miércoles, 29 de agosto de 2012

Evangelio según San Juan caps. 4, 5, 6


Capítulo IV
1 Cuando el Señor supo que los fariseos estaban informados de que Jesús hacía más discípulos y bautizaba más que Juan 2 aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos- 3 abandonó la Judea y se volvió a Galilea. 4 Debía, pues, pasar por Samaria. 5 Llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la posesión que dio Jacob a su hijo José. 6 Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, pues, fatigado del viaje, se sentó así junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: "Dame de beber." 8 Entretanto, sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar víveres. 9 Entonces la samaritana le dijo: “¿Cómo Tu, judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos." 10 Jesús le respondió y dijo: “Si tu conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: "Dame de beber", quizá tu le hubieras pedido a Él, y El te habría dado agua viva." 11 Ella le dijo: "Señor, Tú no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? 12 Acaso eres Tu mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos y sus ganados?" 13 Respondióle Jesus: "Todos los que beben de esta agua, tendrán de nuevo sed; 14 mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua que Yo le daré se hará en él fuente de agua surgente para vida eterna." 15 Dijole la mujer: "Señor, dame esa agua, para que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua." 16 EI le dijo: "Ve a buscar a tu marido, y vuelve aquí." 17 Replicole la mujer y dijo: "No tengo marido." Jesús le dijo: "Bien has dicho: "No tengo marido"; 18 porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu marido; has dicho la verdad." 19 Dijole la mujer: “Señor, veo que eres profeta. 21 Nuestros padres adoraron sobre este monte; según vosotros, en Jerusalén esta el lugar donde se debe adorar." 21 Jesús le respondió: "Mujer, créeme a Mi, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre. 22 Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero la hora viene, y ya ha llegado, en que los adoradores verdaderos adoraran al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre desea que los que adoran sean tales. 24 Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad." 25 Díjole la mujer: "Yo sé que el Mesías -es decir el Cristo- ha de venir. Cuando El venga, nos instruirá en todo." 26 Jesús le dijo: "Yo lo soy. Yo que te hablo."
27En este momento llegaron los discípulos, y quedaron admirados de que hablase con una mujer. Ninguno, sin embargo, le dijo: "¿Qué preguntas?" o “¿Qué hablas con ella?"
28 Entonces la mujer, dejando su cántaro, se fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 "Venid a
ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿no será éste el Cristo?" 30 Y salieron de la ciudad para ir a encontrarlo. 31 Entretanto los discípulos le rogaron: "Rabí, come." 32 Pero EI les dijo: "Yo tengo un manjar para comer, que vosotros no conocéis." 33 Y los discípulos se decían entre ellos: ¿Alguien le habrá traído de comer?" 34 Mas Jesús es dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me envió y dar cumplimiento a su obra. 35 No decís vosotros: Todavía cuatro meses, y viene la siega? Y bien, Yo os digo: Levantad vuestros oídos, y mirad los campos, que ya están blancos para la siega. 36 El que siega, recibe su recompensa y recoge la mies para la vida eterna, para que el que siembra se regocije al mismo tiempo que el que siega. 37 Pues en esto se verifica el proverbio: "Uno es el que siembra, otro el que siega." 37 Yo os he enviado a cosechar lo que vosotros no habéis labrado. Otros labraron, y vosotros habéis entrado en (posesión del fruto de) sus trabajos."
39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en El por la palabra de la mujer que testificaba diciendo: "El me ha dicho todo cuanto he hecho." 40 Cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y muchos más creyeron a causa de su palabra, y decían a la mujer: "Ya no creemos a causa de tus palabras; nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que El es verdaderamente el Salvador del mundo."
43 Pasados aquellos dos días, partió para Galilea. 44 Ahora bien, Jesús mismo atestiguo que ningún profeta es honrado en su patria. 45 Cuando llegó a Galilea, fue recibido por los galileos, que habían visto todas las grandes cosas hechas por El en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
46 Fue, pues, otra vez a Cana de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había un cortesano cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. 47 Cuando él oyó que Jesús había vuelto de Judea a Galilea, se fue a encontrarlo, y le rogó que bajase para sanar a su hijo, porque estaba para morir. 48 Jesús le dijo: "¡Si no veis signos y prodigios, no creeréis!" 49 Respondióle el cortesano: "Señor, baja antes que muera mi hijo." 50 Jesús le dijo: "Ve. tu hijo vive." Creyó este hombre a la palabra que le dijo Jesús y se puso en marcha. 51 Ya bajaba, cuando encontré a algunos de sus criados que le dijeron que su hijo vivía. 52 Preguntóles, entonces, la hora en que se había puesto mejor. Y le respondieron: "Ayer, a la hora séptima, le dejó la fiebre." 53 Y el padre reconoció que ésta misma era la hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive." Y creyó él, y toda su casa. 54 Este fue el segundo milagro que hizo Jesús vuelto de Judea a Galilea.

Capítulo V
1 Después de esto llegó una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 Hay en Jerusalén, junto a la (puerta) de las Ovejas una piscina llamada en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. 3 Allí estaban tendidos una cantidad de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que aguardaban que el agua se agitase. [4 Porque un ángel bajaba de tiempo en tiempo y agitaba el agua; y el primero que entraba después del movimiento del agua, quedaba sano de su mal, cualquiera que este fuese.] 5 Y estaba allí un hombre, enfermo desde hacia treinta y ocho años. 6 Jesús, viéndolo tendido y sabiendo que estaba enfermo hacía mucho tiempo, le dijo: "¿Quieres ser sanado?" 7 El enfermo le respondió: "Señor yo no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se agita; mientras yo voy, otro baja antes que yo." 8 Díjole Jesús: "Levántate, toma tu camilla y anda." 9 A1 punto quedó sanado, tomo su camilla, y se puso a andar.
