos a otros."

18 "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mi antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no sois del mundo -porque Yo os he entresacado del mundo- el mundo os odia. 20 Acordaos de esta palabra que os dije: No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mi, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán también la vuestra. 21 Pero os harán todo esto a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. 22 Si Yo hubiera venido sin hacerles oír mi palabra, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23 Quien me odia a Mi odia también a mi Padre. 24 Si Yo no hubiera hecho en medio de ellos las obras que nadie ha hecho, no tendrían pecado, mas ahora han visto, y me han odiado, lo mismo que a mi Padre. 25 Pero es para que se cumpla la palabra escrita en su Ley: "Me odiaron sin causa." 26 Cuando venga el Intercesor; que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de verdad, que procede
del Padre, Él dará testimonio de Mí. "Y vosotros también dad testimonio, pues desde el principio estáis conmigo."

Comentarios
1. El sentido literal de este v. puede ser doble: que los amó hasta el extremo (como lo veremos en lo que hace a continuación), o que quiso extender a todos los suyos. que vivirán hasta el fin de los tiempos, el mismo amor que tenía a aquellos que entonces estaban en el mundo. Así también lo vemos formular aquí su Mandamiento nuevo (v. 34), en el cual se ofrece por modelo del amor que hemos de tenemos entre nosotros, a fin de que ese amor suyo por los hombres perdure sobre la tierra como si Él mismo se quedara, puesto que, mediante el Espíritu Santo (Luc. 11, 13). cada uno podrá amar a su hermano con el mismo amor con que Jesús lo amó. Es, como vemos, el aspecto inverso del mismo misterio de caridad que reveló en Mat. 25. 45 al decirnos que Él recibe, como hecho a su propia Persona, cuanto hacemos por el más pequeño de sus hermanos.
3. El Evangelista, Siempre tan sobrio y falto de todo encomio, parece querer acentuar esta vez la enormidad indecible que significa esa actitud de siervo tomada aquí por Jesús (v. 4), no obstante saber Él muy bien que, como aquí se expresa, Él era el Príncipe divino. el único hombre que ha habido y habrá digno de adoración.
4. Los vestidos plural de generalización. "Jesús no se quitó sin duda más que el manto" (Joüon).
5. Algunos piensan aquí en una purificación de los apóstoles, pero Jesús explica en vv. l2 ss. el significado y el propósito ejemplarizador de este acto de su inefable humildad y caridad fraterna, "mas para meditado que para expresado", escribe S. Agustín. En el v. 10 les dice que ya estaban limpios, y el lavar los pies no era un acto de purificación de la conciencia sino un servicio de esclavo, que aquí es muestra de amor (cf. v. 1), tanto más especial cuanto que no se trata de visitantes recién llegados (cf. Luc. 7, 44). ¡También a judas le lavó los pies! La idea de purificación es, pues, como dice Huby, ajena al discurso de Jesús.
8. Sobre esta falsa humildad cf. Mat. S. 8: 16, 23; Luc. 12, 37 y nota. "Para tener comunidad con Jesús es necesario no tener miedo de Él. Sin eso ¿cómo nos llamaríamos redimidos por Él?"
10. Las palabras entre corchetes faltan en muchos manuscritos. Pirot las suprime totalmente.
14. Sobre la sencillez y humildad sin límites de Jesús, véase Mat. 20. 28; Luc,. 22. 27 y nota.
18. Jesús ofrece aquí una nueva prueba de que es el Mesías, mostrando que va a cumplirse en Él la traición que David sufrió como figura Suya y que anunció mil años antes al presentar típicamente a Judas en la persona de Aquitofel (S. 40, 10; 54, 14 y notas). El divino Maestro nos enseña con esto la triste pero importante verdad de que no hemos de confiar imprudentemente ni en el más intimo amigo, porque, aunque hoy nos parezca imposible, bien puede convertirse en el traidor de mañana.
23. Aquel a quien Jesús amaba, es el mismo Evangelista, quien por modestia oculta su nombre (véase 1, 39 y nota). Recostado quiere decir 'que Juan, según la costumbre oriental, estaba echado delante de Jesús, apoyándose sobre el codo izquierdo, con el pecho vuelto al Maestro.
26. El bocado: un se dice de pan, ni que fuese mojado en vino, ni puede pensarse que Jesús daba a Judas la Eucaristía para que la recibiese sacrílegamente (Scío).
