miércoles, 29 de agosto de 2012

Evangelio según San Juan caps. 7, 8, 9


Capítulo VII
1 Después de esto, Jesús anduvo por Galilea; pues no quería ría andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. 2 Estando próxima la fiesta judía de los Tabernáculos, 3 sus hermanos le dijeron: "Trasládate a Judea, para que tus discípulos también (allí) vean que obras haces. 4 Ninguno esconde las propias obras cuando él mismo desea estar en evidencia. Ya que Tú haces tales obras, muéstrate al mundo." 5 Efectivamente, ni sus mismos hermanos creían en Él. 6 Jesús, por tanto, les respondió: "El tiempo no ha llegado aún para Mí; para vosotros siempre está a punto. 7 El mundo no puede odiaros a vosotros, a Mí, al contrario, me odia, porque Yo testifico contra él que sus obras son malas. 8 Id, vosotros, a la fiesta; Yo, no voy a esta fiesta, porque mi tiempo aún no ha llegado." 9 Dicho esto, se quedó en Galilea. 10 Pero, después que sus hermanos hubieron subido a la fiesta, El también subió, mas no ostensiblemente, Sino como en secreto. 11 Buscábanle los judíos durante la fiesta y decían: "¿Dónde está Aquél?" 12 Y Se cuchicheaba mucho acerca de Él en el pueblo. Unos decían: "Es un hombre de bien." "No", decían otros, "sino que extravía al pueblo." 13 Pero nadie expresaba públicamente su parecer sobre Él, por miedo a los Judíos.
14 Estaba ya mediada la fiesta, cuando Jesús subió al Templo, y se puso a enseñar. 15 Los judíos estaban admirados y decían: "¿Cómo sabe éste letras, no habiendo estudiado?" 16 Replicóles Jesús y dijo: "Mi doctrina no es mía, sino del que me envió. 17 Si alguno quiere
cumplir Su voluntad, conocerá si esta doctrina viene de Dios, o Si Yo hablo por mi propia cuenta 18 Quien habla por su propia cuenta, busca su propia gloria; pero quien busca la gloria del que lo envió, ese es veraz, y no hay en él injusticia. 19 ¿No os dio Moisés la Ley? Ahora bien, ninguno de vosotros observa la Ley. (Entonces) ¿por qué tratáis de quitarme la vida?" 20 La turba le contestó: "Estas endemoniado. ¿Quién trata de quitarte la vida?" 21 Jesús les  respondió y dijo: "Una sola obra he hecho, y por ello estáis desconcertados todos. 22 Moisés os dio la circuncisión -no que ella venga de Moisés, sino de los patriarcas- y la practicáis en día de Sábado. 23 Si un hombre es circuncidado en sábado, para que no sea violada la Ley de Moisés: ¿cómo os encolerizáis contra Mí, porque en Sábado Sané a un hombre entero? 24 No juzguéis según las apariencias, Sino que vuestro juicio sea justo."
25 Entonces algunos hombres de Jerusalén se pusieron a decir: "¿No es Éste a quien buscan para matarlo? 26 Y ved cómo habla en público sin que le digan nada. ¿Será que verdaderamente habrán reconocido los jefes que El es el Mesías? 27 "Pero sabemos de dónde es Éste; mientras que el Mesías, cuando venga, nadie sabrá de dónde es." 28 Entonces Jesús, enseñando en el Templo, clamó y dijo: "Sí, vosotros me conocéis y sabéis de dónde soy; pero es que Yo no he venido de Mí mismo; mas El que me envió, es verdadero; Y a El vosotros no lo conocéis. 29 Yo Sí que lo conozco, porque soy de junto a Él, y es Él quien me envió." 30 Buscaban, entonces, apoderarse de Él, pero nadie puso sobre El la mano, porque su hora no había llegado aún.
31 De la gente, muchos creyeron en Él, y decían: "Cuando el Mesías venga, ¿hará más milagros que los que Éste ha hecho?" 32 Oyeron los fariseos estos comentarios de la gente acerca de Él; y los sumos sacerdotes con los fariseos enviaron satélites para prenderlo. 33 Entonces Jesús dijo: "Por un poco de tiempo todavía estoy con vosotros; después me voy a Aquel que me envió. 34 Me buscaréis y no me encontraréis, porque donde Yo estaré, vosotros no podéis ir." 35 Entonces los judíos se dijeron unos a otros: "¿Adónde, pues, ha de ir, que nosotros no lo encontraremos? ¿Irá a los que están dispersos entre los griegos o irá a enseñar a los griegos? 36 ¿Qué significan las palabras que acaba de decir: Me buscaréis y no me encontraréis, y donde Yo estaré, vosotros no podéis ir.