Ahora bien, aquel día era sábado: 10 Dijeron, pues, los judíos al hombre curado: "Es sábado; no te es licito llevar tu camilla." 11 El les respondió: "El que me sanó, me dijo: Toma tu camilla y anda." 12 Le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: Toma tu camilla y anda?" 13 El hombre sanado no lo sabía, porque Jesús se había retirado a causa del gentío que había en aquel lugar. 14 Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo: "Mira que ya estas sano; no peques mas, para que no te suceda algo peor." 15 Fuese el hombre y dijo a los judíos que el que lo había sanado era Jesús. 16 Por este motivo atacaban los judíos a Jesús, porque hacia estas cosas en sábado. 17 El les respondió: "Mi Padre continua obrando, y Yo obro también." 18 Con lo cual los judíos buscaban todavía más hacerlo morir, no solamente porque no observaba el sábado, sino porque llamaba a Dios su padre, igualándose de este modo a Dios.
19 Entonces Jesús respondió y les dilo: "En verdad, en verdad, os digo, el Hijo no puede por Sí mismo hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que Este hace, el Hijo lo hace igualmente. 20 Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que El hace; y le mostrara aun cosas más grandes que éstas, para asombro vuestro. 21 Como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo devuelve la vida a quien quiere. 22 Y el Padre no juzga a nadie, sino que ha dado todo el juicio al Hijo, 23 a fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado. 24 En verdad, en verdad, os digo: El que escucha mi palabra y cree a Aquel que me envió, tiene vida eterna y no viene a juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. 25 En verdad, en verdad, os digo, vendrá el tiempo, y ya estamos en él, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y aquellos que la oyeren, revivirán. 26 Porque así como el Padre tiene la vida en Si mismo, ha dado también al Hijo el tener la vida en Sí mismo. 27 Le ha dado también el poder de juzgar, porque es Hijo del hombre. 28 No os asombre esto, porque. vendrá el tiempo en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y saldrán los que hayan hecho el bien, para resurrección de vida; y los que hayan hecho el mal, para resurrección de juicio. 30 Por Mi mismo Yo no puedo hacer nada. juzgo según lo que oigo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 31 Si Yo doy testimonio de Mi mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Pero otro es el que da testimonio de Mi, y sé que el testimonio que da acerca de Mi es verdadero. 33 Vosotros enviasteis legados a Juan, y él dio testimonio a la verdad. 34 Pero no es que de un hombre reciba Yo testimonio, sino que digo esto para vuestra salvación. 35 El era antorcha que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis regocijaros un momento a su luz. 36 Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan, porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, y que precisamente Yo realizo, dan testimonio de Mí, que es el Padre quien me ha enviado. 37 El Padre que me envió, dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante. 38 ni tampoco tenéis su palabra morando con vosotros, puesto que no creéis a quien El envió. 39 Escudriñad las Escrituras, ya que pensáis tener en ellas la vida eterna: son ellas las que dan testimonio de Mi, 40 ¡y vosotros no queréis venir a Mi para tener vida! 41 Gloria de los hombres no recibo, 42 sino que os conozco (y sé) que no tenéis con vosotros el amor de Dios. 43 Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, ¡a ése lo recibiréis! 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, si admitís alabanza los unos de los otros, y la gloria que viene del único Dios no la buscáis? 45 No penséis que soy Yo quien os va a acusar
delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. 46 Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a Mi, pues de Mi escribió El. "Pero si no creéis a
sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?"

Capítulo VI
1 Después de esto, paso Jesús al otro lado del mar de Galilea, o de Tiberíades. 2 Y le seguía un gran gentío, porque veían los milagros que hacía con los enfermos. 3 Entonces Jesús subió
a la montana y se sentó con sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Jesús, pues, levantando los ojos y viendo que venía hacia El una gran multitud, dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para que éstos tengan que comer?" 6 Decía esto para ponerlo a prueba, pues El, por su parte, Bien sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: "Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno tuviera un poco." 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, le dijo: 9 "Hay aquí un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto para tanta gente?” 10 Mas Jesús dijo: “Haced que los hombres se sienten." Había mucha hierba en aquel lugar. Se acomodaron, pues, los varones, en número como de cinco mil. 11 Tomo, entonces, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados, y también del pescado, cuanto querían. 12 Cuando se hubieron hartado dijo a sus discípulos: "Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda." 13 Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes, que sobraron a los que habían comido. 14 Entonces aquellos hombres, a la vista del milagro que acababa de hacer, dijeron: "Este es verdaderamente el profeta, el que ha de venir al mundo." 15 Jesús sabiendo, pues, que vendrían a apoderarse de El para hacerlo rey, se alejo de nuevo a la montana, El solo.
16 Cuando llegó la tarde, bajaron sus discípulos al mar. 17 Y subiendo a la barca, se fueron al otro lado del mar, hacia Cafarnaúm, porque ya se había hecho oscuro, y Jesús no había venido aun a ellos. 18 Más se levanto un gran viento y el mar se puso agitado. 19 Y después de haber
avanzado veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús, que caminaba sobre el mar aproximándose a la barca y se asustaron. 20 Pero El les dijo: "No tengáis miedo." 21 Entonces se decidieron a recibirlo en la barca, y en seguida la barca llegó a la orilla, adonde querían ir. 22 Al día siguiente, la muchedumbre que permaneció al otro lado del mar, notó que había allí una sola barca, y que Jesús no había subido en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos. 23 Mas llegaron barcas de Tiberiades junto al lugar donde habían comido el pan, después de haber el Señor dado gracias.
