miércoles, 29 de agosto de 2012

Evangelio según San Juan caps. 10, 11, 12


Capítulo X
1 "En verdad, en verdad, os digo, quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. 2 Más el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. 3 A éste le abre el portero, y las ovejas oyen su voz, y él llama por su nombre a las ovejas propias, y las saca Fuera. 4 Cuando ha hecho salir todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque conocen su voz. 5 Mas al extraño no le seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." 6 Tal es la parábola, que les dijo Jesús, pero ellos no comprendieron de qué les hablaba. "Entonces Jesús prosiguió; 7 En verdad, en verdad, os digo, Yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes que Yo son ladrones y salteadores, mas las ovejas no los escucharon. 9 Yo soy la puerta, Si alguno entra por Mi, será Salvo; podrá ir y venir y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, para degollar, para destruir. Yo he venido para que tengan vida y vida sobreabundante. "Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas. 12 Más el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; 13 porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. 14 Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, 15 ­así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre- y pongo mi vida por mis ovejas. 16 Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida para volver a tomarla. 18 Nadie me la puede quitar, sino que Yo mismo la pongo. Tengo el poder de ponerla, y tengo el poder de recobrarla. Tal es el mandamiento que recibí de mi Padre."
19 Y de nuevo los judíos se dividieron a causa de estas palabras. 20 Muchos decían: "Es un endemoniado, está loco. ¿Por qué lo escucháis?" 21 Otros decían: "Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?” 22 Llegó entre tanto la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno, 23 y Jesús se paseaba en el Templo, bajo el pórtico de Salomón. 24 Lo rodearon, entonces, y le dijeron; "¿Hasta cuándo tendrás nuestros espíritus en suspenso? Si Tu eres el Mesías, dínoslo claramente." 25 Jesús les replicó: "os lo he dicho, y no creéis. Las obras que Yo hago en el nombre de mi Padre, ésas son las que dan testimonio de Mí. 26 Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. 28 Y Yo les daré vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Lo que mi Padre me dio es mayor que todo, y nadie lo puede arrebatar de la mano de mí Padre. 30 Yo y mi Padre Somos uno." 31 De nuevo los judíos recogieron piedras para lapidarlo. 32 Entonces Jesús les dijo: "OS he hecho ver muchas obras buenas, que son de mi Padre. ¿Por cuál de ellas queréis apedrearme?" 33 Los judíos le respondieron: "No por obra buena te apedreamos, Sino porque blasfemas, y siendo hombre, te haces a Ti mismo Dios." 34 Redpondíóles Jesús: "¿No está escrito en vuestra Ley: "Yo dije: sois dioses?" 35 Si ha llamado dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios -y la Escritura no puede ser anulada- 36 ¿cómo de Aquel que el Padre consagró y envió al mundo, vosotros decís: "Blasfemas", porque dije: "Yo soy el Hijo de Dios?" 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero ya que las hago, si no queréis creerme, creed al menos, a esas obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre es en Mi, y que Yo soy en el Padre." 39 Entonces trataron de nuevo de apoderarse de Él, pero se escapó de entre sus manos. 40 Y Se fue nuevamente al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado primero, y allí Se quedo. 41 Y muchos vinieron a Él, y decían: "Juan no hizo milagros, pero todo lo que dijo de Éste, era verdad" 42 Y muchos allí creyeron en Él.

Capítulo XI
1 Había uno que estaba enfermo, Lázaro de Betania, la aldea de María y de Marta Su hermana. 2 María era aquella que ungió con perfumes al Señor y le enjugo los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro estaba, pues, enfermo. 3 Las hermanas le enviaron a decir: "Señor, el que Tú amas está enfermo." 4 Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios Sea por ella glorificado," 5 Y Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro.