37 Ahora bien, el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús poniéndose de pie, clamó: "Si alguno tiene sed venga a Mí, y beba 38 quien cree en Mí. Como ha dicho la Escritura: "de su seno manarán torrentes de agua viva" ". 39 Dijo esto del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él: pues aun no había Espíritu, por cuanto Jesús no había sido todavía glorificado. 40 Algunos del pueblo, oyendo estas palabras, decían: "A la verdad, Este es el profeta." 41 Otros decían: "Éste es el Cristo”; pero otros decían: "Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? 42 ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?" 43 Se produjo así división en el pueblo a causa de Él. 44 Algunos de entre ellos querían apoderarse de Él, pero nadie puso sobre Él la mano. 45 Volvieron, pues, los satélites a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales les preguntaron: ¿Por qué no lo habéis traído?" 46 Respondieron los satélites: "¡Nadie jamás habló como este hombre!" 47 A lo cual los fariseos les dijeron: "¿También vosotros habéis sido embaucados? 48 ¿Acaso hay alguien entre los jefes o entre los fariseos que haya creído en Él? 49 Pero esa turba, ignorante de la Ley, son unos malditos."
50 Mas Nicodemo, el que había venido a encontrarlo anteriormente, y que era uno de ellos, les dijo: 51 "¿Permite nuestra Ley condenar a alguien antes de haberlo oído y de haber conocido sus hechos?" 52 Le respondieron y dijeron: "¿También tú eres de Galilea? Averigua y verás que de Galilea no se levanta ningún profeta." 53 Y se fueron cada uno a su casa.

Capítulo VIII
1 Y Jesús Se fue al Monte de los Olivos. 2 Por la mañana reapareció en el Templo y todo el pueblo vino a Él, y sentándose les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos llevaron una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4 le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. 5 Ahora bien, en la Ley, Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Y Tú, qué dices?” 6 Esto decían para ponerlo en apuros, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir en el suelo, con el dedo. "Como ellos persistían en su pregunta, se enderezó y les dijo: "Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella." 8 E inclinándose de nuevo, se puso otra vez a escribir en el suelo. 9 Pero ellos después de oír aquello, se fueron uno por uno, comenzando por los más viejos, hasta los postreros, y quedó Él solo, con la mujer que estaba en medio. 10 Entonces Jesús, levantándose, le dijo: "Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te condenó?" 11 "Ninguno, Señor", respondió ella. Y Jesús le dijo: "Yo no te condeno tampoco. Vete, desde ahora no peques más"
12 Jesús les habló otra vez, y dijo: "Yo Soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." 13 Le dijeron, entonces, los fariseos: "Tú te das testimonio a Ti mismo; tu testimonio no es verdadero." 14 Jesús les respondió y dijo: "Aunque Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vengo y adónde voy; mas vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. 15 Vosotros juzgáis carnalmente; Yo no juzgo a nadie; 16 y Si Yo juzgo, mí juicio es verdadero, porque no Soy Yo solo, sino Yo y el Padre que me envió. 17 "Está escrito también en vuestra Ley que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Ahora bien, para dar testimonio de Mi, estoy Yo mismo y el Padre que me envió." 19 Ellos le dijeron: "¿Dónde está tu Padre?" Jesús respondió:
‛‛Vosotros no conocéis ni a Mi ni a mi Padre; si me conocieseis a Mi, conoceríais también a mi Padre." 20 Dijo esto junto al Tesoro, enseñando en el Templo. Y nadie se apoderó de Él, porque su hora no había llegado aún. 21 De nuevo les dijo: "Yo me voy y vosotros me buscaréis, mas moriréis en vuestro pecado. Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir'." 22 Entonces los judíos dijeron: "Acaso va a matarse, pues que dice: Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir" 23 Y El les dijo: "Vosotros sois de abajo; Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; Yo no soy de este mundo. 24 Por esto, os dije que moriréis en vuestros pecados. Si, si no creéis que Yo soy (el Cristo), moriréis en vuestros pecados." 25 Entonces le dijeron: "Pues ¿quién eres?" Respondióle Jesús: Eso mismo que os digo desde el principio 26 Tengo mucho que decir y juzgar de vosotros. Pues El que me envió es veraz, y lo que Yo oí a Él, esto es lo que enseño al mundo." 27 Ellos no comprendieron que les estaba hablando del
Padre. 28 Jesús les dijo pues: "Cuando hayáis alzado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy Yo (el Cristo), y que de Mí mismo no hago nada, Sino que hablo como mi Padre me enseño. 29 Y El que me envió, está conmigo. El no me ha dejado Solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada." 30 Al decir estas cosas, muchos creyeron en Él.