24 Cuando, pues, la muchedumbre vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron en las barcas, y fueron a Cafarnaúm, buscando a Jesús. 25 Y al encontrarlo del otro
lado del mar, le preguntaron: “Rabi, ¿cuándo llegaste acá?" 26 Jesús les respondió y dijo: "En verdad, en verdad, os digo, me buscáis, no porque visteis milagros, sino porque comisteis de los panes y os hartasteis. 27 Trabajad, no por el manjar que pasa, sino por el manjar que perdura para la vida eterna, y que os dará el Hijo del Hombre, porque a Este ha marcado con su sello el Padre, Dios." 28 Ellos le dijeron; "¿Qué haremos, pues, para hacer las obras de Dios?" 29 Jesús, les respondió y dijo: "La obra de Dios es que creáis en Aquel a quien El envió." 30 Entonces le dijeron: "¿Qué milagro haces Tú, para que viéndolo creamos en Ti? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el mana en el desierto, como está escrito: "Les dio de comer un pan del cielo" " 32 Jesús les dijo: "En verdad, en verdad, os digo, Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es Aquel que desciende del cielo y da la vida al mundo." 34 Le dijeron: "Señor, danos siempre este pan." 35 Respondióles Jesús; "Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed. 36 Pero, os lo he dicho; a pesar de que me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que me da el Padre vendrá a Mí, y al que venga a Mí, no lo echaré fuera, ciertamente, 38 porque bajé del cielo para hacer no mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Ahora bien, la voluntad del que me envió, es que no pierda Yo nada de cuanto El me ha dado, sino que lo resucite en el último día. 40 Porque ésta es la voluntad del Pa.dre: que todo aquel que contemple al Hijo y crea en El, tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el ultimo día." 41 Entonces los judíos se pusieron a murmurar contra El, porque había dicho: “Yo soy el pan que bajó del cielo"; 42 y decían: "No es éste Jesús, el Hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo, pues, ahora dice: "Yo he bajado del cielo?" " 43 Jesús les respondió y dijo; "No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a Mi, si el Padre que me envió, no lo atrae; y Yo lo resucitaré en el último día. 45 Está escrito en los profetas: "Serán todos en enseñados por Dios." Todo el que escuché al Padre y ha aprendido, viene a Mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino Aquel que viene de Dios, Ese ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad, os digo, el que cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Los padres vuestros comieron en el desierto el mana y murieron. 50 He aquí el pan, el que baja del cielo para que uno coma de él y no muera. 51 Yo soy el pan, el vivo, el que bajó del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre, y por lo tanto el pan que Yo daré es la carne mía para la vida del
mundo." 52 Empezaron entonces los judíos a discutir entre ellos y a decir: "¿Cómo puede
éste darnos la carne a comer?" 53 Díjoles, pues, Jesús: “En verdad, en verdad, os digo, si no
coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis la sangre del mismo, no tenéis vida en vosotros. 54 El que de Mi come la carne y de Mi bebe la sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día. 55 Porque la carne mía verdaderamente es comida la sangre mía verdaderamente es bebida. 56 EI que de Mí come la carne y de Mi bebe la sangre, en Mi permanece y Yo en él. 57 De la misma manera que Yo, enviado por el Padre viviente, vivo por el Padre, así el que me come, viviré también por Mí. 58 Este es el pan bajado del cielo, no como aquel que comieron los padres, los cuales murieron. El que come este pan vivirá eternamente? 59 Esto dijo en Cafarnaúm, hablando en la sinagoga.
60 Después de haberlo oído, muchos de sus discípulos dijeron: "Dura es esta doctrina: ¿Quién puede escucharla?" 61 Jesús, conociendo interiormente que sus discípulos murmuraban sobre esto, les dijo: ‛‛¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y si viereis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? 63 El espíritu es el que vivifica; la carne para nada aprovecha. Las palabras que Yo os he dicho, son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre vosotros quienes no creen." Jesús, en efecto, sabía desde el principio, quiénes eran los que creían, y quién lo había de entregar. 65 Y agregó: ‛‛He ahí por qué os he dicho que ninguno puede venir a Mí, si esto no le es dado por el Padre." 66 Desde aquel momento muchos de sus discípulos volvieron atrás y dejaron de andar con Él. 67 Entonces Jesús dijo a los Doce: "¿Queréis iros también vosotros?" 68 Simón Pedro le respondió: "Señor ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos
creído Y Sabemos que Tú eres el Santo de Dios." 70 Jesús les dijo: "¿No fui Yo acaso quien os elegí a vosotros los doce? ¡Y uno de vosotros es diablo!" 71 Lo decía por Judas Iscariote, hijo de Simón, pues él había de entregarlo; él, uno de los Doce.

Comentarios
6. Ese pozo, que aun existe, tiene una profundidad de 32 metros y está situado al sudeste de la ciudad de Nablus, llamada antiguamente Siquem y Sicar. Los cruzados levantaron encima de la fuente una iglesia, cuya sucesora es la iglesia actual que pertenece a los ortodoxos griegos. ¡Fatigado! Es ésta. una de las notas más íntimas con que se aumenta nuestra fe al contacto del Evangelio. !Fatígado! Luego es evidente que el Hijo de Dios podía fatigarse, que se hizo igual a nosotros y que lo hizo por amarnos.
8. El Evangelista quiere advertimos de la delicadeza de Jesús, que no habría descubierto en presencia de ellos la vida intima de esa mujer (cf. v. 18).
9. La intención de la mujer no se ve con certeza, pero si vemos que ella se coloca en la situación humilde de una despreciada samaritana (cf. Ecli. 50, 28 y nota). Esto es lo que hace que Jesús "ponga los ojos en su pcqueñez" (Luc. 1, 48) y le muestre (v. 10) que no es El quien pide, sino quien da. Porque el dar es una necesidad del Corazón divino del Hijo, como lo es del Padre; y por eso Jesús prefiere no a Marta sino a María, la que sabe recibir. Véase Luc. 10, 42; Juan 13. 38 y notas.