27. En ex: momento entró en él Satanás: Juan recalca el momento preciso, para distinguir esta posesión diabólica total de Judas del designio del v. 2, que Satanás "había puesto en su corazón". Lucas coloca antes de la cena pascual esa posesión diabólica y el pacto con los sacerdotes para entregarles a Jesús (Luc. 22, 3 7ss,), en lo cual coincide con Mat. 26, 14 ss. y Marc. 14, 10 ss., que sitúan ese pacto inmediatamente después de la cena de Simón el leproso. De ahí han supuesto algunos que esta cena del lavatorio de pies pudiese ser, como aquella que se le dio en Betania seis días antes (12, 1; Mat. 26. 6 ss.; Marc. 14, 3ss.), anterior a la de Pascua (cf. v. 1). Se observa que falta aquí toda mención de la Eucaristía, que traen los tres sinópticos, y de la preparación de la Cena pascual (Mat. 26. 17 ss.; Marc. 14, 12 ss.; Luc. 22, 7ss.); que esa fiesta se da aquí por futura (v. 29): que los discípulos parecen ignorar aún la culpa de Judas (v. 28), cosa que en la otra Cena se hizo pública (Mat. 26, 21-25); que la negación de Pedro (v. 38) no fue anunciada para esa misma noche (como lo fué en Mat. 26. 34; Marc. 14, 30; Luc. 22, 34) que Judas al salir ya de noche (v. 30) no pudo tener tiempo para convenir la entrega de Jesús esa misma noche; que los caps. 14 y 15 no aparecen continuando los anteriores como los caps. 16. 17 y 18; que el himno dicho al final de la Pascua (Mat. 26, 30) no pudo ser la oración del cap. 17 sino el Hallel (S. 112. 27); que ambas Cenas tienen ya cada una su gran contenido propio e independiente (cf. v. 5 y nota); y que. en fin, los sin6pticos escribieron cuando aun continuaba el apostolado sobre Israel. en tanto que Juan escribió casi treinta años después de haber rechazado Israel la predicación apostólica (Hech. 28, 25 ss.) y de la destrucción de Jerusalén y del Templo que siguió muy luego; por lo cual pudo Juan tener algún propósito especial provocado por esos grandes acontecimientos. Hazlo más
pronto (así también de la Torre). ¡Es la urgencia de Luc. 12, 50 y 22, 15 ! La invitación parecería dirigida a Satanás que había entrado en Judas (cf. Luc. 8, 30) Y que al promover la inmolación del Cordero no pensó por cierto que servía de instrumento al Redentor. Cf. v. 31 y nota; Hech. 13. 27: I Cor. 2, 8.
31 s. Ahora., ha sido: Los expositores suelen verse en aprietos para explicarse literalmente este verbo en tiempo pasado, que estaría en oposición con toda la economía de la Escritura, según la cual la glorificación de Jesús tuvo lugar cuando el Padre lo sentó a su diestra (cf. 16. 7; S. 109, 1 y notas). El evangelista sin embargo da a entender su pensamiento al poner en futuro el v. 32 y al señalar que Jesús dijo esto en el momento en que salió Judas para consumar su obra. Es como si dijera: "echada está la suerte. Debo padecer para entrar en mi gloria (Luc. 24, 26)- Y ahora tiene principio de ejecución el proceso que me llevará. a glorificar al Padre y ser glorificado por El".
34. El mandamiento es "nuevo" en cuanto propone a los hombres la imitación de la caridad de Cristo: amor que se anticipa a las manifestaciones de amistad; amor compasivo que perdona y soporta; amor desinteresado y sin medida (Rom. 13, 10; I Cor. 13,4-7) .
36. No puedes seguirme ahora, porque no estás confirmado en la fe, como se verá luego en sus negaciones. Lo seguirá más tarde hasta el martirio, cuando haya recibido el Espíritu Santo. Cf. 21, 19; II Pedr. 1, 14.
38. En lugar de anunciar anticipadamente el bien que nos proponemos hacer, cuidemos de proveernos de los auxilios sobrenaturales para poder cumplirlo. "Sin Mí. dice Jesús, nada podéis hacer" (15, 5). Cf. l Cor. 3. 5.