31 Jesús dijo entonces a los judíos que le habían creído: "Si permanecéis en mi palabra, Sois verdaderamente mis discípulos, 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." 33 Replicáronle: "Nosotros somos la descendencia de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie; ¿cómo, pues, dices Tú, llegaréis a ser libres?" 34 Jesús les respondió: "En verdad, en verdad, os digo, todo el que comete pecado es esclavo del [pecado]. 35 Ahora bien, el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo queda para siempre. 36 Si, pues, el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. 37 Bien sé que sois la posteridad de Abrahán, y sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo digo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros, hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre." 39 Ellos le replicaron diciendo: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais las obras de Abrahán. 40 Sin embargo, ahora tratáis de matarme a Mi, hombre que os he dicho la verdad que aprendí de Dios. ¡No hizo esto Abrahán! 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre." Dijéronle: "Nosotros no hemos nacido del adulterio; no tenemos más que un padre: ¡Dios!" 42 Jesús les respondió: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a Mí, porque Yo salí y vine de Dios. No vine por Mi mismo sino que Él me envió. 43 ¿Por qué, pues, no comprendéis mi lenguaje? Porque no podéis sufrir mi palabra. 44 Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él, Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. 45 Y a Mi porque os digo la verdad, no me Creéis. 46 ¿Quien de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? 47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios"
48 A lo cual los judíos respondieron diciéndole: ‛‘¿No tenemos razón, en decir que Tu eres un samaritano y un endemoniado?" 49 Jesús repuso: ‛‛Yo no soy un endemoniado, sino que honro a mi Padre, y vosotros me estáis ultrajando. 50 Mas Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzgará. 51 En verdad, en verdad, os digo, si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la muerte." 52 Respondiéronle los judíos: "Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió, los profetas también; y tú dices: "Si alguno guardare mi palabra no gustará jamás la muerte". 53 ¿Eres tú, pues, más grande que nuestro padre Abrahán, el cual murió? Y los profetas también murieron; ¿quién te haces a Ti mismo?” 54 Jesús respondió: "Si Yo me glorifico a Mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es quien me glorifica: Aquel de quien vosotros decís que es vuestro Dios; 55 más vosotros no lo conocéis. Yo sí que lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros, pero lo conozco y conservo su palabra. 56 Abrahán, vuestro padre, exultó por ver mi día; y lo vio y Se llenó de gozo." 57 Dijéronle, pues, los judíos: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?” 58 Díjoles Jesús: ‛'En verdad, en verdad os digo: Antes que Abrahán existiera, Yo soy." 59 Entonces tomaron piedras para arrojarlas sobre Él. Pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

Capítulo IX
1 Al pasar vio a un hombre, ciego de nacimiento. 2 Sus discípulos le preguntaron: ‛‛Rabí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que naciese ciego?" 3 Jesús les respondió: "Ni él ni sus padres, sino que ello es para que las obras de Dios sean manifestadas en él. 4 Es necesario que cumplamos las obras del que me envió, mientras es de día; viene la noche, en que ya nadie puede obrar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy luz de (este) mundo." 6 Habiendo dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva y le untó los ojos con el barro. 7 Después le dijo:
"Ve a lavarte a la piscina. del Siloé", que se traduce "El Enviado". Fue, pues, se lavó y volvió con vista. 8 Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto -pues era mendigo­ dijeron: "¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?" 9 Unos decían; "Es él"; otros: "No es él, sino que se le parece." Pero él decía: "Soy yo." 10 Entonces le preguntaron: "Cómo, pues, se abrieron tus ojos" Respondió: ’‛Aquel hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó con él los ojos y me dijo: "Ve al Siloé y lávate." Fui, me lavé y vi." 12 Le preguntaron: "¿Dónde está Él?” Respondió: "No lo sé." 13 Llevaron, pues, a los fariseos al que antes había sido ciego, 14 Ahora bien, el día en que Jesús había hecho barro y le había abierto los ojos era sábado. 15 Y volvieron a preguntarle los fariseos cómo había llegado a ver. Les respondió: "Puso barro sobre mis ojos, y me lavé, y veo." 16 Entonces entre los fariseos, unos dijeron: "Ese hombre no es de Dios, porque no observa el Sábado." Otros, empero, dijeron: "¿Cómo puede un pecador hacer semejante milagro?" Y estaban en desacuerdo. 17 Entonces preguntaron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices de Él por haberte abierto los ojos?" Respondió: "Es un profeta." 18 Mas los judíos no creyeron que él hubiese sido ciego y que hubiese recibido la vista. hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista. 19 Les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? Pues, ¿cómo ve ahora?" 20 Los padres respondieron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; 21 pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco sabemos. Preguntádselo a él: edad tiene, él hablará por sí mismo." 22 Los padres hablaron así, porque temían a los judíos. Pues éstos se habían ya concertado para que quienquiera lo reconociese como Cristo, fuese excluido de la Sinagoga. 23 Por eso sus padres dijeron: "Edad tiene, preguntadle a él." 24 Entonces llamaron por segunda vez al que había sido ciego, y le dijeron: "¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador." 25 Mas él repuso: "Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que yo era ciego, y que al presente veo." 26 A lo cual le preguntaron otra vez: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" 27 Contestóles: "Ya os lo he dicho, y no lo escuchasteis. ¿Para qué queréis oírlo de nuevo? ¿Queréis acaso vosotros también haceros sus discípulos?" 28 Entonces lo injuriaron y le dijeron: "Tú sé su discípulo; nosotros somos los discípulos de Moisés. 29 Nosotros Sabemos que Dios habló a Moisés; pero éste, no sabemos de dónde es." 30 Les replicó el hombre y dijo; "He aquí lo que causa admiración, que vosotros no sepáis de donde es Él, siendo así que me ha abierto los ojos
31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ése Ie oye. 32 Nunca jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si Él no fuera de Dios, no podría hacer nada." 32 Ellos le respondieron diciendo: "En pecados naciste todo tú, ¿y nos vas a enseñar a nosotros?" Y lo echaron fuera. 35 Supo Jesús que lo habían arrojado, y habiéndolo encontrado, le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" 36 El respondió y dijo: "¿Quién es, Señor, para que crea en ÉI?" 37 Díjole Jesús: "Lo estás viendo, es quien te habla." 38 Y él repuso: "Creo, Señor", y lo adoró. 39 Entonces Jesús dijo: "Yo he venido a este mundo para un juicio: para que vean los que no ven; y los que ven queden ciegos." 40 Al oír esto, algunos fariseos que se encontraban con Él, le preguntaron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?" 41 Jesús les respondió: "Si fuerais ciegos, no tendríais pecado. Pero ahora que decís "vemos", vuestro pecado persiste."