10. Si tú conocieras el don de Dios, es decir, no ya sólo las cosas que El te da, empezando por tu propia existencia, sino la donación que Dios te hace de Si mismo, el Don en que el Padre se te da en la Persona de su único Hijo, para que Jesús te divinice haciéndote igual a El o mejor transformándote para que puedas vivir eternamente su misma vida divina la vida de felicidad en el conocimiento y en el amor.
14. No tendrá sed, Etc. Nótese el contraste con lo que se dice de la Sabiduría en Ecli. 24, 29 s. y nota. El que bebe en el "manantial de la divina sabiduría, que es la palabra de Dios" (Ecli. l. 5), calmaré la inquietud de su espíritu atormentado por la sed de la felicidad, y poseeré con la gracia una anticipación de la gloria.
15. La mujer no comprende el sentido, pensando solamente en el agua natural que tenía que sacar del pozo todos los días. Tan sólo por la revelación de sus pecados ocultos viene a entender que Jesús hablaba simbólicamente de un agua sobrenatural, que no se saca del pozo. Jesús, antes de darle el "agua viva", quiere despertar en ella la conciencia de sus pecados y la conduce al arrepentimiento con admirable suavidad. Ya brota la fe en el corazón de la sarnaritana. Lo prueba la pregunta sobre el lugar donde había que adorar a Dios. Los samaritanos creían que el lugar del culto no era ya el Templo de Jerusalén sino el monte Garizim, donde ellos tuvieron un templo hasta el año 131 a. C. Cf. Esdr. 4, 1-5.
21. Ante; de anunciar en el v. 23 el culto esencialmente espiritual, que habría de ser el sello característico de la Iglesia cristiana, Jesús le anuncia aquí la próxima caducidad del culto israelita (cf. Heb. 8, 4 y 13 y notas), y aún quizá también la incredulidad, tanto de los judíos como de los samaritanos. De ahí que, ante el fracaso de unos y otros. le diga: Créeme a Mí. Así viven los hombres también hoy entre opiniones y bandos, todos falaces. Y Jesús sigue diciéndonos, créeme a Mi, único que no te engaña, y Yo te enseñaré, como a esta humilde mujer, lo que agrada al Padre (v. 23), es decir, la sabiduría. Véase Ecli. 1, 34 Y nota.
22. La salvación vieme de las judíos: La nación judía fue hecha depositaria de las promesas de Dios a Abrahán, el "padre de los creyentes", "en quien serán bendecidas todas las naciones de la tierra" (Gen. 18, 18; cf. 3, 17; Rom. 9, 4s.; 11, 17 y 26). El mediador de todas esas bendiciones es Jesus. descendiente de Abrahán por María. Cf. Luc. 1, 32.
23. En espíritus es decir, "en lo mas noble y lo mas interior del hombre (Rom. 8, 5)" (Pirot). Cf. Mat. 22, 37. En verdad, y no con la apariencia, es decir, "con ázimos de sinceridad" (I Cor. 5, 8), y no como aquel pueblo que lo alababa con los labios mientras su corazón estaba lejos de El (Mat. 15, 8), o como los que oraban para ser vistos en las sinagogas (Mat. 6. 5) o proclamaban sus buenas obras (Mat. 6, 2). Desde esta revelación de Jesucristo aprendemos a no anteponer lo que se ve a lo que no se ve (II Cor. 4, 18); a preferir lo interior a lo exterior. lo espiritual a lo material. De ahí que »hoy no sea fácil conocer el verdadero grado de unión con Dios que tiene un alma, y que por eso no sepamos juzgarla (Luc. 6. 41 s. y nota). Porque las almas le agradan según su mayor o menor rectitud y simplicidad de corazón, o sea según su infancia espiritual (Mat. 18, 1ss.). Cf. I Cor. 2, 15.
24. Para ponerse en contacto con Dios, cuya naturaleza es espiritual, el hombre ha de poner en juego todo lo que tiene de semejante a El: toda su actividad espiritual, que se manifiesta en la fe, la esperanza y la caridad (véase 3, 5 y nota; 6, 64). San Juan de la Cruz aprovecha este pasaje para exhortarnos a que no miremos en que el lugar para orar sea de tal o cual comodidad, sino al recogimiento interior, "en olvido de objetos y jugos sensibles". En efecto, si Dios es espíritu ¿qué pueden importarle, en sí mismas  las cosas materiales?  "¿Acaso he de comer Yo la carne de los toros?", dice El, refiriéndose a las ofrendas que se le hacen (S, 49. 13 ss.). Lo que vale para El es la intención, a tal punto que, según Santa Gertrudis, Jesús le reveló que cada vez que deseamos de veras hacer algo por darle gusto al Padre o a El, aunque no podamos realizarlo, vale tanto como si ya lo hubiéramos hecho; y eso lo entenderá cualquiera, pues el que ama no busca regalos por interés, y lo que aprecia es el amor con que están hechos.
28. Dejando su cántaro: detalle elocuente que muestra cómo el fervor del interés por Cristo le hiso abandonar toda. preocupación temporal. Ni siquiera se detiene en saludar a los recién llegados (cf. Luc. 10. 4). Ella tiene prisa por comunicar a los de su pueblo (cf. Luc. 8, 39) las maravillas que desbordaban de su alma después de escuchar a Jesús (véase Hech. 4, 20). Los frutos de este fervor apostólico se ven en el v. 39.
34. Esa obra, que consiste en darnos a conocer al Padre (1, 18) es la que Jesús declara cumplida en 17, 4. S. Hilario hace notar que ésta fue la obra por excelencia. de Cristo.
35. Levantad vuestros ojos: Era ésa la fértil llanura dada por Jacob a su hijo José, figura de Cristo (v. 5). Se refiere ahora a los samaritanos que vienen en su busca, guiados por la mujer, mostrando que la semilla esparcida en el pueblo de los samaritanos, tan despreciado por los judíos, ya daba fruto. Samaria fue la primera ciudad en que, después de Jerusalén, se formó una comunidad numerosa de cristianos (Hech.
cap. 8 .