6 Después de haber oído que estaba enfermo. se quedó aún dos días allí donde se encontraba. 7 Sólo entonces dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea." 8 Sus discípulos le dijeron: "Rabí, hace poco te buscaban los judíos para lapidarte, ¿y Tú vuelves allá?" 9 Jesús repuso: "¿No tiene el día doce horas? Si uno anda de día, no tropieza, porque tiene luz de este mundo. 10 Pero si anda de noche, tropieza, porque no tiene luz." 11 Así habló Él; después les dijo: "Lázaro nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a ir a despertarlo." 12 Dijéronle los discípulos: "Señor, Si duerme, Sanará." 13 Más Jesús había hablado de su muerte, y ellos creyeron que hablaba del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente: "Lázaro ha muerto, 15 Y me alegro de no haber estado allí a causa de vosotros, para que creáis, Pero vayamos a él."
16 "Entonces Tomás, el llamado Dídimo, dijo a los otros discípulos: ‛‛Vayamos también nosotros a morir con Él"
17 Al llegar, oyó Jesús que llevaba ya cuatro días en el Sepulcro. 18 Betanía Se encuentra cerca de Jerusalén, a unos quince estadios. 19 Muchos judíos habían ido a casa de Marta y María- para consolarlas por causa de su hermano, 20 Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro, en tanto que María se quedó en casa. 21 Marta dijo, pues, a Jesús: "Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero sé que lo que pidieres a Dios, te lo concederá." 23 Díjole Jesús: "Tu hermano resucitará." 24 Marta repuso: "Sé que resucitará en la resurrección en el último día." 25 Replícóle Jesús; "Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí, aunque muera, revivirá. 26 Y todo viviente y creyente en Mí, no morirá jamás. ¿Lo crees tú?" 27 Ella le respondió: "Sí, Señor. Yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene a este mundo."
28 Dicho esto, se fue a llamar a María, su hermana, Y le dijo en Secreto: "El maestro está ahí y te llama, 29 Al oír esto, ella se levantó apresuradamente, y fue a Él, 30 Jesús no había llegado todavía a la aldea, sino que aún estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, al verla levantarse tan súbitamente y salir, le siguieron, pensando que iba a Ia tumba para llorar allí 32 Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies, y le dijo: "Señor, si Tú hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano." 33 Y Jesús, viéndola llorar, y llorar también a los judíos que la acompañaban se estremeció en su espíritu, y Se turbó a sí mismo. 34 Y dijo: "¿Dónde Io habéis puesto?" Le respondieron: "Señor, ven a ver," 35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: "¡Cuánto lo amaba!" 37 Algunos de entre ellos, Sin embargo, dijeron: "El que abrió los ojos del ciego, ¿no podía hacer que éste no muriese?" 38 Jesús de nuevo estremeciéndose en su espíritu, llegó a la tumba: era una cueva; y tenía una piedra puesta encima. 39 Y dijo Jesús: "Levantad la piedra". Marta, hermana del difunto, le observo: "Señor, hiede ya, porque es el cuarto día." 40 Repûsole Jesús: "¿No te he dicho que, si creyeres, veras la gloria de Dios?"
41 Alzaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los o]os a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme oído. 42 Bien sabía que siempre me oyes, mas lo dije por causa del pueblo que me rodea, para que crean que eres Tú quien me has enviado." 43 Cuando hubo
hablado así, clamó a gran voz: "¡Lázaro, ven fuera!” 44 Y el muerto salió, ligados los brazos y las piernas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo, y dejadlo ir." 45 Muchos judíos, que habían venido a casa de María, viendo lo que hizo, creyeron en Él. 46 Algunos de entre ellos, sin embargo, se fueron de allí a encontrar a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47 Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron un consejo y dijeron: "¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros. 48 Sí le dejamos continuar, todo el mundo va a creer en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar (santo) y también nuestro pueblo." 49 Pero uno de ellos, Caifás, que era Sumo Sacerdote en aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis nada, 50 y no discurrís que os es preferible que un solo hombre muera por todo el pueblo, antes que todo el pueblo perezca." 51 Esto, no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo Sumo Sacerdote en aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación, 52 y no por la nación solamente, sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos. 53 Desde aquel día tomaron la resolución de hacerlo morir. 54 Por esto Jesús no anduvo más, ostensiblemente, entre los judíos, sino que se fue a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y se quedó allí con sus discípulos.
55 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subieron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. 56 Y, en el Templo, buscaban a Jesús, y se preguntaban unos a otros: "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" 57 Entre tanto, los Sumos sacerdotes y los fariseos habían impartido órdenes para que quienquiera supiese dónde estaba, lo manifestase, a fin de apoderarse de Él.