1, Despídese el Señor en los cuatro capítulos siguientes, dirigiendo a los suyos discursos que reflejan los íntimos latidos de su divino Corazón. Estos discursos forman la cumbre del Evangelio de S. Juan y sin duda de toda la divina Revelación hecha a los Doce. Creed en Dios: Recuérdese que Jesús les dijo que su fe no era ni siquiera como un grano de mostaza (Luc. 17. 6 Y nota). Es muy de notar también ésta clara distinción de Personas que enseña aquí Jesús, entre Él y su Padre. No son ambos una sola Persona a la cual haya que dirigirse vagamente, bajo un nombre genérico, sino dos Personas distintas, con cada una de las cuales tenemos una relación propia de fe y de amor (cf. I Juan 1, 3), la cual ha de expresarse también en la oración.
2. Tened confianza en Dios que como Padre vuestro tiene reservadas las habitaciones del cielo para todos los que aprovechan la Sangre de Cristo. En el Sermón de la Montaña (Mat. cap. 5 ss.), Jesús ha recordado que el hombre no está solo. sino que tiene un Dueño que lo creó. en cuyas manos está, y que le impone como ley la práctica de la misericordia, sin la cual no podrá recibir a su vez la misericordia que ese Dueño le ofrece como único medio para salvarse del estado de perdición en que nació como hijo de Adán, quien entregó su descendencia a Satanás cuando eligió a éste en lugar de Dios (Sab. 2, 24 y nota). Ahora. en el Sermón de la Cena. Jesús nos descubre la Sabiduría. enseñándonos que en el conocimiento de su Padre está el secreto del amor que es condición indispensable para el cumplimiento de aquella Ley de nuestro Dueño, Pues Él. por los méritos de su Hijo y Enviado, nos da su propio Espíritu (Luc. 11-13 v nota) que nos lleva a amarlo cuando descubrimos que ese Dueño, cuya autoridad inevitable podía parecernos odiosa. es nuestro Padre que nos ama infinitamente Y nos ha dado a su Hijo para que por Él nos hagamos hijos divinos también nosotros. con igual herencia que el Unigénito (Ef. 1, 5; II Pedr. 1. 4). De ahí que Jesús empiece aquí con esa estupenda revelación de que no quiere guardarse para Él solo la casa de su Padre. donde hasta ahora ha sido el Príncipe único. Y no sólo nos hace saber que hay allí muchas moradas, o sea un lugar también para nosotros (v. 2). sino que añade que Él mismo nos lo va a preparar, porque tiene gusto en que nuestro destino de redimidos sea el mismo que el Suyo de Redentor (v. 3).
3. Os tomaré junto o Mí: Literalmente: os recibiré s Mí mismo (así la Vulgata). Expresión sin duda no usual, como que tampoco es cosa ordinaria, sino única, lo que el Señor nos revela aquí. Más que tomarnos consigo, nos tomará a Él, porque entonces se realizará el sumo prodigio que S. Pablo llama misterio oculto desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26): el prodigio por el cual nosotros, verdaderos miembros de Cristo, seremos asumidos por Él que es la Cabeza, para formar el Cuerpo de Cristo total. Será, pues. más que tomarnos junto a Él: será exactamente incorporarnos a El mismo, o sea el cumplimiento visible y definitivo de esa divinización nuestra como verdaderos hijos de Dios en Cristo (véase Ef. 1, 5 y nota).
Es también el misterio de la segunda venida de Cristo. que San Pablo nos aclara en I Tes. 4. 13-17 y en que los primeros cristianos fundaban su esperanza en medio de las persecuciones (cf. Heb. 10. 25 y nota). ¿De ahí la aguda observación de un autor moderno:
"A primera vista, la diferencia más notable entre los primeros cristianos y nosotros es que, mientras nosotros nos preparamos para la muerte. ellos se preparaban para el encuentro con N. Señor en su Segundo Advenimiento."
4. Sabéis el camino: El camino soy Yo mismo (v. 6), no sólo en cuanto señalé la Ley de caridad que conduce al cielo. sino también en cuanto los méritos míos, aplicados a vosotros como en el caso de Jacob (véase Gén. 27. l9 y nota) os atraerán del Padre las mismas bendiciones que tengo Yo, el Primogénito (Rom. 8, 29).