39. Cuanto he hecho: la samaritana, conquistada por la gracia de Jesús, no vacila en hacer humildemente esta alusión a sus pecados. Sus oyentes, que la conocían, se sienten a su vez conquistados por tan indiscutible prueba de sinceridad.
41 s. He aquí señalada la. eficacia. de esas palabras de Jesús de las cuales podemos disfrutar nosotros también en el Evangelio (I Juan 1, 3).
44. Véase sobre esta Luc. 4, 14 ss.
48. Los milagros confirman la. autoridad del que predica (Marc. 16, 20); con todo, no son necesarios ni suficientes para engendrar por si mismos la fe (2, 23 ss.; 12, 37 ss.), Ella viene de prestar asentimiento a la palabra de Jesucristo (Rom. 10, 17), explotando el "afecto de credulidad" (Denz. 178) que Dios pone en nosotros. Cf. 7, 17 y nota.
50. Este acto de fe cn la palabra de Jesús fue precursor de su conversión, referida en el v. 53.

1 s. Según admiten muchos (Lagrange, Joiwn, Olivier, Pirot, etc.), el cap. 5 debe ponerse después del cap. 6. Una: fiesta: (varios meses, quizás de antes de la inversión de los capítulos, dice la fiesta): la Pascual, de la cual en 6, 4 se dice que esta próxima.
Sería la segunda Pascua de Jesús en Jerusalén. Para la primera, cf. 2, 13 y 23; para la. tercera y última, cf. 12. 1.
4. La mayoría de los exegetas niega autenticidad e este v., ausente de los mejores testigos griegos. Algunos desconocen también el final del v. 3 sobre la agitación del agua, si bien ésta podría deberse a un carácter termal (Durand) u otra causa natural. El milagro singular aquí señalado seria único en la Biblia (Prat).
14. El caso parece distinto del de 9, 3. Cf. nota.
17. Continúa obrando: aún en sábado. Sí Dios no obrase sin cesar, la creación volvería a la nada (S. 103. 29 y nota). Así también obra constantemente el Verbo, por quien el Padre lo hace todo (1, 3)
22 A Jesús le corresponde ser juez de todos los hombres, también por derecho de conquista; porque nos redimió a todos con su propia Sangre (Hech 10, 42; Rom. 14, 9; II Tim 4, 8; I Pedro 4, 5 s.) Entretanto Jesús nos dice aquí que ahora ni el Padre juzga a nadie ni El tampoco (8, 15), pues no vino a juzgar sino a salvar (3, 17M 12, 47). Es el "año de la misericordia" que precede "al día de al venganza" (Luc. 4, 19; Is. 61, 1 ss.)
24 Véase 6, 40 y nota. No viene a juicio: "Algunos de los buenos se salvarán y no serán juzgados, a saber: los pobres en espíritu, pues aún ellos juzgarán a los demás" (Catecismo Romano. Expos. del Símbolo según Santo Tomás, Art VII, 1) Cf. Mat. 19, 28; I Cor 6, 2 s. y nota.
25. Cf. v. 28; II Tim 4, 1 y nota
30. Continúa el pensamiento del v. 19. La justicia está en pensar, sentir y obrar como Dios quiere. Tal fue el sumo anhelo de Jesús, y así nos lo dice en 4, 34; 17, 4, etc.
31 ss. Vale la pena detenerse en comprender bien lo que sigue, pues en ello está toda la "apologética" del Evangelio, o sea los testimonios que invocó el mismo Jesucristo para probar la verdad de su misión. El "Otro" (v. 32) es el Padre.
33. Este fue enviado (1, 6 ss.) como último profeta del Antiguo Testamento (Mat 11, 13) para dar testimonio del Mesías a Israel (1, 15; 3, 26-36; Mat 3, 1 ss.; Marc 1, 12 ss.; Luc 3, 13 ss)
34 ss. Con ser Juan tan privilegiado (Mat 11, 11), el Señor quiere mostrarnos aquí que el Precursor no era sino un momentáneo reflejo de la luz (1, 8). Vemos aquí una vez más que no hemos de poner de un modo permanente nuestra admiración en hombre alguno ni someter el testimonio de Dios al de los hombres sino a la inversa (cf. Hech 4, 19; 5, 29; 17, 11). Por donde se ve que es pobre argumento para Jesús el citar a muchos hombres célebres que hayan creído en El. Porque si eso nos moviera, querría decir que atendíamos más a la autoridad de aquellos hombres que a los testimonios ofrecidos por el mismo Jesús. Cf. v. 36 ss. y notas.
36 ss. He aquí el gran testimonio del Hijo: su propio Padre que lo envió y que lo acreditó de mil maneras. Vemos así como el Evangelio se defiende a sí mismo, pues en él hallamos las credenciales que el Padre nos ofrece sobre Jesús, con palabras que tienen virtud sobrenatural para dar la fe a toda alma que no la escuche con doblez. Véase 4, 48; 7, 17; S 92, 5 y notas. Este pasaje condena todo esfuerzo teosófico. San Juan nos dice que nadie vio nunca a Dios, y que fue su Hijo quien lo dio a conocer (1, 18), de modo que en vano buscaría el hombre el trato de Dios si El no hubiese tomado la iniciativa de darse a conocer al hombre mediante la Palabra revelada de sus profetas  y de su propio Hijo. Véase 7, 17 y nota; Hebr 1, 1, ss.
39. Véase v. 46. Con esto recomienda el Señor mismo, como otro testimonio, la lectura de les libros del Antiguo Testamento. Quien los rechaza no conoce las luces que nos dieron los Profetas sobre Cristo. "En el Antiguo Testamento está escondido el Nuevo, y en el Nuevo se manifiesta el Antiguo" (S. Agustín). "Los libros del Antiguo Testamento son palabra de Dios y parte orgánica de su revelaci6n." (Pío XI).