Capítulo XII
1 Jesús, Seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 2 Le dieron allí una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él. 3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo puro de gran precio ungió con él los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y el olor del ungüento llenó toda la casa. 4 Judas el Iscariote, uno de sus discípulos, el que había de entregarlo, dijo:
5 "¿Por qué no se vendió este ungüento en trescientos denarios, y se dio para los pobres?"
6 No dijo esto porque se cuidase de los pobres, sino porque era ladrón; y como él tenía la bolsa, sustraía lo que se echaba en ella. 7Mas Jesús dijo: "Déjala, que para el día de mi sepultura lo guardaba. 8 Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, mas a Mi no siempre me tenéis." 9 Entre tanto una gran multitud de judíos supieron que El estaba allí, v vinieron, no por Jesús solo, Sino también para ver a Lázaro, a quien Él había resucitado de entre los muertos. 10 Entonces los Sumos Sacerdotes tomaron la resolución de matar también a Lázaro, 11 porque muchos judíos, a causa de él, Se alejaban y creían en Jesús.
12 Al día siguiente, la gran muchedumbre de los que habían venido a la fiesta, enterados de que Jesús venía a Jerusalén, 13 tomaron ramas de palmeras, y salieron a su encuentro; y clamaban: "¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor y el rey de Israel !" 14 Y
Jesús hallando un pollino, montó sobre él, según está escrito: 15 "‛No temas, hija de Sión, he aquí que tu rey viene, montado sobre un asnillo." 16 Esto no entendieron sus discípulos al principio; mas cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que esto había sido escrito de Él, y que era lo que habían hecho con Él. 17 Entre. tanto el gentío que estaba con Él cuando llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de ello. 18 Y por eso la multitud le salió al encuentro, porque habían oído que Él había hecho este milagro. 19 Entonces los fariseos se dijeron unos a otros: "Bien veis que no adelantáis nada. Mirad cómo todo el mundo se va tras Él."
20 Entre los que subían para adorar en la fiesta, había algunos griegos. 21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida en Galilea, y le hicieron este ruego: "Señor, deseamos ver a Jesús." 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; y los dos fueron a decirlo a Jesús. 23 Jesús les respondió dijo: "¿Ha llegado la hora de que el Hijo del, hombre sea glorificado?" 24 En verdad, en verdad, os digo: si el grano de trigo arrojado en tierra no muere, se queda Solo; mas si muere, produce fruto abundante, 25 Quien ama su alma, la pierde; y quien aborrece su alma en este mundo, la conservará para vida eterna, 26 Si alguno me quiere servir, sígame, y allí donde Yo estaré, mi servidor estará también; Si alguno me sirve, el Padre lo honrara."
27 "Ahora mi alma está turbada: ¿y qué diré? ¿Padre, presérvame de esta hora? ¡Más precisamente para eso he llegado a esta hora! 28 Padre glorifica tu nombre." Una voz, entonces, bajó del cielo: "He glorificado ya, glorificaré aún." 29 La muchedumbre que ahí estaba y oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: "Un ángel le ha hablado." 30 Entonces Jesús respondió y dijo: "Esta voz no ha venido por Mi, Sino por vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado. 32 Y Yo, una vez levantado de la tierra, lo atraeré todo hacia Mí." 33 Decía esto para indicar de cuál muerte había de morir. 34 El pueblo le replicó: "Nosotros sabemos por la Ley que el Mesías morará entre nosotros para siempre; entonces, ¿cómo puedes Tú decir que es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?" 35 Jesús les dijo: "Poco tiempo está aún la luz entre vosotros; mientras tenéis la luz, caminad, no sea que las tinieblas Os sorprendan; el que camina en tinieblas, no sabe adónde va. 36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para volveros hijos de la luz." Después de haber dicho esto, Jesús se alejó y Se ocultó de ellos.