6 s. El Padre es la meta. Jesús es el camino de verdad y de vida para llegar hasta Él. Como se expresó en la condenación del quietismo. la pura contemplación del Padre es imposible Si se prescinde de la revelación de Cristo y de su mediación. En el v. 7 no hay un reproche como en la Vulgata (si me conocierais...) sino un consuelo: si me conocéis llegaréis también al Padre indefectiblemente. Vemos así que la devoción ha de ser al Padre por medio de Jesús, es decir. contemplando a ambos como Personas claramente caracterizadas y distintas (Concilio III de Cartago, can. 23). Querer abarcar de un solo ensamble a la Trinidad sería imposible para nuestra mente, pues la tomaría como una abstracción que nuestro corazón no podría amar como ama al Padre y al Hijo Jesús, con los cuales ha  de ser. dice S. Juan. nuestra sociedad (I Juan 1. 3). La Trinidad no es ninguna cosa distinta de las Personas que la forman. Lo que hemos de contemplar en ella es el amor infinito que el Padre y el Hijo se tienen recíprocamente en la Unidad del Espíritu Santo. Y así es cómo adoramos también a la Persona de este divino Espíritu que es el amor que une a Padre e Hijo. El Espíritu Santo es el espíritu común del Padre y del Hijo, y propio de cada uno de Ambos, porque todo el espíritu del Padre es de amor al Hijo y todo el espíritu del Hijo es de amor al Padre. Del primero. amor paternal, beneficiamos nosotros unirnos a Cristo. Del segundo. amor filial, participamos igualmente adhiriéndonos a Jesús para amar al Padre como Él y junto con Él y mediante Él y a causa de Él, y dentro de Él. pues Ambos son inseparables, como vemos en los vv. 9ss.
10. Es notable que ya en el Antiguo Testamento el Padre (Yahvé) habla del Mesías llamándolo "el Varón unido conmigo" (Zac. 13, 7). Cf. 16. 32.
12. Una de las promesas más asombrosas que Jesús hace a la fe viva desde el cielo Él la cumplirá.
13. En este v. y en el siguiente promete el Salvador que será oída la oración que hagamos en su nombre. Esta promesa se cumple siempre cuando confiados en los méritos de Jesucristo y animados por su espíritu nos dirigimos al Padre. Es la oración dominical la
que mejor nos enseña el recto espíritu y. por eso garantiza los mejores frutos (Mat. 6. 9ss.; Luc. 11, 2ss.).
l5. El que ama se preocupa de cumplir los mandamientos, y para eso cuida ante todo de conservarlo en su corazón, Véase v. 23 S.; S. 118. 11 y nota.
16. El Otro Intercesor es el Espíritu Santo. que nos ilumina y consuela y fortalece con virtud divina. El mundo es regido por su príncipe (v. 30). y por eso no podrá nunca entender al Espíritu Santo (I Cor. 2, 14), ni recibir sus gracias e ilustraciones. Los apóstoles experimentaron la fortaleza y la luz del divino Paráclito pocos días después de la Ascensión del Señor, en el día de Pentecostés (Hech. 2) y recibieron carismas visibles, de los cuales se habla en los Hechos de los Apóstoles.
17 ss. Mora con vosotros: Casi siempre vivimos en un estado de fe imperfecta, como diciéndonos: si yo lo tuviera delante al Padre celestial o a Jesús, le diría tal y tal cosa. Olvidamos que el Padre y el Hijo no son como los hombres ausentes que hay que ir a buscar sino que están en nuestro interior (vv. 20 y 23), lo mismo que el Espíritu (v. 26; 16. 13; Luc. 11, 13). Nada consuela tanto como el cultivo suavísimo de esta presencia de Dios permanente en nosotros, que nos está mirando, sin cansarse, con ojos de amor como los padres contemplan a su hijo en la cuna (S. 138, 1; Sant. 7, 10 y notas). Y nada santifica tanto como el conocimiento vivo de esta verdad que "nos corrobora por el Espíritu en el hombre interior" (Ef. 3, 16) como templos vivos de Dios (Ef. 2, 21 S,). Estará en Nosotros: Entendamos bien esto: "El Espíritu Santo estará en nosotros como un viento que sopla permanentemente para mantener levantada una hoja seca, que sin Él cae. De modo que a un tiempo somos y no somos. En cuanto ese viento va realizando eso en nosotros, somos agradables a Dios, sin dejar empero de ser por nosotros mismos lo que somos. es decir, "siervos inútiles" (Luc. 17, 10). Si no fuese así, caeríamos fatalmente (a causa de la corrupción que heredamos de Adán) en continuos actos de soberbia y presunción. que no sólo quitaría todo valor a nuestras acciones delante de Dios, sino que sería ante Él una blasfemia contra la fe. es decir, una rivalidad que pretendería sustituir la Gracia por esa ilusoria suficiencia propia que sólo busca quitar a Dios la gloria de ser el que nos salva.