41. No recibo, esto es (como en el v. 34): no os digo esto porque tenga nada que ganar con vuestra adhesión, sino que os desenmascaro porque conozco bien vuestra hipocresía.
42. No tenéis: en vosotros el amor de Dios. Es decir, que. como observa S. Ireneo, el amor acerca a Dios más que la pretendida sabiduría y experiencia, las cuales son compatibles (come aquí vemos) con la blasfemia y la enemistad con Dios.
43. La historia rebosa de comprobaciones de esta dolorosa realidad. Los falsos profetas se anuncian a sí mismos y aún admirados sin mas credenciales que su propia suficiencia. Los discípulos de Jesús, que hablan en nombre de El, son escuchados por pocos. como pocos fueron los que escucharon a Jesús. el enviado del Padre. Véase Mat. 7, 15 y nota. Suele verse aquí una profecía de la aceptación que tendrá
el Anticristo como falso Mesías. Cf. Apoc. 13.
44. Es impresionante la severidad con que Jesús niega aquí la fe de los que buscan gloria humana. Cf. 3, 30; Luc. 6, 26; Gal. 1, 10; S. 52, 6.
46 s. De Mi escribió él: "En cuanto al Salvador del género humane, nada existe sobre El tan fecundo y tan expresivo como los textos que encontramos en toda la Biblia, y San Jer6nimo tuvo razón de afirmar que "ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo" (Leon XIII, Enc. "Providentissimus Dcus"), Esta notable cita de San Jerónimo se encuentra repetida por Benedicto XV en la Encíclica "Spiritus Paraclitus" y también por Pío XII en la Encíclica. "Divino Afflante Spiritu". No podemos, pues, mirarla como una simple referencia literaria sino que hemos de meditar toda su gravedad. ¿Acaso pretendería alguien salvarse sin conocer al Salvador?" ;Cómo creeréis a mis palabras? Argumento igual al del v. 44 y que se aplica con mayor razón aún a les que ignoran voluntariamente las propias palabras de Cristo. Cf. 12, 48
y nota.

1. Después de esta. Véase 5, 1 y neta sobre el orden invertido de les capítulos.
5. La multiplicación de los panes. Cf. Mat. 14, 13 ss.; Marc. 6, 34 ss.; Luc. 9, 10 ss., sirve de introducción al gran discurso sobre el pan de vida (v. 24).
11. Jesús da gracias al Padre anticipadamente (cf. 11, 41 s.), a fin de referirle a El la gloria del milagro. "Por El y con E1 y en El  te es dado a Ti, oh Padre omnipotente, en la unidad del Espiritu Santo, todo honor y gloria" (Canon de la Misa).
12. La importancia de esta operación, destinada a grabar en la memoria de los discípulos la magnitud del prodigio, se puede apreciar en Marc. 8, 17-21 y en Mat. 16. 8-10.
13. En Mat. 14, 13-21; Marc. 6, 31-44; Luc. 9, 10-17, se dan mayores detalles.
14. Véase 11, 27. El profeta, esto es, el Mesías Rey. Así lo entiende Jesús en el vers. 15. Cf. Mat. 21. 11.
15. Solo una vez Jesús  se dejo aclamar por Rey: fue el Domingo de Ramos (cf. 12, 12 s. y nota). Bien sabía nuestro Salvador que había de prevalecer en el pueblo el sentir hostil hacia el de los jefes de la nación y que la afirmación de su realeza sobre Israel, anunciada por el ángel a María como una realidad futura, sería el capitulo principal de su acusación por los judíos cuando éstos le hiciesen comparecer ante el gobernador romano (Luc. 1, 32;2 ).
21. En seguida llegaron, aunque no habían recurrido sino la mitad del camino (v. 19). que fue la que recorrió Jesús caminando sobre las aguas, teniendo el lago un ancho de I0 a 13 kms. Notable episodio en que se ve que el miedo les había impedido aceptar a Jesús (cf. Luc. 8, 37). Cuando le perdemos el miedo y lo recibimos en nuestra navecilla llegamos felizmente al puerto (S. Beda).
26. Desecharon en el milagro la evidencia, negándose a ver en Jesús a un enviado de Dios, con derecho como tal a ser escuchado. Le buscan como dispensador de bienes, mas no espirituales sino temporales.
27. Pirot recuerda aquí el agua viva que ofreció a la Samaritana en 4, 13. Cf. v. 35. El sello del Padre son esos milagros que dan fe de la misión de Jesús (3. 33) y que El prodiga con una bondad que no puede ser sino divina. Cf. Mat. 11. 4-6.
29. Le preguntan por las obras El señala la obra por excelencia: la obra interior que consiste en creer recta y plenamente. La fe es también la obra de Dios en el sentido de que es El quien nos atrae (6, 44 y 66).
30. ¿Qué milagro haces? Asombrosa ceguera y mala fe de los fariseos que hacen tal pregunta cuando acaban de comer el pan milagrosamente multiplicado por Jesús,
31. Véase Ex. 16, 15-16; S. 77, 25 s.; I Cor. 10, 3.
32 s. El "Don perfecto” por excelencia (cf. Sant. 1, 17) es el que ese Padre nos hizo de su Hijo muy amado (cf. 3, 16), el verdadero "pan del cielo", que nos imparte la. vida y la sustenta con el pan de su palabra (v. 63) y con su carne hecha pan supersubstancial (v. 51; Luc. 11, 3).