Comentarios
1. Este v. sigue probablemente a 5,47. Véase 5, 1 y nota
2. La fiesta de los Tabernáculos celebràbase con gran alegría en otoño, con tiendas de ramas, para recordar al pueblo los cuarenta años que estuvo en el desierto. Cf. Lev. 23, 34.
S. Los hermanos, o sea los parientes de Jesús. muestran aquí la verdad de lo que el mismo Maestro enseñó sobre la inutilidad de los lazos de la sangre cuando se trata de espíritu (véase Mat. 12, 46 y nota). Consuela pensar que más tarde se convirtieron, Según
resulta de Hech. 1, 14.
6. ;Penetrante ironía! Para los mundanos siempre es tiempo de exhibirse. En el mundo están ellos en su elemento (v. 7) y no conciben que Jesús no ame como ellos la fama (v. 3 s.).
13. Por míedo a los judíos, es decir, a los jefes de la Sinagoga y a los fariseos influyentes (12, 42).
17. Procedimiento infalible para llegar a tener fe: Jesús promete la luz a todo aquel que busca la verdad para conformar a ella su vida (I Juan 1, 5-7). Está aquí, pues, toda la apologética de Jesús. El que con rectitud escuche la Palabra divina, no podrá resistirle,
porque "jamás hombre alguno habló como Éste" (v. 46). El ánimo doble, en cambio, en vano intentará buscar la Verdad divina en otras fuentes, pues su falta de rectitud cierra la entrada al Espíritu Santo, único que puede hacernos penetrar en el misterio de
Dios (I Cor. 2. 10 Ss.). De ahí que. como lo enseña S. Pablo y lo declaró Pio X en el juramento antimodernista, basta la observación de la naturaleza para conocer la existencia del Creador eterno. su omnipotencia y su divinidad (Rom. 1, 20); pero la fe no es ese conocimiento natural de Dios. sino el conocimiento sobrenatural que viene de la adhesión prestada a la verdad de la palabra revelada, "a causa de la autoridad de Dios sumamente veraz" (Denz. 2145). Cf. 5, 31-39 y notas.
18. Jesús, "testigo fiel y veraz" (Apoc. 3, 14), nos da aquí una norma de extraordinario valor psicológico para conocer la veracidad de los hombres. El que se olvida de sí mismo para defender la causa que se le ha encomendado, está demostrando con eso su sinceridad. Según esa norma, se retrata Él mismo, que fue el arquetipo de la fidelidad en la misión que el Padre le confiara (17, 4-8).
19. Jesús trae aquí un recuerdo que resulta toda una ironía, pues cuando el pueblo recibió de Moisés la Ley hizo, como un solo hombre, grandes promesas de cumplir todas las palabras del Señor (Èx. 24, 3), y ahora el Mesías les muestra que ni uno de ellos
cumple.
21. Una sola obra: Jesús alude aquí al milagro de la curación del enfermo de treinta y ocho años, realizada en día sábado (cap. 5, 1 9). Esto da un nuevo indicio de lo que observamos en 5, 1 sobre e1 orden de los capítulos.
27. Éste, en tono despectivo. Los judíos esperaban que el Mesías, después de nacer en Belén, del linaje de David, aparecería con poder y majestad para tomar posesión de su reino (cf. Luc. 17, 20 y nota). También creían erróneamente que Jesús era de Nazaret,
y por lo tanto, no quisieron ver en Èl al Mesías, Mas, a pesar de las palabras y hechos con que Él puso en evidencia que se cumplían en su persona todos los anuncios de los Profetas, nunca procuraron averiguar con exactitud dónde había nacido (v. 41 ss.; 8, 14), no obstante lo que se había hecho público en Mat. 2, 2-6.
28 s. Jesús insiste sobre la necesidad de conocer a Dios como Padre suyo (4, 34 y nota), pues Israel ignoraba entonces el misterio de la Trinidad, o sea que Dios tuviese un Hijo. Cf. 3, 16; 8, 54 y nota.