37 Mas a pesar de los milagros tan grandes que Él había hecho delante de ellos, no creían en Él. 38 Para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: "Señor, ¿quién ha creído a lo que oímos (de Ti) ? y el brazo del Señor, ¿a quién ha sido manifestado?" 39 Ellos no podían creer. porque Isaías también dijo: 40 "Él ha cegado sus ojos y endurecido sus corazones, para que no vean con sus ojos, ni entiendan con su corazón, ni se conviertan, ni Yo los Sane." 41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y de Él habló.
42 Sin embargo, aun entre los jefes, muchos creyeron en Él, pero a causa de los fariseos, no (lo) confesaban, de miedo de Ser excluidos de las sinagogas, 43 porque amaron más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. "Y Jesús clamó diciendo: "El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquel que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo la luz, he venido al mundo para que todo el que cree en Mí no quede en tinieblas. 47 Si alguno oye mis palabras y nos las observa, Yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para Salvarlo. 48 El que me rechaza y no acepta mi palabra, ya tiene quien lo juzgará: la palabra que Yo he hablado, ella será la que lo condenará, en el último día. 49 Porque Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar; 50 y sé que su precepto es vida eterna. Lo que Yo digo, pues, lo digo como el Padre me lo ha dicho."

Comentarios
1. Como expresa la perícopa de este Evangelio en el Domingo del Buen Pastor (II post Pascua). Jesús habla aquí "a los fariseos", continuando el discurso precedente (cf. 9. 4l y nota), cosa que debe tenerse en cuenta para entender bien este capítulo. La puerta es Jesús (v. 7; 14. 6; cf. S. 117, 20 y nota). Aprisco: corral común donde varios pastores guardan sus rebaños durante la noche.
3. ¿Quién es este portero tan importante, sino el divino Padre? Él es quien abre la puerta a las ovejas que van hacia el Buen Pastor. Porque, así como nadie va al Padre sino por Jesús (14, 6), nadie puede ir a Jesús Si el Padre no lo elige (v. 37) y no lo atrae (6. 44 y 65). Y nótese que Jesús no sólo es el Pastor bueno (v. ll) sino que Él es también la puerta (v. 7 sS.). Esa puerta que el Padre nos abre, es, pues, el mismo Hijo, porque el Padre nos lo dio para que por Él entremos a la vida (3, 16) y para que Él mismo sea nuestra vida. Véase 1, 4; I Juan 4, 9; 5, ll-13.
4s. Las almas fieles no pueden desviarse: Jesús las va conduciendo y se hace oír de ellas en el Evangelio y por su Espíritu. Él es la puerta abierta que nadie puede cerrar para aquellos que custodian su palabra y no niegan Su Nombre (Apoc. 3, 8).
5. ¡Privilegio de los que están familiarizados con el lenguaje de Jesús! Él les promete aquí un instinto Sobrenatural que les hará reconocer a los falsos maestros y huir de ellos. Entonces se explica que puedan "ir y venir" (v. 9), porque las Palabras del Buen Pastor les habrán dado la libertad. después de prepararlas para ella. como lo explica Jesús en 8. 31 ss.
8. Dice Durand: ‛'Ladrones que roban por astucia y salteadores que se apoderan por la violencia" (cf. Mat. 11, 12 y nota). Los tales son ladrones de gloria, porque la buscan para sí mismos y no para el Padre como hacia Jesús (cf. 5, 43 s.; 7, 18);- y salteadores de almas, porque se apoderan de ellas y, en vez de darles el pasto de las Palabras reveladas (v. 9) para que tengan vida divina (v. 10; 6, 64), las dejan "esquilmadas y abatidas" (Mat. 9, 36) y "se apacientan a si mismos". Cf. 21, 15Ss.; Ez. 34, 2Ss.; Zac. 11. 5 y notas.