33. Pan de Dios: De esta: sublimes palabras viene la expresión popular que suele aplicarse para decir que alguien es muy bueno. Pero  ¿cuántos piensan en aplicarla a la bondad del unico a quicn esas palabras corresponden? (Mat. 19, 16). Desciende del cielo: Nótese aquí, como en los v. 38 y 42, que Jesús es el único Hombre que se ha atrevido a atribuirse un origen celestial y a sostener su afirmación hasta la muerte. Cf. 3, 13; 8, 23 y 38 ss.
34. Siguen creyendo que Jesús habla del pan multiplicado que ellos comieron. No acaban nunca de abrir su entendimiento y su corazón a la fe, como Jesús se lo reprocha en el v. 36.
35. Aquí declara el Señor que El mismo es el "pan de vida" dado por el Padre (v. 32). Más tarde habla del pan eucarístico que dará el mismo Jesús para la vida del mundo (v. 51).
37. Sobre la iniciativa del Padre en la salvación, véase Rom. 10, 20; Denz. 200. La promesa que aquí nos hace Jesús, de no rechazar a nadie, es el más precioso aliento que puede ofrecerse a todo pecador arrepentido, Cf. en 5, 40 la queja dolorosa que El deja escapar para los que a pesar de esto desoyen su invitación. Cf. 17, 10 y  mota.
38. El Hijo de Dios se anonadé a Si mismo, como ocultando su divinidad (véase Filip. 2, 7s. y nota) y se empeñó en cumplir esa voluntad salvífica del Padre, aunque ese empeño le costase la muerte de cruz. Cf. Mat. 26, 42 y nota.
39. Lo resucite: "Para saber si amamos y apreciamos el dogma de la resurrección -dice un autor- podemos preguntarnos qué pensaríamos si Dios nos dijese ahora que el castigo del pecado, en vez del infierno eterno, seria simplemente el volver a la nada, es decir, quedarnos sin resurrección del cuerpo ni inmortalidad del alma, de modo que todo se acabara con la muerte. Si ante semejante noticia sintiéramos una impresión de alivio y comodidad. querría decir simplemente que envidiamos el destino de los animales, esto es, que nuestra fe está muerta en su raíz, aunque perduren de ella ciertas manifestaciones exteriores. Mucho me temo que fuese aterrador el resultado de una encuesta que sobre esto se hiciese entre los que hoy se llaman cristianos". Véase lo que a este respecto profetiza el mismo Jesús en Lucas 18. 8.
40. He aquí el plan divino: Jesús, el Mediador, es el único camino para ir al Padre. Es decir que, viéndolo y estudiándolo a El, hemos de creer en el Padre (5, 24), del cual Cristo es espejo perfectísimo (14, 9; Hebr. 1, 3). Sólo ese Hijo puede darnos exacta noticia del Padre, porque s6lo El lo vio (1, 18; 3, 32; 6, 46), y la gloria del Padre consiste en que creamos a ese testimonio que el Hijo da de E1 (v. 29), a fin de que toda glorificación del Padre proceda del Hijo (14, 13). Véase atentamente 12, 42-49 y notas.
41. Nótese, como siempre, la ingratitud con que responden los hombres a las maravillosas revelaciones que Jesús acaba de hacerles. Véase v. 34 y nota.
44 s. Cf. Is. 54. 13; Jer. 31, 33-34; Mat 16. 17. Es decir que Dios nos atrae infaliblemente hacia Jesús (si bien, domo dice S. Agustín, no contra nuestra voluntad). Es el misterio del amor del Padre al Hijo. El Padre esta engendrando eternamente al Hijo, el cual es todo su tesoro (Mat. 17, 5); no obstante ello fue el mismo Padre quien nos lo dio, lo cual hace aun mas asombrosa esa bondad. justo es entonces que el Padre sea el solo Dispensador de su Hijo y Enviado, infundiendo a los que El elige, el Espíritu Santo
(Luc. 11, 13). que es" quien nos lleva a Jesús. Cf. 14, 23.
46. Esto es: al hablar (en el v. 45) de los que han "escuchado" al Padre, no digo que lo hayan visto directamente, como me ven a Mi, sino que el Padre habla por boca del Hijo, como se vio en el v. 40 y nota.
51. Hasta aquí Jesús se ha dado a conocer como el Pan de vida. En este v. se llama el Pan vivo, y en vez de qua baja (v. 50) dice que bajó. Pirot anota a este respecto: "La idea general que sigue inmediatamente en la primera parte del v.: Si uno come de este pan vivirá para siempre -repetición en positivo de lo que se dice negativamente en el v. 50- podría aún, en rigor, significar el resultado de la adhesión a Cristo por la fe. Pero el final del v.: y el pan que Yo daré es mi carne... para vida del mundo introduce manifiestamente una nueva idea. Hasta ahora el pan de vida era dado. en pasado, por el Padre, A partir de ahora, será dado, en el futuro, por el Hijo mismo. Además, el pan que hasta aquí podía ser tomado en un sentido metafórico espiritual, es identificado a la
carne en Jesús (carne como en 1, 14, más fuerte que cuerpo)... La única dificultad que aun provoca el v. es la de saber si el ultimo miembro: para la vida del mundo se refiere al pan o a la carne. La dificultad ha sido resuelta en el primer sentido por algunos raros manuscritos intercalando la frase en cuestión inmediatamente después de daré: el pan que Yo daré para la vida del mundo es mi carne. Pero la mesa de los manuscritos se pronuncia por el segundo sentido. No parece, pues, dudoso que Juan haya querido establecer la identidad existente entre el pan eucarístico y la carne de Cristo en su estado de Victima inmolada por el mundo". El mismo autor cita luego como acertada la explicación del P. Calmes, según el cual en esa frase "se hallan confundidas la predicción
de la Pasión y la promesa del pan eucarístico, y esto sin que baya equivoco, pues la Eucaristía es, al mismo tiempo que un sacramento, un verdadero sacrificio, un memorial de la muerte de N. S. J.". Cf. Ef. 2, 14; Hebr. 10, 20.