30. Los fariseos, y no el pueblo, pues muchos creyeron en Él, en contraste con los jefes. Véase v. 40 Y 44.
37. Según Lagrange, Pirot y otros modernos, debe preferirse esta puntuación, que parece ser la. primitiva (S. Ireneo, S. Cipriano. etc.), a. la otra Según la cual el agua viva manaría del seno del que bebiese (cf. 4, 14). Mons. von Keppler hace notar que la alegría era la nota dominante, tanto en la asistencia al templo (Deut, 12, 7; 14, 26) cuanto en esa fiesta de los Tabernáculos (Deut. 16, 15), cuya culminación era la toma del agua, de la cual decía el proverbio: "Quien no ha visto la alegría de la toma del agua no ha, visto a1egria". Por donde se ve que Jesús, al decir estas palabras, se manifestaba como el único que puede distribuir e1 agua viva de la alegría verdadera. Véase IS. 12, 3; 44, 3; Deut, 32, 51; Ez. 47, 1 y 12; Zac. 14, 8.
39 S. No. había sido todavía glorificado: el Espíritu Santo, que Jesús resucitado anunció como promesa del Padre (Luc. 24, 49; Hech. 1, 4) para consolarnos como lo había hecho È1 (14, 26; 16, 13)), bajó en Pentecostés (Hech. 2, 1ss.) después de la Ascensión
de Jesús, es decir, sólo cuando Él, glorificado a la diestra de1 Padre lo imploró para nosotros. Véase Hebr. 7, 25; S. 109, 4 y nota. El profeta: véase 6, 14 S.; Hech. 3, 22 y notas.
42 ss. Véase v. 17 y nota; 1, 46; II Rey. 7, 12; S. 88, 4 s.; Míq. 5, 2. La defensa del Señor por parte de Nicodemo, es fruto de su conversación nocturna con el Señor (cap. 3). Sohre este fruto véase 4, 41.1. y nota.
48 s. Tremenda confesión hecha por ellos mismos. Sólo creían los pequeños (v. 41; cf. Mat. 11. 25). a quienes ellos, los jefes legítimos pero apóstatas, despreciaban como ignorantes. porque ellos se habían guardado la llave de las Escrituras y no entraban ni dejaban entrar (cf. Luc. 11, 52).
52. Falso, pues Jonás era galileo (IV Rey. 14, 25).

1 ss. Sobre la perícopa 1-11 véase Luc. 21, 38 y nota.
5 ss. Véase Lev. 20. 10; Deut. 22. 22―24; 17, 7.
8 Según S. Jerónimo. esta actitud podría recordar a los fariseos el texto de Jer. 17, 13. En general se piensa que indicaba simplemente distracción o displicencia despectiva ante la odiosa conducta de aquellos hipócritas.
9. "Quedaron estos dos: la mísera y la misericordia" (S. Agustín).
12. Esta imagen de la "luz" fue propuesta con motivo de la iluminación del Templo. El mismo S. Juan nos presenta esta altísima doctrina de cómo la luz, que es el Verbo (1. 9), es para nosotros vida (l. 4). Según el plan de Dios, el Espíritu Santo nos es dado
mediante esta previa iluminación del Verbo.
13 s. Aunque Jesús no invoca generalmente su propio testimonio porque tiene el de su Padre (v. 18: 5, 31-36), todo profeta tiene un testimonio en su conciencia de enviado de Dios.
15. Sobre este importante punto, véase 5, 22 y nota. cf. v. 11.
17. Véase Deut. 17. 6; 19. 15.
23. Es como la síntesis de todos los reproches de Jesús a los falsos servidores de Dios. de todos los tiempos: la religión es cosa esencialmente sobrenatural que requiere vivir con la mirada puesta en lo celestial (Col. 3, 1ss.; Hebr. 9, 12; !0. 22; 12. 2; 13. 15), es decir, en el misterio (I Cor. 2. 7 y 14). y los hombres se empeñan en hacer de ella una cosa humana. "convirtiendo", dice S. Jerónimo, el Evangelio de Dios "en evangelio del hombre" (cf. Luc. 16. IS). Es lo que un célebre predicador alemán comentaba diciendo: "El apostolado no consiste en demostrar que el Cristianismo es razonable sino paradójico. Sólo porque lo ha dicho un Dios. y no por la lógica. podemos creer que se oculta a los sabios lo que Se revela a los pequeños (Mat. 11, 25) Y que la parte de María. sentada, vale efectivamente más que la de Marta en movimiento (Luc. 10. `38 ss.), Cf. Luc. 7, 23 y nota.
24. En vuestros pecados: El v. 2 se refiere, en singular, al pecado por excelencia de la Sinagoga. que es el de incredulidad frente al Mesías (Cf. 16. 9: Rom.11. 22). Aquí muestra que cometido aquel pecado. los demás pecados permanecerán también. Es como una
tremenda condenación en vida. que Jesús anticipa a los hombres de espíritu farisaico.
25. Algunos traducen: "Ante todo, ¿por qué os hablo?" Preferimos nuestra versión según la cual Jesús muestra a los fariseos que ya no necesitan repetirles la verdad de su carácter mesiánico: se lo ha dicho muchas veces, y ellos no quieren creerle. Cabe aún otra versión, cuyo sentido sería: Ante todo, ¿si Yo no fuera el Mesías, acaso os hablaría como os hablo?