11. Pone su vida! o sea la expone, lo cual es más exacto que decir "la da". El pastor no se empeña en que el lobo lo mate, pero no. vacila en arriesgarse a ello Si es necesario en defensa de sus ovejas. tampoco Jesús solicitó que lo rechazaran y le quitaran la vida, Antes por el contrario, afirmó abiertamente su misión. mostrando que las profecías mesiánicas se cumplían en Él. Mas si aceptó el reconocimiento de sus derechos (1, 49 S.; Luc. 1, 32 s.; Mat. 2l. 16; Luc. 19, 39 s.), no quiso imponerlos por fuerza (Mat. 26. 52 s.; Juan 18, 36), ni resistir a la de sus enemigos (Mat. 5. 39; Luc. 16, 16 y nota), y no vaciló en exponer su vida al odio de los homicidas, aunque sabía que la crudeza de Su doctrina salvadora exasperaría a los poderosos y le acarrearía la muerte. Tal es el contenido de la norma de caridad fraterna que nos da S. Juan a imitación de Cristo: amar a los hermanos hasta exponer si es necesario la vida por ellos (I Juan 3, 16). En igual sentido dice S. Pablo que Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte de cruz
(Filip. 2, 8), y tal es también el significado de la fidelidad que Jesús nos reclama "hasta el fin" (Mat. 10, 22; 24, 13). es decir, hasta el martirio si necesario fuera. Cf. v. 18 y nota
16. Las ovejas a quienes el Salvador fue enviado, son los judíos (Mat. 10, S S. y nota). Como ellas no oyen la voz de su pastor (Hech. 28, 25 ss.), Dios "escogerá de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre" (Hech, 15, 15; cf. 1Mat. 13, 47 SS.; Luc. 24. 47; Juan, 11, 52), hasta que con el retorno de Israel (Rom. 11, 25 ss.) se forme un solo rebaño con un solo pastor. Fillion y Gramatica recuerdan aquí a Ez. 34, 23 y 37, 21 ss. Véase también Ez. 36, 37 s. y 37, 15 SS. con respecto a las diez tribus que estaban ausente en los días de Jesús.
17. Para volver a tomarla: Texto diversamente traducido. El P. Joüon vierte: "mas la volveré a tomar", lo que aclara el sentido y coincide con la nota de Fillion, según la cual "es la generosa inmolación del buen Pastor por sus ovejas, lo que lo hace extraordinariamente caro a su Padre". No puede pedirse una prueba más asombrosa de amor y misericordia del Padre hacia nosotros,
18. Es decir que la obediencia que en este caso prestó Jesús a la voluntad salvífica del Padre (3, 16; Rom. S, 8 ss; I Juan 4. 10), nada quita al carácter libérrimo de la oblación de Cristo, cuya propia voluntad coincidió absolutamente con el designio misericordioso del Padre. Véase Mat. 26, 42; S. 39, 7 S. comparado con Hebr. 10, S ss.; Is. S3, 7.
20. Sobre estos "virtuosos" que se escandalizan de Jesús véase Mat. 11, 6; 12, 24-48; Luc. 11, 15­20; Marc. 3, 28-30 y notas.
22. La fiesta de la Dedicación del Templo celebrábase en el mes de diciembre, en memoria de la purificación del Templo por Judas Macabeo. También se llamaba "Fiesta de las Luces", porque de noche se hacían grandes luminarias. Cf. 8, 12 y nota.
29. Esta versión muestra el inmenso aprecio que Jesús hace de nosotros como don que el Padre le hizo (cf. 11 S.; 17. 9 y 24; Mat. 10, 31, etc.). Otros traducen: “Mi Padre es mayor que todo", lo que explicaria por qué nadie podrá arrebatarnos de su mano. Según otros. lo que mí Padre me dió seria la naturaleza divina v el poder consiguiente (cf. 17, 22; Mat. 11, 27; 28, 18).
30. El Hijo no está solo para defender el tesoro de las almas que va a redimir con Su Sangre; esta sostenido por el Padre, con quien vive en la unidad de un mismo Espíritu y a quien hoy ruega por nosotros sin cesar (Hebr. 7. 24 S.),
34 ss. Si la Escritura llama "dioses" a los príncipes de la tierra, para destacar su dignidad de lugartenientes de Dios, ¿por qué queréis apedrearme a Mí, si me llamo Hijo de Dios? Véase S. 81, 6. Hoy somos nosotros los hijos de Dios, y no sólo adoptivos, sino verdaderos, gracias a Cristo. Cf. 1, 12; 20, 17; I Juan 3, I; Rom. 8, 16-29; Gál. 4, SS.; Ef. l, 5 y nota.