20. En aquel día: Véase 16, 16 y nota. Vosotros estáis en Mi, etc., "En vano soñarán los poetas una plenitud de amor y de unión entre el Creador y la creatura, ni una felicidad para nosotros como ésta que nos asegura nuestra fe y que desde ahora poseemos "en esperanza" Es un misterio propio de la naturaleza divina que desafía y supera todas las audacias de la imaginación, y que sería increíble si Él no lo revelase. ¿Qué atractivos puede hallar Él en nosotros? Y sin embargo. al remediar el pecado de Adán, en vez de rechazamos de su intimidad (¡ mirabilius reformasti !) buscó un pretexto para unirnos del todo a Él. ¡ cómo si no pudiese vivir sin nosotros" ! Véase 17. 26 Y nota.
21. Es decir: el que obedece eficazmente al Padre muestra que tiene amor, pues si no lo amase no tendría fuerza para obedecerlo. como vemos, en el v. 23. No tiene amor porque obra, sino que obra porque tiene amor. Cf. Luc. 7, 47 y nota.
23. El amor es el motor indispensable de la vida sobrenatural: todo aquel que ama, vive según el Evangelio; el que no ama no puede cumplir los preceptos de Cristo, ni siquiera conoce a Dios, puesto que Dios es amor (I Juan 4, 8). "Del amor a Dios brota de por sí la obediencia a su divina voluntad (Mat. 7, 21; 12, 50; Marc. 3, 35; Luc. 8, 21), la confianza en su providencia (Mat. 6, 25-34; 10, 29-33; Luc. 12, 4-12 y 22­34; 18, 1-8)- la oración devota (Mat. 6, 7-8; 7, 7-12; Marc. 11, 24; Luc. 11, 1-13; Juan 16, 23-24), y el respeto a la casa de Dios (Mat. 21, 12-17; Juan 2, 16)" (Lesètre).
24. Dios nos revela a este respecto su intimidad diciendo: "Como una mujer que desprecia al que la ama, así me ha despreciado Israel" (Jer. 3, 20). Esto nos hace comprender que querer suplir con obras materiales la falta de amor, sería como si una mujer que rechaza el amor de un príncipe pretendiera consolarlo ofreciéndole dinero. O como Si un hijo que se apartó del hogar creyese que satisface a su padre con mandarle regalos. Véase la clara doctrina de S. Pablo en I Cor. 13, 1ss.
26. Jesús hace aquí quizá la más estupenda de sus revelaciones y de. sus promesas, El mismo Espíritu divino, que Él nos conquistó con sus méritos infinitos, se hará el inspirador de nuestra alma y el motor de nuestros actos, habitando en nosotros (v. 16 s.). Tal es el Sentido de las palabras "os lo enseñará todo". es decir, no todas las cosas que pueden saberse, sino todo lo vuestro, como maestro permanente de vuestra vida en todo instante. San Pablo confirma esto en Rom. 8, 14 llamando hijos de Dios a "los que son movidos por el Espíritu de Dios". Si bien miramos, todo el fruto de la Pasión de Cristo consiste en habernos conseguido esa maravilla de que el Espíritu de Dios, que es todo luz y amor y gozo, entre en nosotros, confortándonos, consolándonos, inspirándonos en todo momento y llevándonos al amor de Jesús (6, 44 y nota) para que Jesús nos lleve al Padre (vv. 6 SS.) y así el Padre sea glorificado en el Hijo (v. 13). Tal es el plan del Padre en favor nuestro (6, 40 y nota), de tal modo que la glorificación de ambos sea también la nuestra, como se ve expresamente en 17, 2. Para entrar en nosotros ese nuevo rector que es el Espíritu Santo, sólo espera que el anterior le ceda el puesto, Eso quiere decir simplemente el "renunciarse a sí mismo", Os recordará, etc.: es decir, traerá a la memoria en cada momento oportuno (Mat. 10, 19; Marc. 13, 1T) las enseñanzas de Jesús a los que se hayan preocupado de aprenderlas. Véase 16, 13; Luc. 11, 13 y notas.