28. Anuncio de la crucifixión que va a abrir los ojos de muchos. Efectivamente, después de la muerte de Jesús (Mat. 27, 54; Marc. 15, 38 S.; Luc, 23, 47 s.) y en particular después de la venida del Espíritu Santo. muchísimos creyeron en Cristo como testimonio del amor del Padre que lo enviaba, si bien la conversión de todo Israel sólo está anunciada para cuando Él vuelva (Mat. 23. 39 y nota). Cf. 19, 37; 3, 14; 12, 32, De Mí mismo no huya nada: Admiremos el constante empeño de Jesús por ocultarse a fin de que
toda la gloria sea para el Padre. Véase 7, 28; 12, 49 s.; Filip. 2, 7S.
30. No muchos fariseos (v. 21 y 24) sino muchos del pueblo judío. Éstos comprendieron ese misterio de la sumisión filial y amorosa de Cristo al Padre, que aquéllos no entendieron (v. 27).
31. Si permanecéis en mi palabra: Como si dijera: si mi palabra permanece en vosotros (15. 7).
32. La libertad de los hijos de Dios se funda en la buena doctrina (v. 31). La vida eterna es conocimiento (17.3). Cf. H Cor. 3. 17; Sant. 1. 25; 2. 12.
33. Los que replican no son los que creyeron (nota 30). Sino los enemigos, que se dan indebidamente por aludidos, según se ve por lo que sigue. La falsedad de su afirmación es notoria, pues los judíos fueron esclavos en Egipto, en Babilonia, etc., y a la sazón
dependían de Roma.
34. Del pecado: falta en varios códices y no agrega antes quita, fuerza. El hombre liberado por la verdad de Cristo (32) es espiritual (Gal. S. 16) y no peca (I Juan 3. 6 y 9). El carnal es esclavo, porque no es capaz de seguir su voluntad libre, sino que obra dominado por la pasión (Rom. 7, 23).
38. Ese padre es el diablo (v. 44), y sus hijos son mentirosos y maliciosos como él.
43. Profunda enseñanza. según la cual, para comprender la Palabra de Jesús, hay que estar dispuesto a admitirla y a creer en su misión (véase 7, 17 y nota). Es la verdad que S. Anselmo expresaba diciendo: "Creo para entender."
44. Sobre su obra tenebrosa, véase Mat. 13, 57 y nota.
48 s. Los judíos: aquellos a que se refiere el v. 33, no los del v. 30. Nótese, cómo no teniendo qué responder, recurren al puro ultraje, cosa que Jesús les hace notar en e1 v. 49, con sublime serenidad. Cf. v. 59; 9. 34; 10. 39.
50. No busco mí gloria, dice el Único merecedor de ser infinitamente glorificado por el Padre (v. 54). Antes había dicho: "No busco mi voluntad" (5, 30). Jesús obra en todo como un hijo pequeño y ejemplar, frente a su Padre. Se nos ofrece así como el modelo perfecto de la infancia espiritual. que es la síntesis de las virtudes evangélicas, el remedio de nuestras malas inclinaciones, y la prenda de las más altas promesas. Véase Mat. S, 3; 18, 4; Luc. 10. 21 y notas.
Hay quien lo busca: Notemos la ternura de esta alusión de Jesús a su divino Padre. ¿Cómo no había de glorificar Él al Hijo amado y al Enviado fidelísimo que así afrontaba los insultos. y hasta la muerte ignominiosa. por cumplir la misión salvadora que el Padre le confió? Véase t2, 28 y nota.
51. Porque esa glor'a (v. 50) que Jesús pedirá al Padre en 17, 1 consistirá precisamente en poder darnos vida eterna, es decir, librar de la muerte a los que guardemos su Palabra (17, 2 y nota). Sobre este misterio, cf. S, 24; 6, 40: 11, 26; I Juan 5, 13
54. Si Yo me glorificó, es decir, si Yo me glorificase y fuese orgulloso, como vosotros pretendéis. mi gloría sería falsa. Es lo que Jesús ha establecido en 7, 18 y en el v. 53. "Mi Padre... que es vuestro Dios": Se identifica aquí la persona del Padre con Yahvé, el
Dios de Israel. C1'. 7, 28 y nota; Mat.*•22, 44; S. 109. 1.
56. En las promesas que Dios le dio. presintió Abrahán el día del Mesías (cf. Mat. 13. 17; Luc. 7. 22; Hebr. 11. 13). También los creyentes nos llenaremos un día de ese gozo (I Pedr. 1, 8). Cf. Mat. 8. 11. 58. Yo soy: presente insólito, que expresa una existencia eterna, fuera del tiempo. Cf, Juan 1. 1 y Hebr. 9, 14, donde la divinidad de Jesús es llamada "el Espíritu eterno".
2 s. Los discípulos, como los judíos en general, creían que todo mal temporal era castigo de Dios. En su respuesta rechaza el Señor este concepto. Véase 5, 14 y nota.