35. La Escritura no puede ser anulada: Vemos cómo Jesús no sólo responde de la autenticidad de los Sagrados Libros sino que declara que no pueden ser modificados ni en un ápice. Véase Prov. 30, 6 y nota; Apoc. 22, 18s.
36. Jesús proclama una vez más "Su consagración y su misión teocrática, tanto más reales y elevadas que las de los jueces de Israel" (Fillion). Cf. 18. 37.
39. ¡He aquí el fruto de tanta evidencia! (cf. 9, 30 ss. y nota.) sírvanos de gran consuelo esto que soportó Él, cuando nos hallemos ante igual dureza. Cf. 15. 18 ss. y notas.

2. Véase 12, 3 ss.; Luc. 7, 36―50.
3. Admírese la brevedad y perfección de esta súplica, semejante a la de María en 2, 3, que en dos palabras expone la necesidad y expresa la plena confianza. "Es como si dijesen: Basta que Tú lo sepas, porque Tú no puedes amar a uno y dejarlo abandonado"
(S. Agustín).
9 ss. Como en 9, 5 (cf. nota), Jesús quiere decir: nada tengo que temer mientras estoy en mi carrera terrenal, fijada por el Padre.
16. La presunción de Tomás había de resultarle fallida, como la de Pedro en 13, 37 S. Véase su falta de fe en 20. 25, y la objeción con que parece rectificar a Jesús en 14, 5. Por lo demás era gratuita la creencia de que el Señor fuese entonces a morir, dado lo que Él acababa de decir en vv. 9 ss.
18. Unos quince estadios: más de dos kilómetros.
22 ss. La fe de Marta es pobre. puesto que no esperaba el milagro por virtud del mismo Jesús. Por eso dijo el Señor: "Yo Soy la resurrección y la vida." Crece entonces la fe de Marta de modo que confiesa: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios" (v. 27).
24. Jesús les había Sin duda enseñado ese misterio como en 6. 39, 40, 44 y 54.
25 S. Cf. 6. 50. Léase con atención lo que dice S. Pablo a este respecto (I Cor. 15, 51-55 y I Tes. 4, 13. 8) .
27. El que viene: en griego, ho erjómmøs, participio presente que traduce literalmente la fórmula hebrea: Ha­ba, con que el Antiguo Testamento anuncia al Mesías Rey venidero. Así lo vemos en Mat. 11, 13 y 21, 9, en Luc. 7, 19 y en Juan 6, 14, etc.. aplicado como aquí en el sentido de él que había de venir. En Mat. 23, 39 (véase la nota)• Jesús se aplica la misma palabra griega correspondiente a la misma expresión hebrea del S. 117, 26 que Él cita allí, pero esta vea con relación a su segunda venida. Lo mismo hace en Mat. 16, 28; 26. 64; Marc. 13, 26; 14. 62, etc., anunciando la primera vez su Transfiguración, y todas las demás veces su Parusía. y usando siempre esta palabra en el sentido de futuro en que la había usado el Bautista al anunciar la primera en Mat. 3. 11, donde la Vulgata la traduce por: venturus (venidero). Es decir que aunque Jesús ya vino, sigue siendo el que viene, o sea el que ha de venir. pues cuando vino no lo recibieron (1. 11) y entonces el anunció a los judíos que vendría de nuevo (cf. Hebr. 9, 28; Hech. 3, 20 ss.; Filip. 3, 20 s., etc.), por donde en adelante el participio presente tiene el sentido de futuro como lo usa Jesús en los anuncios de su Parusía
que hemos mencionado. Cf. II Juan 7; Apoc. 1. 8. Así lo hace también San Pablo (cf. Hebr. 10, 37 y nota), tomando esa palabra que Habacuc (2, 3 s.) usa en los LXX para anunciar al Libertador de Israel, y aplicándola, como dice Crampon. al Cristo venidero en los tiempos mesiánicos, o sea, como dice la reciente Biblia de Pirot, "cuando venga a juzgar al mundo".
28. En secreto, para que no oyesen los judíos la venida de Jesús. Ellos creyeron que iba al sepulcro (v. 31).
35. Jesús no repara en llorar por amor a un amigo, como no reparó en llorar por amor compasivo a Jerusalén (Luc. I9. 41).