28. El Padre es más grande que Yo significa que el Padre es el origen y el Hijo la derivación. Como dice S. Hilario. el Padre no es mayor que el Hijo en poder, eternidad o grandeza, sino en razón de que es principio del Hijo, a quien da la vida. Porque el Padre nada recibe de otro alguno, mas el Hijo recibe su naturaleza del Padre por eterna generación, sin que ello implique imperfección en el Hijo. De ahí la inmensa gratitud de Jesús y su constante obediencia y adoración del Padre. Un buen hijo. aunque sea adulto y tan poderoso como su padre, siempre lo mirará como a superior. Tal fue la constante característica de Jesús (4, 34; 6, 38: 12, 49 S.; 17, 25, etc.), también cuando, como Verbo eterno, era 1a Palabra Creadora y Sabiduría del Padre (1, 2; Prov. 8, 22 ss.; Sab 7. 26M 8, 3; Ecli 24, 12 ss., etc.). Véase 5, 48 y nota; Mat 24, 36; Marc 13, 32; Hech 1, 7; I Cor 15, 28 y notas. El hijo como hombre es menor que el Padre.
30. El príncipe del mundo: Satanás. Tremenda revelación que, explicándose por el triunfo originario de la serpiente sobre el hombre (cf. Sab. 2, 24 y nota), explica a su vez las condenaciones implacables que a cada paso formula el Señor sobre todo lo mundano, que en cualquier tiempo aparece tan honorable como aparecían los que condenaron a Jesús, Cf. v. 16; 7, 7; 12, 31; 15. 18 ss.; 16, 11; 17, 9 y 14; Luc. 16, 15; Rom. 12, 2; Gal. 1, 4; 6, 14; I Tim. 6, 13; Sant. 1. 27; 4, 4; I Pedr. 5, 8; I Juan 2, 15 y notas.
31. No es por cierto a Jesús a quien tiene nada que reclamar el "acusador" (Apoc. 12, 10 y nota). Pero el Padre le encomendó las "ovejas perdidas de Israel" (Mat. {O, 5 y nota), y cuando vino a lo suyo, "los suyos no lo recibieron" (1, 11), despreciando el mensaje de arrepentimiento y perdón (Marc. 1, 15) que traía "para confirmar las promesas de los patriarcas" (Rom. 15, 8). Entonces, como anunciaban misteriosamente las profecías desde Moisés (cf. Hech. 3, 22 y nota), el Buen Pastor Se entregó como un cordero (10, 11), libremente (10, 17 S.), dando cuanto tenía, hasta la última gota de su Sangre, aparentemente vencido por Satanás para despojarlo de su escritura contra nosotros clavándola en la Cruz (Col. 2, 24s.), y realizar, a costa suya, el anhelo Salvador del Padre (6, 38: Mat. 26, 42 y notas) y "no sólo por la nación sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos'‛ (11. 52). viniendo a ser por su Sangre causa de eterna Salud para judíos y gentiles, como enseña S. Pablo (Hech. 5. 9s.)•

2. Lo limpia: He aquí encerrado todo el misterio de Job y el problema de la tentación y del dolor. Recordémoslo para saber y creer, con la firmeza de una roca, que con cada prueba, siempre pasajera. nos está preparando nuestro Padre un bien mucho mayor. Es lo que la simple experiencia popular ha expresado en el hermoso aforismo: "No hay mal que por bien no venga,"
3. "Esta idea de que la fe en la Palabra de Jesús hace limpio, es expresada aún más claramente por S. Pedro al hablar de los gentiles que creyeron: "por su fe Dios purificó sus corazones" (Hech. 15, 9)." P. Joüon. Limpios significa aquí lo mismo que "podados"; por donde vemos que el que cultiva con amor la Palabra de Dios, puede librarse también de la poda de la tribulación (v. 2).