5. Esto es: Él sígue, como en Mat. ll, 5, realizando esas maravillas para las cuales fue enviado (Is. 35, 5 y nota). hasta que la violencia se lo impida (Mat. 11, 12; Luc. 13. 32) y empiece para "este mundo" la noche que perdurará "hasta que Él venga" (Gál. 1, 4; II Pedr. T, 19; I Cor. 11, 26). Sobre la luz, cf. 1, 4 y 8s.;3. 19; 8,12; 12, 35 y 46..
7. La piscina del Siloé Se hallaba a 333 metros al sur del Templo. Hoy día se llama: Ain Sítti Miriam (Fuente de Nuestra Señora María).
17. Es un profeta: El Ciego quiere decir un enviado de Dios, Todavía no está Seguro de que Sea el Mesías. Más tarde lo confiesa plenamente (v. 38).
27. La ironía que se revela en la pregunta del ciego excita extremadamente a los fariseos, que son los verdaderos ciegos luchando contra la evidencia de los hechos.
30 ss. "El que era ciego y ahora ve se indigna contra los ciegos" (S. Agustín). Vemos aquí en efecto que ese pecado de incredulidad de los fariseos (8. 74 y nota) es de ceguera voluntaria (v. 39 SS.) que deliberadamente niega la evidencia. Es el pecado contra la luz (v. 5; 3, 19) y en consecuencia contra el Espíritu (Marc. 3, 28-30; Hech. 7, 51), el que no tiene perdón, porque no es obra de la flaqueza sujeta a arrepentirse (Luc 7, 47), sino de la soberbia reflexiva y de la hipocresía que encubre el mal con la apariencia del bien para poder defenderlo. (Mat 23, 1.39; II Tim 3, 5)
34. Una vez más los fariseos recurren al insulto, a falta de argumentos (cf. 8, 48) y ponen en práctica lo que tenían resuelto según el v. 22.
37. Jesús se define de la misma manera en 4, 26. Él es, por excelencia, la "Palabra": el Verbo, el Logos.
39. Es el juicio de 3, 19. Los soberbios Serán heridos de ceguera espiritual (Sant. 4, 1; I Pedro 5, 5), ceguera culpable que los hará perderse (v. 40 S.; II Tes. 2, 10 ss.).
41. Nótese la estupenda dialéctica del Maestro. El rechazo que ellos hacen de la imputación de ceguera. se vuelve en su contra, como un argumentum ad hominem, mostrando así que su culpa es aún mayor de lo que Jesús les había dicho antes.

1. Como expresa la perícopa de este Evangelio en el Domingo del Buen Pastor (II post Pascua). Jesús habla aquí "a los fariseos", continuando el discurso precedente (cf. 9. 4l y nota), cosa que debe tenerse en cuenta para entender bien este capítulo. La puerta es Jesús (v. 7; 14. 6; cf. S. 117, 20 y nota). Aprisco: corral común donde varios pastores guardan sus rebaños durante la noche.
3. ¿Quién es este portero tan importante, sino el divino Padre? Él es quien abre la puerta a las ovejas que van hacia el Buen Pastor. Porque, así como nadie va al Padre sino por Jesús (14, 6), nadie puede ir a Jesús Si el Padre no lo elige (v. 37) y no lo atrae (6. 44 y 65). Y nótese que Jesús no sólo es el Pastor bueno (v. ll) sino que Él es también la puerta (v. 7 sS.). Esa puerta que el Padre nos abre, es, pues, el mismo Hijo, porque el Padre nos lo dio para que por Él entremos a la vida (3, 16) y para que Él mismo sea nuestra vida. Véase 1, 4; I Juan 4, 9; 5, ll-13.
4s. Las almas fieles no pueden desviarse: Jesús las va conduciendo y se hace oír de ellas en el Evangelio y por su Espíritu. Él es la puerta abierta que nadie puede cerrar para aquellos que custodian su palabra y no niegan Su Nombre (Apoc. 3, 8).
5. ¡Privilegio de los que están familiarizados con el lenguaje de Jesús! Él les promete aquí un instinto Sobrenatural que les hará reconocer a los falsos maestros y huir de ellos. Entonces se explica que puedan "ir y venir" (v. 9), porque las Palabras del Buen Pastor les habrán dado la libertad. después de prepararlas para ella. como lo explica Jesús en 8. 31 ss.
8. Dice Durand: ‛'Ladrones que roban por astucia y salteadores que se apoderan por la violencia" (cf. Mat. 11, 12 y nota). Los tales son ladrones de gloria, porque la buscan para sí mismos y no para el Padre como hacia Jesús (cf. 5, 43 s.; 7, 18);- y salteadores de almas, porque se apoderan de ellas y, en vez de darles el pasto de las Palabras reveladas (v. 9) para que tengan vida divina (v. 10; 6, 64), las dejan "esquilmadas y abatidas" (Mat. 9, 36) y "se apacientan a si mismos". Cf. 21, 15Ss.; Ez. 34, 2Ss.; Zac. 11. 5 y notas.