54. Por cuarta vez Jesús promete juntamente la vida del alma y la resurrección del cuerpo. Antes hizo esta promesa a los creyentes; ahora la confirma hablando de la comunión eucarística. Peligra, dice S. Jerónimo, quien se apresura a llegar a la mansión deseada sin el pan celestial. La Iglesia prescribe la comunión pascual y recomienda la comunión diaria. ¿Veríamos una carga en este don divino? "La Iglesia griega se ha sentido autorizada por esto para dar la Eucaristía a los niños de primera edad. La Iglesia latina exige la edad de discreción. Puede apoyarse en una razón muy fuerte. Jesús recuerda que el primer movimiento hacia Él se hace por la fe (vv. 35, 45, 57)" Pirot. Cf. 4, 10 ss. El verbo comer que usa el griego desde aquí ya no es el de antes: estío sino trogo, de un realismo aún más intenso, pues significa literalmente masticar, como dando la idea de una retención (cf. v. 27, Luc. 2, 19 y 51). En el v. 58 contrastan ambos verbos; uno en pretérito: éfagon y otro en presente: trogon.
57. El que me come: aquí y en el v. 58 vuelve a hablar de Él mismo como en el v. 50. Vivirá por Mí: de tal manera que vivamos en Él y Él en nosotros; como lo revela el v. anterior. Cf. 1. 16; Col. 2, 9; véase la "Secreta" del Domingo XVIII p. Pentecostés. S. Cirilo de Alejandría compara esta unión con la fusión en una de dos velas de cera bajo la acción del fuego: ya no formarán sino un Solo cirio. Cf. I Cor. 10, 17. Nótese que Cristo se complace amorosamente en vivir del Padre, como de limosna, no obstante haber recibido desde la eternidad el tener la vida en Sí mismo (5, 26). Y esto nos lo enseña para movernos a que aceptemos aquel ofrecimiento de vivir de Él totalmente, como Él vive del Padre, de modo que no reconozcamos en nosotros otra vida que esta vida plenamente vivida que Él nos ofrece gratuitamente. Es de notar que por el Padre y por Mí pueden también traducirse para el Padre y para Mí. S, Agustín y Sto. Tomás admiten ambos sentidos y el último parece apoyado por el verbo viviirá, en futuro (Lagrange). ¡Vivir para Aquel que muriendo nos dio vida divina, como Él vivió para el Padre que engendrándolo se la da a Él! "El que así no vive: ¿lo habrá acaso comido espiritualmente?‛ Véase v, 63; II Cor. 5, 15; I Tes. 5, 10; Gål. 2. 20; cf. Hech. 17, 28; Rom. 14, 8; II Cor. 4. 11; 6. 9; I Juan 4. 9.
59. He aquí, pues, las maravillas de la comunión explicadas por el mismo Jesús: nos da vida eterna (v. 50, ss y 59) y resurrección gloriosa (55), Siendo una comunidad "comunión" de vida con Jesús (57) que nos hace vivir su propia vida como Él vive la del Padre (58). 60. Por no haber abierto sus almas a la inteligencia espiritual del misterio.- incurren en el sarcasmo de llamar "dura" la doctrina más tierna que haya sido revelada a los hombres. Cf. v. 41 y nota.
61. Véase Luc. 20, 17 S., donde el Maestro manso y humilde de corazón es llamado por el mismo Dios "piedra de tropiezo", o sea de escándalo. Cf. Luc. 2, 34; Rom. 9, 32 s., etc. El mismo Jesús dijo muchas veces que los hombres, y también sus discípulos, se
escandalizarían, de Él y de su doctrina, cuya generosidad sobrepasa el alcance de nuestro mezquino corazón (cf. Mat. 1l, 6 y nota). De allí la falta de fe que Él señala y reprocha en los v. 36 y 64.
62. Subir: en el misterio de la Ascensión lo verán volver al cielo y ya No Se escandalizarán (cf. v. 41 S.) de que se dijese bajado del cielo (v. 33, 46, 50 S., 58), ni podrán creer que les ha hablado de comerlo como los antropófagos (cf. v. 52).
63. La carne para nada aprovecha: Enseñanza tan enorme y preciosa como poco aprovechada. Porque es difícil de admitir para el que no ha hecho la experiencia y para el que no escucha a Jesús como un niño, que acepta sin discutirle al Maestro. Quiere decir que "la carne miente", porque lo tangible y material se nos presenta como lo más real y positivo, y Jesús nos dice que la verdadera realidad está en el espíritu, que no se ve (cf. II Cor. 4, 18). El hombre "prudente" piensa que las palabras son humo y ociosidad.
Quiere "cosas y no palabras". Jesús reivindica aquí a la palabra -no la humana pero si la divina- mostrándonos que en ella se esconde la vida, porqué Él es a un tiempo la vida y la Palabra: el Verbo. Véase 1, 4; 14, 6. Por eso S. Juan lo llama el Verbo de la vida (I. Juan 1, 1). Y de ahí que no solamente la Palabra es fuente de obras buenas (II Tim. 3, 16 s.). sino que el estar oyéndolo a Él y creyéndole es "la obra" por antonomasia (v. 29), la mejor parte (Luc. 10, 42), la gran bienaventuranza (Luc. 11, 28).
65. Véase los vers. 44 Y 64.
68 ss. Los apóstoles (con excepción de Judas Iscariote, que más tarde fue el traidor) sostuvieron esta vez gloriosamente la prueba de su fe. Pedro habla aquí. como en otros casos, en nombre de todos (14, 27; Mat. 6, 16). El Santo de Dios; véase Luc. 1, 35.
70. Jesús entrega a nuestra meditación esta sorprendente y terrible verdad de que el hecho de ser auténticamente elegido y puesto por Él no impide ser manejado por Satanás.

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