4. Nosotros (los sarmientos) necesitamos estar unidos a Cristo (la vid) por medio de la gracia (la savia de la vid), para poder obrar santamente, puesto que sólo la gracia da a nuestras obras un valor sobrenatural, Véase II Cor. 3, 5; Gál. 2. 16 ss. "La gracia y la gloria proceden de su inexhausta plenitud. Todos los miembros de su Cuerpo místico. y sobre todo los más importantes, reciben del Salvador dones constantes de consejo, fortaleza, temor y piedad, a fin de que todo el cuerpo aumente cada día más en integridad y en santidad de vida" (Pio XII, Enc. del Cuerpo Místico). Cf. I Cor. 12, 1Ss.; Ef. 4. 7ss.
5. No podéis hacer nada: A explicar este gran misterio dedica especialmente S. Pablo su admirable Epístola a los Gálatas, a quienes llama "insensatos" (Gál. 3, 1) porque querían, como judaizantes salvarse por el solo cumplimiento de la Ley, sin aplicarse los méritos del Redentor mediante la fe en Él (cf. el discurso de Pablo A Pedro en Gal. 2, 11-21). La Alianza a base de la Ley dada a Moisés no podía salvar. Sólo podía hacerlo la Promesa del Mesías hecha a Abrahán; pues el hombre que se somete a la Ley, queda obligado a cumplir toda la Ley, y como nadie es capaz de hacerlo, perece. En cambio Cristo vino para salvar gratuitamente, por la donación de sus propios méritos, que se aplican a los que creen en esa Redención gratuita, los cuales reciben, mediante esa fe (Ef. 2, ss.), el Espíritu Santo, que es el Espíritu del mismo Jesús (Gal. 4, 6) y nos hace hijos del Padre como Él (Juan 1, 12), prodigándonos su gracia y sus dones que nos capacitan para cumplir el Evangelio, y derramando en nuestros corazones la caridad (Rom. 5. S). que es la plenitud de esa Ley (Rom. 13, 10; Gál. 5, 14).
6. Triste es para el orgullo convencerse de que no somos ni podemos ser por nosotros mismos más que sarmientos secos. Pero el conocimiento de esta verdad es condición previa para toda auténtica vida espiritual (cf. 2. 24 y nota). De aquí deducía un ilustre prelado americano que la bondad no consiste en ser bueno, pues esto es imposible porque "separados de Mí no podéis hacer nada". La bondad consiste en confesarse impotente y buscar a Jesús, para que de Él nos venga la capacidad de cumplir la voluntad del Padre como Él lo hizo.
7. Esto es lo que S. Agustín expresa diciendo "ama y haz lo que quieras". Porque el que ama sabe que no hay más bien que ése de poseer la amistad del amado, en lo cual consiste el gozo colmado (I Juan 1, 3•4); y entonces no querrá pedir sino ese bien superior, que es el amor, o sea el Espíritu Santo, que es Io que el Padre está deseando darnos, puesto que Él nos ama infinitamente más que nosotros a Él. Cf. Luc. T1. 13 Y nota; I Juan 5. 14 s.
8. El futuro seréis: (genésesthe) según Merk está mejor atestiguado que el subjuntivo seáis. Así también Pirot y otros modernos. El sentido, sin embargo, no fluye con claridad, por lo cual cabe más bien. con la puntuación correspondiente. referir la glorificación del Padre a lo dicho en el v. 7, Sentido por cierto bellísimo y que coincide exactamente con 14. 13 v con 17. 2. donde se ve que el Corazón paternal de Dios es glorificado en que nosotros recibamos beneficios de nuestro Hermano Mayor. En tal caso este final queda como una señal que nos da Jesús en pleno acuerdo con el contexto: que (hina con optativo) vuestro sarmiento fructifique mucho y entonces sabréis que está unido a la Vid, es decir, que sois realmente mis discípulos, así como por los frutos se conoce el árbol (Mat. 12, 33; Luc. 6. 43 ss.), El caso inverso se ve en Mat. 7, 15. 9. No se puede pasar en silencio una declaración tan asombrosa como ésta. Jesús vino a revelarnos ante todo el amor del Padre, haciéndonos saber que nos amó hasta entregar por nosotros a su Hijo, Dios como Él (3, 16). Y ahora, al declararnos su propio amor, usa Jesús un término de comparación absolutamente insuperable y casi diríamos increíble, si no fuera dicho por Él. Sabíamos que nadie más que el que da su vida (v. 13), y que Él la dio por nosotros (10, 11), y nos amó hasta el fin (13, 1), y la dio libremente (10, 18), y que el Padre lo amó especialmente por haberla dado (10, 17); y he aquí que ahora nos dice que el amor que Él nos tiene es como el que el Padre le tiene a Él, o sea que Él, el Verbo eterno nos ama con todo su Ser divino, infinito, sin límites, cuya esencia es el mismo amor (cf. 6, 57; 10, 14 s.).. No podrá el hombre escuchar jamás una noticia más alta que esta "buena nueva", ni meditar en nada más santificante; pues, como lo hacía notar el Beato Eymard, lo que nos hace amar a Dios es el creer en el amor que El nos tiene. Permaneced en mi amor significa, pues, una invitación a permanecer en esa privilegiada dicha del que se siente amado, para enseñarnos a no apoyar nuestra vida espiritual sobre la base deleznable del amor que pretendemos tenerle a Él (véase como ejemplo 13, 36-38), sino sobre la roca eterna de ese amor con que somos aislados por Él Cf. I Juan 4, 16 y nota.