44. Los judíos solían envolver los cadáveres con fajas de lienzo. Por eso Lázaro no puede andar ni valerse de las manos.
51 s. Preocupado sólo de su intriga contra el Salvador. lejos estaba Caífás de suponer que sus palabras encerraban una auténtica profecía, Sobre su alcance, cf. 10, 16 y nota.
54. Efraím, en otro tiempo relacionado con Betel (II Par. 13, 19), Se identifica hoy con la aldea de Taîbé a cinco leguas al N. de Jerusalén, casi en el desierto.
3. Sobre esta cena de Betanía véase también Mat. 26. 6 ss.; Marc. 14. 3 ss. Según S. Crisóstomo y S. Jerónimo, esta María, hermana de Lázaro de Betanía, no sería idéntica con la pecadora que unge a Jesús en Luc. 7, 36­50. En cambio, otras opiniones coinciden con la Liturgia que las identifica a ambas, como se ve en la Misa de Santa María Magdalena, el 22 de julio. y consideran que la actitud amorosa y fiel de Magdalena al pie de la Cruz y en la Resurrección (19, 25; 20, 1-18), es muy propia de aquella que en Betania escuchaba extasiada a Jesús (Luc. 10, 38 ss).
6. Jesús, el más pobre de los pobres, no llevaba dinero, ni lo llevaban los apóstoles. sino que vivían de limosnas, cuyo administrador infiel era Judas Iscariote. Éste es llamado ladrón porque sustraía los fondos comunes. Podemos juzgar lo que valía su defensa de los pobres. cuando él, por dinero, llegó a entregar a su divino Maestro. Cf. I Cor. 13, 3.
10. No lograron quitar la vida a Lázaro. Según una tradición, fue uno de los primeros obispos de Chipre. El emperador León VI exhumó su Cuerpo para entregarlo a Santa Ricardis, esposa del emperador Carlos III.
12s. Compárese con Mat. 21, 1-11; Mare. 12, 1-11; Luc. 19 29-45 y nótese el reconocimiento de La realeza de Cristo por parte de los buenos israelitas (Cf. 6, 15) en tanto que la negaban sus enemigos. Cf. 18, 39 S.; 19, 12-15; Luc. 23. 2, etc. Hosanna: exclamación de júbilo, que significa: ¡ayúdanos! (oh Dios). Véase Salmo 117, 25; Mat. 21, 9 y notas.
20. Los griegos que desean ver a Jesús son prosélitos o afiliados al judaísmo, como el centurión de Luc. 7, 2-10. Se les llamaba "temerosos de Dios" (Hech. 13, 43). De no ser así no habrían venido en Jerusalén A la fiesta.
23. La hora, como anota Pirot, era de inmolación (v. 27). de la cual vendría su glorificación (Luc. 24, 26). Cf. S. 109, 7 y nota.
24 ss. Jesús aplica esto primero a Él mismo, según vemos por el v. 23. Significa así la necesidad de su Pasión y Muerte (cf. Luc. 24, 46) para que su fruto sea el perdón nuestro (ibíd. 47; cf. Is. 53, 10 ss.). En segundo lugar lo aplica a nosotros (v. 25) para enseñarnos a no poner el corazón en nuestro yo ni en esta vida que se nos escapa de entre las manos, y a buscar el nuevo nacimiento según el espíritu (3, 3 ss.; Ef. 4,-24), prometiéndonos una recompensa semejante a la que Él mismo tendrá (v. 26). Cf. 17, 22•24.