11. Pone su vida! o sea la expone, lo cual es más exacto que decir "la da". El pastor no se empeña en que el lobo lo mate, pero no. vacila en arriesgarse a ello Si es necesario en defensa de sus ovejas. tampoco Jesús solicitó que lo rechazaran y le quitaran la vida, Antes por el contrario, afirmó abiertamente su misión. mostrando que las profecías mesiánicas se cumplían en Él. Mas si aceptó el reconocimiento de sus derechos (1, 49 S.; Luc. 1, 32 s.; Mat. 2l. 16; Luc. 19, 39 s.), no quiso imponerlos por fuerza (Mat. 26. 52 s.; Juan 18, 36), ni resistir a la de sus enemigos (Mat. 5. 39; Luc. 16, 16 y nota), y no vaciló en exponer su vida al odio de los homicidas, aunque sabía que la crudeza de Su doctrina salvadora exasperaría a los poderosos y le acarrearía la muerte. Tal es el contenido de la norma de caridad fraterna que nos da S. Juan a imitación de Cristo: amar a los hermanos hasta exponer si es necesario la vida por ellos (I Juan 3, 16). En igual sentido dice S. Pablo que Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte de cruz
(Filip. 2, 8), y tal es también el significado de la fidelidad que Jesús nos reclama "hasta el fin" (Mat. 10, 22; 24, 13). es decir, hasta el martirio si necesario fuera. Cf. v. 18 y nota
16. Las ovejas a quienes el Salvador fue enviado, son los judíos (Mat. 10, S S. y nota). Como ellas no oyen la voz de su pastor (Hech. 28, 25 ss.), Dios "escogerá de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre" (Hech, 15, 15; cf. 1Mat. 13, 47 SS.; Luc. 24. 47; Juan, 11, 52), hasta que con el retorno de Israel (Rom. 11, 25 ss.) se forme un solo rebaño con un solo pastor. Fillion y Gramatica recuerdan aquí a Ez. 34, 23 y 37, 21 ss. Véase también Ez. 36, 37 s. y 37, 15 SS. con respecto a las diez tribus que estaban ausente en los días de Jesús.
17. Para volver a tomarla: Texto diversamente traducido. El P. Joüon vierte: "mas la volveré a tomar", lo que aclara el sentido y coincide con la nota de Fillion, según la cual "es la generosa inmolación del buen Pastor por sus ovejas, lo que lo hace extraordinariamente caro a su Padre". No puede pedirse una prueba más asombrosa de amor y misericordia del Padre hacia nosotros,
18. Es decir que la obediencia que en este caso prestó Jesús a la voluntad salvífica del Padre (3, 16; Rom. S, 8 ss; I Juan 4. 10), nada quita al carácter libérrimo de la oblación de Cristo, cuya propia voluntad coincidió absolutamente con el designio misericordioso del Padre. Véase Mat. 26, 42; S. 39, 7 S. comparado con Hebr. 10, S ss.; Is. S3, 7.
20. Sobre estos "virtuosos" que se escandalizan de Jesús véase Mat. 11, 6; 12, 24-48; Luc. 11, 15­20; Marc. 3, 28-30 y notas.
22. La fiesta de la Dedicación del Templo celebrábase en el mes de diciembre, en memoria de la purificación del Templo por Judas Macabeo. También se llamaba "Fiesta de las Luces", porque de noche se hacían grandes luminarias. Cf. 8, 12 y nota.
29. Esta versión muestra el inmenso aprecio que Jesús hace de nosotros como don que el Padre le hizo (cf. 11 S.; 17. 9 y 24; Mat. 10, 31, etc.). Otros traducen: “Mi Padre es mayor que todo", lo que explicaria por qué nadie podrá arrebatarnos de su mano. Según otros. lo que mí Padre me dió seria la naturaleza divina v el poder consiguiente (cf. 17, 22; Mat. 11, 27; 28, 18).
30. El Hijo no está solo para defender el tesoro de las almas que va a redimir con Su Sangre; esta sostenido por el Padre, con quien vive en la unidad de un mismo Espíritu y a quien hoy ruega por nosotros sin cesar (Hebr. 7. 24 S.),
34 ss. Si la Escritura llama "dioses" a los príncipes de la tierra, para destacar su dignidad de lugartenientes de Dios, ¿por qué queréis apedrearme a Mí, si me llamo Hijo de Dios? Véase S. 81, 6. Hoy somos nosotros los hijos de Dios, y no sólo adoptivos, sino verdaderos, gracias a Cristo. Cf. 1, 12; 20, 17; I Juan 3, I; Rom. 8, 16-29; Gál. 4, SS.; Ef. l, 5 y nota.
35. La Escritura no puede ser anulada: Vemos cómo Jesús no sólo responde de la autenticidad de los Sagrados Libros sino que declara que no pueden ser modificados ni en un ápice. Véase Prov. 30, 6 y nota; Apoc. 22, 18s.
36. Jesús proclama una vez más "Su consagración y su misión teocrática, tanto más reales y elevadas que las de los jueces de Israel" (Fillion). Cf. 18. 37.
39. ¡He aquí el fruto de tanta evidencia! (cf. 9, 30 ss. y nota.) sírvanos de gran consuelo esto que soportó Él, cuando nos hallemos ante igual dureza. Cf. 15. 18 ss. y notas.

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