11. Porque no puede existir para el hombre mayor gozo que el de saberse amado así. En 16, 24: 17, 13; I Juan 1, 4. etc., vemos que todo el Evangelio es un mensaje de gozo fundado en el amor.
14. Si hacéis esto que os mando, es decir, si os amáis mutuamente como acaba de decir en el v. 12 y repite en el v. 17. porque el mandamiento del amor es el fundamento de todos los demás (Mat. 7, 12; 22, 40; Rom. 13, 10; Col. 3, 14).
5. Notemos esta preciosa revelación: lo que nos transforma de siervos en amigos. elevándonos de la vía purgativa a la unión del amor, es el conocimiento del mensaje que Jesús nos ha dejado de parte del Padre. Y Él mismo nos agrega cuán grande es la riqueza de este mensaje, que contiene todos los secretos que Dios comunicó a su propio .Hijo.
16. Hay en estas palabras de Jesús un inefable matiz de ternura. En ellas descubrimos. no solamente que de Él parte la iniciativa de nuestra elección; descubrimos también que su Corazón nos elige aunque nosotros no lo hubiéramos elegido a Él. Infinita suavidad de un Maestro que no repara en humillaciones porque es "manso y humilde de corazón" (Mat. 11, 29). Infinita fuerza de un amor que no repara en ingratitudes, porque no busca su propia conveniencia (I Cor. 13. S). Vuestro fruto permanecerá: Es la característica de los verdaderos discípulos; no el brillo exterior de su apostolado (Mat. 12. 19 y nota), pero sí la transformación interior de las almas. De igual modo a los falsos profetas, dice Jesús. se les conoce por sus frutos (Mat. 7. 16), que consisten. según S. Agustín, en la adhesión de las gentes a ellos mismos y no a Jesucristo. Cf. 5, 43; 7, 18; 21, 15; Mat. 26, 56 y notas.
18 ss. El mundo, que no recibe a Jesús, ni a su Espíritu, tampoco recibirá a sus discípulos. Con toda claridad profetiza el divino Redentor las persecuciones, que prueban el carácter Sobrenatural de su Cuerpo místico. El mundo odia lo Sobrenatural en los cristianos, así como lo ha odiado en Cristo.
20. Observarán: espiarán (Scio). Cf, S. 16, 11; 55, 7 v notas.
21. Será motivo de gloria para los discípulos el odio y la persecución por causa del Nombre Santo, y una ocasión para afirmar su amor al Padre que nos envió a Jesús (cf, 16. 3;1Gál, 6, 14).
25, Véase S. 34, 19; 68, 5
26 s. Intercesor: Otros vierten: Defensor, Hay. aquí una bellísima explicación del dogma trinitario, El Espíritu Santo procede del Padre y también del Hijo, Nuestra salvación fue objeto del envío del Hijo por el Padre, que nos lo dio; ahora anuncia Jesús que nuestra santificación va a ser objeto de la misión de otra Persona divina: el Espíritu Santo, que Él enviará desde la diestra del Padre (16. 7 Y nota). Dará testimonio de Mí. p, ej. en la Sagrada Escritura, que es por eso un "tesoro celestial" (Conc. Trid,).
Del testimonio del Espíritu Santo será inseparable la predicación y el testimonio de los apóstoles porque por su inspiración hablarán, Cf. Hech. 13, 9; Rom. 9, 1; I Tes. 1. 5; Il Pedr. 1. 21.

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