27. Mi alma esta turbada: Santo Tomás llama a esto un anticipo de la Pasión. Jesús encara aquí su drama con la misma generosidad con que beberá en Getsemaní el cáliz de la amargura (Mat. 26. 39). Y renuncia a pedir al Padre que lo libre, pues sabe que así debe suceder (Mat. 26, 53 s.),
28. Glorifica tu nombre: En 17, 1s. vemos que la glorificación que el Padre recibe del Hijo consiste en salvarnos a nosotros. El Padre quedará glorificado más y más (cf. 13, 31 S,) al mostrar que su misericordia por los pecadores no vaciló en entregar su divino Hijo (3, 16) y dejarlo llegar hasta el último suplicio (10, 17; Rom. S, 10; 8. 32; I Juan 4, 9). Y a su vez el Padre, que ya glorificó al Hijo dando testimonio de Él con su Palabra (Mat. 17, S) y en los milagros, lo glorificará más y más, después de sostenerlo en su Pasión (Luc. 22, 43). Y de resucitarlo).(Hech, 2, 24; 3, 15; Rom. 8, 11; Ef. 1, 20; Col. 2, 12), sentándolo a su derecha, con su Humanidad Santísima. con la misma gloria que eternamente tuvo el Verbo (17. 5 y 24). Cf. S. 109, 1sS.
29. Asi fué también en Hech. 9. 7; 22. 9; Filip. 3, 21. Sobre la dulce muerte a Si mismo (vÏ 25). véase Luc. 9, 23 s. y nota. Cf. Mat. 10, 39; 16, 25; Marc. 8, 35; Luc. 17, 33. Alma (gr. psyjé). Así también de la Torre. otros vierten vida. El mismo v. trae otra palabra (zoé) que traducimos por vida;
31. Satanás y sus satélites serán echados fuera de las almas por la regeneración que obrará en ellas el Bautismo (Ef. 4, 8; Denz, 140). Véase, empero, 14, 30 y nota.
32. Lo atraeré todo hacia Mi: esto es, consumada mí redención, Yo quedaré como el centro al cual convergen todos los misterios de ambos Testamentos. Otros leen: atraerá a todo: y lo interpretan del llamado que se extiende a toda la gentilidad. En Ef. 1, 10 (cf. nota), hay una base de interpretación aun más amplia de este anuncio del Señor.
34. Aluden a las profecía: sobre el Mesías Rey de Israel. Cf. Is. 49, 8; Ez, 37, 25.
35 s. Mientras: en griego "hos" (cf. Luc. 3, 23 y nota). Jesús es la luz (9, 5)y los invita a obrar mientras Él está con ellos, pues Él los guardará como dice en 17, 12. No os sorprendan: sobre este sentido, véase Mat. 24, 24; II Tes. 2, 10.
36. Creer a la Palahra de Jesús es la condición que Él mismo nos pone para hacernos hijos de Dios. Cf. 1, 12.
37. Véase 6, 30;,9, 30; Luc. 11, 31 y notas.
38. Cita de Is. 53. 1, profecía de la Pasión, como la del S. 21, 2, que Cristo pronuncia en la Cruz (Mat. 27, 46). Nadie las creía, ni los apóstoles.
39 ss. Anuncio de la ceguera que los llevó a rechazar a Cristo. no obstante la claridad de las profecía: antes invocadas (cf. 9, 39). Cuando vio su gloria: Cf. 8, 56; Is. 6, 9ss.; Luc. 19, 14 y 27.
42. Véase 7, 13 y nota. •
44. Véase 6, 40 y nota.
45. Por el misterio que se ha llamado "circuminseción", el Padre está en el Hijo, así como el Hijo está en el Padre, bajo los velos de la humanidad de Cristo late su divinidad, que posee con el Padre en la unidad de un mismo Espíritu, Véase 10, 30; 14. 7-11.
46. Jesús no quiere que sus discípulos queden en tinieblas. Elocuente condenación de lo que hoy suele llamarse la fe del carbonero. Las tinieblas son lo propio de este mundo (9, 5 y nota), más no para los "hijos de la luz", que viven de la esperanza (I Tes 5, 4 s.)
47. En esta mi primera venida no he de juzgar al mundo, pero Si en la Segunda. Véase 3, 17; 5, 22 y nota; 8, 15; Apoc. 19, ll ss.
48. Cf. 3, 18. Según esto, el no querer escuchar la Palabra de Cristo es peor que, después de haberla escuchado, no cumplirla. Confirma así el v. 46.
49. El que hace caso omiso del Mediador, desecha la misericordia del que se dignó constituirlo. Véase 14, 31; 15. 10. Entretanto, admiremos una vez más la humildad de niño con que el divino Legado habla del Padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario